
── 𝟑𝟏. 𝐋𝐞𝐯𝐞𝐥 𝐎𝐧𝐞
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐔𝐍𝐎 ── 𝐍𝐈𝐕𝐄𝐋 𝐔𝐍𝐎
—¡¿Qué?! ¡¿La emperatriz?! —exclamó Buggy, mirándo a Mar con incredulidad. Su mente se atascaba en la idea de Mar aliándose con alguien tan temida y poderosa, y más teniendo una genuina amistad con una Guerrera de Mar después de explicar en la manera que entraron a Impel Down—. ¡¿Conoces Boa Hancock, la Guerrera del Mar?!
Con un leve gesto de asentimiento, Mar se cruzó de brazos.
—Es un secreto que había mantenido oculto —dijo, dejando que sus palabras calaran con peso en la mente de Buggy—. Hancock y yo tenemos una amistad. Luffy me prometió ayudarme a sacarte de aquí —agregó Mar con un toque de suavidad que no pasó desapercibido para Buggy, llenándolo de una mezcla de celos y gratitud que lo desconcertaba—, a cambio de que yo lo ayude a rescatar a Ace antes de la ejecución, este es el modo de devolverle el favor.
—¡¿A Ace?! —interrumpió Buggy, girándose hacia Luffy con una mezcla de sospecha y asombro—. ¡¿Conoces a Ace, el de Puño de Fuego?!
Luffy lo miró sin reservas, con una determinación que no admitía dudas.
—Sí, es mi hermano —respondió con naturalidad, aunque su voz cargaba una gravedad poco común en él, tan seria que Buggy no pudo evitar quedarse sin palabras por un instante.
—¿Qué? —Buggy retrocedió un paso, mirando a Luffy y luego a Mar, como si buscara alguna confirmación o respuesta en ella.
Mar observó la reacción de Buggy sin sorpresa y asintió, dedicándole una sonrisa de comprensión.
—Sí, yo también me sorprendí cuando lo descubrí.
—¿Viniste hasta aquí para salvar a Ace? —preguntó de nuevo.
—Sí, Mar también está aquí para ayudarme —se giró hacia Mar, dedicándole una sonrisa cargada de confianza.
Buggy se percató de que las voces de todos se estaban alzando demasiado, lo que atraía la atención de los prisioneros cercanos.
—¡Shh! ¡No levanten la voz! —murmuró, con un tono grave, lanzando miradas fulminantes a los prisioneros que se amontonaban alrededor de su celda, como si su vida dependiera de mantener la conversación en silencio. Mar, rápida para captar el mensaje, asintió y guardó silencio, comprendiendo no solo la incomodidad de Buggy, sino también el riesgo que implicaba ser escuchados por los guardias o los Video Caracoles de Impel Down.
—Oigan... ¿y si nos sacan de aquí? No sean malos.
Antes de que pudiera terminar, Buggy giró en redondo y le propinó una patada a la celda de hierro, haciendo que los prisioneros retrocedieran aterrados.
—¡Que se callen, nos van a descubrir! —rugió, su voz profunda y autoritaria, con tal intensidad que hizo que los murmullos de los demás prisioneros se apagaran al instante.
—Espera... ¿tú conoces a Ace? —preguntó Luffy con una mezcla de sorpresa y curiosidad, su tono algo confundido y Buggy recobró su compostura mientras se cruzaba de brazos
—Sí. Y déjame decirte que tu hermano es mil veces más educado que tú, igualado.
Luffy parpadeó, sorprendida la respuesta, y frunció el ceño. Pero Mar, sin perder su tono juguetón, se unió a la broma con una sonrisa pícara, mirando a Luffy con complicidad como si realmente hubiera estado esperando ese momento para lanzarle una pequeña puya.
—Por algo son hermanos —agregó Mar, su voz cargada de sarcasmo—. Tampoco mencionaste que tu hermano era Ace.
Luffy la miró, ahora con una expresión genuina de sorpresa, como si la revelación lo hubiera dejado completamente desconcertado.
—¿También conoces a Ace? —preguntó, incapaz de ocultar su asombro. La idea de que Mar pudiera conocer a Ace, un detalle que parecía tan importante para él, lo dejó sin palabras por un momento.
Mar asintió con calma, su mirada volviendo a enfocarse en la conversación mientras los recuerdos fluían. Pensó brevemente en el breve pero significativo encuentro con Ace, como si el tiempo se hubiera detenido durante su conversación.
—Hace unas semanas, solo fue una charla, lo suficiente para saber que es una buena persona —admitió, su tono sereno y reflexivo. Luego, un pequeño destello de diversión iluminó su rostro mientras miraba a Buggy, quien aún se mantenía cerca de ella—. Hasta recuerdo que Buggy estaba celoso.
Buggy pareció enrojecer ligeramente, sus manos temblando ligeramente mientras las apretaba en puños a sus lados. Miró al suelo por un momento, incómodo por la mención del tema, pero después suspiró y, finalmente, admitió la verdad con un tono que trataba de sonar casual, aunque era claro que todavía no se sentía completamente cómodo con ello.
