𝗶𝘅. ⊳ 𝗔 𝗺𝗼𝗻𝘀𝘁𝗲𝗿 𝗰𝗼𝘃𝗲𝗿𝗲𝗱 𝗯𝘆 𝗹𝗼𝘃𝗲.
❛ 𝒀𝒐 𝒅𝒂𝒓𝒆́ 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒓
𝒔𝒂𝒄𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒖𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔 ❜
❝ O9. UN MONSTRUO CUBIERTO DE AMOR.❞
❛ HEY, SHOULD I PRAY?
SHOULD I PRAY, YEAH
TO MYSELF? TO A GOD?
TO A SAVIOR WHO CAN
UNBREAK THE BROKEN
UNSAY THESE SPOKEN WORDS
FIND HOPE IN THE HOPELESS. ❜
“MONSTRUO”: esa fue la palabra que salió del grupo de Metkayinas en medio de la pelea. Por supuesto que había llegado muy claro a los oídos de Me'rah pero su significado y peso empezaron a golpear su cabeza luego de media hora mientras caminaba por la aldea junto a Tuk, Rotxo y Neteyam; no quiso indisponerse en el momento de la pelea pues había decidido preocuparse Kiri; debía protegerla; pero oh, claro que si había sentido en lo más profundo de su mente aquella palabra.
Nunca nadie le había dicho pero ella siempre se la decía a sí misma…
“Monstruo, Monstruo, Monstruo".
Nunca sería del todo humana ni na'vi, no importaba lo que pasara siempre sería eso: un Monstruo; algo extraño a que señalar, algo extraño sobre que hablar, algo a lo que podían observar con asco y prejuicio.
Algo que jamás pertenecía allí.
Y sabía que no estaba sola pero siempre había sido tan dura consigo misma con cada milímetro de su ser y alma, siempre se exigió más allá del resto para alcanzarlos, siempre entrenaba horas o días más que el resto, siempre debía ser más fuerte que los demás para ser considerada como ellos, siempre debía estar 10 pasos por delante y aun así seguiría siendo llamada "monstruo".
Ahora empezaba a creer que así era. Nada en ella le gustaba después de todo, era incluso más rara para quienes la comparaban con Lo'ak o Kiri. Era el monstruo de los monstruos.
Sabía que los metkayina jamás habían visto alguien de otros clanes, pero tener el valor y capacidad de decir tal palabra con tan grande peso era algo distinto, algo que en el momento ni siquiera ella quiso pensar o se quebraría más y la debilidad es algo que no puedes dejar ver a tus … ni a tus amigos o aliados después de todo.
Quería mantener su cabeza mirando al piso, evitando las lágrimas salir y con las emociones a raya mientras Rotxo y Neteyam discutían amenamente sobre los ilu, ninguno había notado el semblante de ella pero Tuk la llevaba observando hace un rato intentando buscar la forma de hacer que Me’rah se sintiera mejor.
Su corazón jamás cabría en ese pequeño pecho… era tan parecida a su madre y hermano mayor.
La pequeña mano de la na’vi tomó la de Me'rah y le miró preocupada, ganándose la confundida mirada de la humana.
Tuk quería saber que le pasaba a Me’rah.
—¿...Ocurre algo?—Preguntó rotxo viendo entonces a ambas al igual que Neteyam.
Avani tomó aire y sonrió, negando con la cabeza para luego decir muy tranquilamente:—Tuk quiere que la acompañe por un paseo. Ustedes sigan. Más tarde los alcanzo.
Neteyam se miró con Rotxo y dudoso de que algo más ocurría solo aceptó, después de todo sabía que ella se lo contaría cuando estuviera lista, su única preocupación era el no poder quedarse.
—...Estaremos en la playa.—Aclaró Neteyam un poco preocupado viendo a su amiga sonreír y encaminarse con la pequeña tuk hacia la dirección contraria.
La pequeña na’vi caminó con paso tranquilo y de vez en cuando se cercioraba de que los otros dos no estuvieran espiando, se aseguró de estar lo suficientemente lejos y cuando lo estuvo por fin decidió hablar con la linda rubia a su lado quien no entendía muy bien la situación.
—¿Está todo bien, Me'rah?—Soltó la pequeña mirando con preocupación a su amiga, preguntándose si aún seguía triste.
Me'rah conocía a la pequeña y aunque no siempre fue tan cercana como lo era Kiri, ambas sabían que se cuidarían la una a la otra y mentirle a esos inocentes ojos grandes y dorados era como un pecado capital.
—...Si...—decidió decir Avani sonriendo a medias, lista para cambiar el tema de conversación, sin embargo Tuktirey solo suspiró y decidió mirar al cielo mientras caminaban.—Ten cuidado por donde caminas.—dijo la rubia viendo un par de metkayinas pasar por su lado.
La niña la ignoró y con una sonrisa soltó:—Creo que es lindo pensar que compartimos el mismo cielo…
—...A que te refieres.—Soltó la humana mirando a la na’vi.
—Bueno, es como esas veces cuando juego decido mirar al cielo y si yo puedo ver el sol allá pienso en el hecho de todos vemos el mismo sol, aun sí no estamos en el mismo lugar y si no estamos juntos seguimos en la misma fila, en el mismo planeta. ¿Entiendes?...no importa que tan duro sea, al menos vemos el sol una vez más.
La forma en que los niños veían el mundo de pronto le hacía consciente que la vida no era tan dura, que no todo era tan malo, que aún había una luz, que tal vez solo se trataba de verlo desde otro punto de vista…
De que tal vez solo debía ver el mundo cómo lo hacía cuando era niña…
Se quebró, lo hizo y no pudo evitarlo…todas las cargas en su mente y hombros de repente se sintieron más pesadas y las lágrimas salían sin querer detenerse a la vez que sus pies se detenían agotados. Naylea sonreía levemente mientras admiraba el cielo un momento.
Definitivamente la Me'rah de pequeña era tan diferente a lo que era Tuk, Me'rah de pequeña jamás pudiera haber visto el lado radiante de aquel mundo...
—Sabes...—Soltó avani intentando controlar sus lágrimas mientras Tuk se acercaba a ella tomando sus dos manos muy atenta a cada palabra.—Desde niña tengo esta sensación de que estoy flotando fuera de mi cuerpo...mirándome desde arriba y odio lo que veo...la manera en que actúo, como sueno, y no sé como cambiarlo...Tengo tanto miedo que esa sensación nunca se vaya...Tengo miedo de todo...
Oh, si tan solo Eywa la escuchara...
Tuk sonrió amable y empática.
—Avani...esto es la vida, no el cielo. No tienes que ser perfecta…nadie jamás lo es. De eso se trata la vida, de constantes cambios. Mamá dice: "solo pon tu corazón en ello" y cada cosa valdrá la pena.
La sonrisa tan dulce en el rostro de la na’vi y el sol besando su piel hacían a Me’rah creer que veía un pequeño ángel frente a ella.
¿Cómo era que alguien tan pequeño tuviera tanta madurez? ¿Cómo era que la que lloraba era ella y no Tuk? Tanta razón y tan pocas palabras.
Tal vez siempre tendría esa sensación pero tal vez solo debía dejar de pensar en ello, solo por un momento y vivir su vida sin tantas cargas.
Sonrió y limpió sus lágrimas mientras Tuk soltaba su agarre con esa dulzura que todo niño tenía a esa edad.
—Hey, mira, es Tsireya. ¡Vamos a jugar con ella!
La más pequeña corrió hacia la Metkayina que tenía unas canastas y tras decirle algo al oído ambas llamaron desde lo lejos a Me'rah quien confundida sonrió limpiando sus pestañas y sin más remedio empezó a caminar con prisa hacia ellas transformando su piel humana a la na'vi para no sentirse tan pequeña al lado de Tsireya.
(...)
Esa tarde había terminado en una tarde de chicas, solo las tres en la tienda de Tsireya tejiendo varios collares y manillas con materiales de las canastas mientras reían y medían los objetos para que quedaran bien.
—¡Es muy grande!—Decía Tuk con una manilla en su muñeca.
—Eso te queda como collar.—Soltó Tsireya riendo tímidamente.
La pequeña na'vi estaba muy empeñada en hacer bien su manilla con conchas marinas y sus expresiones de concentración causaban risa en ambas adolescentes quienes también decidieron seguir tejiendo.
Los ojos de la Metkayina miraban la forma de tejer de Avani y curiosa preguntó:—Llevas mucho tiempo tejiendo, ¿no es así?
Los ojos azules de Me'rah se dirigieron momentáneamente a su amiga y asintió orgullosa de su nuevo collar que sería regalo para Tsireya.
La metkayina por su parte sonrió y continuó su labor de igual forma mientras tarareaba alguna canción contenta.
El ambiente era tan pacífico.
—Tu madre....—Inquirió de nuevo Tsireya. —debió haber tejido un hermoso cordón musical para ti, supongo.
Me'rah dirigió sus ojos al cordón que pendía de su taparrabos y muchos recuerdos y anécdotas llegaron a su mente como una lluvia de meteoros.
—...Si...aunque papá era quien la cantaba, así que no era muy agradable de escuchar.—Bromeó Me’rah quien seguía en su forma na’vi recordando de niña a Norm intentando recordar el ritmo de la canción con su violín en mano.
Ambas rieron y tras unos minutos más Tuk por fin había hecho una manilla a su medida, según sus palabras para recordar su nuevo ilu y el vínculo que habían formado; tras eso decidió marcharse en busca de Kiri para jugar un rato en el agua mientras tanto las otras dos finalizaban.
