
Capítulo 14
|||La imagen del capítulo, es el recuerdo de lo que era Tori y como se podía ver, pecosa, rubia, ojos hermosos verdes. Al menos yo los veo verdes jeje. Otro capítulo porque ando de buenas, disfrútenlo, no se les olvide dejarme una estrellita, un comentario y amor. |||
MALCOM, PRIMERA PARTE.
Tras 2 semanas de investigación, de leer y releer la carta de Tori las palabras en donde mi hermana seguía viva, no me había llegado a nada más que a mi desesperación y ansiedad. Harry entró al córtex más desesperado que yo, moviéndose de un lado a otro mientras podía sentir su ansiedad y adicción crecer demasiado.
—¿Harry?
—Dos semanas, Ramon no aparece y tengo una idea brillante que podría terminar con todo lo conocido — Me levanto de la silla donde estaba, me acerco a él tomando sus brazos, confundida.
—Oye, todo estará bien. Simplemente márcale a Cisco, tal vez tengas mejor suerte que yo y te conteste.
—Obvio que me contesta, pero no me da respuestas... —Fruncí el ceño, ¿le contesta sus llamadas y a mí no? Caitlin apareció con una sonrisa ladina.
—Hola chicos — Mencionó animada, Ralph llegó detrás de ella y los miré esperando a que dijeran lo que tenían que decir—. Tenemos noticias.
—¿Qué? —Harry fue el que habló.
—Sabemos como sacar a Barry de prisión, y es sencillo, simplemente necesitamos un arma muy potente.
—Chicos, les dije que yo no... —Comencé, pero Ralph me interrumpió.
—No hablamos de ti, sino de mí.
—¿Tú? —Preguntó Harry.
—Sí —Entonces comenzó a hacer unos ruidos algo extraños, su rostro comenzó a cambiar y todo su cuerpo siguió, entonces Ralph se había convertido perfectamente en Clifford DeVoe.
—Oh —Me sorprendí, me puse feliz por Barry, pero yo no me sentía completa, necesitaba noticias sobre mi hermana, pero no decían nada.
—Amanda, ¿puedo hablar contigo por un segundo? —Asentí. Caitlin y yo nos fuimos a su taller, ella se acercó a su escritorio tomando un sobre junto a unos papeles, antes de dármelos me miró seria y con una sonrisa ladina—. Sé que acabas de perder a una de tus grandes amigas, no quiero ver como te pierdes buscando a tu hermana, pero no hay grandes probabilidades de que sea ella, pero encontré algo que puede ayudar. —Tomé el sobre y saqué algunas fotografías, era una chica de cabellos rubios con lentes, gorra y parecía sospechosa—. La chica se la pasa en un trayecto de los laboratorios, la policía, la universidad y el edificio donde vives, así que tenemos esas pistas como una chance de que sea Ana.
—Oh, Caitlin —Dije mirando cada foto, sentí una punzada en mi corazón, como si me dijera que sí es ella—. Muchas gracias —Alcé la vista y me acerqué a darle un gran abrazo.
—Ralph y yo hemos trabajado en eso, él tomó las fotografías.
—Sí, parecen de Ralph —Sonreí, me alejé de ella y suspiré feliz.
—Las otras son notas, espero que te ayuden.
—Gracias.
°°°
Mientras caminaba por el parque frente de la universidad, me senté en una banca que se encontraba por ahí, al igual que prestaba mucha atención por donde estaba o quién estaba a mí alrededor. Mi celular sonó dándome una esperanza, pero no estaba su nombre. Estaba demasiado molesta ahora mismo por no haber recibido ninguna llamada de Cisco hasta el momento, dos semanas y no sé nada de él.
—Hola —Dije al teléfono, no puedo creer que el buzón no estuviera lleno—. Sí soy yo, no sé si te acuerdes, pero ¡yey! Tienes una novia. Una novia que está preocupada por ti, así que por favor llámame, hace tiempo necesitaba a mí novio y desapareció —Colgué, volví a llamar, pero no contestaba, era lo mismo—. Sí, estoy molesta.