—Lo admito. Sí, sentí celos de verlos hablando —dijo con una voz que trataba de sonar despreocupada, cruzando los brazos sobre su pecho de una manera que solo hacía más evidente su incomodidad—. Estaba demasiado confundido respecto a lo que sentía por ti.
Mar, sonriendo de manera divertida pero cariñosa, se acercó a Buggy, pasando la mano por su cabello azul recogido. El contacto fue tan familiar y tan tierno que Buggy no pudo evitar estremecerse un poco al sentir la suavidad de su toque.
—Lo sabía desde el principio —respondió, su voz suave y llena de una ligereza que solo aumentaba la sensación de cercanía entre ambos—. Era bastante obvio para mí. Me gustaba que te importara lo suficiente para ponerte celoso, así que no me hacía falta aclararlo. Aun así, supongo que Ace fue el primero en recibir una advertencia.
Buggy levantó una ceja, un destello de diversión y posesión cruzó por sus ojos mientras observaba a Mar con una intensidad renovada. Su corazón latía más rápido, y, sin pensarlo demasiado, dejó de cruzar los brazos, adelantándose un paso y tomando a Mar de la cintura. En un rápido movimiento, la atrajo hacia él, sus respiraciones comenzando a entrelazarse en el aire.
—¿Lo crees? —preguntó, su voz baja, grave y cargada de una intensidad palpable. La mirada era tan penetrante que no dejaba lugar a dudas de lo que sentía.
Mar acarició su cabello azul de nuevo, esta vez con una sonrisa suave y seductora, disfrutando de la cercanía y la sensación de complicidad que compartían.
—Sabes que soy toda tuya, Capitán Buggy —susurró, sus labios apenas rozando los de él en un toque fugaz antes de que sus besos se convirtieran en algo más profundo y apasionado, lleno de ternura y deseo, fue un suave desafío a las emociones que ambos compartían, hasta que finalmente se separaron, respirando con dificultad pero sin apartar la mirada.
—El cabello largo es tu estilo... te hace ver más atractivo de lo que ya eras cuando nos conocimos —añadió una sonrisa juguetona
Ambos se miraban, sus corazones latiendo al unísono, mientras la tensión entre ellos era más palpable que nunca. Pero un sonido agudo y ruidoso rompió la atmósfera siendo Luffy que observaba la escena con horror genuino.
—¡En serio, qué asco!
—¡Tú cállate! —gritaron Mar y Luffy al mismo tiempo con una mirada fulminante, la sincronización perfecta solo hacía más cómica la escena.
Luffy se mantuvo calmado, a pesar de la tensión en el aire entre Buggy y Mar. Con una ligera inclinación de cabeza, miró a Mar, aunque no pudo evitar notar lo incómoda que parecía la situación.
—Mar, dijiste que me ibas a ayudar —respondió Luffy, haciendo caso omiso al comportamiento de la pareja.
Mar, sintiendo la mirada de Luffy sobre ella, soltó el agarre de Buggy y dio un paso atrás. Su rostro se mantenía serio, pero sus ojos reflejaban la preocupación y la determinación que siempre la caracterizaban.
—Es cierto —dijo, mirando a Buggy, quien ahora la observaba con una mezcla de desconcierto y frustración—. ¿Qué dices, Buggy? ¿Nos echarás una mano para sacar a Ace?
Buggy se enderezó y, por un instante, su expresión cambió. Su rostro, aunque serio, reflejaba la lucha interna entre su ego y su lealtad hacia Mar, pero su orgullo no le dejaba mostrar debilidad.
—Admito que lamento mucho que alguien como él haya terminado aquí —respondió Buggy, su tono grave, su mirada fija en Luffy mientras hablaba. Parecía genuinamente preocupado, pero su orgullo no lo dejaba admitirlo por completo—. Si lo piensas, Sombrero de Paja, eso fue una mala idea. Porque Barbablanca vendrá por él.
Luffy no dejó que la amenaza lo afectara y, con un gesto decidido, preguntó con voz firme:
—Escuchamos que está en el nivel 5. ¿Sabes cómo llegar hasta ahí?
Buggy no respondió de inmediato. Su rostro se endureció, su mirada fija en el suelo, como si estuviera calculando las consecuencias de involucrarse más con ellos.
—¿Y yo qué voy a saber? ¡Yo quiero salir de aquí! —gritó, agitando las manos en el aire como si el propio hecho de estar allí lo estuviera matando por dentro—. Además, no somos amigos. ¡No te equivoques, Sombrero de Paja! Por mí, puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras. ¡Adiós! —se despidió con un tono despectivo, dándole la espalda a Luffy mientras tomaba la mano de Mar con firmeza—. Si tu no quieres salir de aqui, entonces mejor me voy con Mar.
Mar, sorprendida por la reacción de Buggy, se soltó rápidamente de su mano, y su rostro se tornó serio y molesto. Cruzó los brazos, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de ella. Sus ojos se encontraron con los de Buggy, llenos de reproche.
—Buggy —resonó su voz, molesta, mientras le daba la espalda—. Afuera... hay diez buques de guerra de la Marina, ¡afuera de Impel Down, preparándose para un ataque a Barbablanca! ¡Nosotros arriesgándonos para infiltrarnos aquí y tú ni siquiera le agradeces a Luffy!
