Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

── 𝟏𝟗. 𝐋𝐮𝐟𝐟𝐲 𝐚𝐧𝐝 𝐂𝐫𝐞𝐰

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄 ── 𝐋𝐔𝐅𝐅𝐘 𝐘 𝐋𝐀 𝐓𝐑𝐈𝐏𝐔𝐋𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍

Mar seguía flotando en el oscuro y frío océano, sostenida únicamente por la tabla que la mantenía a flote. Su cuerpo temblaba bajo la chaqueta de Buggy que se aferraba a su piel mojada, empapada y pesada, pero en su mente ese peso era un recordatorio. Un recordatorio del momento en que todo había cambiado, del momento en que su vida había dado un giro inesperado. Los recuerdos de la batalla eran confusos y difusos; rostros de enemigos, explosiones, el sonido de espadas chocando y las voces de sus compañeros resonaban en su mente como ecos lejanos. Pero ahora, solo quedaba la desesperación que venía con la soledad y el interminable silencio del océano. El agua parecía un abismo, una oscuridad que estaba a punto de devorarla por completo.

Su respiración se hacía más débil, la fatiga se apoderaba de su cuerpo, y por un momento pensó en soltarse. Había luchado tanto, había dado todo de sí, pero ahora parecía que el destino había decidido que no habría más aventuras para ella. No obstante, mientras sus ojos se cerraban lentamente, algo rompió el horizonte.

En la distancia, un barco se acercaba, su vela ondeaba con el símbolo inconfundible de una calavera con un sombrero de paja. Nami, la navegante del barco de los Sombreros de Paja, avistó la figura flotante de Mar desde la cubierta. Su rostro, que solía estar concentrado en el horizonte, se tensó con preocupación.

—¡Chicos, hay alguien flotando en el agua! —gritó Nami, su voz cortando el aire con urgencia mientras señalaba hacia a Mar, apenas visible entre las olas.

La tripulación respondió de inmediato. Luffy dio un paso adelante con una sonrisa determinada en el rostro.

—¡Debemos ayudarla! —gritó Luffy, sus ojos brillando con entusiasmo, como si estuviera frente a un nuevo desafío.

—¡Yo me encargo! —exclamó Sanji, el cocinero del barco, sin perder un segundo más. En un movimiento grácil, Sanji se lanzó al agua, su chaqueta ondeando detrás de él antes de desaparecer bajo la superficie. Nadaba con la precisión y velocidad de un delfín, casi como si el mar mismo le diera la bienvenida.

Sanji llegó rápidamente hasta donde Mar flotaba, su cuerpo inmóvil apenas sostenido por la tabla. Sin dudarlo, Sanji la tomó suavemente por el brazo, asegurándose de que su agarre fuera lo suficientemente firme pero cuidadoso. La rodeó con su otro brazo, elevándola mientras trataba de mantenerla a flote.

—¡Ayúdenme, está inconsciente! —gritó Sanji hacia la tripulación, su rostro tenso mientras luchaba por mantener a Mar por encima del agua.

Desde la cubierta, Luffy se estiró con sus brazos de goma extendidos, ayudado por Zoro, el espadachín, que se acercó con su habitual seriedad y sin decir una palabra. Con coordinación, entre ambos comenzaron a levantar a Sanji y a Mar, sus movimientos rápidos y precisos mientras la subían a bordo.

—¡Vamos, rápido! —ordenó Luffy con su entusiasmo inquebrantable mientras Zoro mantenía su mirada concentrada en la operación.

Finalmente, Mar fue colocada con cuidado sobre la cubierta. Su cuerpo inerte y frío preocupaba a la tripulación. Chopper, el médico de la tripulación, corrió hacia ella. A pesar de su pequeña estatura, Chopper movía sus pequeños cascos con determinación, su rostro lleno de profesionalismo y preocupación.

—Parece que ha estado mucho tiempo en el agua, pero está viva —dijo Chopper mientras se inclinaba sobre Mar, examinando con atención cada rasguño y herida—. Solo está inconsciente y parece que recibió un golpe en la cabeza.

