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𝐂𝐀𝐏²⁴ ━━━ No ayudas

CAPÍTULO VEINTICUATRO
( NO AYUDAS )

──Eso no es un libro de medicina, Andrew, es de Edgar Allan Poe ──dijo Lanier mientras sus dedos recorrían los lomos de los libros en la vasta biblioteca de Andrew. Las estanterías estaban llenas, un laberinto de conocimientos que parecía no tener fin. Cientos y cientos de volúmenes, cada uno con su propia historia, pero ninguno era lo que Lanier necesitaba en ese momento.

Andrew levantó la vista, sosteniendo el libro entre sus manos, con una sonrisa despreocupada que apenas ocultaba su entusiasmo.

──Oh, ¿de verdad? ──replicó, fingiendo sorpresa mientras examinaba el libro por ambos lados, como si acabara de descubrirlo. Luego, sin más preámbulo, se dejó caer en la cama, sus ojos ya inmersos en las primeras páginas.──Vaya... se ve interesante ──murmuró mientras sus dedos pasaban con delicadeza las hojas, el resto del mundo desvaneciéndose.

Lanier rodó los ojos. Ese era Andrew, siempre disperso, siempre atrapado en algo ajeno a lo que importaba en el momento.

──¿Vas a ayudarme o te vas a quedar leyendo? ──preguntó, su tono intentando sonar severo, pero con una leve ternura en el fondo, mientras observaba cómo Andrew se perdía cada vez más en las palabras de Poe.

──Sí, sí, perdón ──respondió Andrew, aunque sus ojos aún no se apartaban del libro. Al cabo de unos segundos, dejó el volumen de Poe a un lado y comenzó a buscar entre los libros a su alrededor. Apenas tomó uno, su rostro se iluminó nuevamente.──¡No puede ser! Es Orgullo y Prejuicio... Lo busqué durante tanto tiempo... Lo tuve que esconder de mi padre ──añadió, su tono lleno de nostalgia mientras se sentaba de nuevo en la cama, abriendo el libro con una mezcla de reverencia y ansias por sumergirse otra vez en su historia favorita.

Lanier lo observó, y por un momento, lo vio como aquel chico curioso que había conocido años atrás. Esa chispa inagotable, ese amor por las palabras, por los mundos que los libros ofrecían. A pesar de todo lo que había pasado entre ellos, esa parte de Andrew siempre había sido constante.

──Definitivamente no vas a ayudarme ──suspiró Lanier, negando con la cabeza. El cansancio en su voz no era solo por la falta de ayuda, sino también por el peso de la historia entre ellos. Por un instante, pensó en decirle algo más, pero lo dejó pasar. Había aprendido a elegir sus batallas con Andrew.

Sin embargo, Andrew no lo escuchó, completamente absorto en las páginas de Orgullo y Prejuicio, perdiéndose en el romance y la ironía de la prosa de Austen. Mientras tanto, Lanier continuó su búsqueda, sus manos recorriendo estanterías llenas de libros, buscando entre títulos que no le decían nada o que no eran útiles para lo que él necesitaba.

El silencio entre ellos se llenó con el suave susurro de las páginas siendo pasadas, y aunque no estaban hablando, ambos se sentían, de algún modo, cómodos.

Lanier alzó un poco la vista, sus ojos recorriendo la estantería llena de libros que se alzaba sobre él como una muralla. De repente, algo llamó su atención: un título familiar, uno que había buscado durante horas sin éxito. Una sonrisa, pequeña pero genuina, se dibujó en su rostro mientras estiraba su mano para tomar el libro.

Sus dedos rozaron el lomo del volumen, y al sentir el peso familiar en sus manos, algo en su interior se alivió. Abrió el libro con cuidado, casi como si estuviera manejando algo frágil, y comenzó a pasar página tras página, devorando cada palabra con los ojos. Sabía que dentro de esas páginas podía encontrar lo que estaba buscando, algo que podría ayudar a Belle. La idea de tener una solución tangible lo llenaba de una satisfacción que hacía tiempo no sentía.

Mientras pasaba las hojas, Lanier dejó escapar un suspiro. Durante ese breve momento, se permitió sentir una pizca de alivio, de esperanza, mientras el peso de la situación que lo rodeaba parecía disolverse, aunque solo fuera por un instante.

Andrew, perdido en su propia lectura, no notó el cambio en Lanier. Ambos, aunque en mundos distintos dentro de la misma habitación, parecían encontrar un pequeño refugio en las palabras que sostenían entre manos.