La atmósfera en el aire se volvió densa con la tensión entre los dos, pero Buggy no parecía impresionado. Hizo una mueca de incomodidad, como si el peso de las palabras de Mar le resultara incómodo pero no suficiente para hacerle cambiar de opinión.
—Mal momento para escapar —comentó Buggy con voz baja. Tomó una postura más relajada, como si la situación no le afectara en lo más mínimo—. Bueno... ¿Qué tal si espero que pase el tiempo?
Mar, al ver que Buggy no parecía estar tomando las cosas en serio, sintió la necesidad de hacerle entender la gravedad de la situación. No iba a permitir que su terquedad les costara más de lo que ya habían arriesgado.
—Si realmente quieres salir de aquí, te recomiendo que hagamos una alianza junto con Luffy —respondió, manteniendo una postura desafiante mientras se mantenía firme frente a Buggy—. No servirá de nada esperar, y es lo menos que puedes hacer en agradecimiento por venir hasta aquí.
Buggy parecía estar más centrado en otra cosa. Su mirada se desvió hacia el brazo de Luffy, donde un pequeño brazalete brillaba a la luz tenue de la prisión. Al principio, Buggy descartó la posibilidad de que lo que veía fuera algo importante. Pero, al fijarse con más atención, una sonrisa de comprensión se formó en sus labios. Ese brazalete tenía algo peculiar; no era simplemente una joya común.
Los ojos de Buggy se entrecerraron al observar el brazalete, aquella imagen trajo consigo un torrente de recuerdos. Semanas antes de conocer a Mar, él y su tripulación del Big Top habían estado en medio de una búsqueda, un tesoro legendario que había pertenecido a un hombre conocido por haber sido parte de una tripulación tan poderosa como temida. Ese hombre había muerto hace tiempo, pero el rastro de su fortuna permanecía intacto, escondido y codiciado por muchos. Buggy había perseguido aquella pista con avidez, sin sospechar que su camino tomaría un giro inesperado al toparse con Mar.
Ahora el brazalete parecía ser la clave que faltaba en ese rompecabezas, una pieza que Buggy había dejado de buscar tras aliarse con Mar y concentrarse en otros desafíos. Pero verlo ahí, en el brazo del joven pirata, le recordaba que su antiguo objetivo seguía aguardando, tentador como siempre.
—Bueno, si no tienes interés en salir de aquí, cariño, Luffy y yo buscaremos a otra persona para sacar a Ace —dijo Mar, soltándose de brazos, pero manteniendo su postura seria—. No sé por qué me arriesgué aquí por el amor de mi vida, si ni siquiera nos quiere ayudar.
—¡Espera, ven acá! —exclamó Buggy, irritado, saltando de repente hacia Luffy. Su torso se separó de su cuerpo, lanzándose con brusquedad sobre él y rodaron por el suelo, chocando ruidosamente contra las barras metálicas
—¡¿Ahora qué?! —gritó Mar, llevándose una mano a la frente mientras miraba la escena con exasperación.
Desde la planta baja del nivel 1, los guardias de Impel Down comenzaban a disparar ráfagas de balas hacia la dirección de los tres. Sin perder el tiempo, Mar y Luffy saltaron hacia adelante, esquivando con agilidad las balas mientras Buggy, aún partido a la mitad, se sostenía del brazo izquierdo de Luffy, y la parte de su cuerpo que iba desde la cadera hacia abajo, corría detrás de ellos a un ritmo frenético, sus piernas moviéndose en un vaivén cómico pero con gran determinación.
—¡Esto pasa por no bajar la voz! —reclamó Mar mientras giraba rápidamente para esquivar un disparo, manteniendo el brazo de Luffy firme mientras tomaba la delantera—. ¡Si no salimos con vida, juro que los mato a los dos!
—¡¿Por qué a mí también?! —gritó Buggy, claramente indignado, flotando junto a Luffy mientras miraba con furia a Mar, sin dejar de intentar controlar la situación.
—¡Fueron de ambos! —respondió Mar, girando su rostro hacia Luffy y Buggy mientras se lanzaba hacia una esquina para resguardarse momentáneamente.
—Sombrero de Paja —gritó Buggy, sin apartar la vista del brazalete que Luffy llevaba con tanto aprecio, notando el diseño y las joyas del objeto con gran atención—. Ese brazalete está muy lindo, ¿me lo darías? Di que sí.
—¿Por qué lo quieres? Nami fue quien me lo regaló —respondió Luffy con prisa, sin frenar sus pasos, pero mirando con sospecha a Buggy.
—¡¿A quién le importa eso ahora?! —gritó más molesta Mar, interrumpiendo la conversación mientras avanzaba rápidamente, disparando una mirada fulminante a ambos hombres.
—Si me das ese brazalete, te diré cómo llegar con tu hermano —propuso Buggy con una gran sonrisa, ignorando el riesgo de sus palabras.
Mar se detuvo en seco, sorprendida por el repentino interés de Buggy en el objeto. Luffy, con su típica confianza, también se detuvo y lo miró con seriedad.
