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── 𝟎𝟒. 𝐔𝐧 𝐌𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐨𝐩𝐨𝐫𝐭𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬

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"𝐍𝐎 a los lectores fantasma

        LA LUNA BRILLABA ALTA Y CLARA, bañando el campamento en una luz plateada que competía con el resplandor cálido de la fogata. Las llamas crepitaban suavemente, proyectando sombras que danzaban en los rostros de la tripulación. Kaito, Ren y Hikari se encontraban sentados alrededor del fuego, sus expresiones serias mientras lanzaban miradas cautelosas hacia su capitana. Mar estaba inmóvil, con la vista fija en las llamas, sus pensamientos revolviéndose como las chispas que se elevaban hacia el cielo estrellado.

El descubrimiento que había hecho esa noche en el bar seguía dando vueltas en su mente, las preguntas la abrumaban, y el silencio que se extendía a su alrededor solo intensificaba el peso que sentía sobre los hombros.

—No puedo creer que mi hermano estuviera con Roger —dijo, su tono bajo y lleno de incredulidad.

Hikari levantó la vista hacia ella, observando con cautela la expresión de su capitana. Había preocupación en sus ojos, pero también una paciencia firme, esperando a que Mar hablara más si lo deseaba. Ren, sentado con los brazos cruzados, dejó que las palabras flotaran en el aire unos segundos antes de pronunciarse.

—Es... un descubrimiento impresionante —dijo Ren, su voz medida pero seria—. Roger no era cualquier pirata. Estar en su tripulación significaba algo grande, algo que no se concedía a cualquiera. —Se inclinó ligeramente hacia adelante, mirando a Mar con una mezcla de respeto y gravedad—. Si tu hermano estaba ahí, entonces él era mucho más de lo que imaginábamos

Mar asintió lentamente, pero el gesto era apenas perceptible. Las palabras de Ren tenían sentido, pero no lograban despejar la nube de emociones y confusión que se había instalado en su pecho. Kaito permanecía en silencio esta vez, consciente de que no era el momento para bromas ni comentarios despreocupados. Observó a Mar con atención, notando la tensión en su postura.

—¿Crees que te lo ocultó a propósito? —preguntó finalmente Kaito—. Trabajar con Roger no es algo que uno simplemente... olvide mencionar.

La pregunta resonó en la mente de Mar como un eco incómodo. ¿Su hermano había mantenido ese secreto deliberadamente? ¿Cuántas más cosas había decidido no compartir con ella?

—No lo sé —admitió Mar en voz baja, casi como si hablara consigo misma—. Mi hermano nunca fue reservado. Siempre compartíamos todo... pero después de lo que ocurrió con Roger, se volvió distante.

—Tal vez pensó que eras demasiado joven para entenderlo —dijo Ren con cuidado—. Tenías siete años cuando te dejó, ¿verdad? Quizás solo trataba de protegerte de algo que no quería que cargaras.

Mar cerró los ojos un momento, dejándose envolver por los fragmentos de recuerdos que aún tenía de él. Recordaba cómo la protegía, cómo prometía que siempre estaría allí... hasta que dejó de estarlo.

—Tal vez —murmuró, aunque su voz estaba teñida de duda—. Pero eso no cambia lo que hizo. Ahora descubro que trabajaba con Roger, y es como si hubiera llevado una vida completamente distinta, una que nunca compartió conmigo.

—Debe haber tenido sus razones —dijo Kaito suavemente, tratando de ofrecer consuelo—. Pero eso no justifica lo que hizo ni cómo te hizo sentir. Solo... bueno, tal vez aún no conocemos toda la historia.

—No conocemos ninguna historia, Kaito —replicó Mar, su frustración rompiendo finalmente la superficie.

Hikari intervino con cautela, su voz tranquila pero firme.

—Mar, lo que sabemos es limitado. Si estuvo con Roger, tal vez eso sea una pista de por dónde empezar.

Mar inhaló profundamente, luchando por calmar la tormenta interna que se agitaba en su pecho. Hikari tenía razón. Este viaje era, en gran medida, una búsqueda para enfrentar su pasado. Sin embargo, cuanto más aprendía, más pesado se sentía el legado que estaba desenterrando.

—Es cierto, Hikari. Pero no puedo evitar pensar que él me escondía cosas, un montón de secretos atrás ¿Y si esa fue la única razón por la que me dejó?

El grupo se sumió en un silencio tenso, cada uno procesando el peso de las palabras de Mar. La idea de que su hermano pudiera haberla dejado por ambición, y no por amor o preocupación, era algo que todos sabían que sería devastador para ella si resultaba ser cierto.

