
── 𝟐𝟕. 𝐓𝐡𝐞 𝐕𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧 𝐨𝐟 𝐚 𝐃𝐢𝐬𝐜𝐢𝐩𝐥𝐞 𝐚𝐧𝐝 𝐚 𝐍𝐞𝐰 𝐌𝐢𝐬𝐬𝐢𝐨𝐧
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄 ── 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐃𝐈𝐒𝐂𝐈𝐏𝐔𝐋𝐀 𝐘 𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐀 𝐌𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍
El sol finalmente se ocultó detrás de las dunas, dejando que la noche envolviera el palacio en un manto de estrellas. Las luces del palacio iluminaban suavemente los corredores de piedra y las habitaciones con un resplandor cálido. Mar y Vivi seguían en el salón, ahora sumidas en un silencio cómodo mientras cada una reflexionaba sobre la conversación que acababan de tener. Vivi se levantó y se acercó a una mesa cercana, donde una tetera de plata y un par de tazas de porcelana estaban esperando. Sirvió té de jazmín para ambas y regresó al sofá, entregándole una taza a Mar.
—Creo que necesitamos esto —dijo Vivi con una sonrisa, intentando aligerar el ambiente.
Mar tomó la taza y dejó escapar un suspiro al sentir el calor reconfortante en sus manos.
—Gracias, Vivi. A veces olvido lo importante que es detenerse un momento y simplemente... respirar.
—Es fácil olvidarlo, especialmente cuando llevas tanto sobre tus hombros —replicó Vivi, sentándose a su lado—. Pero recuerda, siempre tendrás un lugar aquí, y no estás sola.
Mar asintió, sus ojos brillando con gratitud. Bebió un sorbo del té, saboreando el dulzor y la calma que le brindaba. La chaqueta de Buggy seguía envolviéndola como un abrazo invisible, y con cada respiración, sentía que podía sentir su presencia. Cerró los ojos un momento, permitiéndose recordar sus gestos exagerados, su risa desbordante y cómo, pese a su apariencia de bufón, había un lado de él que la cuidaba y entendía. Lo amaba, más de lo que hubiera pensado que podía amar a alguien. Buggy, con todas sus excentricidades, se había convertido en alguien esencial para su vida, alguien por quien lucharía y a quien protegería sin dudar.
—¿Piensas en él? —preguntó Vivi de repente, sacándola de sus pensamientos.
Mar la miró sorprendida antes de dejar escapar una risa suave.
—¿Es tan obvio?
—Digamos que la chaqueta es un buen indicio —respondió Vivi con una sonrisa divertida, señalando la prenda que envolvía a Mar.
Mar bajó la mirada, acariciando la tela con los dedos, recordando los momentos compartidos con Buggy: los debates absurdos, las carcajadas que hacían eco en la cubierta de su barco, y esa mirada que a veces le dedicaba cuando pensaba que nadie estaba mirando, una mezcla de desafío y ternura.
—Sí, pienso en él. Buggy es... complicado, en muchos sentidos. Puede ser terco, dramático y, por momentos, la persona más imprudente del mundo. Pero, por otro lado, tiene un corazón que pocos conocen. Me ha salvado más veces de las que admitiría y, en esos momentos, cuando bajamos la guardia, hay algo que va más allá de sus excentricidades. Algo que me hace sentir que pertenezco. Lo amo, Vivi. Lo amo más de lo que creí posible, y esa es la parte que más me asusta —admitió Mar, dejando que las palabras fluyeran como si las hubiera tenido guardadas por demasiado tiempo.
Vivi observó a Mar con un brillo de comprensión en los ojos
—Es curioso, ¿no? Cómo las personas más inesperadas pueden dejar las huellas más profundas en nosotros.
Mar asintió, tomando otro sorbo de té.
—Es cierto. A veces me pregunto qué pensará cuando descubra que soy la hermana de un Emperador del Mar.
Vivi ladeó la cabeza, pensativa.
—Podría ser difícil para él al principio. Buggy parece ser del tipo que se sorprende fácilmente, pero también es alguien que no se deja vencer. Y si los sentimientos que tienen el uno por el otro son genuinos, encontrarán la manera de superar cualquier obstáculo.
—Ojalá sea así. Sé que su orgullo es inmenso, pero también sé que es más fuerte de lo que él mismo cree —Mar sonrió suavemente, como si pudiera ver a Buggy refunfuñando ante esas palabras, pretendiendo que no le importaba mientras en realidad sí lo hacía.
Vivi dejó la taza en la mesa y se acercó un poco más.
—¿Te sientes preparada para contarle cuando llegue el momento?
—No lo sé. Parte de mí teme que todo cambie. Pero al mismo tiempo, no quiero secretos entre nosotros —respondió Mar, bajando la voz como si sus pensamientos fueran demasiado frágiles para romper el silencio de la noche.
Vivi colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Mar
—Cuando llegue ese momento, estarás lista. Y si no lo estás, ya lo enfrentarás en el camino. A veces, la vida no nos da tiempo de planearlo todo.
Mar la miró con gratitud, sintiendo que el peso de la incertidumbre se aligeraba un poco. Vivi siempre había tenido la habilidad de ver más allá de las palabras, de entender las emociones que se escondían detrás de los silencios. La princesa de Alabasta, tan valiente y gentil, le recordaba que aún existían lugares seguros y personas en las que podía confiar.
