── 𝟏𝟒. 𝐁𝐚𝐜𝐤 𝐭𝐨 𝐦𝐲 𝐩𝐥𝐚𝐜𝐞
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐀𝐓𝐎𝐑𝐂𝐄: 𝐃𝐄 𝐕𝐔𝐄𝐋𝐓𝐀 𝐀 𝐌𝐈 𝐇𝐎𝐆𝐀𝐑
La tensión en el aire era palpable mientras los barcos de la Marina cerraban el cerco. Los cañones resonaban como truenos, y las balas de cañón zumbaban sobre el agua, apenas rozando los barcos piratas de Mar y Buggy.
Mar, no perdió la calma. Con cada maniobra evasiva que ordenaba, su mente trabajaba en encontrar una solución. Aunque Buggy y su tripulación luchaban con fiereza, y su propia tripulación mantenía una defensa feroz, sabía que no podrían mantener ese ritmo por mucho más tiempo. La Marina no cedía terreno, y los piratas estaban siendo acorralados.
Entonces, la inspiración golpeó a Mar. Su mano se movió instintivamente hacia su espalda, donde descansaba su violín.
—¡Ren, Kaito! ¡Mantengan el rumbo estable, pero prepárense para una maniobra rápida! —gritó Mar, su voz firme y autoritaria.
Sus manos, con movimientos rápidos y precisos, desataron el violín de su espalda. Con un giro fluido, el instrumento se transformó, estirándose y reajustándose en su forma más mortal: un arco de arquería perfectamente curvado. Las cuerdas del violín brillaron bajo la luz del sol mientras tomaba una flecha de su carcaj, preparándola con destreza.
Buggy, que había estado observando desde su propio barco, levantó una ceja al verla sacar el violín. Él sabía muy bien que ese instrumento no era simplemente para tocar música. Había sido testigo de lo que Mar podía hacer con ese arco cuando la situación lo requería. Y en este momento, estaba claro que la situación era desesperada.
—¿Otra vez con ese arco? —murmuró Buggy, aunque su tono tenía un toque de admiración oculta—. Esto va a ponerse interesante...
Mar apuntó hacia los barcos de la Marina que bloqueaban su ruta de escape. Cerró los ojos por un breve segundo, sintonizando el sonido del viento, el susurro de las olas, el ritmo del mar. Cada elemento natural a su alrededor parecía formar parte de su respiración, de su enfoque. Cuando abrió los ojos de nuevo, una calma absoluta se había apoderado de ella.
Soltó la cuerda.
La flecha voló con la velocidad de un rayo, cortando el aire y dejando una estela apenas visible en su camino. Mar había apuntado a uno de los barcos principales de la Marina, aquel cuyas velas eran las más grandes, y cuyo mástil central se alzaba como un símbolo de su poder. La flecha impactó con precisión en las velas, y en el mismo instante, una explosión resonó por el aire. El mástil se quebró, y las velas cayeron sobre la cubierta, envueltas en llamas. Los gritos de los marineros se ahogaron bajo el sonido del fuego devorando su barco.
La formación de la Marina se rompió momentáneamente, y eso fue todo lo que Mar necesitaba.
—¡Ahora! —gritó, girando sobre sus talones para dar la orden a su tripulación—. ¡Viramos hacia el norte!
Ren obedeció de inmediato, girando el timón con toda su fuerza. El barco de Mar se desvió hacia el norte, aprovechando la brecha abierta por el ataque. Buggy, que no era de los que se quedaba atrás, dio órdenes similares a su tripulación.
—¡Síganlos, idiotas! ¡No vamos a dejar que la Marina nos atrape! —vociferó Buggy, y aunque sus palabras sonaban irritadas, había una chispa de emoción en sus ojos.
Los dos barcos piratas zigzaguearon a través del campo de batalla, dejando atrás a los barcos de la Marina que intentaban reorganizarse. Las olas se hicieron más intensas a medida que navegaban hacia el norte, pero Mar no titubeaba. Su instinto la guiaba, un impulso casi visceral de alejarse de la Marina lo más rápido posible.
Horas después, cuando la última sombra de la Marina había desaparecido en el horizonte, Mar exhaló un suspiro de alivio. No podían relajarse aún, pero habían ganado suficiente tiempo para reagruparse. La luna ya se alzaba en el cielo, bañando el mar en una luz plateada, mientras navegaban bajo el amparo de la oscuridad.
—¿A dónde nos dirigimos exactamente? —preguntó Hikari, acercándose a Mar con curiosidad.
Mar no respondió de inmediato. Había elegido el norte sin pensarlo demasiado, más por instinto que por lógica. Pero mientras su mirada se perdía en el horizonte, comenzó a notar algo familiar en el entorno. Las estrellas, las corrientes, la dirección del viento... algo en todo eso le resultaba extraño, pero conocido.