Sanji se quedó cerca, observando atentamente, su expresión generalmente despreocupada ahora marcada por una preocupación profunda. Entonces, con una voz apenas audible, Mar comenzó a moverse levemente. Su cuerpo temblaba y un gemido débil escapó de sus labios. Abrió los ojos por un breve instante y, en medio de la confusión, murmuró una palabra.

—Bu... —susurró antes de volver a caer en la inconsciencia.

Sanji, atento a cada movimiento, se inclinó más cerca, su rostro lleno de sorpresa.

—Se está moviendo —dijo en un tono bajo, como si no quisiera asustarla.

Luffy, que siempre estaba lleno de energía, se agachó cerca de Chopper.

—¡Llévenla al camarote, debemos sanar sus heridas! —dijo Luffy con un tono lleno de determinación, sus ojos mostrando su preocupación por la desconocida que acababan de rescatar.

Sanji, sin dudarlo, levantó a Mar en sus brazos, cargándola al estilo nupcial. A pesar de la gravedad de la situación, una sonrisa juguetona apareció en su rostro, pero su mirada permanecía preocupada. La tripulación observaba en silencio mientras Sanji la llevaba al camarote, seguido de cerca por Chopper.

Ya dentro del camarote, Chopper comenzó a curar las heridas de Mar con destreza, vendando su cabeza y limpiando los cortes en su cuerpo. El médico era meticuloso, mientras Sanji permanecía a su lado, observando atentamente.

—No se preocupen, sobrevivirá —dijo Chopper finalmente con una sonrisa confiada—. Solo necesita descansar.

| Horas después |

Mar, aún inconsciente, comenzó a moverse levemente bajo las sábanas. Sus ojos, pesados por el cansancio, se abrieron lentamente, revelando una mirada nublada y confusa. Su cabeza latía de dolor, y al tocar su frente, notó las vendas que la cubrían.

—No hagas esfuerzos —le dijo Chopper con una voz suave y tranquilizadora, el pequeño médico manteniéndose a su lado—. Aún estás herida.

Mar lo miró, y por un momento pensó que estaba soñando. Un reno pequeño que hablaba y actuaba como médico, era algo que no veía todos los días.

—¿Eres un médico? —preguntó con una voz débil, aún sin poder procesar del todo lo que estaba viendo.

—Sí, soy el médico de este barco. Mi nombre es Chopper —dijo el reno con una pequeña sonrisa que transmitía seguridad—. Nos alegra saber que estás con vida. Nos diste un buen susto.

—Gracias por salvarme, Chopper... me llamo Mar —murmuró, su voz recuperando un poco de fuerza mientras intentaba comprender su situación.

En ese momento, la puerta del camarote se abrió de golpe. Nami entró rápidamente, seguida de Luffy, ambos con expresiones de alivio al verla despierta.

—¡Despertaste! —dijo Nami, su rostro reflejando alivio—. Ahora estarás a salvo con nosotros. Chopper es el mejor médico que podrías haber encontrado.

Mar, que aún se estaba recuperando de la confusión, trató de enfocar mejor su visión, y de pronto recordó una conversación lejana.

—¿Eras el médico que trabajaba con Kureha en la isla Drum? —preguntó con curiosidad. La mención de la doctora Kureha, a quien conoció en el pasado, le trajo recuerdos de su estancia en esa isla. Había escuchado hablar de un reno aprendiz que se había ido de aventuras.

Chopper sonrió con orgullo y asintió.

—Así es, Kureha me enseñó sobre Medicina

Mar sonrió débilmente, sintiéndose agradecida de estar en tan buenas manos.

—¡Te encontramos flotando en una tabla! Parecía que habías escapado de una batalla o algo —dijo Luffy con su habitual energía.

Mar suspiró y cerró los ojos un momento. Los recuerdos de la batalla volvieron a su mente como una avalancha, pero se sintió aliviada al saber que, al menos por ahora, estaba a salvo, miró a Luffy, y aunque estaba un poco confundida, finalmente se dio cuenta de quién era.