El aire nocturno, perfumado con el aroma de las flores del jardín, se filtró por las ventanas abiertas, acariciando a ambas mujeres con su frescura. En el horizonte, la luna brillaba vigilante y brillante, como una promesa de que los secretos y los reencuentros estaban más cerca de lo que Mar imaginaba.
—Creo que el amanecer de mañana será hermoso —susurró Vivi, mirando hacia la ventana.
Mar asintió, permitiéndose un momento de esperanza.
—Sí, lo será. Y traerá consigo nuevas respuestas, y quizás, un camino más claro.
Las dos amigas compartieron una última sonrisa antes de que el silencio cómodo de la noche se impusiera, envolviéndolas con su manto de tranquilidad, mientras las estrellas seguían brillando con una promesa de futuro.
El ambiente en el salón del palacio de Alubarna era tranquilo, aunque cargado de cansancio. Las cortinas de seda danzaban suavemente al compás de la brisa que entraba por las ventanas abiertas, trayendo consigo un ligero aroma a arena y especias del desierto. Las lámparas de aceite, distribuidas por la estancia, emitían una luz cálida que se reflejaba en los bordados dorados de los cojines y las alfombras persas que cubrían el suelo.
Mar se inclinó hacia adelante en su asiento, un sillón de respaldo alto tapizado en terciopelo color carmesí. Levantó la vista de su taza de porcelana fina, adornada con filigranas que representaban escenas de la historia de Alabasta, y observó a Vivi. La joven princesa mantenía una postura serena y elegante, pero la sutil arruga en su frente y el ligero tamborileo de sus dedos sobre la mesa revelaban una inquietud que solo alguien tan observador como Mar podría captar.
La tensión, aunque invisible, se podía sentir como un peso en el aire. El Rey Cobra permanecía sentado en su trono, cuya madera oscura y adornos en plata narraban historias de conquistas y alianzas antiguas. Sus ojos, rodeados de arrugas que evidenciaban tanto los años como las dificultades que había enfrentado, brillaban con una mezcla de interés y preocupación. Estaba acostumbrado a escuchar historias de peligros y leyendas, pero el misterio de los Emperadores del Mar lo hacía reflexionar más de lo habitual.
—Estos días han sido agotadores —comentó Mar, dejando que el cálido vapor del té de jazmín le acariciara el rostro antes de llevar la taza a sus labios—. Pero siento que estamos más cerca de desentrañar la verdad sobre mi hermano.
Vivi, que había estado mirando las llamas parpadeantes de una lámpara cercana, desvió su atención hacia Mar y le dedicó una sonrisa de apoyo, aunque sus ojos azules, tan profundos como las aguas del océano, reflejaban su preocupación.
—Has hecho un gran progreso, Mar. No es fácil rastrear la historia de un hombre como Shanks, incluso para alguien con tus habilidades.
Cobra asintió, su mano derecha descansando sobre el brazo tallado de su trono. Su voz, cuando habló, resonó como un eco profundo y seguro, el tipo de voz que había liderado a Alabasta a través de tiempos de sequía y guerra.
—Tienes razón, Vivi. Las sombras que rodean a los Emperadores del Mar son densas, y sus secretos están protegidos como si fueran los tesoros más preciados del mundo.
En ese instante, la tranquilidad de la escena se rompió con el sonido urgente de pasos en el corredor. Igaram irrumpió en el salón. Su figura, normalmente imponente, parecía más tensa que de costumbre, y sus rizos en forma de saxofón se movían ligeramente con su agitada respiración. Llevaba en las manos un periódico recién llegado, cuya tinta aún desprendía un tenue olor a imprenta, y sus ojos, por lo general amables, ahora mostraban una seriedad alarmante.
Mar dejó su taza en el platillo con un tintineo sutil y se enderezó, percibiendo al instante que algo grave se avecinaba. Vivi también se giró hacia Igaram, sus cejas arqueadas con una mezcla de preocupación y expectativa.
—Majestad, debe mirar esto —comentó Igaram mientras entraba apresuradamente en el salón del palacio, sosteniendo el periódico recién llegado con una expresión de suma preocupación.
El Rey Cobra, quien estaba sentado en su trono junto a Vivi y Mar, lo miró intrigado. Tomó el periódico con calma, pero conforme leía la noticia, su rostro se volvió grave. Vivi y Mar intercambiaron una mirada, inquietas por el silencio de Cobra.
—Padre, ¿qué ocurre? —preguntó Vivi, rompiendo la tensión en el ambiente. La seriedad de su padre era inusual, y eso la inquietaba aún más.
El Rey Cobra suspiró profundamente y, con un tono que reflejaba tanto preocupación como gravedad, les dio la noticia.
—Portgas D. Ace va a ser ejecutado —anunció, provocando una reacción inmediata en ambas mujeres. Vivi se llevó una mano a la boca, incapaz de ocultar su sorpresa, mientras que Mar abrió los ojos con incredulidad.
Mar sintió una mezcla de emociones al escuchar el nombre de Ace. Solo lo había conocido una vez, cuando había subido al barco de Buggy al escuchar su música, pero aquel breve encuentro le había dejado una impresión y ahora, no podía creer que estuviera en manos de la Marina, condenado a muerte.
