𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐄𝐌𝐏𝐄𝐙𝐎́, 𝐄𝐍 𝐇𝐀𝐋𝐋𝐎𝐖𝐄𝐄𝐍
Faltaban varios días para Halloween. Exactamente, falta días para otro aniversario de seis años atrás de ese Halloween.
Estaba en frente mío, quien nunca pensé volver a ver.
- Kyo... ¿Kyojuro?
Estaba sonriendo, estaba malditamente sonriendo como si todo lo que pasó no fuera nada.
- Hola, Akaza. Volví.
No puede ser. Se que no puede ser.
Mis líricos araña azul aún seguían en el jardín, ¿No?
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Días antes del Halloween de hace seis años...
- Entonces, ¿Te irás solo unos días?
Pregunté con tono tranquilo, mientras veía a mi marido cerrar la maleta de viaje que lo acompañaría los próximos días. Yo estaba limpiando el polvo de los muebles de nuestro cuarto.
- Si. No te preocupes. Llegaré a tiempo para la fiesta de Halloween, se que te gusta festejarlo.
- También es cumpleaños de tú amigo, Uzui, ¿No es así?
Escuché su linda risita cantarina. Aquella de cuál me enamore desde hace años.
- Si, así es. Es otra razón para volver.
El sonido de algo caerse nos alteró a los dos.
- Uhh, lo siento... Yo, debí ser más cuidadoso.
Mi esposo se hincó dónde había caído el antiguo jarrón de vidrio, no veía su expresión, pero estaba callado. Cuando empezó a recojer algunos pedazos grandes se giró hacia mí y sonrió.
- Se que fué un accidente. No te preocupes. Puedo pegarlo.
- Oh no, déjame a mí, yo fuí quien lo rompió.
Ambos nos quedamos viendo, discutiendo con la mirada quien sería el encargado.
Al escuchar su suspiro, supe que yo había ganado. Sonreí internamiente.
- ... No debes molestarte. - Extendió muy despacio las pocas piezas que recogió. Que lindo, no quería darme más trabajo.
- No es nada. De todas formas, yo estoy limpiando esto, yo lo rompí, así que debo encargarme yo.
Tuve que apartarlo para que me dejara limpiar el resto del vidrio que el florero roto dejó. No lo veía directamente, pero sabía que Kyojuro tenía una expresión algo decaída. Deseguro quedó insatisfecho con que no fuera el quien limpiará. Pero, yo era su esposo, no lo iba a molestar con pequeñeces cómo está.
Después del incidente, le recordé que podía llegar tarde a su vuelo; tenía muchas cosas que hacer para volar en una de esas cosas, así que mejor no se atrase. le dí un gran beso, y un te amo cargado de sentimiento. Siempre se lo decía cuando se iba de viaje.
Fue recio a irse, porque me quería abrazar más; lamentablemente tuve que cortar nuestro momento, el trabajo de Kyojuro era importante también.
Cuando se fué, fuí por los fragmentos del jarrón roto y los tiré a la basura.
Kyojuro le gusta tratar de reparar cosas, y estoy de acuerdo con eso, pero quién quiera que vea el jarrón, sabes que el pobre ya no tiene salvación. Es mejor que Kyojuro no lo sepa, porque se que se sentirá triste.
Además, nunca me gustó ese jarrón, era demaciado extravagante.
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Fue ese mismo Halloween dónde prometió volver, que supe que había algo mal.
Kyojuro no volvió.
Kyojuro desapareció.
Le pregunté a sus amigos y familia, sin embargo, ninguno sabía sobre él o su paradero.
El trabajo había dicho que él había vuelto cuando sus asuntos habían concluido con éxito, así que se suponía que estaría en camino.
Las cámaras de seguridad del aeropuerto lo habían captado salir de este, tomar un coche acompañado, y esa fue la única pista que los policías tenían.
El coche no tenía placas, así que fue difícil localizarlo. Un año después, los detectives acargo de su caso encontraron un coche abandonado muy parecido al de la cámara de seguridad donde se subió Kyojuro. Encontraron una identificación muy escondida en este. Pareciera que lo querían ocultar, pero al mismo tiempo hacer que lo descubrieran.
Y al final, la pista de la identificación fue en vano, porque el coche le pertenecía a una anciana. Está había reportado su auto como robado meses antes de que Kyojuro desapareciera.
