veinticinco.
Después de ir a la comisaría no volví al hospital, sabía que el doctor estaría encerrado mientras se cumplía todo su proceso pero aún así me daba terror pisar el hospital por ahora
Rodri me había acompañado hasta mi hogar en aquella residencia, cuando llegamos empecé a limpiar las heridas que aún tenía en su rostro por aquella pelea con el doctor
—No debiste hacerlo.— exclamé pasando un algodón con alcohol para desinfectar la herida cerca de su ceja
Vi como se quejó y eso me hacía sentir un tanto culpable, no estaría herido si no fuera por mi culpa
—Él debía pagar por lo que te hizo.— murmuró —Y ahora no solo está herido, también está en la cárcel.—
Parecía orgulloso por lo que había hecho pero lo miré mal
—No quiero que me protejas mientras te pones en peligro.— murmuré
—Te protegería aunque tuviera que sacrificar mis rulos.— exclamó con una pequeña sonrisa así que también sonreí
Seguí limpiandolo hasta que estuvo todo listo, ahora solo se le veían pequeñas marcas
—Si tus fans ven que te lastimaste por mi culpa me van a funar.— bromeé un poco para sacarme un poco de la culpa que sentía
—Nadie va a saber que fue por eso, todos pensarán que me caí.— dijo en el mismo tono bromista
Se levantó del sofá donde habíamos estado sentados y me miró
—Te voy a preparar mi especialidad.— contó —Así te olvidas del mal momento que te hicieron vivir.—
Besó mi frente y se alejó, yo me quedé ahí con una gran sonrisa. No sé lo que había hecho pero había sido lo suficientemente bueno para que el destino me recompensara enviándome a Rodri
Lo esperé algunos minutos hasta que vi que trajo dos tazas de café para volver a sentarse a mi lado
—Sos la única que probará esto.— exclamó pasándome una de las tazas
—No es la primera vez que me haces un café.— recordé riendo
—Tomale un poco.— pidió sonriendo
Lo hice y en ese momento sentí que era lo mejor que había probado en toda mi vida, tenía un toque amargo por el café pero al mismo tiempo era dulce como las avellanas
—¡Está riquísimo!.— exclamé sin creerlo
—Lo sabía, no suelo compartir mi receta con nadie pero vos podes ser la excepción.— dijo dando un pequeño toque a mi nariz —Te haré café cada día de nuestras vidas.—
—No puedes hablar a futuro, no sabemos si podamos estar juntos "cada día de nuestras vidas".— reí, no era negativa, solo era realista
—¿Por qué pensás que no estaremos juntos?.— preguntó de repente
—¿Por qué piensas que si lo estaremos?.— contraataqué
—Porque vos sos mi destino.— habló bastante seguro de su respuesta
Él nunca paraba de demostrarme todo el amor que sentía hacia mí, era extraño pero por ahora me mantenía muy enamorada, jamás había sentido algo como esto
—No deberías llamarme "tu destino" .— dije y me miró mientras tomaba un poco de su café
—¿Por qué no?.— cuestionó tan tranquilo como siempre
—Porque no quiero volver al hospital.— conté, ahora parecía confundido —Y si no vuelvo no podré terminar mi pasantía, si no termino mi pasantía me regresarán de inmediato a mi país y si me regresan ya no volverás a ver a "tu destino".—
—¿Y no podes hacer algo para quedarte sin hacer tu pasantía?.— preguntó
—Tendría que tramitar mi residencia acá.— respondí, era más difícil de lo que sonaba, además era un trámite que me dejaría sin dinero por todas las vueltas y pruebas que requería
—¿Y por que no la tramitas?.— seguía con sus preguntas
—Porque no hay dinero.— me límite a responder y escuché como empezaba a reír —¿Te parece gracioso?.—
—Si ya no queres seguir en el hospital podes dejarlo.— dijo —Y con lo de la residencia yo te puedo ayudar.—
—¿Cómo me ayudarías?.— cuestioné ahora yo
No quería que él me prestara dinero para hacer todo eso, si dejaba el hospital me quitarían incluso mi lugar en la residencia así que tendría que buscar otro lugar donde vivir
Por un momento empecé a reconsiderar lo que significaba irme del hospital; tendría que dejar a Andrés y al Tata, dejar a este último me dolería más que nada
—Olvidalo.— exclamé, de todas maneras no había tenido respuesta —De todas maneras no puedo dejar al Tata, su familia no lo visita y siento que ambos nos hacemos buena compañía.—
—Si te sentís cómoda quedate pero no te obligues a hacerlo.— pidió —Estaré de acuerdo con todo lo que vos decidas pero mantente a salvo.—
Tenía miedo de todo lo que pudiera pasarme, era cierto que el doctor estaría algún tiempo encerrado pero por todo lo que había vivido sentía ansiedad, era como si de alguna manera hubiera quedado traumada
—Iré mañana al hospital, quizás así despeje mi mente.— dije y él negó —¿Por qué niegas?.—
—Mañana descansas.— recordó
Estaba tan estresada que lo había olvidado, la última vez que me había sentido así de estresada fue al momento de perder a mi papás y no saber que haría después de ellos
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