
♠️ | 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎
| 22 años atrás, en Loguetown |
EL SOL BRILLABA con intensidad aquel día en la ciudad donde los sueños nacen y mueren, el lugar marcado por la historia como el principio y el final de una era. La plaza principal estaba abarrotada por un acontecimiento que cambiaría el curso de la historia, la ejecución de Gol D. Roger, el Rey de los Piratas.
Entre la multitud, una niña de apenas seis años luchaba por mantenerse de pie entre los empujones y la marea de cuerpos. Mar, pequeña y frágil, se aferraba con fuerza a la mano de su hermano mayor.
Su hermano, un joven pirata aún en formación, la mantenía cerca, inmóvil junto a la multitud. Su rostro era una máscara de solemnidad, aunque sus ojos delataban una chispa de emoción contenida.
Mar apenas comprendía la magnitud de lo que estaba presenciando, algunos hablaban con temor, otros con admiración, y muchos más guardaban un respetuoso silencio, las expresiones variaban entre la ansiedad y una reverencia casi sagrada hacia el hombre que estaba a punto de ser ejecutado.
—¿Quién es ese hombre? —preguntó Mar en voz baja, levantando la mirada hacia su hermano.
Él no respondió de inmediato, sus ojos permanecieron fijos en el estrado, buscaba la forma correcta de explicar algo que ni siquiera él terminaba de comprender.
—Es el hombre que cambió el mundo, Mar —susurró al fin, lo suficientemente bajo para que solo ella lo oyera—. Es Gol D. Roger, el Rey de los Piratas.
El título resonó en la mente de la niña, no entendía su verdadero significado, percibía el peso de aquellas palabras ¿Por qué todos querían verlo muerto? ¿Por qué el mundo parecía detenerse en torno a su ejecución?
Antes de que pudiera hacer más preguntas, la multitud contuvo el aliento. Desde el horizonte de cuerpos, apareció Roger, encadenado, pero caminando con una dignidad que parecía desafiar su destino, su postura, erguida y desafiante, contrastaba con las pesadas cadenas que arrastraba.
Roger no parecía un hombre derrotado, al contrario, su semblante transmitía una sensación de victoria silenciosa, como si el final de su vida fuera solo el inicio de algo más grande.
—¿Por qué está sonriendo? —susurró Mar, sus pequeños ojos llenos de incredulidad mientras observaba al hombre que estaba a punto de morir.
Su hermano no respondió, la pregunta de Mar quedó suspendida en el aire, insignificante frente al peso de lo que estaba a punto de ocurrir, un grito rompió el tenso silencio de la plaza.
—¡Dinos dónde escondiste el tesoro! ¡El One Piece!
La voz se elevó como un trueno, y la multitud reaccionó como una tormenta desatada. Los murmullos se transformaron en gritos de exigencia. Los ojos ansiosos de los piratas brillaban como si estuvieran al borde de un descubrimiento trascendental, mientras los marines tensaban sus armas, anticipando el caos.
Roger levantó la vista, para asombro de todos, se echó a reír, era profunda, resonante, como el eco de un trueno en medio de una tormenta, la risa de un hombre que, incluso al borde de la muerte, se mantenía invencible.
—¿Mi tesoro? —repitió Roger con una voz que se alzó por encima del bullicio, clara y potente como el rugido del mar—. ¡Lo dejé todo en un solo lugar! Si lo quieren, vayan y búsquenlo. ¡Todo está allí!
Las palabras cayeron como una descarga eléctrica sobre la multitud, en un instante, la plaza estalló en una mezcla de gritos, risas y caos, los piratas rugieron de emoción, algunos jurando que serían ellos quienes reclamarían el tesoro. Los marines se tensaron aún más, tratando de mantener el orden.
Mar, en los brazos de su hermano, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. "One Piece". No entendía el significado de esas palabras, pero algo en ellas la sacudió profundamente, como si una puerta invisible se hubiera abierto frente a ella, revelando un horizonte que no sabía que existía.
