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Capítulo 43



Amanda Speerling, Amanda Speerling.

Eco. Eco. Eco.

— Amanda, estás en problemas.

— El fin de tu era está llegando.

— Amanda, Amanda.

— Es el fin.

Desperté de golpe sintiendo los brazos de alguien rodearme, mi respiración agitada, sudor en mi frente, pecho, mis manos igual junto con un dolor irreconocible en mis dedos. Cerré mis ojos por unos momentos, caricias en mi espalda me hicieron volver a abrirlos. Junté mi mano con la que estaba en mi hombro.

— Me alegra que estés aquí, tuve una pesadilla. Terrible, sobre un fin de la vida.

— ¿Y estás segura que despertaste?

Me paralicé, abrí mis ojos asustada, giré lentamente mi cabeza y pude ver a Malcom con una sonrisa torcida, él en un rápido movimiento me tomó del cuello, me hundió en el colchón de la cama y sentía como mi alma quería salir de mi cuerpo.

Entonces grité.

— ¡Amanda!— Grité de nuevo, abriendo mis ojos. Sentí una mano sobre mi hombro que aparté instantáneamente. Giré mientras alzaba mi mano lebantando a la persona quien me habló con mi poderes y pegarlo contra la pared de manera rápida. Era Ralph—. ¡Soy Ralph! ¡Amanda!

— Oh carajo — Susurré dejándolo bajar, solté un suspiro acercándome a él —. Lo siento, amor.

— ¿Qué pasó? Empezaste a decir incoherencias, después a moverte mucho y terminaste gritando. No podía despertarte — Le miré y lo abracé con muchas fuerzas —. ¿Estás bien?

— Sí, lo siento — Besé su pecho, que es donde mi cabeza llegaba topando con su barbilla —. ¿Qué incoherencias decía?

— Casi no se te entendía — Nos separamos y sentamos en la esquinera de la cama mientras él tomaba mi mano —, pero dijiste algo sobre un fin.

— Tuve dos sueños horribles, uno eran voces como si hablaran en susurro y muchsimo eco, diciéndome que cada día que pasaba estaba cada vez más cercas del fin.

— ¿Y el otro?— Acarició mi espalda.

— Malcom — Lo miré tragando algo de saliva, Ralph se puso tenso, lo pude sentir al ver que detenía sus caricias en mi espalda y ver que apartaba su mano para ponerla sobre sus piernas.

— Debemos protegerte.

— Ralph...

— Amanda, estás en peligro. Malcom puede venir y matarte si él algún día amanece con ganas de hacerlo — Él tomó mis mejillas y sonreí solamente un poco —. No puedo permitir que te haga algo, no puedo permitir perderte, no puedo permitirme a mí mismo perderte porque jamás me lo perdonaría — Sus palabras eran tan profundas, serias, su voz masculina algo ronca tras hablarme como si fuera un susurro, me hacía sentir débil. No del mal sentido, del bueno. Ese donde caería a sus pies sin dudarlo.

» No podría nunca permitirme eso, ¿entiendes? Eres muy importante para mí. Te amo demasiado, tanto que la prueba no son solo mis palabras, sino, Randha... Marcus. No sabes cuan feliz me hace saber que tengo una vida contigo, larga, tranquila y llena de amor.

— Ralph cállate — Dije sintiendo las lágrimas aparecer, ambos reímos levemente.

— Lo digo en serio, Amanda. Sonaré lo más cursi, probablemente jamás fui así en mi vida, pero carajo, no creo que a estas alturas pueda tener o saber vivir sin ti — Entonces me levanté de golpe sentándome a horcajadas de él besando sus labios lentamente por largos segundos —. Amanda Carolina Speerling, te amo.

— Randolph William "Ralph" Dibny, te amo muchísimo más.

— No — Dijo mirándome con una sonrisa —, ¿cómo sabes mi nombre?

— Ralph, yo también se investigar. Aprendí del mejor — Nos volvimos a besar.











Miré a cada niño sentado en pequeña silla, sonreí y me acerqué a una pequeña entregándole el marcador del pizarrón.

— Ve a dibujar una mariposa — Dije en español, ella asintió y fue al pizarrón para empezar a dibujar, dibujo una mariposa y me sentí realmente orgullosa.

— ¿Miss Speerling? — Alcé la vista viendo como el director se asomaba—. ¿Me concedería un momento por favor? — Asentí yendo a la puerta.

— Ya vuelvo chicos, por favor quédense en su lugar.

Salí del sula siguiendo al director a su oficina quien se sentó y me hizo sentarme a mí mientras le miraba su rostro preocupado y ¿molesto?

— He dado un vistazo a su folio — Alcé una ceja, no tenía nada malo—. ¿Por qué no me dijo que tenía un permiso para estar por acá sólo dos años? Uno terminando su carrera y el otro a mitad del alo escolar.