Ella nisiquiera sabía cómo fue el ladrón, porque se lo robaron cuando ella no estaba en el.
El único sospechoso que tenían, era la persona misteriosa que recogió a Kyojuro del aeropuerto.
Si Kyojuro subió de manera voluntaria ahí, entonces quiere decir que conocía a la persona.
Vários de los amigos de Kyojuro fueron interrogados, incluído su padre y hermano; pero todos tenían una cuartada sólida. El único que tuvo la mala suerte de no serlo, fuí yo. Fuí interrogado porque era su esposo, y por no tener una cuartada que no sea mi propio testimonio.
Pero yo no había sido. Lo sabía bien. Jamás le haría daño a mi esposo.
Cómo sí fuera una plegaria, los cielos me trajeron una ayuda.
Oh, más bien, el propio infierno. Porque mi testigo fué: Douma.
Era cierto que Douma me había visitado, con la maldita excusa de querer comer los caramelos y dulces caseros que suelo hacer todos los Halloween's. Por si fuera poco, el resto de vecinos de mi vecindarios confirmaron que vieron entrar a Douma en mi casa, y ver mi sombra en la cocina de ir de aquí para allá aquel día.
Incluso me vieron arreglar mi jardín para el día especial de la supuesta llegada de mi esposo.
Después de que se les acabaron los callejones después de dos años, los detectives se atrevieron a dejar el caso abierto y dar una absurda esperanza de que el futuro podrían re-abrir el caso con más pistas.
Me sentí tan indignado por eso. Jamás me había sentido así. No fuí el único, la familia y amigos de Kyojuro se unieron para formar búsquedas independientes del departamento de policía. Obtuvimos mucha ayuda comunitaria.
Pero tal y como paso con los profesionales, nos quedamos sin caminos tres años después.
Apesar que exigimos que el caso sea re-abierto, y también que aún hacemos búsquedas junto con asociaciones especializadas en desapariciones. Pero, no había avance.
Es como si Kyojuro se hubiera esfumado de la faz de la tierra.
El último año, todos hemos intentado tratar de alivianar la gran angustia de la ausencia repentina de mi amado Kyojuro.
Sus amigos habían recurrido a terapia, y han tenido progreso. Su padre y hermano se han unido más después de su ese día y también han tratado de seguir adelante juntos; incluso mi suegro dejó de beber para cuidar su salud, como había pedido Kyojuro tantan veces antes.
¿Yo? Yo... Simplemente no quiera seguir adelante.
Pero al mismo tiempo, lo estaba haciendo; como sin querer, algo me empujara a seguir, apesar que yo me quiera hundir en la desesperación.
Así que, cuando ví a Kyojuro enfrente de mi puerta el mismo día que lo ví por última vez, no podía salir del Shock.
¿Cómo es posible que volviera como sí nada?
- Hola, Akaza, Volví. - Sonrió tan rigidamente, que no podía creer nada.
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- Hijo.. hijo, ¿Dónde habías estado?
Los sollozos de Shinjuro es algo que pensé no volver a ver desde aquel día de hace seis años. Pero los volvía a ver, siendo derramadas por la misma persona.
Kyojuro.
Ante la repentina aparición de él, todos sus cercanos no tardaron en llegar después de les avisará, para ver qué no era una mentira que estuviera aquí. Frente a mí.
Yo estaba alejado de la gran multitud que rodeaba a Kyojuro. El se había rehusado a ir a un hospital en ese momento, ya que dijo que quiera estar con su familia que no había visto en mucho tiempo.
Todos nos hacíamos la misma pregunta.
¿Dónde diablos estabas?
Era de esperar la gran incógnita, por varios años se gastaron grandes suministros para poder encontrarlo; tanto de la policía como la comunidad, de profesionales, sean privados o públicos. Ninguno había dado fruto... ¿Y aquí estaba?
¿Cómo sí nada?
Apesar de la gran obviedad, que era ir a un hospital y llamar a la policía; Kyojuro logró convencer a casí todos de no hacerlo. Algo prácticamente imposible.
¿Casí todos? Sí, casi todos menos a mí.
- Quien diría que después de un sexenio, Kyojuro volvería.
La voz que de pronto me causo una gran irritación interna, me hizo girar hacia él.