—Promételo —exigió Luffy, dejando claro que no aceptaría menos que un compromiso genuino.
—Bien, si eso quieres, lo prometo —confirmó Buggy, alzando una mano en señal de juramento mientras su sonrisa se ensanchaba. Sin pensarlo demasiado, Luffy aceptó.
Buggy celebró su pequeña victoria. Sin embargo, los guardias seguían disparando y no había tiempo que perder. Con un rápido movimiento, Buggy reconectó la mitad inferior de su cuerpo y, en un giro inesperado, separó nuevamente sus pies del resto. Luego, tomó a Mar por la cintura en un abrazo firme, levantándola del suelo mientras flotaba por el aire.
—¡Qué bien! Pero primero, los guardias —ordenó Buggy a Luffy mientras volaba hacia adelante con Mar en brazos. Luffy, sujetando los pies de Buggy, corría detrás, tratando de mantener el ritmo—. Bien, ahora corre —gritó Buggy, sujetando con fuerza a Mar por la cintura. Su agarre era firme, pero también protector, como si temiera que algo pudiera separarlos. Mar rodeo su cuello con ambos brazos, aferrándose a él con una mezcla de confianza y complicidad.
Mientras Buggy volaba hacia adelante, esquivando los obstáculos del nivel, Luffy corría detrás de ellos, gritando órdenes a la nada y tratando de alcanzarlos. Los movimientos erráticos y veloces de Buggy hacían que pareciera un cometa cruzando la prisión, y el eco de sus pasos resonaba en el lúgubre corredor.
—Realmente extrañaba volar contigo, cariño —comentó Buggy con una sonrisa, girando brevemente la cabeza para mirarla. Sus palabras tenían un tono juguetón, pero había sinceridad en ellas.
Mar arqueó una ceja, su expresión pasó de divertida a traviesa. Su mirada juguetona se encontró con la de Buggy, desafiándolo con ese aire que siempre lograba desconcertarlo.
—¿Intentas impresionarme? —preguntó, inclinando un poco la cabeza y observándolo con intensidad, aunque su tono mantuvo un matiz divertido. Sin embargo, su expresión cambió rápidamente—. Hablando de impresiones, ¿cómo fue que terminaste en Impel Down?
El comentario de Mar provocó un cambio inmediato en el rostro de Buggy. Aunque seguía volando a toda velocidad, su expresión se tornó pensativa, y un ligero destello de frustración apareció en sus ojos mientras ajustaba el agarre en la cintura de Mar, apretándola con más fuerza.
—Ocurrió que investigábamos cada isla de la después de que descubrimos que tu engaño a la Marina hacia Jaya fue totalmente real —comenzó Buggy, sin dejar de mirar hacia adelante. Su tono se tornó más firme, como si revivir los eventos trajera consigo cierta incomodidad—. Creímos que esa pista nos llevaría a ti, pensado que era una señal. Sabíamos que habías salido con vida, lo vimos en tu cartel de Se Busca y en las noticias del periódico. Pero aun así, te habías esfumado —continuó Buggy, su tono ahora cargado de frustración. Hizo un leve gruñido mientras esquivaba un poste oxidado que se interponía en su vuelo, haciendo que Mar se aferrara un poco más fuerte a su cuello—. Seguimos investigando sin parar, como si eso pudiera traernos algo. Pero nunca logramos encontrarte, ¡nunca!
Mar sintió cómo la tensión en su voz aumentaba, y aunque podía percibir su enojo por los recuerdos, también notó un deje de preocupación en sus palabras. Su agarre alrededor de ella se volvió aún más firme, como si no quisiera que ese sentimiento de pérdida volviera a repetirse.
—Como si eso no fuera poco —continuó Buggy, haciendo una mueca mientras aceleraba el paso al escuchar ruidos a la distancia—, terminé metiéndome por accidente en un destacamento de la Marina. Y, gracias a eso, terminé aquí, en esta maldita prisión.
Hizo una pausa para esquivar otro obstáculo, girando bruscamente a la derecha. Mar, acostumbrada a sus movimientos erráticos, no soltó el agarre en su cuello, aunque no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar la historia.
—Hikari y Alvida lograron salir a tiempo —agregó Buggy con un tono más calmado, como si el recuerdo de su tripulación le diera algo de alivio—. Ayudaron a nuestras tripulaciones antes de que fueran atrapados. Pero yo... bueno, ya ves cómo terminé.
Buggy soltó un leve suspiro, aunque su postura seguía siendo segura. Mar, que había escuchado cada palabra con atención, desvió la mirada por un momento, procesando lo que él había dicho. A pesar de la situación, una pequeña sonrisa se formó en sus labios, y volvió a mirarlo a los ojos.
—Siempre logras meterte en problemas, ¿verdad? —comentó con un tono suave pero burlón, aunque sus ojos reflejaban un toque de ternura.
Buggy giró un poco la cabeza para mirarla, sus ojos brillando con una mezcla de arrepentimiento y orgullo.
—Es parte de mi encanto, cariño —respondió, recuperando su tono confiado mientras esquivaba otro obstáculo y aceleraba un poco más.
