
L.II || Capítulo uno
Abrí mis ojos.
Tengo hambre.
Demasiada para ser real.
Hambre, ¿pero por qué no gruñe mi estómago como de costumbre?
Me tomó tiempo entender que realmente no tenía hambre de comer, tenía hambre de venganza, odio, muerte. Sentía una necesidad de matar demasiada gente, era muy extraño a mi corta edad entender esto, pero cuando me percaté realmente de lo que se trataba, solamente quería huir.
— ¡An Fhell! — una voz extraña me llamó, abrí mis ojos y sentí la presión en mis muñecas, algo me retenía, a la vez que saliva en mi boca goteaba como sí agua tratase —. ¡Te libero! ¡Foundus soulette!
— ¡Constantine! ¿Esto funcionará?
— Eso espero.
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Abrí mis ojos, después cerré de nuevo tomando aire sintiendo como mis pulmones se llenaban de aire, cuando volví a dirigir la mirada frente mío, un chico con vestimenta extravagante captó mi atención, sonrió y en un rápido movimiento me encontraba en el suelo con un dolor en mi tobillo, él me había tirado.
— ¡Deténganse! ¿An Fhell? ¿Qué ocurre contigo? Estás desconcentrada.
— Lo siento, Señor.
— Eres una de las mejores peleadoras, una de las mejores asesinas y caes en un movimiento tan débil— Bajé la mirada viendo mis pies, sentía vergüenza, pero estaba cansada —. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?
— Estoy agotada.
— ¿Cómo? — Tal vez no me escuchó. Me levanté del suelo, alcé la vista y miré al Señor.
— Estoy cansa- — No pude terminar la oración, un ardor en mi mejilla izquierda me hizo callar, mi cabeza girar, me había abofeteado.
— No tienes ningún motivo para estar cansada, An Fhell — Él tomó un suspiro —. Largo de aquí y ya sabes lo que te pasa si te encontramos.
Dicho esto, sentí la presión en mi pecho y salí corriendo de ahí, no importaba si no tenía algún zapato, simplemente salí huyendo del lugar, las reglas eran simples: te corren, tienes diez segundos antes de que te maten. Renuncias, te matan en 5. Y si te escapas, te matan en cuanto te encuentran.
Entonces entre la nieve y el ardor en mis pies, corrí lo más rápido que me permitían mis piernas, podía escuchar como pisadas rápidas detrás de mi se acercaban, pero yo fui rápida esquivando un ataque, le quebré el cuello sin piedad alguna; otro igual intentó atacar y yo tomé una rama golpeando su cabeza y después se la enterré en el pecho.
Me libre de muchos ataques, al menos, hasta que salí del área del que era límite para asesinarme. Giré viendo aquel lugar al que había pertenecido toda mi vida.
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México, Chihuahua.
— Lo siento, se lo cambiaré por otro plato.
— ¡No! Ya no quiero más, usted es un asco de mesera, ¡no sirves para nada! — Un señor tomó el plato y se lo lanzó a la mesera de cabellos castaños que conocía a la perfección.
— ¡Blake! — Se escuchó gritar, fruncí el ceño. Giré a ver a mi hermana que tenía un rostro de querer soportar el apellido que le habían dicho aunque a su vez, lo necesitara —. ¿Qué ocurrió?
— El plato estaba frío, pero era una comida fría. Si él quería yo iba a ir a cambiarlo, pero..., ¡pero me lo lanzó!
— Blake, lo siento tanto.
— N-No, yo lo siento...
— Estás despedida, es la quinta queja que recibo de ti, Amanda. No puedo seguir perdiendo clientes, lo siento.
Mi hermana asintió y le entregó su mandil, fue rápidamente a recoger sus cosas para después salir del restaurante a un rápido paso, no sin antes recibir un sobre de su ahora ex-jefe.
Yo la seguí, la seguí después de unos minutos que terminé mi comida, dejé el dinero sobre la mesa y después con mi gorra aún puesta, salí del restaurante para seguirla a pasos alejados.
La miré doblar en la esquina, iba directo al cementerio y a estas horas no era muy lindo que digamos ir por ahí; siempre desde pequeñas le hemos tenido miedo a los fantasmas, y más a los zombies que venían a comernos en nuestros sueños, pero era evidente que ya habíamos crecido.