—No estoy segura... —murmuró, más para sí misma que para Hikari—. Pero tengo una corazonada.
Con cada milla que avanzaban, el paisaje comenzaba a cambiar. Las aguas del Grand Line eran impredecibles, y lo que había comenzado como un intento de escapar, pronto se reveló como algo más. Una sensación familiar se instaló en el estómago de Mar mientras las primeras luces de una costa aparecían a lo lejos.
Ren, desde la proa del barco, fue el primero en notar la silueta de una isla que se perfilaba en el horizonte.
—Capitana... —llamó, su voz cargada de sorpresa—. Creo que hemos estado aquí antes.
Mar entrecerró los ojos, enfocándose en la costa que se acercaba. Y en ese momento, lo comprendió. Su corazón dio un vuelco, reconociendo de inmediato la forma de aquella tierra.
—No puede ser... —susurró, incrédula.
El barco se acercó lentamente a la costa, y Mar sintió una mezcla de emociones al reconocer el lugar. Sin haberlo planeado, el rumbo que había elegido los había traído de vuelta al punto de partida. Habían regresado a la Villa Foosha.
—Esto no puede ser una coincidencia —murmuró Hikari, mirando a su alrededor con ojos curiosos—. ¿Por qué aquí, Mar?
Buggy, que también había atracado su barco junto al de Mar, se acercó con una expresión de confusión mezclada con irritación.
—¿Este es el lugar donde encontraste la primera pista? —preguntó, cruzándose de brazos
Mar asintió lentamente, aún asimilando lo que acababa de suceder.
—Aquí fue donde encontré la primera pista —dijo en voz baja—. Aquí fue donde descubrí que mi hermano... fue parte de la tripulación de Roger D. Gold.
El silencio que siguió fue pesado. Buggy sabía lo que significaba ese nombre. Aunque había oído la historia de Mar antes, estar de nuevo en ese lugar donde todo había comenzado, le dio un nuevo significado a todo.
La Villa Foosha, tranquila bajo la luz de la luna, parecía la misma que la última vez que Mar había estado allí. Pero ahora, algo en el aire se sentía diferente. Habían escapado de la Marina, sí, pero tal vez habían llegado a este lugar por algo más que simple supervivencia.
Mientras la tripulación de Mar y Buggy comenzaba a desembarcar, Mar se quedó en la cubierta por un momento más, observando la costa y permitiendo que los recuerdos la inundaran. Había mucho en juego, más que nunca, y su viaje aún estaba lejos de terminar. Pero en ese momento, sentía que el pasado y el presente se entrelazaban de una manera que no podía ignorar.
—Este lugar... tiene más secretos de los que imaginamos —murmuró Mar para sí misma, sus dedos jugando inconscientemente con el crucifijo que colgaba de su cuello.
A lo lejos, las pequeñas casas de la Villa Foosha dormían bajo la luz suave de la luna. Las olas lamían la orilla con suavidad, creando un contraste casi irónico con la intensidad de los últimos eventos. Mar se quedó unos momentos más en la cubierta, observando el tranquilo panorama mientras su mente volaba entre recuerdos y posibilidades.
Buggy, que ya había desembarcado, la observaba desde el muelle con los brazos cruzados, impaciente.
—Vamos, no tenemos todo el tiempo del mundo —dijo en voz baja, lo suficiente para que Mar lo escuchara desde la distancia—. La Marina no es tan torpe como para perder nuestro rastro por mucho tiempo.
Mar asintió, sus pensamientos sacudiéndose de la bruma. Era cierto. A pesar de que habían escapado, no podían quedarse mucho tiempo en un lugar sin ser detectados. Pero aún así, algo en la Villa Foosha la llamaba de manera imperiosa, como si este lugar, de alguna manera, tuviera algo más para ofrecer.
Cuando bajó del barco y se unió a Buggy y al resto de la tripulación en la orilla, Mar tomó una decisión rápida.
—Nos esconderemos —anunció, su voz cargada de seguridad—. Al menos por un tiempo, hasta que podamos reagruparnos y encontrar la mejor manera de seguir hacia Zou.
Buggy arqueó una ceja, claramente escéptico.
—¿Escondernos aquí? —repitió, sus ojos recorriendo la pequeña aldea—. ¿Aquí es donde crees que estaremos seguros? Parece el primer lugar donde nos buscarían.
Mar negó con la cabeza, una leve sonrisa curvándose en sus labios.
—Confía en mí, Buggy. Si nos mantenemos fuera de la vista, podremos ganar algo de tiempo y tal vez obtener algo de información útil. Además... conozco pocos lugares en los alrededores donde podemos refugiarnos sin ser descubiertos.