—Por cierto, nuestras tripulaciones están bien y a salvo —respondió Mar con una sonrisa serena, intentando transmitirle tranquilidad a Buggy mientras se ajustaba ligeramente el agarre de sus brazos al cuello de él—. Ahora sigue volando.
—¡Lo que diga mi mujer! —exclamó Buggy con una gran sonrisa, que irradiaba confianza y orgullo. Sin previo aviso, se inclinó hacia adelante y besó los labios de Mar con un toque rápido pero lleno de cariño—. ¡Corre, Sombrero de Paja, nos van a alcanzar!
Luffy, con los brazos bombeando a toda velocidad, se esforzaba por mantener el ritmo mientras avanzaba. Su expresión era un claro reflejo de determinación, aunque su velocidad y energía no parecían ser suficientes para evitar que la prisión se estirara interminablemente frente a él. Cada paso resonaba en los pasillos sombríos de Impel Down, y la sensación de estar atrapado en un laberinto infernal se intensificaba con cada giro inesperado.
Mientras Luffy avanzaba, Buggy se mantenía cerca, volando a su lado, con su tono exagerado y su estilo gesticulador característico. Incluso en medio de la misión, sus movimientos dramáticos no se detenían. Su mirada se oscureció ligeramente al recordar los niveles de la prisión, un lugar que había visitado en el pasado y donde había vivido algunas de sus experiencias más aterradoras. A medida que avanzaban, Buggy relataba los detalles, describiendo cada nivel con una mezcla de humor nervioso y una sincera preocupación. Los pasillos se estrechaban y las sombras parecían alargarse, acentuando la atmósfera inquietante del lugar. Aunque su tono exagerado a menudo aliviaba la tensión, el peligro de lo que podrían encontrar en los niveles más bajos no se podía ignorar. Buggy, en particular, se mostraba más nervioso al mencionar el nivel 5. A pesar de la rapidez de su movimiento y la urgencia de su misión, cada palabra de Buggy contribuía a la creciente sensación de peligro que rodeaba la misión, mientras ambos continuaban su carrera a través de los interminables pasillos.
—¡De nuevo son los Blugoris, ahora Buggy! —gritó Mar mientras su cuerpo se tensaba en preparación. Miró con determinación al payaso pirata—. ¡Suéltame, yo me encargo!
Sin dudarlo, Buggy accedió, soltándola con un movimiento preciso que permitió que Mar cayera con gracia al suelo. Apenas tocó el piso, dio un pequeño salto hacia atrás, sacando su arco con movimientos fluidos y precisos.
—¡Sigan corriendo, trataré de detenerlos! —ordenó con firmeza, ya posicionándose para disparar.
Mientras Mar corría, disparaba flechas con una habilidad impresionante. Las flechas brillaban en el aire antes de impactar en los Blugoris, ralentizándolos lo suficiente como para mantenerlos a raya, aunque estos seguían avanzando con ferocidad. Por otro lado, Buggy continuaba explicándole a Luffy más detalles sobre la prisión. Su voz se mantenía elevada, y aunque su tono era nervioso, hablaba con una mezcla de desprecio hacia el lugar y urgencia por salir. En sus palabras se podía notar la desesperación acumulada de haber sido torturado en esos niveles infernales.
Mientras Mar mantenía su enfrentamiento con los Blugoris, escuchó cómo Buggy, en medio de su conversación con Luffy, mencionaba sin querer que el brazalete que llevaba Luffy en su brazo izquierdo era en realidad un mapa del tesoro del Capitán John. Las palabras hicieron que Mar alzara una ceja, momentáneamente distraída por la revelación. Con un rápido movimiento, disparó una última flecha que hizo que los Blugoris retrocedieran lo suficiente para que ella retomara su carrera.
—Tenías que abrir la boca —comentó Mar mientras se acercaba nuevamente a ellos, su tono cargado de una mezcla de reproche y diversión. Aunque externamente parecía tranquila, internamente le hacía gracia la situación y no podía evitar una pequeña sonrisa.
Luffy, ignorando por completo la incomodidad de Buggy, miró el brazalete en su brazo con un entusiasmo infantil.
—¿Sabes algo? —preguntó, sin dejar de correr y observando a Buggy con una sonrisa—. Eres un mal pirata por acabar aquí.
Buggy, claramente irritado, frunció el ceño y gritó con toda la fuerza que su orgullo herido le permitía.
—¿A ti qué te importa? ¡Ya cállate!
Mar, adelantándose a ambos con agilidad y riendo suavemente, se volteó brevemente para mirarlos.
—Ahora esto se puso más divertido que nunca —dijo entre risas, manteniendo su ritmo. Sus ojos brillaban con un toque de picardía mientras observaba la dinámica entre Buggy y Luffy—. Nunca espero menos de ti, Luffy.
Buggy, ahora completamente exasperado, clavó su mirada en Mar, una mezcla de incredulidad y molestia en su rostro.
—¡¿Te vas a poner de su lado?! —gritó, alzando las manos en un gesto dramático.
Mar giró ligeramente la cabeza mientras seguía avanzando y respondió con tono calmado, aunque su sonrisa no desapareció.
—No estoy del lado de nadie. Me alegra verlos conversar como amigos.
El comentario de Mar encendió aún más a Buggy, quien volvió a gritar con fuerza:
—¡No somos amigos!
Luffy, por su parte, seguía mirando el brazalete en su brazo con fascinación.
—Increíble, no sabía que este brazalete fuera un mapa del tesoro —comentó, con una mezcla de sorpresa y alegría—. Nunca lo habría imaginado.
Las palabras hicieron que Buggy se detuviera en seco por un momento, su rostro pasando rápidamente de la sorpresa a la furia. Con un movimiento brusco, sacó el hacha que llevaba en su espalda y la sostuvo con ambas manos.
—¿O sea que sí me oíste? Pues qué lástima por ti —dijo, apretando los dientes mientras su mirada se clavaba en Luffy.
En un acto inesperado, Luffy, con una mirada seria y decidida, se quitó el brazalete de su brazo y lo extendió hacia Buggy. Su voz, aunque sencilla, cargaba una profunda sinceridad mientras insistía en que lo tomara, el tesoro no tenía importancia alguna si significaba retrasar su misión de rescatar a Ace. Este gesto, lleno de altruismo, tomó a Buggy completamente por sorpresa. Sus ojos se abrieron de par en par, reflejando una mezcla de incredulidad y alivio. Por primera vez en mucho tiempo, Buggy no encontró palabras para responder, simplemente extendió una mano temblorosa y tomó el brazalete.
Mar, observando todo desde un paso atrás, sintió una mezcla de emociones. Por un lado, estaba aliviada de que la situación no escalara en una absurda discusión entre Buggy y Luffy. Por otro lado, se deleitaba al ver la expresión de su pareja, claramente conmovido por el acto desinteresado de Luffy. Aunque no lo admitiera en voz alta, amaba esos pequeños momentos en los que Buggy mostraba una faceta más vulnerable, aunque eso significara que ahora tendría que devolverle el favor a Luffy tarde o temprano. Pero no hubo tiempo para reflexionar más.
—¡Cuidado, Buggy! —gritó Mar al ver cómo su pareja, absorto en sus pensamientos, se dirigía directo hacia una pared sin detenerse.
Antes de que pudiera reaccionar, Buggy chocó de espaldas contra la pared con un golpe seco. El impacto resonó por el corredor, haciéndolo gruñir de dolor mientras su cuerpo parecía quedarse pegado al muro.
Luffy, sin perder un segundo, soltó un comentario que, para él, parecía una solución lógica.
—¿Quieres tomar un atajo a través del muro? —preguntó con entusiasmo. Sin esperar respuesta, estiró su brazo con un movimiento rápido y directo, preparando un golpe—. ¡Gran idea, lo derribaré! —anunció con su característico entusiasmo despreocupado.
—¡Estás loco! —gritaron Mar y Buggy al unísono, sus voces llenas de incredulidad.
El golpe de Luffy impactó de lleno en el pecho de Buggy, y en ese mismo momento, la pared frente a ellos se abrió con un estruendoso ruido, creando un agujero lo suficientemente grande como para que pudieran continuar su avance sin dificultad. Sin embargo, lo que no se había anticipado era que este acto de destrucción no pasaría desapercibido. Los guardias de Impel Down, que vigilaban a través de los videocaracoles de la prisión, habían presenciado el impacto, y aunque estaban sorprendidos por el alboroto, lograron identificar a Buggy de inmediato.
Mar, al notar la presencia de los guardias, se cubrió rápidamente el rostro con el sombrero, ocultándose en parte su identidad mientras continuaban corriendo sin detenerse. A pesar de que el peligro se cernía sobre ellos, no podían detenerse. Luffy, que aún mantenía el brazo estirado como si nada hubiera sucedido, no prestó atención al consejo de Buggy de no golpear más paredes. Sin embargo, poco después, la acción de Luffy volvió a desencadenar otro desastre. Luffy, ajeno a la situación, volvió a lanzar su brazo hacia adelante, impactando una nueva pared con la misma fuerza, creando otra apertura gigantesca. Buggy, ya acostumbrado a la impulsividad de Luffy, suspiró y refunfuñó.
—¡¿En dónde estamos?! ¿Es un bosque dentro de la prisión? —preguntó Luffy, sentándose sin previo aviso en el pecho de Buggy, como si nada hubiera pasado, su rostro lleno de curiosidad y total ignorancia de la gravedad del momento.
Mar, al igual que Luffy, miraba lo que había frente a sus ojos mientras caían por el agujero recién creado. Un paisaje extraño se desplegaba ante ellos, un bosque que no parecía del todo natural. Todo a su alrededor era de un rojo profundo: los árboles y el césped tenía un tono carmesí. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fueron las hojas, que no se veían como una simple vegetación. A medida que avanzaban, Mar pudo ver cómo algunos prisioneros de Impel Down caminaban por el césped, pero lo que realmente la desconcertó fue la naturaleza del lugar.
—Son prisioneros. Y este lugar no es un simple bosque —explicó Buggy con seriedad, su tono bajo mientras observaba hacia Luffy, quien aún estaba sentado sobre él, sin haber procesado la explicación completamente. — Esos son árboles espada. Todas sus hojas son tan afiladas como una espada, y el pasto que cubre todo este lugar está formado por agujas afiladas. Es el césped de agujas.
—¡¿Césped de agujas?! —gritó Mar, horrorizada por el comentario de Buggy, mirando las afiladas hojas y el pasto que se estiraba hacia ellos como si estuvieran en un campo de trampas mortales—. ¡Si no salimos con vida, te voy a matar, Luffy!
—¿Cómo me matarías si no sobrevivimos? —preguntó Luffy, sin una expresión de miedo, como si la situación fuera solo otro obstáculo más en su camino.
—¡Ya cállate, Luffy! ¡Esto pasa por no escuchar a Buggy! —gritó Mar, frustrada por la falta de lógica en las acciones de su compañero. Su voz se elevó, asustando a Luffy y, en parte, a Buggy también—. ¡Y ni siquiera piensas con la cabeza, siempre piensas con la comida!
—¡Qué divertido verte así, amor! ¡Esa es la mujer que amo y extrañaba verte con ese carácter! —respondió Buggy entre risas, pero Mar solo lo observó con seriedad—. Como les decía, este es el nivel uno. ¡El infierno carmesí, esto es lo que oculta la prisión! —explicó Buggy, señalando a su alrededor mientras se mantenía firme a pesar de la tensión.
—Esto sí parece el infierno —comentaron Mar y Luffy al unísono, aunque, en ese momento, Luffy no pudo evitar preguntarse si Ace habría pasado por ese nivel. El peso de la duda se posó sobre su pecho, pero no mostró signo alguno de vacilar.
—¡Qué buena idea, sigamos cayendo! —gritó Buggy con seriedad, mientras sus palabras resonaban en el aire cargado de adrenalina.
—¿Por qué? ¡Nos vamos a cortar! —respondió Luffy, sin comprender del todo la situación.
—Tal vez tú, pero nosotros no ¡Solo espera y verás! —Luffy respondió con una amplia sonrisa mientras se apoyaba finalmente en la espada de Buggy, agarrándose del hombro del pirata de nariz roja. Buggy, por su parte, se acercó hacia Mar, sin mediar palabra, la abrazó de nuevo, apoyándose sobre su pecho, buscando ese consuelo en medio del caos. Mar, sintiendo la familiar calidez de Buggy, respondió instintivamente, rodeando su cuello con sus brazos y abrazándole con fuerza. A la par, sus piernas rodearon la cadera de Buggy—. ¡Te tengo, sujétate, amor! —dijo Buggy con una voz suave pero llena de intensidad, su tono casi protector, mientras apretaba a Mar contra él.
Buggy ordenó a Luffy que lanzara sus pies hacia el suelo. Luffy dudó al principio, pero al ver su seriedad, decidió hacer caso sin protestar más, lanzó los pies de Buggy hacia las afiladas agujas rojas del suelo e hizo que los pies de Buggy se separaron a la mitad, sus extremidades volando por el aire como si fueran proyectiles, buscando sin descanso alcanzar el cuerpo de su dueño. Mar, apretando fuertemente a Buggy, sintió cómo la adrenalina corría por sus venas mientras el suelo de agujas rojas se acercaba rápidamente a ellos. Su corazón latía con fuerza, y, al ver el peligro inminente, su mente parecía nublarse con la proximidad de un posible desastre.
Buggy, suspendido en el aire por un momento, explicaba con calma a Mar y Luffy sobre el plan de escape hacia el Infierno Carmesí. El suelo debajo de ellos era como un campo de batalla, una tierra llena de trampas, pero también de oportunidades. Finalmente, el trío llegó a un gran agujero que se extendía lejos de los árboles espadas. El vacío parecía interminable, como si el abismo mismo estuviera esperando tragarse todo a su paso.
—Listo, llegamos —anunció Buggy con una leve sonrisa, de vuelta en control de la situación. Volvió a conectar sus pies con el resto de su cuerpo y se detuvo al borde del agujero, Mar, que hasta ese momento había permanecido aferrada a su cuerpo, dejó de abrazarlo y se puso de pie, alineándose con él al borde de la caída. Buggy la tomó de la cadera con fuerza, asegurándose de que no se desestabilizara mientras observaban juntos la profundidad del agujero.
—¿Un agujero? ¡No veo nada! —gritó Luffy, su voz llena de asombro y algo de miedo, al notar que la oscuridad era total, como un pozo sin fin.
—Este es nuestro boleto de salida, pero casi nadie se atreve a usarlo ¿Puedes adivinar a qué se debe? —explicó Buggy, su tono serio. —Porque esto nos lleva directo al nivel 2. Si crees que el nivel 1 es horrible, es porque no han visto nada. Cuando te mandan al infierno, es normal querer ir a la superficie. Pero nadie en su sano juicio pensaría en adentrarse más en él.
Mar, sintiendo cómo la sensación de terror comenzaba a calar en su pecho, se aferró con más fuerza a la camisa de prisionero de Buggy. Era la primera vez que algo en Impel Down le causaba miedo real.
—Solo ver la profundidad, quiero desmayarme —murmuró Mar, el miedo era palpable en su voz, pero también la determinación de seguir adelante, por él, por ella, y por todos los que dependían de ellos.
—Perfecto, me gusta como suena ¡Saltemos de una vez! —entonó Luffy con su habitual confianza, su voz llena de optimismo y sin la menor señal de duda, se lanzó sin pensarlo dos veces hacia el agujero, desapareciendo rápidamente en la oscuridad. Mar y Buggy observaron cómo su figura se desvanecía en la negrura del abismo.
—Y ahí va ese tipo. ¿Le hace daño pensar antes de actuar o qué? —preguntó Buggy, su tono serio, pero con un atisbo de exasperación mientras miraba el vacío. El aire alrededor de ellos parecía tenso, como si todo el infierno estuviera a punto de caer sobre sus hombros.
—Típico de Luffy —respondió Mar con una ligera sonrisa, despojándose del miedo momentáneamente.
Mar notó cómo la expresión de Buggy cambiaba radicalmente mientras sostenía el brazalete en sus manos, admirándolo con una mezcla de triunfo y avaricia. Su sonrisa, amplia y despreocupada, irradiaba una satisfacción que Mar conocía demasiado bien. Buggy estaba tan absorto en su victoria que no se percató de la mirada seria que ella le dirigía, una mezcla de desaprobación y determinación. Antes de que él pudiera reaccionar, Mar se acercó rápidamente y le arrebató el brazalete con un movimiento ágil y decidido.
—¡¿Qué haces?! —gritó Buggy, su rostro pasando de la euforia al enfado en cuestión de segundos. Sus ojos se clavaron en Mar mientras apretaba los puños, claramente indignado.
Mar, sin inmutarse, dio un paso atrás mientras sostenía el brazalete en alto. Su otra mano descansaba en su cadera, en una postura que dejaba claro que no iba a ceder. Sus palabras fueron firmes, cargadas de reproche, como si estuviera regañando a un niño caprichoso.
—De ninguna manera te irás con este brazalete. Tendrás que devolverle el favor a Luffy —dijo con un tono cortante que hizo que Buggy frunciera aún más el ceño—. Es lo menos que puedes hacer después de que te dio el brazalete del capitán John. Tienes que cumplirlo.
El rostro de Buggy se contorsionó con una mezcla de incredulidad y rabia. Apretó los dientes, claramente frustrado por la audacia de Mar.
—¡¿Acaso perdiste la cabeza?! —gritó, gesticulando exageradamente mientras la señalaba—. ¿De verdad quieres que ayude aún a Sombrero de Paja? ¡De ninguna manera! —Su voz resonaba en el oscuro pasillo, rebotando contra las paredes de piedra.
Ella dejó escapar un largo suspiro, como si su agotamiento fuera más emocional que físico. Sin responderle directamente, comenzó a colocarse el brazalete en la muñeca izquierda. Sus movimientos eran deliberados, cada acción un claro mensaje de que no tenía intención de negociar. Buggy observó en silencio, su ira dando paso a una mezcla de confusión y miedo al notar la determinación en el rostro de Mar.
Finalmente, ella giró sobre sus talones, dándole la espalda, y se acercó al borde del agujero por el que Luffy había saltado momentos antes. Su silueta se recortaba contra la luz tenue del nivel, y cuando habló, su voz sonó más fría de lo que Buggy había esperado.
—Como decidiste no seguir ayudando a Luffy, entonces decidí seguir dándole mi apoyo sin tu ayuda —anunció, extendiendo los brazos ligeramente a los lados—. Creo que infiltrarme a Impel Down... no valió la pena.
El peso de sus palabras cayó como una losa sobre Buggy. Su rostro, que había estado teñido de ira, ahora reflejaba una mezcla de incredulidad y preocupación.
—¡¿Qué estás diciendo?! —exclamó, dando un paso hacia ella, pero Mar no le dio oportunidad de continuar.
Con un movimiento inesperado, se dejó caer de espaldas hacia el agujero.
—¡Espera, amor...! —gritó Buggy con todas sus fuerzas, extendiendo una mano hacia el lugar donde Mar había estado momentos antes.
Pero su voz fue tragada por el eco del agujero, y la figura de Mar ya no estaba a la vista. Buggy se quedó inmóvil, su mente trabajando a toda velocidad mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder. El brazalete, estaba ahora en posesión de Mar. Pero más allá de la pérdida material, lo que realmente lo carcomía era el hecho de que ella había saltado sola, dispuesta a continuar sin él.
—¡Maldita sea! —masculló, pasando una mano por su cabello y mirando el oscuro abismo frente a él. Su mente estaba en conflicto. Por un lado, quería mantenerse firme en su decisión de no involucrarse con Luffy. Pero por otro lado, Mar era su prioridad, y no podía soportar la idea de dejarla sola en un lugar tan peligroso.
Finalmente dio un paso hacia el borde del agujero. Sin pensarlo más, saltó al vacío, aunque la incertidumbre era abrumadora, una cosa estaba clara en su mente: Mar, sin importar lo que tuviera que enfrentar en el Nivel 2.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro