𝗶𝗶𝗶. ⊳ 𝗧𝗵𝗲 𝗳𝗲𝗮𝗿.
❛ 𝒀𝒐 𝒅𝒂𝒓𝒆́ 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒓
𝒔𝒂𝒄𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒖𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔 ❜
❝ O3. EL MIEDO. ❞
❛ BEG HER NOW FOR ONE MORE DAY
TAKE AN ANGEL BY THE WINGS
TIME TO TELL HER ANYTHING
ASK HER FOR THE STRENGTH TO STAY ❜
EL MIEDO suele ser el primer instinto en el humano, el miedo es la primer sensación que se obtiene como reflejo a algo que no se conoce o tal vez el enfrentarse a algo que te supera, creo que no solo aplica a los humanos, he visto el miedo a los ojos ferviente y palpitante en los na'vi de igual forma. Tal vez no somos tan diferentes, pero siempre habrá una línea que jamás podrá ser cruzada entre ellos y gente como yo.
(...)
La mirada un poco temblorosa y preocupada de Neteyam le decía todo a la rubia que aún con pequeños rastros de rocío sobre sus pestañas vio como el chico corrió de nuevo en medio de todos para llegar a su padre, informándole la desaparición de los niños, de paso interrumpiendo una posible alianza con Awkey y su clan.
Me'rah, por otro lado, estaba allí parada, detrás de todos y expectante de casa cosa, perceptiva y atenta, aprovechando para terminar de secar sus ojos miel hasta que sus movimientos entonces se detuvieron en seco cuando una peculiar voz salió de su comunicador.
Era spider.
—"¡Estoy a punto a de quedarme sin aire!"
Asustada rápidamente la rubia se giró hacía Neteyam, asegurándose que también haya escuchado, puso sus dedos sobre el pequeño collar en su cuello para poder hablar, sin embargo fue Jake quien tomó la iniciativa un poco más antes.
—¡Lo'ak, Kiri! ¿Me copian?—Preguntó el padre con su voz fuerte y un poco molesta. No esperó a que sus hijos pudieran decir siquiera algo cuando volvió a hablar.–¡Por qué están fuera de comunicación! ¡ES LA PRIMER REGLA!
El escándalo había sido suficiente para que el clan entero y los invitados se mantuvieran en silencio, aunque algunos se mantenían alerta y murmuraban.
—Jake, los chicos no suelen obedecer a sus padres siempre, deben estar en alguna parte cerca de aquí.—Intervino un poco más tranquila y calmada Neytiri.
De repente la calma de la mujer no tenía sentido en la cabeza de la rubia. ¿Había alguna pieza del rompecabezas que no estuviera viendo? Ese presentimiento de que no era una escapada común estaba presente, por más que no lo quisiera.
—Lo'ak estuvo preguntando sobre el campo de batalla, tal vez...—Soltó Neteyam en medio de sus dos padres.
Justo en ese instante de pronto las pisadas fuertes de tal vez algún caballo empezaron a hacerse más fuertes, cada vez más acercándose a la rubia que entonces curiosa se giró dando media vuelta notando justo en ese instante como 3 pa’li salían de la maleza y plantas despavoridos y a toda velocidad, relinchando y pasando por el lado de ella, ignorándola completamente pero asustando repentinamente.
Su corazón latía con fuerza mientras sentía su melena moverse por la ventisca que había creado el repentino paso de los animales.
Algunos na'vi tomaron los caballos rápidamente para calmarlos, evitando que se sobresaltaran, sin embargo la atención de todos se encontraban en el alboroto de la familia Sully.
Me'rah soltó un suspiro y mientras su corazón palpitaba con fuerza por el susto, se acercó a las caballos que respiraban frenéticos, Neteyam, Jake y Neytiri también se acercaron a paso largo y apurado, el menor de los tres fue el primero en notar de que se trataba todo un poco antes que el resto.
—Aquí está la bolsa de Lo'ak.—Espetó él examinando y notando otro objeto familiar.—...también la reserva de oxígeno de Spider.
Neteyam miró brevemente a Me'rah, que permanecía al frente en silencio y un poco pensativa.
—Por qué no lo detuviste.—Alegó molesto jake con el ceño fruncido a su hijo mayor.
—No pensé que fuera a irse a algún lado.—Fue lo único que refutó el menor agachando su cabeza.
—La ira puede esperar, tenemos que seguir el rastro para hallarlos.—Se metió entonces Neytiri llamando a su pa'li y el ikran de Me'rah, eso último extrañando un poco a la rubia.
—...Neteyam, ve por aire, tu mamá y yo seguiremos el rastro.
La mujer na'vi, hija de Mo'at subió rápidamente al caballo, en tanto Alaska terminaba de aterrizar frente a la pequeña Humana.
—Que hay de mi.—Preguntó la rubia subiendo de igual forma al lomo de la banshee esmeralda.
—Ve con Neteyam.—De repente apareció Norm pasando por su lado a toda velocidad rumbo a uno de los helicópteros junto a una asiática.
—¡Norm, ve al Samson con Mingxia!—Gritó Sully viendo a su compañero subir al vehículo y empezando a elevarse rumbo a la nave. El na'vi subió a toda velocidad también a uno de los caballos y empezando a trotar con apuro volvió a gritar.—¡Todos manténgase en comunicación! ¡Que McCosker sepa sobre Spider!
Con afán, Neteyam corrió a su ikran y emprendió vuelo junto a la rubia, mientras Jake y su esposa se retiraban en los caballos y el helicóptero se alejaba con los motores al máximo con Norm y Mingxia.
—¡Hay que traerlos a casa!
Rápidamente Alaska y Neteyam tomaron la delantera, siendo seguidos por el samson que era pilotado por Spellman.
El viento hacía menear con fuerza las hebras rubias de la chica, quien veía a su alrededor en busca de los chicos y a la vez sintiendo la culpa sobre sus hombros. Si tan solo no hubiera dejado ir a Lo'ak.
Mientras sobrevolaban a toda prisa el perímetro, Neytiri había encontrado un rastro nuevo junto a Sully.
—"¡Samson 2-1, los veo, encontramos algo, al norte de su posición!"—Habló Jake un poco frenético por la búsqueda.
Pero Me'rah estaba un poco más preocupada. Miró por un segundo a su padre nerviosa y el helicóptero marcó el nuevo rumbo, girando hacia la izquierda.
—"Copiado, estamos yendo a su posición."—Escuchó a su padre por el comunicador, tranquilo y conservando la calma.
(...)
Aunque gracias al rastreo de Neytiri lograron llegar hasta un abandonado helicóptero, los niños seguían sin aparecer y cada vez más estaban más lejos de sus manos.
Neteyam con un movimiento de cabeza le indicó a su compañera descender, quien solo miró una última vez a su alrededor desde su altura y bajó junto al chico, cerca al helicóptero abandonado.
—¿Están aquí?—Quiso preguntar el mayor de los dos para rectificar, pero el silencio de sus padres fue suficiente.
—"¿Hay algo?"—Preguntó Norm por el comunicador en tanto sobrevolaba la zona.
—...Aún no.—Respondió preocupada la rubia mirando a Neytiri un poco nerviosa que intentaba detectar una nueva pista.
Todo eso era su culpa.
Rascó nerviosa su cuello y miró hacia Neteyam, que permanecía también en su ikran, recibiendo su mirada con calma, sus ojos dorados se iluminaban brevemente con la luminiscencia del bosque y casi por un segundo siente el calor y seguridad de siempre.
Agachó su cabeza y se aferró a la montura de Alaska, tomando un gran respiro e intentando poner a raya las emociones que por un momento estaban saliéndose de su control, cerró sus ojos y relajó su preocupada cara, tal vez intentando hallar algo en su memoria que le ayudara a calmarse o mantener la cordura y su vulnerabilidad escondida.
—...Está bien, Me'rah.—De pronto la voz de su amigo le hizo alzar la mirada.—Ellos estarán bien.
Justamente eso era lo que temía...Ellos definitivamente no estaban bien.
—¡Por aquí!—Entonces Gritó Neytiri señalando hacia el oriente, hallando de nuevo la pista de los chicos.
Rápidamente Jake corrió tras su esposa, quien empezó a correr intentando no perder el rastro. Me'rah entonces sin perder un segundo tomó una bocanada de aire, ahora con valentía, con sus emociones bajo su control y lista para encontrar a los chicos empezó a volar a toda velocidad con su Banshee seguida de su padre en el helicóptero y Neteyam que le costó al principio seguirle el paso.
La brisa acariciaba cada centímetro de su piel, mientras su mirada atenta y receptiva seguía a Jake y Neytiri corriendo entre los árboles, aunque poco a poco empezó a adelantarse junto a su padre y compañero, quien fue el primero en notar a los chicos a casi 500 metros.
—¡Los tengo!—Espetó frenético sin quitarles el ojo por el comunicador Neteyam. —¡Están al borde de un acantilado, papá!
Los ojos miel de Avani entonces se dirigieron hacia donde Neteyam indicaba y como si fuera un impulso, Alaska aceleró intentando alcanzar a los chicos pero mientras se acercaba cada vez más un nuevo escenario se formaba frente a ella, uno que al final le estaba asustando.
Kiri había caído del acantilado.
—¡KIRI!—Exclamó la rubia apresurándose lo más que podía para llegar a ellos, el miedo en sus ojos solo le indicaban a los demás el sentir palpitante en la rubia.
