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── 𝟏𝟏. 𝐓𝐡𝐞 𝐨𝐛𝐬𝐭𝐚𝐜𝐥𝐞 𝐢𝐧 𝐟𝐫𝐨𝐧𝐭 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐞𝐲𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐭𝐫𝐮𝐭𝐡

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐍𝐂𝐄 ── 𝐄𝐋 𝐎𝐁𝐒𝐓𝐀𝐂𝐔𝐋𝐎 𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀 𝐋𝐎𝐒 𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐓𝐔 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃

Dos días después de haber dejado Drum Island atrás, el viento soplaba con fuerza mientras el barco cortaba las olas del vasto Grand Line. La brújula que Kureha le había dado a Mar se mantenía firme, apuntando hacia el oeste, guiándolos a una nueva y misteriosa isla. El clima había sido inusualmente favorable, y aunque el frío de Drum aún se sentía en el aire, la tripulación había comenzado a relajarse, agradecida por un breve respiro antes de enfrentar lo desconocido.

—¿A dónde crees que nos llevará esta vez? —preguntó Hikari mientras ajustaba una vela, observando el mar con ojos curiosos.

Mar, de pie junto al timón, sujetaba la brújula con fuerza. No sabía con certeza a dónde los estaba guiando, pero sentía que este era un paso importante en su búsqueda.

—No lo sé exactamente —respondió Mar, su mirada fija en el horizonte—. Pero algo me dice que esta isla será crucial.

Ren, sentado en el mástil superior, se estiraba perezosamente mientras observaba a Buggy, quien se encontraba junto a su tripulación en la cubierta inferior, parecía más tranquilo que de costumbre. Desde su conversación en Drum, Mar había notado un cambio sutil en él. Su relación, aunque extraña y llena de momentos incómodos, parecía estar evolucionando hacia algo más profundo.

—¡Miren eso! —exclamó Ren, señalando hacia la ciudad—. ¡Es impresionante!

El barco de Mar surcaba las aguas del Grand Line, dirigido hacia una nueva isla que prometía respuestas: Water 7, conocida por su famoso astillero y sus misteriosas conexiones con los piratas. La brújula apuntaba firmemente hacia esta dirección, y Mar sentía que allí podría encontrar pistas sobre su hermano.

—Agárrense bien, estamos a punto de aterrizar —dijo Mar, manteniendo firmemente el timón mientras entraban en el puerto.

Mientras el barco se acercaba a la isla, la majestuosidad de los edificios construidos sobre el agua se hizo evidente. La arquitectura era una mezcla de elegancia y funcionalidad, con canales navegables que cortaban la ciudad y barcos en todas partes. Mar sintió una mezcla de emoción y nerviosismo al imaginar lo que podría descubrir.

A medida que atracaban, Mar observó a la multitud que se movía por el puerto. Había comerciantes, artesanos y piratas, todos intercambiando mercancías y rumores. Mar sabía que Water 7 era famosa por sus leyendas sobre el Poneglyph, una piedra antigua que contenía pistas sobre la historia perdida del mundo.

Una vez que desembarcaron, la tripulación se dispersó para explorar. Mar se acercó a una taberna cercana, el bullicio de conversaciones llenaba el aire. Mar se dirigió a la barra y pidió una bebida, su atención fue capturada por un grupo de hombres que hablaban en voz baja en una esquina. Se inclinó para escuchar.

—Dicen que alguien en la isla tiene información sobre el Poneglyph —murmuró uno de ellos—. Pero no es fácil conseguir su ayuda.

Mar sintió un destello de esperanza. Tal vez esa fuera la pista que necesitaba. Se giró hacia el grupo y se acercó, decidiendo no perder la oportunidad.

—¿De qué hablan sobre el Poneglyph? —preguntó, tratando de sonar casual.

Los hombres la miraron con desconfianza al principio, pero uno de ellos, de aspecto robusto, se inclinó hacia ella.

—Se habla de un viejo sabio que vive en las montañas al norte, que conoce la ubicación de un Poneglyph y que ha ayudado a otros piratas antes. Pero ten cuidado, no es alguien que confíe fácilmente.

—¿Cómo puedo encontrarlo? —preguntó Mar, sintiendo que cada vez estaba más cerca de su objetivo.

—Sigue el camino hacia el norte y pregúntale a los habitantes del pueblo. Si decides ir, prepárate para demostrar que eres digna de su tiempo —respondió el hombre, con una mirada grave.

Mar asintió, agradeciendo la información. Sabía que encontrar al sabio podría ser complicado, pero no estaba dispuesta a rendirse. Mientras salía de la taberna, reunió a su tripulación.

—Escuché sobre un sabio que puede tener información sobre el Poneglyph. Tenemos que ir hacia las montañas al norte —les dijo, con determinación en su voz.

—¿Una montaña? —preguntó Kaito, levantando una ceja—. Eso suena peligroso.

—Lo es, pero necesitamos esa pista. No podemos detenernos ahora —respondió Mar, su mirada fija en el horizonte.

Con el rumbo establecido, la tripulación comenzó a preparar el barco para la travesía hacia el norte. La emoción de la búsqueda renovó su energía, y todos se comprometieron a enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Al día siguiente, después de un viaje por los canales de Water 7, llegaron al pequeño pueblo al pie de las montañas. El lugar era tranquilo, y la gente parecía amable, pero Mar sabía que aún tenían que ganarse la confianza del sabio. Se acercaron a un anciano que parecía conocer el área.

—Buscamos al sabio que vive en las montañas —dijo Mar—. Necesitamos su ayuda.

El anciano la miró con curiosidad y una pizca de escepticismo.

—El sabio no comparte su conocimiento sin una razón. ¿Qué lo hace merecedor de su tiempo? —preguntó, cruzando los brazos.

Mar pensó por un momento, recordando las historias que había escuchado sobre su hermano y su propia búsqueda.

—He estado buscando a mi hermano y las pistas que nos pueden llevar a él. El Poneglyph puede ser la clave para desvelar la historia de nuestro pasado —dijo Mar, su voz llena de sinceridad.

—Si realmente buscas la verdad, entonces deberás demostrar tu valía. Acompáñame, y que el sabio decida si mereces su ayuda.

Mar y su tripulación siguieron al anciano a través de un sendero serpenteante que conducía a las montañas. El aire se volvía más fresco y el paisaje más escarpado. Finalmente, llegaron a una cueva donde el sabio se decía que residía.

El anciano llamó a la puerta, y después de unos momentos, una voz profunda resonó desde el interior.

—¿Quién se atreve a interrumpir mi paz?

El anciano respondió, y tras una breve conversación, se les permitió entrar. La cueva estaba iluminada por una luz tenue, y en el centro había un hombre de aspecto venerable, con una larga barba y ojos profundos que parecían haber visto siglos de historia.

—¿Qué es lo que buscan? —preguntó el sabio, observando a Mar y a su tripulación.

Mar dio un paso adelante, sintiendo el peso de su misión.

—Buscamos información sobre el Poneglyph y cualquier pista que nos pueda ayudar a encontrar a mi hermano.

El sabio la miró fijamente, como si intentara ver más allá de sus palabras. Después de un momento, sonrió ligeramente.

—La búsqueda de la verdad siempre tiene un precio. Si deseas mis conocimientos, deberás demostrar tu fuerza y tu corazón. Hay pruebas que debes superar para ganarte mi respeto.

Mar sintió una mezcla de nervios y determinación. Sabía que estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío. La búsqueda de su hermano y del One Piece era su razón de ser, y no iba a dejar que nada se interpusiera en su camino.

—Estoy lista —respondió con firmeza Mar, sintiendo cómo su determinación resonaba en cada palabra.

