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Capítulo 21 || PARTE DOS.


Me removí sobre la cama, me sentía cansada, mi cuerpo se sentía tan pesando que no podía moverme. Las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas mientras pensaba en que no le había dicho a nadie sobre la idea que Harry me mencionó antes de perder la inteligencia que tenía.

— No has comido — Mis ojos fueron directamente a aquella persona que me había hablado, solo por unos segundos para continuar viendo un punto medio en mi habitación—. Debes comer algo, por favor — Me removí de nuevo en mi cama girando mi cuerpo para no verlo.

— ¿Barry? — La voz de una chica se hizo presente. Cerré mis ojos porque no quería ver a nadie, aunque ya sabía quien era quién—. Traje los sueros que me pediste.

— Gracias Cait — Se escuchaba cuando intentabas sacar un pan de su bolsa, o cuando querías quitar el envoltorio del papel de baño. Hubo un silencio un poco largo, lo comenzaba a disfrutar, hasta que volvieron a hablar.

— ¿No ha dicho nada?

— Nada, ni siquiera ha comido, bebido..., he tenido que cambiarla más de cinco veces porque ni al baño puede levantarse y ya no sé qué más hacer — Barry se escuchaba desesperado a la misma vez que preocupado, yo lo hacía sentir así, claro que lo sé, pero nada salía de mí. Espero que algún día Barry pueda perdonarme por hacerlo limpiar mis sabanas y cambiarlas a cada rato.

— Lo siento Bar, pero creo que ella ha caído en una tremenda depresión.

— No la culparía — Hubo un leve silencio —, ha perdido a su mejor amiga, su hermana dos veces, Cisco la dejó, ni siquiera le ha avisado, perdió a Harry, Ralph y — Suspiró pesadamente —, sus padres la han tratado como basura.

— ¿Cómo lo sabes?

— Wally le dijo a Cisco, entonces él me había dicho a mí — Ambos no dijeron nada, cerré mis ojos con fuerza sintiendo la presión y ganas de gritar en mi pecho, pero no podía, simplemente no podía —. Ha sufrido bastante con todo lo de Malcom y no quiero saber si ha pasado por más.

— Lo que ocurrió en la fiesta.

— Sí, Ralph estuvo con ella.

Escuchar el nombre del chico que era claro que comenzaba a sentir algo, me hacía querer gritarles de que se fueran, que dejaran de hablar, que me dejaran sola, pero sabía que Barry no haría eso. Las ganas de hacer pipí aparecieron, no me contuve, sentía el olor de mi orina.

— Tengo que cambiarla de nuevo — Barry habló, no escuché a Caitlin, pero se que se había ido, la puerta había sido cerrada—. Amanda, cariño.

Él me giró en la cama, acarició mi cabeza y abrí mis ojos hinchados, juraba que estaban rojos y llenos de lagañas, sonrió y él comenzó a cambiarme de nuevo con su velocidad, pude sentir la toallita húmeda que usan en los bebés, la ropa seca y nueva, también la sábana. Agradecía que haya puesto un plástico debajo para no mojar el colchón.

— Oye tranquila, estarás bien — Al terminar, él tomó un clínex, un papel más suave que el papel de baño, se acostó a mi lado abrazándome, yo simplemente me acurruqué en él—. Tranquila, aquí estaré para ti siempre — Pasó el clínex por mis ojos limpiándolos, el lagrimero me dolía cada vez que pasaba por ahí a limpiar las lagañas, cerré mis ojos llorando en silencio mientras abrazaba el cuerpo del mayor—. Vamos Amanda, se que eres muy fuerte y puedes salir de esto.

Yo solamente escuchaba sus palabras, pero no podía moverme, cada vez que mi mente se despejaba de los malos pensamientos, volvían de nuevo haciéndome llorar y darme cuenta que era una mala persona, qué tal vez debería irme y jamás volver.

Dos días después.

Esto ha sido más lento de lo que me imaginaba, Barry no se ha ido en dos días seguidos, pero ha logrado sentarme y ayudarme a ir al baño, aunque a veces sí me tiene que cambiar en cama.