—Ahora que te veo frente a mis ojos, tú eres Monkey D. Luffy, ¡El capitán!

—Es agradable ser reconocido —respondió Luffy, orgulloso, mientras se cruzaba de brazos y sonreía.

—Y tú eres Nami, la navegante —continuó Mar, sintiéndose un poco más fuerte al recordar sus nombres.

—Es un gusto conocerte —dijo Nami con una sonrisa amigable—. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Mar.

—¡¿Mar?! —exclamaron los presentes con sorpresa.

—¡¿Como la Pirata Violinista?! —dijo Nami, sus ojos brillando de emoción.

Mar asintió, sintiéndose un poco abrumada por la atención. Era cierto que había hecho un nombre por sí misma en el mundo de los piratas, pero nunca había esperado que su fama la precediera de esa manera.

—Es ella —confirmó Zoro, quien se apoyaba contra el borde de la puerta con una mirada seria—. No solo es la Pirata Violinista, es la discípula de Dracule Mihawk.

Zoro avanzaba lentamente hacia Mar, la katana en mano, con una mirada fija y decidida. El ambiente en el barco de los Sombrero de Paja se había tensado en cuestión de segundos.

—i¿Mihawk?! —exclamaron todos al unísono, sorprendidos. El nombre resonó en la cubierta como un trueno, causando que la tripulación entera se pusiera alerta. Zoro, en particular, no podía ignorar esa revelación. Su rival, su meta en la vida... y ahora, frente a él, estaba la discípula de Dracule Mihawk, el hombre que había jurado superar.

—Zoro, ¿qué estás haciendo? —preguntó Nami, claramente preocupada, viendo cómo el espadachín no apartaba su mirada de Mar, avanzando sin detenerse.

Zoro no respondió de inmediato. Con su katana firmemente en mano, la levantó, apuntándola directamente hacia el rostro de Mar.

—No sé cuál es el precio por tu cabeza —dijo Zoro, su voz dura como el acero de su espada—, pero seguro que valdría una gran fortuna por matar a la discípula de Mihawk.

Mar no mostró signos de miedo. Sabía que cualquier gesto o reacción en falso podría hacer que la situación se saliera de control, así que mantuvo la calma.

—No tengo intención de asesinar a nadie en esta tripulación —comenzó Mar, con voz tranquila pero firme—. Entiendo que tienen grandes recompensas por sus cabezas, pero mis motivos son personales.

El silencio cubrió la cubierta por unos momentos. Todos parecían estar procesando sus palabras, pero Zoro no bajó su katana. Luffy, sin embargo, continuaba escuchando sin hacer un solo movimiento.

—En parte, tienes razón, Luffy —dijo Mar, girando su mirada hacia él—. Mi tripulación y yo estábamos escapando de la Marina... y fue entonces cuando caí al agua. Había puesto a salvo a mi tripulación con la ayuda de un aliado de otra tripulación.

—¿La Marina? —preguntó Usopp con los ojos abiertos de par en par, claramente aterrorizado al escuchar el nombre.

—Por poco me atrapan, pero ahora lo que más me preocupa es mi tripulación... y mi aliado.

—¿Quién es tu aliado? —preguntó Nami, cruzándose de brazos y observando a Mar con curiosidad, pero también con cautela.

El silencio de Mar ante esa pregunta fue notable. Dudaba si responder o no. Sabía bien quién era su aliado y las numerosas veces que había escuchado las historias de Buggy enfrentándose a Luffy por venganza. Esa revelación podía no ser bienvenida, pero no tenía opción.

—Buggy —dijo finalmente, con una voz cortante, sintiendo que no había vuelta atrás.

—¿¡Buggy!? —gritaron casi todos al unísono, sorprendidos de nuevo. El nombre del pirata payaso había sido sinónimo de caos para los Sombrero de Paja en el pasado. Zoro, sin soltar su katana, afiló aún más su mirada.