—No podemos saberlo hasta que lo encuentres —dijo Ren con calma—. No hay forma de entender por qué hizo lo que hizo hasta que enfrentes ese momento. Pero lo que sí sabemos es que tienes derecho a buscar tus respuestas.

—Tienes razón, Ren. Necesitamos un plan —dijo Mar, esforzándose por proyectar determinación en su voz.

Kaito se levantó de un salto, su energía habitual comenzando a regresar.

—¡No importa qué clase de problemas se crucen en nuestro camino! ¡Estamos listos para enfrentarlos, capitana! —exclamó con una sonrisa contagiosa.

Mar se permitió una pequeña sonrisa. La lealtad de su tripulación hacía que el peso de su misión fuera más llevadero. Sabía que no podía hacerlo sola.

—Bien. Entonces... —inhaló profundamente, tratando de despejar su mente de los pensamientos oscuros—. Creo que nuestro próximo paso debería ser encontrar más información. Saber qué pasó después de la ejecución de Roger o buscar a otros miembros de su tripulación podría darnos pistas.

Ren inclinó la cabeza, ya pensando en las posibilidades.

—El mejor lugar para empezar sería Loguetown. Es peligroso, pero si alguien sabe algo sobre los últimos días de Roger o sus tripulantes, es allí donde lo encontraremos.

—¿Loguetown? —repitió Hikari frunciendo el ceño, claramente preocupada—. Es el lugar donde ejecutaron a Roger. Está lleno de cazarrecompensas y marines, con ojos en cada rincón. ¿Estás segura de que ir allí es lo mejor?

—Si hay un lugar donde puedo empezar a entender lo que pasó con mi hermano, ese es Loguetown. Allí es donde terminó la historia de Roger.

La tripulación asintió, comprendiendo la importancia de la decisión. Mar sabía que este viaje iba a ser peligroso, pero también sabía que no podía detenerse ahora.

—Entonces, partimos al amanecer —ordenó Mar, sus ojos brillando con determinación.

La tripulación se dispersó lentamente, dejando a Mar junto al fuego. Observaba las llamas danzar mientras su mente seguía enredada en pensamientos sobre su hermano y los secretos que le había ocultado. Aunque intentaba concentrarse en el plan, no podía evitar imaginar el día en que finalmente se encontraría con él.

Cuando finalmente cayó el sueño, fue arrullada por el murmullo del mar, dormida sobre la cubierta del barco. Sin embargo, su descanso fue abruptamente interrumpido por un alboroto que resonaba en la nave.

—¡Capitana, capitana, nos atraparon! —gritó Kaito, su voz aguda y llena de pánico.

Mar se levantó de un salto, aún desorientada por el repentino despertar. Su corazón latía con fuerza mientras tomaba su violín, transformándolo rápidamente en un arco con un movimiento fluido. Corrió hacia la cubierta, enfocada en enfrentar lo que fuera que los había sorprendido.

—¡Suéltalos ahora mismo! —gritó, con feroz determinación en su voz. Levantó su arco, apuntando directamente a las figuras encapuchadas que rodeaban a su tripulación.

El caos reinaba en la cubierta. Hikari y Ren estaban con las manos levantadas, rodeados por un grupo de piratas armados. Aunque se mantenían quietos, sus ojos destilaban rabia contenida. Kaito saltaba de un lado a otro, claramente nervioso y tratando de no llamar la atención.

—Nos atraparon, capitana —repitió Kaito, esta vez con más urgencia.

Mar tensó su arco, preparada para lo peor, pero entonces algo la hizo detenerse, sus ropas eran estrafalarias, llenas de colores vivos y detalles extravagantes. Su atención se centró en el líder, que avanzó con un sombrero ridículamente grande y una sonrisa amplia en su rostro. Al reconocerlo, la tensión de su cuerpo se transformó en desconcierto.

—¡Por todos los mares! —exclamó Mar, dejando escapar una risa sarcástica—. ¿Buggy?

El pirata, con su inconfundible nariz roja y su característico aire teatral, se detuvo en seco al escuchar su nombre. La altiva expresión que había mantenido hasta ese momento se desvaneció por completo, y sus ojos se abrieron como platos al reconocer a la mujer que acababa de pronunciar su nombre.

—¡¿Mar?! —gritó Buggy, con una mezcla de sorpresa y alarma, mientras su tripulación giraba la cabeza hacia ella, igual de atónita.

