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࣪ ٬ 𝟬𝟭𝟰. snowball fight. ៹


˚˖𓍢ִ໋🥀💋💔𝐓𝐑𝐀𝐈𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐖𝐇𝐄𝐄𝐋𝐒.🚲🌻⛓️༺𓆩⋆
CAPÍTULO CATORCE ━━ ❛ 𝒑𝒆𝒍𝒆𝒂 𝒅𝒆 𝒃𝒐𝒍𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒏𝒊𝒆𝒗𝒆 ❜

«Maldita sea, Draco. Eres tan molesto. Te odio. Odio tu pelo perfecto y la estúpida media sonrisilla que pones cuando uno de tus amigos dice algo gracioso porque eres demasiado puto testarudo para reírte de verdad. Ah, y esa cosa que haces en la que apoyas la barbilla en la mandíbula y pareces tan inocente pero sé a ciencia cierta que no lo eres─»

—Amora —Leon agitó la mano delante de la cara de la castaña, sacándola del estado de ensoñación en el que se encontraba previamente.

Draco y Amora no se habían hablado desde que bailó con ella en la clase de McGonagall hacía poco más de dos semanas, y ella supuso que tenía algo que ver con la pelea que había tenido con Harry. No es que hablaran normalmente de todos modos; este año era el que más habían hablado. Sin embargo, no había recibido ningún comentario borde, ni siquiera malas miradas.

Todo estaba tranquilo. Demasiado tranquilo.

—¿Algo interesante en la mesa de Slytherin, Amora? —se burló Leon— ¿Blaise Zabini, tal vez?

Inmediatamente, Amora fue a desestimar las acusaciones de Leon, pero su mejor amigo recibió un suave golpe de Kathy en el costado. La chica de pelo rubio y rizado incontrolable se subió las gafas por el puente de la nariz y frunció el ceño.

—Deja en paz a Amora —insistió Kathy.

Amora estuvo a punto de negar con la cabeza, pero decidió que lo mejor era seguirle la corriente. Jamás admitiría que había estado observando al rubio que estaba al lado de Blaise. De cómo se había quedado prendada en secreto de cada uno de los movimientos que él hacía, desde la forma en que sus dedos se flexionaban cuando se levantaban para apartarse el pelo de la cara hasta la forma en que vestía tan elegante a pesar de ser fin de semana.

—¿Ya se ha disculpado Harry? —preguntó Leon—. Ayer fue bastante difícil pasar de él en Encantamientos, teniendo en cuenta que no paraba de darse la vuelta en su asiento para hablar conmigo.

Había pasado una semana entera desde que Harry la había humillado delante de todos sus amigos y ella no le había estado evitando necesariamente, sino que cada vez que sus caminos se cruzaban, lo cual ocurría con bastante frecuencia teniendo en cuenta que compartían algunas de las mismas clases y amigos, ambos parecían apartar la mirada el uno del otro. Harry parecía tan avergonzado como ella molesta.

—Hannah me dijo que el otro día vino a nuestra sala común y preguntó por mí, pero no bajé a verle —admitió Amora.

—¿Por qué no? —León frunció el ceño— ¿No quieres solucionar esto?

—¡Sí! No─ ¿No lo sé? —Amora resopló—. En aquel momento, aún estaba muy molesta. ¡Quiero decir, insinuó que Blaise me estaba utilizando para llegar a él! No puedo decir que no se me pase por la cabeza de vez en cuando. Espero que no tenga razón.

—No la tiene —Kathy extendió la mano por encima del brazo de Leon y la puso sobre la de Amora—. Harry ha estado actuando mucho por celos cuando se trata de ti últimamente, creo que esto es algo que ambos vais a tener que hablar.

Leon la señaló con el dedo.

—Sé que lo odias, pero a veces la confrontación es clave. Díselo sin rodeos: Harry, no me gustas de esa forma. Sigamos siendo amigos. Las cosas volverán a la normalidad─ dejará de comportarse tan raro contigo.

Echaba de menos al antiguo Harry; con el que podía pasar horas en la biblioteca o sentarse a comer sin sentir que le estaba haciendo daño por no gustarle. Descubrir su interés por ella había creado una incómoda división en su amistad. Las faltas eran una mezcla de la incomodidad de Amora y los celos de Harry.

—¿Cuándo? —Amora se mordió el labio inferior, sabiendo que Leon sí servía a un buen argumento.

—¿Qué tal ahora? —siseó él, dándole un manotazo en el brazo cuando vio que Harry se dirigía hacia ellos.