La puerta se abrió de golpe, el sonido resonando en la habitación como un trueno, y apareció Jack, con su mirada intensa y una determinación que apenas podía ocultar. Se aclaró la garganta, el gesto revelando su inquietud, mientras sus ojos escudriñaban la escena. Al ver a Andrew con el libro, frunció el ceño, una chispa de desconcierto cruzando su rostro.

──Esto es literatura pura ──anunció Andrew, levantando la tapa del libro con una especie de orgullo infantil.

Jack asintió, aunque su expresión seguía siendo una mezcla de sorpresa y confusión. No esperaba encontrar a Andrew en medio de un intercambio literario. Con un suspiro que parecía pesar más de lo habitual, se giró hacia Lanier.

──Necesito tu ayuda ──dijo, su voz más seria de lo que normalmente sería.

Lanier, que aún sostenía el libro en sus manos, levantó una ceja, la curiosidad reemplazando momentáneamente su sorpresa.

──¿Cómo supiste que estaba aquí? ──preguntó, su tono un tanto desconcertado.

Antes de que Jack pudiera responder, Janette apareció por la puerta, con los brazos cruzados y una expresión de desafío en su rostro.

──Te vi por la ventana al irte ──dijo, su tono revelando una mezcla de preocupación y afecto. Su mirada se posó en Jack, y aunque las palabras eran simples, había una historia silenciosa entre los tres, una red de conexiones y sentimientos que se entrelazaban en aquel pequeño espacio.

Lanier sintió una paz tremenda al ver a ambos. La tensión que lo había acompañado durante tanto tiempo se desvaneció, aunque fuera solo por un momento. Había algo reconfortante en la presencia de Jack y Janette, un recordatorio de que, a pesar del caos que lo rodeaba, no estaba solo. Sus rostros reflejaban preocupación, pero también un vínculo que lo envolvía como un cálido abrazo.

La calidez de esos sentimientos le permitió dejar de lado las sombras que lo atormentaban. Sin saberlo, tanto Jack como Janette representaban lo que había estado buscando: un refugio, una conexión, una razón para seguir adelante.

──¿Nos vamos? ──dijo el pelinegro sin preguntar para qué lo necesitaban o algo. Sabía que donde Jack lo llevara estaría bien. La confianza que había construido con él en los últimos días era un ancla en medio de la tormenta emocional que lo rodeaba.

Jack sonrió, aliviado por la disposición de Lanier.

( . . . )

──Pensé que haríamos de todo menos esto... ──habló Janette, observando la situación con una mezcla de incredulidad y horror. Un cuerpo fallecido estaba extendido en la mesa metálica de Jack, la luz fría del laboratorio resaltando la palidez de su piel. La atmósfera se tornó pesada, y el aire se llenó de una tensión palpable.

Sin prestarle atención a lo dicho por la joven, Jack sacó el corazón del fallecido con una precisión escalofriante. Lanier lo observaba desde la distancia, apoyado en uno de los muebles mientras sostenía un cuaderno con las notas del profesor, intentando procesar la gravedad de la situación. El silencio de la habitación fue interrumpido por una voz suave, pero llena de urgencia.

──Lanier... ──se escuchó de repente, y todos voltearon la mirada. Era Belle. Su presencia los tomó por sorpresa, y su aspecto desaliñado no pasó desapercibido.

La joven rubia se veía pálida y agotada, con los ojos ligeramente hundidos, como si no hubiera dormido en días. Sostenía varios libros en sus brazos, casi como un escudo, y sus pasos eran pesados. Lanier no dudó ni un segundo; dejó el cuaderno a un lado y se acercó rápidamente a ella, envolviéndola en un abrazo protector.

Belle no dijo nada, simplemente se aferró a él como si fuera su único ancla en medio de una tormenta. Los libros que llevaba cayeron al suelo, pero ninguno de los dos se inmutó. El abrazo de Lanier era fuerte, cálido, y en ese momento parecía ser lo único que mantenía a Belle en pie.

──Estoy aquí... ──murmuró Lanier suavemente, apoyando su mentón en el cabello de la joven. Podía sentir su respiración temblorosa, el esfuerzo que hacía por no derrumbarse del todo. Belle, tan fuerte y decidida, ahora se veía rota, frágil en sus brazos.──Te ayudaremos...

( . . . )

──Ten cuidado de no cortar la aorta o de romper la médula espinal. ──dijo Belle mientras le daba las indicaciones a Jack sobre qué debía hacer.

──No puedo... ──respondió el rubio, con la mirada clavada en Lanier, quien observaba todo con evidente preocupación.──No puedo hacerlo a ciegas. Te dejaré paralítica o te mataré. ──añadió Jack, el miedo palpable en su voz.