Cabaji y Mohji intercambiaron miradas incómodas, claramente nerviosos por la inesperada revelación. Richie, la enorme bestia mascota de Mohji, permanecía sentado a un lado, observando todo como si fuera un mero espectador indiferente. Lo que había comenzado como una emboscada pirata ahora daba un giro completamente inesperado.

—¿Qué rayos estás haciendo aquí? —preguntó Mar, bajando su arco lentamente mientras su ceño se fruncía en una expresión de incredulidad. No podía procesar cómo su tripulación había sido capturada por... Buggy.

—¡Esto es un terrible malentendido! —exclamó Buggy, agitándose de forma exagerada. Su tono intentaba ser convincente, pero era evidente que estaba completamente avergonzado—. Mis hombres... bueno, ¡ellos no sabían que este era tu barco! Pensaron que tu tripulación era... ¿intrusos? ¡Sí, eso!

Mar apretó los labios, claramente frustrada. Aun así, no podía evitar que una pizca de vergüenza se filtrara en su propia expresión al darse cuenta de lo absurda que era la situación.

—¿Así que tu tripulación decidió atacar a los míos... por error? —preguntó Mar, incrédula, mientras cruzaba los brazos y lo miraba fijamente.

—¡Exacto! ¡Un error insignificante! —Buggy alzó las manos en un gesto exagerado, intentando mantener su compostura. Pero al notar la mirada cada vez más irritada de Mar, su tono se tornó más nervioso—. ¡No teníamos idea de que este era tu barco! ¿Cómo íbamos a saberlo?

—¿No tenían idea? —replicó Mar, arqueando una ceja con escepticismo—. ¿Eso significa que simplemente atacan barcos al azar?

—¡Bueno, eso es lo que hacen los piratas! —intervino Mohji torpemente, solo para recibir una mirada fulminante de Buggy que lo obligó a callarse de inmediato.

Mientras tanto, Hikari, Ren y Kaito, aún con las manos en alto, empezaban a relajarse al comprender que, aunque estos piratas podían ser peligrosos en otras circunstancias, no parecían ser una verdadera amenaza en ese momento.

—¡Suelten a su tripulación de inmediato! —ordenó Buggy con un tono que intentaba ser autoritario, aunque no podía ocultar la vergüenza. Sus hombres, confusos pero obedientes, liberaron a los miembros de la tripulación de Mar. Ren bajó las manos con cautela, mientras Hikari soltaba un suspiro aliviado. Kaito, por su parte, seguía visiblemente nervioso, mirando a su alrededor con cautela.

La escena, aunque había comenzado con tensión, ahora era casi surrealista. Mar chasqueó la lengua, tratando de mantener la compostura, pero por dentro solo podía pensar en lo absurdo que era todo aquello.

Mar cruzó los brazos y miró a Buggy con una sonrisa burlona que destilaba diversión.

—¿Así es como tratas a una amiga que acabas de conocer? —preguntó, alzando una ceja—. Definitivamente hacer alianza contigo parece una pésima idea.

Buggy agitó las manos enérgicamente, claramente ofendido por el comentario.

—¡No, no, no, nada de eso! ¡Esto fue un malentendido! —exclamó, casi tropezando con sus propias palabras—. Solo estábamos... haciendo una inspección rutinaria. ¡Sí, inspección! Queríamos asegurarnos de que... todo estuviera en orden. Ya sabes, por... seguridad.

—¿Seguridad? —repitió Mar, reprimiendo una carcajada mientras lo miraba con incredulidad—. Claro, porque eres conocido por tu compromiso con la seguridad.

La tripulación de Mar, aunque todavía algo tensa, no pudo evitar reprimir sonrisas al escuchar el tono sarcástico de su capitana. Incluso Hikari dejó escapar una pequeña risa, cubriéndose rápidamente la boca.

—Oye, oye, no te burles —dijo Buggy, adoptando una pose exagerada de dignidad herida—. ¡Errores como estos le pueden pasar a cualquiera! —Hizo una pausa teatral, llevándose la mano al pecho como si fuera una gran víctima—. Pero yo, en mi infinita generosidad, estoy dispuesto a dejarlo pasar.

—¿Ah, sí? —Mar lo miró, claramente disfrutando de su torpeza—. ¿Y qué sugieres? ¿Que simplemente olvidemos que trataste de "inspeccionar" a mi tripulación?

Buggy sonrió de lado, claramente recuperando su confianza.

—Exacto. —Se inclinó hacia ella con un destello astuto en los ojos—. De hecho, creo que deberíamos hablar de algo más importante... como esa locura de Loguetown.

Mar entrecerró los ojos, sorprendida.

—¿Cómo demonios sabes de mis planes? —preguntó, tratando de mantener la compostura.

Buggy levantó las manos como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

—¡Querida! Soy Buggy el payaso. Sé cosas. —Su tono estaba cargado de un orgullo ridículo, pero no dejaba de ser intrigante.

—¿"Sé cosas"? Eso no explica nada —respondió Mar, arqueando una ceja.

Buggy rio con fuerza, ignorando su incredulidad.

—Vamos, cuéntamelo. —La señaló con dramatismo—. ¿Qué tienes que hacer en un lugar como Loguetown? No parece el destino típico de alguien como tú.

—¿Por qué te interesa tanto? —Mar lo desafió, cruzando los brazos con firmeza.

—Llámalo curiosidad profesional —respondió Buggy, encogiéndose de hombros—. Si no vas por el One Piece, ¿qué demonios te lleva a la ciudad donde todo terminó para Roger?

Mar lo observó un momento, considerando si debía decir algo. Finalmente suspiró, viendo que la situación había perdido toda hostilidad.

—Voy en busca de respuestas sobre mi hermano. Creemos que alguien en Loguetown puede darnos información. Es el siguiente paso para entender lo que ocurrió.

Buggy ladeó la cabeza, ahora mirándola con una mezcla de interés y algo que casi parecía empatía.

—Eso sí que es interesante. —Su tono tenía una burla ligera, pero no parecía del todo insincero—. ¿Y qué esperas encontrar allá?

—No lo sé con certeza —respondió Mar, su voz más suave pero decidida—. Puede que más preguntas. O tal vez las respuestas que necesito. Pero lo que sé es que no voy a detenerme.

Buggy la miró fijamente durante unos segundos, con una expresión inusualmente pensativa. Finalmente, sonrió de nuevo, aunque esta vez su sonrisa era menos teatral y más genuina.

—Eres toda una sorpresa, violinista —comentó con un tono casi casual, antes de girar sobre sus talones con un movimiento exagerado—. Supongo que nos veremos en Loguetown. O quién sabe, tal vez nuestras rutas se crucen antes. —Le lanzó un guiño descarado antes de caminar hacia su barco.

—Buggy... —Mar lo llamó, haciendo que él se detuviera y la mirara por encima del hombro—. Espero que, si nos volvemos a cruzar, no sea porque vuelves a "inspeccionar" a mi tripulación.

Buggy rio con fuerza, levantando las manos en un gesto de rendición.

—¡Prometo que será por algo mucho más interesante, querida! —gritó mientras subía al barco, dejando a Mar y su tripulación entre exasperados y divertidos.





Buggy se encontraba en la cubierta de su barco, tamborileando los dedos contra la barandilla de madera mientras miraba el horizonte con una mezcla de frustración y agotamiento.

El encuentro con Mar unos días atrás seguía persiguiéndolo como una sombra burlona, no solo había cometido el error de atacar al grupo equivocado, sino que, para su absoluta humillación, su tripulación había terminado quedando en ridículo cuando todo salió a la luz.

—¡Esto es inaceptable! —gritó de repente, agarrando una botella vacía de ron y lanzándola al mar con tanta fuerza que salpicó a Mohji, que estaba acariciando a Richie no muy lejos.

Mohji parpadeó sorprendido, secándose las gotas de ron que habían llegado a su rostro. Miró a Buggy con nerviosismo, intentando medir el nivel exacto de su furia.

—Capitán, no creo que sea para tanto... —comenzó, tratando de sonar conciliador.

Buggy giró hacia él con una rapidez que lo hizo retroceder instintivamente. Sus ojos azules brillaban de indignación, y su nariz roja parecía aún más prominente bajo la sombra de las nubes.

—¿¡Que no es para tanto!? —repitió Buggy, su tono aumentando en intensidad con cada palabra—. ¡ATACAMOS A LA PERSONA EQUIVOCADA, MOHJI! ¡No a cualquiera, sino a Mar! ¡La violinista pirata! —Se tomó un momento para respirar profundamente, aunque su cara seguía roja de la ira—. ¿Tienes idea de lo que eso significa para mi reputación? ¡Humillado frente a alguien que ni siquiera buscaba pelea!

Mohji tragó saliva, intentando mantenerse firme mientras Richie, más perceptivo al peligro, retrocedía lentamente hacia las sombras del mástil principal.