—Vienes por nuestras cabezas —gruñó Zoro, avanzando un poco más y dejando que la punta de su katana casi tocara la piel de Mar. Había una ferocidad en su mirada, una amenaza velada por su disciplina como espadachín. La seriedad de sus palabras aumentó mientras su mano firme mantenía la katana cerca de su rostro—. Si eres aliada de Buggy, entonces no eres de confianza.

—¡Cabeza de alga! —Sanji se interpuso entre ambos, desviando ligeramente la katana de Zoro con una mano. Sanji frunció el ceño, claramente enfadado—. ¡Es una dama, idiota! No deberías amenazar a alguien que está pidiendo ayuda.

—¡Es una pirata! —insistió Zoro, sin soltar su arma—. Una pirata entrenada por Mihawk y aliada con ese payaso estúpido. Su cabeza debe valer una cantidad de Berries, y si Buggy está con ella, las cosas solo empeoran.

—¡Suficiente! —interrumpió Nami, golpeando a Zoro y Sanji en la cabeza con la suficiente fuerza para hacerlos tambalear. Ambos retrocedieron un poco, frotándose las cabezas mientras Nami avanzaba con el ceño fruncido—. ¡Idiotas! No escucharon nada de lo que dijo. Ella escapo de la Marina  y su tripulación podría estar en peligro. Yo digo que le demos una oportunidad.

—Les contaré todo —repitió con un tono firme, aunque internamente aún debatía cuánta información debía compartir—. Después ustedes decidirán qué hacer conmigo —agregó, sabiendo que la honestidad era su mejor recurso en ese momento.

Los Sombreros de Paja intercambiaron miradas, y aunque Zoro seguía con la mandíbula apretada y la mano firme sobre su katana, la intervención de Sanji y la paciencia de Nami parecían haber calmado la situación... al menos lo suficiente como para que la dejaran hablar. Luffy, como siempre, se mantenía calmado, observando la escena con curiosidad más que con hostilidad.

Mar tomó aire profundamente y, en su mente, repasó los eventos que la habían llevado hasta ahí. Era hora de compartir su historia.

—Hace años, no he sabido nada de mi hermano —comenzó, su voz algo temblorosa al mencionar a su hermano perdido—. Desde que tenía siete años. Fue justo un año después de la ejecución de Roger... aquel día todo cambió para nosotros. Mi hermano, lleno de sueños y ambiciones, decidió irse con sus amigos en busca del One Piece. Me dejó sola.

Sus palabras resonaron con un dejo de amargura, pero también con tristeza. Sanji dejó de fruncir el ceño, y Nami pareció mostrar una empatía tácita. Mar notó que comenzaba a captar su atención.

—Después de que se fue, comencé a olvidar su nombre y su rostro. Estaba completamente sola, sin nadie que me guiara, sin una familia que me respaldara... hasta que apareció Mihawk.

El nombre del espadachín legendario volvió a endurecer los ojos de Zoro, pero Mar continuó sin pausa.

—Él me encontró. Decidió tomarme bajo su ala y enseñarme todo lo que sé. Me entrenó, me convirtió en una espadachina que soy hoy. Fue como un padre para mí, aunque sé que para muchos es solo un monstruo. Durante años, me enseñó a sobrevivir en este mundo, a luchar y a protegerme, a no depender de nadie. Fue así como, eventualmente, emprendí mi propio viaje en busca de respuestas. Mi único objetivo era encontrar a mi hermano.

Mar hizo una breve pausa, recordando los momentos en que navegaba por el mar con su tripulación en busca de cualquier pista que la llevara a él. Luego, su tono cambió al mencionar la siguiente parte de su historia.

—Fue entonces cuando conocí a Buggy —dijo, y al instante notó las miradas de incredulidad en todos los miembros de la tripulación. El nombre del payaso pirata aún provocaba una mezcla de reacciones. Pero esta vez, Mar sonrió ligeramente—. Al principio, no pensé que podríamos siquiera llevarnos bien. Es... muy diferente a mí. Hicimos una alianza... y a medida que viajamos juntos, nos unió mucho más que nunca, Buggy y yo nos hemos vuelto algo más que aliados.

