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°2° *De ignorancia y algo más*

Tres años después.

-¡¡Soph!!

-¡¡Ya voy Papi!!

Estaba preparando el desayuno y como siempre Sophie tardaba en bajar.

-Tiene complejo de reina -dijo Jay mientras escribía en su pequeña libreta negra. La relación con su hermana no era la mejor pero lo entiendo, yo tampoco me llevaba bien con mis hermanos, es la naturaleza.

Aún así no me gustaba que se tratasen así.

-No es correcto que hables así de tu hermana, Jay --le dije mientras daba una vuelta al panqueque en el sartén.

-Ella se lo busca, padre -rodó los ojos y guardó su libreta. No sé de dónde lo sacó, Jay me llamaba padre, eso me gustaba por que mientras todos los adolescentes del mundo llaman por su nombre a sus padres o los llaman "Viejos" mi Jay me bautizó como Padre.

-Tiene doce años, Jay, es pequeña aún.

-Te dará un paro cardíaco si revisas sus cuadernos -murmuró para que no lo escuchara, pero lo escuché.

-¿Cómo? -no sé a qué se refiere pero me lo diría sea como sea. Tengo mis técnicas.

-Nada -dijo con una sonrisa.

-Oh, bueno no me lo digas, a lo mejor no te llevo a aquel concurso de patineta -dije encongiéndome de hombros.

-¡¡No!! -Sonreí, estaba de espaldas a él por lo que no podía ver mi cara. Me volteé para verlo y le hice un gesto interrogativo -Sophie está enamorada de un niño llamado George.

Mi cara se desencajó.

-¿Qué?

-Lo leí en uno de sus cuadernos. Creí que era uno de los míos, y lo guardé en mi mochila. Pero cuando lo abrí leí un poco de lo que tenía y dije "este no es mi cuaderno" le pregunté a Sophie si era suyo y me golpeó por haberlo tomado. No dejó que le explicara, solo me cerró la puerta en la cara.

No puedo creerlo, mi pequeña estaba dejando de ser niña y comenzaba a convertirse en una adolescente.

-Bueno, no le digas que lo sé. Eso es algo muy suyo -Lo señalé con la espátula.

-Está bien -se encogió de hombros quitándole importancia al asunto -. Además ¿Quién diría que la niña "odio el rosa"-dijo con voz pequeña -... se enamoraría?

Iba a contestar, pero Sophie apareció por la escalera con su mochila negra, vestía con su remera roja, una pollera hasta diez centímetros sobre la rodilla, también negra, su cabello planchado y sus infaltables botas.

-Buen día, Papi -dijo abrazándome. Volteó hacia Jay y con tono serio lo saludó -. Hola insecto.

-También te quiero, hermanita -dijo Jay con sarcasmo.

Serví el desayuno y comimos tranquilamente, eran las seis y media de la mañana y tenía que ir al trabajo. Los niños entraban a la escuela a las ocho pero siempre desayunabamos juntos.
Me quité el delantal, tomé mi portafolios y las llaves de mi auto.

-Ya saben, pasen un hermoso día y si se les viene abajo el ánimo, llámenme.

Les di un beso a cada uno en la cabeza y salí.

Subí al auto. Y Loose Strings con su canción «Lover fans», resonó al encender la radio. Era mi grupo favorito en mis días de adolescencia.

Ahora estaban retirados y nadando en dinero.

-¡¡You are my lover fan!!

Gritaba al son de aquella canción dotada de recuerdos.

Mi voz no es tan mala, o al menos eso fue lo que me dijo mi amor. Continué con mi canto.

-¡¡¡La-la-la-leee.!!!

Al llegar a un semáforo, no detuve mi concierto, al contrario, el estribillo y mi voz resonaron en todo el vehículo.

-¡¡I am your lover artist, the one that wants you on your list, the one that in your lyrics looks for you!!.

Miré hacia mi izquierda y vi a una niña de cinco años pegada a la ventanilla de un auto con su ceño fruncido, observándome cantar. Reí ante su gesto, ver a un hombre de 37 años haciendo el ridículo le provocaba confusión.

El semáforo cambió a verde y aceleré.

A solo dos cuadras se encontraba mi edificio.

Me había convertido en la mano derecha del dueño de Crestol Corp. Y eso me ayudó mucho económicamente, mantener a dos adolescentes no es nada fácil.

Estacioné, tomé mi portafolios y me encaminé a la entrada.

-Buen día señor Johnson -La recepcionista me regalaba su infaltable saludo.

-Buen día señorita -le respondo, a pesar de que ya tenga cincuenta y dos años.

Me adentré a mi oficina y tomé asiento.
Revisaba uno de los documentos a entregar el próximo lunes cuando Elene, mi secretaria, entró.

-Buen día Señor Johnson. El Señor Reynolds está esperándolo.

-Gracias Elene, puedes retirarte.

Asintió y salió.

-Supongo que Reynolds querrá que asista a una reunión por él.

Me levanté de mi asiento y me dirigí a la oficina principal.
Tenía una buena relación con mi jefe, en un año de trabajo luego de mi pequeño ascenso, tuve un excelente desempeño y eso hizo que ascendiera una vez más y otra. Hasta que me nombraron Vicepresidente de Crestol Corp con un salario tres veces mayor al que obtenía con mi primer empleo.

Entré a la oficina de mi jefe, no sin antes golpear.

-Jeremías -Reynolds me abrazó -¿Cómo estás?

-Muy bien, Señor ¿Usted? -dije mientras este me soltaba para tomar asiento.

-Excelente -contestó con una sonrisa. Sus dientes se hicieron notar y recordé su problema con el tabaco ¿Cómo hace para tenerlos tan blancos? -. Sabes para qué te hice llamar ¿Cierto? -prosiguió dejando su sonrisa en lo más oscuro de su alma, o así lo creía yo. La verdad es que a este hombre sólo lo veía sonreír cuando le convenía.

-Lo imagino -dije también, haciendo que Reynolds vuelva a enseñar sus blancuzcos dientes.

-Bien, necesito que el siguiente jueves asistas a una reunión en mi nombre -juntó sus manos -tienes que denegar la petición de unirnos a Empresas GarLyte -su tono cambió a enojado -. Ese cretino de Carrington cree que robará lo que tanto trabajo me costó.

-No hay problema Señor.

-Bien, puedes retirarte.

Sin más que decir hice lo que me pidió y volví a mi oficina.

Me detuve frente a mi puerta y Elene contorneando sus caderas se acercó a mi.

-Señor Johnson, mañana desearía poder tomarme el día.

-Concedido.

-Es que estoy buscando a algún hombre sensible que sepa cómo tratarme, así que me inscribí en un lugar donde te programan una cita.

Comentó haciendo un gesto con sus labios que me pareció gracioso.

-No tiene que darme explicaciones señorita Elene -dije un tanto incómodo.

Su rostro se mostró frustrado. No la entendía, acababa de concederle su día libre.

-Ahora que lo pienso Señor, no tomaré el día libre pondré como privilegio al trabajo, quiero ser la mejor.

Dijo inflando su pecho, o eso parecía. Me eché hacia atrás, cada vez se acercaba más a mi.

-Me parece bien -concluí sonriendo. Sin decir más di media vuelta e ingresé a mi oficina.

Tengo que preparar mis palabras para este jueves, Carrington era un hueso difícil de roer.
Inicié mi laptop y me dispuse a escribir pero el sonido tan conocido que anunciaba una llamada en mi celular, se hizo escuchar. Tomé el aparato y la foto de Trinity iluminó mi pantalla, rodé los ojos, últimamente hacía eso muy seguido, creo que Soph me lo contagió. Atendí y me llevé el teléfono a mi oreja.

-Jere -canturreó -... Adivina qué.

-¿Qué? -dije con tono aburrido. Mientras miraba en mi zapato una pelusa ¿De qué color es?

-Vas a ser abuelo -dijo con un tono de voz serio.

-¡¿QUÉ?! -grité levantándome de la silla.

-Es mentira bobo, pero ahora que tengo toda tu atención, escucha -era gracioso saber que Trinity me conocía a tal punto que sabía que no le prestaba ni la más mínima atención.

-Te escucho -contesté volviendo a mi asiento.

-Mañana iré a visitarte, quiero que compres chocolate y que tengas leche en tu nevera. Me quedaré por unos días -Suspiré, tener a Trinity en casa era todo un caos, y era peor estando como estaba.
-. No puedes negarte, estoy embarazada.

-No hay problema Try. Eres bienvenida.

-Y... otra cosa -su tono e hizo sospechar -... llevo acompañante, más te vale que no seas un padre celoso.

-Triny... -mi tono fue amenazante.

-Adiós -Dijo y colgó.

Mañana será un largo día.








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¡Hola! No iba a publicar aún, pero tenía este capítulo guardado desde hace tiempo...

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