—La Tsahík Ronal si que debió hacer un cordón musical muy extenso para Ao'nung con tantos problemas que da.—Volvió a bromear Me'rah dirigiendo sus grandes ojos hacia lo que tejía.
—De hecho es más largo mi cordón.—Aclaró divertida Tsireya.—...Mamá se ve que es estricta pero solamente no deja ver a casi nadie su lado maternal y protectivo.—La na'vi le miró con empatía.—Tu madre debió ser una gran madre. Mamá el día que llegaste no dejó de hablar de Ga'ia cuando eran jóvenes. Eres un reflejo de ella.
Oh, mamá, si que habías marcado más corazones de los que creías.
—¿No has pensado hacer tu propio cordón musical?—Reiteró Tsireya terminando su collar.
Cordón musical…Jamás lo había pensado, no se le había cruzado ni una sola vez por la cabeza y si, cantaba de vez en cuando la canción de su madre pero no una de ella, además su voz no era la indicada para ello. Nunca lo había intentado.
Pero siempre hay una primera vez para todo, ¿no es así?
—Tu collar está listo.—Cambió de tema la Metkayina acercándose a su amiga y colocar con cuidado sobre su cuello un lindo collar de conchas blancas marinas.
Las gentiles manos se posaron sobre sus hombros y admiró un momento su trabajo en el hermoso cuello de Avani.
—También acabé el tuyo.—Me'rah con su cabello negro y piel azulada sonrió y entregó en las manos de Tsireya un pequeño anillo tejido al estilo Omaticaya con una hoja del bosque como un símbolo de aquel vínculo entre las dos.
—Es...hermoso.—Fue lo único que dijo Tsireya asombrada.
Las genuinas sonrisas de ambas terminaron en un abrazo en medio del silencio y con el sol poniéndose para el eclipse así anunciando la llegada de la noche con prontitud, sin embargo el momento se vio interrumpido cuando un na'vi llegó a la entrada con una gran sonrisa.
—Toc to-
Era Neteyam quien en cuanto vio lo que ocurría sabía que era el momento incorrecto para entrar pero aún así las dos chicas se separaron lentamente y dirigieron sus ojos al omaticaya en la entrada.
—¿interrumpo algo?—Espetó confundido.
—No, no, ya debo ir con mamá para las practicas de tsakarem. —Tsireya se apresuró a salir y en cuanto lo hizo se despidió dulcemente de ambos y se encaminó.
—¿estaban ocupadas?—Preguntó curioso Neteyam viendo a su amiga aproximarse a él.
—Estábamos tejiendo.
—Oh, esta bien. ¿Quieres dar un paseo?
(...)
Las noches en el clan eran más hermosas de lo que pudieran creer y en especial por aquella luminiscente agua que chocaba con la arena y fluía de vuelta. No se necesitaba de ninguna linterna para ver pues la luminiscencia del lugar bastaba para continuar caminando sin ningún problema.
El sonido de la brisa y las olas eran sólo sinónimo de paz y tranquilidad para la mente de Me'rah quien de alguna forma con todo el ambiente podía recordar aquella cueva que solía visitar con su amigo.
—¿Esto no te recuerda ese viejo lugar entre las montañas?—Soltó ella sonriendo mientras miraba a los ojos al na’vi a su lado quien asintió en silencio y le miró de igual forma.
—Era muy linda.—Soltó con nostalgia.—Cuando volvamos ese es el primer lugar que quiero visitar.
—...Yo igual.—Susurró la pelinegra de piel azulada mirando al frente sintiendo una gran paz estando al lado de su amigo.
Ambos se sentían como en su hogar, tal vez no físicamente pero la forma en que sus cuerpos y la simple presencia del otro recordaba de alguna forma que algo en ellos los mantenía cerca al bosque, cerca a lo que amaban.
Pero esa paz la querían sentir más físicamente, más nítida, más cerca a sus sentidos, a su tacto, y aunque Me'rah era incapaz de tal cosa poco a poco sus dedos intentaban alcanzar los del chico.
Y bueno, él tampoco ponía resistencia alguna.
El sonido de las olas y su movimiento era la excusa para Me'rah de mirar hacia esa dirección y no a su amigo.
¿Acaso sabia inconscientemente que eso no era algo que harían los amigos o por qué su corazón latía con fuerza y sus mejillas ardían? Solo pedía que no fuera la única en sentirlo.
Diría de que tal vez esa oleada de emociones podría ser por el cambio de lugar, que era un poco más duro lidiar con su mente y sentimientos debido a ese nuevo espacio que la rodeaba y no era fan del agua, debía admitirlo, pero no se quejaba de ese nuevo lugar, y ni hablar de la adaptación pues últimamente lo había hecho muy bien; estaba segura que si de otro lugar se trataba lo haría igual; pero aún si estuviera en el bosque sus emociones era lo más difícil de lidiar.
Sus palabras no salían aunque quisiera, pero lo que si podía hacer era tocar, seguir los dedos de su amigo en medio del silencio, esperando no estar haciendo nada mal.
¿Pero como estaría haciendo algo mal? si Neteyam estaba con el corazón en la boca y la orejas crispadas, todo reflejo de su nerviosismo. Su respiración un poco agitada y sus ojos mirando al frente sin atreverse a ver ni un solo segundo a otro lado le hacían ver un poco más rígido que de costumbre.
—Entonces...¿que estuviste tejiendo con Tuk y Tsireya?—Intentó pronunciar torpemente el na'vi.
—Oh, bueno, hicimos manillas y collares.—Espetó la contraria mirando hacía el mar.—Hay más conchas y ostras marinas por aquí de las que parece.
—Suena...interesante.
De nuevo hubo un silencio absolutamente incómodo pero en el buen sentido; sus dedos ahora estaban enganchados mientras caminaban cerca al agua y sus pies sentían el líquido luminiscente ir y venir con la arena.
Neteyam quería más, pero no quería asustarla, quería sentirla más, pero no quería que pensara mal, quería poder sentir algo más que su presencia al lado…pero tenía miedo.
Desconocía desde cuando había empezado a sentir ese tipo de miedo con ella, tal vez de perderla, un miedo que aún tenía una incógnita y aunque pidiera todas las noches a Eywa responder la pregunta de ese miedo al final sabía que era algo que Me'rah debía responder. No Eywa.
El sonido del mar y las estrellas eran el escenario perfecto, esta vez no para dos amigos, sino algo más que ambos estaban explorando sin decir ni una sola palabra, algo donde ambos estaban resolviendo preguntas en medio de ese silencio.
Con miedo, mucho miedo pero también valentía Neteyam decidió que era momento de tomar la mano de su amiga y con un delicado y cuidadoso movimiento de su mano sus dedos empezaron a entrelazarse con la azulada mano de ella; no parecía haber alguna resistencia y eso era buena señal, así que continuó esta vez juntando su palma con la de ella y algo en su mente y corazón hizo "click".
La cabeza de Me'rah daba vueltas y giros en lo que ocurría, en la intención de parte de los dos y la complicidad en ella; no podía negar que tenía nervios, nervios de girarse a él y encontrar esa misma mirada llena de amistad en sus dorados ojos.
Sin embargo solo había una forma de saberlo y era mirándolo directo a esos ojos radiantes llenos de luz. Tomó aire y sin pensarlo ni dudarlo lo hizo; primero miró las manos entrelazadas y luego a su amigo que sorpresivamente también estaba mirándola fijamente con una tímida sonrisa y una mirada difícil de explicar.
"¿El sentimiento era mutuo?" Pensaban los dos.
Parecía que sus ojos eran un universo infinito y cada uno se perdía en los del otro, sus corazones latían con fuerza, sus manos temblaban un poco y sentían que el mundo podría detenerse en ese instante pero los pasos apresurados de alguien a sus espaldas y respiración agitada los desconectó en segundos.
Era Ao'nung.
—Tengo...Tengo algo que decirles.—Fue lo único que dijo el metkayina mirando un momento el agarre entre ambos quienes como reflejo se soltaron en un instante.
—Que ocurre.—Soltó tajante Neteyam, pues estaba molesto por tal interrupción.
Me'rah cambió a su Forma humana y junto al omaticaya decidieron escuchar al hijo de Tonowari atentamente pero cada vez mas sus palabras hacía que las expresiones en el par se tornaran más preocupadas dejando un claro mensaje:
Lo'ak gracias a Ao’nung se quedó fuera del arrecife por horas y aún no aparecía.
El miedo de ambos no los dejaba ni respirar correctamente y en segundos Sully tomó de la trenza al más alto mientras Avani llamaba a su ikran para avisarle al resto de la desaparición de Lo'ak.
Todo pasó en segundos y los minutos contaban, no podían permitirse perder tiempo porque mientras Neteyam arrastraba a Ao’nung por la trenza, Me’rah subía con agilidad a su ikran.
—Iré con papá, infórmale al resto.—Espetó Neteyam caminando sin soltar al metkayina. Avani solo asintió y apresuró el vuelo de su banshee llegando en segundos hacia Tonowari y Ronal que parecían charlar con Tsireya.
El sonido de las alas llamó la atención, los habitantes cercanos miraban confundidos y sin aterrizar Me'rah con el corazón latiendo fuerte dijo:—Ao'nung llevó a Lo'ak fuera del arrecife.
Solo fue suficiente de esa frase para que ambos líderes se miraran asustados y en segundos llamaran a todo el clan para buscar al na'vi. Los guerreros se movían rápido, Tsireya saltó al agua con su ilu y Avani emprendió vuelo fuera del arrecife intentando buscar alguna pista del chico.