Amora se enderezó y se aclaró la garganta, mirando a Harry, que estaba al otro lado de la mesa de Hufflepuff, haciendo que algunos se quedaran mirando. Frunció los labios, esperando a que él dijera algo.

—Amora, ¿puedo... puedo hablar contigo? —preguntó Harry, mirando a su alrededor a los Hufflepuffs que lo miraban fijamente antes de añadir—: a solas.

La castaña asintió mientras se deslizaba fuera del banco y comenzaba a dirigirse hacia la salida del Gran Comedor. Amora oyó un silbido de lobo procedente de alguien de la mesa de Gryffindor y se dio cuenta de que era uno de los gemelos. Fred tenía las manos ahuecadas alrededor de su boca y George guiñaba un ojo con el pulgar hacia arriba.

Sus mejillas enrojecieron al descubrir que los gemelos Weasley se habían ganado la atención de muchos alumnos. Estaba segura de que no lo hacían con mala intención, pero eso la puso aún más tensa. Esperaba que Harry no se llevara una impresión equivocada por su silencio, o por la forma en que lo agarró de la muñeca y lo sacó de la sala de preadolescentes y adolescentes aún más rápido.

—Lo siento por ellos —murmuró Harry cuando ella le soltó la muñeca.

—Está bien —dijo Amora en voz baja, evitando su mirada hasta que él se aclaró la garganta con torpeza.

—También lo siento por lo que dije la semana pasada —admitió Harry—. Fue un error por mi parte decir eso. Cre─Creo que sabes por qué lo hice.

Amora frunció el ceño, odiando lo decaído que parecía Harry. Lo echaba tanto de menos y odiaba no sentir lo mismo por él. Todo sería mucho más fácil si lo sintiera.

—¿Porque... te gusto? —susurró Amora, indecisa de decirlo en voz alta ante la mínima posibilidad de que se equivocara y él se riera en su cara.

Sin embargo, la forma en que Harry miró al suelo y se apretó la nariz para que no se le cayeran más las gafas le hizo doler el corazón. Tragó saliva antes de volver a mirarla, con los labios ligeramente fruncidos y una expresión de preocupación en su rostro.

—Yo no─ no sabía cómo decírtelo —admitió Harry—. Creo que es sólo un tonto crush, yo... es sólo que, bueno, tú siempre has estado ahí para mí y... no sé por qué estoy diciendo todo esto. No excusa cómo te he avergonzado o te he hecho sentir incómoda─

De repente, Amora saltó a sus brazos, haciendo que el azabache abriera mucho los ojos y se tambaleara un poco hacia atrás. Abrazó a Amora con fuerza, con las cejas fruncidas. Con la mano libre se subió las gafas circulares, sus ojos abiertos de par en par.

—¿E-Em? —Harry le palmeó la espalda con cierta torpeza.

—Harry, eres uno de mis mejores amigos —afirmó Amora con valentía, agarrándolo por los lados de la cabeza y obligándolo a mirarla a los ojos—. Tu amistad significa el mundo para mí. Me halaga que yo te guste, de verdad, y cualquier chica sería extremadamente afortunada de tenerte, y no deberíamos dejar que nos interpongamos entre nosotros como ha ocurrido durante el último mes o así. Quiero que las cosas vuelvan a ser como antes.

Harry suspiró aliviado.

—Yo también. Echo de menos pasar tiempo contigo.

Amora sonrió mientras le soltaba la cabeza y le agarraba de los hombros.

—Yo también te he echado de menos. No quiero que tú estés mal ahora, Harry. Tienes que prometerme que vas a estar bien cuando vayamos por caminos separados.

Pensar en Harry despierto en la cama, mal por ella, le hacía doler el corazón. Su lado compasivo, que creía que ocupaba la mayor parte de su sistema, no quería eso para nadie. Estar rodeado de tus compañeros, intentando ahogar tus sollozos en la almohada cuando lo único que querías hacer era gritar y tirar cosas, era definitivamente el peor sentimiento del mundo.

—Estaré bien —Harry sonrió cansado—. Lo prometo.

—Dame un abrazo —murmuró Amora, agarrándolo de nuevo—. Te quiero, Harry. Y─Y espero que te des cuenta de lo difícil que ha sido para mí decirte esto. Eres la última persona a la que quiero hacer daño.

Harry se quedó callado unos segundos mientras se aferraba a ella.

