
── 𝟐𝟗. 𝐍𝐞𝐰 𝐀𝐥𝐥𝐢𝐚𝐧𝐜𝐞𝐬
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄 ── 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐀𝐒 𝐀𝐋𝐈𝐀𝐍𝐙𝐀𝐒
Habían pasado horas desde que partió de Long Ring Long Land, esquivando las patrullas de la Marina y enfrentando las inclemencias del mar. La isla comenzó a revelarse con mayor claridad a medida que avanzaba y las antorchas que custodiaban la entrada, danzando con un fuego dorado, parecían murmurarle promesas de bienvenida y advertencias al mismo tiempo. El Waver avanzó hasta que la arena lo recibió con un suave susurro.
No había dado más que un par de pasos cuando un movimiento súbito entre los árboles captó su atención, sombras se agitaron, y un grupo de guerreras emergió de la espesura con la agilidad y el porte propio de quienes habían sido entrenadas para proteger la isla a cualquier costo. Sus lanzas estaban listas, y los ojos de las guerreras brillaban con una mezcla de alerta y determinación.
—¡Alto ahí! —exclamó una de las mujeres, sus ojos observaban a Mar con una intensidad que solo mostraban las guerreras que habían probado el campo de batalla—. ¡Identifícate o enfréntate a la furia de las guerreras de Amazon Lily!
Mar levantó las manos despacio, en un gesto que indicaba que no portaba ninguna amenaza inmediata, aunque en su mirada relucía el reflejo de mil batallas y decisiones que la habían llevado a ese momento.
—Soy yo, Mar, la Pirata Violinista —anunció con voz firme, dejando que su nombre atravesara el espacio entre ellas, llevándose consigo la incertidumbre que flotaba en el aire.
Las guerreras intercambiaron miradas, evaluando la veracidad de la recién llegada. Una joven dio un paso al frente, con la expresión entre la sorpresa y la duda, antes de que sus labios se separaran en un susurro tembloroso
—¿Mar? —Una chispa de reconocimiento iluminó su rostro, y de inmediato dejó escapar un grito emocionado—. ¡Es Mar!
Las lanzas bajaron lentamente, y las expresiones de desconfianza se transformaron en sonrisas de alivio y de bienvenida.
—¡Has regresado! —dijo otra mujer, con un tono que contenía una mezcla de alegría y sorpresa—. Pensamos que la Marina había logrado atraparte
Mar dejó que una sonrisa cansada se deslizara por su rostro, una que, a pesar del agotamiento, transmitía una confianza genuina.
—No es fácil atraparme —respondió, dejando que la brisa de la isla se llevara sus palabras hacia la espesura—. Pero necesito hablar con Hancock. Es algo urgente.
—Boa Hancock esta descansando —dijo la guerrera más veterana, con una voz profunda—. Han sido días difíciles para ella, y sus noches son sagradas. Sin embargo, si esperas al amanecer, estoy segura de que querrá recibirte en persona.
—Gracias, esperaré. ¿Podría quedarme en la casa de la abuela Nyon?
Las guerreras intercambiaron miradas de aprobación, y una de las más jóvenes, con ojos grandes y llenos de admiración, dio un paso al frente con una sonrisa entusiasta
—¡La abuela Nyon siempre habla de ti! Seguro estará feliz de verte.
El grupo la escoltó mientras caminaba por el sendero que llevaba a la casa de la anciana. Mar reconoció el aroma de las flores silvestres que bordeaban el camino, un perfume que despertaba recuerdos de momentos más tranquilos y que ahora se entrelazaba con la ansiedad que sentía. Cuando la casa de la abuela Nyon apareció ante sus ojos, iluminada por la luz cálida de una lámpara de aceite, estaba, sentada en su balcón, la anciana, con sus enormes ojos y el periódico arrugado en sus manos, esperando lo inesperado como siempre.
—¡Abuela Nyon! —exclamó Mar, su voz llena de sorpresa y emoción, la abuela Nyon, alzó la vista, su rostro iluminado por una amplia sonrisa al reconocer a Mar.
—¡Mar, no esperaba verte! —dijo con alegría, levantándose rápidamente de su silla, dejando caer el periódico sobre la mesa. —Han pasado mucho tiempo desde tu última visita y hemos leído en el periódico sobre tu alianza con el Payaso Buggy y la burla hacia la Marina.
—Ahora soy perseguida por la Marina. Parece que ya no les importa que en algún momento, fui discípula de Mihawk.
—Es entendible, tenías tus razones para hacerlo... Y también por rechazar la invitación de la Marina para unirte como Guerrera de los Mares, muchos de los Guerreros deseaban que estuvieras junto a ellos. Pero al final, tomaste una decisión muy firme.
—Así es —respondió Mar con una sonrisa orgullosa, sentándose en el suelo cerca de la anciana —Había venido a visitar a Hancock, pero prefiero no interferir en su sueño, es mejor verla al amanecer.
La abuela Nyon asintió, mostrando un gesto de aprobación.