Con apuro el ikran frenó en seco al frente de la inconsciente Na'vi, Me'rah no dejó que su banshee terminara de aterrizar cuando saltó hacia su compañera cayendo de rodillas por el piso con la esperanza de hallarla viva.
Puso sus manos rápidamente sobre el cuello de Kiri, pero no había pulso. Movió de nuevo sus dedos pero el pulso seguía sin ser detectado.
El desespero empezaba a carcomerla.
—¡Kiri, despierta!—Gritaba sacudiendo con cuidado el rostro de la na'vi.
El helicóptero aparcó con apuro frente al resto de los chicos y el ikran de Neteyam también, sin embargo Jake fue el primero en llegar hacia Kiri y a los pocos segundos Neytiri también.
—¡Kiri, mi niña!—Gritó la mujer de piel azulada alzando la cabeza de la menor intentando despertarla en tanto Jake también buscaba el pulso de ella en su muñeca.
Los dedos abarrotados de Me'rah y sus manos temblorosas le ponían cada vez más temerosa de lo que pudiera pasar en ese justo instante, pero no podía rendirse, no en ese momento.
Respiró un poco nerviosa, intentando calmarse y de nuevo Intentó colocando dos de sus dedos sobre el cuello de ella en busca de su pulso en tanto el helicóptero le entregaba la reserva de aire a spider y bajaban hacia ellos por Kiri, pero seguían luchando por hallar algún signo vital en ella.
Hasta que finalmente sus dedos encontraron el pulso y una sonrisa nerviosa se formó en Me'rah, aliviada.
—¡Tiene pulso, papá, la camilla!—Se apresuró a decir por el comunicador Avani apartándose para dejar que jake alzara el cuerpo de la menor y Neytiri al borde de las lágrimas le indicara al helicóptero donde aterrizar.
Norm descendió sin dejar apagar los motores y entonces con apuro varios hombres que venían con él y Mingxia bajaron con una gran camilla naranja y dejaron que Sully colocara a Kiri allí.
Subieron con afán a la chica allí y también a Jake, Neytiri y Me'rah, dejándolos sobre tierra firme junto al resto de los chicos.
Las lágrimas de Tuk no se hicieron esperar en cuanto vio a su madre en ese helicóptero subir desde abajo del acantilado. La más pequeña corrió a los brazos de su progenitora quien bajó del samson a recibirla con fuerza y lo mismo ocurría con Jake y Lo'ak, dejando por ultimo a Neteyam quien permanecía junto a Spider que se acostumbraba a la otra máscara nueva.
—¿En que pensabas?—Preguntaba Sully abrazando a su hijo y tal vez molesto, pero en el fondo aliviado.—Trajiste a tus hermanas al campo de batalla...
—...Lo siento, Papá...—Susurraba Lo'ak escondiendo su rostro en el pecho del mayor.
Pero el tacto de Jake acariciando los cabellos del menor simplemente no era cosa de todos los días, tampoco esa sonrisa aliviada en el duro rostro del líder del clan. Esa familia era su gran debilidad y anhelo.
Me'rah permanecía en el helicóptero junto a Kiri, sosteniendo su mano en caso de que despertara, y acariciandola con pequeños movimientos de su pulgar, sus ojos miel observaban como uno de los paramedicos terminaba de acomodar la intravenosa y revisaba sus signos vitales.
Pero no todo fue solo abrazos, porque en ese momento Spider decidió hablar.
—Fue mi culpa, no de Lo'ak, Señora Sully.—Expresó el rubio arrepentido.—Nosotros-
—¡Si, claro que es tu culpa!—De pronto le Interrumpió furiosa la Na'vi mientras subía al samson junto a a tuk.—¡Siempre ha sido tu culpa! ¡Este es un lugar de muerte, pero crees que puedes ir por donde quieras y hacer lo que quieras, como la gente del cielo!
Los ojos miel de Me'rah se dirigieron a ambos, viendo la discusión sin soltar a kiri.
—¡Mantente alejado de mi hija! ¡O jamás las verás de nuevo, me oíste!—Gritó iracunda Neytiri saltando hacia el pequeño humano, quien de no haber sido por Jake hubiera terminado herido.
—¡Calma!—Intervino el líder del clan sosteniendo la muñeca de su esposa, pero Spider solo retrocedió un poco atónito mientras la mujer solo siseaba y se soltaba del agarre de su pareja con rabia.
—¡Miles, trae tu trasero aquí, ya has causado suficiente!—Habló uno de los humanos en el helicóptero.
—¡No eres mi papá!—Alegó el rubio molesto, dando pasos decidido para encarar a la mujer que le llevaba casi el triple en estatura.—¡Kiri, Tuk y Lo'ak son toda la familia que tengo por ti y tu guerra!—Espetó molesto señalando a la mujer.
Me'rah no quería quitarle la vista a Spider y menos a Neytiri, pero era inevitable cuando momentos como esos en donde incluso creciendo con el clan y poniendo tu corazón con ellos, jamás sería suficiente. Jamás.
—¡¿Mi guerra!?—Alegó indignada la mujer.—¡Fue tu gente del cielo que trajeron guerra! ¡Ellos nos atacaron!
—Si, ELLOS, NO YO. ¡Yo nací aquí, así que soy igual que tú!
—...No se trata de ti, sino de tu gente.—Espetó la na'vi mirando fijamente al chico, seria y tajante.
—Sé que mis padres eran los chicos malos, pero no soy como ellos.
Neytiri cerró sus ojos, calmándose un poco y cerrando la disputa. Subió en silencio al helicóptero y miró entonces a Me'rah notando esa pequeña pizca de preocupación en ella, mas sin embargo se quedó mirando a Kiri, acomodó el cabello de la na’vi y sus orbes grandes se dirigieron de vuelta a la pequeña Humana.
—¿Que te preocupa, mi niña?—Le inquirió cambiando su semblante a uno mas serio y atento, tomó un mechón rubio y lo posó detrás de su oído, sin embargo la mirada de Me'rah le decía el por qué, que arraigaba de lo recién sucedido con el pequeño humano.—...Me'rah...tú jamás serás como ellos, ¿me oíste?
Pero la rubia solo pudo asentir, en el silencio preguntándose por qué ella podía llegar a ser diferente a Spider, ambos eran humanos después de todo ¿que era lo especial con ella? Jamás sería del todo una humana ni una na'vi y aún así seguía siendo un bicho raro para ambos bandos.
¿Cuál era su lugar?
—Jake, tenemos un mensaje nuevo del buque insignia.—De repente le dijo Norm a su compañero y amigo.—va a haber un mensaje de su comandante a las mil trescientas horas.
La mirada atenta de Me'rah se posó entonces en su padre.
—...Bien...reunamos las tropas.—Fue lo único que le dijo Jake.
(...)
Luego de volver, la primer parada fue el Hell's gate.
Ingresaron con apuro para la reunión, atravesando las instalaciones con paso largo o llegarían tarde. Ahora con Kiri siendo supervisada por Mo'at, el resto se dirigía al gran salón comunal en donde todos los humanos que habitaban en esa instalación los esperaban para el inicio de la reunión.
La tensión se sentía en medio del silencio y lo único que se escuchaba era el sonido suaves de sus pasos, Jake se mantenía en silencio, Neytiri cruzaba algunas palabras con Lo'ak y Tuk y por último Neteyam caminaba junto a la rubia en silencio mientras Norm terminaba de ajustar algunas cosas con su máscara de aire que tenía que usar con su avatar al no poder respirar ese oxígeno.
Giraron un par de esquinas y finalmente Sully abrió las grandes puertas del recinto pasando por en medio de los humanos junto a Norm. Neytiri se mantenía cerca a su esposo y los niños tomaban asiento un poco atrás.
La imagen de una mujer de canas y rubios cabellos, excelente peinado y sin maquillaje apareció en la gran pantalla, su postura firme y recta eran el reflejo de su rango en su tropa humana. De igual forma, su expresión rígida y contundente causó una impresión arrogante entre los hijos de Sully y Spellman.
—Soy la general Frances Ardmore, comandante de las fuerzas expedicionarias.—Dijo fuerte y directa, sin parpadear ni titubear.—Y estoy anotando a quienes están ocupando ilegalmente el Hell's gate.
Una incomprensible furia encendió el fuego dentro de Me'rah, aquella mujer, perfecta, con regia postura y excelente peinado de repente se le hacia repugnante y más que eso, una amenaza.
—Sus crímenes son actos de terrorismo bajo la ley de unidad solar y serán castigados como se debe. Terrorismo es condenado con la muerte.
De nuevo esa palabra, implícita e inferencial en cada una de las frases de esa mujer. El miedo. Y el cómo lo inculcaba poco a poco y con disimulo, haciendo que cada humano allí presente de pronto se le erizara la piel y sus corazones latieran con fuerza. Curiosamente ese mismo miedo es lo que los mueve y seguramente llegaron hasta ese punto por eso mismo, por miedo a morir, a no sobrevivir, a no poder llegar a la recta final, a no tener algo a que aferrarse, algo muy alejado a los na'vi quienes no tenían miedo, no le temían a la guerra ni a la muerte, ponían el corazón en cada cosa que hicieran y si morir era su destino entonces lo aceptarían, no importaba qué.
¿Pero que había de ella? ¿Había miedo dentro de ella? ¿A que le temía? Poco le importaba morir si era necesario y si miraba retrospectivamente tal vez el miedo no estaba en ella, o eso creía.