Pronto el clan entero estaba en la búsqueda y el ikran de Neytiri sobrevolaba la isla a varios kilómetros, Neteyam supervisaba a Ao'nung desde la costa y los Skimswings se desplegaban con rapidez más allá del arrecife.
El miedo de no encontrarlo era real y latente en los Sully.
—¡Lo'ak!—gritaban Jake y los guerreros navegando, pero no había respuesta.
—¡Lo'ak, donde estás!—Exclamó Me’rah alejándose un poco más atenta al profundo océano.
La adrenalina de que podrían estar perdiendo a Lo'ak para siempre les respiraba en la nuca y no quedaba más que culpar Ao'nung de ello. El único culpable era él.
Las alas de Alaska se batían con el viento en tanto su mirada se llenaba de ira e impotencia de no poder ver a su amigo, sus ojos no encontraban nada y los gritos de todo el clan le ponían un poco nerviosa. Sus ojos eran fríos y calculadores pero no podía evitar mirar de vez en cuando a Neteyam que interrogaba a Ao’nung con ira en su rostro.
El clan no hallaba a Lo’ak y Tsireya seguía en su búsqueda bajo el agua mientras los guerreros y pescadores navegaban por las aguas profundas intentando hallar algo que fuera de ayuda.
La respiración agitada pero controlada en el pecho de Avani le hacía escuchar sus propios latidos a pesar de estar sobrevolando la zona que era un poco ventosa.
Cada minuto que pasaba ponía a todos más escépticos y nerviosos de no poder hallar al na’vi, Neytiri sobrevolando con su banshee se le veía inquieta, Jake en su Skimswing también parecía serio pero preocupado y Tuk junto a Kiri intentaban llamar su nombre desde la playa con un poco de desespero.
Me’rah continuó volando mientras acomodaba su cabello un poco mejor y ver qué tenía alrededor, estaba ansiosa e impaciente. Quería hallar a Lo’ak pero no había ni una pista de él. Ao’nung simplemente nombró la dirección pero no había nada.
Giró con Alaska un poco más alejada del clan para buscar en aguas más lejanas pero solo veía pequeños cuerpos acuáticos como medusas y peces, aún así no podía perder la fé y decidió seguir observando antes de desistir hasta que a unos metros en el agua un gran cuerpo con luminiscencia se movía cerca a una roca y entonces un respiro de tranquilidad había vuelto a ella.
En silencio la rubia descendió arras al agua y entonces vio a Lo'ak encima de lo que parecía un tulkun.
—¿Lo'ak?—Preguntó incrédula aterrizando con Alaska en la roca donde el animal se detenía.
El tulkun se detuvo y el na'vi al igual que Avani bajaron de los animales para abrazarse. Lo’ak estaba feliz de poder volver y ella por fin tranquila de verlo sano y Salvo.
—¿Donde rayos habías estado?—Inquirió examinando rápidamente el cuerpo de su amigo encontrando varios hematomas pero nada grave.
—Luego te cuento los detalles.—Dijo él aproximándose junto a ella al Tulkun.—Él me salvó hoy de un akula.
El tulkun se veía feliz y a través de sus ojos reflejaba una linda sonrisa amigable.
—Wow...es inmenso.—Susurró la rubia acariciando la aleta del animal.—¿tiene nombre?
—Aún no lo sé...
—¡Lo'ak!—se escuchó a lo lejos los guerreros aún en busca del chico.
—Amigo, estoy en apuros. Debes irte.—Inquirió Lo'ak despidiéndose del animal.—te buscaré, lo prometo.
Me'rah confundida también se despidió y sin más el amigable Tulkun se retiró hacía las profundidades.
—¿Listo para volver?—Preguntó Me'rah viendo con Lo’ak a la ballena marcharse. El na’vi suspiró y asintió en silencio. Avani le dio una leve palmadita en su hombro y se alejó un poco de él para ir hacia Alaska, la rubia miraba a todo el clan en la búsqueda y con un solo grito conciso dijo.—¡Aquí está!
Me’rah se giró a él y le dio una leve sonrisa.
Solo bastaron de unos segundos cuando varios guerreros arribaron hasta allá y Lo'ak subiendo a uno de los Skimswing tomó camino hacia la aldea mientras Me'rah regresaba cerca a él con su ikran.
Tras todos cruzar el arrecife y volver a la aldea descendieron de los animales pisando tierra sanos y salvos. Avani dejó Alaska volar y se acercó a Neteyam en tanto Jake llegaba cerca a Lo'ak y una preocupada Neytiri también iba tras su hijo.
—El hijo de Sully apareció.—decían varios a los jefes del clan.
—Hallaron al niño.
—Está a salvo el niño Sully.
Lo'ak reflejaba mucha ira en sus ojos en cuanto vio a Ao'nung con los jefes y aunque se fue de inmediato hacia el metkayina con la intención de golpearlo Jake se adelantó y se interpuso para revisar las heridas de su hijo.
Me'rah sujetó el brazo de Neteyam y ambos quedaron en silencio mientras miraban la escena un poco molestos.
—Él esta bien, está bien.—Explicó Sully a Tonowari.—Sólo unos rasguños.
Por el lado de todos cruzaron Kiri junto a tuk quienes se detuvieron al lado de Me'rah.
Neytiri tomó de los brazos a Lo'ak y angustiada pero también molesta, dijo:—Pido fuerzas para...no arrancarle los ojos a mi hijo menor.
—No.—Intervino Tonowari.—Es mi hijo quien sabía que no podían ir afuera del arrecife.—La gran mano del Olo'eyktan se puso en los hombros de su hijo y lo obligó a ponerse de rodillas hacia la familia Sully y Lo'ak. —La culpa es de mi hijo.
—Esta bien, solo vámonos.—Intentó decir Jake nervioso.
—No.—de repente Lo'ak se metió decidido.
Todos le miraron curiosos.
—La culpa no es de Ao'nung. La idea fue mía, el trató de disuadirme...Yo-
Lo’ak mintió de repente.
Pero ¿por qué? Era la pregunta.
Sin embargo Jake solo lo tomó y decidieron dejar el lugar ganándose extrañas miradas no solo de los lideres, sino también del clan entero.
Neteyam, Me'rah y el resto decidió seguirlos y cuando estuvieron los suficientemente alejados Lo'ak se detuvo.
—Papá, me dijiste que hiciera amigos, que arreglara mi error. Es lo que estoy hacien-
—No quiero oírlo.—Le cortó jake muy molesto.
—Papá...
—No...Avergonzaste esta familia.
De pronto una carga que no debía ser puesta sobre Lo'ak Jake había decidido poner con tal comentario, no sólo haciendo sentir mal a Lo'ak sino también con una implícita sensación de culpa y negativismo, algo que Me'rah había notado por años, como si de la oveja negra se tratara.
Lo'ak solo quería ser como él pero Jake lo culpaba.
Sin embargo Lo'ak solo suspiró y pidió retirarse, solo para recibir otra advertencia de su padre si causaba más líos y luego se marchó en silencio.
—¿Donde estabas tú?—Entonces dirigió su mirada Neytiri a Neteyam.
—Eso mismo me pregunto.—Completó jake, en tanto Me'rah se aferraba al brazo de su amigo.
Una vez más era su culpa. De no haber sido por ella Neteyam habría podido evitar que Lo'ak saliera, o ella misma evitarlo, pero por primera estaba comprendiendo que no todo estaba sobre sus hombros y que Neteyam no debía tener cargas así.
Aun así Neteyam solo agachó su cabeza y pidió perdón como siempre, como si la culpa estuviera sobre él, como si todo lo que sus padres le refutaban lo aceptara.
(...)
El día no había terminado bien, ni siquiera como lo pensaba o como imaginaba que seria. Irse a la cama con tantas cosas en la cabeza no era muy bueno o relajante.
Todos estaban durmiendo, pero Me’rah aún seguía dando algunas vueltas en su pequeña cama cómoda intentando dormir, pero era imposible.
Neteyam había notado en medio del silencio algo y mientras el resto dormía vio a su amiga aún despierta, suspiró y sin ningún aviso decidió recostarse junto a ella conversando un poco de distancia.
—¿Que haces?—Susurró la rubia.
—Intento dormir. Deberías probarlo.—Susurró de vuelta el na'vi cerrando uno de sus ojos para luego hacer sonreír a Me'rah quien no se negó más y decidió girarse hacia su amigo con un poco más de paz.
—Que gracioso— susurró dándole un leve codazo para luego cerrar sus ojos.
(...)
El bosque.
De repente ahora estaba en el bosque y la sensación de que alguien la observaba le erizó la piel, haciéndola ver a todos lados confundida.
El aroma del bosque era palpable, los sonidos de las aves y los rayos del sol también se percibían con facilidad.
Pasos a su alrededor como si la acecharan la hicieron respirar agitada y cuando menos creyó una voz en su oído solo dijo:
"Tienes un propósito mayor del que cualquiera de nosotros podría haber imaginado."
La voz de su madre.
(...)
Y antes de que pudiera averiguar el por qué de todo un tactoq en su brazo le hizo despertar de golpe, haciéndola sentar en su lugar completamente asustada.
Se giró Precipitadamente hacia Neteyam y notó que era quien la había tocado un momento sin querer, sin embargo seguía dormido.
Suspiró, pero aún la duda de que había sido eso y a que se refería darían vueltas en su mente el resto de la noche.
(...)
Como si hubiera sido una eternidad, por fin amaneció, no obstante el día comenzó muy temprano cuando Lo'ak reunió a todos, inclusive a Ao'nung para charlar sobre lo que le había ocurrido el día anterior.
Estaban cerca a los estanques del arrecife y sentados en círculo, todos mirando a Lo'ak y Me'rah junto a Neteyam con sus ojos cansados pues su noche si que había sido larga tras ese extraño sueño.
—Ojalá hubiera estado allí.—Opinó Kiri fascinada.—El océano te concedió un regalo, hermano.
—Pero los tulkun no han regresado aún.—Se metió Ao'nung esta vez un poco más amigable y sin sus otros amigos nefastos.
Aun así para los demás si era molesto tenerlo cerca, en especial para el mayor de los Sully, quien tenía la desgracia de tenerlo a su lado hablando.
—Además un Tulkun no anda solo.—Completó el metkayina recostándose en su propia rodilla.
Neteyam rascó su cabeza con fastidio y avani solo pudo acariciar su hombro para calmarlo.
—Lo sé, pero le faltaba una aleta.—Siguió Lo'ak mirando a Tsireya. —Tenía un muñón, en su lado izquierdo.
—Pobre Tulkun...—Susurró tuk.
Sin embargo la expresión tsireya se tornó con preocupación, como si Lo'ak hubiera dicho algo malo.
—Que pasa...—Preguntó la rubia curiosa pues aquel tulkun la noche anterior se veía amigable.
—Es Payakan...—Dijo con preocupación y miró a Rotxo y Ao'nung. —Payakan...
—¿Quién es Payakan?—Inquirió Kiri.
—Un macho joven que enloqueció. Está exiliado, completamente solo.—Explicó rotxo.—A él le falta una aleta.
Tsireya miró a Lo'ak con miedo y dijo:—Dicen que es un asesino.
—¿Que?—Intentó decir Lo'ak. —No, n-
—Mató a unos na'vi y otros tulkun.—Siguió Ao'nung.
Neteyam y Avani se miraron, ella casi diciéndole telepáticamente que no creía eso pero Neteyam no pensaba lo mismo, para él ese tal Payakan era un peligro. Ninguno hacia ninguna expresión pero sus ojos decían todo.
A diferencia de Me'rah, él no había visto a aquel Tulkun, por lo que las ideas un poco adelantadas de lo que los metkayinas estaban diciendo empezaba a preocupar a Neteyam.
—No pasó aquí, fue muy al sur.—continuó Ao’nung.
—No creo que sea un asesino.—Espetó firme Me'rah observando al grupo.
—No lo es.—Susurró Lo'ak.
—Escucha, Lo’ak.—Tsireya tomó la mano del omaticaya viéndolo con preocupación.—Tienes suerte de seguir vivo-
—Les estoy diciendo él me salvó de Akula. Es mi amigo.
Neteyam suspiró y se paró detrás de su hermano apretando los hombros del menor divertido, aunque a la vez un poco serio.
—Mi hermanito...El poderoso guerrero que—se agachó hasta su rostro y bromeó:—enfrentó al tulkun asesino y vivió para contarlo.
Neteyam sonrió pero Lo'ak molestó se zafó del agarre y poniéndose de pie concluyó diciendo:—Ninguno de ustedes me está escuchando.
—No, no, yo si estoy escuchando.—Dijo inocentemente Tuk viendo como el omaticaya se retiraba muy molesto.
—Hey, Lo'ak, vuelve...—Intentó decir inútilmente Kiri.—...skxawng.
Nadie quiso seguirlo, pero Avani si quería hablar con él, así que dándole una mirada molesta a Neteyam decidió ir detrás de Lo'ak.
—¡Hey!—Intentó la rubia alcanzarlo con sus cortas piernas humanas hasta la playa.—Lo'ak, por favor espera.—Espetó logrando sujetarlo del brazo para que parara.—¿A donde vas?
—A hablar con Payakan.—Dijo molesto Lo'ak.
La ojimiel recuperó el aliento y miró un segundo hacia el resto del grupo a unos metros mientras seguían charlando y luego volvió hacia su amigo.
—Ya sé que probablemente ninguno te crea, pero yo si.—Dijo ella viéndolo a los ojos.—Conocí a Pakayan, tal vez no tanto como tú, pero...quiero ir contigo, quiero conocer a Payakan aún si ellos creen que es un asesino, confío en tus palabras, Lo’ak.
—¿Que?—Lo'ak al principio se veía un poco desconcertado.—¿Estás segura?
(...)
Solo bastó que Me'rah tomara vuelo con Alaska sin que nadie viera y junto a Lo'ak en su ilu empezaron a alejarse del clan y el arrecife en busca de Pakayan hacia lo que Lo'ak llamaba "las rocas 3 hermanos".
El camino no fue tan largo como pensaba y cuando por fin ambos llegaron Me'rah decidió dejar a Alaska cerca en las rocas mientras estaba en el agua junto a Lo'ak, esperando por el tulkun.
—¡Payakan!
Gritaba Lo'ak en busca de su amigo con las grandes rocas de fondo.
—¡Payakan!
Debía admitir que las acusaciones de los demás asustaban un poco, pero estaba allí para comprobar si eran ciertas. Ver para creer, es lo que dice su padre.
—¡Payakan!
Con ese último llamado fue suficiente para el gran tulkun apareciera de lo profundo del agua a unos metros de ellos muy tranquilo.
Los dos chicos nadaron hacia el animal y con cuidado subieron a Una de sus aletas, cerca a sus pequeños ojos.
Avani, tomó un poco de aire y decidió cambiar su piel a la na'vi para luego acomodar su melena negra notando a Payakan observándola mientras ella se sentaba con cuidado en la aleta.
—Si, es una locura lo que puede hacer. Se llama Me'rah. —Lo'ak la presentó con el tulkun quien achicó sus ojos feliz de conocerla.
—Hola, Payakan.—Dijo ella poniendo una de sus manos azuladas en la piel del animal.
Lo'ak la miró orgulloso de su amigo y luego de un pequeño esfuerzo por subir a la aleta del animal se puso más serio.
—Por qué te exiliaron.—Preguntó con señas.
Pero el tulkun solo miró hacia abajo y luego emitió un sonido que Lo'ak había interpretado como que el tema podría ser un poco sensible para el animal.
Lo'ak se mostró comprensivo y al final solo dijo "puedes confiar en mi, yo en ti".
Definitivamente allí había una historia mal contada y eso le bastaba a Me'rah para tener la leve corazonada de que Payakan no era el villano que decían y que como muchos Tulkun solo quería algo de compañía, algo a qué llamar…hogar.
No era capaz de simplemente contar aquel recuerdo que parecía perturbarlo por lo que Lo’ak y Me’rah decidieron no presionarlo más.
Sin más que decir, Payakan empezó poco a poco mostrar su faceta juguetona que era alimentada por Lo'ak como si tuvieran la misma personalidad y de lo que Me'rah podía ver estando fuera de sus juegos era la complicidad entre ellos y lo bien que Lo'ak se desenvolvía, cosa que no pasaba ni siquiera con su familia.
Luego de unos minutos Payakan había decidido que Me'rah debía participar en los juegos de ellos y subiéndola en su aleta sin previo aviso empezó a nadar a toda velocidad y girando bajo el agua haciendo reír a la chica ojiazul poco a poco.
Si bien Lo'ak había nombrado un akula cerca, Payakan le daba la tranquilidad de que estaría a salvo con él así que ¿por qué no seguir el juego?
Junto a Lo'ak nadaban, corrían por el lomo del tulkun y se tiraban al agua al tiempo que Payakan e incluso el animal seguía muchas instrucciones tontas de Lo'ak como el nadar más y más rápido hasta que ambos na'vi se soltaran por la fuerza del agua.
Pero la diversión para Me'rah estaba acabando, pues debía volver con el resto para visitar el árbol de espíritus, así que tomando a Alaska y despidiéndose de Payakan y Lo'ak tomó vuelo, diciéndole a su amigo que no diría nada sobre el lugar ni el tulkun y sin más se alejó junto a su banshee de vuelta al Clan.
(...)
Alaska la dejó en la playa y tomó vuelo de nuevo, soltando a su jinete cerca al numeroso grupo de na'vis adolecentes preparándose para partir con sus ilus.
Se aproximó a ellos cambiando su piel na'vi a la humana y arregló un poco su cabello mojado.
—¿Donde habías estado?—Preguntó kiri terminando de colocar la montura de su ilu.
—Jugando un rato con Alaska.—Fue lo único que dijo la rubia viendo como Neteyam que ya estaba montado en el ilu la llamaba para subir con él.
Avani nadó un poco hacia ellos y con ayuda de Neteyam subió detrás de él, acariciando brevemente al ilu y esperando por lo otros para irse.
Estaba nerviosa pues luego de tanto tiempo por primera vez volvía a intentar conectarse a Eywa y no podía negar que eso le asustaba un poco.
—¿Todos listos?—Preguntó Ao'nung a lo que todos respondieron con un "si" y sin más que hacer la manada de ilus emprendió su camino rumbo al árbol.
Guiando iban los 3 metkayina seguidos de Kiri y Tuk en un mismo ilu y Neteyam junto a Me'rah de igual forma.
El camino fue más largo pero el trayecto y las maravillas del agua fascinaban mucho a la rubia que se aferraba a los hombros de su amigo, los animales marinos, los arrecifes, las rocas incluso eran hermosas bajo el agua.
Pero sin saberlo la mejor parte fue aquella inmensa roca en forma de círculo en cuanto subieron a la superficie. El eclipse formaba una perfecta circunferencia con la roca y sólo eso era hermoso de ver, no obstante faltaba el árbol de espíritus, que quedaba debajo de esa gran roca, bajo el agua.
—Esta es la ensenada de los ancestros.—Indicó Tsireya.—Nuestro lugar más sagrado.