—Eres muy amable pensando en ella. En estos días, ha habido tanto revuelo por la llegada de un hombre a nuestra isla... Imagino que todos aún están con ese hombre.
Mar levantó una ceja, intrigada. Antes de que pudiera preguntar más, la voz de Margaret interrumpió el momento.
—¡Abuela Nyon! —gritó Margaret desde dentro de la casa, y Mar giró su cabeza hacia la dirección de la voz. —¿Mar, eres tú?
—¡Margaret! —exclamó Mar con alegría, levantándose rápidamente del suelo y la abrazó con fuerza y Margaret la abrazó de vuelta. —¡Qué alegría verte de nuevo!
—¿Cuándo llegaste? La abuela Nyon nos contó sobre tu hazaña en el periódico, burlándote de la Marina. ¡Es bueno verte igual que siempre! Apenas te reconocí con ese nuevo atuendo y esa apariencia.
Mar sonrió y soltó un suspiro.
—Llegue hace poco.
La abuela Nyon, al ver la animada reunión, se recostó de nuevo en su silla.
—Ahora dime, Margaret. ¿Pasa algo?
—No, pero las mujeres no dejaban de tocar a Luffy, así que lo traje aquí.
—¡Ah, claro! No es como si vieran hombres a menudo.
Mar frunció el ceño al escuchar el nombre de Luffy.
—¿Luffy? ¿Está aquí?
Antes de que pudiera hacer más preguntas, una voz familiar interrumpió nuevamente, esta vez con una energía desbordante.
—¡Oye, abuela pasita! —gritó Luffy, entrando por la puerta mientras cargaba un enorme trozo de carne, balanceándola en sus manos como si fuera lo más normal del mundo. En cuanto vio a Mar, se detuvo en seco —¿Mar?
Mar se quedó paralizada por un momento, sorprendida de ver a Luffy en una isla habitada solo por mujeres, pero su rostro pronto se iluminó con una gran sonrisa.
—¡Luffy! ¡No puedo creer que estés aquí! ¡Qué alegría verte de nuevo! —gritó, y sin pensarlo, corrió hacia él y lo abrazó fuertemente, dejando caer el trozo de carne al suelo y Luffy correspondió el afecto.
—¡Mar! ¡Qué bueno verte!
La abuela Nyon, observando la escena con una sonrisa, levantó una ceja.
—¿Ustedes ya se conocían?
—¡Sí, abuela pasita! Mar es mi amiga, alguien en quien podemos confiar. —Luffy respondió, sin perder el ritmo, dándole una sonrisa amplia.
Mar se apartó de Luffy y asintió con sinceridad.
—De hecho, Luffy y su tripulación me salvaron la vida una vez. Cuando caí al agua, tratando de poner a salvo a la tripulación de Buggy y la mía, después de que la Marina atacó mi barco. Fueron muy amables conmigo durante mi tiempo con ellos.
Luffy la miró con una gran sonrisa.
—¡No es nada! —respondió, tocándose la cabeza con timidez. —Es bueno tenerte como amiga. Aunque... me hubiera gustado tenerte en mi tripulación, también como espadachina al lado de Zoro.
La abuela Nyon, con una mirada comprensiva, intervino.
—Viendo las circunstancias, y si Luffy es alguien en quien podemos confiar como dice Mar, puede quedarse aquí mientras se calman las cosas con las demás ¡Y no soy una pasa!
Luffy hizo una mueca, sonriendo ampliamente.
—¡Vaya, parece que me he perdido de algo interesante antes de mi llegada! —rió Mar, luego se detuvo para mirar a su alrededor, esperando más visitas—. ¿Donde están los demás?
Sin embargo, Luffy no respondió y Mar, observando su cambio de actitud, se dio cuenta de que no estaba del todo bien. Finalmente, Luffy suspiró y comenzó a hablar en tono grave.
—En el Archipiélago Sabaody. —Mar se sentó de nuevo, atenta a cada palabra. Luffy continuó, mientras recordaba los eventos con dolor. —Nos encontramos con un grupo de pacifistas de la Marina, los clones de Kuma. Fueron mucho más fuertes de lo que pensábamos y le ordené a mi tripulación que huyeran y luego apareció Kuma... utilizó su poder para hacer desaparecer a todos. No sé dónde están ahora, por eso, terminé aquí.
Mar asintió, comprendiendo la magnitud de lo que Luffy había vivido.
—Lo lamento mucho, Luffy. Pero estoy segura de que encontrarás a tus amigos. Todo volverá a la normalidad. —Con una sonrisa tranquila, le levantó el ánimo. —Y ahora, creo que es mi turno de devolverte el favor.
Luffy levantó la mirada, sorprendido.
—¿De verdad, Mar?
—Claro, Luffy. Después de que ustedes me salvaron, quiero hacer algo para ayudarte. —respondió con firmeza.
Luffy, sonriendo como solo él sabía hacerlo, abrazó a Mar con entusiasmo.