Las palabras sorprendieron a la tripulación. Sanji abrió los ojos en sorpresa, mientras que Nami y Usopp parecían impactados.

—¿Te refieres a que... tú y Buggy...? —comenzó a preguntar Nami, incrédula.

—Así es —afirmó Mar, sin titubear—. Es mi pareja, enfrentamos muchas dificultades, pero él me ha demostrado ser alguien en quien puedo confiar, más de lo que parece a simple vista. Sé lo que piensan de él, y lo entiendo.

Nadie dijo nada. Luffy solo miraba con esa expresión de interés, sin juicio. Mar continuó, su voz más suave ahora.

—Estábamos dirigiéndonos hacia la isla Zou cuando una tormenta azotó nuestro barco, La Balada de los Vientos. Fue un caos. No logramos mantener el control, y para empeorar las cosas, la Marina nos atacó en medio de la tormenta. No tuvimos más opción que enviar a mi tripulación al barco de Buggy para asegurarlos, mientras yo intentaba proteger lo que quedaba de mi propio barco. Caí al agua durante el caos... y, eso me llevó hasta aquí.

Mar se quedó quieta por un largo momento, mirando al horizonte desde la cubierta del barco de los Sombrero de Paja. La tormenta había amainado, pero su mente seguía atrapada en la imagen de Buggy, y en su pecho, una presión constante crecía cada vez más fuerte. Un sentimiento de vacío la invadía, algo faltaba, algo crucial. En un movimiento instintivo, su mano voló a su espalda, tocando su chaqueta, solo para darse cuenta de que no la tenía puesta. La angustia se apoderó de ella en un segundo.

—¿Dónde está...? —susurró, con los ojos agrandados y el pánico reflejándose en su rostro. Su mirada pasó de lado a lado, buscando frenéticamente alrededor, como si fuera a encontrar la chaqueta en algún rincón cercano.

Nami, que había estado observando en silencio, detectó la creciente desesperación en los ojos de Mar. Sin pensarlo dos veces, se adelantó, sus pasos rápidos y decididos.

—¿Estás buscando esto? —preguntó suavemente, mientras sacaba de una pequeña bolsa la chaqueta, completamente seca y sin ningún signo de daño. La tela era suave, pero fuerte, como el recuerdo de una presencia constante, de algo que Mar necesitaba con urgencia.

Mar no dijo nada, simplemente la tomó con manos temblorosas, abrazándola contra su pecho como si fuera un objeto sagrado. El aroma familiar de Buggy, una mezcla de su perfume y el leve toque de salitre del mar, la envolvió. Al instante, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, silenciosas pero pesadas. Apretó la chaqueta con fuerza, como si esa prenda pudiera devolverle una parte de lo que había perdido.

—Buggy... Lo extraño tanto... —su voz tembló, quebrada por el dolor que le resultaba tan difícil de ocultar—. No sé si están bien... si lograron escapar de la Marina... —los sollozos la envolvían, y sus palabras se desvanecían en el aire, perdiéndose en el viento.

La tripulación de los Sombrero de Paja observaba, todos en silencio. Sanji, que aún mantenía una distancia cautelosa, no pudo evitar suspirar, dejando escapar su acostumbrado tono melancólico.

—Una mujer tan hermosa no debería estar llorando así —comentó en voz baja, pero no sin un tono de genuina preocupación.

Luffy caminó hacia ella con su característica sonrisa, aunque algo más seria de lo habitual. Su rostro reflejaba una firmeza que se podía sentir en el aire.

—Deberías quedarte con nosotros un tiempo —dijo, su voz tranquila pero llena de convicción—. Hasta que encuentres a Buggy y a tu tripulación. No tienes que estar sola en esto.

Mar lo miró, desconcertada por la oferta. No esperaba algo así, ni siquiera pensaba en unirse a una nueva tripulación. Pero algo en la calidez de las palabras de Luffy la hizo detenerse a pensar.

—¿En serio? —preguntó, su voz débil y aún teñida de incertidumbre—. ¿Eso significa que...? —su tono era incrédulo, casi como si no pudiera creer que alguien como Luffy pudiera ser tan generoso con ella.