—Mira el eclipse.—Susurró la rubia a Neteyam, quien cubriendo un poco sus ojos dirigió sus orbes dorados hacia lo señalado y sonrió fascinado, al igual que todos.
—La mejor es vista es con el eclipse.—Continuó Rotxo nadando tranquilo.
(...)
La noche cayó y la luminiscencia del árbol era más que mágica, era enigmática y parecía que llamara para verlo más de cerca, tal como el árbol del bosque.
La sensación en Me'rah era casi igual a antes cuando estaba frente al gran e imponente árbol de los Omaticaya.
—este es nuestro árbol de espíritus. —Habló Tsireya mientras el grupo nadaba con los ilu por encima del árbol.
—Es precioso...—Susurró la rubia sonriendo aún más asombrada bajando un poco su mano al agua mientras el ilu se detenía poco a poco.
Decidieron bajar por su cuenta y mientras más descendían más los hermosos detalles de aquel árbol eran impresionantes, sus hojas eran más como finas algas púrpura y sus raíces emanaban el mismo color verde luminiscente que el del bosque, los ojos miel de la humana no paraban de observar cada pequeña cosa en él a la vez que sus pequeñas pecas luminiscentes eran más radiantes.
Kiri formó el vínculo con ayuda de Tsireya y luego Tuk junto a Rotxo y Ao'nung. Solo faltaba ella…y Neteyam.
Se giró para buscar a Neteyam y en cuanto lo tuvo a su lado lo miró en silencio y con señas le dijo "no sé si esté lista".
El na'vi sonrió y también con señas le hizo entender "solo tienes que probar para saberlo".
La ojimiel asintió un poco nerviosa y tomando su trenza cubierta por cabellos rubios acercó su otra mano a Neteyam y este la apretó listo para también formar el tsaheylu con su trenza.
Ambos se miraron un momento y el instante en que ella se sintió lista su trenza dejó ver los pequeños tentáculos y el tsaheylu se formó, ahora solo debía esperar si funcionaría.
Sus ojos se cerraron y se aferró a la mano de Neteyam pero cuando estaba por iniciar su oración a Eywa, como siempre el vínculo falló y en su trenza un dolor punzante se sintió, haciéndola forzar el cierre del Tsaheylu asustada.
En cuanto sus ojos se abrieron la luminiscencia del árbol fallaba como un bombillo y Kiri estaba a unos metros convulsionado sin parar.
Algo malo había ocurrido.
Todos se apresuraron a ir tras la na'vi, Tsireya retiró el vínculo de Kiri y con ayuda de Rotxo, Neteyam y Me'rah la subieron ágilmente a la superficie.
Sus pecas en el cuerpo titilaban y el miedo de que algo muy grave le estuviera pasando era lo único que cruzaba sus mentes.
Me'rah fue la primera en subir a la superficie y llamó rápidamente a su ilu.
—¡Aquí, súbela!—Indicó La rubia viendo salir a Neteyam con Kiri del agua.
El chico con ayuda de Rotxo subió al animal con su hermana en brazos y agarrándola mejor se dispuso a hacerle respiración boca a boca para sacar el agua de sus vías respiratorias.
—¿Que está pasando? ¿Que tiene?—Preguntó muy asustada tuk.
—Un ataque, convulsionó.—Explicó rápidamente la rubia sujetándose un poco del ilu para mantenerse a flote.
—¿Respira?—Preguntó Rotxo impaciente.
Luego de unos segundos por fin un quejido de Kiri se oyó y fue señal suficiente de que estaba viva. Debían irse lo antes posible.
—Tenemos que irnos, ya.—como una orden, Neteyam con una mano ayudó a Me'rah a subir detrás de él y ahora sujetando a Kiri el ilu aceleró en segundos.
—¡Nos vemos en la aldea!—Les Gritó la rubia para luego sujetar desde su posición la mano de la na'vi mientras nadaban a toda velocidad.—Estaremos bien, Kiri.—susurró preocupada.
Neteyam por su parte estaba en silencio, concentrando en llegar lo más rápido posible con el corazón a mil latidos y de los nervios un poco tembloroso, sin embargo no estaba solo, tenía a Avani detrás y su presencia y palabras un poco más calmadas le tranquilizaba de que todo saldría bien, tal vez esa era la única razón de su impulso por hacerla subir al ilu con él.
Ella le traía un poco de seijaku, paz en medio del caos.
(...)
Al llegar fue muy caótico y como si todo avanzara en cámara lenta los dos chicos llegaron con Kiri en brazos gritando por ayuda y tras conseguir las miradas de todos, Ronal llegó con ellos, guiándolos hacia una tienda donde pudieran recostarla y tras unos segundos Jake y Neytiri llegaron agitados.
Jake desesperado solo tuvo una alternativa, llamar al más indicado para esos casos y esperar al amanecer por que llegara al rescate.
Pero la espera era más difícil cuando tenían la incertidumbre de si esa ayuda llegaría o no, y bueno, Neteyam era paciente pero esa noche estaba tan ansioso que había decidido permanecer cerca a la costa listo para avistar la ayuda en cuanto llegara.
Me'rah por su parte decidió permanecer fuera de la tienda en que estaba Kiri junto a Neytiri y Tuk; sabía que el sueño no sería fácil de conciliar pero tras varias horas intentando acomodarse un poco en la silla que estaba por fin sus pequeños ojos humanos se cerraron, apagando todos los pensamientos, las tormentas y tempestades de su mente.
Solo por un rato.
(...)
De nuevo en el bosque.
Mismo punto.
Misma voz.
De nuevo el mismo sueño.
O eso parecía.
—...¿Hola?—Soltó Avani miedosa de lo que pudiera pasar. Su voz hizo eco entre los árboles y entonces hubo respuesta.
Una pisada.
—Eywa dice que tus hijos no son tuyos...—Empezó aquella voz, la voz de su madre, proviniendo de todas las direcciones.—Son hijos de la vida deseosa de si misma. No nacen de ti, solo a través de ti.
Cada vez se sentía más y más cerca aquella voz, que de solo oírla sus ojos se cristalizaban y se llenaban cada vez más de lágrimas. Jamás había escuchado a su madre más allá de cortas grabaciones que su padre tenía, pero algo en su corazón le gritaban que ella estaba allí… Que se trataba de su madre.
—Aunque estés conmigo no me perteneces…no me perteneces aunque quería darte mi amor, quería ser yo quien te sostuviera, quien te enseñara sobre esta vida, quien te mostrara este mundo…pero la vida y Eywa decidieron las cosas de este modo y jamás te arrepientas del pasado o si algo hubiera sido distinto cambiaría el presente, mi niña...
Entonces apareció; su madre apareció justo frente a ella con lágrimas en sus mejillas y su expresión llena de tristeza, justo como Me'rah.
—Eywa está usando todo este dolor para un propósito más grande…Todo esto te está enseñando algo, tal vez no será el mejor capítulo de tu vida, pero sólo es un capítulo, no el fin de tu historia.
Su manos delgadas y azuladas se movieron hacia sus rosadas mejillas y limpiaron con cuidado cada gota aún sabiendo aún que no pararían.
Oh, como dolía escuchar aquella quebrantada voz y admirar su triste expresión.
—Haz salido adelante siempre, está permitido caerse, pero es obligatorio levantarte, siempre pudiste y siempre lo harás, mi niña, volverás a brillar, verás el sol salir de nuevo, vendrán tiempos oscuros, pero también brillantes.
Quería tocar a su madre, decirle que la extrañaba, que necesitaba un abrazo, que ya no podía seguir más sin ella… pero de repente no podía moverse y lo único que tenía capacidad de, era llorar, llorar sin consuelo al igual que su madre, mientras las hojas de los árboles caían lentamente hasta chocar con la tierra.
—Jamás serás un monstruo...eras muy pequeña para pasar por tanto, ni la persona más grande lo soportaría...por favor no te culpes....
“No te culpes…”.
Y entonces todo desapareció en un segundo.
(...)
—¡Mamá!—De repente gritó suplicando desde lo profundo de su alma, dolida y maltratada por tal sueño, añorando poder volver allí, pero ahora que había despertado notaba que solo era eso: un sueño.
Nada más.
Su respiración agitada, el sudor y las lágrimas empapaban su cuerpo y entre todas las luces apagadas de la tienda algo estaba iluminando a centímetros de ella.
Era una luz tenue, proveniente de la punta de su trenza, sus pequeños tentáculos brillaban más de lo normal sin explicación y aunque los observó de cerca era simplemente inexplicable.
¿Eywa tenía que ver? No quería pensar que así era y prefirió solo calmarse y volver a dormir, pero algo extraño si que había ocurrido.
Sin saber ni notarlo aquel sueño también hizo aparecer en su brazo una nueva cicatriz, una cicatriz que aunque a simple vista no se notaba podría estar siendo alguna señal.
Una señal que aún no entendía.
Una reacción tardía tal vez al contacto con el árbol de los espíritus de los Metkayina o una señal, cualquiera de las opciones llevarían a un solo camino y solo el tiempo y Eywa podrían responder cada duda.
(...)
Me'rah tras quedarse hasta la madrugada afuera de la tienda donde estaban Tuk, Neytiri y Kiri por fin decidió salir un rato a acompañar a su amigo muy temprano en la mañana.
Caminó a paso firme pero lento hasta llegar hacia el na'vi y parándose a su lado se enganchó a su brazo acariciándolo y así calmar un poco la incertidumbre.
—Ella estará bien...—Soltó la rubia mirándolo muy empática y entendiendo cada una de las emociones de él en ese instante.