Era Douma.
Este veía sonriendo, falsamente, hacia Kyojuro y los demás; pero sus ojos, no veían exactamente lo que pasaba. Estaba haciendo otra cosa.
Lo estaba analizando.
- Yo que tú, me aseguraría de que fuera él. Digo, ¿Seis años desaparecido y volver de la nada como si no hubiera pasado el tiempo?
Deje de mirarlo, y volví a ver a la persona que nuestra conversación se centraba. Estaba intentando ver lo mismo que Douma.
- Eso es demaciado sospechoso... Y aterrador.
No era el único que Kyojuro no logro calmar con su presencia y palabras.
Douma sabía que había algo raro.
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Algunos días habían pasado desde el regreso de Kyojuro.
Me estaba convenciendo que él había cambiado.
Se comportaba extraño. Cómo nunca antes había hecho. Eran los detalles lo que le delataban.
No podía confiar en las huellas táctilares, el ADN, la comparación facial. Nada. Había recurrido al hospital, a la comisaría. Y aunque me gane varias miradas de desagrado por la familia de mi esposo y sus amigos, por desobedecer sus pedidos de no ir a dichos lugares, lo hice.
Todo decía que era él.
Solo quedaba aceptarlo.
Pero todo de él decía que no lo era.
El dejó de decir su gran tic de decir "Umai" cada vez que comía.
Empezó a hablar más bajo, un volumen normal, a comparación de como antes, dónde por su falta de audición, gritaba muy seguido.
Empezó a ser mucho más sereno que su actitud apasionada de varios años antes.
Ahora su criterio se basaba en razonamientos fríos, y ya no tanto en sus valores ardientes de corazón.
Había empezado a llamarme con apodos cariñosos, en vez de mí nombre.
Dejó de mostrar sonrisas de dientes completos, a solo estirar sus labios hacia arriba con demasiada rigidez, como si hubiera olvidado como sonreír.
Especialmente...
- ¡Hola, Akaza! - Un tipo alto con cabello albino y golosinas en sus manos como forma de agradecimiento aprecio en la puerta de entrada. - Me preguntaba sí estaba Kyo-
- No está, salió para las compras de Halloween de hoy. Vuelve más tarde.
Y le cerré la puerta en la cara.
- Viejo metiche - Susurré. Pero bien sabía que él me había escuchado, con su maldito oído súper agudo.
Había tomado las golosinas, porque si no lo hacía, sabía bien que insistirá en dejarmelos, como una excusa para entrar.
- Tienes razón, amor. Tengen debería dejar de entrometerse tanto.
Especialmente, no dejaría que tratará mal a su maldito amante.
Este no era Kyojuro.
Lo empujé, y tome rápidamente lo que había cerca de mí cómo defensa. Un cuchillo.
- ¿Quien eres?
- ¿Akaza?, Amor, ¿Porque sostienes el cuchillo hacía mí?
- ¡Cierra la maldita boca!
Estaba harto, había pasado los límites de mi paciencia. Me estaba llenando cada vez más de coraje.
- ¡Respóndeme!, ¡¿Quien eres?!
- ¿De que hablas, cariño?, Soy yo, Kyojuro, tú esposo.
- ¡Tú no eres Kyojuro!
Grité. Sin duda alguna. Sin duda alguna de apuntar el cuchillo hacía su garganta sin titubear. Él no me manipularía cómo había hecho con todos los demás. Yo era inmune a él.
- ¡Se bien que no lo eres!, ¡Tú no puedes ser Kyojuro!
Había hecho que tuviéramos una noche de encuentro carnal. Para ver su cuerpo, aquel cuerpo que no había sentido calidez desde hace más de seis años.
Aquel cuerpo que no tenía aquella cicatriz que solo tenía conocimiento yo.
Lo raro había empezado cuando acepto mis caricias casi inmediatamente. Después a dominación a mí persona como tanto amaba. Él no lo hacía así, ya no.
Después sus embestidas a mí, su gran desbordante amor como había deseado tanto desde hace mucho, no era el que me daba. Era tan perfecto, que sabía a falsedad.
Sus ojos que aparentaban lujuria y pasión. Solo era como un espejo que se obligaba a reflejarlo, en el fondo, estaba hueco.
Seguía apuntando a su garganta, una rajada y moría por desangrado. Pero apunte mis ojos hacia su abdomen.
- Muestrame. - Demandé.
- ¿Qué, cariño?
- ¡Sabes bien a lo que me refiero!
Fueron largos minutos tensos, nuestras miradas se encontraban en una guerra. Yo tenía una mirada afilada y el tenía una tan serena, tan contrastante con la situación.
- ¿Te refieres a mi abdomen?
Brinqué internamiente por su repentina pregunta. Pero apunté mi cuchillo aún más cerca de él. Entendió como un "sí"
Se alzó la playera, revelando un abdomen perfecto. Hace tantos años, ese era el abdomen por el que babeaba.
Se encontraba liso, terzo. Sin nada.
- No se a lo que te refieres con querer ver mi abdomen, pero como puedes ver, no hay nada de especial.
Entonces, apunte el cuchillo a mi propia garganta.
Y Kyojuro se tensó.
- Caramelo. - Dije.
La mirada de Kyojuro volvió a serenidad. Cómo si no se hubiera espantado por unos segundos ante la amenaza que me autoponia.
- ¿Caramelo?, ¿Acaso quieres dulces, cielo?
No dije nada más, el solo hablaba ahora. Indiferente.
- Te daré caramelos, pero por favor, baja el cuchillo.
- Fue el caramelo con que te quemé, Kyojuro.
Un nuevo silencio se instaló.
- Se bien que no eres el Kyojuro real. Deja de fingir, y dime quién eres.
No pasó nada. Seguía igual, pero al menos dejo de intentar persuadirme con esas mierdas de palabras dulces.
- Soy Kyojuro.
- No lo eres.
- Yo lo soy.
Su voz tuvo un tono repentino, uno aterrador. Uno que estaba mal.
- Soy el Kyojuro que tanto haz deseado.
Empezó a hacercarse a mí. Yo reaccione, y le volví a apuntarlo cómo en un principio, en signo de que no intentara hacercarse más.
- Soy el Kyojuro que te recuerda tus pecados. Soy el Kyojuro que viene a cobrar las deudas de tú pasado. Soy el karma como tú amado Kyojuro.
No le detuvo el cuchillo. Poco a poco, mientras avanzaba, se incrustaba más y más en su pecho, tan fácilmente como si fuera arcilla húmeda. No salía nada de sangre.
- Soy el Kyojuro de aquel Halloween, dónde empezó todo.
Atravesó mis brazos, hasta llegar a mí, amarrando mis propias extremidades superiores con mí cuerpo como rehenes.
- Soy el mensajero maldito de tú fin a tú trato.
Agarró mi barbilla, con unos centímetros de distancia.
- Soy el mensajero maldito, de tú fin a tú trato, como el nuevo Kyojuro en tú vida.
Y me besó.
Tal y como comenzó el trato de hacer más de diez años.
Dónde un Halloween, cometí pecados, para tener a Kyojuro a la fuerza. Quien tenía ya a alguien en su corazón.
Con quién hice el trato, tomo la forma de Kyojuro, y me dijo que la paga sería acordada más tarde. No me importó, mientras tuviera a Kyojuro.
Se enamoró de mí. No dude en casarme con él, y mi vida como deseaba se estaba volviendo realidad.
Pero todo empezó a decaer tan horriblemente. Cómo sí los hechizos no fueran duraderos cómo me prometieron, y el amor de mi amado esposo se estuviera deteriorando. Entonces no dude en tomar acciones.
Le establecí límites de salidas, para que no vea a nadie quien yo no sepa de ante mano.
Le revisaba el celular, para que no pensará nada fuera de lugar, ni buscará las maneras de escaparse de mí.
Empecé a ser más rudo. Una sola mirada de advertencia, y me obedecía.
Amenacé con desaserme de sus cosas favoritas, para que tuviera razones para portarse bien.
Le obligaba a decirme "te amo" seguidos, para que recordara con quién había tomado votos matrimoniales.
Tenía que estar conmigo siempre, no a menos que le diera permiso de ir con sus amigos.
Le prohibí verse tan seguidamente con Uzui Tengen
La persona con quién Kyojuro se atrevió a engañarme. Aún después de todas las precauciones que tomé. El maldito se burlaba de mí.
No soporte, he hice algo a consecuencia.
De todas formas, se lo merecía por romperme así el corazón.