Cabaji, quien había estado observando en silencio desde la distancia, decidió intervenir. Se adelantó con cautela, alisando su capa con un aire de calma calculada.

—Capitán, entiendo su enojo —comenzó, manteniendo su tono neutral pero firme—. Fue una situación desafortunada, sí, pero no es algo que no podamos enmendar. Mar no parece ser del tipo que guarda rencores. Si jugamos bien nuestras cartas, todavía podemos sacar algo bueno de esto.

Buggy lo miró con los ojos entrecerrados, aunque su postura comenzó a relajarse ligeramente.

—¿Ah, sí? —respondió, cruzándose de brazos y alzando una ceja con desdén—. ¿Y qué sugieres, genio? ¿Que simplemente vayamos a tocar su puerta con flores y una disculpa?

Cabaji esbozó una pequeña sonrisa, inclinándose ligeramente hacia Buggy con una actitud confiada.

—No exactamente, capitán. Pero quizás, si nos mostramos útiles para ella, podamos convertir esta debacle en una oportunidad. Al final, no hay mejor forma de borrar un error que demostrar ser indispensables.

Buggy frunció el ceño, aunque las palabras de Cabaji resonaban con fuerza en su mente. No había considerado esa posibilidad. A pesar del fiasco, todavía existía una oportunidad para redimirse. Después de todo, Mar no era cualquier pirata; era una pieza con potencial en el tablero de los mares. Si jugaba bien sus cartas, podría convencerla de que una alianza con él era la mejor opción.

Se giró hacia la proa del barco, sus ojos se fijaron en el vasto océano frente a él. Por un momento, su mente divagó hacia un tiempo lejano, cuando no era un capitán, sino un simple pirata en la tripulación de otro. Aquellos días estaban llenos de trabajo duro, risas ásperas y ambiciones juveniles, pero también de rivalidades y sueños no cumplidos.

El recuerdo de esas épocas se desvaneció tan rápido como había llegado, reemplazado por el presente. Buggy sacudió la cabeza, como si apartara una telaraña invisible. No tenía tiempo para nostalgias ni memorias inútiles. Lo único que importaba ahora era arreglar el error y convencer a Mar de que lo necesitaba tanto como él la necesitaba a ella.

—¡Cabaji tiene razón! —anunció Buggy con renovada energía, sus ojos brillando con determinación—. Todavía hay una oportunidad de arreglar este desastre, y no vamos a dejarla pasar.

Cabaji asintió con satisfacción al ver que su capitán había recuperado su enfoque. Mohji, aunque algo nervioso, dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.

—¿Y cuál es el plan, capitán? —preguntó Cabaji, dando un paso adelante con expectativa.

Buggy levantó una mano dramáticamente, señalando al horizonte con la grandeza de un líder inspirado.

—Primero, encontraremos a Mar de nuevo —declaró con una sonrisa teatral—. Y cuando lo hagamos, no habrá disculpas ni explicaciones. ¡Le mostraremos que trabajar conmigo es lo mejor que le puede pasar en su miserable vida de violinista pirata!

Mohji arqueó una ceja con escepticismo.

—¿Y cómo exactamente planeas convencerla? —preguntó, cuidando de no sonar demasiado crítico.

Buggy lo miró como si la respuesta fuera obvia.

—¡Porque soy Buggy, el gran Capitán Payaso! —exclamó, su voz resonando por toda la cubierta—. No necesito disculpas ni ruegos. ¡Voy a hacer que ella quiera unirse a mí! ¡Mi carisma y mi genialidad hablarán por sí solos!

Las velas del Big Top se inflaron con el viento, como si la naturaleza misma respaldara las grandiosas palabras de su capitán. Sin embargo, mientras Buggy hablaba con tanta confianza, en lo más profundo de su ser no podía deshacerse de una leve inquietud. Había algo en Mar que lo descolocaba, una sensación que no lograba descifrar.

Su talento, su porte, esa mirada de determinación... Le resultaba extrañamente familiar, como un eco distante de algo que él había olvidado o enterrado en el pasado. Intentó aferrarse a esa sensación, pero, como agua entre los dedos, se le escapaba.

—Prepárense, chicos —dijo finalmente, con un gesto grandioso—. ¡Vamos a encontrar a Mar, y esta vez, las cosas saldrán exactamente como yo quiero!

Cabaji y Mohji intercambiaron miradas cautelosas, pero ambos asintieron. Sabían que Buggy podía ser impredecible, pero también conocían su terquedad. Buggy, por su parte, se permitió una sonrisa triunfal mientras el barco avanzaba.

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