—La Marina ha anunciado que la ejecución será en público —confirmó Cobra, dejando el periódico sobre la mesa con una expresión sombría—. Quieren hacer de Ace un ejemplo para todos los piratas, una advertencia del poder del Gobierno Mundial.
Mar apretó los puños, sintiendo la gravedad de la situación. Sabía lo que una ejecución pública de esa magnitud significaría para el mundo.
—No solo lo están convirtiendo en un símbolo del poder del Gobierno Mundial, esto podría... desatar una guerra.
—Concuerdo contigo, Mar —afirmó el Rey Cobra, mirando a la joven con seriedad—. Creo que la Marina sabe que esto provocará una reacción en el mundo. Están preparados para enfrentar cualquier desafío que surja.
—¿Dónde planean hacer la ejecución? —preguntó Vivi, con evidente preocupación mientras miraba a su padre con ojos temerosos.
—En Marineford, la fortaleza de la Marina —respondió Cobra, observándolas con un toque de tristeza—. La ejecución será en unos dias
—Esto atraerá a piratas de todos los rincones del mundo —comentó Igaram, pensativo, mirando el horizonte desde una de las ventanas del palacio—. Muchos estarán esperando ver cómo la Marina se enfrenta a los aliados de Ace... aunque hay alguien que no permitirá que esa ejecución ocurra sin luchar.
Mar cerró los ojos, reflexionando sobre el caos que seguramente se avecinaba.
—Ace es el comandante de la segunda división de Barbablanca. Jamás permitiría que alguien de su tripulación muriera a manos de la Marina sin pelear, sería capaz de iniciar una guerra por rescatar a Ace, y seguro llamará a todos sus aliados para enfrentar a la Marina.
El Rey Cobra asintió lentamente.
—No subestimes lo que puede suceder. La magnitud de lo que puede desencadenarse es algo que el mundo entero va a sentir —dijo Cobra, con voz firme—. Y en respuesta, la Marina también llamará a sus propios aliados.
Mar lo miró con un conocimiento profundo en sus ojos.
—Convocarán a los Guerreros de los Mares —dijo Mar, sabiendo bien el peso de sus palabras—. La Marina no dudará en recurrir a ellos para mostrar una imagen de poder y asegurarse la victoria si Barbablanca decide atacar.
Vivi miró a Mar, notando la experiencia que reflejaba su mirada.
—¿Todos los Guerreros de los Mares aceptarán participar? —preguntó Vivi, con un toque de inquietud.
Mar respiró hondo, recordando sus conocimientos de las reuniones entre la Marina y los Guerreros de los Mares.
—No tengo idea... Mihawk es alguien honorable —dijo Mar—. Aunque no estoy segura de cómo reaccionará al enterarse de todo esto, si se lo ordenan es probable que participe y no lo hará con entusiasmo. Conozco su visión sobre la justicia de la Marina; no siempre está de acuerdo.
El Rey Cobra soltó un suspiro, y luego agregó:
—Entonces, no estamos hablando solo de guerra entre piratas y la Marina; hay otros intereses y enemigos más sutiles acechando.
Vivi miró a Mar con curiosidad.
—¿Y sobre Doflamingo? He oído que tiene... conexiones importantes en el Gobierno Mundial.
Mar apretó los labios, un tanto molesta por recordar el despiadado carácter de Doflamingo.
—Doflamingo es peligroso y calculador. Él no tiene ninguna lealtad, ni siquiera hacia la Marina. Se mueve según sus intereses. Si la situación se alinea con su conveniencia, lo más probable es que se divierta viendo el mundo arder. Para él, esta ejecución es una oportunidad de entretenerse y de sembrar más caos, porque... así es como opera.
Cobra asintió con una expresión seria y dirigió su atención hacia Mar.
—Mar, parece que eres una de las pocas personas que tiene una perspectiva amplia de los Guerreros de los Mares.
Mar lo miró, con una expresión que reflejaba respeto hacia el Rey y su gratitud por el apoyo ofrecido.
—Majestad, he aprendido de ellos por el tiempo que pasé al lado de Mihawk, pero tengo mis dudas sobre los demás. Esta guerra no será solo una batalla entre buenos y malos, sino una serie de intereses cruzados en la que cada uno jugará su propio juego.
Vivi suspiró y luego preguntó:
—¿Y sobre Kuma? He oído que ha cambiado mucho en los últimos tiempos.
Mar se mordió el labio, recordando lo que Mihawk le había contado sobre la transformación de Kuma.
—Kuma... ya no es el hombre que una vez fue. Ahora está bajo el control del Gobierno Mundial, convertido en un ser obediente, como si hubieran borrado su voluntad, ahora es... solo una herramienta de la Marina.
Mar tomó un respiro y continuó, sabiendo que cada Guerrero de los Mares aportaría una complejidad diferente al conflicto que se avecinaba.
—Moria... es un caso complicado, es alguien que ha sido devastado por la derrota y el fracaso, su interés en esta guerra es que le permitiría obtener cuerpos poderosos para su ejército de sombras. Es probable que participe en el conflicto, pero solo si encuentra alguna ventaja en hacerlo.