—¡Gracias, Mar! ¡Eres la mejor! —gritó mientras le entregaba un trozo de su carne como gesto de agradecimiento. Mar, sonriendo, aceptó el trozo con gusto, disfrutando de la calidez de la amistad y la gratitud mutua.
Mientras Mar le contaba a Luffy sus recuerdos en Alabasta, donde estuvo junto a la princesa Vivi y el Rey Cobra, omitió el descubrimiento sobre la identidad de su hermano. Aunque confiaba en Luffy, no podría contener su emoción o guardar un secreto tan delicado, especialmente si afectaba su vida, la de las tripulaciones de Buggy, la de ella misma, o la de los Sombrero de Paja, quienes ya la habían ayudado a escapar de la Marina. Mar recordaba la advertencia del peligro que implicaría si la Marina llegara a enterarse de su vínculo familiar con un Emperador del Mar.
—¿Así que viniste aquí para hablar con Boa Hancock? —preguntó Luffy entre bocado y bocado de carne, animado tras escuchar la historia de Mar y su reencuentro con su tripulación.
—Hancock y yo tenemos una amistad desde hace años —respondió Mar, sonriendo con un brillo especial en los ojos—. Las mujeres de Amazon Lily me conocen bien, ya he estado aquí antes. Y ya veo por qué no había casi ninguna al llegar: eres una celebridad entre ellas, Luffy. —Soltó una risa, divertida, observando cómo él devoraba su comida con total entusiasmo.
Al ver que Luffy le ofrecía otro trozo de carne, Mar lo rechazó con suavidad, ya estaba satisfecha. La abuela Nyon, sin apartar la mirada de su periódico, dio una orden.
—Parece que ya comieron muy bien. Solo tráele un té a ambos
—¡Claro! —contestó Margaret, dispuesta, y Mar se levantó para ayudarla, dejando momentáneamente solos a Luffy y a la abuela Nyon.
—Abuela, ¿no te aburre el periódico? —preguntó Luffy, observándola con curiosidad.
—No entregan el periódico en ninguna parte del cinturón de calma, entonces, es difícil encontrarlo —contestó sin dejar de leer—. Pero hay privilegios cuando la emperatriz es una de los siete Guerreros del Mar, incluso en nuestra reclusión sabemos lo que pasa en el mundo.
Luffy miró confundido, deteniéndose un segundo con el trozo de carne a medio camino hacia su boca.
—¿Quienes son los Guerreros del Mar? —preguntó intrigado, sorprendiéndose tanto a él como a Mar, que escuchaba desde la cocina mientras ayudaba a Margaret.
—La princesa —contestó la abuela Nyon con voz cortante.
—¿¡Qué!? —exclamó Luffy, sobresaltado y aún con comida en la boca—. ¡¿Es una de ellos?! Entonces, ¿es súper fuerte?
—Tu eres una pirata, se supone quienes son los siete —respondió la abuela Nyon con severidad, mirándolo fijamente.
—¿Debería? —dudó Luffy, desconcertado.
—¿Jamás lees el periódico? —preguntó la abuela Nyon, sin cambiar el tono.
—No, nunca —admitió Luffy con total sinceridad. Mar suspiró, acercándose con la bandeja de té y sirviendo una taza para Luffy.
—Deberías leerlo, Luffy —dijo con tono serio—. Las noticias son esenciales para saber qué ocurre en este mundo. Te sorprendería cuánto habla el periódico sobre nosotros, los piratas, y la Marina. Recuerda, yo crecí junto a un Guerrero del Mar, Mihawk es uno de ellos.
Luffy la miró, asombrado, mientras la abuela Nyon comenzaba a explicarle la historia de Hancock y cómo había llegado a ser la emperatriz de Amazon Lily, así como la capitana de las Piratas Kuja. Le habló de la recompensa que la Marina había colocado por su cabeza y cómo, tras demostrar su fuerza, le ofrecieron un puesto entre los Siete Guerreros del Mar. Mar, por su parte, conocía de sobra esa historia, y se limitó a poner la taza de té de Luffy junto a él.
—Además —añadió Mar—, el título de Guerrero del Mar implica una alianza con la Marina. Luffy, ¿sabías que después de que derrotaron a Cocodrile me ofrecieron a mí ese puesto? Lo rechacé, no iba a aliarme con la Marina de esa manera.
Luffy se quedó boquiabierto, tratando de asimilar todo.
—¿Estuviste a punto de ser una Guerrero del Mar? ¿Y con la Marina? ¡Espera ¡espera un segundo! ¡Está...! ¡Esto es mucha información que procesar!
La abuela Nyon retomó el periódico, preparándose para contarle sobre la captura de Ace y su próxima ejecución, la sorpresa dejó a Luffy en silencio absoluto. Mar miró la reacción de Luffy y entendió el peso de lo que sentía.
—¡Ace es mi hermano! —exclamó Luffy con una mezcla de rabia y desesperación. La revelación sorprendió a Margaret y a la abuela Nyon, pero Mar se acercó rápidamente a Luffy, tratando de calmarlo. Sabía que, como él, deseaba más que nada rescatar a Ace—. Entonces, ¿Cuánto falta de aquí a donde está Ace?