Planee todo desde hace mucho tiempo.
Esa anciana estaba sola, así que sería fácil burlarla sin hacerle daño.
Kyojuro simplemente vino a mí porque era su amado esposo recogiéndolo del aeropuerto de sorpresa. Quien no sabía que había revisado sus mensajes a escondidas para enterarme que planeaba llegar en pleno Halloween para no verme, y visitar a Uzui.
Paseamos un rato hasta que fue la hora donde sabía con exactitud dónde los vecinos no estaban en casa por horarios sean de trabajo, o estaban haciendo otras cosas que implicaba estar lejos de las ventanas.
Deje eaquel coche en un lugar escondido algo lejos de nuestro hogar y nos pusimos a caminar. Obligué a Kyojuro que no comentará nada. Porque, le tenía una linda sorpresa.
Entramos a la casa. Dónde nadie se había dado cuenta. Tenía tan buena suerte, que hasta parecía brujería.
Preparé lo necesario para hacer los tradicionales dulces que cada año hacía. Hasta que él estuvo tan calmado en ese ambiente hogareño, que decidí lanzar la bomba.
De que lo sabía.
El reaccionó como esperaba. Primero negando, después admitiendolo, y diciendo un millón de excusas de porque, que era yo un controlador y lo agobiaba, que amaba a otro, y tanta mierda que me hizo reír.
Kyojuro siempre fué un dramático.
Pero cuando me estaba riendo, en realidad estaba hirviendo en rabia. ¡¿Cómo era posible que me hablara así?!, ¡Era su esposo, su amado, su verdadero amor!
Y como era su verdadero amor, tenía el derecho de que hacer con su vida.
Le lance la olla con caramelo quemado hirviendo, que había abandonado por enfrentar a Kyojuro. El tonto grito de dolor, puesto que ni traía camiseta. Le tocó la piel directamente.
Tome el cuchillo que estaba cerca de mí, y le herí su ojo izquierdo.
Después de eso, solo hubo sangre, mucha, mucha sangre.
El intento defenderse, pero estaba tan débil por la quemadura.
Siempre tuve mucha suerte.
Cuando estaba apunto de limpiar todo, Douma llegó.
Se me quedó viendo a mí rostro, luego mi cuerpo y mi mano con el cuchillo.
Sonrió en comprensión.
- Ya era hora que lo hicieras, me preguntaba cuánto más aguantarías.
Me había dicho.
Pues, el había sido el primero en decirme de la aventura de Uzui y Kyojuro.
Me ayudó a limpiar. Trajo luminol, así que mientras yo me encargaba de enterrar a Kyojuro muy profundamente en el jardín. Él me hizo el favor de limpiar aquellos rincones con agua oxigenada que tenía guardado desde hace mucho.
Sabía bien que Douma no podía experimentar emociones, pero tenía cerebro, así que me pregunte el porque se volvía cómplice de esto.
- Me ayudaste con el ex-esposo y ex-suegra de Kotoha, así que esto es un favor por favor.
Cierto. Él le irritaba mucho la insistencia de la antigua familia política de su esposa para que volviera. Así que se encargó de ella.
Yo lo ayude porque no paro de fastidiarme. Pero veo que eso me ayudó.
Al final, le hice caramelos por como originalmente había venido en primer lugar.
Y los vecinos solo me vieron trabajar. Con Douma como acompañante, mientras me daba consejos para desaserme de la evidencia, y teníamos la tele encendida en películas de Halloween.
Kyojuro nunca salió de lo profundo de la tierra donde plantee los lirios araña azul en su tumba sin nombre.
Todo empezó en Halloween.
Aquella época donde era perfecto cometer pecados, y los portales al infierno se volvían más débiles.
Lo inicie en Halloween.
Viví con él, el Halloween.
Lo asesiné en Halloween.
Y el cobro del trato vino hacia mí en Halloween.
Cuando sentí el cuchillo en mi garganta mientras aún me besaba, no grite, no luché, fue como si no lo sintiera. Mientras me fundía en la ilusión de Kyojuro que tanto deseaba.
Entonces, como fue hace diez años, el cobro era volverse uno con él.
Volverse uno con Halloween.
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Espero que les haya gustado este pequeño aporte al Halloween 💖
Dejen su lindo voto, y comentario 🔪
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