Igaram entrecerró los ojos, evaluando la amenaza que representaría Moria si decidía intervenir.
—¿Y sobre Jinbe? —preguntó Cobra.
Mar dudó un momento antes de responder, recordando que apenas había oído hablar de él.
—Sobre Jinbe —dijo Mar, con el ceño fruncido—, aunque nunca lo conocí en persona, sé que tiene un sentido de honor profundo y es muy leal a su gente en Isla Gyojin. He oído que respeta mucho a Barbablanca por haber protegido a su isla. Jinbe podría estar dispuesto a desobedecer a la Marina, aunque eso le cueste su puesto como Guerrero de los Mares.
El Rey Cobra asintió, comprendiendo la importancia de la lealtad para los hombres como Jinbe.
—Esa es una posición honorable, y le da una gran fortaleza a Barbablanca si decide entrar en la batalla —comentó Cobra, admirando el valor del guerrero gyojin.
Vivi, aun pensando en los peligros de todos estos poderosos aliados, preguntó en voz baja:
—¿Y Boa Hancock, Mar? —preguntó Vivi, su curiosidad evidente.
Mar asintió, una pequeña sonrisa iluminando su rostro al recordar su tiempo en Amazon Lily y la poderosa figura de Hancock.
—Boa Hancock es... única y tiene una actitud desafiante hacia el Gobierno Mundial y la Marina, aunque ha logrado mantener su estatus como Guerrera de los Mares. Lo más interesante es que, a pesar de su fuerte fachada, guarda lealtad hacia quienes se ganan su respeto. En ese sentido, he tenido la suerte de considerarla amiga. De hecho, ella es la única Guerrero de los Mares en quien realmente confío.
Las palabras de Mar dejaron a los presentes sorprendidos, sus miradas entrelazadas con una mezcla de admiración y asombro. La revelación de que Mar tenía una conexión tan cercana con una figura tan influyente y temida no era algo que se esperaba, y el ambiente se llenó de una nueva tensión, como si la posibilidad de una alianza con Hancock se abriera ante ellos.
Igaram observó a Mar, interesado en su conocimiento sobre los Guerreros de los Mares.
—¿Y Crocodile? —preguntó Igaram, su tono denotaba desprecio por el antiguo enemigo de Alabasta.
—Ya perdió su puesto como Guerrero de los Mares, y no le interese unirse a una batalla que solo beneficiará al Gobierno Mundial. Crocodile siempre ha actuado según sus propios intereses, y esto no es algo que le atraiga.
Vivi, aún asimilando todo, recordó algo importante.
—Y Luffy... —susurró Vivi, y todos la miraron de inmediato.
—¿Qué tiene que ver Luffy en todo esto? —preguntó Mar, frunciendo el ceño, confundida por el rumbo que tomaba la conversación.
Vivi la miró, y tras un momento de vacilación, respondió con determinación.
—Luffy no se quedaría de brazos cruzados al saber que su hermano está en peligro. Ace... es su hermano.
Mar se quedó en shock, incapaz de creer lo que escuchaba.
—¿Ace es hermano de Luffy? —preguntó Mar, boquiabierta. Nunca imagino que Luffy tenía un hermano, y mucho menos que fuera Ace.
—Así es —respondió Vivi, con un toque de tristeza en su voz—. Luffy arriesgaría su vida por cualquier persona que le importe, y si descubre que su hermano está en peligro, hará todo lo posible por salvarlo.
Mar sintió una mezcla de preocupación y respeto hacia Luffy. Sabía que no se detendría ante nada, pero enfrentarse a la Marina, los Guerreros de los Mares y todos sus aliados era una misión casi imposible. Antes de que pudiera decir algo más, el Rey Cobra frunció el ceño al leer otra sección del periódico, su expresión se volvió aún más sombría.
—Mar... temo que hay algo más que deberías saber —dijo Cobra, extendiéndole el periódico.
Con el corazón acelerado, Mar tomó el periódico y comenzó a leer la sección que Cobra le señalaba y sus ojos se abrireron en shock.
—No... no puede ser... —murmuró, con la voz temblando mientras leía—. Buggy... está en Impel Down.
Cobra asintió con pesar.
—La Marina lo ha capturado recientemente, y ha sido trasladado a esa prisión. Está en una de las instalaciones más vigiladas y peligrosas del mundo.
Mar sintió una mezcla de desesperación y determinación. No podía dejar a Buggy en manos de la Marina. Sabía bien que Impel Down era una fortaleza casi infranqueable, pero no podía quedarse de brazos cruzados.
—Majestad... —dijo Mar, sus ojos llenos de determinación—. Tengo que ir a Impel Down. Debo rescatar a Buggy, pase lo que pase.
—Alabasta puede ayudarte —ofreció el Rey Cobra, mirándola con genuina preocupación—. Podemos darte los recursos que necesites, incluso movilizar a algunos de nuestros hombres si hace falta.
—No, su majestad —respondió Mar con voz firme, aunque su expresión reflejaba gratitud—. No puedo permitir que Alabasta se involucre. Si la Marina sospecha que me han ayudado, podrían tomar represalias. No quiero ponerlos en peligro por mi causa.
El Rey asintió, comprensivo, aunque no dejaba de estar preocupado.