— Ana — Escuché, por unos segundos me asusté, no quería decirle que seguía viva, no aún, pero me percaté que le hablaba a una tumba..., ¿qué había en esa tumba? Yo estaba aquí —. Te extraño mucho. Me han corrido de mi trabajo vespertino, me siento muy mal, ¡lo bueno! Es el hecho de que solamente me falta poco para ahorrar e irme de aquí, aún no estoy lista, pero sé que pronto lo estaré. Seguiré trabajando para irme, para ser feliz por ti y por mi.
Carajo, ¿qué era lo que estaba pasando en casa que Amanda se quiere ir? Me parte el alma verla de esa forma.
— Tengo muchos sueños, ¿sabes? Creo que nunca lo supiste o tal vez si, pero quiero irme a Estados Unidos a estudiar, terminar la universidad allá y quedarme por un año, después regresar aquí a México para ser la maestra que en un futuro mostrará al mundo que he sido la mejor. — Hizo una pausa, aún era una chica con sueños—. ¡También quiero casarme! Tener dos o tres hijos, tal vez cuatro. Quiero encontrar a la persona con la que me quedaré para siempre y también quiero conocer a mis tres grandes amores.
Los tres grandes amores, siempre hablábamos de eso.
— Mi primer amor, mi alma gemela y mi verdadero amor, con el último me quiero casar — Susurró. Yo sonreí para mis adentros, quería salir detrás del árbol para abrazarla, decirle que estaba bien, pero no podía. Aún tenía mi sangre infectada, John Constantine me quitó algo, pero siempre querré matar.
Después de que Amanda se fue yo continué siguiéndola durante mucho tiempo, viendo como mis padres, nuestros, la trataban como si no existiera, les dejaban las sobras y no tenía casi nada de ropa, siempre era la misma. Cambiaron mucho desde que literalmente morí, ellos siempre la trataron mal y yo alguna vez puede que haya hecho lo mismo.
Un día cualquiera, intenté detener cómo la trataban, quería matarlos, pero escuché a Amanda decir que no me culpaba, que simplemente ella estaba feliz porque se tenía a ella misma y estaba logrando muchas cosas por su cuenta, era fuerte y siempre lo ha demostrado, entonces yo desaparecí..., por un tiempo.
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CENTRAL CITY, AEROPUERTO.
Mis ojos se enfocaron perfectamente en Malcom, él había clavado lo que haya sido en Amanda, Ralph la tenía en brazos y su dolor lo podía sentir. Amanda murió ese día frente de mi, en el hospital, yo estaba ahí. El 11 de diciembre era un día al que siempre recordaré, navidad se acercaba y yo pude bígaro después de unos días donde la esfera de un color característico adornaba el árbol de navidad, de ahí los ojos del chico que amó me miraban con sumo odio o tal vez rencor, no lo culpaba.
— Ana, ¿eres tú? — Asentí —. ¿Qué haces aquí? Amanda murió hace...
— Yo la vi — Fue lo que dije, pero no tenía ningún sentido mis palabras, al menos no ahora—. Lo siento, simplemente..., no podía aparecer.
— Todos la vimos, ¿sabes también que vimos? Vimos cómo enterraban una caja con su cuerpo dentro a tres metros bajo tierra, ¿donde carajos estabas tú?— Ralph fue el que me encaró, Cisco dió unos pasos a este mismo y lo detuvo.
— Lo siento Ana — Caitlin interrumpió mirando a Ralph y rápidamente volviendo a mi —, sabemos que has perdido a Amanda también — Ella me abrazó, no me negué, pero no lloraría porque yo traía noticias, me separé rápido—. ¿En qué podemos ayudarte?
— Necesito decirles algo, y quiero que por favor me escuchen con atención.
Y lo hice, les conté lo que había visto. Sí, miré cuando murió, al día siguiente fue su funeral, pero después de unos días la miré caminando como si nada, su cabello suelto, ondulado, ahora se encontraba largo. Caminaba tan normal y a su lado, un hombre aún más adulto que ella, juntos, se sonrieron y después fue como un destello, ella estaba viva. Lo que más me llamó la atención fue el rayo. Al día siguiente fue lo mismo, pero ahora era un traje amarillo quien le miraba de frente, alcancé a ver sus ojos rojos y ahora me encontraba aquí contándoles a los chicos.
— Eso es imposible, Eobard está...
— ¿Estas seguro Barry? Porque yo estoy muy segura que mi hermana estaba con él.
— Me recuerda a una pelea que tuvo Amanda con Eobard cuando le dijo que ella le pertenecía — Cisco habló —, así que puede que haya un chance.
— ¿Puedes intentar pensar en eso, Cisco? Digo, buscarlo tal vez.
— Harry podría ayudarme — Harry asintió y se acercaron a unas computadoras comenzando a teclear rápidamente.
— ¿Estas segura? — la voz de Ralph captó mi atención, yo asentí —. Creeré en ti, ella quisiera que lo hiciera.
Cuando le sonreí, unas alarmas sonaron captando la atención de todos, Barry parecía aún más sorprendido. Yo me acerqué a su lado esperando a que dijera algo.
— No es cierto..., es Amanda y está con Eobard.
— ¿Qué? — Él señaló a la pantalla un punto morado, era ella, era Amanda.
— Amanda está ahí, sus signos vitales se ven bien, pero ¿para que la quiere Eobard? Siempre dice una cosa y termina siendo otra.
— Ella está viva y es lo que cuenta — Ralph captó nuestra atención que tomaba un aparato que había visto antes en Cisco, se abrió algo azul gigante, un portal —. Ahora iré por ella.
— ¡Ralph, espera!
Barry gritó, pero el chico ya había pasado ese portal, ahora un clic sonó en la pantalla, era un nuevo puntito que señalaba a Ralph.
— Tenemo que ir, ¿Cisco?— El chico más bajo entendió esa referencia de Barry, abrió una brecha del cual entró con rapidez, yo me lancé a esta sin siquiera pensarlo, cayendo del otro lado en el suelo, se sintió algo raro, pero después me levanté.
Ahí estaban los chicos, me quedé detrás de Barry dando unos pasos viendo a Amanda que estaba sola, fruncí el ceño. Ella miraba con furia a Barry, vestido de Flash, y ni que decir del rostro de Ralph, trastornado entre no creer que la mujer que ama esta viva cuando la vio morir.
— ¡Amanda! Somos nosotros, tus amigos.
— Ustedes no son nada mis amigos — Sus ojos se pusieron de un morado oscuro casi negro, sus manos comenzaron a mostrar ese extraño característico de ella, pero Ralph se puso frente de Barry.
— Lastímame a mi, no a él. No importa lo que hagas, yo no dejaré de hacer que entiendas.
— Chico rarito, esto es cada vez aún más estupido. ¿No vas a darme pelea? Bien, al menos podré matarte.
Y ella alzó una mano golpeando a Ralph con su poder, salió prácticamente volando, se levantó jadeando del dolor, Amanda era la única que podía lastimarlo de esa forma tanto física como mentalmente. "Amanda" susurró bajito aunque lo suficiente alto para oírlo, después Barry intentó atacar, pero sorpresa..., ¡ella tenía velocidad!
— ¡AMY!— Grité cuando vi que iba a golpear a Barry de una forma realmente dolorosa, soltó al chico y sus ojos se enfocaron en mi, abrí mis labios levemente y ella sus ojos, sus ojos volvieron a la normalidad sin poder creer lo que venía —. Amanda, soy yo, Ana, tu hermanita.
— ¿Qué...? Ana está muerta, intentas hacerme una broma bastante bien jugada, no lograrás meterte en mi cabeza — Cerró sus ojos intentando que fuera una pesadilla, pero no lo era.
— No es un juego, aquí estoy.
— ¡Basta! Usar la imagen de mi hermana muerta ha sido un golpe muy bajo.
Ella se acercó a gran velocidad tomando mi cuello, presionándolo con fuerza, no podía respirar, así que cerré mis ojos intentando trasmitirle a mi hermana que era yo y seguía viva, pero en vez de eso, sentí un ardor en mi pecho, después abrí mis ojos llorosos viendo a Amanda con mi corazón en sus manos, caí al suelo aún consciente al menos por unos segundos.
— Disfruta tu siesta.
Dicho esto, cerré los ojos.
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