Hikari y Ren intercambiaron miradas, y Kaito, siempre el más pragmático del grupo, asintió en silencio, sabiendo que Mar rara vez tomaba decisiones impulsivas sin una razón.
—Está bien —cedió Buggy con un bufido, aunque sus ojos todavía tenían un brillo de escepticismo—. Pero si esto sale mal, ya sabes a quién culpar.
Mar asintió, pero en su corazón sabía que estaban haciendo lo correcto.
La tripulación se movió con cautela, siguiendo las indicaciones de Mar para evitar cualquier contacto con los habitantes de la villa. Mientras atravesaban la arboleda que rodeaba la villa, Mar no pudo evitar que su mente volviera a aquel día, hace tanto tiempo.
Ese conocimiento lo había cambiado todo. Su mundo, su perspectiva, incluso sus metas. Y ahora, regresar a este lugar tan inesperadamente despertaba viejos sentimientos y preguntas sin respuesta.
—Mar —la voz de Buggy la sacó de sus pensamientos—. ¿Qué estás pensando?
Ella dudó un momento, sus ojos enfocándose en el crucifijo que colgaba de su cuello. El recuerdo del día en que Dracule Mihawk se lo había dado seguía fresco en su mente, y a veces sentía que ese pequeño artefacto tenía más significados de los que aún podía comprender.
—Estoy pensando en lo que encontré aquí la última vez —respondió finalmente, su tono más suave, casi melancólico—. Mi hermano. Lo que descubrí sobre él... Eso me cambió.
Buggy, sorprendido por el repentino cambio en el tono de Mar, la observó con atención. A pesar de todas las bromas y el desdén que mostraba, había aprendido a no subestimar el instinto de Mar. Había algo en sus palabras que resonaba con la verdad, aunque no podía ponerle un dedo encima.
—¿Crees que todavía hay más pistas aquí? —preguntó, ahora con menos sarcasmo y más curiosidad.
Mar asintió lentamente.
—No lo sé. Pero algo me dice que regresar aquí no fue una simple coincidencia, tiene respuestas, Buggy.
—Bueno, más te vale que sean respuestas útiles —comentó Buggy mientras se acercaban a una cueva oculta entre los árboles—. Porque ya estamos hasta el cuello con problemas.
Cuando finalmente llegaron a la cueva que Mar había mencionado, la tripulación se instaló rápidamente, tratando de pasar desapercibidos mientras preparaban un campamento temporal. La entrada de la cueva estaba oculta por una espesa capa de vegetación, y su interior era lo suficientemente profundo como para evitar que alguien los detectara a simple vista.
—Aquí estaremos seguros por un tiempo —dijo Mar, observando a sus compañeros mientras se acomodaban en la cueva. A pesar de la tensión que aún flotaba en el aire, había una sensación de alivio al saber que estaban fuera del alcance inmediato de la Marina.
Pero Mar no podía relajarse. Sentía una inquietud constante. Algo en la Villa Foosha la llamaba, una extraña conexión con este lugar que no podía ignorar. La sensación había comenzado desde el momento en que pisaron tierra, y con cada minuto que pasaba, se hacía más fuerte.
Sin decir una palabra, Mar se puso de pie y caminó hacia la salida de la cueva. Buggy, que estaba afilando su cuchillo cerca, la miró de reojo.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó, su tono serio, pero sin sorprenderse del impulso de Mar.
—Necesito revisar algo —respondió ella, sin detenerse—. No tardaré.
Buggy no respondió de inmediato, pero su expresión se suavizó por un breve momento, como si comprendiera algo que ni siquiera él podía explicar. Sin embargo, optó por quedarse en silencio, volviendo su atención al filo de su cuchillo.
Mar se deslizó entre los árboles, asegurándose de no ser vista por ningún aldeano. Aunque no estaban bajo la amenaza directa de la Marina, no quería llamar la atención. Sus pies la llevaron casi por instinto hacia el borde de la villa, y pronto se encontró de pie frente a un lugar familiar: la vieja taberna donde había encontrado la primera pista sobre su hermano.
La taberna, mantenía un aire de nostalgia que la envolvió en cuanto cruzó el umbral. Cada rincón del lugar parecía estar impregnado de recuerdos, y Mar se sintió abrumada por la conexión con su pasado.
Al acercarse a la barra, recordó vívidamente el día en que un navegante había hablado sobre su hermano, revelándole que había sido parte de la tripulación de Roger D. Gold. Ese descubrimiento había marcado el inicio de su búsqueda, y ahora, al volver a este lugar, sentía que algo importante estaba a punto de desvelarse.
Mar recorrió la taberna con la mirada, buscando cualquier indicio que pudiera ayudarla a avanzar en su búsqueda. Mientras inspeccionaba, se detuvo junto a una mesa en la esquina, recordando la conversación que había tenido allí. En ese momento, algo llamó su atención. Una pequeña inscripción en la madera, casi oculta por el polvo y el tiempo. Sus dedos rozaron la superficie, limpiando suavemente los años de abandono. Las letras eran claras, aunque envejecidas:
"Cuando el pasado te encuentra, las respuestas están más cerca de lo que crees."
Mar frunció el ceño, sus ojos fijos en las palabras. La inscripción parecía estar hecha para ella, como si alguien hubiera sabido que regresaría algún día.
—¿Por qué aquí? —murmuró, su corazón latiendo con fuerza.
El sonido de pasos ligeros la hizo girar rápidamente, sus instintos afilados por años de estar en guardia. Era Buggy, quien había entrado sin hacer ruido, aunque no parecía sorprendido de encontrarla allí.
—¿Algo interesante? —preguntó, cruzando los brazos mientras observaba la habitación con desinterés.
Mar le mostró la inscripción, señalando las palabras con el ceño aún fruncido.
—Mira esto.
Buggy se acercó, agachándose para observar más de cerca las letras grabadas en la mesa. Sus ojos se entrecerraron, y por un momento, el tono burlón habitual en él desapareció.
—Bueno, eso no estaba la última vez que estuviste aquí, ¿verdad? —comentó, aunque su tono era serio.
Mar negó con la cabeza, sintiendo cómo el misterio se hacía más denso. ¿Quién lo había dejado? ¿Por qué ahora? Algo dentro de ella le decía que no era una simple coincidencia, y su instinto rara vez se equivocaba.
—Esto... es reciente —murmuró, más para sí misma que para Buggy—. Alguien sabía que volvería aqui
Buggy se puso de pie y se cruzó de brazos, observando a Mar mientras su mente trabajaba en el rompecabezas. Podía ver en su rostro la determinación renovada. Aunque no entendía del todo por qué, empezaba a comprender que la búsqueda de Mar no era solo sobre encontrar a su hermano. Había algo más grande en juego, algo que ella misma aún no comprendía del todo.
—¿Y qué harás ahora? —preguntó Buggy, observando a Mar con atención. Aunque sabía la respuesta, no podía evitar buscar un rayo de duda en su mirada.
Mar, mirando la inscripción en la pared de la taberna donde había encontrado la pista sobre su hermano, sintió un torbellino de emociones. La determinación estaba allí, pero también había incertidumbre. ¿Qué haría si realmente había algo más que descubrir?
—No lo sé... —dijo finalmente, dejando escapar un suspiro cansado—. Quiero seguir buscando, pero hay algo en mí que se siente... indecisa. Este lugar me trae muchos recuerdos, y no estoy segura de cómo manejar lo que eso significa.
Buggy frunció el ceño, comprendiendo que la confusión de Mar iba más allá de la búsqueda de su hermano. Había un peso emocional en sus palabras, una lucha interna que él no podía ver del todo.
—Mira, Mar —comenzó, su voz suave—. Sé que esto es importante para ti, pero también sé que lo que pasó con la Marina aún te afecta. Tal vez deberías tomarte un tiempo para pensar. Pero no quiero que lo hagas sola.
Mar se detuvo, sintiendo cómo la preocupación de Buggy la envolvía. A pesar de su naturaleza impulsiva y a veces arrogante, él había demostrado ser un compañero leal y comprensivo.
—Tienes razón, Buggy. Pero necesito un momento para aclarar mis pensamientos. Quizás pueda ir a un lugar tranquilo, un rincón donde pueda reflexionar.
—¿No te gustaría que te acompañara? —preguntó Buggy, su tono firme y decidido—. No me siento bien dejándote sola después de lo que pasó.
Mar lo miró, encontrando en sus ojos una sinceridad que le hizo sentir un poco más tranquila.
—Está bien, pero... solo un rato. Necesito un espacio para procesar, pero no quiero arrastrarte a mis confusiones.
Con un leve asentimiento, Buggy la siguió mientras se dirigían hacia un pequeño claro en el bosque cercano a la villa. La luz de la luna se filtraba a través de las hojas, creando un ambiente sereno que parecía invitar a la calma.
Una vez allí, Mar se sentó en un tronco caído y miró a su alrededor. Buggy, un poco más distante, se recostó contra un árbol, observándola en silencio.
—¿Sabes? Este lugar me recuerda a cuando era niña —comenzó Mar, con la mirada perdida en la distancia—. Venía a este lugar para escapar de la realidad. Siempre soñé con ser parte de algo grande. Pero ahora que estoy aquí, todo se siente tan diferente.
—Crecemos —dijo Buggy, cruzando los brazos mientras se acomodaba—. Las aventuras y los sueños son geniales, pero también vienen con responsabilidades y decisiones difíciles.