—Entiendo, Mar, pero no puedo ignorar el riesgo. Impel Down no es un lugar cualquiera; está diseñado para que nadie entre... y para que nadie salga.
Mar tomó un respiro profundo y asintió, con su resolución aún más firme.
—Lo sé, majestad. Pero se de alguien que podría ayudarme a infiltrarme —dijo con voz segura—. Boa Hancock. He estado en Amazon Lily y conozco a las mujeres de allí, es amiga mía y sé que no me traicionaría, tiene contacto directo con la Marina, y si acepta ayudarme, podríamos idear un plan para que me infiltre en Impel Down sin levantar sospechas.
Vivi asintió, comprendiendo la valentía de Mar.
—Entonces, te dirigirás a Amazon Lily para pedirle su ayuda —dijo Vivi, con admiración en sus ojos.
—Estoy segura de que, si le pido ayuda, me la dará, aunque sea arriesgado para ella. Por eso planeo ir con Hancock; si logro convencerla, su posición podrían facilitar mi infiltración en Impel Down —respondió Mar, agradecida—. Su posición le da la autoridad para ir y venir de las instalaciones de la Marina sin levantar sospechas, es leal a sus amigos.
Vivi se mostró preocupada por la seguridad de Mar y de Hancock.
—¿No sería peligroso para ella? Si la Marina sospecha que está ayudándote, podrían retirarle su título.
Mar suspiró, sabiendo que el riesgo estaba presente, pero confiaba en Hancock.
—Sé que es arriesgado, Vivi, pero Hancock es alguien que siempre ha hecho lo que quiere sin temer a las consecuencias. Ella se enfrentará a cualquiera que se interponga en su camino. Si decide ayudarme, lo hará con plena conciencia de lo que está en juego.
El Rey Cobra miró a Mar con seriedad.
—Es evidente que este conflicto que se avecina no será solo una cuestión de piratas y Marina, sino una tormenta de intereses y alianzas.
La noche en Alubarna se mantenía tranquila, con una brisa ligera que hacía danzar las cortinas del salón en el que Mar y los demás conversaban. Las estrellas brillaban en lo alto, y el ambiente, aunque impregnado de preocupación, también albergaba una determinación férrea. Mar permanecía pensativa, la noticia de la captura de Buggy aún latía en su pecho como un eco constante.
Cobra y Vivi la observaban con atención. El rey, con su postura serena, reflejaba la sabiduría de los años, mientras que Vivi mostraba una mezcla de empatía y nerviosismo. Ambos sabían que cualquier decisión tomada en ese momento podría cambiar el destino de muchas vidas.
Mar alzó la vista y se dirigió a ellos, su voz templada pero firme.
—Antes de partir hacia Amazon Lily para buscar la ayuda de Boa Hancock, necesito encontrar a la tripulación de Buggy y la mia. Ellos tienen derecho a saber lo que ha pasado y deben estar preparados para lo que viene. Son mi familia, y no los dejaré en la incertidumbre.
Vivi se acercó, colocando una mano suave en el brazo de Mar.
—¿Sabes cómo localizarlos? La Marina podría estar vigilando las comunicaciones, y cualquier desliz podría ponerte en peligro a ti y a ellos.
Mar asintió lentamente, recordando las estrategias que ella y Hikari habían ideado para comunicarse sin ser detectadas.
—Hikari, una de las integrantes de mi tripulación, tiene un caracol transmisor. Nos preparamos para situaciones así; tenemos una clave para verificar la identidad y evitar ser rastreadas.
Igaram, que había estado escuchando con atención, frunció el ceño con preocupación.
—Eso es ingenioso, pero no es infalible. Aun así, parece que has pensado bien en esto.
—Lo hemos hecho —respondió Mar, su tono dejando claro que sabía en lo que se estaba metiendo. Miró el caracol transmisor en la mesa cercana y se sentó frente a él, sintiendo el peso de la incertidumbre sobre sus hombros. —Necesito hacer esta llamada desde aquí, en un lugar seguro.
Cobra asintió, indicándole que podía proceder.
—Haz lo que tengas que hacer, Mar. Alabasta es tu hogar y siempre tendrás nuestro apoyo.
Mar, agradecida, activó el caracol transmisor y marcó el número que guardaba en su memoria. El sonido del timbre resonó en la habitación, cortando el silencio como una hoja afilada. Tras unos segundos, una voz familiar respondió al otro lado, cautelosa y tensa.
—¿Quién habla? —La voz de Hikari se notaba firme, pero había un atisbo de esperanza en sus palabras.
Mar tomó aire y habló con la clave que ambas conocían.
—La luna resplandece en noches sin estrellas.
Hubo un momento de silencio, y entonces una risa nerviosa y alegre se escuchó al otro lado.
—¿Eres tú de verdad? No puedo creerlo, hemos estado tan preocupados...
La emoción de Mar se mezcló con la urgencia.
—Sí, soy yo. Estoy bien, todo gracias a la ayuda de piratas que me brindaron su apoyo, pero necesito saber dónde están. Tenemos que reunirnos; hay algo muy importante que deben saber.
Hikari bajó la voz, como si protegiera la conversación de oídos curiosos.