El sabio asintió, y con un gesto de su mano arrugada, hizo que la tripulación se preparara para las pruebas que les esperaban. La cueva en la que se encontraban estaba iluminada tenuemente por cristales que reflejaban la luz en todas direcciones, creando un ambiente casi mágico. Mar miró a su alrededor, sabiendo que cada uno de ellos tendría que enfrentar desafíos que pondrían a prueba su valor y su unión.

—Primera prueba —dijo el anciano, su voz resonando como un eco en las paredes de piedra—. Deben demostrar su valor enfrentándose a sus miedos. Aquí, en las profundidades de esta cueva, encontrarán sus propias sombras. Solo al confrontarlas podrán avanzar.

Hikari, Kaito, Ren y Mar intercambiaron miradas, sintiendo una mezcla de ansiedad y valentía. El sabio los condujo a un pasillo oscuro y húmedo, donde el aire parecía cargado de historia y secretos. Al fondo del túnel, una luz tenue iluminaba lo que parecía ser un espejo de agua, en el que podrían ver reflejadas no solo sus rostros, sino también fragmentos de sus miedos más profundos.

Hikari fue la primera en acercarse al espejo. Su reflejo comenzó a distorsionarse, revelando una imagen de sí misma en un mar de incertidumbre, incapaz de proteger a su tripulación y viéndolos desaparecer ante sus ojos. A pesar de la angustia que sentía, se armó de valor y se habló a sí misma, reconociendo que aunque el miedo era real, no estaba sola en esta búsqueda.

Luego fue el turno de Kaito. Al asomarse al agua, vio a su padre, cuya desaprobación había pesado tanto sobre él. La imagen lo confrontó con la verdad de sus inseguridades, el sentimiento de no ser lo suficientemente bueno. Pero Kaito, en lugar de dejarse llevar por la tristeza, cerró los ojos, comprendiendo que la opinión de los demás no definía su valor. Con determinación, se alejó del reflejo, sintiéndose más fuerte.

Ren fue el siguiente. Al mirar en el agua, se encontró con una imagen de soledad. En su mente, revivió momentos en los que había sentido que no encajaba, donde su deseo de ser aceptado lo había llevado a cambiar su esencia. Sin embargo, en ese instante, recordó a sus amigos, quienes siempre lo habían aceptado tal como era. Aceptando su pasado y dejando atrás el miedo a ser juzgado, Ren sonrió a su reflejo y se alejó.

Finalmente, Mar se acercó. Al mirar en el agua, vio una versión de sí misma atrapada en un laberinto de incertidumbre y dolor, donde la sombra de su hermano se desvanecía cada vez más. La angustia de no poder encontrarlo la envolvió, pero al recordar las promesas que había hecho y la fuerza de su tripulación a su lado, supo que no podía dejarse vencer.

—No te rendirás —se susurró—. Lucharás por él, por todos.

Con esa decisión firme, se dio la vuelta y se unió a su tripulación. Al verlos a todos, se sintió fortalecida. Habían enfrentado sus miedos, y eso era un primer paso crucial.

El sabio, observando el cambio en sus expresiones, sonrió levemente.

—Bien hecho. Han superado la primera prueba. Ahora, deben enfrentar el desafío de la mente. Les presentaré un acertijo. Solo aquellos que lo resuelvan podrán avanzar.

Los condujo a una sala circular, donde un antiguo altar dominaba el centro. En él había un libro abierto, con símbolos extraños y un acertijo inscrito en su página.

—Este es el acertijo —dijo el sabio—: "Soy algo que no se puede tocar, pero puede cambiar vidas. A veces me compartes, a veces me guardas. ¿Qué soy?"

Mar frunció el ceño, pensando en las palabras. Su tripulación se acercó, uniendo sus pensamientos.

—Podría ser... —empezó Hikari—, ¿un sueño?

—No, eso no encaja —interrumpió Kaito—. ¿Quizás sea el tiempo?

—No... ¡Ya sé! —exclamó Mar de repente—. ¡Es el conocimiento! Es algo que no se puede tocar, pero puede cambiar vidas y se puede compartir o guardar.

El sabio asintió, con una sonrisa de aprobación.