—Cómo sea. Haré esta oferta una sola vez...Ríndanse y dejen el Hell's gate intacto, y nosotros podremos otorgarles una amnistía.
En segundos la cámara dejó de enfocar a la rubia mujer, para enfocar a un hombre formal, con traje azulado de paño y bien peinado, serio y si mirabas de cerca, parecía que no le gustaba hablar mucho.
—Charles Stringer, RDA.—Se presentó.—Bien...Nosotros no venimos aquí, a años luz de nuestro planeta para luchar una guerra o aprisionar a alguien y ustedes son un montón de valiosos empleados, no presas...Así que, quien quiera rendirse pacíficamente a la autoridad de la RDA, será certificado para la amnistía y serán pagados con lo que correspondan.
El hombre entonces desapareció de la escena y la mujer de uniforme militar y de cabello rubio bien peinado fue mostrada, solo para decir con esa dureza y firmeza: —Tienen mi palabra, pero no se equivoquen, si se resisten los mataremos a todos ustedes. Están muy lejos de la Tierra, así que les ruego, con lágrimas en mis ojos, no me prueben.
Al final la pantalla se apagó súbitamente y la sala quedó en silencio y a oscuras, algunos murmurando probablemente discutiendo sus opciones y otros dando sus opiniones. Jake pasó al frente y pidió que las luces se encendieran y justo cuando uno de los humanos lo hizo, una mano azulada de 5 dedos se posó en el hombro rosa de Me'rah, asustándola.
Era Norm, con una pequeña máscara sobre su nariz y boca y su clásica ropa de explorador, su expresión le reflejaba el apoyo que siempre estaba dispuesto a darle, pero intentaba tapar con una pequeña sonrisa su miedo.
Miedo.
Ella No quiso hablar, aunque probablemente él sí, tal vez hablar de lo que había pasado la noche del consejo de guerra y el hecho de verla con lagrimas, pero en vez de eso solo miró al frente, hacia su amigo, y a la vez evitando la mirada de ella.
Poco a poco los murmuros dejaban de serlo y se convertían en voces más y más y más fuertes, cada humano ya no permanecía sentado sino que se levantaban de sus asientos con sus manos arriba como reclamo, algunos señalando a Jake, otros con el puño cerrado pero todos con un mismo sentir: el miedo.
No podía culparlos, muchos de ellos tenían sus familias enteras y con la RDA y su espada contra la pared por supuesto sentirían miedo, ella sentiría miedo.
Su padre tenía miedo.
Y fue por eso mismo que quiso abrazarlo allí mismo, decirle que estarían bien, que todos sus hermanos también, pero con los gritos de los demás solo pudo posar su pequeña mano sobre la de su progenitor, que permanecía parado detrás de ella, aferrándose a lo único que tenía.
A Ella.
El ambiente también incrementaba potencialmente tenso, pero fue la voz de Sully que de repente hizo callar a todos.
—¡Nos apegaremos al plan! ¡Vamos a atacar en cuanto entren a la orbita!
¿Cómo sabrían si eso iba a funcionar? Todo era solo teoría.
De pronto un hombre de cabello rapado y camisa amarilla se levantó molesto y preguntó casi como si hubiera leído la mente de Me'rah.
—Y qué si no funciona el plan.
Una fugaz mirada de Tuk se paseó por todos sus hermanos y la rubia, preocupada e intentando hallar alguna pista o señal de que todo estaría bien solo acarició su melena llena de trenzas, con sus ojos llenos de nervios e incertidumbre.
—Entonces haremos el plan B. Dejaremos esta base, iremos a la colina y cuando ellos intenten construir algo, lo destruiremos, los golpearemos hasta que duela, al costo que sea y entonces tarde o temprano dejarán de venir.—Explicó Jake un poco molesto.
El ceño de Avani se frunció en desacuerdo, casi de inmediato pensando lo estúpido que podría llegar a ser ese supuesto plan b, ¿Acaso Jake ya había pensado todas las muertes que eso conllevaría? ¿Las energías, los sacrificios?
A veces parecía ser poco consciente de su posición.
—¿No lo ves? No somos guerrilleros, no hemos estado en una guerra.—Espetó entonces una rubia mujer, preocupada y un poco molesta.
—Habla por ti misma.—Le Interrumpió Norm.
—Hablo por nuestras familias, el huir de aquí implica que nuestros niños toda su vida lleven una máscara en sus caras, nadie aquí tiene un cuerpo avatar o la capacidad de respirar sin una máscara como otros. Como ustedes.
—¿Que hay de un trato?—Se metieron un par de hombres.
—Ellos romperán cualquier trato que hagamos, ellos ya acabaron con su mundo y ahora quieren el nuestro.—Alegaba Sully con el puño apretado.
—Deberíamos votar.
Jake suspiró pesadamente y retirando su máscara para tirarla al suelo dijo:
—Todo el que quiera rendirse, ponga sus nombres en una hoja, los dejaré ir...Pero quien esté conmigo, la evacuación inicia ahora.
Jake tomó a su esposa e hijos, quienes se levantaron de sus asientos junto a sus progenitores dejando a la pequeña Me'rah allí, de última en la banca, esperando por su padre, quien estaba anotando cada nombre de los humanos, que poco a poco se iban yendo, uno tras otro, tras otro. Otros también seguían a Jake, listos para lo que sea que viniera.
La mirada perdida pero analítica de la rubia dejó de mirar a los humanos para enfocarse por un segundo en Lo'ak que caminaba junto a su hermano mayor rumbo a la salida, pero sus ojos amarillos la vieron y un codazo por parte de Lo’ak recibió el mayor, quien como reflejo miró a su derecha, encontrando a lo lejos a la pequeña rubia sentada en medio de toda la gente, seria y con esos ojos bien abiertos y alertas.
Y en el silencio solo pudo asentir hacia ellos, que solo respondieron de la misma forma y desaparecieron cruzando el pasillo.
(...)
Casi la mitad había puesto sus nombres en la hoja, pero no pudo detallar lo suficiente, ya que, en cuanto todos terminaron su padre llevó el papel con su amigo y Me'rah salió por los, ahora vacíos pasillos del Hell's gate para encontrarse con el resto de chicos.
El tiempo cada vez más corría en su contra.
¿Había algo a su alcance para ayudar? El constante recordatorio de que un gran desastre estaba por venir estaba justo en el cielo, cada vez más cerca.
Solo bastaban horas.
¿Había algún salvavidas en ese inmenso océano en el que cada vez era empujada hasta algún día llegar al fondo?
(...)
El laboratorio de repente estaba inundado del silencio, el frío que emanaba de las máquinas y las ventanas a medio abrir le causaban escalofríos, el foco encendido que era la única luz en toda la habitación acompañado de la llegada de la estrellada luna le hacían sentir sola. Sola y en una esquina simplemente viendo de reojo por la ventana salir a los pocos científicos que quedaban con grandes maletas y varias cosas.
Después de todo, en cuanto llegara la mañana todos partirían hacia el nuevo campamento, ¿pero estaba lista para dejarlo todo? Tal vez su cabeza estaba en las nubes desde hace horas para al menos tomarse un tiempo de empacar sus cosas, tal vez solo quería retrasar lo que tarde o temprano pasaría y tal vez no tenía opción.
Su padre ya había echo la maleta, los equipos del laboratorio también serían sacados de allí en cuanto amaneciera y solo entonces quedaría ella, completamente sola.
Intentando resguardarse del frío abrazando sus piernas, pero es difícil orar cuando no tienes a que aferrarte, cuando lo único que puedes intentar sostenerte te da la espalda, cuando lo único que pides es una pequeña ventisca para tomar un suspiro y continuar.
¿Cuanto debía intentarlo? ¿Cuanto debía esperar? ¿Cuanto le costaría poder escuchar a Eywa?
Solo quería salir de esa penumbra que la cegaba cada vez más en ese mundo que se caía a pedazos frente a ella.
Y no sabia, no sabia que la había impulsado, pero sus pies la llevaron de nuevo a ese viejo escenario que la desarmaba en segundos. Ese peculiar árbol con el que por años había estado luchando por oírla, oírla por una vez.
Solo era una noche más, o seguramente el preámbulo a la desastrosa oleada que venía, la calma antes de la tormenta o tal vez ese respiro para continuar en la marcha.
No importaba porque ahora estaba caminando hacia él majestuoso árbol que cada vez mas la emanaba de esa luminiscencia rosada sobre su delicada Piel mestiza y entonces la carga en sus hombros se volvió más pesada, casi deteniéndola en su camino y formando un nudo en su garganta.
No podía escucharla, pero podía sentirla en el ambiente vigilándola, pasándose de arriba a abajo, tal vez juzgando o solo curiosa, no había forma de saberlo.
Pero aún así, siempre le volvía vulnerable de esa forma aquel lugar. ¿Había acaso forma de cambiarlo? ¿Cuanto más debía intentarlo?
Sus ojos miel se pasearon por las ramas del árbol, dando pasos lentos y tranquilos, envuelta en el silencio y sin nadie viéndola pero aun se sentía perdida, las estrellas parecían iluminar el cielo pero también estaban tan lejos que parecían irreales.
Sus rodillas bajaron poco a poco hasta llegar a aquel árbol, justo debajo de las ramas, dejando sus rodillas sobre el suelo. Sus delgados dedos humanos entonces se dirigieron hasta la extensa trenza rubia que contenía el Tsaheylu, lo pasó por encima de su hombro y con su mano libre tomó una de las lianas del árbol viendo como el vínculo se unía pero nada ocurría.
