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27. 三つ子

—Jefecito Kook. —Llamó Namjoon tímidamente, casi asustado por tener que preguntar de nuevo. —¿Puede...repetirme todo de nuevo?

Jungkook suspiró con frustración y tomó de su café expreso, de todas formas era su culpa por prácticamente arrastrar a Namjoon y dejar botada la empresa.

¿Acaso era una buena idea haber dejado al mando a Yugyeom? Bueno, no era para tanto. No es como si Yugyeom arruinara todo, ¿o sí?

El pelinegro chasqueó su lengua, en su rostro se notaba la preocupación por su empresa pero la idea de que Taehyung se encuentre en citas con sus hermanos no es para nada agradable.

—¿Jefecito?

—Oh, sí. —Asintió Jungkook deshaciéndose de sus pensamientos, devolvió la taza de café a la mesa y miró a su empleado. — Escucha, Namjoon. Yo iré con Jeongguk, de mis dos hermanos él sería el idiota bocazas así que probablemente me diga con lujo de detalle la cita que tiene planeada Junghyun.

—¿Su hermano no está impartiendo clases justo ahora?

—Es su día de descanso, seguramente está en su casa planeando de manera malévola con su mente de nerd como ganarse el corazón de Taehyung. —Expresó entre lloriqueos, Namjoon soltó una risa y se quitó las gafas que portaba para observarlo.

Olvidaba que detrás de ese gran carácter, su jefecito era todo un bebé.

—¡Aigoo! Jefe Jungkook, no puede lucir derrotado ahora. —Se quejó el chico de los hoyuelos con una severa molestia, le brindó un manotazo a su jefe arrepintiéndose al instante cuando vió su cara. —Ha ha...tenía algo en su hombro, jefecito.

—En parte, tengo que admitir que ha sido mi culpa por negar los sentimientos que me han estado consumiendo. —Le dijo el pelinegro sobando el puente de su nariz con frustración, estaba tan estresado y malhumorado. —No sabía que hacer, entre en pánico.

—¡Jefecito! No ha sido su culpa, usted apretó el botón de pánico que está en su corazón.

Namjoon agradeció con una adorable sonrisa a la empleada que le ofrecía café y galletas, Jungkook pensó que no había mejor ser humano que Kim Namjoon.

—..Entonces esto es lo que pienso, jefecito. Usted está enamorado pero no sabe como asimilarlo, apretó el botón de pánico que está en su corazón y su defensa fue actuar tajante porque no está acostumbrado a ser quien se enamore sino que se enamoren de usted. ¿O me equivoco?

—Quizás.

—Le teme al amor, jefe Jungkook. —Expresó Namjoon ofreciéndole una cálida sonrisa, Jungkook le miró con atención sin decir nada. —Y creo que si usted se arriesga un poco, finalmente apretaría el botón hacia Taehyung y no el de pánico.

—¿Y qué hay de mis hermanos?—Cuestionó con duda, el contrario ladeó su cabeza y sonrió de nuevo porque sus pensamientos de hace unos momentos eran verdad. —No quiero que sea una competencia, Taehyung no es un objeto ni mis hermanos son mis enemigos por más que así lo haga parecer.

—¿Los quiere, verdad?

—No me negaría tanto ante la idea de arriesgarme por Taehyung si no quisiera a mis hermanos.

—Sus hermanos lo quieren, jefecito Kook. Por más malito que usted haya sido, ellos lo quieren.

—¿Tú crees?

—¡Lo creo!—Asintió Namjoon efusivo colocándose de pie, sus preciosos hoyuelos estaban en sus mejillas de tanto sonreír. —Así que ahora debemos sabotear esa cita de su hermano Junghyun.

—No creo que sea lo correcto, oh dios, estoy comenzando a retractarme.

—¡Jefecito Jungkook! ¿De verdad cree que sus hermanos van a jugar limpio entre ellos? ¡Usted me contó que Jeongguk le robó la novia a Junghyun!

—Hey, eso es cierto. —Expresó el pelinegro frunciendo su ceño, abrió su boca indignado cuando recordó algo. —¡A mí me robó la tarea de contabilidad en la universidad!

—Jefecito, no me siento orgulloso de esto pero yo fui quien tomó esa última galleta de su escritorio el otro día.

—¡Ha! ¡Sabía que eras tú!—Le dijo picoteando su pecho con enfado, Namjoon rascó su nuca apenado y rió un poco.

—Bueno, jefecito. ¿Comenzamos su plan?

Jungkook lo miró con duda unos cuantos segundos antes de asentir finalmente.

—En marcha, Namjoon.

Jungkook y Namjoon fueron recibidos por la trabajadora doméstica que se encargaba de la casa de los trillizos.

—Jeun, ¿Se encuentra mi hermano en casa?

La mujer enarcó una ceja y lo miró confundida.

—¿Cuál de sus dos hermanos idénticos, joven Jungkook?

—Eh..

—¡Le estoy tomando el pelo, mi niño!—Informó la mujer entre suaves risas, Namjoon se unió a sus risas y Jungkook le dio un codazo. —El joven Jeongguk se encuentra en la piscina, habló sobre broncearse para una próxima cita. ¿Es lo que hacen los jóvenes hoy en día?

—Algo así, Jeun. —Respondió el pelinegro regalándole una sonrisa divertida, procedió a pasar con Namjoon a la casa y se quitó el saco para botarlo al sofá.

Namjoon lloriqueó porque probablemente ese saco Versace que su jefe botaba tan brusco costaba el triple del sueldo que él recibía normalmente.

—Namjoon, sígueme. —Le pidió Jungkook caminando hacia el patio de la gran mansión, el chico obedeció siguiéndole a pasos rápidos.

Cuando ambos llegaron al lugar donde se encontraba la piscina pudieron observar el cabello rosáceo del chico, Jeongguk se percató de la presencia de ambos y salió de la piscina con una gran sonrisa.

—¡Koo y Nam! ¿Qué hacen aquí tan temprano? Normalmente ustedes no dejan el trabajo para nada. —Les dijo el rosáceo extrañado, se colocó sus gafas de sol y los miró a ambos.

—Ha sido un día de mucho trabajo, necesitamos un descanso. —Respondió Jungkook lo más normal posible, Namjoon asintió.

—¿Quieres tomar algo con nosotros? El jefecito Kook y yo pensábamos tomar limonada.

Jeongguk entrecerró sus ojos observándolos a ambos por varios segundos, Namjoon tragó saliva siendo presa de los nervios. Estaba a nada de admitir todo lo planeado.

Jungkook se mantuvo tajante y rodeó el cuello de su empleado con suavidad.

—Te esperamos adentro, Jeongguk. No tardes o lo único que tomarás será agua del excusado.

El rosáceo rió y asintió observando como los dos hombres regresaban a la mansión.

—Y ese es Jungkook, wow, ¿por qué pensé que había algo raro en esos dos? ¡Lo único raro es como hablo yo solo!—Expresó en voz alta antes de correr detrás de los otros dos, esbozó un puchero cuando recordó las palabras de su hermano. —¡No te atrevas a ponerme agua del excusado, Jungkook!

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