──No, se puede hacer... ──insistió Belle, metiendo sus manos en el pecho del fallecido para demostrarlo.──Listo. Ligadura atada. ──anunció, sacando sus manos y mirando a Lanier.──Sin daños en la aorta ni en la médula espinal.

──Supón que uno de nosotros pueda hacerlo, ¿cómo lo atamos fuerte para arreglarlo, pero no tan apretado que te corte la circulación por completo? ──preguntó Lanier, la preocupación era visible en su rostro mientras dirigía la mirada a Belle.

──Vamos a llenar la aorta de agua e intentarlo. ──dijo Belle, decidida.──Estamos muy cerca...

Pasaron unos minutos hasta que la aorta estaba llena de agua, y Lanier intentó atarla con sus ojos cerrados, concentrado. Jack observaba la escena, tratando de comprender cómo lograrlo. En el primer intento, Lanier falló, y el siguiente fue de Jack, quien también fracasó. Al tercer intento, Lanier seguía sin conseguirlo, y Belle, desesperada, lo apartó de su lugar.

──Muévete. Pinza. ¡Lanier! ──gritó ella, tomando el control.──¡Lanier! ──volvió a llamarlo con desesperación en la voz.

Lanier miró a Jack, quien compartía su tristeza, antes de acercarse a Belle, comprendiendo que habían llegado a un punto crítico.

──Belle, por favor, detente. ──pidió suavemente mientras intentaba abrazarla, intentando calmarla.

──¡No! ──protestó ella, aferrándose a las pinzas con firmeza.──No... No.

──Detente... ──repitió Lanier, rodeándola con sus brazos y alejándola del corazón.──No está funcionando... Perdón. Perdóname... ──murmuró, mientras ambos se abrazaban, la rubia dejándose llevar por el llanto.

Janette no pudo contener las lágrimas. La presión del ambiente, la tensión en el aire y el peso del fracaso la abrumaron de tal manera que salió corriendo, sus pasos resonando en el pasillo vacío. La puerta se cerró tras ella, dejando un eco de desolación en la habitación.

Lanier apenas se movió. Sostenía a Belle, la sintió desmoronarse en sus brazos, su respiración entrecortada, ahogada por el llanto. Podía escuchar cada sollozo resonar en su pecho, cada lágrima cayendo con la misma desesperación que él había sentido tantas veces antes. La vida, con todo su caos, había destrozado sus ilusiones una vez más. Él la rodeaba con sus brazos como si su abrazo fuera lo único que pudiera mantenerla unida, aunque sabía que, en ese momento, no había palabras, no había consuelo suficiente.

Levantar la vista y encontrarse con Jack fue como mirar su propio reflejo. Jack estaba de pie, inmóvil, una mano cubriendo su boca, sus ojos llenos de dolor, incapaz de procesar la gravedad de la situación. El cirujano siempre firme, siempre en control, ahora se veía tan perdido, tan vulnerable como ellos. No había un plan, no había una solución; la única certeza era el sufrimiento.

Lanier sintió el peso de su propio fracaso hundiéndose en su pecho, esa amarga sensación de impotencia que lo devoraba por dentro. Había querido salvarla, salvarlos, pero la realidad era implacable. Belle estaba rota, no solo por lo que acababa de suceder, sino por todo lo que había acumulado en su alma. Y él, que había sido su soporte durante tanto tiempo, ahora sentía que no podía ofrecerle más que un silencio lleno de culpa.

Se quedó allí, abrazándola más fuerte, como si al hacerlo pudiera absorber parte de su dolor, protegerla del mundo que les había dado la espalda. Pero sabía que eso no sería suficiente. Sabía que no podrían escapar del vacío que sentían.

Jack dio un paso hacia ellos, pero se detuvo a medio camino, sus dedos temblando levemente, como si quisiera ayudar pero no supiera cómo. Lanier lo miró, y en ese breve intercambio de miradas, comprendieron que ambos estaban destruidos, incapaces de salvarla y, en cierto modo, incapaces de salvarse a sí mismos.

Penúltimo capítulo de "Too Sweet" , lloró. Siento como si me estuviera despidiendo 😭😭😭

En fin
Les deseo un buen día, una buena noche o una buena tarde, dependiendo de dónde estén. ¡Cuídense mucho, manténganse hidratados y recuerden que los quiero un montón! ❤❤

Nos vemos en el próximo capítulo, y no olviden seguirme en TikTok por si les gustaría ver algunos edits de Lanier y Spoilers de lo que podría avecinarse

TikTok: _itsjosxs

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