— Amanda — Lo miré sin ninguna reacción, sin ningún quejido, sin ningún sonido salir de mí—. Tienes que comer ¿si? — Yo hice mi cabeza hacia un lado dándole entender que no quería comer nada. Me volví a acostar y acomodar cerrando mis ojos soltando un suspiro, por mi nariz caía una pequeña gota de lágrimas, sorbí mi nariz y me tapé con una cobija —. Soy casi cien grados afuera, ¿cómo puedes taparte, Amanda?

— ¿Barry? — Genial, lo que faltaba, Iris en mi hogar. Todos parecían que vivían ahí porque entraban y salían, entraban y salían—. Iugh, ¿qué es ese olor?

— Iris, por favor...

— Bien, lo siento. ¿Pero qué haces tú aquí? — asonaba molesta, no me importaba en lo absoluto, ella tiene algo de culpa de cómo estoy ¿no? Ahora todo el mundo tiene algo de culpa.

— La ayudo y acompaño.

— Barry, ese no es tu trabajo, es de sus padres. Aparte, ¿por qué ayudas tú? No entiendo, has estado aquí durante tres días, apestas, ella apesta, ¡todo su hogar apesta a orines! Tienes que salvar al mundo de DeVoe, Barry.

— Bueno, Flash se está tomando vacaciones porque está al cuidado de su compañera de trabajo y su amiga.

— No pareces su amigo, precede su sirviente, su enfermero...

— ¡Ella ya no tiene a nadie!— Entonces hubo un silencio, mordí mi labio tratando de no sollozar —. Somos lo único que le queda, ¡soy el único amigo que le queda! Al principio la traté como basura cuando ella no lo era y simplemente necesitaba ayuda.

— Lo siento Barry, pero como líder del equipo...

— Como líder del equipo, tienes que ver también por tu equipo y no solo por querer salvar al mundo.

— Sí flash no lo hace, ¿quién si? — Podía sentir las emociones de cada uno, y si era honesta, esa pelea era algo innecesaria—. Tú deber como héroe de la Ciudad es cuidarla, protegerla de los malos. ¡Es una orden, Barry! Ve a salvar al mundo, ayuda a los civiles, ¿vas a dejar a cientos de civiles morir por sola UNA chica?— Ella tenía un punto, no valía la pena.

— Descúbrelo— Dijo, escuché como se había sentado en el sofá que tenía ahí, era de Harry y Barry lo trajo aquí —. Y como líder de este equipo Iris, busca otras soluciones, lo siento, pero no puedo abandonarla también.

— Ya veo el problema — Habló de nuevo —. Piensas que les has fallado a todos, por eso estas con ella porque temes fallarle.

— ¡Sí! ¡Exacto! Tengo miedo fallarle como lo hice con Izzy, Edwin, Ralph..., ¡todos! — Gritó, con mucho cuidado giré mi cuerpo para encararme en lo que sucedía dentándome en la cama —. No puedo fallarle a la otra persona que es importante para mí.

— Creí que yo lo era aún más. — Entonces ella me miró, después a Barry de nuevo—. Ella se puede cuidar sola.

— Tú tienes a Joe, Wally, a mí, a Caitlin, Cisco..., tienes una familia, ella apenas y la considerábamos familia, sus padres viven en otro país, su hermana murió. Créeme que sí tuviera otra opción, no me quedaría.

— Sí tienes otra opción, un maldito hospital, pero ¿sabes qué? Esto es innecesario— Alzo sus brazos desesperada —. Yo me voy, quédate con ella.

Ella se fue, azotando mi puerta, Barry tomó su cabeza en desespero por no hacer que Iris entre en razón, pero al hacerlo me vio, sonrió y se acercó a mí. Yo suspiré y sonreí ladinamente.

— Tú mujer sí que está loca — Le dije, había hablado y mi voz sonaba demasiado ronca, tanto que tuve que hacer lo posible para carraspear un poco —. Tengo hambre.