Mar asintió, sintiendo que las palabras de Buggy resonaban en su interior.
—A veces, me pregunto si realmente estoy lista para enfrentar lo que hay detrás de la búsqueda de mi hermano. No solo su historia, sino lo que eso significa para mí.
—Entiendo. Pero, Mar, debes recordar que no tienes que hacerlo todo sola. Cada paso que tomes, yo estaré a tu lado.
Mar lo miró, encontrando consuelo en sus palabras. Había una calidez en su presencia que la hacía sentir segura, aunque los sentimientos de confusión y vulnerabilidad la acosaran.
—A veces, siento que tengo que ser fuerte, como si no pudiera permitir que mis emociones se interpongan en mi camino. Pero luego, aquí estoy, tratando de averiguar quién soy realmente.
—La fuerza no siempre se trata de no sentir —dijo Buggy, con sinceridad—. A veces, la verdadera fortaleza radica en ser honesta contigo misma, en aceptar lo que sientes y permitirte sentirlo.
Mar cerró los ojos por un momento, dejando que las palabras de Buggy resonaran en su corazón. Había algo liberador en la idea de permitir que sus emociones fluyeran sin resistencia.
—Quizás tienes razón. Tal vez no debería tener miedo de lo que siento.
Buggy la miró con atención, su expresión seria.
—No hay nada de malo en mostrar vulnerabilidad. Todos la tenemos.
La conversación continuó, y mientras hablaban, el cansancio comenzó a hacer mella en Mar. Se sentía agotada, tanto física como emocionalmente. La tensión de la reciente huida y la carga de sus pensamientos la estaban abrumando. Sin darse cuenta, sus párpados comenzaron a cerrarse lentamente.
—¿Mar? —la llamó Buggy suavemente, pero ella ya no podía responder.
Se dejó caer lentamente hacia el lado, apoyando su cabeza en el pecho de Buggy, sintiendo su calidez. La cercanía lo tomó por sorpresa, pero no se movió. Era un momento tranquilo, y él no quería interrumpirlo.
Buggy sintió cómo el corazón de Mar se calmaba mientras su respiración se hacía más profunda. A pesar de la confusión que siempre había sentido hacia ella, había algo increíblemente especial en ese instante.
Mientras ella dormía, él dejó escapar un suspiro, sintiendo una mezcla de emociones que nunca antes había experimentado. ¿Qué significaba realmente este vínculo? ¿Era solo compañerismo, o había algo más?
Su mente viajaba a lugares que prefería no explorar, pero la paz en el momento lo mantenía en el presente. Sin pensarlo, colocó un brazo alrededor de Mar, asegurándose de que estuviera cómoda mientras la protegía del mundo exterior.
Mientras la luna se deslizaba hacia el horizonte, Buggy se permitió un momento de vulnerabilidad. Quizás lo que sentía por Mar iba más allá de la amistad, y ese pensamiento lo confundía aún más. Pero, por ahora, lo más importante era que ella estuviera a salvo y en paz.
El tiempo pasó y Mar seguía en su sueño reparador, sin saber que sus decisiones, sus emociones y su futuro estaban a punto de entrelazarse de una manera que cambiaría sus vidas para siempre.
| Mientras tanto, Isla Kuraigana |
En una oscura y polvorienta habitación, iluminada únicamente por la tenue luz de una vela, Dracule Mihawk observaba un mapa extendido sobre una mesa de madera. Sus ojos afilados seguían cada trazo, cada anotación, mientras su mente se sumía en un mar de pensamientos.
—Ha vuelto a la Villa Foosha —murmuró para sí mismo, recordando los momentos que había compartido con Mar, su discípula. Había visto su crecimiento, su determinación, pero también su lucha interna. A medida que las sombras danzaban alrededor de él, una figura encapuchada apareció en la penumbra de la habitación.
—¿Qué has descubierto? —preguntó la figura, su voz profunda y resonante.
Dracule levantó la vista, sin mostrar sorpresa. Sabía quién era, aunque la identidad permanecía oculta tras la capucha.
—Ha vuelto a donde comenzó su búsqueda —respondió Dracule, con un tono de preocupación mezclado con curiosidad. —A pesar de todo lo que ha enfrentado, aún hay algo en ella que la impulsa a buscar respuestas.
—¿Sabes quién es realmente su hermano? —inquirió el hombre encapuchado, sus ojos brillando con un destello de interés.
—Aun no. Y también sé que su conexión con la tripulación de Roger D. Gold es más profunda de lo que imagina —Dracule hizo una pausa, recordando al descubrir que Mar había encontrado la primera pista.
El encapuchado asintió, comprendiendo la perspectiva del espadachín.
—Es una carga que debe llevar, una lección que aprender. La vida no es solo una serie de victorias. A veces, lo que más duele es lo que nos fortalece.
—Exactamente. Quiero que Mar enfrente lo que viene. Necesita forjar su propio camino, y la verdad sobre su hermano es solo el primer paso. —Dracule miró nuevamente el mapa, sus dedos trazando la ruta que había seguido Mar en su búsqueda—. La protegeré a distancia, pero debe aprender a luchar por sí misma.
El hombre encapuchado se acercó más a la mesa, sus ojos examinando los detalles del mapa.
—He estado observando sus movimientos. La vida de un pirata está llena de peligros, y su búsqueda la llevará a enfrentar adversidades que ni siquiera puede imaginar. La decisión de enfrentar su pasado le dará el poder que necesita.
—Lo sé, pero también es mi deber asegurarme de que esté a salvo —Dracule se cruzó de brazos, su mirada fija en la figura encapuchada—. Y tú, ¿Recuerdas cual es tu papel en esto?
—Estoy aquí porque trabajo para ti. La pista que le dimo en Loguetown fue solo el comienzo. Ella necesita conocer su historia completa, lo que la llevará a entender su verdadero potencial.
—¿Y qué papel jugarás tú en todo esto? —preguntó Dracule, su tono firme, aunque su expresión mostraba un atisbo de curiosidad.
—Simplemente un guía, un observador que se asegura de que no pierda el rumbo. —El encapuchado hizo una pausa, su voz suave y resonante—. Pero no puedo interferir. El destino de Mar debe ser decidido por ella, y su viaje está lleno de decisiones que formarán su carácter.
Dracule miró al hombre, su mente analizando las palabras. Sabía que era un camino peligroso, pero también entendía que el crecimiento personal venía de enfrentar el dolor y la incertidumbre.
—Entiendo. Entonces seguiré observando desde las sombras. Permitiré que ella tome las riendas de su destino, pero estaré listo para intervenir si es necesario.
El encapuchado asintió, una ligera sonrisa asomando en su rostro oculto.
—La vida de un pirata no es sencilla, pero si Mar se enfrenta a su destino con valentía, encontrará no solo la verdad sobre su hermano, sino también su propio lugar en este mundo.
Dracule se volvió hacia la ventana, mirando el horizonte. La historia de Mar estaba lejos de terminar, y él estaba decidido a asegurar que el final fuera uno digno de recordar.
—Permíteme saber de cualquier desarrollo. La buscaré si es necesario, pero quiero que ella sepa que no está sola en esto.
—Así será —respondió el encapuchado—. Ella se convertirá en la protagonista de su propia historia, y a medida que avance, descubrirá más de lo que imagina.
Mientras el hombre encapuchado desaparecía en la sombra, Dracule se quedó contemplando el mapa una vez más. La búsqueda de Mar no solo era una búsqueda de su hermano, sino también un viaje hacia la autodescubrimiento. Y en ese camino, había enemigos y aliados, pero sobre todo, lecciones que la fortalecerían.
El futuro era incierto, pero estaba seguro de que Mar tenía lo necesario para enfrentarlo. Todo lo que necesitaba era un empujón hacia su destino. Y él, aunque de manera sutil, estaría allí para guiarla en la distancia.
| Mientras tanto, en alguna parte de la Villa Foosha |
La noche envolvía la isla en una calma inquietante, interrumpida solo por el suave susurro del viento entre los árboles y el sonido lejano de las olas rompiendo en la orilla. El cielo despejado dejaba ver un manto de estrellas que parecían brillar más intensamente de lo habitual, como si observaran en silencio el destino de los que se encontraban bajo su luz. A lo lejos, el murmullo del mar seguía su curso interminable, pero, para Mar, todo parecía detenerse por un momento.
Acurrucada en el regazo de Buggy, quien permanecía en silencio, la calidez de su abrazo y el suave latido de su corazón la envolvían en un manto de tranquilidad. El cansancio acumulado por las batallas, las persecuciones de la Marina y la tensión emocional de su búsqueda la habían llevado a un estado de agotamiento absoluto. Buggy, aunque normalmente impulsivo y bromista, ahora mostraba un inusual cuidado hacia ella. Su brazo descansaba sobre los hombros de Mar, manteniéndola cerca, como si temiera que, al soltarla, se desvaneciera como el humo.
Sin embargo, mientras su cuerpo descansaba, su mente estaba lejos de encontrar paz. Mar se adentraba lentamente en un sueño profundo, un sueño que la arrastraba hacia recuerdos enterrados en lo más profundo de su ser, hacia una verdad que había permanecido oculta desde su niñez.
La pradera era vasta, infinita, iluminada por la luz anaranjada de un sol en descenso. Mar se encontraba de pie en medio de ese paisaje sereno, rodeada por una brisa suave que acariciaba su rostro y hacía que las hierbas altas danzaran a su alrededor. El aire estaba impregnado de un aroma salino, como si el océano estuviera cerca, aunque no podía verlo. Pero no estaba sola.
A lo lejos, una figura caminaba hacia ella. Aunque aún distante, Mar reconoció esa silueta al instante, como si su presencia hubiera estado grabada en su alma desde siempre. Era su hermano.
Su corazón latía más rápido a medida que la figura se acercaba. Él tenía el cabello rojo como el fuego, ondeando al viento, y una postura relajada pero decidida. Había una confianza en su andar, una seguridad en su mirada que Mar había visto en muy pocos hombres.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Mar pudo observar mejor los detalles de su rostro. Aunque el sueño mantenía ciertos rasgos borrosos, había algo que ahora se destacaba de forma inquietante: tres cicatrices que cruzaban su ojo izquierdo, líneas irregulares pero profundas, como si hubieran sido marcadas en una batalla feroz.
—Hermano... —susurró ella, su voz cargada de anhelo y confusión.
El hombre sonrió, esa misma sonrisa cálida y enigmática que siempre había estado en sus recuerdos más preciados. Era la sonrisa de alguien que había vivido tanto, que había visto tanto, y que aún mantenía una esperanza inquebrantable. Él dio un paso hacia ella, y Mar se sintió atraída por su presencia, incapaz de apartar los ojos de él.
—Sabía que volverías a encontrarme, de una forma u otra —dijo él, su voz profunda resonando en el aire como un eco.
Mar se detuvo a escasos metros de él, sus ojos llenos de preguntas, de anhelo por saber. Pero antes de que pudiera hablar, él levantó una mano, señalando algo en su rostro. Mar frunció el ceño mientras sus ojos bajaban, observando tres cicatrices marcadas en su piel, como las huellas de una batalla olvidada. Las cicatrices cruzaban de manera diagonal sobre su ojo derecho, formando una marca inconfundible que ella no recordaba haber visto antes.
—Estas cicatrices... —murmuró Mar, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de su hermano.
Él asintió lentamente, sin dejar de sonreír.
—Tres cicatrices de una lucha que aún no ha terminado —dijo con un tono grave pero lleno de misterio—. No todos los combates son físicos, Mar. Algunos son batallas del espíritu, de los sueños que llevamos dentro.
Mar dio un paso adelante, su corazón acelerado. Quería saber más, quería entender qué había sucedido, por qué nunca le había contado sobre esas cicatrices, pero antes de que pudiera formular otra pregunta, él volvió a hablar, su voz ahora más suave, pero cargada de una importancia que ella no podía ignorar.
—Buscas respuestas, y las encontrarás. Pero no solo aquí... —Él hizo una pausa, su mirada intensa, como si estuviera observando algo más allá de ella, algo que aún no podía ver—. Busca a aquellos que hablaron conmigo antes... aquellos que compartieron un sueño, un mismo viaje.
Mar frunció el ceño, procesando sus palabras.
—¿Dónde los encontraré? —preguntó, su voz quebrándose por la urgencia de saber más.
Su hermano sonrió de nuevo, pero esta vez su expresión se tornó más seria, más enigmática.
—Los encontrarás cerca del mar, en un lugar donde el sol nunca se pone, donde las historias de los antiguos piratas aún viven en las sombras. Allí sabrás más de mí, más de lo que soy y de lo que aún estoy destinado a hacer. El pasado guarda más secretos de los que imaginas, y no todos los caminos son fáciles.
Mar parpadeó, sus ojos fijos en su hermano. El viento a su alrededor comenzó a intensificarse, y las nubes en el cielo empezaron a moverse más rápido, como si el mismo mundo dentro de su sueño estuviera respondiendo a las palabras de su hermano. Ella se sentía cada vez más pequeña ante la magnitud de lo que él le decía, pero también más decidida. Esta pista no solo hablaba de un destino, sino de las personas que habían estado con él en ese viaje, personas que conocían su historia, su verdad.
—Hermano, necesito saber más. ¿Cómo los encontraré? —preguntó, intentando aferrarse a su presencia antes de que se desvaneciera como otros sueños lo hacían.
Él la miró con una profunda compasión, como si comprendiera el peso de sus dudas, de su incertidumbre.
—Sigue los rastros del viento y las historias que se cuentan en susurros. Ellos te encontrarán cuando sea el momento adecuado. No te precipites, Mar. El destino tiene una manera de revelarse cuando estás lista.