—Si está en Impel Down, en un barco pirata, te tardarías al menos una semana. En uno de la Marina, cuatro —respondió la abuela Nyon pensativa, sin imaginar el impacto de esas palabras en Mar, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar de nuevo el nombre de la prisión.
La abuela Nyon les explicó sobre la compleja ruta marítima reservada exclusivamente para el Gobierno Mundial, que conecta Enies Lobby, Impel Down y el Cuartel General de la Marina, no solo estaba protegida por su exclusividad, sino que también contaba con una serie de remolinos masivos que aseguraban el aislamiento y la peligrosidad de estas instalaciones. En cada, había una estructura clave: las Puertas de la Justicia, bajo un control riguroso, abriéndose únicamente para los barcos autorizados de la Marina y, al cerrarse, protegían la entrada de cualquier acceso no autorizado.
Detalló que eran esenciales para la navegación segura en esta ruta, ya que, al abrirse, permitían que una corriente específica impulsara el barco hacia el interior del complejo al que se dirigía, evitando que quedara atrapado o destruido en los remolinos. Sin esta apertura, cualquier barco quedaba a merced de las turbulentas aguas de los remolinos, con un alto riesgo de naufragio. Además, enfatizó que los remolinos y la ruta sólo podían ser cruzados en las condiciones exactas de la corriente, lo que hacía que entrar o salir de estos lugares sin el control de la Marina fuera casi imposible, elevando la dificultad de un posible rescate en Impel Down.
—¡Abuela Nyon! —exclamó Mar, decidida—. Justo vine para pedirle ayuda a Hancock. Buggy también está en Impel Down.
—¡Entonces hagámoslo, Mar! —dijo Luffy con determinación—. ¡Vamos a salvar a Ace y a Buggy! —La abuela Nyon los miró con seriedad.
—Quieren meterse en una tormenta de gigantes. Ignoran el peligro al que se enfrentarán. Serán como insectos contra una tormenta. Si quieren vivir, ¡olviden esa idea!
—¡Queremos que Ace y Buggy vivan! —contestó Mar, sintiendo cómo las lágrimas le brotaban de los ojos al liberar su preocupación—. ¡Buggy es demasiado importante para mí, no puedo soportar que esté ahí!
La abuela Nyon la miró con curiosidad, notando la intensidad en sus palabras.
—Ese payaso y tú... parece que tienen algo más.
—Somos más que aliados —admitió Mar con la voz entrecortada—. ¡Arriesgaré mi vida si es necesario!
La abuela Nyon, impresionada por la valentía de Mar y su disposición a arriesgar su vida por la persona que ama, entendió que ya no podía cambiar la decisión de Luffy y Mar, no podía detenerlos, lo que se avecinaba era mucho más grande y peligroso de lo que cualquiera podría imaginar. También mencionó el rechazo de Hancock a asistir a la próxima asamblea de los Guerreros de los Mares, lo que complicaba aún más la situación.
—¡Hagamos que Hancock cambie de opinión! —respondió Mar con firmeza, su voz llena de determinación. —Luffy, ahora más que nunca debemos unir nuestras fuerzas si queremos llegar a Impel Down y evitar lo que se avecina a toda costa.
Ambos estrecharon sus manos con fuerza, sellando la alianza y se dirigieron apresuradamente hacia el castillo de Boa Hancock, al llegar a las grandes puertas del castillo, Enishida los recibió, pero les informó que la emperatriz estaba enferma. Mar, Luffy y la abuela Nyon caminaron por los pasillos en silencio, la tensión era palpable. Cuando llegaron a la habitación, la emperatriz estaba recostada en su cama, rodeada de varias mujeres y su serpiente. Su rostro estaba enrojecido, y su cuerpo se contorsionaba de dolor, como si algo le estuviera desgarrando desde adentro. Su respiración era entrecortada, y cada exhalación parecía un esfuerzo titánico.
Mar sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al ver la condición de su amiga, se acercó rápidamente y tomó la mano de Hancock, la cual descansaba sobre su frente, empapada en sudor. En ese momento, la abuela Nyon hizo un gesto a Luffy para que saliera de la habitación, aunque su actitud impaciente y llena de prisa se vio rápidamente contenida por la seriedad de la situación. A regañadientes, Luffy obedeció y salió al pasillo, dejando a las mujeres con la emperatriz.
—Hancock, soy yo Mar —dijo con voz suave, tratando de infundir calma en su amiga. La emperatriz giró la cabeza lentamente hacia a Mar
—¿Mar, eres tú? —murmuró Hancock, su voz débil pero aún llena de esa esencia que la hacía única. Una ligera sonrisa apareció en su rostro, como si el solo hecho de escuchar a Mar la hiciera sentir algo de alivio.
—Tranquila, la abuela Nyon te ayudará con ello —respondió Mar con una sonrisa ligera, tratando de tranquilizarla. —Necesito que respires con tranquilidad.