—...No lo sabemos aún...—Dijo Sully con un tono que denotaba un poco de culpa.
—No había nada que pudieras hacer para evitarlo...—Intentó decirle Avani.—Ya está estable...
—Pero inconsciente.
La preocupación se notaba más allá de esa máscara de seriedad que ponía, ella podía notarlo, y de pronto la duda de si así había estado aquel día de su accidente con el akula le rondaba; en todo caso estaba allí para tranquilizarlo.
Lo que no sabía era que el solo estar allí era como un respiro de aire fresco para el na'vi.
La ojimiel recostó su cabeza en el brazo del chico y suspiró, resignándose a esperar la ayuda que Jake había pedido, sin embargo no sabía que esa ayuda llegaría en un samson muy familiar para ella.
—Que...—Susurró ella alejándose del na’vi para empezar a señalar hacia el horizonte, viendo un helicóptero con franjas azules pintadas en él.—¿L-lo ves?
Era el samson de su padre.
De alguna forma saberlo la puso inquieta y tanto su voz como manos temblaban al ver el vehículo acercarse más y más.
Parecía irreal que estaba por ver a su padre luego de meses.
—Me'rah, Me'rah, tranquila.—Intentó tranquilizarla Neteyam, pero la rubia se apresuró para ir tras sus maletas en la tienda y sacó un radio. Caminó a toda prisa devuelta con Neteyam y encontrando el canal correcto se decidió a hablar con su padre:—¿Papá?
—Me'rah, ¿como está ella?—Preguntó Max de vuelta por el radio.
—Bien, está bien.—Dijo un poco inquieta y ansiosa.
El samson se acercaba cada vez más y poco a poco empezaba a descender en la arena.
—¿Que pasó?—Preguntó ella bastante curiosa por la repentina llegada de ellos. ¿Ellos eran la ayuda que Jake había solicitado?
—No lo sé, pero viene tu pa-d-...
La señal había fallado.
—¿Que? No te oigo. —Espetó apretando el radio pero ya nadie respondía del otro lado.
—Mira quien está a bordo.—Señaló Neteyam al samson que terminaba de aterrizar dejando ver un muy familiar avatar en él, luciendo un chaleco y vaqueros beige.
Ese en definitiva era su padre.
Incrédula con lo que veía, Me'rah dejó caer sin querer el radio al suelo y viendo como Jake y varios del clan se aproximaban por fin la humana salió corriendo hacia su padre con lágrimas en sus ojos.
Norm, que recién llegaba y saludaba su viejo amigo sully, vio a su hija correr entre la multitud directo hacia él.
Sus grandes brazos de avatar recibieron a la rubia y la alzó en un profundo abrazo mientras sostenía su espalda con fuerza. Finalmente estaban reunidos de nuevo.
—...Papá...—Susurraba Me'rah incapaz de controlar su llanto mientras se aferraba al científico.
—Cuanto has crecido, cariño.
Oh, ese apodo...
El abrazo duró unos segundos más cuando poco a poco el científico tuvo que dejar a su hija en el suelo de nuevo y tras regalarle una linda sonrisa fue llamado por Jake para ayudar a bajar las maletas.
Neteyam llegó hacia los hombres y también ayudó a cargar el equipaje en tanto la rubia se encaminaba para ir tras max que estaba en la cabina del piloto.
(...)
Le hubiera gustado que la visita de su padre haya sido por alguna buena razón, pero lo cierto era que el diagnóstico de Kiri toda la mañana no había estado bien y ya llevaban un par de horas Más su padre y Jake intentando ayudar a Kiri con sus máquinas humanas, pero al parecer aún no había respuesta alguna.
Y mientras esperaban llenos de incertidumbre Lo'ak había decidido tomar un suspiro por la playa, al igual que Me'rah. Cada uno había tomado sus caminos por aparte, pero al final terminaron juntos sentados frente al mar un poco melancólicos por la situación últimamente.
Ninguno quería mirar al otro, solo disfrutar la compañía del otro intentando escapar de la cruda realidad que los alcanzaría sin remedio a donde sea que fueran.
—A veces...
Empezó Lo'ak admirando las olas.
—A veces tengo el presentimiento de que...cuando dejas el lugar donde eres, donde creciste...uhm...
Lo'ak se veía pensativo y en medio de las frases miraba a la rubia que se dedicaba a solo escuchar lo que sea que el chico tuviera atascado en el corazón.
—... Tú no...perteneces allí del todo otra vez y sientes que realmente nunca perteneciste allá...
El na'vi miró a su amiga al lado, no esperando una respuesta, sino alguna reacción que le indicara que no estaba mal sentirse así, que por fin había encontrado su lugar en el mundo, pero por el contrario Me'rah le miró fijamente y con una pizca de melancolía soltó:
—Creciste en una familia que no siempre te apreciaba...pero un día, un día las cosas serán diferentes…No todos tenemos que pertenecer a un lugar solo por…haber estado allí mucho tiempo…hay cosas que están destinadas a encajar en el lugar menos pensado, Lo’ak…
Me'rah sabía que aunque no era su deber, quería ser un apoyo para todos y la verdad es que Lo'ak era como un hermano para ella, uno que quería proteger, que quería salvar de todos los errores de sus padres, pero sólo él podría salvarse a sí mismo, solo él podía enfrentar cualquier miedo o problema por su cuenta, solo él.
Lo'ak era consciente toda su vida que tal vez debía obligarse a encajar con su familia, su clan, a un tipo de comportamiento, a un molde idéntico a su hermano, a una actitud como su madre, una forma de hablar distinta, que debía romperse a sí mismo para ser suficiente para el resto, pero una sola frase de pronto rompió todo eso, de pronto una frase proveniente de los labios de su amiga le hizo ver que estaba bien, que no debía encajar en nada de eso, que algún día los demás verían lo malo en ello pero él no era el culpable de ser él mismo, de seguir sus propios caminos, incluso tu propia familia podía presionarte a cosas que no naciste para, pero por encima de todo: que algún día te apreciarían por lo que eres.
Pertenecía a lugares que los otros no y eso estaba perfectamente bien. No todos pertenecen a los mismos lugares solo por nacer en ellos.
Hubo un silencio entre ambos pero poco a poco sonreían cómplices del otro, huyendo juntos de una horrible realidad por segundos, notando que de pronto la vida si tenía un sentido y que estando acompañados podrían superarlo todo.
La vida no parecía tan mala después de todo.
(...)
Tras otro tiempo a solas de camino hacia la aldea la palabra "monstruo" así como aquel sueño no dejaba de dar vueltas y vueltas en su cabeza y el silencio que proporcionaba el ambiente era tétrico, dejando cada vez más a la rubia sumergirse en sus pensamientos.
Intentaba tararear el cordón musical que su madre le hizo antes de nacer a la vez que jugaba con sus dedos mientras con cada paso estaba cerca de la tienda donde su padre atendía a Kiri. Curiosamente Ao'nung, Rotxo y Neteyam esperaban en la entrada mientras Ronal junto a Tsireya ingresaban a la tienda con unas pequeñas canastas.
Confundida Me’rah se acercó hacia los chicos y con un gesto de su cara Preguntó que había ocurrido.
Neteyam suspiró y dijo resignado: —Aún nada.
Las voces de su padre y Max le llamaron la atención por un momento pero no se escuchaban las buenas noticias por ningún lado.
La rubia tomó asiento cerca a Ao'nung y Neteyam, y apoyando sus manos sobre sus rodillas mirando hacia un lado, pues no quería ver lo mal que la pasaba Kiri.
—¡Fuera!—de pronto un grito histérico de Neytiri se oyó desde adentro.—¡No hicieron nada!
Neteyam que estaba con la espalda recostada en la entrada y brazos cruzados fue el primero en girarse para notar una histérica Neytiri mientras Max retiraba la intravenosa y Norm sacaba todos los aparatos.
Los 2 científicos salieron con Jake y aunque tenían apuro gracias a Ronal y Neytiri; Norm en cuanto vio a su hija sonrió brevemente antes de continuar su camino no muy lejos de la tienda.
Me'rah atenta vio como los 3 tomaban asiento a unos metros y echaban en una gran maleta los aparatos anteriormente usados.
Max si que se veía bastante pequeño junto al avatar de Norm y Jake.
Se les notaba charlar sobre la na'vi adolescente sin notar todo el humo que salía de la tienda gracias al ritual de Ronal.
La rubia no dejaba de verlos en silencio y Neteyam de pronto notó algo raro en ella. Últimamente había tratado de evitarlo, cuando se fue con Tuktirey o cuando se fue un rato a la playa hace minutos...como si estuviera intentando ocultar algo de él.
Lo'ak no aparecía al igual que Tsireya y su única compañía era Rotxo, Ao'nung y ella, adicionalmente el silencio no era tan cómodo con el metkayina presente.
Decidió que tal vez hablarle a Me'rah sería buena idea, así que se acercó a ella y se acuclilló acomodando el cabello rubio de su amiga detrás de su oído.
—¿Está todo bien?—Preguntó el na'vi suavemente a lo que sin mirarlo ella asintió. Estaba concentrada en su padre.
Habían varias cosas de las que ella quería hablar primero con Norm que con otra persona, no quería quebrarse allí mismo, solo quería abrazar de nuevo a su padre, quería simplemente recostar su cabeza en su hombro como antes y realmente pensaba que su ausencia no le había afectado, que los últimos meses en el nuevo clan sería llevadero pero cada que veía a su padre parecía una simple ilusión, irreal, como si de un sueño se tratara.
Oh, Neteyam sabía cuánto le dolía.