Como siempre.
Me'rah suspiró, ya ese escenario se había vuelto rutina y curiosamente seguía siendo resiliente pero el miedo de tal vez nunca lograrlo seguía finamente presente.
Sus ojos se cerraron mientras su pecho se llenaba un poco de aire, su mente de repente se abarrotó con voces y pensamientos, pero su cuerpo seguía tenso. Sólo ella sabía el desastre que ocurría por dentro.
Sacudió su cabeza en un intento por callar su mente y abrió un poco su boca preparándose para decir lo mismo que siempre le pedía a Eywa, las mismas palabras, las mismas oraciones y los mismos cantos que Mo'at y Neytiri le habían recomendado.
Pero aún cuando era su último adiós, aún cuando a la mañana siguiente se irían al campamento, y con el nudo en su garganta lista para darle todo a Eywa, no iba a ser escuchada y casi pudo escuchar su corazón arrugarse y esa lagrima que rebosaba desde hace un rato en sus pestañas se resbaló, viajando hasta el suelo y rompiéndose en segundos.
Sabía el resultado pero siempre esperaba algo diferente.
Supongo que hay cosas que no pueden ser reparadas.
Ya no había más por hacer ahí. Así que secó sus ojos, deshizo el vínculo y se levantó de allí, tomando una última bocanada de aire y sus pies, aún pesados y sus hombros tensos empezó su camino de vuelta cabizbaja y un poco asustada de lo que ahora estaba por venir.
Pero aún así miró una última vez a la distancia el magnífico árbol y admirando por una última vez la belleza en él dio media vuelta para más no volver.
(...)
Papá solía solo ser un científico, sin nada que perder, excepto su corazón que fue sanado por mi madre, pero él ya no solo es un científico, es un padre y con mucho que perder, claro que tiene miedo, incluso yo tengo. También hay mucho que perder para mi...¿es ese nuestro error? No puedo culparlo, el miedo a veces te empuja a hacer cosas, incluso a mi.
Me'rah fue la última en llegar al laboratorio, encontrando a su padre en una de las literas, con la misma linterna encendida de hace un rato y la cobija casi sobre el suelo, por lo que la rubia se acercó en silencio y apagó la luz con el botón, acomodó su melena rubia detrás de su oído y tomó la manta colocándola hasta los hombros de Norm, quien simplemente dormía profundamente, lo suficientemente cansado para no escuchar nada.
Incluso los inocentes pagan por la guerra de otros.
A veces incluso ella se preguntaba si Jake estaba equivocado, si sus costumbres, o sus raíces podrían terminar en desastre y acabar prendiendo fuego a la lluvia. A veces hasta él mismo parecía confundido y asustado de lo que era ahora, de la carga que tenia, de las muertes que cargaba, y por encima de todo, asustado de que volviera a pasar.
¿Podría ella terminar tan perdida como él o ya lo estaba?
Cada vez más las preguntas empezaban a carcomer su mente.
(...)
La mañana para Me'rah llegó tan lento como las horas, la oscuridad se desvaneció tan despacio y con ella las estrellas, dándole paso al celeste cielo y de paso al Clan entero, que poco a poco se levantaron para empezar a empacar las últimas cosas, y pulir los detalles.
Norm salió temprano junto a Jake y casi todos los humanos restantes en el laboratorio decidieron finalizar los detalles pendientes con el Hell's gate, no sin antes Spellman llevar a la rubia que le superaba en estatura en donde se encontraban el resto de sus hijos adoptivos.
Al Clan.
Avani atravesó direhorses y muchos animales de carga con maletas, llegando finalmente hasta la pequeña Hie'tya que sostenía una pequeña maleta, seguramente herencia de Norm por su aspecto poco usual al de resto de na'vis.
La niña estaba perdida y su voz entre la multitud era imperceptible por lo que solo le quedó silvar, ganándose exitosamente la atención de la menor, quien silvó de vuelta con la misma melodía.
Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Me'rah y sin dudarlo se acercó a la menor, que gracias a su aspecto humano, Hie'tya medía casi lo mismo que ella.
—¿Que haces sola?—Fue lo primero que preguntó Me'rah acortando la distancia y colocando su mano en el rostro de la niña.—Deberías estar con tus hermanos.
La niña de ojos amarillos y vibrantes le sonrió genuinamente y miró alrededor un segundo para luego quedarse viendo justo por encima del hombro de la rubia, tal vez viendo a alguien aproximándose.
—El hijo del jefe me esta ayudando a buscar a mis hermanos.—Aclaró ella señalando entonces a Neteyam, que se aproximaba más hacia ellas mirando la espalda de Me'rah y a la pequeña na'vi.
Avani tuvo que dar media vuelta para entonces encontrar a su amigo, sonriendo al instante con un poco de burla.
—Me sorprende que no estés con Mamá Neytiri o el resto.—Soltó Me'rah alzando cada vez más su rostro para poder mirar a su amigo.
—Me sorprende que no te hayas ido con Norm.—Neteyam sonrió de vuelta.
Pero esa sonrisa no era suficiente para ocultar lo que realmente estaba pensando. De repente el ver a su amigo sin su familia le hizo reaccionar un poco confundida y por su repentina mirada nerviosa por parte de él le fue la clara señal de que algo tramaba.
Se giró hacía Hie'tya y entonces intentando buscar alguien con quien llevarla al resto de sus hermanos vio a Tarsem sobre su caballo y guiando a varios na'vi hacia el camino de salida.
La rubia extendió su mano, llamándolo a que se acercara y cuando lo tuvo en frente de repente notó la gran empatía que emanaba ese chico con solo su sonrisa carismática.
—Me'rah.—Indicó él haciendo el gesto de saludo y también significado de "te veo". La humana hizo el gesto de vuelta y se giró hacía su hermana pequeña, buscando las palabras correctas mientras Neteyam permanecía atrás de ambas en silencio.
—Hie'tya no encuentra al resto.—Soltó ella dirigiendo sus ojos miel hacia él.—No puedo llevarla yo, y necesito que esté a salvo hasta que llegue con sus hermanos.
Tarsem asintió en comprensión, dándose una idea de lo que pasaba.
—Te pido, llévala con sus hermanos. Por favor, Tarsem.—Los orbes miel de Me'rah se dirigieron hacia la pequeña na'vi y de nuevo hacia él, quien de inmediato accedió y ayudó a la pequeña a subir en el caballo.
—Estará bien, no tienes de que preocuparte. —Fue lo único que dijo el chico para luego asentir hacia Neteyam y la chica, empezando a alejarse galopando, en tanto Hie'tya se despedía a lo lejos de ambos.
—¡Adiós, ‘Vani!—se escuchó la dulce voz de la niña con el apodo que le tenía a la mayor. Me’rah solo sonreía agitando su mano.
Neteyam entonces se cruzó de brazos, en silencio y con esa dura cara inleible. Algo le había molestado, pero no quedaba tiempo para preguntar por eso, Me'rah primero debía saber que pasaba con él.
—¿Está todo bien?—Preguntó un poco confundida dejando de seguir con la mirada a la pequeña na'vi.
—Si, solo debo ir con mamá por unas cosas.—Explicó en brevedad el más alto quien sonrió amenamente y sin más, se alejó a paso largo pero tranquilo hacia su familia, pero simplemente no cuadraba.
Su ceño se frunció en disgusto y ese presentimiento solo aumentaba en potencia.
Algo definitivamente iba a salir muy mal.
(...)
Todo el caos en el Hell's gate de pronto impactó un poco a Me'rah, quien sobrevolaba junto a Alaska la zona en busca de su padre. Vio en el pie de la gran nave a Jake Sully junto a varios humanos, pero ninguno de ellos era su padre, por lo que empezó a descender hasta finalmente notar a su progenitor alistando su traje en la mano y ajustando su máscara de aire. Al parecer no llevaría su avatar.
Alaska tocó suelo a unos metros del hombre y Me'rah bajó, acercándose a él para darle el adiós antes de irse.
—...Papá.—Susurró con una leve sonrisa mientras el atardecer acariciaba su piel rosada y mejillas levemente teñidas de rojo.
Norm solo pudo sonreír y con su mano libre abrazó a la rubia, que le ganaba en estatura. Sus corazones latían de alegría, pero también de incertidumbre y el sentimiento de tal vez no volver a verse.
—Cuida a tus hermanos.—Le pidió el científico deshaciendo el abrazo y sosteniendo su mano con empatía.—Volveré, mi niña.
Las palabras para Me'rah de pronto ya no salían y solo pudo asentir sonriéndole una última vez. Norm le dio un beso en la frente y sin querer soltar su mano empezó a avanzar hasta que finalmente la distancia los obligó a deshacer el agarre y poco a poco el científico se alejaba cada vez más, mirando una última vez hacia atrás, hacia la pequeña rubia que estaba allí parada en medio del caos junto a su ikran.
Ella sabía que él estaría bien, su puesto era de francotirador y estratega en la misión, pero el miedo de perderlo de pronto le daba escalofríos a pesar de que el día estaba caluroso.
Oh, Eywa, si la escuchara seguramente le pediría que cuidara de su padre porque ahora ella ya no podría.
Tomó un poco de aire y le puso un límite a todas las emociones que amenazaban con crear un desastre con ella, respiró, y hallando un poco de paz decidió quedarse allí hasta perder de vista a su padre, pero su atención entonces fue acaparada por algo más.