—Hola —Alcé la vista topándome con quien menos me esperaba a encontrar, sonreí levantándome, dándole un gran abrazo a Alex.
—Alex, hola.
—Hola Amanda, no esperaba encontrarte por aquí.
—Ni yo a ti —Dije—, ¿qué haces por aquí?
—Aquí fue donde Tori murió, vengo todos los días —Entonces recordé que aquí fue donde estaba yo, recordé en pequeños flashbacks el día, sentí amarga la boca y los labios secos—. ¿Qué me dices de ti?
—Oh, sigo algunas pistas sobre una persona.
—¿Ana? —Le miré confusa.
—¿Sabes quién es?
—Sí, es una chica realmente amable y muy linda, un día se acercó a Tori y a mí saliendo de la universidad, necesitaba algo de dinero para un viaje en autobús, después nos hicimos amigas y bueno, no la he visto desde el funeral.
—Espera, ¿fue al funeral? —Pregunté.
—Cuando te fuiste, llegó, incluso me dio una tarjeta especial que dijo que cargara con ella —La sacó de su chamarra celeste que traía y me la enseñó—. Se me hizo extraño la frase, pero bueno, si era especial siempre la tendría conmigo.
—Oh, Dios — Sonreí sintiendo ganas de llorar de felicidad—. No abran el cofre.
—Muy raro, no sé que significa. Bueno, me tengo que ir —Le entregué la tarjeta con una sonrisa ladina, me abrazó y se levantó. No me había fijado que traía unas flores y si lo hice, no recuerdo —. Espero volverte a ver pronto, Amanda.
—Digo lo mismo, Alex.
Ella se retiró y fue caminando, me enfoqué en las palabras que aún resonaban en mi mente y aún podía ver la imagen, alcé la vista mirando a Alex a lo lejos dejando unas flores, pero había alguien más con ella, me señaló y entonces me percaté de la cabellera rubia de la chica que le acompañaba, no pude ver su rostro, pero sabía quien era, Ana. Ana está ahí.
Ambas chicas se estaban despidiendo y Ana comenzó a correr directo a un callejón, Alex ya se había ido a otro lado y cuando dejó de verme, yo salí detrás de la rubia. Entré al callejón cruzando la calle, escuché pisadas en charcos de agua del drenaje, ¿por qué siempre los callejones tienen algo así? Escuché un gato pelear o agonizar, en eso unas pisadas me hicieron girar sobre mis talones mirando de quién se trataba, y el miedo de apoderó de mí junto el odio.
Tras un mes desde que Ana había muerto y su funeral con el cofre cerrado, yo había ido y venido el mismo camino de siempre, tanto que aburría, pero era el mismo que tomaba junto con Ana al salir de clases, aunque esta vez había tenido otra idea, un callejón, viejo, oloroso, sucio... Unos pasos se escucharon detrás mí, giré algo asustada y miré a un hombre encendiendo un cigarrillo mientras sentía el pánico crecer de pies a cabeza.
—Hola cariño —Tragué saliva.
—No me digas así, extraño.
—No soy un extraño —Dijo—. Me llamo Malcom, creo que ya me conoces en realidad —Intenté recordar ese nombre tan familiar, mis piernas temblaron al recordar vagos recuerdos de hace un mes —. ¿Recordaste?
—Eres el mismísimo diablo en persona.
—No, dulzura. Sueño con serlo, pero no se puede reemplazar al viejo— Se rió—. Vine para darte mis condolencias.
—Un mes tarde—Dije molesta—. ¿Por qué me hablas? Solo soy una niña.
—No solamente eres una niña, eres la condenada, una bomba explosiva con tiempo corriendo —Susurró acercándose a mí—. Pronto, querida Amanda Speerling, el legado de tu hermana pasará a ti, pero de una forma sorprendente, explosive. —Susurró, entonces como por arte de magia desapareció.