—Mañana en la mañana —respondió la abuela Nyon, su tono grave llenó la habitación y Hancock se estremeció, su cuerpo se arqueó de dolor, como si escuchar esas palabras le causara más sufrimiento.
—¡Alteza! ¿Qué pasa?
—Sea lo que sea, tiene que parar —exigió otra mujer, visiblemente preocupada.
Mar, viendo la creciente angustia, se acercó aún más a Hancock, tratando de mantener la calma.
—Abuela Nyon, ¿Qué está ocurriendo? —preguntó con voz temblorosa, observando con miedo el estado de la emperatriz.
La abuela Nyon, sin perder la compostura, explicó con seriedad que Hancock había contraído un virus. Las palabras de la anciana parecían pesar como plomo en la habitación, y el ambiente se volvió aún más sombrío. La emperatriz, al escuchar esto, mostró una expresión de terror, como si la muerte estuviera al acecho. A pesar sus palabras tranquilizadoras, las mujeres presentes, incluidas Mar y las hermanas de Hancock, no podían ocultar la preocupación, prosiguió explicando que era una enfermedad que las emperatrices anteriores también habían padecido, aunque con resultados fatales en algunos casos.
Mar, al ver la angustia de Hancock, comenzó a sentir un nudo en el estómago
—Abuela, no creo que sea el momento —respondió rápidamente, su tono urgido pero lleno de respeto—. Debemos esperar a que Hancock se recupere un poco... tal vez después...
Pero antes de que pudiera continuar, todos quedaron en silencio cuando vieron que Hancock se incorporó de la cama y ordenó que Luffy entrara, y que tanto él como Mar, escucharan lo que ella tenía que decir. Mar, sorprendida por la rapidez con la que Hancock se había levantado, se dirigió a donde se encontraba Luffy, quien esperaba fuera de la habitación.
Hancock se acercó lentamente al balcón, invitando a Mar a seguirla. Al llegar, la emperatriz se dirigió a Luffy, anunciando que ambos debían escuchar lo que tenía que decir, mientras las mujeres restantes se quedaban observando desde la habitación, aún con el rostro tenso.
—Escuché que tú y Mar necesitan algo —anunció Hancock con seriedad.
—¡Sí, un favor! —respondió Luffy con entusiasmo—. ¿Estás bien? Estabas enferma.
—No se preocupen, no hay ninguna enfermedad que pueda conmigo —respondió Hancock con una sonrisa confiada, alzando la barbilla con su habitual aire de dignidad. El resto de las mujeres solo observaban a través de la ventana desde el interior de la habitación, sus ojos fijos en el grupo. Hancock luego dirigió su mirada hacia Mar, una expresión más suave dibujándose en su rostro—. Estoy feliz de que estés aquí, Mar y sabes que eres bienvenida a Amazon Lily cuantas veces quieras. He escuchado que Ojos de Halcón te permitió seguir tu propio camino y ahora la Marina te persigue.
Mar se sonrojó, algo incómoda por las palabras de su amiga.
—Como le conté a la abuela Nyon, es una larga historia.
Boa sonrió, comprendiendo
—Es entendible. Al menos compartimos cosas en común y me hubiera gustado tenerte a mi lado entre los Guerreros de los Mares, aunque me habría preocupado de que tuvieras que seguir las órdenes de los hombres que sirven al Gobierno Mundial. Pero dejémonos de desvíos... ¿Qué sucede? Cuéntame.
Luffy y Mar se miraron brevemente antes de empezar a explicar a Hancock las situaciones que estaban viviendo, incluyendo el difícil pedido de ayuda para ingresar a Impel Down y sobre el transporte que los llevaría a la prisión. Cuando Hancock se enteró de que Luffy era hermano de Puño de Fuego y que Mar, además de tener una alianza con Buggy, compartía algo más que una simple relación de compañeros se sorprendió profundamente quedando en shock, las mujeres que la acompañaban se molestaban, especialmente Sandersonia y Marigold, que fruncían el ceño ante la osadía de Mar de pedir la ayuda de Hancock.
Lo que no esperaban, sin embargo, fue que Hancock accediera a ayudar a Mar y Luffy con tal entusiasmo, mostrándose sin oposición alguna mientras observaba a Luffy con una mirada que Mar empezó a interpretar, y no precisamente una mirada de pura amistad.
—¿Le dijo que sí? La princesa nunca había accedido a nada tan fácilmente. Pero, ¿lo escuchó a él? —dijo la abuela Nyon, asombrada por la expresión de Hancock.
Sandersonia y Marigold miraron a su hermana, desconcertadas y casi indignadas.
—¿Qué le hiciste a nuestra hermana? —preguntaron al unísono.
La abuela Nyon observó la escena con asombro
—¡Igual que la emperatriz le precede! ¡La princesa ha caído bajo el peso de lo que llaman... amor! Hay un dicho en el mar del este que describe la potencia de esta pasión... ¡El amor es como un gran huracán!
—Bueno, también me hubiera pasado lo mismo cuando me enamoré de Buggy.
Mar y Luffy ahora podían contar con la ayuda de Hancock, pero aún quedaba la cuestión de cómo infiltrarse en Impel Down. Mientras Hancock terminaba de comunicar al Vicealmirante Momonga su aceptación a la solicitud, Mar sabía que el camino no sería fácil. Su nombre seguía siendo reconocido por la Marina, y la relación de ella con Mihawk solo añadía más riesgo a la situación.
—¿Tienes alguna idea de cómo entrarás a Impel Down? —preguntó, su mirada curiosa, pero con una seriedad poco común en él. Mientras hablaba, ambos observaron a Hancock, quien estaba concluyendo su conversación con el vicealmirante Momonga al otro lado de la habitación.
Mar apretó su taza, el calor del té transmitiéndole una extraña calma ante lo que sabía que sería una de las misiones más arriesgadas de su vida, al igual que Luffy, su rostro era conocido por la Marina, especialmente tras sus últimos movimientos y su conexión con Mihawk.
—La Marina sería rápida en identificarme en cuanto me acercara a ellos. Cualquier indicio de que estoy ahí para rescatar a Buggy... y todo estaría perdido. —respondió pensativa—. Tú serías más fácil de esconderte... tal vez si te aferras a Hancock y te cubres con una túnica enorme...
Luffy se rio ante la idea, pero Mar se mostró más seria, observando su atuendo y la chaqueta de Buggy que todavía llevaba puesta.
—La chaqueta de Buggy también te delataría —indicó Luffy, señalando con el dedo—. No puedes aparecerte como tú misma. Pero... ¿y si te vistes como las mujeres de Amazon Lily? ¡Como ellas! —La idea hizo que Mar se detuviera y lo mirara horrorizada.
—¡¿Estás loco?! —exclamó Mar, golpeando suavemente la cabeza de Luffy. No podía concebirse vistiendo como una mujer de Amazon Lily, especialmente con su propia personalidad. Aquella idea le parecía absurda, pero la chispa de algo en su mente comenzó a prenderse. Quizás, solo quizás, podría haber algo en esa sugerencia—. Espera —dijo, pensativa, deteniéndose en seco mientras observaba los detalles de su ropa. Su mirada se centró en su sombrero y el pañuelo rojo que descansaba sobre la mesa. Su rostro se iluminó con una revelación—. ¡Claro, eso podría funcionar! ¡De hecho, tal vez sea nuestra única opción!
Luffy frunció el ceño, confundido.
—¿De qué hablas?
Mar se levantó rápidamente, movida por una energía renovada. Su rostro estaba marcado por una resolución que no había mostrado antes. Tomó el sombrero que siempre había llevado con ella y se lo ajustó en la cabeza, asegurándose de que cubriera bien su rostro. Luego, tomó el pañuelo rojo, que había usado en honor a Shanks, y lo colocó cuidadosamente para cubrir su nariz hacia abajo, dejando que solo sus ojos se asomaran, al mismo tiempo que intentaba que su identidad fuera lo más irreconocible posible.
—Disfraz —dijo Mar, con una determinación clara en su voz.
Hancock, que había estado observando en silencio, alzó una ceja, intrigada.
—¿Disfraz? —repitió, sin comprender aún.
—Caminaría a tu lado como una escolta personal —continuó Mar, su voz ahora llena de convicción—, una espadachina proveniente de Alabasta, contratada por tus hermanas. Si permanezco en silencio mientras estamos en presencia de la Marina, puedo pasar desapercibida... y el vicealmirante Momonga no tendría motivos para desconfiar.
La idea provocó una mezcla de reacciones en el grupo. Las hermanas de Hancock intercambiaron miradas de aprobación, considerando la propuesta de Mar. En cambio, Luffy frunció el ceño, claramente asustado con la idea de que Mar pudiera exponerse tan cerca de la Marina.
—¿¡De qué hablas!? —exclamó, el desconcierto en su rostro evidente, la idea de que estuviera tan expuesta le generaba preocupación. Hancock también mantenía una expresión de duda, sus ojos analizando a Mar, midiendo la viabilidad de su plan.
Mar, sin embargo, ya estaba transformando su apariencia, a medida que ajustaba los detalles, algo en su postura cambiaba. Su semblante adquiría un aire enigmático, en el que cada centímetro de su presencia se volvía irreconocible, como si realmente fuera una espadachina leal al servicio de la emperatriz.
—Esta es nuestra mejor opción para entrar sin problemas. —su voz se mantuvo baja, pero la firmeza en su tono dejaba claro que estaba lista para todo lo que implicaba esa decisión.
Luffy asintió, resignado y con una chispa de orgullo en los ojos, mientras Hancock, después de un momento de reflexión, le dio su voto de confianza. Aunque la incertidumbre y el riesgo aún se cernían sobre ellos, sabían que estaban tomando el único camino que podía acercarlos a su objetivo.
—Bien, Mar, confiaremos en ti. —La voz de Hancock era solemne y segura—. Caminaremos juntas.
Mar, junto con Luffy y Boa Hancock, se prepararon para zarpar en el barco de la emperatriz hacia el encuentro con el vicealmirante Momonga, Hancock llevaba un vestido elegante con una gran túnica alrededor del cuello, mientras que Mar, fiel a su estilo, portaba el mismo atuendo que había comenzado a usar al partir de Alabasta. Ahora, sin embargo, llevaba el pañuelo rojo cubriendo su rostro desde la nariz hacia abajo y su sombrero, dejando sus ojos al descubierto, pero ocultando su identidad. Encima, una gran capa negra envolvía su cuerpo, añadiendo misterio a su figura, la serpiente de Hancock los acompañaba, deslizando su larga figura cerca de Mar mientras ambas caminaban hacia el Yuda agachado para abordar.
Las mujeres de Amazon Lily se despedían con entusiasmo, alzando los brazos en señal de suerte mientras el barco de la emperatriz comenzaba a moverse y las enormes puertas de la isla se abrían por completo. Mar sentía su pecho latir más fuerte mientras observaba el mar, sabiendo que dentro de poco estarían frente a un barco de la Marina rumbo a Impel Down. La inquietud y el ansia de ver a Buggy estaban tan presentes que sus sentidos permanecían alertas, lista para cualquier movimiento inesperado.
—Estamos por llegar —anunció Hancock al divisar en la distancia el barco de la Marina—. Luffy, Mar, prepárense.
Mar se giró hacia Luffy y le entregó la chaqueta de Buggy para que se la pusiera sobre el cuerpo y así ocultarse mejor mientras se aferraba al torso de Hancock, escondido bajo la túnica de la emperatriz. Mar, en cambio, se acomodó el sombrero y el pañuelo de forma que solo sus ojos quedaran expuestos, y desenfundó su espada, sosteniéndola con ambas manos en posición de escolta. El barco de Hancock se detuvo junto al de la Marina, donde el vicealmirante Momonga estaba montado sobre un gran pez, rasgando trozos de carne de su espada y devorándolos.
—No creí que realmente fueras a venir, emperatriz Boa Hancock —dijo Momonga, alzando una ceja en señal de sorpresa.
—¿Vas a honrar tu palabra respecto a lo que me prometiste? —preguntó Hancock, su tono afilado como una hoja, mientras Mar mantenía su postura firme y en silencio a su lado, sus ojos vigilando cada movimiento de Momonga.
—Ya contacté a mis superiores y, siempre y cuando no demoremos, haremos una parada en Impel Down —respondió Momonga, sin apartar la vista de Hancock mientras daba otro mordisco a su carne. Entonces, dio un salto ágil, aterrizando en la cubierta de su barco, y su atención se posó de inmediato en Mar—. ¿Quién es ella?
—Mi escolta personal —respondió Hancock con calma, manteniendo su mirada seria e imperturbable.
—¿Escolta personal? —replicó Momonga con un toque de desconfianza—. Eso no era parte de nuestro acuerdo.
—Un imprevisto de última hora —dijo Hancock con serenidad—. Ella es una espadachina contratada por mis hermanas, quienes insistieron en reforzar mi seguridad.
Mar, manteniendo su postura estoica y en silencio, no se movió, pero sus ojos se encendieron con un brillo gélido al cruzarse con los de Momonga, mostrando el poder que ocultaba bajo su silencio.
—Curioso —murmuró Momonga, notando la intensidad en la mirada de Mar y claramente esperando alguna reacción—. ¿Por qué no dice ni una sola palabra?
—Un voto de silencio. Viene de Alabasta y ahora está bajo mis órdenes —explicó Hancock, su tono firme y seguro. Aunque Luffy no podía ver la escena desde donde estaba escondido, cada palabra de Hancock lo mantenía alerta, temiendo que el plan pudiera desmoronarse en cualquier momento. Mar, por su parte, sentía su respiración controlada, sus manos firmes sobre la empuñadura de la espada, contenida en su papel.
—Vaya... —dijo Momonga, frunciendo el ceño con una mezcla de incredulidad y desconfianza—. Es una mujer muy seria, parece que se toma sus deberes en serio.
Momonga parecía no poder ocultar sus dudas. Sabía que las mujeres de Amazon Lily preferían mantenerse alejadas de los hombres y que desconfiaban abiertamente de ellos, lo que hacía que la presencia de Mar junto a la emperatriz despertara sus sospechas. Momonga mantenía sus ojos fijos en Mar, quien, sin bajar la mirada, proyectaba una firmeza y silencio que parecían darle una fuerza intimidante.
—De acuerdo, si queremos contar con la presencia de la emperatriz en la asamblea, debemos aceptar sus condiciones —accedió finalmente Momonga, su tono rígido. Sus palabras trajeron un alivio momentáneo tanto para Mar como para Luffy, escondido bajo la túnica de Hancock, y para la emperatriz misma. El vicealmirante continuó, su mirada observadora deteniéndose en cada uno de ellos—. Al igual que tú y la serpiente pueden pasar. Si no es esposado, no se permite la entrada a piratas sean Guerreros del mar o no. Se hará una excepción. Pero te advierto —añadió, con una chispa de amenaza—, voy a observarte con ojos de halcón.
—No me intimidas nada —declaró Hancock sin parpadear con frialdad. Mar sintió cómo el insulto hacia Hancock despertaba algo en ella, y, sin pensarlo, comenzó a levantar su espada en señal de advertencia. Hancock alzó una mano rápida, deteniendo el movimiento de Mar—. No es necesario, La Silenciadora no necesita demostrar su capacidad a cualquiera, y mucho menos a quienes amenazan mi autoridad, no querrá comprobar lo que ocurre si alguien intenta intimidarme.
Momonga se mantuvo en silencio, un tanto sorprendido por la firmeza de Hancock y la presencia imponente de Mar a su lado, la tripulación de Hancock en su barco comenzó a despedirse con gestos de apoyo, deseando suerte a su emperatriz y a su escolta. Mar observó a las mujeres, asintiendo con un gesto respetuoso antes de que el Yuda bajara la cabeza hasta el nivel del barco de la Marina, permitiendo que ambas pudieran descender.
—Me alegra haber esperado —comentó Momonga mientras las veía bajar—; de lo contrario, habría tenido que regresar al cuartel con malas noticias.
Mar descendió del Yuda primero, moviéndose con elegancia al saltar a la cubierta del barco de la Marina. Con una mirada serena pero vigilante, extendió una mano para ayudar a Hancock a bajar con elegancia. La emperatriz avanzó unos pasos al frente, con Mar caminando a su lado en postura de guardia, alerta a cualquier movimiento. Sin embargo, el vicealmirante, aún con sus sospechas en mente, no tardó en romper el silencio con una pregunta intencionada:
—Parecías muy decidida la última vez que hablamos. Así que, si no es indiscreción ¿Por qué cambiaste de parecer? —Antes de que Hancock pudiera responder, un fuerte gruñido rompió el silencio, emanando del estómago de Luffy, el sonido fue tan notorio que llegó a los oídos del vicealmirante—. No me hables si no quieres, pero tu estómago dice más que mil palabras. Al final, la emperatriz pirata también es humana.
El comentario sardónico encendió la ira de ambas mujeres. Hancock le dirigió una mirada fulminante, mientras Mar, sin titubear, sacaba una daga de su bolsillo en un rápido movimiento y la colocaba amenazadoramente a centímetros del cuello de Momonga, tomándolo completamente por sorpresa.
—¡Eres un igualado! —exclamó Hancock, con una mezcla de desprecio y autoridad en su tono—. ¿Cómo te atreves a dirigirte a una dama como yo con semejante insolencia?
Momonga se quedó helado, y, al ver su reacción, Hancock hizo un gesto imperioso hacia Mar para que guardara la daga. Mar retrocedió en silencio, volviendo a su postura de escolta, pero su mirada firme dejaba claro que cualquier falta de respeto sería castigada sin dudarlo.
—Le advierto —prosiguió Hancock, su voz helada—, no querrá conocerla de cerca. Podrías perder más que solo palabras, vicealmirante. ¿Estás dispuesto a arriesgar la lengua?
Mar y Hancock contenían la tensión mientras avanzaban en su misión, pero el escondite de Luffy bajo la túnica de la emperatriz era una complicación constante. De repente, un leve estornudo escapó de Luffy, resonando lo suficiente para que el vicealmirante Momonga frunciera el ceño y girara la cabeza, dirigiendo su atención hacia Hancock. Él, con una expresión de leve burla y sospecha, insinuó que la emperatriz había estornudado, lo cual molestó a Hancock, quien mantuvo la compostura con gran esfuerzo. Sin embargo, los ojos de Momonga comenzaron a brillar con duda, observando a Hancock con una desconfianza creciente.
Para reforzar su postura, Hancock se irguió aún más, su expresión glacial desafiando cualquier inspección. Pero Momonga no estaba del todo convencido; su mirada evaluadora era cada vez más intensa. Hancock, para evitar levantar más sospechas, accedió a su petición de una inspección, aunque en su interior contenía la frustración. Al escuchar esto, Mar apoyó una mano en la empuñadura de su espada, los dedos tensándose en una advertencia silenciosa. Sus ojos se afilaron, observando cada movimiento del vicealmirante, lista para actuar si él cruzaba un límite hacia Hancock.
Momonga, por un instante, pareció medir tanto el desafío en la mirada de Hancock como la firme amenaza en la postura de Mar. Finalmente, dio un paso atrás, decidiendo confiar en la palabra de la emperatriz, prefiriendo evitar una confrontación con su escolta. No obstante, insistió en que Hancock debía liberar a sus subordinados de su estado de piedra, recordándole que los había convertido así horas antes de su llegada. Hancock, sin mostrar duda, asintió y cumplió con la petición.
Con los subordinados de la Marina restaurados y el barco en marcha, Momonga dio la orden de zarpar hacia Impel Down. Mientras el navío avanzaba, Mar y Luffy, ocultos y ansiosos, contenían la urgencia de su misión.
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