— Oh cielos, sí — Me abrazó—. Iré por comida, pizza, hamburguesas, papitas y todo lo que quieras, después te darás una ducha.

— Sí...

Cuando él salió corriendo de ahí, bajé la mirada suspirando, la garganta me ardía y me sentía agotada aún, no quería moverme de mi lugar, así que volví a acostarme, cuando en ese momento, él regresó sentándose frente de mí, olí la pizza y su aroma en mis fosas nasales era como la buena música en mis oídos.

— ¿Te sientes cansada?

— Mhm— Emití un sonido de aprobación, él asintió abriendo la caja de pizza, yo me recargué en mi brazo para tomar una y darle una gran mordida, aunque de inmediato sentí náuseas, las contuve, la pizza era deliciosa.

— Rica ¿no? — Asentí, pero fue mucho lo que aguanté, entonces dejé de comer y masticar mirando a Barry con un rostro de asco, él entendió yendo rápido por el bote de basura el cual llegó justo a tiempo—. Es normal, no habías comido en tres días seguidos — Acarició mi espalda—. Uy, ¿qué comiste de color verde?

•••

Barry me tomaba de las manos mientras me ayudaba a caminar, yo le insistí que solamente no caminé en 3 días y no es que fuera la primera vez que lo hiciera, yo caminaba bien.

— Oye, en serio, no es que se me haya curado mi parálisis — Él sonrió—. Barry.

— Lo siento, simplemente quiero hacer las cosas bien contigo — Sonrió sin muchos ánimos esta vez, mirando con sus labios juntos en una línea y su mirada baja—. Empezamos mal, apenas nos estaba yendo bien y esto ocurrió.

—Me hubieras dejado aquí, yo podía cuidarme sola.

—Claro que no, Amanda, no podría dejarte sola...

— Barry — Lo miro, me acerco a él tocando su hombro mirando sus bonitos ojos —. Lo que le sucedió a Ralph no fue tu culpa.

— Tampoco la tuya— Asentí para relamer mis labios separándome y mirando el suelo, tomé asiento en mi cama pensando en lo que había sucedido, Ralph había muerto como un héroe.

— Aún falta una cosa por hacer.

Miré a su dirección, podría pensar a qué se refería, habían pasado tan sólo tres días y parecía una eternidad.

Me subí a la espalda de Barry, él comenzó a correr hacia el edificio donde Ralph trabajaba. Sonreí mientras el aire golpeaba mi rostro, yo relentice el tiempo, miré todo en cámara lenta, Barry giró levemente sobre su hombro, él también podía entrar en el mismo tiempo en que yo lo hacía. Todo se miraba increíble, podías ver incluso el detalle completo de una abeja que volaba por ahí.

Al llegar a la oficina de Ralph, sentí la tensión del silencio, de que aquí antes estaba Ralph y ahora ya no iba a pisar un pie aquí. Ya no iba a dormir en su sofá sin pensar en él. Miré el sofá del que pensaba y vi un oso de peluche con una pequeña nota, me acerqué confundida y tomé el peluche leyendo la nota.

— "Para Amanda, feliz día de graduación"— Susurré mirando con atención al obsequio, era cierto, tenía un gorrito de graduación y sentí una pequeña lágrima caer por mi mejilla que limpié rápidamente.

— Él tenía tu regalo.

— Lo sé— Tomé aquel oso de peluche abrazándolo cercas de mi rostro, cerrando los ojos por unos segundos sintiendo el aroma impregnado que Ralph había dejado—. Aún huele a él.

— Amanda — Él habló serio, yo giré a verlo pasando un poco de saliva—. Prometo que terminaremos con DeVoe y que su muerte haya valido la pena.

El coraje de formó, sentía demasiado odio ahora mismo, apreté entre mis dedos al peluche sintiendo la ira formarse en medio de mi pecho donde comenzó a brillar, podía sentir que mis ojos estaban por el mismo camino, di unos pasos a él y negué.

— No Barry, yo te prometo asesinarlo con mis propias manos.

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