—Yo también te quiero, Amora —dijo él—. Y no me has hecho daño. Al menos, no demasiado —bromeó—. Me alegro de que no huyas de mí ni finjas estar enferma en mi cara como imaginaba.

Amora resopló y le dio un codazo al apartarse.

—Eres un rarito —se burló.

—¡Ya, y lo dice la chica que se hace nudos en el pelo cuando está nerviosa!

—¡Oye! —Amora se rió y le dio un golpe juguetón en el brazo—. He dejado de hacer eso.

╰𓂃D.M + A.B𓏲ָ ╯

Diciembre a la vuelta de la esquina era un alivio absoluto para Amora. Cuatro meses más o menos de la repetitiva rutina escolar empezaban a volverla loca, pero ver los pasillos decorados tan festivamente y la emoción en los rostros de sus compañeros la mantenía con los pies en la tierra. Habían pasado unos días de su mes favorito del año y Amora iba bien en todas sus clases; incluso había conseguido subir sus notas en Herbología con un repaso extra y la ayuda de Neville.

Su único problema era Defensa Contra las Artes Oscuras. No era que sacara malas notas, ni siquiera el profesor Moody, sino el chico con el que se sentaba al lado. Había pasado casi un mes desde que bailaron juntos en la clase de McGonagall, y Draco no le había dedicado ni una sola palabra desde entonces. Tampoco lo había hecho Amora, para ser justos, un poco desanimada por la pelea que había presenciado entre Harry y Draco el día después.

En el fondo pensaba que Harry tenía que tener razón; Draco tenía que estar utilizándola para ponerle celoso. No había otra explicación lógica para nada de aquello.

En sus clases, Amora ignoraba a Draco y Draco ignoraba a Amora. No era tan incómodo; simplemente actuaban como si el otro no existiera. Él se daba la vuelta para hablar con Crabbe y Goyle, y Amora garabateaba en un cuaderno libre o miraba a su derecha para conversar a veces con Harry y Ron.

—¡Tienes la nariz roja! —Amora se rió de Ron, ganándose un pequeño empujón del pelirrojo mientras caminaban por el patio de Hogwarts.

Harry, Hermione, Leon y Kathy estaban con ellos, el grupo de seis había regresado hacía sólo diez minutos de un viaje a Hogsmeade. Habían decidido intentar hacer un amigo invisible entre ellos, sin embargo, Ron y Amora no soportaban no saber a quién le había tocado cada uno, y al final lo estropearon para todos por proceso de eliminación.

Ahora, los cuatro caminaban delante de ellos, Hermione particularmente frustrada. Amora sonrió mientras trotaba para alcanzar a su amiga, enlazando su brazo al suyo.

—Aw, por favor, no te enfades con nosotros, Hermione —Amora hizo un puchero y puso sus mejores ojos de cachorrito—. Ron y yo no quisimos estropearlo─

—¡Los dos os sentasteis en la mesa con pluma y papel y resolvisteis cada uno de ellos! —protestó Hermione.

Amora sonrió tímidamente mientras Ron sonreía con satisfacción y pasaba un brazo por encima de los hombros de ambas chicas.

—Creo que eso nos convierte en un dúo de detectives bastante bueno, ¿no crees, 'Mora?

La castaña se echó a reír.

—Sí, así es. Un placer hacer negocios contigo, Ronald.

Hermione apenas logró mantener la sonrisa de diversión fuera de su cara, sacudiendo la cabeza hacia sus dos amigos. Harry también se reía, pero Kathy y Leon parecían estar en su propia burbujita, con las manos conectadas mientras caminaban por delante del grupo, ajenos.

La nieve crujió bajo sus pies y Amora pateó un poco hacia Harry que caminaba un paso por delante. El chico se dio la vuelta en un santiamén, frunciendo las cejas al mirarla.

—¡Oh, pagarás por eso! —Harry rió, corriendo hacia uno de los bancos para recoger toda la nieve que pudo.

Amora chilló mientras corría a ponerse a cubierto detrás de Ron y Hermione en el último segundo. El resultado fue que el chico con gafas lanzó una bola de hielo contra sus mejores amigos, lo que hizo que Hermione gritara mientras Ron murmuraba un, «¡maldita sea, qué frío, Harry!»

Harry no tuvo tiempo de disculparse antes de que Amora lanzara una bola de nieve en su dirección, viéndola aterrizar justo en su pecho. Harry miró hacia abajo y luego hacia arriba, fingiendo una mirada furiosa.

—¡Vuelve aquí, Amora! —Harry rió, persiguiéndola cuando ella empezó a dirigirse hacia la entrada del colegio.

Amora se dio la vuelta durante una fracción de segundo cuando chocó contra algo, o mejor dicho, contra alguien. Chilló cuando ambos cayeron al suelo, Amora cayendo encima de esa persona. Mientras se movía para levantarse y apartarse el pelo de la cara, sus ojos castaños se abrieron de par en par al ver a Draco Malfoy en el suelo, absolutamente horrorizado y furioso.

Esto tenía que ser alguna especie de pesadilla horrible.

Harry optó por alcanzarla en ese momento, sus risas se apagaron cuando se dio cuenta de por qué ella se había parado. Amora estaba tendiendo la mano para ayudar a Draco a levantarse del suelo y Harry juró que el rubio estaba a punto de aceptarla cuando sus ojos plateados se clavaron en Harry y este frunció aún más el ceño, optando por fulminar a Amora con la mirada y levantarse él mismo en su lugar.

—Por supuesto —espetó Draco, cepillándose la ropa de fin de semana—. ¿Vosotros dos, idiotas, alguna vez miráis por donde vais?

Se refería al comienzo mismo del año escolar, cuando Ron había empujado a Harry hacia Amora, quien, en consecuencia, había tropezado con la parte trasera de los zapatos de Draco. A Amora también le recordó la primera vez que se habían visto; cuando el tren se sacudió debajo de ella y ella acabó prácticamente encima de él.

—Lo siento, Draco —exclamó Amora— Aparté la vista un segundo y de repente─

—No he preguntado —le respondió Draco con un resoplido, pero Amora sintió que por una vez no había veneno detrás de sus palabras... parecía frustrado más que nada.

—Ella sólo se estaba disculpando─

—Está bien, Harry —le cortó Amora suavemente, poniendo la mano en el brazo de Harry sin apartar los ojos de Draco, que rápidamente los recorrió con la mirada—. Sólo vámonos.

Hermione y Ron por fin los alcanzaron, mirando extrañados a Draco mientras seguían a Amora y Harry a través de la entrada y hacia el calor de Hogwarts. Amora miró por encima del hombro y se encontró con que Draco ya la estaba mirando.

╰𓂃D.M + A.B𓏲ָ ╯

Faltaban sólo dos semanas para el Baile de Navidad y Amora se dio cuenta enseguida de que no tenía ningún vestido para la ocasión, a pesar de que estaba en la lista de cosas que había que tener que Hogwarts había enviado antes del curso escolar. Resultó que Kathy tampoco tenía nada que ponerse, así que las dos Hufflepuffs se habían reunido con Hermione antes de que las tres se dirigieran a Hogsmeade ese fin de semana, envueltas en gorros y bufandas y con algo de dinero en los bolsillos.

—Para que lo sepas, ya no tienes que preocuparte por Harry, va a ir al baile con Parvati Patil —dijo Hermione amablemente mientras pasaban por delante de Tomos y Pergaminos, riéndose por lo bajo al ver que Amora estaba distraída con los libros del escaparate. Palmeó el hombro de Amora—. ¿Has oído lo que acabo de decir?

—¿Hm? —Amora se volvió hacia ella—. Lo siento, estaba distraída.

—Amora ha estado soñando bastante despierta estos últimos días —dijo Kathy.

Amora lanzó una pequeña mirada a Kathy, pero la chica se limitó a encogerse de hombros a su vez.

—De todos modos, no importa —insistió Hermione—. Nada importante. ¡Oh! ¿Os habéis enterado de que Ron ha intentado invitar a Fleur Delcour al Baile de Navidad? Se quedó prácticamente paralizado cuando le rechazó.

—Pobre Ron —murmuró Kathy—. Espera, si no vas con Ron, ¿entonces con quién vas a ir, Hermione?

Hermione se sonrojó, apartando la mirada de las dos chicas. Amora levantó la vista, dándose cuenta de que aún no le había hecho esa pregunta a su amiga. También simplemente había dado por sentado que la chica de Gryffindor iría al Baile de Navidad con Ron.

—No se lo digáis a los chicos —les hizo prometer Hermione—. Ron enloquecería. Voy a ir con Viktor Krum.

Tanto Amora como Kathy jadearon ruidosamente.

—¡Hermione! —exclamó Kathy—. ¡Es muy mayor!

Hermione resopló.

—Sin embargo, yo soy bastante madura.

Amora le dedicó una pequeña sonrisa a su amiga.

—Mientras seas feliz. Deberías poder ir con quien quisieras.

Hubo un pequeño silencio antes de que Hermione chocara ligeramente los hombros con Amora.

—Tú también deberías, ya sabes.

—¿Hm?

Hermione puso los ojos en blanco pero sonrió con diversión.

Malfoy, Amora. Sé por qué te enfadaste tanto cuando Harry dijo lo que dijo, y creo que Harry se equivocó. Cuando se estaban peleando, Draco tenía esa mirada en los ojos cuando hablaba de ti. Y te dio su jersey, ¡por el amor de Merlín! Me pregunto desde cuándo se siente así.

Mientras Amora guardaba silencio, Kathy jadeó ruidosamente otra vez.

—¡Así que el jersey que era de Draco! ¡Susan no estaba mintiendo!

Amora soltó una risita y sacudió la cabeza.

—Es una larga historia.

—Es romántico —insistió Hermione, ganándose una pequeña fulminante mirada—. Oh, Amora. Debes admitir que es algo que leeríamos en una de nuestras novelas. Creo que Draco tiene miedo de enamorarse de ti, por eso es tan reacio.

—Pero ella es una Sangre pura —Kathy frunció el ceño—. ¿Por qué tendría miedo?

—También es una Hufflepuff, por no mencionar que es amiga cercana de Harry —intervino Hermione—. Ella es todo lo que Draco no es. Son opuestos... Es bastante dulce si lo piensas

—¿Podemos dejar de hablar de esto? —preguntó Amora en voz baja—. Estamos aquí por vestidos, y por si lo habéis olvidado, mi pareja para el baile no es Draco... es Blaise. ¿De qué color creéis que le gustaría que me pusiera?

—Te queda bien cualquier color —insistió Kathy cuando se detuvieron ante el escaparate de la tienda de vestidos que habían estado buscando—. Oh, ese burdeos es impresionante.

—Te quedaría precioso, Kathy —contestó Amora, recorriendo con la mirada la parte trasera de la tienda—. Entremos.

Cuando Hermione empujó la puerta para abrirla, el timbre que había sobre ella emitió un estridente sonido. Parecía que la dueña de la pintoresca tienda de vestidos, llena de algunos de los trajes más bonitos que Amora había visto nunca, estaba ya distraída con otro grupo de chicas que también compraban vestidos a última hora. Mientras Kathy y Hermione se entusiasmaban con el vestido burdeos que la primera había visto minutos antes, Amora se quedó mirando otro.

Parecía sacado de un cuadro renacentista o de una ilustración de uno de los libros de princesas que la madre de Amora solía leerle. Era un vestido largo hasta el suelo, de color rubor apagado, con un corpiño enconsetado, el material ligeramente transparente en el centro. Todo estaba decorado con estrellas plateadas y doradas que brillaban a la luz de la tienda, y en los brazos del maniquí había mangas extraíbles y una abertura en la falda por donde sobresalía la pierna.

—Oh, querida —exclamó la señora Opal, acercándose y tirando del material de la falda—. Este vestido te quedaría hermoso. ¡Ya puedo verte en él!

Amora era muy consciente de que la señora Opal diría eso de cualquier vestido de la sala para conseguir que se lo comprara, pero la voz de la señora mayor seguía haciéndola sonreír ligeramente. Había atraído la atención de Hermione y Kathy, que se acercaron, jadeando.

—Amora, ella tiene razón. —Los ojos de Hermione se iluminaron— ¡Es impresionante!

—¿Crees que las estrellas son demasiado? —preguntó Amora.

—¡Disparates! —protestó la señora Opal aunque la pregunta iba dirigida a sus amigas—. ¡Las estrellas son lo que hacen el vestido, señorita Buckley! Le dan un... toque único. ¡Algo que estoy segura que dejará a su acompañante para el baile con la boca abierta!

Amora se rió educadamente.

—¿Puedo probármelo?

—Por supuesto, señorita Buckley.

La condujeron detrás de una cortina roja, al fondo de la tienda, hasta una especie de pequeño podio. Se puso el vestido y se lo subió antes de que la señora Opal entrara y le hiciera la parte de atrás, ayudándola a ponerse las mangas. Con un movimiento de su varita, el vestido se ajustó a la pequeña estatura de Amora, y la parte inferior del vestido se encogió unos centímetros.

—¡Oh, cielos! —la señora Opal jadeó dramáticamente—. ¡Señorita Granger, señorita Redsoft, venid a ver a vuestra amiga!