—¡Sí! —exclamó y sonrió más ampliamente—. ¡Puedes quedarte con nosotros por ahora!

Mar sintió una leve sonrisa en sus labios a través de las lágrimas, un pequeño respiro en medio de la tormenta emocional que la envolvía. Su cuerpo se relajó, aliviado por el gesto de aceptación, aunque el dolor por la separación de Buggy seguía presente.

—Gracias, Luffy... —murmuró con gratitud, apretando la chaqueta de Buggy contra su pecho, como un pequeño ancla que la mantenía con vida en medio de la confusión—. Mientras esté con ustedes, tú eres mi capitán. Mi prioridad ahora es encontrar a Buggy y a mi tripulación. Una vez que los encuentre y me asegure de que están a salvo, seguiré con encontrar a mi hermano.

Chopper, que había estado observando en silencio, se acercó a Mar con una mirada cálida y compasiva. Su experiencia médica le decía que la joven estaba al borde del agotamiento, tanto física como emocionalmente.

—Mar, deberías descansar un poco. Te ves agotada, y si sigues así, podrías enfermarte. No serás de mucha ayuda si no recuperas fuerzas —dijo, su tono suave pero autoritario, con esa misma preocupación que solía mostrar por todos los miembros de la tripulación.

Mar asintió lentamente, sus músculos estaban tensos por la fatiga, y la presión mental estaba pasando factura en su cuerpo. Pero, aunque su cuerpo le pedía descanso, su mente seguía fija en Buggy y su tripulación. La incertidumbre la carcomía.

Nami, al darse cuenta de lo que pasaba, se acercó con una expresión cálida, con una mirada que mostraba comprensión. Tomó algunas prendas limpias de su propia bolsa y las extendió hacia Mar, con la intención de ofrecerle algo que la ayudara a sentirse mejor.

—Aquí tienes, Mar. No puedes quedarte con esa ropa empapada. Sé que no vas a soltar la chaqueta de Buggy, así que simplemente ponte esto. Te hará sentir mejor estar seca y cálida.

Mar miró las prendas que Nami le ofrecía, pero no pudo dejar de mirar la chaqueta de Buggy, aún aferrada a ella. Como si soltarla fuera lo mismo que perder la última conexión con él. Sin embargo, la ropa mojada le estaba pesando, y el frío comenzaba a calar en sus huesos.

—Gracias, Nami. —Mar aceptó las prendas, aunque sin apartar la chaqueta de Buggy—. Esto es perfecto. —La nueva ropa le dio algo de alivio, pero aún sentía la ausencia de él, como una sombra que no la dejaba tranquila. Las lágrimas volvieron a caer, más suaves, más silenciosas, pero más constantes—. Buggy... —susurró, apenas audible, mientras su pecho se apretaba de ansiedad—. Espero que estés bien.

Nami la miró con compasión, entendiendo la carga emocional que Mar llevaba encima. Chopper, también, asintió desde un costado, dejando que Mar se desahogara sin presionarla, porque sabía que el tiempo de sanar llegaría en su momento.

Luffy dejó que el silencio se mantuviera un poco más, hasta que la determinación volvió a sus ojos. Su tono firme rompió la quietud de la noche, lleno de confianza.

—Lo encontraremos —dijo, su voz tan decidida como siempre, sin titubeos—. No te preocupes, Mar. Encontraremos a Binky y a tu tripulación. No estás sola en esto.

Las palabras de Luffy resonaron en Mar, un bálsamo suave para su alma atormentada. No estaba sola. Podía sentir que algo dentro de ella se aliviaba, aunque fuera solo un poco. Sabía que tendría un largo camino por delante, lleno de incertidumbres, pero ahora tenía un pequeño rayo de esperanza. Mientras se cambiaba las prendas mojadas por las secas que Nami le había ofrecido, sostuvo la chaqueta de Buggy cerca de su corazón. No estaba sola. Y no iba a rendirse hasta encontrarlo.

| Mientras tanto, Big Top |

En otro rincón del vasto mar, el barco de Buggy surcaba las olas con velocidad, aunque no sin esfuerzo. La tormenta que había azotado a la tripulación había dejado huellas evidentes. El ataque de la Marina había sido feroz, pero de alguna manera, lograron escapar, aunque no sin daños en el barco. Las velas estaban parcialmente rasgadas y algunas maderas del casco crujían con cada ola que golpeaba, el ambiente en la tripulación estaba tenso, pero no desesperado. La prioridad de Buggy no era solo huir de la Marina, sino encontrar a Mar, su amor.