Un movimiento extraño entre los últimos explosivos que estaban siendo cargados por grandes maquinarias le hizo posar sus orbes miel allí, hasta encontrar una pista clara de que se trataba.
Pero cuando se fijó, la sorpresa fue aún mayor.
Era Neteyam, entrando exitosamente en la nave ya con su traje puesto y el casco en uno de sus brazos.
El miedo motivó o tal vez la adrenalina fue lo único que la impulsó a caminar rápidamente hacia la nave, intentando no perderlo de vista y a la vez atenta a su alrededor, pero las puertas ya estaban empezando a cerrarse por lo que sus pies se comenzaron a moverse cada vez más rápido, pero no fue suficiente para llegar. La puerta ya se había cerrado en su cara.
La preocupación y las miles de preguntas que surgían como el por qué estaba allí debían esperar, ahora solo podía fijarse en una cosa y era el buscar otra forma de entrar y sacar a su amigo de allí, sin importar qué.
Llamó a su Banshee quien rápidamente volvió a ella y subiendo rápidamente a ella emprendió vuelo antes de que la nave encendiera motores.
Los motores expulsaron fuego de los propulsores y rápidamente empezó a elevarse verticalmente, dando inicio a su ruta rumbo al mundo oscuro.
Me’rah entonces Sobrevoló casi por el suelo del Hell's gate hasta llegar al bosque en donde tuvo que mantener el vuelo bajo y esquivar árboles con agilidad. No podía ser detectada por la nave.
Solo de vez en cuando podía mirar hacia arriba, en medio de los árboles localizando la gran nave que empezaba a tomar más altura a cada segundo.
Finalmente la rubia tomó por un desvío y sin perder de vista la gran nave, Alaska empezó a ascender al cielo despejado y en segundos lograron llegar debajo de la gigante nave. La rubia paseó sus orbes por toda la parte inferior del vehículo y tomó un respiro, preparándose para lo que estaba por hacer.
Se levantó con cuidado sobre el lomo del banshee y estirando su brazo empezó a buscar una escotilla que le daba paso a los ductos.
Miró con cuidado a su alrededor y finalmente encontró la escotilla, jalando de ella y abriendo la pequeña puerta se aferró y logró entrar ayudándose de sus brazos. Alaska se alejó en cuanto la rubia logró entrar y rápidamente volvió a cerrar la pequeña puerta.
Tomó un poco de aire y quitó su cabello del rostro, se giró hacía la izquierda y sin otro camino más por tomar empezó a gatear con cuidado y en silencio para no ser detectada.
(...)
Pasaron seguramente 5 minutos cuando logró abrir una ventanilla y salir a un salón lleno de explosivos pero vacío, dándole el tiempo necesario para recuperarse y tomar un poco de aire.
Su pecho subía y bajaba con fuerza, agitado por el ejercicio pero eso no evitó que la rubia se levantara y sin tiempo que perder empezara a caminar en busca del chico, confiada con su caminar pero preocupada por el chico. Dentro de poco tiempo saldrían del planeta y antes de ese momento debía salir de allí con Neteyam, debía ser más rápida que el tiempo.
Pero con los guardias y todo el personal de la nave parecía un desafío imposible, tampoco conocía bien la nave y sabía que Neteyam tampoco por lo que no podía haber ido muy lejos.
Sala tras sala, habitación por habitación, no había rastro de él y cada vez más el miedo empezaba a latir más fuerte en su nuca. Sólo quedaba una sala por revisar.
Y la esperanza es lo último que se pierde, como dicen los humanos, pero para Avani la esperanza poco a poco se desvanecía con cada paso que daba hacia esa sala, cada pasillo que pasaba y cada esquina que cruzaba solo le hacían sentir aún más y más asustada, de no encontrarlo, de no lograr salvarlo.
Así llegó a la puerta y abrió con el código de su padre, miró una última vez alrededor e ingresó evitando ser vista por las cámaras, esperó que la puerta se cerrara completamente cuando se giró y se topó con la sala de mapas antigua, vacía y oscura.
Sus orbes se pasearon lentamente por el lugar y volvieron al frente con un pequeño brillo de esperanza que esperaba con todas sus fuerzas no se apagara. Sus pies empezaron a caminar en silencio, rodeando la mesa de mapas pero poco a poco sus latidos eran más fuertes.
—...¿Neteyam?—Susurró nerviosa y su voz casi titubea, por lo que tuvo que tratar grueso y mantener su postura rígida y fuerte.
Un silencio se formó por cortos instantes en donde la rubia no sabia si irse, o quedarse, si esperar o continuar, pero de pronto alguien salió detrás de la mesa, lento y pausado.
—...¿Me'rah?
Era él.
—Neteyam.—Reiteró Me'rah acercándose a él preocupada y tomándolo de la mano al instante. Una sonrisa de alivio esbozó su rostro y ese miedo que tenía de pronto se desvaneció.
El más alto entonces encontró sus orbes miel y le miró aliviado, pero confundido de verla allí sin un traje y el cabello un poco alborotado.
—Que haces aquí.—Preguntó de inmediato él.—Debes irte…Debes irte, Me'rah.
—No. —Espetó firme y de nuevo ese miedo habia vuelto en cuestion de segundos, el miedo de perderlo. —Irás conmigo, no voy a dejarte ir al ambiente más hostil y verte morir. No voy a dejarte aquí.
Pero la voz usual fuerte y rígida voz de ella dejó de sonar así. Su rostro reflejaba la preocupación y el miedo que experimentaba.
Él sabía, él sabía perfectamente, porque la mano de ella temblaba, y aunque por la poca luz no podía ver muy bien a la contraria sabía que no importaba qué, no lo iba a dejar.
—Ya es tarde..—Soltó Neteyam.—En minutos esta nave saldrá de la órbita.
—No...No.—Respondió ella mirando hacia la puerta.—Aún hay tiempo, aún podemos volver.—Le Intentó jalar hacia la salida inútilmente.
—No puedo. Debo estar aquí.
—¡Sólo tenemos 14 años! ¡Una maldita guerra no es en donde debes estar!—Exclamó por lo bajo en cuanto soltó al chico.—¡Dejaste a Kiri, Lo'ak, A Tuk solos! ¡Ni siquiera pensabas decírmelo!
El silencio de Neteyam le indignó lo suficiente para retroceder y darle la espalda, intentado calmarse y buscar alguna solución, alguna opción. Estaban perdiendo el tiempo si querían salir.
Pasó sus dedos entre su melena rubia y soltó un suspiro para luego mirar a la nada confundida, perdida y preocupada.
—…skxáwng.—Soltó ella.
Solo quedaba un minuto, ya no había tiempo para salir, y ya no había vuelta atrás, pensar con cabeza fría cada vez le costaba más y cada posible opción le terminaba empujando a la misma salida:
Si querían salir vivos de allí debían luchar. Después de todo había entrenado toda su vida para ello, pero el hecho de que era un lugar desconocido y la poca experiencia en él les dejaba en desventaja.
No obstante, no había otra salida y solo esperaba que el resto estuviera bien.
Exhaló pesadamente y se giró hacía el na’vi con una expresión seria y casi fría. Su determinación no debía ser puesta a prueba.
—¿Quieres luchar? Bien. Pero necesitaré uno de esos malditos trajes.—Espetó ella muy distante a como estaba hace un momento.
(…)
Luego de escabullirse por toda la nave, Neteyam logró guiar a la rubia hasta el último salón donde quedaban más explosivos y una docena de trajes sin usar o que probablemente habían sobrado.
¿El problema? Eran demasiado grandes para ella, debía usarlo estando en su forma Na’vi y ella más que nadie conocía las consecuencias de estar así por mucho tiempo.
Así que tragó grueso, miró al más alto que por sus orejas agachadas no le gustaba la idea, pero aunque intentara sacar a Me’rah de la nave ya era tarde.
Y se lamentaba por eso; el sus planes no estaba involucrar a Me’rah, su mejor amiga, pero aunque no lo haya querido terminó empujándola a esta situación y ella estaba dispuesta a ir hasta el final con él.
Sus orbes dorados se dirigieron a la rubia que cambió de piel en segundos y su estatura aumentó mínimamente, sus ojos azules se dejaron ver junto con la melena negra, se veía determinada a ello y colocó el traje sin problema.
Su mirada seria y fría llegaba a darle escalofríos.
—Bien, Hagámoslo.—Espetó Avani tomando el casco en una de sus manos y empezando a caminar confiada hacia la salida, sin embargo Neteyam bloqueó su paso con su mano.
Se giró hacía ella y con un notable semblante de preocupación le dijo:
—No tienes que hacer esto.
Me’rah solo bajó la mano del chico y contestó mirándole a los ojos un poco burlona.
—Entre tú y yo quien debería quedarse eres tú.—La pelinegra acomodó su cabello.—Procura salir vivo de esta.
Avani solo palmeó suavemente el hombro del chico y continuó con su camino, en busca de algún escondite seguro, y sin saberlo provocó una pequeña corta risa burlona en el mayor antes de seguirle el paso.
(…)
Con rapidez llegaron a los ductos, que por suerte para ese momento no contenía tanta calor como al principio y pudieron movilizarse sin problemas viendo de vez en cuando a través de las ventanillas las salas de control, na’vis alistando sus trajes y otros sentados en sus asientos cerca a la zona de embarque compartiendo espacio con más explosivos y cajas llenas de provisiones, también se podía ver a todo el equipo humano en sus posiciones y de vez en cuando alguno que otro piloto con paso apurado.