Neteyam solo se mantuvo en silencio frente a ella, con su mano sosteniendo la rodilla de la rubia con delicadeza acompañándola. Solo quería hacerla sentir acompañada.
Luego de unos minutos en silencio finalmente la conversación entre Jake, Max y el científico había terminado. Norm solo suspiró y buscando con la mirada a su hija la vio con aquella melancólica expresión y se acercó, tomándola de la mano e invitándola a caminar un rato en la playa.
Los ojos miel de su hija se alzaron hacia él como si se iluminaran al instante y sin dudarlo aceptó ir con él en silencio, pues al final, eso era justo lo que necesitaba. Neteyam se apartó con cuidado y le sonrió levemente a su amiga.
—Así que te ha ido bien estando aquí.—Empezó Spellman caminando al lado de la rubia con tranquilidad y paso lento mientras esperaba respuesta de su hija, quien al parecer solo podía ver al suelo pensativa.
Caminar por la aldea era lindo, pero no para ella, no cuando tenía esos pensamientos rondando por días, no cuando es más difícil avanzar y tienes mil voces en tu cabeza que te gritan que no podrás.
Norm instintivamente supo que algo ocurría y como un impulso se fijó estar lo suficientemente lejos del resto y decidió sentarse al borde de una de las mallas que servían como piso para el clan entero.
Avani estaba confundida, pero aún así copió la acción de su progenitor y tomó un suspiro, despejando su rostro del cabello.
—Sabías que....—Comenzó Spellman carraspeando un poco y mirando hacia el mar frente a él, a la vez que el eclipse se ponía indiciando el inicio de la tarde.—cuando naciste Neytiri solía cargarte porque yo no sabía hacerlo.
Una sonrisa se esbozó en ambos rostros, recordando aquellos tiempos con nostalgia.
—Ga'ia visitó este clan, ¿lo sabías?—Retomó Norm.—Mientras estabas en la playa con Lo’ak hace un rato, Ronal me reconoció como tu padre y me contó todo...Que mundo tan pequeño.—Aquellas palabras no salían ni con pena o tristeza, más bien con una pizca de felicidad y en especial satisfacción, satisfacción de que aunque su amada se hubiera marchado hace mucho su legado seguía marcándolo a él y Me'rah...Luego de tantos años su recuerdo seguía vivo.
—Tonowari y Ronal si me lo dijeron en cuanto llegué...—Sonrió Avani intentando controlar sus ojos cristalinos con una risa suave, pero lo cierto era que estaba por estallar.
—Cuando tenías apenas 8 años me preguntaste que era un alma gemela.—Espetó Spellman mirando fugazmente a su hija.
—¿Y que le dijiste a mi yo de pequeña?
Los dos admiraban el océano frente a ellos.
—¿De verdad quieres saberlo?—Bromeó el más alto divertido, a lo que su hija asintió curiosa contagiada por su sonrisa.—...Bueno pues...un alma gemela es como un mejor amigo pero más, es la única persona en el mundo que te conoce mejor que nadie, es alguien que te hace mejor persona, de hecho, no te hace mejor persona, eso lo haces tú por ti mismo porque te inspiran, un alma gemela es alguien a quien llevas contigo por siempre...es la persona que...te conoció y te aceptó y creyó en ti antes que el resto lo hiciera, antes de que alguien pudiera...
Una sonrisa se extendía en el rostro de Norm pensando en Ga'ia pero muy por el contrario Me'rah cada vez más reflejaba sus ojos cristalinos a punto de rebosar y una mirada que solo reflejaba el dolor de su alma.
El amor sonaba hermoso, sonaba como un cuento de fantasía, sonaba a algo que quisiera experimentar, sonaba a algo que sacaría cada parte de ella; lo mejor de ella; como pasó con su padre, pero aunque quisiera sentir eso el pensamiento una y otra vez de que jamás sería suficiente aplastaba cada pizca de esperanza y de luz dentro de ella…Cada vez más se rompía por dentro.
Y entonces sus ojos no soportaron el peso de las lágrimas, su corazón se quebró en dos y de su boca solo salían quejidos de dolor que provenían de su pecho y alma.
Norm conocía perfectamente ese sentir, tal vez no la razón, tal vez no el por qué ni lo que había ocurrido con su hija los últimos meses pero si tenía por seguro que a veces era mejor dejar ir todo eso en un momento a guardarlo por más tiempo, porque al final, solo él sabía sobre las noches enteras de los últimos meses encerrado en el laboratorio llorando y aclamando por una noticia de su hija, llorando por pensar si estaría bien o si estaría derramando lágrimas, si se sentiría tan sola como él o de pronto más libre pero no importaba porque ahora ella estaba llorando como él lo hacía.
Sus brazos cubrieron a su hija y como instinto ella se escondió en su pecho mientras derramaba sus lágrimas sin consuelo, ella quería calmarse, no permitirse romperse de esa forma, quería simplemente hablar con su padre pero sabía que primero debía soltar todo, debía dejarlo, debía darse su tiempo porque conocía lo que era no tener a que aferrarse cuando el mundo parecía ir en su contra.
Y lloró, lloró por minutos, lloró dejando caer sin control ni restricción sus lágrimas en el chaleco de su padre, lloró esperando que sus quejidos solo los oyera él y nadie más. Él era un espacio seguro, su lugar donde podría recurrir, donde su hogar no se sentía tan lejano.
Tras varios minutos en silencio, donde su llanto se confundía con el sonido de las olas y la cotidianidad de la aldea por fin parecía que las lágrimas habían cesado y fue en ese momento donde decidió que era momento de hablar.
—...Yo...—Comenzó Me'rah sin despegarse de su padre y escondiendo su rostro en el pecho de él, como un bebé entre las piernas de su progenitor.—Nunca me he sentido normal...porque no soy normal...pero a veces pienso que soy...Un monstruo.
Aquello último hizo que su voz quebrada volviera y su respiración entrecortada también.
—Porque yo nunca podría herir a alguien...—Las lágrimas de nuevo colmaban sus ojos miel.—no soy un monstruo, soy una...
De repente se bloqueó, de repente su frase se cortó, las palabras no salían, ¿que se suponía que debía decir? ¿Que era? ¿Una humana, una na'vi...una que? Estaba asustada de que simplemente ni ella tuviera respuesta a eso.
—Jamás serás eso. Jamás.—La firmeza de aquellas palabras de su padre fueron como un freno de mano en una autopista pisando el acelerador. De pronto sus ojos se abrieron pasmados, la seguridad con la que hablaba su propio padre de pronto le hizo entender, entender que no lo era, que podría ser muchas cosas, que le podrían decir lo que ellos quisieran, pero jamás sería eso.—Tener lo mejor de cada especie jamás te hará un Monstruo, tal vez los asustes pero no por tu apariencia, sino por tu corazón, porque eres todo lo que ellos no pueden tener, porque un Monstruo destruye, mata, acaba sin motivo, sin razón. Tu no eres eso, tu eres consciente, empática, calculadora, ser lo que eres jamás te convertirá en un monstruo...no lo serás porque un Monstruo jamás sentiría una emoción...tú tienes una gran capacidad de amar, aunque también para sentir dolor...es eso lo que jamás te hará un Monstruo.
Su corazón se quebró.
Esta vez no en sufrimiento ni dolor, se quebró del saber que jamás podría ver la belleza con la que el resto la veía, se quebró porque sabía que su padre tenía razón pero no era consciente de lo que era y un solo comentario la hizo dudar de su identidad, de lo que era, de todo lo que podía y era capaz. Se quebró pero sabía que ahora no era un monstruo, que jamás lo había sido, que jamás lo será y por un momento no se detuvo a conocerse, nunca, siempre pensaba que debía esforzarse el doble para ser suficiente, que debía doblegar las habilidades del resto para estar a su nivel pero lo cierto es que nunca fue una competición con el resto, que siempre fue con ella misma por creer que no sería suficiente porque ya lo era y aún así jamás se lo creyó, jamás se detuvo a conocer cada una de sus cicatrices, jamás notó todo el camino que había recorrido hasta ese instante.
Los brazos gentiles de su padre se paseaban por sus hebras rubias con cuidado mientras el llanto seguía y seguía aunque esta vez ya no era doloroso, había abierto los ojos finalmente y a pesar de todo eso era ganancia.
—Tercera ley de Newton...—Susurraba a su oído el científico. —La única forma para descubrir cómo se puede llegar a un lado es dejando algo atrás...
De pronto ese mensaje parecía ser algo más que una frase, se sentía como un...consejo, uno con mucho peso.
—Cuando tengas miedo de saltar...ese es el momento justo cuando debes saltar, Me’rah...
Como si leyera su mente y corazón fue eso suficiente para apaciguar todo como...
Un botón de apagado.
(...)
Tras calmarse y caminar junto a spellman por la aldea de vuelta hacia kiri fue cuando su padre en medio de su caminata tranquila por la linda y estrellada noche notó algo en el brazo de su hija.
Una cicatriz.
—¿Que es eso?—Inquirió curioso pero no quiso tocar, más solo ver.
Me'rah que le miró desconcertada notó que se trataba de su brazo y con intriga decidió ver que tenía, notando una cicatriz que ocupaba todo su antebrazo, aquella cicatriz si que definitivamente no estaba allí el día anterior.
—¿te lastimaste con algo?—Reiteró Norm continuando con la caminata pero atento a lo que la rubia tuviera que decir.
—...Mhm, no que yo sepa. Ayer no tenía eso. Debió ser en alguna de las actividades que hacemos aquí. No es la gran cosa.—Avani a pesar de mostrarse con desdén para no preocupar a su padre, miraba con intriga su brazo pues la extraña cicatriz no tenía ningún origen razonable.