—¡Hola querida! —Dijo animado, náuseas aparecieron, había tenido un recuerdo con él —. Espero que recuerdes aún nuestra última plática.
—¿Dónde decías que me ibas a matar?
—Bueno, la última vez donde tuvimos una conversación fue cuando te mencioné sobre el legado de tu hermana y te llamé por tu nombre de heroína que, por cierto, no puedo creer que te hicieran un café a tu nombre —Giré mis ojos harta de escucharlo, pero siento que debo.
—¿Qué quieres? ¿Le hiciste algo a Ana?
—¿Ana? Ella está muerta, años atrás la maté con tres bellos balazos, aunque mi muerte favorita fue hace dos semanas, una chica rubia de pecas, con una bala en la frente.
—Tú... —La impotencia creció en mí, mis manos hechas puño, sentía como mi energía estaba preparada para atacar.
—No lo recomiendo, al fin y al cabo, yo termino ganando. Sólo diré algunas palabras más —En segundos estaba frente de mí con humo saliendo de su cuerpo—. Legacie completu corpus minee, Ana cheremis tu Amanda de esploside to minee corpus pore eternidy —Entonces sopló algo hacia mi rostro y desapareció, no entendía que acababa de suceder.
—Demonios, yo no hablo taka taka —Dije para mí misma, relamí mis labios volviendo hacia los laboratorios Star, necesitaba hablar con alguien, que me dijeran que estaría bien, que Ana aparecerá cuando ella decida hacerlo.
Mientras iba diciendo cada palabra sobre Ana en mi cabeza, una jaqueca algo rara comenzó a brotar, que en cuanto llegué a los Laboratorios se detuvo, tal vez había sido el sol. Mis pensamientos seguían basándose en Ana, ella aparecería cuando fuera exactamente el momento indicado, ella debía decidir cuando podía aparecer, cuando decir hola, abrazarme, porque realmente ahora necesito un abrazo de mí hermana.
—¿Amy? —Escuché aquel extraño apodo que solo Ana me decía, la voz era algo gruesa, de adulta. Alcé la vista, di media vuelta y miré la cabellera rubia de la persona que no había desaparecido de mi mente durante las últimas dos semanas—. ¿Amy? ¿Eres tú?
—No puede ser —Susurré, las lágrimas caían por mi mejilla, parecía tan irreal que di pasos lentos, no quería que no fuera algo real—. ¿Ana?
—Sí —Asintió frenéticamente, estábamos a la distancia perfecta para poder tenerla en mis brazos, sólo unos pasos más.
—¡Amanda! —Ralph gritó, Caitlin tenía un arma y estaba apuntándole a Ana, entré en pánico.
—¡Alto! ¡Qué hacen! —Dije—. Ella es Ana, mi hermana.
—Amanda, él es Malcom, te está usando —Mi vista regresó lentamente a donde suponía que Ana debería estar, pero no era ella, en efecto Malcom.
—¿Recuerdas que le dije a Ana que el diablo se apiade de su alma y que yo no podía llegarles a los talones al más grande? Pues mentí —Miré sus ojos brillantes de color morado rojizo, sentía como todo mi poder era consumido y me transformaba en algo peor, sentía las venas de mi cuerpo arder, pero no podía ejercer ningún sonido, no podía moverme.
Sólo cerré mis ojos y sentí un cosquilleo donde al abrirlos me encontré en otro lugar, mi piel sentía que quemaba por dentro, pero ya no era doloroso, era como si tomara agua helada con un chicle de menta. Miré hacia mis alrededores, todo era de color rojizo tenue, olía a tierra, polvo, muerte, entonces al escuchar pasos, abrí mis manos mostrando mi poder, giré y me detuve con mis ojos bien abiertos.
Mi respiración se calmó, mi corazón latió con fuerza, mis ojos ardían, mis poderes dejaron de mostrarse, simplemente estaba en un estado de shock, entonces habló:
—Hola, sis.
Murmuró, mientras lo único que pude articular fue su nombre en un suspiro:
—Ana.
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