La cortina se corrió lentamente y Amora oyó dos jadeos silenciosos.

—¡Amora! —Hermione sonrió— Estás... Estás hermosa.

—Para —Amora se sonrojó, rozando con la mano el material de la falda—. ¿Estás segura?

—Creo que me he estado enamorando del mejor amigo equivocado —exclamó Kathy—. Olvida a Leon, te ves etérea, Amora.

Etérea —repitió Amora por lo bajo, maravillada, y entonces la señora Ópalo la agarró por los hombros y le indicó que se diera la vuelta.

Un enorme espejo mostró el vestido en todo su esplendor. No quería presumir, pero le quedaba muy bien. El rubor de su piel le sentaba bien a pesar de que su bronceado veraniego empezaba a desaparecer. No se dio cuenta de que estaba sonriendo hasta que levantó la cabeza y miró su cara.

—Me encanta —admitió Amora—. Me lo quedo.

Kathy se probó el vestido burdeos y también acabó enamorándose de él, mientras Hermione insistía en que tenía un vestido propio en su dormitorio. Las dos Hufflepuff pagaron y salieron de la tienda con las bolsas en los brazos y una sonrisa en la cara.

—La señora Opal tenía razón, Blaise no va a poder apartar la mirada en toda la noche —insistió Kathy—. Seréis la pareja más hermosa de la pista de baile, eso seguro.

Amora sonrió al pensarlo. Sólo faltaban unos días para que ella bajara las escaleras hacia el vestíbulo. Esperaba que él la cogiera de la mano al llegar abajo, quizá la besara como hizo cuando le pidió que fuera con él al baile, y luego la invitara a bailar. Puede que incluso cuando fuera a por bebidas siguiera con su brazo alrededor de su cintura, orgulloso de presumir de ella ante sus amigos de Slytherin a pesar de que ella sólo era una Hufflepuff.

Una vez que las chicas regresaron a Hogwarts, con sus vestidos en las bolsas y unas cuantas bolsas llenas de dulces de Honeydukes, Amora y Kathy se separaron de Hermione para volver a la sala común de Hufflepuff, donde reinaba un ambiente alegre y luminoso; los miembros de todos los años estaban por allí haciendo todo tipo de cosas: estudiando, escuchando música, jugando a juegos de mesa, leyendo o simplemente sentados charlando...

Cedric estaba regando una de las grandes plantas que colgaban del techo cuando vio a su prima más joven arrastrar su bolsa por la entrada de la sala común. Bajó la regadera y sonrió mientras se acercaba y le ponía una mano en el hombro antes de que ella pudiera desaparecer en su dormitorio.

—¿Qué hay en la bolsa, Buckley? —se burló él.

Amora puso los ojos en blanco con una pequeña sonrisa.

—Un vestido.

—Ooh. —Cedric levantó las cejas— ¿Para mí?

—Toma —dijo Amora, haciéndole un gesto para que abriera la palma de la mano.

Cedric lo hizo y se sorprendió cuando unos cuantos dulces se vertieron en su mano. Sonrió emocionado y fue a meterse uno en la boca cuando lo retrajo, entrecerrando sus ojos azules hacia ella.

—No son una de las creaciones de los gemelos Weasley, ¿verdad? —preguntó él escéptico—. He visto lo que han estado haciendo los últimos meses.

—No —Amora se rió—. No les aceptaría un dulce ni aunque me lo suplicaran.

Cedric se metió con cautela el dulce con sabor a fresa en la boca y esperó unos segundos antes de dictar que estaba bien. La lengua no se le iba a hinchar hasta alcanzar el tamaño de una casa ni la piel se le iba a llenar de un severo acné.

—Gracias, 'Mora —murmuró con la boca llena, dándole palmaditas en la parte superior de la cabeza como si fuera su padre o algo así.

Amora le apartó la mano de un manotazo antes de subir las escaleras con Kathy, dejando caer las bolsas sobre las camas.

—Déjame ver, déjame ver. —Hannah se acercó corriendo y sus ojos se abrieron de par en par cuando Amora sacó el vestido y se lo enseñó— ¡Oh, cielos, Amora! ¡Blaise no va a poder resistirse a ti!

«Cierto, Blaise.»


( NOTA DE LA AUTORA: dyiansobrien )

¡aquí está el vestido de amora! puede que no sea del gusto de todo el mundo, pero a mí me pareció tan de ella cuando lo vi.

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