Buggy estaba en la proa del barco, mirando el horizonte con los brazos cruzados. Su semblante, por lo general jactancioso y lleno de risas, ahora estaba nublado de preocupación. A pesar de su fachada arrogante, los ojos de Buggy delataban la ansiedad que sentía. Había una conexión especial entre él y Mar, algo que había crecido a lo largo de sus aventuras juntos, y aunque lo intentara ocultar, no podía evitar que la preocupación lo invadiera. Esa sensación extraña, esa mezcla de deseo de protegerla y la inquietud por su bienestar, le incomodaba. Lo había intentado, pero algo en su pecho no lo dejaba descansar.

—¿Aún no la encuentran? —preguntó con voz grave, mirando a sus tripulantes mientras su pelo ondeaba al viento. Sus ojos brillaban con un dejo de desesperación, algo que no había mostrado en mucho tiempo.

—Nada, capitán. La tormenta hizo difícil rastrear su barco y estamos fuera de la zona donde cayó al agua —respondió Mohji, uno de los hombres de confianza de Buggy, mientras miraba el mapa con fruncida concentración.

Buggy apretó los dientes y apretó los puños con fuerza. No podía dejar de pensar en ella, en cómo había sido tan inesperado su encuentro y cómo, a pesar de las diferencias y el caos, había logrado un lugar especial en su corazón.

—¡Maldita sea! —gritó Buggy, dando un golpe con su pie en el suelo del barco. El impacto resonó fuerte, causando que algunos miembros de la tripulación se tensaran—. ¡No puedo creer que la perdimos de vista justo cuando estábamos escapando! ¡Si algo le pasa...!

El tono de Buggy se tornó grave, su voz quebrada por la ira y la impotencia. Su mente viajaba a esos momentos recientes con Mar, las veces que habían compartido risas y peleas, pero también algo más profundo. Mar era alguien especial, alguien que había logrado que el Capitán Buggy, tan acostumbrado a su independencia y risueño egoísmo, se preocupara de verdad por otra persona. No podía evitarlo. Tenía que encontrarla.

Desde el otro lado del barco, Hikari, una de las tripulantes más cercanas a Mar, apareció sosteniendo algo grande y cubierto con una tela. Se acercó a Buggy con cuidado, consciente de que la atmósfera en el barco estaba cargada de tensión. Cuando llegó junto a él, descubrió el objeto, y su corazón se encogió al verlo.

—Capitán... —dijo Hikari en voz baja, como si la simple mención del nombre de Mar pudiera romperlo aún más—. Esto fue lo único que pudimos rescatar antes de que Mar cayera al agua. Lo tenía en su camarote y no quise dejarlo atrás...

Buggy miró el objeto, su corazón deteniéndose por un segundo al darse cuenta de lo que era: el violín de Mar.

El capitán de nariz roja se quedó en silencio por un momento, observando el instrumento que tanto significaba para ella. Las veces que había escuchado a Mar tocar, siempre lo hacía con una dedicación y un amor profundo. Para ella, ese violín representaba mucho más que solo música; era una parte de su alma, un fragmento de su pasado y de sus emociones. Buggy sabía cuánto valoraba Mar su violín y ahora, al verlo en manos de Hikari, sin ella cerca, el dolor de su ausencia se volvió más palpable. Su estómago se retorció.

—¿Es todo lo que tenemos de ella? —murmuró Buggy, su voz baja pero cargada de una emoción que rara vez mostraba. Su tono estaba lleno de una vulnerabilidad que no solía mostrar ante su tripulación.