— Yo-

— Señorita Speerling, a ustedes nada más le queda una semana para que se retire de la escuela y vuelva a su ciudad natal en México — Dijo el director, yo suspiré asintiendo —. ¿No pensaba decirlo?

— Claro que sí pensaba decirlo...

— ¿Cuándo?

— Cuando recién entré.

— ¡Asombroso! Bueno, para bien para usted y los niños, pude encontrar otra maestra quien estará aquí en una semana. Usted tiene una semana para desalojar la escuela.

— Gracias director...

— Amanda — Dijo mi nombre —. Felicidades por este logro, no todos logran un intercambio de dos años. Siempre es menos.

— Gracias, en serio.

Salí de la dirección, suspiré sintiendo adrenalina correr por mi cuerpo. También tenía que darle esta noticia a Ralph. Carajo.










— ¿Bueno? — Puse el teléfono en mi oreja al oírlo timbrar.

— ¿Hablo con Amanda Speerling? — La voz se me hacía conocida.

— Sí ¿quién habla?

— ¡Amanda! Me alegra que seas tú, soy Alex. No se si te acuerdes de mí, fui novia de Tori... — Entonces recordé, sonreí emocionada aunque también nostálgica.

— ¡Alex! Hola, ¿Cómo has estado? Tanto tiempo.

— Ya es casi un año — Se escuchó detrás de la línea, sonreí para sentarme sobre mi cama con los papeles reburujados de los niños.

— Lo sé, no hay un día que no piense en Tori.

— Igual yo, pero sé que Tori me hubiera querido ver más feliz que nunca.

— Lo sé.

— Oye, te hablaba porque tengo una despedida de soltera y me gustaría que vinieras a mi fiesta — Me dice, yo me sorprendí un poco. Escuché como la puerta sonó oyendo un "ya llegué amor"—. ¿Amanda?

— Me encantaría, mándame la dirección y ahí estaré.

Colgué para salir de mi cama e ir rápido a la sala viendo a Ralph dejando unas bolsas sobre la mesedora, me acerqué y lo abracé rápidamente. Él se inclinó dándome un beso en mi frente al que felizmente recibí.

— ¿Hablabas con alguien?

Yup — Dije —. Con Alex, no sé si la recuerdes, era novia de Tori.

— ¡Ah! Ya se quien — Dijo al sacar una pizza en plástico—. ¿Cómo está?

— Al parecer de maravilla, me invitó a su fiesta de despedida.

— ¿Se va a ir?

— De soltera, Ralph — Dije soltando una leve risa, él asintió.

— Tal vez pronto debas tener que devolverle la llamada— Dejé de reír, lo miré sería prestándole atención, al parecer no se había dado cuenta de sus palabras—. ¿Estás bien?

— Sí — Asentí rápidamente—. ¿Tú qué harás más tarde?

— Iré con Barry a una misión— Su rostro era serio, me acerqué pidiendo detalles —. Es en el barrio bajo — Bajé la mirada soltando un suspiro —. Amanda, tenemos que ir. Ahí están lo que buscamos para detener a alguien.

— Bien — Dije, acercandome un poco más y tomando sus mejillas entre mis manos —. Pero por favor, ten muchísimo cuidado. No puedo perderte ¿okay?

— Okay — Le di un beso alejandome para ir al baño, comenzaba a sentirme con pocas náuseas.












En la noche me puse un hermoso vestido color negro, tenía mangas decorativas dejando ver mi clavícula. Tenía un corte recto de forma rectangular y se acomodaba a mi figura. Pude verme en el espejo, parecía que acababa de comer porque mi estomago se veía inflado de abajo. Sonreí acariciando mi vientre pensando en Randha, mi pequeña y dulce Randha.

— ¿Toc, toc?— Escuché a Ralph, yo me acomodé el vestido mirando directo a la puerta viendo como Ralph entraba y me miraba de pies a cabeza —. Wow.

— ¿Está mal?— Pregunté preocupada, él negó.

— Te ves divina, guapa, sexi. Quien diría que esta mujer es mía— Dijo al momento en que tomaba mi mano dándome una vuelta para admirarme, yo solté una pequeña risa lanzándome a sus brazos besando sus labios.

— Tú pareces sacado de una revista con esa camisa de mangas remangadas, tus cejas, tus ojos cafés y serios. Pareces un daddy de telenovela — Sonreí, él bajó su mano por mi espalda posándola en mi espalda baja.

— Y soy todo tuyo.











Al llegar al lugar de la fiesta, tuve un extraño presentimiento, como si ya hubiera estado aquí antes. Lo más raro fue que siento que esto lo he vivido con Mick.

Entrando al lugar, miré a lo lejos a Alex quien sonreí acercándome con mis brazos estirados dándole un fuerte abrazo que duró tiempo: lleno de nostalgia, felicidad, emoción.

— ¡Amy! Hola.

— Hola, Alex — Le sonreí tomando sus manos en un leve apretón—. Felicidades.

— Gracias, no sabes lo feliz que me hace que vinieras — Soltó mis manos mirando a alguien a mis espaldas haciendo señas —. Quiero presentarte a mi prometida.

— Sería un honor — Le digo, la chica rubia de cabello hasta un poco arriba de los hombros de acercó, sus impactantes ojos azules me llamaron la atención al igual que sus pecas..., me recordaban a Tori.

— Amanda, ella es Tamara. Tamara, una de mis buenas amigas Amanda — Estreché la mano con ella quien sonreía ampliamente.

— Mucho gusto, linda. He escuchado mucho de ti — Asentí amablemente.

— El gusto es mío— De repente, unas ganas de llorar me asecharon. Sentí mis ojos levemente húmedos y Alex pareció darse cuenta.

— Ve con los invitados, amor. Yo me quedaré un momento mas con Amanda.

— Adiós — Se despidió agitando su mano animadamente, alejándose.

— ¿Qué ocurre, Amy?— Le miré incrédula, claro que estaba molesta.

— Te das cuenta que es idéntica a Tori, ¿no? — Ella se sorprendió por mis palabras, yo sentí la primera lágrima caer—. ¿Cómo pudiste hacerle eso? Tamara parece una clase de resignación hacia Tori. Incluso su nombre empieza con la misma letra — Negué sorprendida por lo que ella había hecho.

— Amanda, esto no tiene nada que ver con Tori.

— ¿Segura? Porque, cabello rubio: check. Ojos azules casi parecidos a Tori: check. Pecas: check. No puedes venir a decirme que ella no es igual a Tori y la estas usando para sentirte bien y jamás "olvidarla" — Hice comillas con mis dedos.

— Amanda — Ella se sorprendió bastante por mis palabras, podía verlo en sus ojos. Abría la boca pero nada salía de ella.

— Por algo se me hacía raro que ni siquiera un año y ya te fueras a casar. ¿La encontraste a tan solo dos meses de su muerte y al otro mes le pediste matrimonio? ¿En serio no vez que no te casas por amor a Tamara sino para no entender que perdiste a Tori? — Los ojos de Alex se inundaron de agua.

— Eres increíble, cada quien tiene su duelo. Tori murió y yo lo sé, Tamara estuvo conmigo en el funeral, en el entierro y todos los días que pasaron; entonces sucedió. Nos enamoramos — Se acercó a mí apuntándome con su dedo índice—. Tú puedes verlo de la forma que quieras, yo lo vi como una señal a que Tori no quería verme mal y me mandó a Tamara la cual, me siento tan bien conmigo misma.

» En serio que no puedo creer que tú, que ella te consideraba como su mejor amiga, no pueda estar feliz porque su ex novia lo está.

— Es demasiado repentino, ¿lo pensaste bien, Alex? — Le digo, ella parecía hacer tenda su mandíbula—. Es tan rápido todo esto, ni siquiera tuviste tiempo de llorarle, de tomar el duelo de su pérdida.

— Tamara no es un reemplazo de Tori.

— Casarte al mes que ella muere, no es evitar que ella murió en realidad.

Me di media vuelta, no me había percatado que la gente nos había mirado. ¿Grité? No sabía, pero mis piernas temblaban y mis manos también, sentía una corriente por todo mi cuerpo. Salí del lugar, dejando que mis pies me guiaran mientras miraba a la luna, pero una oscuridad se apoderó de mi.

¿Por qué no estoy luchando? Tori me afectó demasiado, ver que Alex la reemplazó tan rápido dolía mucho.

La pared estaba helada, pero la respiración del chico en mi cuello era tibia. Aunque eso no evitara que yo tuviera mucho frío. Intenté sacar mi teléfono de emergencia, pulsando la tecla pidiendo ayuda, era tarde. Sus manos pasaron por cada parte de mi cuerpo haciéndome sentir sucia, entendía en donde me encontraba en este momento. Mick intentó detenerlo. Provocó otro.

Entonces grité.

Grité por la impotencia de sentirme débil.

De extrañar a mi amiga.

De llorar.

De ser mujer.

Lloré y grité por ayuda.

Por Ralph.

Por Cisco.

Por mi hija, mi pequeña Randha.

Intenté defenderme, pero no podía. Sentía enojo y no solamente el mío, de alguien más que quería hacer algo pero no podía. Se sentía tan horrible y espantoso.

Después no sentí nada, solo frío correr por mi cuerpo, pequeñas gotas de agua corriendo por mi rostro. Mis piernas apenas podían sostenerse; pude divisar una figura roja forcejeando con alguien en el suelo, unas manos grandes tomaron mis brazos sacándome de ahí.

Ya sabía que iba a pasar y no hice nada.

No me pude defender, pero eso no es lo que más me duele.

Lo que más me duele es perder a Randha.

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