—¿No quieres que te haga un chequeo? Después de todo con Kiri no pudimos usar nada de lo que trajimos.
La humana solo sonrió y negó con la cabeza dejando a su padre con un poco de preocupación, sin embargo no quería asustarlo por una simple cicatriz que con el tiempo desaparecía.
Continuaron caminando cuando de pronto todos los que permanecían en la entrada pendientes estaban ingresando con apuro.
Kiri había despertado.
—¿Estará bien?—Preguntó Me'rah mirando a su padre para luego ambos apresurar su paso hacia la tienda y entrar en silencio notando una Neytiri abrazando a la pequeña Kiri, a Ronal finalizando su ritual, a Tuk llorando de ver a su hermana y Jake junto a Max y Neteyam viendo la escena.
Una sonrisa de alivio apareció en el rostro de la rubia y junto a su padre se aproximó hacia Neteyam, quien los miró empático y le tomó de la mano a Me’rah, ambos rebosando felicidad de que su hermana estuviera bien.
—Logró hacerlo.—Le Susurró Neteyam aferrándose a su amiga con euforia.
—Lo hizo.—Respondió ella de vuelta sonriéndole y mirar a su padre que sólo la tomó por las hombros y sonreía incrédulo.
Pero mientras volvía la felicidad para ellos, la RDA se preparaba para abrir paso con su caballería al mar abierto, cada vez más cerca de lo que pensaban.
(...)
Casi a media noche era hora de volver para Norm y Max por lo que luego de largas despedidas buenas y extrañas como Ronal y Tonowari despidiéndose formalmente con Spellman finalmente el samson tomó vuelo listo para tomar como destino el bosque mientras los sully y su hija los veían marcharse con un dolor en su corazón, pero con la seguridad de volver a verlos.
Todos volvieron a sus respectivas aldeas, excepto Me'rah que curiosa por saber donde había estado metido Lo'ak todo el día decidió tomar su ikran y sobrevolar la isla dando con Tsireya en cambio, que salía del agua con su ilu al otro lado de la isla, al parecer había estado un tanto ocupada buceando.
Alaska aterrizó y Me'rah saltó a la arena asustando a la Metkayina que Gritó momentáneamente tras verla allí a unos metros.
—Oh, Eywa, casi me causas un infarto.—Soltó riendo nerviosa Tsireya.—No te escuché llegar.
—Vine con Alaska.—Aclaró la humana aproximándose a su amiga amablemente.
—¿Cómo está Kiri?—Inquirió la na'vi acomodando su cabello mojado mientras empezaba a caminar a la par que la rubia, de vuelta a la aldea.
—Estable, ya despertó...todos ya fueron a dormir.
—Está tarde.–Aclaró la más alta.
—Si, pero no he visto a Lo'ak, me preocupa un poco.
—Oh, pues estuvo un poco distante, estuve la tarde con Rotxo así que tampoco lo vi. De seguro está explorando, ¿Te ayudo a buscarlo?
—Estaría bien, gracias.—Dijo la rubia sonriéndole levemente.
Al tiempo que Me'rah y Tsireya se ponían en marcha para encontrar al omaticaya, Neteyam aún seguía en la entrada de la tienda esperando por la llegada de su hermano, a quien luego de largos minutos vio aparecer de entre la maleza que tenia la selva de la isla, se veía cansado pero al menos no había escapado con el extraño tulkun.
—Ya todos están dormidos.—Especificó Neteyam en tanto el menor caminaba con desdén hacia él.
—No me sorprende que no me hayan notado.—Bromeó Lo'ak por fin llegando hasta su hermano pero sin entrar a la tienda.—¿Cómo sigue Kiri?
—Está descansando. ¿De casualidad no estabas con Tsireya en la tarde? Tampoco la vi a ella.—El tono inquisitivo de Neteyam hizo reír al menor, quien solo negó y se cruzó de brazos.
—La vi con Rotxo, estuve por mi cuenta explorando, no quería ver a todos con esas largas caras.
—Es tarde para llegar.
—Pero ya estoy aquí.—Espetó el menor con un tono burlón y harto de más preguntas ingresó a la tienda listo para dormir.—Hasta mañana...
Neteyam sin más remedio rodó los ojos y cuando se dispuso a entrar, notó a lo lejos a Tsireya junto a Me'rah, como si estuvieran buscando algo o alguien.
No quería ir y romper las reglas, pero una vez no haría daño a nadie, además solo iría por Me'rah y se aseguraría que Tsireya llegue con sus padres e iría a la cama.
Estaba harto de seguir reglas, ahora mismo solo necesitaba un descanso.
Y como si de una pluma se tratara, caminó con mucha cautela de no hacer un mínimo ruido y se apresuró para alcanzar a Me'rah y la metkayina en la playa disimulando que no acababa de escaparse.
—¿Net?—Fue Me'rah la primera en notarlo sonriente.
—Hey.—Les Saludó el omaticaya cálidamente.—¿Que hacen aquí?
—Estamos buscando a Lo'ak. —Aclaró Tsireya.
—Acaba de llegar a la tienda.
—Oh, genial, entonces debería vol-
Como si hubieran puesto cinta en la boca de la metkayina, sus palabras se detuvieron en seco cuando sus ojos azules observaron la gran cicatriz en el antebrazo de la rubia.
—¿Que te pasó ahí?—Preguntó tomando en segundos el brazo humano de la rubia para examinarlo de cerca.
Neteyam frunció su ceño intrigado y también decidió echarle un vistazo a la extraña cicatriz.
—¿Hace cuanto tienes eso?—Inquirió él, preocupado viendo a los ojos miel de su amiga.
—No lo sé y no debe ser grave, con el tiempo se me quitará, a lo mejor fue haciendo muchas de las cosas que hago todos los días.—Explicó en brevedad Avani bajando su brazo.
—Es raro, ¿no pasó nada ayer que estés ocultando?
Me’rah lo pensó un poco y si hacía memoria nada fuera de lo ordinario había ocurrido más allá del...sueño y el extraño brillo en su trenza en cuanto despertó del sueño.
—...Soñé con mamá...—Dijo un poco más consciente ella.—nunca había pasado....
Ambos na'vis confundidos prestaron atención a cada palabra de Me'rah, a la forma e que Explicó su sueño a detalle, lo que dijo su madre, lo que pasó luego de despertar, el hecho de que no le contó a Norm para no preocuparlo de más y que su cicatriz no la había notado de no ser por su padre y que sin embargo había estado presente en su brazo desde la mañana si unía todos los puntos.
—Espera, ¿de que propósito hablaba tu mamá en el sueño?—Inquirió confundido Neteyam.
—Es que no lo sé, ella solo dijo eso y desapareció, no pude decirle nada...fue raro.—Espetó pensativa Me'rah.
—Y...¿no haz pensado que tal vez sea una señal?—La voz de Tsireya con ese tono firme de pronto hizo dudar a Avani un segundo, no obstante ¿señal de que? ¿Para que?—Es como si lo que pasó con Kiri en el árbol fuera un detonante, no solo para ella, sino para ti.
—...No lo sé....—Susurró la humana muy intrigada.—Sólo recuerdo de ese momento cuando Kiri convulsionó mi tsaheylu dolió, como una punzada. Fue extraño pero no quise prestarle atención, digo, Kiri estaba convulsionando.
Le asustaba pensar que lo que Tsireya dijera fuera cierto, no sólo significaba una señal, sino que si Kiri fue el detonante para una reacción de esa magnitud en su cuerpo quería decir que cada vez estaba más cerca de sentir a Eywa ¿pero a costa de que? Si bien Kiri logró despertar de un ataque como ese era como si toda su energía hubiera sido usada para bombear a Me'rah y llenarla, como un bombillo.
La única forma de saber si su tsaheylu había sido herido o funcionado era yendo al árbol.
—...¿Y si vamos al árbol de espíritus? Es la única forma de saber si tienes razón o no, Tsireya.
La idea de Me'rah al instante fue rechazada por La metkayina y Neteyam.
—Así como Kiri no puedes acercarte allí en un tiempo, puede que esta vez quien tenga una mala reacción al vínculo seas tú.—Empezó Sully.—Kiri fue el detonante pero ambas tuvieron un choque de energía, es peligroso al menos por ahora para ambas.
No le gustaba admitirlo pero tenían razón, el no tener una reacción en su cuerpo tan explosiva como Kiri no quería decir que fuera menos propensa, y por mucho que lo odiara, ahora debía conservar su distancia con aquel árbol.
Estaba tan cerca y tan lejos de Eywa...
—...Bien...—suspiró resignada ella.
“Bien”, fue lo único que pude decir en aquel entonces aunque en fondo quería ir al árbol, algo siempre me detuvo de hacerlo y siempre supe que la distancia era lo mejor, sin saberlo con el tiempo tal vez la oportunidad de formar el tsaheylu funcionaría tarde o temprano pero en ese momento sabía que no era una total extraña en aquel vivo planeta, que Eywa de pronto ya no me daba la espalda y que no era un monstruo, que no sabía que era yo, pero un monstruo jamás.
Las coincidencias definitivamente no existían y preferí creer en lo que el destino tenía para mí, decidí no forzar más nada como solía hacerlo, decidí que si la oportunidad por fin llegaba sería el momento justo donde yo entraría en escena y mientras eso ocurría no estaba mal seguir tras bambalinas, la espera solo está hecha para gente paciente y apresurar algo solo lo estropearía.
Decidí confiar en Eywa...y en mí.
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