—Sí, capitán —respondió Hikari, bajando la cabeza con tristeza. Sus ojos brillaban con el mismo dolor que sentía Buggy—. Lo salvamos antes de que se lo llevara la tormenta, pero no pudimos hacer nada más. Mar... ella nos pidió que siguiéramos adelante. Sabía que lo más importante era la tripulación, pero... ahora está sola, y no sabemos dónde está.

Buggy frunció el ceño, tratando de mantener la compostura mientras intentaba controlar el dolor que sentía al escuchar esas palabras. Su mente volvía a aquellos momentos en los que Mar lo había desafiado, pero también lo había cuidado y ayudado. A pesar de su fachada de payaso, Mar lo había hecho sentirse algo que había olvidado hace tiempo: esperanza.

—Sabe que tiene mi chaqueta —murmuró Buggy, casi para sí mismo, apretando los dientes con determinación—. Ella no la dejaría atrás, no después de lo que hemos pasado juntos.

El violín, aún en manos de Hikari, parecía resonar con la presencia de Mar. Buggy, sin pensarlo, apretó el violín entre sus manos, tratando de sentir alguna conexión con ella a través del objeto. Era como si, al sostenerlo, pudiera sentir un rastro de Mar, una pequeña parte de su esencia aún presente en ese barco. Buggy nunca había sido un hombre sentimental o nostálgico, pero con Mar, todo había cambiado. Ahora, no podía dejar de pensar en ella, no podía dejar de imaginar cómo sería volver a verla, sana y salva.

De pronto, otro de los tripulantes de confianza de Buggy, se acercó corriendo desde la cubierta superior.

—¡Capitán! ¡Hemos divisado algo en el horizonte! ¡Parece que hay un barco de la Marina cerca, pero está dañado!

Buggy se puso de pie de un salto, su energía y determinación regresando al instante. No le importaba cuán dañado estuviera el barco, ni cuán cerca estuviera la Marina. Si existía la más mínima posibilidad de que Mar estuviera cerca, él haría lo que fuera necesario para encontrarla.

—¡Cambio de rumbo! —ordenó con fuerza—. Vamos hacia ese barco, rápido.

El rostro de su tripulación se iluminó con la misma determinación. La única misión de Buggy en ese momento era encontrar a Mar, y no iba a permitir que nada se interpusiera en su camino.

Mientras la tripulación de Buggy se movilizaba, Hikari permaneció junto a él, sosteniendo el violín con fuerza. La preocupación en su rostro reflejaba la misma que sentía el capitán.

—Capitán... —comenzó Hikari con voz temblorosa—. Sé que Mar es fuerte, pero no puedo evitar sentir miedo por ella.

Buggy, con el rostro endurecido pero con una mirada más suave de lo habitual, se acercó a Hikari y colocó una mano en su hombro, apretándolo ligeramente. El gesto, aunque breve, transmitió el apoyo y la solidaridad que Buggy sentía por ella y por todos los que compartían la preocupación por Mar.

—Lo sé, Hikari —dijo, su tono sorprendentemente calmado—. Pero ella está viva, lo sé. Puedo sentirlo. Ella nunca se rendiría. Y si la Marina piensa que puede separarnos, están muy equivocados.

Hikari asintió, su rostro reflejando una mezcla de esperanza y temor. Sabía que Mar era increíblemente fuerte, pero la incertidumbre aún la invadía.

Mientras el barco de Buggy se acercaba al objetivo, el capitán, con el violín de Mar aún en sus manos, se prometió a sí mismo que no descansaría hasta encontrarla. Su corazón latía más rápido al pensar en el momento en que la volviera a ver, a salvo, con su chaqueta puesta y una sonrisa en el rostro.

El cielo, aunque aún nublado por los restos de la tormenta, parecía abrirse ligeramente, como si el destino comenzara a alinearse para reunir a los dos piratas.

—Aguanta, Mar —susurró Buggy para sí mismo, con los ojos fijos en el horizonte—. Pronto estaré contigo... Mi amor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro