── 𝟏𝟖. 𝐂𝐚𝐧𝐧𝐨𝐧𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐖𝐚𝐯𝐞𝐬
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐎𝐂𝐇𝐎 ── 𝐂𝐀𝐍𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐘 𝐎𝐋𝐀𝐒
| 4 años atrás, en alguna parte de Grand Line |
La taberna que dominaba la orilla era un hervidero de risas estruendosas, gritos y apuestas. Dentro, el aire estaba denso por el humo de los cigarrillos y la madera envejecida por los años, las paredes adornadas con banderas pirateadas, cráneos y huesos cruzados, y trofeos de los más infames corsarios que habían pasado por allí.
Mar y Hikari estaban sentados en una mesa en una de las esquinas, bebiendo tranquilamente sus jarras de cerveza. Mar había estado en altamar tanto tiempo que, aunque el bullicio del lugar era vibrante, no lograba atraer completamente su atención. Estaba inquieta, tamborileando los dedos contra la mesa, su mirada vagando por el salón.
Hikari notó la mirada perdida de Mar y sonrió con una leve curva en sus labios.
—¿Te aburres ya? —preguntó Hikari, tomando un sorbo de su bebida—. Esperaba que un lugar como este te mantuviera entretenida al menos por un rato.
Mar soltó un leve suspiro, pero no dejó de tamborilear los dedos.
—No está mal, pero esperaba algo más... interesante.
Varios piratas estaban reunidos alrededor, lanzando monedas sobre la mesa y riendo a carcajadas mientras jugaban a las cartas. Uno de los piratas lanzó un montón de monedas con tal fuerza que una rodó por la mesa hasta caer a los pies de Mar.
Hikari levantó una ceja, y una chispa de interés se encendió en sus ojos.
—Parece que esas apuestas están subiendo, y rápido —comentó, lanzándole a Mar una mirada sugerente—. Tal vez eso sea lo que necesitas para matar el tiempo.
Mar esbozó una sonrisa intrigada mientras observaba al grupo de piratas. Sin embargo, algo en ella despertaba el desafío. Era una oportunidad para sacudir el polvo de sus habilidades con las cartas y, quizás, obtener algo más que solo diversión de la situación.
—Puede que tengas razón —respondió finalmente, empujando su jarra a un lado y poniéndose de pie con una determinación que brillaba en sus ojos.
Hikari sonrió con complicidad, levantándose también para seguir a Mar mientras se acercaba a la mesa de apuestas. Al llegar, uno de los piratas la observó con una sonrisa burlona, una expresión de desprecio al verla.
—Mira lo que tenemos aquí —gruñó, apoyando los codos en la mesa mientras sus ojos la recorrían de arriba abajo—. ¿Te has perdido, niña?
Mar lo observó con calma, sin dejarse intimidar y no era la primera vez que un pirata intentaba menospreciarla
—No me he perdido —respondió con una sonrisa serena—. Parece podrían necesitar una verdadera lección de cartas.
El grupo de piratas estalló en risas, pero el hombre con la cicatriz se limitó a observarla con interés creciente. Era obvio que no la consideraba una amenaza, lo que la ponía en una excelente posición.
—¿Y qué tienes para apostar, niña? —preguntó, levantando una ceja.
Mar metió la mano en su chaqueta y sacó el pequeño colgante de oro con una cruz que había adquirido de Mihawk, un símbolo de respeto y conexión.
—¿Esto es suficiente? —preguntó, sosteniendo el objeto en la luz para que brillara frente a los ojos de los piratas.
El grupo se quedó en silencio por un momento, observando el objeto con asombro. Algunos de ellos reconocieron de inmediato el símbolo.
—¿Ese... es de Mihawk? —preguntó uno de los piratas, con los ojos muy abiertos.
Mar asintió, una sonrisa de confianza en sus labios.
—Exacto ¿Tienes algo que iguale esto?
—Mi barco —dijo el pirata sonriendo, con su voz firme—. "La Sombra Negra". Es rápido, fuerte, y ha sobrevivido más tormentas de las que puedo contar. Si ganas, es tuyo.
Mar alzó una ceja, fingiendo considerarlo, aunque sabía que la oferta era más que tentadora. Un barco como ese podría ser una gran adición a su tripulación, y ella no tenía intención de perder el colgante que Mihawk regaló en su cumpleaños.
—Trato hecho —respondió finalmente, tomando asiento frente al pirata.
El pirata soltó una risa gutural mientras las cartas eran repartidas. Desde el principio, la tensión en la mesa era palpable. Ambos jugadores intercambiaban pequeñas victorias y derrotas en las primeras rondas, midiendo sus habilidades. Pero mientras la partida avanzaba, Mar observaba cada gesto de su oponente. Notaba cómo tamborileaba los dedos cuando tenía una mano fuerte o cómo evitaba el contacto visual cuando estaba en una posición débil.
Las apuestas aumentaban con cada mano, y pronto el grupo de piratas y otros curiosos se habían reunido alrededor de la mesa, observando expectantes. Incluso Hikari, no podía evitar sentir cierta ansiedad. Sabía lo importante que era ese colgante para ella.
Finalmente, llegó la última mano. El pirata reveló su juego con una sonrisa arrogante, mostrando un trío de reyes.
—Parece que tu suerte se acabó, niña —dijo, estirando la mano hacia el colgante.
Pero Mar no mostró señales de nerviosismo, sonrió mientras volteaba sus cartas, revelando una escalera real. El silencio en la taberna fue abrumador. La multitud estalló en murmullos, y el pirata se quedó pálido, mirando las cartas de Mar con incredulidad.
—No puede ser... —murmuró, su voz llena de desconcierto.
Mar se levantó de la silla, tomando el colgante y guardándolo en su chaqueta con calma.
—Gracias por el barco —dijo con una sonrisa satisfecha—. La Balada de los Vientos. Tiene un buen sonido.
Mientras Mar se alejaba de la mesa con Hikari, Mihawk se acercó desde las sombras, su presencia imponente como siempre, con su capa ondeando suavemente y su mirada penetrante observando a Mar, había estado allí, observando desde la distancia, aunque Mar no lo había notado. Sus ojos se posaron en el colgante por un momento antes de levantar una ceja.
—Parece que has apostado algo valioso —comentó con su tono neutral, aunque había una ligera inclinación de orgullo en su voz—. Y ganaste.
Mar se detuvo y lo miró directamente a los ojos.
—Siempre apuesto para ganar.
Mihawk no dijo nada más, pero el respeto en su mirada era inconfundible. Con un leve asentimiento, se dio la vuelta y se alejó, dejando a Mar y Hikari con la satisfacción de haber ganado mucho más.
Mar estaba inspeccionando su nuevo navío cuando vio una figura acercándose al muelle. Era un hombre alto, con cabello oscuro y una expresión tranquila pero intensa, Mar notó de inmediato que su presencia era diferente a la de los piratas ruidosos y arrogantes.
—Bonito barco —dijo el hombre, con una leve sonrisa mientras observaba la nave recién ganada—. Aunque me imagino que no siempre fue tuyo.
Mar lo observó con curiosidad, había algo en él que le llamó la atención de inmediato.
—Lo es ahora —respondió Mar con una sonrisa—. Y si tienes algún comentario más, adelante.
El hombre rió suavemente, acercándose más. Se presentó como Kaito, un espadachín que había estado buscando unirse a una tripulación digna. Su forma de hablar era directa, pero tenía una calma que contrastaba con el bullicio del puerto.
—Escuché sobre tu victoria —dijo Kaito, cruzándose de brazos—. Y creo que es justo decir que has demostrado tener más que suerte. Yo soy espadachín, y si tienes espacio para alguien que sepa proteger, me gustaría unirme a tu tripulación.
Mar, quien siempre había valorado a las personas con habilidades útiles, lo observó un momento. Aunque acababa de conocerlo, había algo en la confianza tranquila de Kaito que le hizo creer que podría ser un valioso miembro de su tripulación.
—Podría haber lugar para ti, Kaito. Pero no esperes que te lo haga fácil.
Kaito sonrió, sabiendo que había pasado la prueba más importante: ganarse la confianza de Mar.
Kaito tuvo una experiencia que lo marcó. Mientras estaba en la orilla de una isla, se asomó al agua clara, y lo que vio lo detuvo en seco, vio la imagen de su padre. La misma mirada desaprobatoria que había conocido toda su vida. La imagen trajo consigo todos los recuerdos de sus inseguridades, del constante miedo a no ser lo suficientemente bueno.
Comprendió que su valor no dependía de la aprobación de nadie más que él mismo. Se alejó del agua, con una nueva fuerza y una determinación aún mayor para forjar su propio destino como miembro de la tripulación de Mar.
| En la actualidad, Sabaody |
Caminando por el bullicioso archipiélago de Sabaody, Mar y Buggy avanzaron en silencio, acompañados por el sonido de las conversaciones de los marineros, el crujido de los barcos en los muelles y el distante murmullo del océano.
—¿Crees que Rayleigh estará dispuesto a hablar más esta vez? —preguntó Buggy, rompiendo el silencio mientras se acercaban al lugar donde Rayleigh solía frecuentar.
Sabía que Rayleigh no era alguien que regalara información fácilmente, pero algo en su mirada la noche anterior le había dado la impresión de que aún guardaba más de lo que había dicho.
—No estoy segura —admitió ella—, pero tengo que intentarlo. Si hay algo más que él sabe sobre mi hermano, no puedo dejar que se quede sin decirlo.
Cuando finalmente llegaron a la zona donde Rayleigh solía pasar el tiempo, lo encontraron sentado bajo la sombra de uno de los grandes manglares, mirando en dirección al océano. Rayleigh levantó la mirada, notando su presencia antes de que dijeran algo.
—Volviste —dijo él con una leve sonrisa.
Mar asintió, sentándose frente a él con una seriedad que no pasó desapercibida. Buggy permaneció de pie, cruzando los brazos mientras observaba en silencio.
—No pude dejar de pensar en lo que dijiste anoche —empezó Mar—. Necesito saber más, Rayleigh. Mi hermano... si lo conocías, entonces debes saber algo mas que pueda ayudarme.
Rayleigh la observó en silencio por un momento, su mirada profunda y reflexiva. Sabía que esta búsqueda era más que solo un intento de encontrar a alguien. Era una búsqueda de respuestas, de comprensión, de un cierre para la herida abierta que Mar había llevado consigo durante tanto tiempo.
—Te dije lo que podía recordar —respondió Rayleigh después de una larga pausa—. Pero entiendo que eso no es suficiente para ti —empezó, pero se detuvo, su mirada desplazándose hacia Buggy por un breve segundo.
Buggy, al notar la atención sobre él, frunció el ceño.
—¿Qué? ¿Por qué me miras a mí? —preguntó, un poco a la defensiva.
Rayleigh entrecerró los ojos, Buggy era una figura conocida, pero había algo más, algo que ahora lo hacía pensar.
—Tu hermano... —Rayleigh volvió su mirada hacia Mar—. Su nombre no era algo que mencionara con frecuencia. Pero creo que hay algo que recuerdo: una vez te mencionó. No lo hizo de manera directa, pero hablaba de alguien importante en su vida, alguien a quien había dejado atrás.
El corazón de Mar dio un vuelco al escuchar eso. Había pasado tantos años creyendo que su hermano la había abandonado sin más, pero escuchar que él había hablado de ella cambiaba todo.
—¿Qué fue lo que dijo? —preguntó ella, su voz casi temblando de emoción.
Rayleigh hizo una pausa antes de responder, buscando las palabras.
—Dijo que había tomado una decisión difícil, pero que lo había hecho por un bien mayor. Había dejado a alguien muy importante para él porque creía que su camino con Roger podría cambiar el mundo. Creía que encontrar el One Piece podría arreglar todo lo que estaba mal en el mundo, se preguntaba si esa decisión lo alejaría demasiado de las personas que realmente importaban.
Mar sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. No sabía si eran de alivio, tristeza o una mezcla de ambos. Su hermano no la había olvidado, pero había hecho una elección que lo había alejado de ella.
Buggy, mientras tanto, había estado en silencio, pero ahora se acercó a Rayleigh, sus ojos entrecerrados.
—Oye, viejo —dijo Buggy, señalando con el pulgar hacia sí mismo—. ¿Te suena mi cara de algo?
Rayleigh lo miró con una sonrisa enigmática.
—No es que lo hayas olvidado, Buggy —dijo Rayleigh con calma—. Fuiste aprendiz en la tripulación de Gol D. Roger. Eso también te conectaba con muchas personas, incluido el hermano de Mar.
Mar, que había estado escuchando, quedó boquiabierta.
—¿Qué? —exclamó, sus ojos fijos en Buggy—. ¿Estuviste en la tripulación de Roger y nunca me lo dijiste?
Buggy retrocedió, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y preocupación.
—¡Espera, espera! —balbuceó, levantando las manos en señal de rendición—. ¡Eso fue hace mucho tiempo!
—¿No crees que era importante decirme algo así desde el principio? —Mar lo miraba con una mezcla de enojo y confusión.
Buggy se quedó callado por un momento, mirando el suelo. Finalmente, soltó un suspiro.
—No lo mencioné porque no quería que me vieras de otra manera. Ya sabes, como alguien que tuvo que ver con Roger. Quería que me vieras como soy ahora, no como alguien del pasado.
Mar lo observó en silencio, procesando sus palabras. Aunque seguía enojada, entendía, en cierta forma, los motivos de Buggy. No era fácil lidiar con las sombras de los gigantes del pasado.
—Podrías haber confiado en mí desde el principio —dijo Mar finalmente, con la voz más calmada—. No se trata de quién eras antes. Se trata de que no confiaste en mí lo suficiente para compartirlo.
Buggy bajó la mirada, sintiéndose pequeño ante las palabras de Mar.
—Lo siento, Mar —murmuró finalmente—. No quería que pensaras que soy alguien que no soy... o que todo lo que he hecho hasta ahora no tiene sentido por eso.
Mar respiró profundamente, dejando que el silencio se instalara entre ellos por un momento. Finalmente, se acercó a Buggy y, aunque aún sentía cierta molestia, tomó su mano de nuevo.
—Lo importante es que estés aquí, ahora —dijo en voz baja, apretando ligeramente su mano—. Pero no vuelvas a ocultarme algo así.
Buggy asintió con la cabeza, aliviado de que Mar no lo hubiera rechazado por completo. Mientras caminaban nuevamente hacia donde las tripulaciones esperaban, el cielo seguía tiñéndose de colores cálidos, y aunque aún quedaban muchas preguntas por resolver, ambos sabían que, al menos por ahora, estaban juntos en el camino hacia las respuestas.
—Gracias, Rayleigh —dijo Mar, volviendo su mirada hacia el viejo hombre—. Al menos ahora sé que mi hermano no me abandonó sin pensar en mí. Aunque, en el fondo, aún me quedan muchas preguntas.
Rayleigh asintió, con esa calma serena que siempre lo rodeaba. Sabía que, para Mar, esto era un primer paso, una pieza importante del rompecabezas de su pasado. Pero él también entendía, mejor que nadie, que las respuestas nunca llegan todas de una vez, y que el camino de Mar aún estaba lleno de incertidumbres.
—Tu viaje no ha terminado, Mar —dijo suavemente Rayleigh, su mirada firme, pero compasiva—. Has dado un paso importante al aceptar que tu hermano no te olvidó.
Tomados de la mano, comenzaron a caminar lentamente de regreso hacia la zona donde ambas tripulaciones se habían reunido. El sol estaba casi oculto detrás del horizonte, pintando el cielo con tonos de púrpura y anaranjado. Mientras caminaban, Mar apretaba la mano de Buggy, sintiendo la calidez de su compañía, estaban avanzando juntos hacia algo más grande.
Los siguientes días pasaron como en un torbellino para Mar. A pesar de la paz momentánea que había sentido tras su conversación con Rayleigh, había demasiadas preguntas que seguían retumbando en su mente. Cada día, buscaba más información, más detalles que pudieran arrojar luz, todo lo que podía recordar sobre su hermano y la tripulación de Roger.
—Antes de que la tripulación se disolviera, él mencionó una isla —continuó Rayleigh, su mirada perdida en los recuerdos—. No estaba seguro de si ya había estado allí, esa isla era Zou.
—Zou... —murmuró Mar, como si al decir el nombre pudiera darle más claridad—. Teníamos la intención de ir allí antes de venir a Sabaody. Es como si todo me estuviera guiando hacia ese lugar.
Rayleigh la observó con interés.
—Eso no me sorprende —dijo con una leve sonrisa—. A veces el destino nos lleva por caminos que parecen ser desvíos, pero en realidad son el camino correcto para encontrar las respuestas que buscamos.
Mar asintió, procesando lo que acababa de escuchar. El hecho de que su hermano hubiera mencionado Zou le daba una nueva pista clara, algo tangible en lo que aferrarse. Quizás encontraría más respuestas sobre su hermano y por qué había elegido seguir ese camino. Después de una semana, Mar decidió que era hora de partir. Las dos tripulaciones se preparaban para zarpar, sus barcos listos para emprender el viaje hacia la misteriosa isla de Zou.
Mar estaba en la cubierta de su barco, mirando el horizonte con determinación. A su lado, Buggy observaba los preparativos con su habitual expresión de ligera arrogancia, aunque ella sabía que en el fondo también estaba nervioso por lo que les esperaba.
—Oye, Mar... —comenzó, rascándose la cabeza—. Quiero disculparme... Roger... era increíble, pero yo siempre fui el que quedó en segundo plano, no quería que me vieras de esa manera.
Mar lo miró, asimilando sus palabras. Aunque seguía sintiendo algo de incomodidad, entendía lo que Buggy estaba tratando de decir.
—Te entiendo —respondió suavemente—. Lo que me importa es quién eres ahora, y el hombre que veo frente a mí es alguien con quien quiero seguir este camino ¿Sabes quién es mi hermano? Si estuviste con Roger, ¿alguna vez escuchaste hablar de alguien que se llame como yo?
Buggy negó con la cabeza, sinceridad en su rostro.
—No conozco a nadie que haya mencionado tu nombre, Mar. Si lo supiera, te lo habría dicho —respondió con firmeza, su mirada finalmente encontrándose con la de ella.
Mar asintió lentamente, su mente aún revolviendo los detalles. Aunque no podía culpar completamente a Buggy por guardar silencio, aún había una parte de ella que se sentía dolida.
—Solo prométeme algo, Buggy —dijo después de un momento—. No volverás a guardarme cosas importantes. Solo... sé honesto conmigo de ahora en adelante.
Buggy asintió, su expresión aliviada.
—Lo seré.
—Zou... —murmuró Mar una vez más, como si decir el nombre le diera más fuerza—. Allí es donde encontraremos las respuestas. No importa lo que encontremos. Lo que sea que esté esperando allí... podremos enfrentarlo. Mientras estemos juntos, no tengo miedo. Siento que estoy en el camino correcto.
Buggy la miró durante un momento, dejando que sus palabras se hundieran en su interior. Había tantas cosas que él quería decirle, tantas emociones que no podía expresar con claridad. Pero en ese instante, lo único que hizo fue alzar la mano libre y acariciar su rostro con suavidad, su pulgar trazando círculos pequeños en su mejilla.
—Eres realmente insoportable cuando te pones así —respondió, se inclinó un poco más hacia ella, sus dedos jugueteando con un mechón de su cabello—. Estoy acostumbrando a tenerte tan cerca, lograste que este gran Buggy no quiera estar en otro lugar más que aquí, contigo.
Mar sintió una oleada de calidez en su pecho. La confesión de Buggy, aunque torpe, era real. Y eso era suficiente para ella. Con una sonrisa, se acercó un poco más, hasta que sus rostros casi se tocaban.
—¿Sabes qué? —susurró ella—. Tú tampoco eres tan malo como quieres que todos piensen. Creo que solo eres un payaso que trata de ocultar lo mucho que le importa la gente a su alrededor.
—Bueno, supongo que puedo aceptar ser tu payaso personal. —se inclinó presionando un beso suave y prolongado en su frente.
Mar rió suavemente y se acomodó en su pecho, apoyando la cabeza contra su hombro. Se quedó en silencio por un momento, disfrutar de la cercanía de Buggy mientras la rodeaba con sus brazos, haciéndola sentir protegida y querida.
—Eres mucho más que eso para mí —dijo finalmente, su voz un susurro cargado de emoción—. Pero no me hagas decirlo otra vez, o tu ego no cabrá en el barco.
Buggy soltó una risa fuerte, echando la cabeza hacia atrás. Ese sonido lleno de vida reverberó en la cubierta, llamando la atención de algunos tripulantes. Sin embargo, ninguno se atrevió a interrumpirlos... excepto uno.
—Ugh, esto es asqueroso —se oyó una voz familiar a pocos metros de ellos, se giraron al unísono para ver a Hikari, parado con los brazos cruzados, mirando la escena con una expresión exagerada de disgusto fingido—. Algunos de nosotros estamos tratando de no vomitar aquí.
Mar levantó la cabeza del hombro de Buggy, sin soltarlo, y sonrió con picardía hacia Hikari, soltó una carcajada, apartándose un poco de Buggy para mirar a su amiga.
—¿Realmente es tan malo vernos así? Porque puedo jurar que hay alguien más en esta tripulación que se siente así con otra persona —dijo ella, inclinándose hacia adelante como si estuviera compartiendo un secreto y Hikari frunció el ceño, tratando de mantener su pose de indiferencia.
—No sé de qué estás hablando —respondió rápidamente, mirando hacia otro lado.
Buggy levantó una ceja, claramente interesado en seguir ese hilo.
—¿Acaso nuestra querida Hikari está ocultando algo?
Mar sonrió con malicia, disfrutando de la pequeña victoria que tenía entre manos.
—Oh, nada de eso —dijo con fingida inocencia—. Solo me preguntaba qué pensaría Kaito de esto, si se enterara de que Hikari no puede dejar de mirarlo a escondidas cuando entrena. Pero estaríamos encantados ayudarte
Hikari dio un respingo, sus ojos abriéndose de par en par.
—¡No hago eso! —protestó, pero su voz subió un par de tonos, traicionando su nerviosismo.
Buggy soltó una carcajada profunda, mirando a Hikari con burla.
—¡Oh, esto es aún mejor de lo que esperaba! Así que Hikari está enamorada de Kaito... —Dejó que sus palabras se alargaran, disfrutando de la expresión avergonzada en el rostro de Hikari.
—Sí, sí, sigan riéndose —murmuró, girándose sobre sus talones para marcharse—. Pero al menos no soy yo la que se besuquea en plena cubierta como si no hubiera nadie más alrededor.
Mar y Buggy intercambiaron miradas, y en un impulso, Mar se inclinó para besar rápidamente a Buggy en la mejilla, asegurándose de que Hikari lo viera justo antes de que se alejara.
—¡Ugh, de verdad, no tienen remedio! —se quejó Hikari antes de desaparecer por la escalera que llevaba a la bodega y Buggy soltó una última carcajada.
—Esa chica no tiene idea de lo que está en su propia nariz, ¿verdad?
—Solo tiene miedo de aceptarlo —dijo Mar, sonriendo suavemente y Buggy la miró de reojo, sus ojos llenos de curiosidad.
—¿Y tú? —preguntó suavemente—. ¿Tienes miedo de aceptar algo?
Mar se quedó en silencio por un momento, su sonrisa volviéndose más suave mientras observaba el mar que se extendía ante ellos.
—No —respondió con firmeza—. No contigo y conocerte a ti me has dado algo que no sabía que necesitaba y quiero seguir así. Incluso si se vuelve más difícil.
Buggy levantó su mano y acarició suavemente la mejilla de Mar, mirándola a los ojos con una intensidad poco común en él.
—No te preocupes, Mar —dijo con una firmeza que pocas veces mostraba—. Si esto se pone difícil, lo enfrentaremos juntos. Y si se vuelve imposible... bueno, entonces haremos lo imposible. ¿No es eso lo que hacen los piratas?
Ella lo miró fijamente, sus ojos encontrando en los de él una fuerza y una promesa que la llenó de esperanza.
—Sí, Buggy —murmuró suavemente—. Eso es exactamente lo que haremos.
Y con esas palabras, volvieron su mirada hacia el horizonte, hacia el mar infinito que los esperaba y la promesa de nuevas aventuras. Las velas de ambos barcos se desplegaron completamente hacia Zou, la isla que guardaba las respuestas que tanto deseaban encontrar.
| Horas Después |
Mar se encontraba en la cubierta del barco de Buggy, observando con una mezcla de nostalgia y orgullo de su propio barco, que navegaba a su lado bajo el mando de Hikari, no podía evitar sentir una conexión profunda con su propia tripulación y la nave que había ganado de una manera poco común, en una partida de cartas.
—Estás muy callada, Mar —preguntó, su voz teñida de curiosidad y un toque de humor acercándose hacia a Mar.
Mar suspiró, pero no de tristeza, sino más bien de una emoción que parecía más cercana al orgullo.
—Ese barco... fue el primer paso para construir mi tripulación, para empezar mi camino como capitana. Pero lo curioso es cómo lo conseguí —respondió, sin apartar la vista de su barco.
Buggy levantó una ceja, claramente interesado.
—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó, cruzándose de brazos mientras se apoyaba en la baranda.
—En un bar con Hikari, los piratas apostando en una mesa de cartas —Buggy rió suavemente, imaginándose la escena. Sabía lo competitiva que podía ser Mar—. Un pirata había apostado su barco, un galeón bastante impresionante, debo decir. No tenía nada que perder, o eso parecía, así que tuve que ofrecer algo igual de valioso, lo único de verdadero valor que tenía era algo que me dio Mihawk.
—¿El colgante? —preguntó Buggy, incrédulo y divertido a la vez y ella asintió
—Si lo perdía, habría consecuencias. Tenía que ganar. Y lo hice —repitio Mar, al sostenerla con fuerza sin dejar de sonreír ante la memoria
Buggy silbó suavemente, impresionado.
—No puedo creer que te arriesgaras de esa manera y aun así salieras ganando. Eso es lo que me gusta de ti... Siempre te juegas todo al máximo.
Mar río, pero pronto su risa se volvió más suave cuando recordó lo que vino después.
—N fue solo el barco lo que gané ese día. Fue también el día que conocí a Kaito.
—¿Kaito? —preguntó
—Lo conocí después de ganar el barco —continuó Mar, su mirada volviendo a suavizarse al recordar ese momento—. Me contó sobre su vida y la presión que sentía por las expectativas de su padre, que nunca parecía estar satisfecho con lo que hacía, pero era fuerte. Sabía que podía ser más que las expectativas que los demás le imponían. Eso me impresionó mucho.
Mar hizo una pausa, su mirada volviendo a enfocarse en el "Balada de los Vientos", y luego, finalmente, dirigió su mirada hacia Buggy.
—Kaito se unió a mi tripulación y fue el primero en confiar en mí como capitana, incluso antes de que yo confiara en mí misma.
Buggy se mantuvo en silencio por un momento, procesando las palabras de Mar. A pesar de que la historia hablaba de otro hombre, no sentía amenaza. Sabía que Mar lo amaba, y eso era suficiente. Pero también comprendía lo importantes que eran las personas que habían cruzado su vida antes de que él llegara.
Finalmente, Buggy sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y afecto.
—Parece que tienes una habilidad especial para atraer a personas con historias complicadas —dijo suavemente, acariciando el cabello de Mar—. Incluyéndome a mí, claro.
Mar rió suavemente, recostando su cabeza en el hombro de Buggy.
—Supongo que sí, y ahora, con este barco y esta tripulación, estoy más que lista para cualquier cosa que venga.
Buggy sonrió, inclinándose hacia ella antes de darle un suave beso en los labios, uno que Mar correspondió con una intensidad creciente. El mundo a su alrededor parecía desvanecerse por un momento, dejando solo el calor de ese momento compartido. Cuando se separaron, ambos se miraron fijamente, sabiendo que lo que compartían iba mucho más allá de simples palabras.
Mientras la brisa marina soplaba suavemente, moviendo los cabellos de Mar y Buggy, ambos permanecieron en silencio por un momento más, disfrutando de esa sensación de paz que rara vez experimentaban en sus vidas como piratas. El suave balanceo del barco los acompañaba mientras miraban el horizonte, finalmente, Buggy rompió el silencio, su tono más ligero, aunque con una seriedad que todavía se mantenía.
—Tienes que admitirlo Mar, terminaste enamorada del más asombroso —bromeó, su sonrisa ancha y un tanto arrogante. Mar levantó la mirada con una sonrisa burlona.
—¿Asombroso? —repitió con una ceja arqueada—. ¿Es esa tu forma de describirte ahora?
—Claro que sí —dijo Buggy, inflando el pecho dramáticamente, como si estuviera posando para una multitud invisible—. Soy carismático, peligroso, y bastante atractivo. El paquete completo. ¿Quién podría resistirse?
Mar rió entre dientes y negó con la cabeza.
—El paquete completo —repitió, su tono lleno de sarcasmo—. Bueno, quizás me guste un poco tu locura, Buggy, es lo que más me atrae. Pero no te acostumbres a tanta adulación.
Buggy la miró de reojo, su expresión cambiando a una sonrisa sincera y más cálida.
—No necesito que lo digas todo el tiempo, Mar.
Buggy, sabía que con Mar no necesitaba impresionar constantemente, lo aceptaba tal como era, con todas sus extravagancias, y eso significaba más para él de lo que podría expresar. Mar se acurrucó un poco más en él, disfrutando de ese pequeño momento de calma.
—Es curioso, ¿no? —murmuró después de un rato, su voz suave mientras miraba el cielo despejado—. Pensar que todo esto empezó con un barco ganado en una partida de cartas.
Buggy soltó una carcajada ligera.
—¿Quién habría pensado que un barco así caería en tus manos por puro juego?
Mar sonrió y se giró un poco, apoyándose en la baranda del barco mientras su mirada se fijaba en su preciada nave, que navegaba junto a ellos, era más que un barco; representaba una victoria en más de un sentido, un punto de inflexión en su vida que le había mostrado de lo que era capaz, y también la había llevado a encontrar a personas como Kaito, Hikari, Ren... y ahora Buggy.
—Ese día... nunca olvidaré cómo me sentí cuando gané —dijo, su voz llena de nostalgia—. Sentí que estaba tomando el control de mi vida, que podía ser más que solo una pirata buscando un rumbo. Fue el primer paso hacia algo más grande.
Buggy la miró, sus ojos más suaves de lo normal.
—Eres algo más, Mar —dijo Buggy, su voz suave pero llena de respeto—. Sabes que muchos no se habrían atrevido a apostar algo así, pero tú lo hiciste, y saliste victoriosa.
—Quizás solo tuve suerte ese día —murmuró—. Pero lo que sea que haya sido, me llevó hasta aquí. Y ahora, contigo, siento que todo fue por una razón.
Buggy la rodeó con un brazo, manteniéndola cerca mientras ambos miraban el horizonte.
—Y ahora vamos a hacer que todo eso valga la pena —dijo con firmeza—. Porque no importa lo que venga, Mar. Vamos a enfrentarlo, juntos.
Mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos, Mar y Buggy permanecieron juntos en la cubierta, observando cómo los barcos se deslizaban suavemente sobre las olas. La aventura hacia Zou apenas había comenzado, pero ambos sabían que lo que sea que encontraran allí solo los haría más fuertes, como personas y como pareja.
La noche había caído sobre el mar, y las estrellas titilaban en el cielo oscuro, pero el ambiente estaba lejos de ser tranquilo. La brisa fresca se había convertido en un viento helado, y las nubes oscuras comenzaron a agruparse, presagiando una tormenta. Buggy había quitado su chaqueta y se la ofreció a Mar, notando que ella temblaba ligeramente por el frío.
—No quiero que te enfermes —dijo, mientras le pasaba la chaqueta con un gesto amable y Mar se la puso, sintiendo el calor de Buggy.
—Gracias, eres un caballero, aunque a veces lo escondes bajo esa fachada de payaso —bromeó, mirando cómo la chaqueta la hacía sentir segura.
—¿Caballero? No creo que eso me describa —dijo Buggy, riendo—. Pero haré una excepción por ti. Solo no te acostumbres, o empezaré a pensar que puedo dejar de ser un pirata rudo.
Mar rió, disfrutando de la conexión que compartían en ese momento. La conversación fluyó entre ellos, tocando desde sus sueños hasta las aventuras pasadas, mientras la atmósfera se tornaba cada vez más romántica. Sus miradas se encontraron, llenas de una mezcla de deseo y ternura, acercándose cada vez más el uno al otro, el mundo a su alrededor desvaneciéndose.
Justo cuando estaban a punto de compartir un beso, un grito rompió la quietud de la noche.
—¡Capitán! ¡Capitán Buggy! —gritó uno de los tripulantes, apareciendo de repente en la cubierta, su rostro pálido y asustado—. ¡La Marina nos está atacando! ¡Ambas tripulaciones están bajo fuego!
La burbuja de intimidad entre Mar y Buggy estalló, y ambos se giraron rápidamente hacia el grito, la realidad regresando con la fuerza de un golpe.
—¿Qué? —preguntó Buggy, su tono convirtiéndose en uno de urgencia—. ¡Hikari! ¡Tú al mando! ¡Prepárate para combatir!
Mar, sintiendo la adrenalina dispararse, se apresuró a la proa del barco. La oscuridad de la noche se iluminó de repente con destellos de cañonazos y la bruma de humo se esparció en el aire. Hikari, al timón del barco de Mar, luchaba por mantener el control mientras las balas de cañón impactaban en el costado del barco, sacudiéndolo violentamente.
—¡No puedo mantener el rumbo! —gritó Hikari, esforzándose por mantener el barco a flote en medio del caos.
Mar se dio cuenta de que no había tiempo que perder y sin pensarlo dos veces, giró hacia su tripulación,
—¡Todos a bordo del barco de Buggy! —ordenó, con la voz firme—. ¡Vamos, ahora! ¡No hay tiempo para discutir!
Aunque dudosos, comprendieron la gravedad de la situación y comenzaron a saltar al barco de Buggy, mientras el estruendo de la batalla resonaba a su alrededor. Mar se movió rápidamente, asegurándose de que todos estuvieran a salvo, un nuevo ataque de la Marina hizo que el barco de Buggy se tambaleara de nuevo.
Mientras la tripulación de Mar se trasladaba, Mar sintió que el barco se sacudía de nuevo, y se dio cuenta de que la situación era aún más peligrosa de lo que había pensado.
—¡Hikari, mantén el rumbo! —gritó, pero el siguiente cañonazo fue demasiado cercano, y el barco fue impactado de lleno.
Mar miró hacia atrás y vio que varios de sus hombres luchaban con el fuego que había estallado en la cubierta. Sin pensarlo, se lanzó hacia el borde del barco, ayudando a los que quedaban a saltar al barco de Buggy, asegurándose de que todos estuvieran a salvo. Pero mientras lo hacía, la Marina volvió a atacar con un intenso bombardeo, y el barco se sacudió violentamente.
—¡Mar, ven aquí! —gritó Buggy, extendiendo la mano hacia ella, el pánico en su voz—. ¡Tienes que saltar!
Pero Mar estaba demasiado concentrada en salvar a su tripulación. En ese momento, el barco de Mar fue alcanzado por otro proyectil, y la explosión lanzó a Mar al aire. Sintió que todo se movía a su alrededor mientras caía al agua helada, un instante que se sintió como una eternidad.
La caída fue brusca, el agua fría la envolvió y la sumergió. Mar luchó por salir a la superficie, pero las olas la golpearon con fuerza. Cuando finalmente emergió, se encontró aferrándose a una tabla que había flotado hacia ella, observando con horror cómo su barco se hundía en medio del caos.
Gritó el nombre de Buggy, pero el estruendo del combate lo ahogó. Miró alrededor y vio a sus hombres tratando de ayudar, pero la tormenta se había intensificado y las olas estaban cada vez más altas.
—¡Mar! —gritó Buggy desde la cubierta, pero el sonido de su voz parecía lejano.
Las olas la empujaban hacia atrás, y Mar se aferró con fuerza a la tabla, tratando de mantener la calma. Pero en su corazón, la desesperación crecía al ver cómo el barco que había ganado con tanto esfuerzo se desvanecía ante sus ojos. La imagen de Buggy y su tripulación gritando por ella fue lo último que recordó antes de que otra ola la golpeara, llevándola de nuevo bajo el agua.
Buggy sentía que su corazón se rompía al ver a Mar ser tragada por las olas. Su tripulación intentaba mantener la calma, pero el caos era abrumador. Sabía que no podía lanzarse al agua para salvarla, y eso lo enfurecía. La idea de perder a Mar lo llenó de un terror indescriptible.
—¡Hikari! —gritó Buggy, volviendo hacia su timonel—. ¡Haz lo que sea necesario para rescatarla! ¡No la dejaremos atrás!
Hikari, con su propia preocupación en los ojos, asintió y se preparó para actuar. Buggy miró hacia el mar oscuro, su mente agitada mientras trataba de no sucumbir al pánico.
La tormenta azotaba el barco, y los gritos de su tripulación resonaban en su mente. La lucha contra la Marina era feroz, pero lo único que podía pensar era en Mar, en cómo había llegado a ser una parte tan esencial de su vida. Tenía que encontrarla, salvarla.
Mientras tanto, en las profundidades del océano, Mar seguía luchando. La oscuridad la rodeaba, y aunque su cuerpo se sentía pesado, su voluntad seguía viva. Cada vez que creía que todo estaba perdido, la imagen de Buggy sonriendo, de sus momentos juntos, le daba la fuerza para seguir luchando. Tenía que volver a él y luchar.
Con un último esfuerzo, gritó el nombre de Buggy, pero su voz se perdió en el rugido de las olas. Sus ojos se cerraron, sintiendo que la oscuridad la tragaba una vez más.
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