—Deben estar reunidos en el centro de control…—Susurró Me’rah girándose un breve segundo hacia atrás, rectificando que Neteyam siguiera detrás de ella a rastras.
—Allí no llegan los ductos, ¿o si?—Alegó el mayor empeñado en su labor un poco jadeante.—No hay forma de llegar allí.
La ahora pelinegra se giró hacía el piso en busca de un respiro y tomando un poco de aire continuó hacia adelante mientras pensaba en una forma de llegar hasta allá.
—…No lo sé.—Espetó pasando su mano sobre su frente para limpiar el poco sudor.—Tal vez podríam-
Pero de repente un sonido resonó con eco en el ducto y casi al segundo medio cuerpo de Neteyam salió a través de una lámina mal puesta y de no ser porque logró agarrarse del pie de la menor hubiera caído al suelo.
La respiración agitada y la mirada asustada de ambos se cruzaron, completamente quietos esperando que nadie los haya escuchado.
—¡Que mierda te pasó!—Gritó por lo bajo Me’rah intentando hallar la forma de girarse y poder sostener con su mano a su compañero, pero el ducto era reducido.
—¡No lo sé, esa lámina cayó al suelo!—Neteyam se veía preocupado intentando con todas sus fuerzas lograr subir de vuelta la mitad de su cuerpo colgante.
Pero como si no fuera suficiente la voz fémina de una mujer gritando en el pasillo los había puesto en evidencia.
—¡Hay alguien en los ductos!—Exclamó la desconocida alertando en potencia al par que se miraban cada vez más asustados y sin saber que hacer.
—¡Sube!—Le susurró la más baja intentando gatear hacia adelante y así el sosteniéndose de su pie, lograr subir pero el agarre del chico se resbalaba una y otra vez.
—¡Debo bajar!—De pronto la petición del contrario la congeló.
—…¡Claro que no, no digas tonterías!
—¡Nos vemos en el centro de control!
Los ojos azules de ella se dirigieron a él confundidos.—Dame tu collar.—Pidió Avani estirando su mano azulada que conservaba los 5 dedos, a diferencia de Neteyam.
Para el mayor de pronto no tomó sentido la petición de ella y los gritos de la mujer que se alejaba para pedir ayuda le aturdían los oídos, más sin embargo entregó su collar con los comunicadores.
Me’rah con velocidad empezó a mover algo en él, y para él realmente nada tenía sentido pero la pelinegra estaba cambiando el canal de recepción en el comunicador tal como Max le había enseñado.
Aunque antes de que pudiera acabar De pronto Neteyam le soltó y en segundos desapareció de su lado, asustándola al instante y haciéndola girar con brusquedad hacia el hueco por el que su compañero había desaparecido.
Para su suerte, había caído en el suelo del pasillo mirando alrededor alerta y reincorporándose de la caída.
—¡El collar!—Susurró mirando hacia Me’rah y estirando su mano.
La chica sin pretextos tiró el ahora cambiado comunicador en su collar a las manos del mayor, quien lo recibió con apuro y lo apretó en su puño.
—¡Nos vemos en el centro de control!—Fue lo último que dijo antes de salir corriendo en busca de un escondite y dejando atrás a la pelinegra que miró por unos segundos el ahora vacío pasillo pero los murmullos de humanos aproximándose le hizo esconder su cabeza dentro del ducto, obligándose a ni siquiera respirar en un intento por no ser detectada.
Sus orejas perceptivas se movieron intuitivamente notando el momento exacto en que los humanos continuaban su camino en busca de Neteyam y dejándola a ella sola de nuevo.
Sully, por su parte, giró rápidamente por las esquinas evitando ser visto por alguien más y se Ocultó detrás de una pared recostando su espalda en ella con la respiración agitada y su pecho intentando tomar aire, sin embargo la pared en un instante se hundió y le dejó caer duramente contra el suelo, notando entonces que se trataba de una puerta medio abierta y acababa de caer en un oscuro salón.
Su cabeza dolió y no hubo mucho tiempo para notar en donde estaba, las voces se escuchaban cada vez más cerca y solo pudo reincorporarse y hallar un escondite que le ayudara, pero sólo le rodeaban las mismas cajas que había visto de provisiones y más nada.
No había más.
Miró nervioso hacia la entrada y lo único que pudo hacer fue abrir una caja tras otra buscando alguna vacía. Una tras otra, tras otra hasta finalmente hallar la indicada.
No perdió tiempo y sin mirar más hacia la salida, ingresó con apuro a la caja y se acomodó para luego cerrar la tapa a tiempo.
(…)
—Neteyam. —Espetó Me’rah que había decidido continuar con su camino rumbo gateando pero con su mano libre oprimiendo el comunicador en su oído.—Neteyam.—Reiteró con la voz carrasposa.
Un poco de ruido se escuchó, seguramente porque el collar seguía en las manos del chico pero tras unos segundos la voz de el mayor de los Sully se hizo presente.
—“Estoy bien..”—Soltó muy por lo bajo el mayor.—“Logré esconderme”.
Me’rah suspiró aliviada y giró con cuidado por una esquina casi llegando al ducto abandonado que pasaba por el suelo de la sala de control.
—Estoy llegando a la sala, quédate donde estás, luego iré por ti.—Le Aclaró la pelinegra mirando cuidadosamente por la diminuta ventanilla encima de ella pero solo notando la pequeña cabina que era rodeada por ventanas grandes, más sin embargo el gran espectáculo de estrellas de pronto se llevó el aliento de la ojiazul sin embargo los murmullos de una voz familiar le hicieron voltear a girar con dificultad hacia un poco el costado.
Jake, Neytiri, un piloto y su padre estaban viendo algo en el panel.
—Están armados hasta los dientes.—Logró escuchar claramente a su progenitor.—Misiles, además, artilleros, compartimento de armas aquí y aquí. Incluso las bases secundarias están bien armadas.
—Seguiremos con el plan, lo haremos como practicamos. —La voz de Jake se hizo presente fuerte y clara.
—pero entrenamos para una sola nave, no diez.
Estaban completamente en desventaja y las palabras recientes de su padre de pronto le hicieron congelarse.
—Entonces tendremos que improvisar.
—…Bien.
Me’rah aún seguía procesando lo recién dicho cuando una llamada interfiriendo le hizo prestar atención aún confundida.
—“Nave espacial desconocida, detenga de inmediato su acercamiento o se abrirá fuego.”
De nuevo esa molesta mujer militar.
—Desaparece de su vista, empezó el plan.
De pronto Neyitiri retrocedió y Jake parecía que estaba por hablar con aquella general, no obstante el ángulo en que se encontraba no le dejaba ver bien y aún seguía intentando retener la información Me’rah, pero muchas cosas estaban ocurriendo demasiado rápido.
—Habla Jake Sully.—Espetó él na’vi molesto y cortante.—Estoy hablando en nombre de-
—“Ya sé quién eres”. —Le Interrumpió ella.
—No he terminado, General. Estoy hablando en nombre del consejo de los Olo’eyktans y los ciudadanos de Pandora.
—“Sully, no me importa tu bolsa de ratas o un absurdo consejo lleno de estúpidos y terroristas que habían en el Hell’s gate. Estoy aquí para restablecer la ley y el orden en Pandora y eso es lo que haré. Segura y decididamente.”
Las duras y sin vida palabras que salían de la boca de la mujer solo le hacían fruncir el ceño molesta, pero estaba oculta en un ducto y el ruido debía ser reducido a sólo su respiración. Quería gritarle, golpearla, hacer lo que sea para dejar esa amenaza fuera, pero por ahora ese no era su plan.
—“Empezando por la destrucción de su nave… Los tienen en la mira, cada una de las naves”.
Sully sacó una pequeña tableta con una imagen borrosa en ella mostrando lo que ofrecía ser la fábrica ubicada en el Hell’s gate.
—Bien, general, le gustará ver esto. Aquí la fabrica completa. —Prosiguió Jake. —No es un buen ángulo pero hay más de 10 toneladas de compuesto de voladura. Está la refinería y el molino. ¿no es eso lo que quieres?
—“Es correcto”.
—Bien, porque si destruyes esta nave, haré volar toda la fábrica. Envía ayuda aérea y haré volar toda la fábrica.
La mujer se mantuvo en silencio por un segundo.
—“Déjame decirte como se juega esto. Si destruyes esos bienes yo mataré a todo el mundo en el suelo, en el planeta. Niños, mujeres embarazadas, ancianos en sus sillas de ruedas”.
La manera en que se dirigía y la frialdad con que dijo cada palabra orgullosa y capaz de lo que decía simplemente congeló a Me’rah, quien solo pudo cubrir su boca obligándose a hacer silencio a sí misma.
—General, está equivocada. O hablamos ahora o todo explotará.
—“Cuantos hay en la nave”.
—El piloto, Josh, y mi esposa, Neytiri Te tskaha Mo’atite, en representación del pueblo Na’vi.
—…”Perfecto, me gustaría conocer a la pequeña dama. Espera un segundo, muévete un centímetro y mandaré explotar tu nave”.
La comunicación entonces se cerró y Todos se levantaron de su asiento listos para la acción haciendo que la pequeña Avani retrocedería un poco para no ser vista.
La guerra estaba a escasos minutos de empezar y no había mucho que pudiera hacer, había terminado por error en una nave en medio de un ducto y no tenía noticias de su compañero.
Debía volver por él.