Las palabras flotaron en el aire, cargadas de un significado que ella aún no comprendía del todo. Pero antes de que pudiera preguntarle algo más, su hermano comenzó a alejarse, caminando hacia el horizonte donde el mar se encontraba con el cielo. Mar intentó seguirlo, pero sus pies parecían estar anclados al suelo, incapaces de moverse. El miedo a perderlo de nuevo la llenó por completo.
—No te vayas... —susurró, su voz quebrándose por la desesperación.
Él se detuvo un momento, girando su cabeza para mirarla una vez más. Esa mirada, llena de sabiduría y compasión, se quedaría con Mar mucho después de que el sueño terminara.
—Nos volveremos a ver. El viaje no ha terminado, Mar. Confía en ti misma y en quienes te rodean.
Con esas últimas palabras, su figura se desvaneció en la distancia, y el paisaje a su alrededor comenzó a desmoronarse. El cielo, el mar, todo se oscureció, sumiéndola en una oscuridad suave, como si el mundo del sueño se disolviera lentamente.
Mar abrió los ojos, su respiración irregular mientras volvía a la realidad. La luz de las estrellas aún parpadeaba sobre ella, y el suave sonido de las hojas moviéndose al compás de la brisa la rodeaba. Estaba de vuelta en el claro, aún acurrucada en el regazo de Buggy, quien permanecía inmóvil, su mano descansando suavemente en su hombro, dándole un calor reconfortante.
Sintió el peso del sueño, de las revelaciones, aún presionando su pecho. El hombre con las tres cicatrices... su hermano. Y ahora, una nueva pista. Las personas que habían navegado con él, aquellos que compartían su sueño, que conocían su historia. "Los encontrarás cerca del mar, en un lugar donde el sol nunca se pone." Las palabras resonaban en su mente como un eco.
Mar suspiró, moviéndose ligeramente en el regazo de Buggy mientras intentaba procesar lo que había soñado. Las respuestas estaban más cerca, pero también los desafíos. El viaje hacia la verdad sobre su hermano no sería fácil, pero ahora sabía que no estaba sola en esta búsqueda.
Buggy la observó, su mirada llena de una preocupación inusual. Aunque no lo admitiera en voz alta, había algo en Mar que lo impulsaba a cuidarla, a protegerla, aunque no comprendiera del todo por qué.
—¿Tuviste un mal sueño? —preguntó Buggy en voz baja, rompiendo el silencio de la noche, mientras su mano descansaba con suavidad sobre el hombro de Mar.
Mar, aún adormecida, levantó la mirada hacia él, tratando de ordenar las imágenes del sueño que la habían sacudido. Las palabras de su hermano seguían resonando en su mente, pero todo se sentía tan nebuloso, tan lleno de enigmas que apenas lograba aferrarse a un significado claro.
—No lo sé —susurró con un tono confuso—. Fue... extraño. Pero creo que fue importante.
Buggy la observó en silencio, viendo cómo la indecisión y la preocupación se mezclaban en los ojos de Mar. Él, que solía burlarse de las situaciones serias y apartar cualquier emoción incómoda con una risa o una mueca, esta vez permanecía quieto, ofreciéndole una especie de calma que él mismo no entendía del todo.
—Bueno —murmuró finalmente, bajando la mirada hacia el suelo—, lo que sea que hayas soñado, lo resolveremos. No tienes que hacerlo sola.
Mar asintió lentamente, sabiendo que Buggy tenía razón, aunque no estaba segura de cómo. Aún había mucho por descubrir, y aunque el sueño le había dado otra pista, seguía sintiendo que cada respuesta traía consigo nuevas preguntas. Pero ya no podía permitirse estar demasiado tiempo en la incertidumbre. La Marina podría no estar cerca, pero cada momento que pasaban detenidos los exponía.
Respiró hondo, tratando de disipar el cansancio que aún pesaba en su cuerpo, y se enderezó un poco, saliendo del abrazo de Buggy, aunque sus piernas seguían algo débiles por el agotamiento.
—Debemos reunirnos con las tripulaciones —dijo Mar, su voz más firme ahora que había recuperado algo de compostura—. No podemos seguir aquí por más tiempo. El tiempo está en nuestra contra.
Buggy observó cómo se ponía de pie, notando que aún parecía estar algo inestable después de la intensidad del sueño, pero su determinación la mantenía en movimiento. Él, por su parte, no pudo evitar dejar escapar un suspiro mientras se levantaba también.
—Ya era hora de que volviéramos —gruñó, con su típica actitud despreocupada, aunque en su interior algo lo empujaba a mantenerse alerta—. El demás seguro estará esperando noticias.
Ambos se encaminaron hacia donde las dos tripulaciones, la de Mar y la de Buggy, habían establecido un campamento temporal más adelante en la isla. El cielo seguía estrellado, pero había una quietud en el aire que, más que ser pacífica, se sentía como el preludio de algo importante.
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