—Estoy tan feliz de oírte. Nos mantuvimos ocultos todo este tiempo de la Marna, esperando noticias tuyas. No puedo decirte nuestra ubicación de manera directa, pero aquí tienes un acertijo: "Donde el mar se estira y las sombras se alargan, los anillos bailan al compás de un ciclo sin fin".
Mar dejó que las palabras se asentaran un momento antes de sonreír, reconociendo la respuesta.
—Long Ring Long Land —comento pensativamente—. Entendido. Pronto estaré con ustedes. Manténganse a salvo hasta entonces.
Cuando la comunicación terminó, Mar se giró hacia Vivi y Cobra, quienes la observaban con expectación.
—Partiré dentro de dos días. Necesito prepararme para el viaje y asegurarme de que todo esté en orden antes de dejar Alabasta. Esta es una misión que no puedo tomar a la ligera.
El rey Cobra asintió, comprendiendo la seriedad de la situación.
—Haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarte a prepararte. Eres una aliada valiosa para Alabasta, y queremos que sepas que tienes nuestro apoyo, incluso si decides ir sola.
Vivi se acercó un poco más, con determinación en su mirada.
—Tienes mi ayuda también, Mar. Lo que necesites para partir, lo tendrás.
Mar sintió un calor reconfortante en su corazón, rodeada de personas que la apoyaban. El camino hacia la libertad de Buggy y el siguiente paso en su misión serían difíciles, pero ahora sabía que no los enfrentaría completamente sola.
Durante los dos días siguientes, Mar se sumergió en un riguroso entrenamiento que la llevó al límite de su resistencia. Desde las primeras luces del alba hasta bien entrada la noche, sus movimientos eran un despliegue de disciplina y precisión. Cada amanecer, el jardín del palacio de Alabasta resonaba con el silbido de las flechas que Mar disparaba con el arco que Franky le había regalado. El arco, una maravilla de ingeniería, brillaba con destellos metálicos bajo la luz del sol y emitía un suave zumbido cada vez que Mar tensaba la cuerda. La mecánica oculta permitía disparos consecutivos sin necesidad de recargar, un detalle que Mar agradecía cada vez que lanzaba una ráfaga de flechas hacia sus objetivos.
Vivi observaba desde el balcón, con una mezcla de preocupación y admiración. La princesa no podía evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que veía la expresión decidida de Mar y la manera en que movía su cuerpo con fluidez, una danza de poder y control. En varias ocasiones, quiso bajar para pedirle que descansara, pero sabía que Mar no lo haría. Era una mujer en una misión, impulsada por el amor y la lealtad, y nada podría detenerla.
—Vivi, parece que Mar está preparada para enfrentar cualquier desafío —comentó el rey Cobra, que también había estado observando a la joven desde la distancia. Su voz tenía un tono grave, consciente de los peligros a los que Mar se enfrentaría al partir.
—Sí, padre. Pero eso no hace que me preocupe menos por ella —respondió Vivi, apoyando las manos en el borde del balcón.
Abajo, Mar tomaba un descanso momentáneo, dejando que la brisa del desierto refrescara su piel. Cerró los ojos y respiró profundamente, permitiendo que el aroma del mar y la arena llenara sus pulmones. En su mente, la imagen de Buggy, con su sonrisa y sus extravagantes maneras, era un ancla que mantenía su determinación firme. A lo lejos, podía escuchar las risas de las personas en Alubarna, ajenas a la tormenta emocional que enfrentaba.
—Buggy... —susurró Mar, apretando los puños envueltos en los guantes blancos que llevaba en su honor—. Espérame. Voy por ti.
Cuando llegó la noche anterior a su partida, Mar se encontraba en su habitación, contemplando su reflejo en un espejo de cuerpo entero. Había decidido que esa noche representaría un nuevo comienzo, una promesa que se haría a sí misma y a aquellos que amaba. Tomó una profunda respiración y, con manos expertas, recogió su cabello largo y lo cortó hasta los hombros. Las hebras caían al suelo como un recordatorio de los cambios que había experimentado. Su nuevo corte le daba una apariencia más resuelta, más lista para la batalla que sabía que vendría.
Con el cabello renovado, Mar se vistió con su conjunto especial. La blusa de hombros descubiertos, blanca y decorada con detalles finos, resaltaba su figura. El corsé negro que acentuaba su cintura le daba un toque de fortaleza, combinando con los pantalones ajustados en un tono oscuro que le permitían libertad de movimiento. Las correas de cuero marrón, estratégicamente colocadas, eran tanto un adorno como un elemento funcional para portar armas y accesorios. Se calzó las botas negras altas, cuyas hebillas emitieron un leve clic al ajustarlas.
Mientras terminaba de acomodar los accesorios, tocó con reverencia el sombrero que había decidido llevar en honor a Mihawk. Sus dedos rozaron el pañuelo rojo que envolvía su cuello, un símbolo de Shanks y los recuerdos compartidos. Finalmente, miró los guantes blancos que cubrían sus manos, un tributo silencioso al hombre que amaba con todo su ser: Buggy.
Alguien tocó suavemente la puerta, sacándola de sus pensamientos. Era Vivi, acompañada del rey Cobra e Igaram. Al ver a Mar, los tres quedaron momentáneamente sin palabras.
—Mar... —susurró Vivi, sus ojos brillando por la sorpresa—. Te ves... increíble.
El rey Cobra asintió con solemnidad, cruzando los brazos sobre su pecho.
—No solo es la apariencia, Mar. La determinación que llevas es lo que verdaderamente impresiona. Al verte, sé que estás lista para enfrentar lo que venga.
Igaram, con su habitual seriedad, no pudo evitar una leve sonrisa de aprobación.
—Has pensado en todo, incluso en los detalles más pequeños. Estos accesorios... ¿significan algo especial?
Mar sonrió, con un brillo en sus ojos que mostraba tanto gratitud como nostalgia.
—Sí, cada uno de ellos es un homenaje. Este sombrero es en honor a Mihawk, quien me enseñó a luchar y a tener la paciencia de un verdadero guerrero. El pañuelo representa a Shanks, mi hermano... un recuerdo de que la fuerza a veces viene de quienes han estado a nuestro lado en silencio. Y los guantes... —Mar miró sus manos y una suave sonrisa apareció en sus labios—, son por Buggy, el hombre al que amo y por quien estoy dispuesta a arriesgarlo todo.
Vivi se acercó y tomó las manos de Mar entre las suyas, apretándolas suavemente.
—Sé que lo lograrás, Mar. Sé que Buggy regresará contigo, y cuando eso pase, todos celebraremos juntos.
—Lo haré, Vivi. —Mar levantó la mirada, con una determinación que no podía ser quebrantada—. Voy a traerlo de vuelta. Pero antes, debo encontrar a su tripulación. No puedo hacerlo sola.
—¿Partirás esta noche? —preguntó el rey Cobra, rompiendo el breve silencio que había seguido.
—Sí, es lo mejor para evitar la atención de la Marina. Quiero llegar a ellos antes de que sea demasiado tarde.
Igaram asintió, la preocupación aún palpable en su rostro.
—Ten cuidado, Mar. Long Ring Long Land puede parecer un lugar peculiar, pero nunca se sabe qué peligros pueden acechar.
Mar sonrió de lado, acomodando su sombrero con un gesto confiado. Mar miró a Vivi, al rey Cobra y a Igaram, sus ojos brillando con gratitud mientras una sonrisa suave se dibujaba en sus labios. Dio un paso adelante y, sin dudar, hizo una reverencia formal ante el rey Cobra.
—Majestad, no tengo suficientes palabras para agradecer todo lo que usted y su familia han hecho por mí —dijo Mar, con un tono que denotaba sinceridad—. No solo me han dado refugio y hospitalidad, sino también fuerzas renovadas para enfrentar lo que viene. Prometo que, cuando todo esto termine, volveré para agradecerle de una manera que esté a la altura de su bondad.
El rey Cobra, conmovido por sus palabras, esbozó una sonrisa paternal.
—Mar, no tienes nada que agradecer, ha sido un honor tenerte en nuestro hogar. Alabasta es un reino que ha conocido su propia cuota de dificultades, y tú eres un recordatorio de lo que significa luchar por aquellos que amamos. Sé que harás todo lo posible para traer a Buggy de vuelta, y mi corazón está contigo en cada paso de tu viaje.
—Gracias, su majestad —respondió Mar con una sonrisa cálida, una que reflejaba tanto su gratitud como la determinación que la impulsaba.
Vivi, que había estado luchando contra las lágrimas, no pudo contenerse más y abrazó a Mar con fuerza.
—Tienes que volver con Buggy. No aceptaré otro resultado. —Su voz estaba cargada de emoción, y Mar sintió el calor del abrazo reconfortante.
—Lo prometo, Vivi —susurró Mar, devolviendo el abrazo con igual intensidad—. Cuando regrese, te contaré cada detalle de la aventura.
Igaram, que había estado observando con los brazos cruzados y una expresión solemne, se acercó con un gesto resuelto.
—No podemos dejarte partir sola desde el castillo. Vivi y yo te acompañaremos hasta el puerto. Además, necesitarás un poco de compañía para asegurar que tu viaje comience sin contratiempos.
—Eso es cierto, Mar —añadió Vivi, que se acercó con los ojos brillantes, llenos de una mezcla de emoción y tristeza—. Al menos permítenos hacer esto por ti. No podemos permitir que te vayas sin más después de todo lo que has hecho por nosotros.
Mar asintió, sintiendo cómo el calor de la amistad y la camaradería se extendía por su pecho.
—Gracias, Vivi, Igaram. No sé qué haría sin ustedes.
Con un movimiento decidido, los tres salieron de la habitación y avanzaron por los pasillos del palacio, donde los ecos de sus pasos resonaban suavemente. La luna ya iluminaba las calles de Alubarna y proyectaba sombras danzantes a medida que descendían hacia los establos. Allí, los súper patos estaban listos y esperando, moviendo las alas con entusiasmo y sacudiendo sus plumas con energía.
—Karoo y los demás han estado inquietos, como si supieran que algo importante está pasando —comentó Vivi, acariciando la cabeza de su fiel amigo, que respondió con un cuac de aprobación.
