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࣪ ٬ 𝟬𝟭𝟱. the yule ball. ៹


˚˖𓍢ִ໋🥀💋💔𝐓𝐑𝐀𝐈𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐖𝐇𝐄𝐄𝐋𝐒.🚲🌻⛓️༺𓆩⋆
CAPÍTULO QUINCE ━━ ❛ 𝒆𝒍 𝒃𝒂𝒊𝒍𝒆 𝒅𝒆 𝒏𝒂𝒗𝒊𝒅𝒂𝒅 ❜

El dormitorio de Hufflepuff de cuarto año apestaba a cinco perfumes diferentes y a laca de pelo, y estaba lleno de risas y del sonido de la música que Zena insistía en que eran sus "himnos feministas". Zena conocía mucha música muggle, teniendo en cuenta que ella misma era una nacida de muggles, y siempre la ponía en el dormitorio.

Por fin era Nochebuena, también el día del Baile de Navidad. Amora había pasado la mayor parte de la mañana relajándose en la sala común con Leon y Kathy antes de que las chicas subieran a prepararse.

Amora estaba de pie en el baño junto a Susan, las dos chicas utilizaban la iluminación para aplicarse el maquillaje. A la chica castaña no le importaba maquillarse; normalmente, se ponía máscara de pestañas y algo de corrector y colorete, pero la mayoría de los días le daba pereza hacer una rutina completa. Hoy, sin embargo, Amora había utilizado sus dotes artísticas para aplicarse un color rosado en los párpados y un tono más oscuro en los labios.

—Estás preciosa, Amora —murmuró Susan a su lado.

Amora le dirigió una sonrisa a la pelirroja.

—Gracias, Susan. —Notó la expresión triste en su rostro y frunció el ceño— ¿Estás bien?

—Yo sólo... yo─ lamento haberme enfocado tanto en ti —admitió Susan con timidez, sus mejillas ardiendo cuando Amora se movió para cerrar la puerta del baño, dándoles un poco de privacidad—. Eres fácilmente una de las chicas más guapas de toda la escuela y además eres muy amable... Me siento tan insegura cuando estoy cerca de ti y actúo tan mal─

Amora frunció el ceño y negó con la cabeza.

—No deberías sentirte así, Susan. Eres hermosa... no tienes por qué compararte con otras chicas. Eso sólo te deprimirá. Tenemos que animarnos la una a la otra.

Cuando la pelirroja se limitó a guardar silencio, Amora cogió el cepillo de pelo que estaba a un lado.

—Deja que te peine yo —propuso Amora—. Aprendí a hacer este moño súper complicado en verano, y tiene trenzas y todo.

Los ojos de Susan se abrieron un poco.

—Pero─

—Sin peros —insistió Amora, empezando a peinar su larga melena—. Susan, tú y yo somos amigas. Te peino yo por ti. Y punto.

Susan sonrió amablemente y permitió que Amora trabajara en su cabello. Amora fue fiel a su palabra y consiguió hacer un bonito moño en el pelo de Susan, sacando las partes delanteras para enmarcar su cara. Incluso le alisó el flequillo y le echó un poco de laca para mantenerlo en su sitio durante la noche.

—Vaya, Amora... —Susan se mordió el labio— Gracias. Se ve increíble.

—¡Por supuesto! Ahora, si no te importa, tengo que peinarme yo.

Amora rizó sus cabellos castaños y los dejó caer sobre sus hombros. Después, con un poco de ayuda de Kathy, se puso el vestido que le había comprado a la señora Opal y se miró al espejo, admirándose. Sus pies iban a morir con los tacones que llevaba puestos, pero valía la pena.

—¡Kathy! —Amora sonrió al ver a su amiga—. Leon se va a enamorar de ti... si es que no lo ha hecho ya.

—Para —Kathy se sonrojó y abrazó a Amora, susurrándole al oído—, y creo que vas a tener a más de un chico Slytherin mirándote esta noche.

╰𓂃D.M + A.B𓏲ָ ╯

Amora se sentía ansiosa mientras se dirigía a las escaleras que conducían al vestíbulo. Podía oír la charla y las risas de los otros estudiantes y eso la hizo sentirse mejor. Se agarró la falda del vestido con las manos, esperando no tropezar al bajar. Kathy caminaba a su lado.

—Oh, Dios, estoy tan emocionada —chilló Kathy.

Amora esbozó una pequeña sonrisa cuando ambas doblaron la esquina. Sus ojos castaños buscaron a Blaise, encontrándolo al pie de la escalera, junto a nada menos que el mismísimo Draco Malfoy. Podría haber maldecido al universo allí mismo, pero mantuvo la sonrisa falsa en su cara.

Blaise levantó la vista, y sus ojos se abrieron ligeramente al ver que su pareja para el baile estaba en lo alto de las escaleras. Su falta de habla hizo que Draco le lanzara una mirada irritada hasta que siguió su línea de visión y sus ojos plateados se posaron en Amora Buckley.

Su corazón se detuvo en su pecho. Pansy decía algo de que su vestido le quedaba bien desde su lado, pero todo sonaba bajo el agua para él. Estaba deslumbrado; preguntándose cómo era posible que Amora se viera aún mejor que antes. Ella no los miraba a ellos mientras bajaba los escalones, con los ojos concentrados en sus pies y las manos metidas en el material de su vestido.

—Maldita sea... —El murmullo de Blaise sacó a Draco de sus pensamientos.

Blaise sonrió, pasándose la lengua por los dientes, mientras se acercaba para encontrarse con Amora al pie de la escalera. Draco sintió que la ira se apoderaba de su estómago, apretó los puños y su labio se curvó con disgusto. ¿Cómo se atrevía Blaise a usar a Amora para hacerle sentir inferior y celoso?

—Hola —Amora respiró una vez llegó abajo, admirando la túnica negra de gala que llevaba Blaise—. Te ves bien.

Blaise le dedicó una sonrisa encantadora.

—Gracias, Amora. Debo decir que tú te ves incluso más hermosa de lo que había imaginado que te verías esta noche.

Amora se sonrojó y se mordió el labio, entornando los ojos con una pequeña carcajada. Vio a Leon y a Kathy a unos metros de distancia, acaramelándose. Luego sus ojos se desviaron hacia su izquierda, donde Draco estaba de pie junto a Pansy Parkinson, con el ceño fruncido mientras escuchaba lo que ella decía. A pesar de todo, estaba muy guapo, con la túnica blanca y negra puesta y el pelo bien peinado hacia un lado.

—Espero que no te importe, ya nos he guardado un sitio en una mesa con un par de amigos míos —dijo Blaise—. Bueno, he guardado dos asientos más por si también querías invitar a alguien.

Amora tuvo el presentimiento de que sabía quiénes eran los amigos de Blaise, pero sonrió de todos modos.

—Ah, claro. Gracias.

—¡Alumnos, por favor, dirigíos al Gran Comedor! —ordenó la profesora McGonagall con una palmada mientras se movía alrededor de toda la gente que merodeaba por el vestíbulo—. Alumnos al Gran Comedor. ¡En fila! ¡En fila!

Blaise extendió la mano.

—¿Vamos? —preguntó con una sonrisa.

Amora le permitió que tomara su mano gentilmente.

—Vamos.

╰𓂃D.M + A.B𓏲ָ ╯

El Gran Comedor había sido decorado de forma espectacular, un verdadero país de las maravillas invernal en contraste con el resto de Hogwarts, que había sido adornado y embellecido con adornos dorados y de otros colores cálidos. Enormes árboles de Navidad colgaban como rascacielos alrededor de los bordes del comedor, con nieve falsa en sus hojas verdes, mientras que mesas circulares se erguían junto a la entrada, con comida y bebida fuera y listas para que los alumnos las tomaran.

—Está increíble —le murmuró Amora a Blaise mientras aplaudían a los campeones del Torneo de los Tres Magos que caminaban por la fila de estudiantes, dirigiéndose a la pista de baile.

—Ya lo creo, pero se me ocurre una cosa que está aún mejor —Blaise le guiñó un ojo, desviando la mirada satisfactoriamente al ver cómo se le encendían de nuevo las mejillas.

Draco fruncía el ceño al otro lado de Blaise, sin molestarse en aplaudir cuando Harry Potter y Parvati Patil pasaron junto a ellos. Vio cómo los ojos de Harry parpadeaban esperanzados hacia Amora, pero la castaña menuda estaba demasiado ocupada animando a su primo, que le dedicaba una sonrisa.

El profesor Flitwick procedió entonces a dirigir la orquesta, que tocó la melodía que habían aprendido en clase hacía unas semanas. Todo el mundo estaba de pie alrededor de la pista de baile, observando cómo los tres campeones y sus parejas participaban en el baile ceremonial. Después de que el profesor Dumbledore y la profesora McGonagall se dirigieran a la pista, otros profesores y alumnos les siguieron.

—¿Te gustaría bailar? —preguntó Blaise, cuya voz grave hizo que unos escalofríos recorrieran la espina dorsal de Amora.

—Por supuesto.

Una vez más, Amora cogió la mano de Blaise mientras éste la conducía a la pista de baile. Era mucho más alto que ella, así que miró hacia arriba mientras le agarraba una mano y le ponía la otra en el hombro, la mano libre de él encontrando su cintura. Él la sujetó con delicadeza, apretando los labios mientras empezaban a moverse por la pista con los demás.

—Eres muy buena en esto —la felicitó Blaise al cabo de uno o dos minutos.

—Gracias. Tú también eres bueno —contestó Amora—. Solía ir a clases de baile─ cuando estaba en primaria, claro.

Blaire sonrió.

—Bueno, dieron resultado.

Amora desvió la mirada para no sonrojarse por enésima vez aquella noche. Sin embargo, fue un error, ya que rápidamente se encontró con unos ojos esmeralda enmarcados por unas gafas circulares. Sintió que se le cortaba la respiración, la culpa burbujeando en su estómago mientras Harry bailaba con Parvati, con una expresión entristecida en su rostro mientras miraba a Amora.

Apartó la mirada y se giró hacia la izquierda. También fue un error. Draco también la estaba mirando. No parecía tan triste como Harry, sólo parecía enfadado y molesto. Estaba bailando con Pansy, pero sus ojos plateados se clavaron en los caoba de Amora.

Amora se dio cuenta allí mismo de que Harry tenía que estar equivocado. La forma en que Draco la miraba bailando con Blaise... no había más excusa que los celos y el dolor. Tenía una extraña forma de demostrarlo, pero Amora se dio cuenta, mientras bailaba con Blaise Zabini, de que le gustaba a Draco de alguna extraña manera Draco-Malfoy.

Su corazón empezó a latir con fuerza, su agarre casi se aflojó en el de Blaise mientras él la hacía girar. Se sintió mareada y parpadeó rápidamente al pensar en lo que había tardado tanto en descubrir.

Leon tenía razón; ella era inconsciente. Amora en cierto modo deseaba haber seguido así en esas circunstancias, porque ahora lo único en lo que podía pensar era en lo contenta que estaba de que muy probablemente le gustara a Draco. Contenta porque ella también podría sentir cosas por él... cosas que los enemigos no deberían sentir el uno por el otro.

Merlín... Amora estaba atrapada en medio de uno de los triángulos amorosos más extraños de la historia. ¿Cómo era posible que Harry y Draco, dos personas muy diferentes, sintieran algo por la misma chica? Además eran enemigos, para poner la guinda al pastel.

Si alguien le hubiera dicho el año pasado por estas fechas que se encontraría en esta situación, se habría reído en su cara. En primer lugar, Harry era uno de sus mejores amigos y nunca le gustaría de esa forma, y en segundo lugar, ¡Draco la odiaba!

Tal vez nunca la había odiado en primer lugar.

—Pareces distraída —Blaise se inclinó hacia abajo para murmurarle al oído.

La lengua de Amora salió disparada para mojarse los labios y le envió una sonrisa nerviosa.

—Sólo me concentro en los pasos.

Sus manos rodearon su cintura y la levantaron del suelo para hacerla girar al compás de los demás. Dieron vueltas, sus manos volviendo a encontrarse hasta que finalmente la suave música llegó a su fin. A Amora le gustaba bailar con Blaise, pero estaba agradecida; tal vez ahora podrían escapar de las intensas miradas de Harry y Draco.

Poco después, todos los alumnos fueron conducidos a sus mesas. Blaise condujo a Amora hasta una mesa en el extremo izquierdo de la sala, retirándole su asiento y todo antes de tomar el de al lado. Crabbe y Goyle ya estaban sentados, sin citas. A Amora casi se le quedó atrapado el corazón en la garganta cuando Draco y Pansy tomaron asiento frente a ellos. Draco estaba muy guapo con su túnica oscura, mientras que Pansy llevaba un vestido rosa con volantes.

Amora se preguntó por qué Draco le había pedido a Pansy que fuera al Baile de Navidad con él si había dejado claro que despreciaba a sus compañeros Slytherin. Tal vez Pansy se lo había pedido a él, o tal vez lo había dejado para última hora y ella era la única dispuesta a cancelar su cita por él.

—Me gusta tu vestido, Pansy —Amora se atrevió a halagar a la chica Slytherin, con una pequeña pero genuina sonrisa en la cara mientras sorbía un poco del agua que habían dejado sobre la mesa.

Pansy pareció sobresaltada por un momento, lanzando una mirada a Draco y luego volviendo a mirar a Amora con la nariz arrugada. Antes de que Amora pudiera pensar que Pansy estaba a punto de escupir algo menos que un cumplido a cambio, vio cómo Pansy forzaba una sonrisa falsa.

—Gracias, Buckley. —Su mirada recorrió a Amora de arriba abajo— Vi tu vestido en la tienda de la señora Opal. Demasiado barato para mí, pero te queda bien.

Las cejas de Amora se alzaron con incredulidad y no pudo evitar intentar no resoplar. Pansy sabía exactamente lo que hacía con su cumplido envenenado, y por suerte Amora no se lo tomó a pecho; de hecho, le pareció bastante gracioso, aunque encerrara malas intenciones.

—No es muy elegante de tu parte decir eso, Parkinson —escupió Draco, para sorpresa de Amora.

Por suerte, antes de que un incómodo silencio llenara la mesa, Leon y Kathy se acercaron, sonriendo amablemente a todos los Slytherins. Amora estaba agradecida de que Leon hubiera preferido sentarse con los de la casa verde en vez de con sus amigos, con los que estaba segura preferiría pasar el tiempo.

—Holloway. Redsoft —Blaise los saludó respetuosamente con la cabeza.

—Hola, chicos —saludó Kathy alegremente—. Tu vestido es bonito, Pansy.

Pansy puso los ojos en blanco.

Hufflepuffs... —murmuró por lo bajo antes de decir más alto— Gracias. El tuyo también.

Amora estiró los delicados dedos y cogió uno de los menús que tenía delante, examinándolo por encima. Una vez que eligió lo que quería y le preguntó a Blaise qué le apetecía a él, los dos dieron sus órdenes en el plato dorado que tenían delante y su comida apareció fresca y caliente ante ellos.

—¡Vaya! —exclamó Leon—. No sabía que se podía hacer eso.

Goyle y Crabbe compartieron miradas desde el otro lado de Amora y Goyle parecía que se estaba conteniendo de decir algo. Kathy dijo lo mismo que Leon, incluso levantó el plato y miró debajo de él. Los dos mestizos provenían de hogares más muggles de lo que los seis sangre pura de la mesa estaban acostumbrados.

—Vaya, es casi como si fuera mágico o algo así —comentó Draco con sarcasmo.

Goyle puso los ojos en blanco.

—Estúpidos traidores a la sangre —murmuró, pero Amora lo oyó.

—¿Perdón? —La castaña le frunció el ceño, haciendo que los ojos de todos se giraran alarmados, preguntándose qué había oído ella que ellos no.

—No he dicho nada —contestó Goyle.

—No, he oído lo que has dicho —Amora cruzó los brazos sobre el pecho—. Creo que tal vez deberías disculparte con Leon y Kathy.

Draco parecía positivamente divertido, casi orgulloso de ver a Amora plantándole cara a Goyle a pesar de que él era mucho más grande que ella─ parecía casi cómico. Su mirada parpadeó entre ambos, esperando a ver si su amigo picaba y se disculpaba para aliviar las tensiones, o si se mantenía firme.

El chico que estaba a su lado soltó una carcajada burlona.

—¿Disculparme? ¿Crees que debería disculparme con estos dos? —sacudió la mano en dirección a Leon y Kathy—. ¿Un par de mestizos que crecieron en la Inglaterra Muggle? ¿Traidores a la sangre?

—No veo por qué eso les hace menos merecedores de una disculpa —declaró Amora con valentía, entrecerrando sus ojos oscuros hacia él.

—Amora, está bien —Leon intentó tocarle la mano pero ella la apartó.

—No, Leon, no está bien —espetó Amora, mirando directamente a Goyle—. Los sangre pura como tú hacen que me avergüence de ser una, Goyle. ¿No tienes mejores cosas de las que preocuparte que del nivel de magia que corre por la sangre de alguien?

—Vigila tu tono —advirtió Goyle con gravedad y Draco se enderezó en su asiento, esperando no tener que arremeter contra su amigo y quedar como una especie de cachorrito perdido cuando se trataba de Amora.

—Amora —advirtió Blaise.

Amora hizo una mueca y se levantó, apartando la silla. Alargó la mano hacia delante y cogió la copa llena de agua de la que había estado bebiendo, vaciándola sobre la cabeza de Goyle. En la mesa resonaron jadeos mezclados con carcajadas, y Draco no fue una excepción, apretando los labios para no reírse.

Goyle estaba furioso.

—Pero qué─

—No te burles de mis amigos y no me digas lo que tengo que hacer —le cortó Amora.

—Señorita Buckley. —La voz de la profesora McGonagall llegó con calma desde detrás de ella, haciendo que cerrara los ojos y suspirara— ¿Sería tan amable de venir conmigo?

«Genial.»


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