Pero tenían diez naves listas para dispararles, ¿siquiera había una posibilidad, una ventaja que los llevara a la victoria? El futuro cada vez más se veía incierto, ahora estaba en una misión casi suicida.
El tiempo se agotaba y debía correr por Neteyam, decirle lo que había escuchado y tal vez buscar una forma de ayudar sin exponerlo a él o ella misma al peligro, pero ahora lo sabía, eso ya no se trataba de una simple misión, todos esos guerreros, todos en la nave no sólo venían a luchar…
Venían a morir y debía salvar a Neteyam de ello.
Dio media vuelta y empezó a gatear de nuevo con cuidado y cautela, intentando mantener regulada su respiración y no sofocar lo suficiente su cuerpo en el ajustado traje que le hacía cada vez más aumentar su temperatura corporal. Aún su cuerpo podía soportarlo y si hallaba la forma, retrasar el desmayo cuando llegue a su límite en esa forma, porque debía soportar lo suficiente hasta saber que él estaría bien.
Miró un momento, agitada, hacia atrás rectificando estar lo suficientemente lejos, y asegurándose, colocó su mano en el comunicador de su oído, intentando hablar con el chico.
—…Neteyam.—Susurró continuando su camino solo con el brazo libre.—Neteyam, donde estás.
(…)
2 minutos antes.
Un tiempo había pasado desde que había quedado en esa caja y sus rodillas que estaban flexionadas empezaban a doler por la posición, al igual que su cuello. La oscuridad tampoco le dejaba ver más allá de sus rodillas y tampoco podía arriesgarse a salir de allí, no mientras en la nave lo buscaban.
Así que solo pudo respirar hondo y esperar a ella, esperar a que obtuviera algo de información y volviera por él, pero mientras eso pasaba solo podía quedarse allí.
Miró el collar en su palma que estaba conectado al comunicador en su oído y entonces lo colocó alrededor de su cuello, curioso sobre él por qué lo primero que pidió Me’rah fue eso.
“Neteyam”.
De pronto la voz de la pelinegra se escuchó en el comunicador, agitada y un poco apurada.
“Neteyam, donde estás”.
El chico esbozó una pequeña sonrisa y abrió su boca listo para responder, pero el sonido brusco de la puerta abriéndose le hizo de inmediato callarse y poner una mano sobre sus labios, sus orejas se movieron hacia la dirección del sonido y sus ojos buscaban desesperadamente algún ángulo que le dejara ver que ocurría, pero era inútil.
Los sonidos de pasos acercándose hicieron que sus pálpitos aumentaran hasta casi poder escucharlos y las voces un poco silenciosas de quienes habían llegado de repente le asustaban aún más de ser descubierto.
Muchos pensamientos llegaron a su cabeza en solo segundos, sus ojos no podía cerrarlos, intentando estar atento a cualquier movimiento, pero el brusco movimiento de la caja le hizo moverse con brusquedad de un lado a otro.
La caja había sido levantada.
Y él con ella. Su respiración se volvió más pesada y aunque intentara ver que ocurría no podía arriesgarse a salir o asomarse si quiera un poco.
“Neteyam, cual es tu ubicación”.
Volvió a escuchar a la chica, pero estaba completamente quieto, cubriendo su boca e intentando escuchar lo que decían quienes estaban cargando aquella caja.
—Deja que el resto se encargue. —Se escuchó una voz masculina.—Que lleven ellos el resto del suministros y explosivos a la sala que Ordenó Jake.
Más voces de fondo se podían escuchar, anunciando la llegada de más hombres que llegaban por las cajas enteras de suministros y al parecer para trasladarlas.
Neteyam suspiró un poco aliviado, más sin embargo no dejó de estar alerta y subiendo muy lentamente su brazo, presionó el comunicador de nuevo listo para hablar, rogando no ser escuchado.
—Me…están llevando a una sala…—Susurró con cuidado.—No sé a donde….en cuanto me dejen allí…saldré y te avisaré.
“Buscaré entonces una forma de salir de aquí. No vayas muy lejos”.
La pelinegra entonces cortó la comunicación y Neteyam volvió a su anterior posición, esperando el momento en que finalmente fuera dejado en aquella sala y poder salir.
Pero los minutos pasaron, probablemente bajando muchos pisos y varios estrujones de por medio en donde no pudo hacer más que apretar sus labios ahogando cualquier quejido.
Me’rah por su parte seguía en busca de una salida, atravesando largos ductos y cruzando esquinas y aunque no lo notara, poco a poco empezaba a perder el aliento.
El encierro empezaba a sofocarla y cuando parecía que jamás iba a llegar a la dichosa sala, un par de hombres cruzaron un par de palabras y el sonido de una puerta llegó a sus receptivas orejas. Pronto podría salir.
(…)
Los hombres descendieron la caja con cuidado en el suelo, el silencio era absoluto y lo único que podía oírse era el motor de la gran nave abriéndose paso en el mundo oscuro.
Sully abrió sus ojos alerta y escuchó atentamente el momento en que el par de hombres se alejaron y salieron por la puerta.
Era el momento de salir.
Respiró hondo, esperó unos segundos y moviéndose poco a poco, finalmente quitó la tapa de la caja, saliendo con velocidad en busca de Me’rah, pero la sorpresa que se llevó al darse cuenta que no se trataba de una sala vacía le congeló allí mismo.
Era la sala de abordaje, habían explosivos gigantes y pasajeros, incluidos su madre, quien justamente le miraba fijamente, probablemente en shock.
Cada uno de los presentes de pronto dirigió sus ojos a él, que salía de la caja mirando asustado a su madre.
—Puedo explicarlo.—Intentó decir, pero su padre ya estaba entrando en la sala, y a su espalda pasó Norm junto a un científico.
El ceño de Jake de pronto se arrugó y casi incrédulo pero furioso se acercó a él con paso largo.
(…)
El ducto con cada segundo que pasaba se volvía más caluroso y Me’rah empezaba a pensar que tal vez se trataba de un laberinto y que había pasado por esa misma esquina las mismas 3 veces seguidas.
Soltó un largo suspiro, intentando mantener la calma y hallar a Neteyam, pero se hacía cada segundo mas difícil avanzar.
Se detuvo un segundo para tomar un soplo de aire y poder pensar un poco, poder aclarar su mente y regular su pesada respiración.
Su dolor de cabeza empezaba a doler y casi podía sentir la asfixia en su cuello a la vez que su cabeza daba vueltas.
—…Debo salir…de aquí…—Susurró decidida de lo que haría, decidida de que cada decisión valdría la pena, y estaba asustada, completamente sola, y frente a una situación que no podía manejar, pero que debía enfrentar, y eso, eso justamente era lo que debía hacer en ese instante.
Sacó su fuerza, incluso de donde ya no tenía, y empezó a avanzar, intentando recordar los viejos ductos que recorría cuando era una niña junto a Spider, intentando calmarse y convencerse que al cruzar esa esquina encontraría el camino correcto, que cada paso podría acercarla a una salida.
Cada empujón, cada suspiro, cada gota de sudor que resbalaba por su azulada piel, cada paso, cada vez que cruzaba una esquina dejaba de parecer la misma, por fin los caminos se esclarecían de la niebla con cada avance, los recuerdos de haber estado allí empezaban a llegar con ayuda de su perceptivamirada azul.
Giró a la izquierda y luego a la derecha, encontraba a su paso las ventilaciones y a través de una de ellas logró ver varios hombres cargando un montón de cajas pero su mirada volvió al oscuro ducto, obligándose a seguir adelante.
Sus manos ya empezaban a sudar y entonces su cabeza ya daba vueltas, mareándose más y más.
Giró una esquina más y entonces logró ver un poco de luz al parecer de una ventanilla que iluminaba ligeramente el ducto. Rápidamente apresuró el paso, con la esperanza a flor de piel de que por fin saliera.
Asomó su cabeza de primera hacia el foco de luz y una sonrisa se dibujó en su rostro, en sus pupilas azules se reflejaba un pequeño brillo y limpió con su mano su frente.
Era hora de salir.
Se aseguró entonces por unos segundos que nadie cruzara o se escuchara cerca y cuando estuvo segura giró su cuerpo hasta lograr poner sus pies sobre la ventanilla que mostraba el piso de un pasillo y sin más la pateó con fuerza, logrando a la primera que la rejilla cayera al suelo.
Me’rah, un poco asustada tomó un poco de aire, sus pulmones se llenaron y sus manos se aferraron al metal del ducto. Miró una última vez al oscuro ducto y sin mucho que pensar, saltó directo al duro suelo.
Sus pies temblaron al caer y sus rodillas casi chocan con el piso pero logró mantener el equilibrio sin complicaciones apoyándose con una de las manos sobre el piso.
Su respiración se agitó por un segundo y por último cuando todo estaba bajo su control alzó súbitamente su mirada, mostrando sus ojo azules grandes y oceánicos.
Sus orejas se movían, captando con detalle cada movimiento y sonido y sus orbes se pasearon rápidamente por alrededor. Se reincorporó con velocidad apresurando su paso en el frío y vacío pasillo.
La instalación era aún más tecnológica que los laboratorios que conocía y las paredes se veían metalizadas pero concisas, sin embargo dejó de fijarse en eso y dirigió su mirada al frente, precavida y caminando suavemente, rápida pero con sus ojos y orejas alertas.
Terminó de atravesar el pasillo y cruzó hacia el otro casi corriendo, pero de pronto alguien apareció en el rabillo de su ojo, por lo que rápidamente se giró encontrando sorpresivamente los ojos marrones de su mismísimo padre.
Entonces se congeló allí, como un mentiroso atrapado, con los ojos miel de su padre sobre ella y el piloto a su lado impresionado de igual forma, Me’rah de pronto no podía siquiera parpadear y sus pupilas temblaban un poco nerviosa, sus manos también sudaban.
—…Puedo explicarlo.—Soltó la na’vi sin moverse un milímetro.
Pero Norm no podía reaccionar, simplemente estaba allí parado, también casi congelado y esperando por la respuesta de su hija.
Poco a poco Avani relajó su postura y bajó los brazos, tragó grueso lista para hablar y dio un paso atrás.
—…Yo…—tomó un poco de aire.—…Lo siento…papá.
El miedo tan palpable en los ojos de él le hicieron sentir culpable, culpable de llegar hasta allí, de exponerse de esa manera. Ambos sabían que allí iban no solo a luchar y eso justamente era lo que más le asustaba a su padre.
Sus orejas se agacharon, reflejando realmente su sentir y sus ojos azules ya no eran capaces de mantenerse mirando a su padre por lo que su mirada se desvió al piso.
Norm solo se acercó a ella, un poco lento y entre más pasos daba más bajo se veía junto a ella.
—…Me’rah…—Susurró sin quitarle los ojos de encima, y no estaba molesto, ni sobresaltado, estaba asustado y simplemente imaginar que ahora ella podría morir ese mismo día solo le hacía cada vez más querer salir de allí con ella y volver a casa.—…Me’rah, que hiciste…
—…Lo siento, papá…—Soltó ella evitando la mirada de su padre, suficientemente arrepentida como para siquiera encontrar de nuevo a su asustado padre y recordarle el error que había cometido.—…Tuve qué.
—…En dos minutos empieza la misión.—Interrumpió el piloto que recibía el mensaje por su auricular.
Pero Spellman solo puso su mano sobre su propia rente, preocupado y pensativo, buscando una forma de sacarla de allí, pero en el fondo sabían simplemente que eso sería imposible y 10 naves ahora mismo los tenían en la mira.
Pero el arrepentimiento podía esperar, debía obligarse a seguir adelante, debía seguir avanzando o entonces la corriente se la llevaría, debía ahora ser una ayuda y no una carga. Me’rah lo sabía perfectamente.
—Papá..—Soltó Me’rah acercándose y agachándose hasta la altura de él. Su mirada decidida le indicaba que ya tenia un plan.—No vine aquí para que pierdas el tiempo pensando en que hacer conmigo. Tal vez no esté lista, y tal vez creas que debería esconderme y esperar lo peor, pero quiero ser de ayuda. Aquí o afuera.
De pronto la mirada de Norm se dirigió a ella en sorpresa y preocupación.
—Dime que hacer.
Sin saber que hacer, el científico cruzó miradas con el piloto, inseguro del incierto porvenir pero conocía a su hija mejor que nadie y su determinación era simplemente igual a la de su madre. No podía culparla.
La mirada asustada del hombre de pronto dejó de sentirse así y se transformó en una confiada y contagiada por Me’rah, la determinación se reflejó de igual forma en sus ojos cafés.
—Bien.
(…)
Norm caminaba con fuerza y carácter por los pasillos, acompañado de su hija y el piloto que luego giró hacía otro pasillo rumbo a la sala de control dejándoles solo al padre y la na’vi.
Norm no le había dicho nada aún y aún no entendía que tramaba, pero estaba ahora siguiendo sus órdenes y el silencio parecía la mejor opción.
Los altavoces empezaron a anunciar la cuenta regresiva y varios na’vi y humanos cruzaban hacía una sala en común con los trajes espaciales, iguales al que ella llevaba.
Spellman cruzó por el mismo camino que ellos pero abrió de pronto una puerta distinta. Una sala oscura con más cajas y explosivos que eran llevados a otro punto.
Uno de los humanos se acercó a él y le entregó una caja que de inmediato dejó en el piso y abrió.
Era el traje espacial de él.
Me’rah solo observó como el hombre colocaba con rapidez el traje y por ultimo tomó el casco con su mano y por último asintió hacia el hombre que le había entregado el traje.
Salieron de nuevo de allí y entonces atravesaron una gigante puerta de metal, sus engranajes resonaban mientras se abrían paso por un nuevo pasillo con ventanas a solo un costado. La pelinegra se acercó curiosa y casi al instante notó a Neteyam parado junto a Awkey, en medio de mas guerreros y humanos listos para la misión. Jake y Neytiri permanecían al frente de ellos. Las ventanas daban a la gran zona de embarque.
Atravesaron con velocidad el pasillo y llegaron a una escaleras metalizadas. El sonido de sus pisadas mientras descendían hicieron que varios se giraran para ver de quienes se trataban.
Las orejas de Me’rah se crisparon y sus ojos percibieron al segundo a Neteyam, quien le miró por un segundo con determinación y asintió.
Pero Me’rah estaba más asustada de lo que aparentaba su serio rostro. Respondió de igual forma al chico y siguió caminando junto a su padre quien pasó por el lado del pelotón y abrió una de las muchas cajas que se habían dejado al lado de los explosivos.
Sus manos sudaban y aún el tiempo que le quedaba en ese cuerpo era incierto. Vio de reojo a su padre sacar un arma bastante larga de la caja y la cargó, se giró hacía otra caja y sacó un arco junto a varias flechas que extendió hacia ella.
—…¿Voy a luchar?—Interpeló confundida, recibiendo el par de objetos, pero no hubo respuesta.
Norm simplemente cerró ambas cajas y se unieron al resto del grupo en silencio y atentos para escuchar las últimas palabras de Jake.
—No me quedan más palabras heroicas, mis hermanos.—Espetó él líder.—Es momento de salir allá, es hora de reunir todas nuestras fuerzas y luchar.
—Sin miedo.—Espetó Neytiri acercándose a su marido.
—Corazón fuerte.
(…)
Con prontitud una mujer de tez oscura dirigió a la mitad de los guerreros a una de las salidas acordadas, incluidos en ellos Norm , Awkey, Neteyam y Me’rah. Luego de haber hecho la revisión del perímetro minutos antes, una pequeña puerta se abrió y fue el momento para que la pelinegra colocara correctamente su casco, presionando un botón en su cuello para desplegar sobre su rostro la capsula cristalina que contendría el oxígeno. Estaban a punto de salir.
El oscuro cielo estrellado se veía imponente desde allí y podía pasar horas contemplándolo, pero justo a varios kilómetros estaban las naves de la RDA, listas para el ataque.
¿Así que ahora saldría a luchar? ¿Cómo cuidaría de Neteyam ahora?
Se giró preocupada hacia Neteyam, que permanecía junto al líder de los Olangi y conectó su mirada con sus orbes dorados.
Sin tener que pedírselo y casi cómo si le hubiera leído la mente a ella, Él se acercó curioso hacia ella, pero la más baja sólo pudo voltear a girar hacia al frente en cuanto llegó Neteyam, mirando hacia el gran cielo estrellado.
—…Así que lo haremos…—Soltó él mayor admirando de igual forma aquel oscuro cielo.
¿Y cómo podía decirle? ¿Cómo decirle que estaban a punto de morir? ¿Cómo decir todo lo que tenía en la garganta?
Me’rah suspiró y miró hacia él, ganándose la mirada contraria.
—¿No lo entiendes?...Aquí no viniste a luchar, Net…
No podía decirlo así como así, pero el tiempo se agotaba.
—¿Entonces…?—Preguntó él, confundido. —Mi lugar es con el pueblo, tengo el derecho de estar aquí y el riesgo es el precio que deberé pagar. No importa qué…
La ojiazul solo soltó una risa tonta y agachó brevemente su cabeza. Neteyam tenía esa fuerza que nadie más tenía, él no tenía miedo y eso era lo que por muchas veces le daba el apoyo cuando estaba por derrumbarse.
A veces es mejor guardarte algunas cosas para cuidar el corazón de otros.
No pudo evitar mirar con esa pequeña sonrisa hacia el chico.
—Tendré que estar con papá…No pude…mantenerte lejos del campo de batalla…—Espetó ella con una pizca de culpa.—…Así que No mueras.
Los orbes dorados y gigantes de Sully le atrapaban en un infinito atardecer, pero de pronto su brillo aumentó cuando una sonrisa esbozó y no podía ser más reconfortante de lo que era esa sonrisa. Era perfecta.
—Sin miedo…—Susurró él, sin dejar opacar ese brillo mientras Jake anunciaba por el comunicador la salida en escasos segundos.
“Es hora, equipo E, salgan ahora”.
—Corazón fuerte.—Susurró tan suave pero contagiada de la confianza que emanaba él.
Norm colocó su casco y miró a su hija, listo para salir pero asustado por ella.
—Quédate a mi lado.
Me’rah asintió hacia su padre lista y empuñando su arco. Se acercó hacia su lado y se preparó para ser la primera en salir junto a él dedicándole una última mirada su mejor amigo que sonreía tan genuinamente.
“Ahora”.
Sus orbes grandes y azules se enfocaron en el gran vacío oscuro y sin más, salió de la gran nave junto a su padre, con el arco en su mano y las flechas listas.
Era el momento de dejar sus miedos atrás, sus preocupaciones, y era hora de luchar. No sólo se trataba de ella, iba a luchar en nombre de cada na’vi, por su padre, por Hie’tya.
Porque en medio de todo el caos tenia clara una cosa: todos volverían a casa.
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