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Capítulo 38

26 años atrás.

— Ya pequeña, ya.

Malcom cargaba a una bebé recién nacida en sus brazos, que se quejaba tal vez por tener hambre, sueño o tal vez se había hecho popó encima.

— No le hagas tanta molestia a la niña.

— Tina — Giró viendo a su esposa —. Sé cuidar bebés.

— De seguro así cuidas a la de todas tus esposas pasadas. Ya, dame a la niña.

Tina quitó a la bebé de los brazos de Malcom quien le miró con odio desde su corazón, ¿Cómo se atrevía a hacerle eso? ¡Era su hija! Su primera hija de sangre quien al nacer supo que obtendría sus poderes dentro de ella siempre.

— Ella es mi hija, la única, la primera.

— Eso le dices a todas con las que estuviste.

— Tina, no sé de qué mierda me estás hablando.

— Te vi con esa mujer, Malcom.

— No era ninguna mujer, ¿okay? Simplemente era una asistente en mi trabajo.

— Púdrete, eres pésimo en las mentiras.

— Tina — Él buscó las palabras exactas para hablar con su mujer, pero no las encontraba. No era una mentira que trabaja con una asistente sobre un nuevo trabajo que quería dar para él mismo.

— ¿Ella te acepta como lo hice yo? Con tus poderes sobrenaturales, tus amigos los loquitos..., esas cosas no existían hasta que te conocí y cambiaste mi vida.

— Ella conoce mi secreto, tal como tú, porque crearé un grupo de héroes, en donde venceremos el mal — La bebé paró de llorar mirando a su padre —. Ya casi es tu hora de dormir.

— No entiendo porque te mira a ti y no a mi, cuando está en mis brazos — Él se acercó acariciando sus brazos a los costados mirándole.

— Tina, te amo. No hay ninguna otra mujer a la que amé más que a ti.

— Malcom, necesito recuperar lo que se me perdió.

Ella se dio media vuelta con la bebé en brazos, él por otro lado miró hacia el piso pensando en cómo seguir adelante con su plan de hacer bien a su hija, cuidarla, protegerla siendo un héroe, haciendo el bien.


Dos semanas después, Malcom y su ayudante Carolina estaban juntos logrando encender su acelerador, intentando que todo el lugar se ambientara con la luz exterior del sol, para cuando al encender, falló dejando a Malcom destruido en cierto modo, Carolina tocó su hombro dándole ánimos, que la siguiente vez sería mejor.

— ¡No va a ocurrir una siguiente vez! Mi hija no va a volver a entrar en su madre y volver a salir después para intentarlo, ella ya está desprotegida.

— Malcom, es muy difícil hacerlo encender de la noche a la mañana, es un experimento.

— Lleva siendo un experimento desde hace un año— Masculló molesto —, no puede ser que no haya logrado nada, mi mente es aún más poderosa que la de Eobard Thawne.

— Tranquilo, todo estará bien.

Carolina se fue dejándolo solo pasar aquella racha, él lo esperaba de ella, la conocía desde hace un año y sabía exactamente qué si ella seguía intentando y fallaba, podría desesperarse y golpear todo hasta que quedara cómo inició.

— Escuché por ahí que dices decir que eres mejor que yo — La voz de su amigo apareció detrás de él, haciéndole girar y mirarle como un adolescente asustado al ver a su padre, lo peor de todo, es que Malcom es muchísimo más mayor que Eobard.

— Eobard — Dijo él—. ¿Qué haces aquí?

— Vengo a ayudarte con esto, hay uno similar de donde vengo...— el futuro pensó Malcom —, así que permíteme ayudar a que esto funcione de una vez por todas.

— Gracias, amigo.

— No hay de qué...— Entonces él corrió, con sus rayos rojos captando la atención de Malcom, analizando cada situación. Gracias al gran poder que contenía Malcom, podía ver lo que hacía en cámara lenta. Sus poderes jamás fueron nombrados como los que tiene Eobard, el rápido, el flash, el velocista, entre muchos más. Él simplemente era el poderoso de su grupo de amigos.

— Cuidando al encenderlo, tú energía podría...— Eobard al tocar la palanca, salió disparado hacia los aires recibiendo una descarga eléctrica—. Explotar.