Mar sonrió al ver la lealtad en los ojos de Karoo y los otros súper patos, criaturas que habían demostrado ser más que simples animales de carga; eran compañeros de confianza en la batalla y en la paz. Sin perder más tiempo, los tres montaron a los súper patos, y Mar notó cómo la brisa nocturna le acariciaba el rostro mientras comenzaban a avanzar por las calles de Alubarna.
El camino hacia el puerto estaba relativamente despejado, pero la presencia de guardias vigilando los alrededores dejaba claro que la seguridad era una prioridad. Las luces de las antorchas iluminaban el sendero, y los ciudadanos que aún estaban despiertos miraban con curiosidad al trío, reconociendo la figura de la princesa Vivi y a la misteriosa pirata que se había ganado un lugar en sus corazones.
—Mar, recuerda que Alabasta siempre será un lugar al que podrás volver —dijo Vivi mientras mantenían el paso—. No importa qué suceda, este reino te verá como una amiga y aliada.
—Lo recordaré, Vivi. Gracias —respondió Mar con una sonrisa que, aunque cargada de emoción, denotaba la firmeza que sentía al afrontar lo que venía.
Al llegar al puerto, los guardias del castillo ya estaban en posición, custodiando la figura del Waver que había traído a Mar a Alabasta. La pequeña embarcación, que relucía bajo la luz de la luna, era más que un simple medio de transporte; era un símbolo de su viaje, de los sacrificios y la determinación que la habían llevado hasta este punto.
Uno de los guardias, al ver acercarse al grupo, hizo una reverencia y dijo con voz firme
—El Waver está listo, señorita Mar. Lo hemos mantenido en perfectas condiciones, tal como se nos ordenó.
—Gracias —respondió Mar, sintiendo una ola de gratitud hacia aquellos hombres que la habían tratado con tanto respeto.
—Esta es tu última oportunidad para reconsiderar. ¿Estás segura de querer partir sola? —Pregunto Igaram, mirando a Mar con una mezcla de orgullo y preocupación. Pero Mar asintió, sus ojos firmes pero amables
—Lo estoy, Igaram. Este es un camino que debo recorrer por mí misma, al menos por ahora. Pero su apoyo y el de Vivi son algo que llevaré en mi corazón, y eso me dará fuerzas cuando las cosas se pongan difíciles.
Vivi, incapaz de contenerse más, volvió a abrazar a Mar, esta vez más breve, pero con igual intensidad.
— Mar, sé que tienes una misión y que es peligrosa, pero por favor, cuídate. Regresa con Buggy, y regresa a salvo. Cuando lo encuentres, dile que tiene que venir a Alabasta. Quiero verlo con mis propios ojos y asegurarme de que está bien.
Mar rió suavemente y asintió.
—Lo haré, Vivi. Y te prometo que lo traeré aquí, donde pueda conocer a todos los que me han dado tanto apoyo.
Igaram extendió la mano, y Mar la tomó con firmeza.
— Los peligros en el mar son numerosos, pero sé que tienes la fuerza y la voluntad para superarlos. Buena suerte, Mar. Que los vientos y las estrellas te guíen en tu viaje.
—Gracias, Igaram —dijo Mar, soltando su mano con una sonrisa agradecida.
Con un último vistazo a Vivi y a Igaram, Mar caminó hacia el Waver y subió a bordo, ajustando su sombrero en honor a Mihawk. Tocó brevemente el pañuelo rojo que llevaba en el cuello, símbolo de Shanks, antes de mirar sus guantes blancos, que representaban a Buggy. Cada detalle de su atuendo era un recordatorio de quién era y por qué luchaba.
El motor del Waver rugió suavemente al encenderse, y Mar dirigió una última mirada al puerto, donde Vivi e Igaram la observaban con los ojos llenos de esperanza y preocupación. La brisa nocturna acarició su rostro mientras el Waver se deslizaba por el agua, alejándose del puerto y llevándola hacia la oscuridad iluminada solo por las estrellas.
El sonido del agua y el eco distante de Alabasta se desvanecieron lentamente, reemplazados por el suave susurro del mar y el rugido de sus pensamientos. Con el corazón latiendo con fuerza, Mar sintió una mezcla de emociones arremolinarse en su pecho: emoción, determinación y un atisbo de nostalgia. La chaqueta de Buggy, que llevaba puesta, le aportaba un calor familiar, recordándole la sonrisa traviesa y las bromas del hombre que tanto significaba para ella. Se prometió, una vez más, que haría todo lo posible por traerlo de vuelta. La travesía por delante era incierta, pero cada símbolo que llevaba consigo le daba fuerzas para seguir adelante.
Mar respiró hondo, dejando que el viento marino la envolviera, y susurró para sí misma:
—Buggy, espérame. Voy por ti. No importa lo que tenga que enfrentar, te sacaré de Impel Down, cueste lo que cueste.
Las palabras resonaron en su mente con una firmeza inquebrantable. Sabía que Impel Down, la prisión más temida de los mares, estaba llena de peligros inimaginables, pero no permitiría que nada ni nadie la detuviera. Miró al horizonte, sintiendo el peso de su misión, pero también la fuerza que la impulsaba: el amor que la unía a Buggy y la determinación de no dejarlo a merced de sus enemigos.
La travesía apenas comenzaba, y estaba lista para enfrentar lo que fuera necesario para salvarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro