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Las piezas ya se encontraban acomodadas en cada uno de los tableros y los ajedrecistas se colocaron frente a cada uno de los campos de batalla. Eran simplemente quinientas setenta y seis casillas en las que tenía que pensar al mismo tiempo; apenas un reto para Jeon.

Se había deshecho de su gran abrigo y de los tres primeros botones de su camisa roja antes de tomar un trago de su vaso de whisky y tronar su cuello hacia cada lado.

TaeHyung observaba con diversión las acciones y expresiones de Jeon. La verdad es que lo consideraba como un amigo muy guapo, pero jamás pensó en que podría llegar a gustarle. Él simplemente gustaría de alguien que pudiera ganarle en el ajedrez; condición que lo obligaría a ser soltero toda la vida.

JungKook había estudiado toda la tarde precisamente para esto; además, cuando era apenas un niño, había jugado con diez ajedrecistas —hombres y mujeres— simultáneamente. Claro, puede que en aquel entonces no eran personas profesionales en el deporte; estos nuevos contrincantes sí lo eran.

Pero el azabache pensó que no había de qué preocuparse, era prácticamente pan comido para él. Sólo tenía que concentrarse en verdad en el último juego, el que sería con Kim. Él tenía que ganar sin lugar a dudas.

Se sentó frente al primer tablero; iba a jugar contra una chica de cabellos rojos que lo miraba con interés. Sus ojos eran negros y su labial rojo combinaba con su cabello. Simplemente abrió el juego con un doble movimiento de peón reina hacia adelante.

Repitió el mismo movimiento en cada juego para abrirlos; sólo que variaba la posición del peón que había movido. JungKook se sabía todas las técnicas para abrir y cerrar juegos de ajedrez, pero su favorita, sin duda era peón de reina.

Kim TaeHyung simplemente observaba, con una mano en su mentón y la otra sosteniendo su cerveza, los movimientos tan técnicos y precisos del menor. Era increíble como su cerebro reaccionaba con velocidad a las movidas de sus oponentes.

Pasó no mucho rato, y Jeon ya había vencido a cinco de los contrincantes; algunos ya se lo esperaban, y otros trataron de ocultar su molestia. Pero, en serio, ¿quienes eran ellos como para retar a JungKook? Ganarles era casi tan fácil como respirar.

Quedaban JiMin, HoSeok, la chica de cabellos rojos y un chico que usaba lentes y miraba a JungKook como si nunca fuera capaz de ganarle en toda su vida. Y, dicho y hecho, JungKook movió su torre y la colocó frente al rey contrario; había logrado que lo desprotegiera en sólo dos movimientos. Fue tan sencillo distraerlo...

Jaque mate para el chico de lentes y para HoSeok. Kim comenzaba a preocuparse en serio. Sólo tenía sus esperanzas en JiMin y en MiYa. La última, era una chica japonesa que había ganado demasiados concursos y, hasta donde recordaba, tenía casi el mismo puntaje que JiMin —quien estaba por debajo de Jeon por doscientos puntos—.

TaeHyung no era una persona que se pusiera nerviosa con facilidad, ¡oh, pero JungKook lo ponía nervioso de muchas maneras! Debía de admitir que se veía bastante atractivo moviendo las piezas; la camisa roja que usaba lograba abrirse y dejar al descubierto su pecho, sus abdominales...

«¡Demonios, Tae! ¿En qué mierda estás pensando justo ahora?» Se regañó a sí mismo; no podía enamorarse de JungKook. ¿En qué cabeza cabía? Aunque... ¡No, no, y no!

MiYa tiró a su rey negro sobre el tablero reconociendo su derrota y estrechando su delgada mano con la de JungKook, quien le sonrió y cruzó miradas con Park.

—¿Sabes qué pasaría si logro vencerte? —preguntó JiMin, ocultando sus nervios. Se había distraído en el juego de MiYa, nunca había visto esa técnica de juego y descuidó un poco la suya. Siendo que, con dos simples movimientos del azabache, Park estaría acabado. Todo por el maldito alfil que ya no estaba protegiendo a su rey negro. ¡Un maldito alfil!

—Serías el mejor ajedrecista de Corea del Sur; pero Park... —movió su caballo, atacando descaradamente al rey de su contrincante—, eso no va a pasar.

—Mierda...

—Mierda... —susurró TaeHyung desde atrás, contestando a la maldición de Park. Era mejor temblar ahora, puesto que JungKook ya había ganado el juego contra Park. JiMin simplemente tiró a su rey y suspiró pesado.

—Gran juego. —halagó el azabache de ojos grandes.

—Lo mismo digo —estrecharon sus manos y el mayor de los dos jaló a Jeon hacia sí—. Estás listo para vencer a Tae. —susurró en su oído, mostrando una sonrisa de complicidad mientras miraba al de cabellos castaños largos.

—Ya lo creo.

Había ganado; les había ganado a absolutamente todos los ajedrecistas que estaban en el apartamento de TaeHyung. Y demostró, una vez más, que jugar contra él no era cosa fácil.

Su rostro estaba rojo por el alcohol que había ingerido, sin embargo, no podía parar de tomar. TaeHyung estaba un poco más sobrio que él y se debía, como ya se había mencionado anteriormente, a su resistencia al alcohol.

Todos estaban conglomerados alrededor de la mesa, sobre la cual, estaba colocado un tablero de ajedrez con treinta y dos piezas perfectamente colocadas. JungKook ocupó el lado de las negras dándole a TaeHyung la ventaja de empezar el juego.

Era lo que todos habían estado esperando desde que Jeon llegó a la fiesta. Y por fin, los dos mejores ajedrecistas de Corea se estaban enfrentando cara a cara. Mirándose profundamente a los ojos; intentando intimidar al contrario sin éxito.

El cabello de TaeHyung se veía precioso, al igual que los ojos de JungKook. Si iban a haber distracciones en esa partida, iban a ser causadas por ellos mismos. Todos los demás jóvenes miraban con atención el tablero.

Hicieron apuestas, JiMin y MiYa apostaron por JungKook, mientras que HoSeok sabía que Tae tenía planeado iniciar con su caballo; lo habían discutido unas horas antes. Veía muy difícil, siendo Tae mejor que JungKook y teniendo la ventaja de empezar primero, que Jeon lo ganara.

El reloj ya estaba listo a su lado, y JungKook le dio su último trago a su vaso de whisky e inició el reloj de Kim.

Y dicho y hecho, TaeHyung sacó su caballo, colocándolo en C3. Activó el reloj de Jeon, quien inmediatamente respondió con un movimiento de su peón de reina a D5. Dicha jugada fue respondida de la misma manera por Kim, quien movió el mismo peón a E4.

El peón de Rey negro fue movido a E6, TaeHyung respondiendo con un peón a C4.

—Gambito de Dama... —susurró JungKook cuando su reloj fue activado. TaeHyung no se veía demasiado tranquilo a decir verdad. En realidad estaba preocupado, JungKook había estudiado demasiado.

El peón negro de JungKook se comió al blanco de Tae, llevándolo a C4, y el castaño defendió inmediatamente con otro peón. Siendo así que tenía dos peones juntos y el caballo respaldando su gambito.

Jeon no era idiota, puesto que sacó otro peón y bloqueó la jugada de Kim, obligándolo a hacer un intercambio de peones y ambos terminando con la vida de una ficha contraria. Los espectadores estaban asombrados por la rapidez en la que las mentes de ambos funcionaban, siendo así que mantenían su gambito y no habían sacado ninguna pieza aparte de los peones.

TaeHyung suspiró cuando se dió cuenta de que JungKook solamente tenía dos peones afuera, mientras que él, tenía dos peones y un caballo. Algo andaba mal, ¿qué demonios le estaba pasando?

Los ojos negros de Jeon lo habían hipnotizado, y sabía que tenía que hacer algo rápido en su siguiente jugada. Tal vez JungKook jugaba mejor en estado de ebriedad, o Kim era víctima de sus mechones de cabello negro en su rostro y su camisa semiabierta.

Ambos chicos jugaban con un nivel con el que todos los demás sólo podían soñar. Intercambiando piezas, comiendo los alfiles que estaban teniendo su propio enfrentamiento, y JungKook a la defensiva todo el tiempo.

La reina negra salió de su casilla principal y atacó directamente al alfil que estaba protegiendo al rey blanco. Sin embargo, regresó la pieza y la alejó, muy inteligentemente, para evitar que Kim capturara a su reina.

Ambos se quedaron pensando por un momento, intentado ver todas las posibles soluciones del juego antes ellos. Pensando en las próximas jugadas, y fue cuando Kim, después de analizar el tablero, se dio cuenta de que Jeon se había deshecho de las debilidades en su juego.

Pronto, HoSeok sintió su estómago estrujarse cuando se percató de que eran tres peones blancos, contra cinco negros; y JungKook estaba completamente a la defensiva. Comenzaba a creer que MiYa tenía razón, tal vez el azabache podía ganarle a Kim esta vez.

El caballo de Kim en C7 era lo único que lo hacía sentirse más confiado. Puesto que era una gran molestia para el perfecto juego de JungKook; el alfil negro de Jeon atacó directamente a la torre blanca que se hallaba en su territorio.

TaeHyung sintió su cabello algo mojado; estaba sudando por primera vez en un partido contra JungKook. Tal vez había demasiada gente; tal vez Jeon se veía demasiado sensual, o simplemente no veía alguna alternativa para salvar su jugada.

Los nervios lo carcomieron, y cometió el primer error en su vida. Él no lo notó, pero el azabache no pudo evitar sonreír cuando Kim movió su torre a la posición A5.

Por proteger su torre blanca, Kim no se dió cuenta de que había sido engañado por los movimientos del hombre que comenzaba a atraerlo y a asustarlo. JungKook había jugado con su mente, haciéndolo creer que perdería la torre cuando, en realidad, se comió al peón que protegía al rey con su alfil negro.

Jaque.

JiMin le dio un trago a su bebida, siendo que se sentía parte del juego. Él habría hecho exactamente lo mismo que TaeHyung unos segundos atrás. Pero vaya, no fue lo más acertado.

«Dama por alfil, dama por alfil». Repetía Park una y otra vez en su cabeza. Sintiéndose completamente impotente. A veces, sólo necesitabas ver las cosas desde una perspectiva diferente. ¡Por favor, TaeHyung! ¡Escucha la conciencia de Park!

Ambas damas hicieron su movimiento. Y como si en verdad lo hubiera oído, el castaño echó su cabello hacia atrás con una mano y se comió al alfil negro con su dama.

La chica de cabello rojo llevó su mano a su boca cuando notó que el tablero estaba prácticamente vacío. Que Jeon no dejaba de atacar con esa mirada tan seductora para Kim TaeHyung, comiendo el peón que defendía al rey blanco con su alfil y este último siendo devorado por el mismo rey.

La dama blanca pasó a terminar con el alfil negro, siendo JungKook el que tendría que contestar la jugada. Regresando su reina y logrando un nuevo jaque al rey blanco.

La cuadrícula no mentía. La mirada victoriosa de JungKook tampoco, y las expresiones de incredulidad de los chicos alrededor de ellos, menos. La dama blanca enfrentado directamente al rey; ya no había nada que hacer.

La pierna derecha del moreno comenzó a temblar con ansiedad; mordía su labio inferior con fuerza hasta el punto de poder saborear la sangre que comenzó a emanar de este. Sus ojos tal vez lo estaban engañando. El gambito había terminado así...

Ni siquiera había sido una partida muy larga; fue rápida a pesar de todo. Y... simplemente, Jaque.

Suspiró pesado. Subió su mirada; tampoco era un mal perdedor pero, ¡vamos! ¿Renunciar a su puesto como el mejor del lugar simplemente por una maldita torre que lo condenó al primer jaque?

«¡Joder, TaeHyung!». Se reclamó a sí mismo.

Los ojos negros de Jeon se volvieron mucho más grandes, mucho más hermosos; llamativos e incitantes cómo ningunos.

Por su mente pasó una idea estúpida. ¿Pediría tablas en este momento? ¿En qué estabas pensando, Tae?

—¿Tablas? —habló, sonriéndole a JungKook y derritiéndolo con una simple mirada. Todas las miradas se posaron automáticamente en el azabache, quien le sonrió con sorna y jugaba con un alfil blanco en su mano.

«Por supuesto que no. JungKook, no puedes aceptarlo». Pensaba MiYa en su mente. No le cabía en la cabeza que el menor aceptara un empate en ese momento. Por supuesto que le había costado estructurar toda su defensa y mantener el gambito. ¡No iba a aceptar tablas ahora!

—En tus sueños, Kim. —Ni siquiera tuvo que pensarlo. Era obvio que no iba a aceptar tal propuesta; le había ganado. ¡Punto! Por más que lo amara y se derritiera por él como galleta en la leche, iba a defender su victoria.

TaeHyung no tuvo que hacer otra cosa más que asentir. Paró el reloj y le extendió la mano a Jeon diciendo—: Buen juego.

—Lo mismo digo. —le sonrió grande, con aquella sonrisa característica de conejito que siempre mostraba cuando estaban juntos.

Se escucharon los aplausos, que iban dirigidos al chico de la camisa roja. Los espectadores de aquel duro enfrentamiento estaban orgullosos de Jeon; recogieron el dinero que habían ganado y se fueron dispersando de nuevo.

Kim se quedó serio por un rato, todo hasta que JungKook se acercó a él —quien estaba recargado contra la pared con los brazos cruzados— con un tremendo olor a alcohol.

—Fuiste un rival digno, Tae. Me enorgullece haberte ganado, eso significa que-

No pudo terminar de hablar. Unos labios rosados se posaron sobre los suyos, obligándolo a guardar silencio y confundiéndolo en demasía.

La lengua escurridiza de Tae pronto se abrió paso a la cavidad bucal del contrario. El sabor del alcohol, mezclándose junto con las dos diferentes salivas que hacían un delicado y excitante viaje de una boca a otra, era exquisito.

¿Por qué se sentía tan excitado de que Jeon le hubiera ganado?

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