Su hermano la sostuvo con más fuerza, pero cuando ella alzó la mirada hacia él, vio algo distinto en sus ojos, una chispa, una promesa silenciosa. En ese instante, comprendió que algo en él había cambiado para siempre.
A medida que los guardias se preparaban para llevar a cabo la ejecución, Mar volvió su atención hacia el borde de la multitud, estaba un hombre, alto, con cabello negro que caía en mechones desordenados y ojos afilados que parecían cortar el aire con su intensidad. No llevaba la emoción frenética del resto, observaba a Roger con una calma peligrosa.
La mirada de Mar se quedó fija en él. Había algo en su porte, en su serena presencia, que la inquietaba y fascinaba a partes iguales. Aunque no sabía quién era, algo en su interior le decía que ese hombre también cambiaría su vida, aunque no sabía cómo ni cuándo.
—¿Quién es ese hombre? —susurró Mar, señalando discretamente hacia la figura solitaria al borde de la multitud.
Su hermano siguió la dirección de su mirada y su expresión se endureció al reconocerlo.
—Es alguien a quien deberías mantenerte lejos, Mar —respondió con voz baja pero firme, sin apartar los ojos del espadachín—. Bajo ninguna circunstancia, te acerques a él.
Mar asintió, aunque no pudo evitar seguir observando al hombre. Algo en él la intrigaba profundamente. Mihawk desvió su mirada hacia ella, sus ojos dorados, afilados como navajas, se encontraron brevemente con los de la niña.
En ese instante, Mar sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en su mirada que iba más allá de lo humano, algo insondable. Por un breve segundo, creyó atisbar algo detrás de su exterior impenetrable, pero el momento pasó tan rápido que no pudo estar segura de si lo había imaginado.
En el estrado, Gol D. Roger permanecía en silencio, su cabeza ligeramente inclinada hacia adelante. Los guardias a su alrededor alzaron sus lanzas, listos para llevar a cabo la sentencia.
Mar volvió su atención a su hermano, buscando algún indicio de que él haría algo, que diría algo para detener lo inevitable. Pero lo único que encontró en sus ojos fue una tristeza insondable, un pesar tan profundo que la dejó sin palabras.
Y entonces, sucedió.
Las lanzas atravesaron el cuerpo de Gol D. Roger, y en un instante, el Rey de los Piratas dejó este mundo. Su muerte no trajo silencio ni lamento, sino un rugido de caos y ambición que encendió la plaza.
Mar, en brazos de su hermano, miró todo con fascinación y horror, sonrisa de Roger y los ojos dorados de aquel hombre misterioso se quedaron grabados en su mente, como un eco persistente.
—Vámonos —murmuró su hermano, ajustándose el sombrero.
Mientras se abrían paso entre la multitud, Mar comprendió, incluso a su corta edad, que ese día había cambiado algo en el mundo... y en ella.
En los siguientes años, miles de piratas y marinos se lanzaron al mar tras la ejecución de Gol D. Roger, buscando el legendario One Piece. Para Mar, sin embargo, el impacto fue más personal. Abandonada por su hermano un año después, encontró refugio y propósito bajo la tutela de Dracule Mihawk, quien la entrenó como espadachina.
Años después, su entrenamiento llegaba a su fin. En el último enfrentamiento con su maestro, Mar demostró no solo haber igualado su habilidad, sino haber desarrollado un estilo propio.
—Estás lista —admitió Mihawk al final del combate, guardando su espada.
Con gratitud y determinación, Mar dejó atrás su vida como discípula. Cargando su violín y su espada, se embarcó en un viaje para encontrar respuestas, enfrentarse a su hermano y descubrir su verdadero destino en los mares.
Por el momento, les traigo el prólogo reescrito de este fic, ahora tendré más tiempo libre ahora que ya estoy completamente libre de la uni
Nos vemos pronto en el primer capítulo
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