— ¡Gracioso! Soy una descarga eléctrica y me dieron una descarga eléctrica. Inteligente, Malcom — Eobard, llegó caminando y encendiendo al impacto el proyecto de hace un año de Malcom, este quedó sorprendido y agradecido.

— Oh, amigo. Gracias, quedarás siempre en deuda conmigo, lo que necesites — Eobard llegó a su lado dando un golpecito en su hombro en forma de abrazo, separándose y mirándose el uno al otro.

— Tú también puedes contar conmigo, incluso con tus nuevos amigos del futuro que irán apareciendo — Malcom asintió, para después suspirar tomando su teléfono y marcándole a Carolina.

¡Está hecho! ¡Funciona!

Había gritado al teléfono, dándose cuenta después de un mensaje de su esposa quien le decía que la bebé estaba en el hospital, su felicidad había cambiado radicalmente y miró a su amigo velocista, el cual leyó el mensaje, llevándolo rápidamente hacia el hospital.

— ¡Llegué! ¿Qué ocurrió? — Tina miró con odio a su marido.

— ¿Dónde carajao estabas? Tú pedazo de mierda — Dijo en español, él lo entendió, por lo que no le importó en lo absoluto—. Tú hija puede morir y tú de seguro con tu amiguita. ¿Quieres otra familia? ¡Vete!— La gente volteó al escuchar los gritos de atención de Tina —. ¡Vete a hacer otra tonta familia! Sí es lo que tanto quieres, yo a tu hija la trataré como mierda, como tú me trataste a mí.

— Tina, estás haciendo un escándalo. ¿Qué. Le. Sucedió?

— Sus manos comenzaron a temblar y los doctores no saben qué hacer con ella — Él miró a la bebé, sus manos temblaban, él lo supo, él sabía por qué.

— Carajo, Tina — Este le miró —. Son sus poderes — Susurró solo para la mujer histérica que tenía enfrente, Malcom entró corriendo tomando a la bebé en brazos dándole la espalda a los doctores que protestaban, pero él susurró algunas palabras provocando que sus ojos se iluminaran en una tonalidad morada oscura, se separó y la pequeña había dejado de temblar, mirando a su padre con un pequeño y diminuto brillo morado en su iris.

— ¿¡Está bien!? — Alzó la vista viendo a Tina asintiendo, pero ella ya no se emocionó.




Una noche lluviosa, Tina volvió a casa viendo a Malcom sentando en el sofá, con una pierna sobre la otra y su mano sobre su frente relajando los ojos tras cuidar a su hija todo el día, al escuchar la puerta cerrar, se levantó para acercarse a su mujer con un rostro somnoliento.

— ¿Dónde habías estado?— Ella se quitó su abrigo húmedo, entró a la sala y dejó un beso en la frente de la bebé —. Tina.

— Estaba buscando abogados — Él le miró confundido —, para el divorcio — Malcom se quedó en silencio sin entender nada—. Mañana vendrá uno a explicar las condiciones; de una vez te digo que yo no voy a querer tu sucio dinero ni que la niña viva contigo y su otra madre.

— Por un demonio..., ¡no estoy con ninguna otra mujer! Mi trabajo. Funcionó. Lo que creé funcionó y así podré cuidar a la niña muchísimo mejor, no habrá tanto mal en el mundo, nadie morirá, ella no morirá... — Habló molesto — ¿Un divorcio? Tina, un divorcio se llega mutuo, y la verdad, no tengo simplemente las ganas de divorciarme de ti.

— Pues yo sí — Malcom sintió un odio grande crecer dentro de él, pero no por su hija, no por él, sino por ella, ¿cómo se atrevía?

— Agustina, yo no quiero divorciarme. Yo te amo. Jamás te he engañado, jamás lo haría.

— Entonces por qué... ¿por qué no te creo?— Dijo ella al borde de llanto. Él no sabía que decir, no le gustaba ver a su esposa llorar.

— Cielos...— Él pasó sus manos por todo su rostro y despeinando levemente su cabello —. Tina, eres la única mujer que mis ojos ven, no se como demostrar... — Entonces él supo como. Tomó su celular mandando un mensaje de texto, después tomó su chaqueta y sacó una seca para Tina, la cual no entendía —. Ponte esto, pon a la bebé en la carreola y un impermeable encima, te iré a mostrar en lo que crees que te engañé.

Y eso hizo, Tina no muy convencida se puso la rupia y colocó a la bebé que él le había dicho, salieron y la lluvia había parado un poco solamente, llegaron al auto y él condujo al lugar donde había creado tal invento, con ayuda de Eobard.

Ella al bajar no lucía muy convencida, hasta que miró al fondo una chica con una bata blanca, Carolina se acercó amablemente y estrechó la mano de Tina, explicándole que había conseguido este trabajo, la paga era buena, y eso le hizo dudar ¿de donde saca el dinero?

— Mi mujer y yo necesitábamos ayuda, y al conseguir este trabajo no pude haber sido más feliz que nunca — Dijo Carolina, Tina entendió y caminaron los cuatros juntos hacia dentro del lugar, había rayos rojos por todos lados, hasta que se detuvieron dándole forma a Eobard quien Tina no se sorprendió o tal vez un poco.

— ¡Oh! Ahí está la pequeña — Se acercó mirando a la niña en la carreola, sonrió la bebé de algunas semanas y tanto la madre como el padre se sorprendieron —. ¿Vieron? Esta enamorada de mí.

— Por todos los cielos, Tina — Dijo fuerte el nombre de su mujer —. Él es Eobard Thawne, amigo mío quien literalmente encendió esto.

— Hola — Dijo él, Tina no podía moverse de lugar porque no entendía dos cosas: (1) ¿por qué la trajo aquí? (2) ¿cómo es que la bebé sonrió? — Veras, este acelerador obtiene energía desde fuera, el exterior o mejor conocido como el sol.

— No entiendo, Malcom la razón de estar aquí — Dijo ella de la nada, Eobard se quedó en silencio y Carolina se quedó al lado del rubio mirándose misteriosos ante lo que iba a decir Tina.

— Para mostrarte en lo que estoy trabajando para ella — Señaló a la bebé —. Mi pequeña niña.

— ¿En serio? Ni siquiera el nombre puedes decirlo — Le dijo molesta —. Se llama Amanda, Amanda Carolina — Volteó a ver a la chica en la bata —. Sí, él suplicó que le pusiera tu nombre al parecer.

— Es por el gran cariño que le tomé, es como una sobrina, Agustina.

— Malcom, esto no evitará el divorcio. Te quiero fuera de mi casa hoy mismo, iré a dar un paseo con la niña, cuando vuelva a casa ya no quiero que estés ahí.

Todo el lugar quedó en completo silencio, Eobard hizo señas a la niña sobre un "adiós" y ella volvió a sonreír, imposible pero lo hizo. Carolina asintió en forma de despedida y Malcom se quedó estupefacto ante lo que dijo la mujer que amaba.





El tiempo pasó y ambos se divorciaron, Malcom conforme iban transcurriendo tres años comenzó a tener un extraño odio hacia la familia de su ex esposa, tanto que un día fue a visitarla a su hogar, devolviéndole una caja de lo que había guardado desde hace mucho.

— Malcom..., ¿qué haces aquí?— Preguntó la mujer con algunas canas, había descuidado su cabello. Al fondo se escuchaba la voz de otra persona y de niña pequeña.

— Mami, mami — Gritó una niña, quien vino corriendo. Malcom la miró, era su hija, él la reconoció, le sonrió y ella abrazó la pierna de su madre quien apartó con algo de fuerza.

— Largo, Amanda.

— Oye...— Malcom quiso decir algo, pero fue en vano, la niña se fue como si no le importara lo que dijo su madre —. ¿Por qué le hablas así?

—Porque te odio.

— ¿Y eso que tiene que ver?

— Es tu creación — Dijo ella, con los brazos cruzados mirándole con desprecio. — Tiene tu sangre sucia y..., no puedo con la sangre sucia que tiene ella. La odio, solamente porque te odio a ti.

— Eres la peor mujer que he conocido, ¿qué te pasó?— Dijo él, pero a ella no le importó. Detrás de ella apareció un señor alto, flacucho a comparación del cuerpo de Malcom quien era robusto, él usaba gafas y Malcom no.

— ¿Quién es? ¿Te molesta?— No se había fijado, pero el señor traía una bebé en brazos. Malcom le miró con los ojos cristalizados, se había olvidado de él en poco tiempo, Amanda tenía tres años y entonces, su odio creció cada vez más, no solo con Tina, sino, con Amanda.

— El descuido a tu hija, el odio que le tienes con la sangre "impura", te dejo una maldición — Malcom se acercó, la señaló con su dedo índice y de lo molesto que se encontraba, estaba temblando —. El día en que hija disfrute sus 26 años, su vida al máximo, ella morirá, sea en tus brazos o no, pero nunca ¿me entiendes? Nunca la vas a recuperar, nunca la verás en su tumba porque tú Agustina, no la mereces.

— ¿Me estas amenazando? ¿Qué harás después tu? Sí tú la matas, tú tampoco la quisiste, no estuviste aquí tres años, ¿has sido padre? No.

— No tiene nada de sentido lo que dices, mujer. Y tú eres la que no me ha dejado estar aquí por tres años al pensar en una estupidez.

— Deberías agradecerme que le dejé el nombre de Carolina, como a esa estúpida chica de bata y tiene el apellido de su nuevo padre.

— ¿Disculpa?— Alzó la vista viendo al señor detrás — ¿Mi hija tiene el apellido de aquel señor que no es para nada su padre? Que no dudo que la odie.

— Claro que odio, esta chica no es mi hija, por mí que se vaya. Ana, es nuestra niña, nuestra pequeña.

— Le han quitado la felicidad a Amanda por la estúpida niña de Ana, entiendo. Prefieres la felicidad de otra hija, de lugar de tu primera progenitora.

— Malcom, ¿qué querías? Solamente has venido a molestar, ¿quieres llevarte a Amanda?

— Tiene un parecido a ti.

— También a ti.

— No soportaría verle el rostro a la niña, pensaría en ti y la golpearía, yo a chicas jamás podría golpearlas.

— Eso crees tú, pero nunca terminas de conocer a un idiota.

Malcom no dijo nada, las discusiones con su ex-mujer eran cada vez más estupidas, pero tenían cierto significado entre las palabras. Malcom dio unos pasos hacia atrás, dándose media vuelta susurrando algunas palabras que eran algo difíciles de entender.

Saliendo de ahí, la noche no fue la misma desde ese día.














— ¡Malcom!— Carolina gritó con fuerza, en cuanto giró a verle, alguien le disparó por la espalda, o tal vez le había enterrado algo filoso, solamente pudo ver un destello en el momento en que iba cayendo lentamente, acercándose, corriendo a velocidad para antes de caer, relentizar el tiempo mirándole con tristeza, era imposible que saliera de esta al ver la herida.

— Carolina — Susurró, abrazándola en sus brazos, ella estaba agonizando, no salían palabras claras más que balbuceos —. Shh, no hace falta que digas algo. Gracias, gracias por cuatro años maravillosos ¿entiendes? — Ella asintió —, eres mi mejor amiga,. Mi aliada.

— G-gra- Gracias— Alcanzó a decir, su último jadeo soltó un suspiro, sus ojos fueron perdiendo ese brillo característico y se fue, murió en manos de su aliado.

Él la abrazó en lágrimas furiosas, dejándola recostada en el suelo, levantándose sintiendo el poder del dolor por Carolina, la furia por Tina, el odio por el hombre, culpa, frustración, odio por su propia hija Amanda, y más que nada, impotencia suicida por Ana.

Él gritó con fuerza, sus manos en puño, alzó la cabeza desahogándose; las venas de su cuello resaltaron y el poder morado obscuro salió de su cuerpo disparado inundando el lugar creado para protección, en un lugar vacío y destruído.




8 años después.

La señora había sido controlada mentalmente por Malcom, empujando con su auto a las dos chicas pequeñas quienes iban caminando saliendo del hospital tras los golpes de su madre y padre, Malcom sonrió mirando a Amanda en el suelo, no podía evitar sentir aquello dentro de él en su pecho, pero desaparecía tras ver el rostro de la pequeña con la apariencia de su madre.

Él le puso la mano en el pecho de Amanda quien había muerto por tan solo unos minutos, reviviendola; en cuanto abrió los ojos, Malcom se cercioró de que Amanda mirara en ese momento para dispararle tres veces a Ana en el pecho, tres veces de tres años escondidos y tres años perdidos para Amanda en su infancia. Ella había inundado su infancia, se lo merecía.

—Ana Speerling, que el diablo se apiade de tu alma — La poca luz del faro alumbró el rostro de Malcom, mirandola con una sonrisa ladina— . Malcom para ti, dulzura — Dijo, para darse media vuelta y desaparecer.

La guerra comenzó.

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