—Correcto. El conocimiento es una herramienta poderosa. Han demostrado que entienden su valor.

Con eso, el altar se iluminó, y un pasaje oculto se abrió detrás de él. El aire estaba impregnado de una energía antigua, y Mar sintió que se acercaban a algo significativo.

—La última prueba —dijo el sabio, guiándolos a través del pasaje—, será la prueba del corazón. Aquí es donde deben demostrar que están dispuestos a luchar por lo que aman.

El pasaje los llevó a un claro rodeado de árboles altos, donde un enorme mural tallado en piedra mostraba escenas de batallas épicas y sacrificios. En el centro, un pedestal sostenía una esfera de luz que emanaba una energía cálida.

—Para alcanzar la esfera, deberán superar su propia debilidad —explicó el sabio—. Cada uno de ustedes debe enfrentar una elección que pondrá a prueba su corazón y su determinación.

Mar sintió una profunda sensación de inquietud. Sabía que esto sería el verdadero reto. Cada uno de ellos tendría que decidir qué estaban dispuestos a sacrificar por el bien mayor.

El primer paso lo dio Kaito. Al acercarse a la esfera, una visión apareció frente a él: su vida anterior, alejado de la aventura y rodeado de la seguridad de su hogar. Pero en ese momento, vio lo que realmente deseaba: la libertad y la aventura junto a sus amigos. Kaito tomó una respiración profunda, sabiendo que no podía volver atrás. Con un gesto decidido, se alejó de la visión y extendió su mano hacia la esfera.

Luego fue el turno de Hikari, que se encontró ante la imagen de su familia, una familia disfuncional. Pero entendía que la aventura que habían emprendido era por su bien. Sin dudar, dejó atrás la imagen y se dirigió a la esfera, confiando en que sus amigos estarían orgullosos de su decisión.

Ren, sintiendo el peso de la expectación, se acercó. Una visión apareció ante él: la de un camino solitario, donde sus decisiones lo habían llevado a ser un paria, apartado de la vida que anhelaba. Pero entonces, la imagen cambió, mostrándole a su tripulación, la calidez de su amistad y la aceptación incondicional que había encontrado. Con determinación, Ren dejó atrás la soledad y, con una sonrisa, se dirigió a la esfera.

Finalmente, fue el turno de Mar. La esfera brillaba intensamente, pero a su alrededor, las visiones la atormentaban: la posibilidad de perder a su hermano para siempre, de no ser capaz de cumplir su promesa de encontrarlo. Sin embargo, recordó a su tripulación, su fuerza y su amor por ellos. Sabía que no podía permitir que el miedo la dominara.

—No me rendiré —murmuró—. Lucharé por todos nosotros.

Con ese pensamiento, se dirigió a la esfera y, al tocarla, una ola de energía recorrió su cuerpo. La esfera brilló intensamente, y una luz envolvió a todos ellos, conectando sus corazones y sus sueños.

Cuando la luz se desvaneció, el sabio estaba allí, observándolos con orgullo.

—Han superado todas las pruebas, demostrando valor, inteligencia y amor. Su corazón es fuerte, y están listos para conocer lo que buscan.

Con un gesto, el sabio los guió a un nuevo pasaje. Al final, un Poneglyph antiguo reposaba en un pedestal, cubierto de runas y símbolos que resonaban con la historia.

—Esto es lo que buscan —dijo el sabio—. La clave de su pasado y un paso más hacia su futuro.

Mar se acercó, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que esto era solo el comienzo de su verdadero viaje, pero ya no estaba sola. Con su tripulación a su lado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que el destino les deparara.

Mientras todos se reunían en torno al Poneglyph, Mar sintió una nueva energía fluir entre ellos. Este era el vínculo que habían forjado, un lazo irrompible de amistad y lealtad que los acompañaría en cada paso de su aventura. Juntos, se prepararon para descifrar el mensaje oculto y seguir la senda que los llevaría a su próximo destino, donde más pistas sobre su búsqueda les esperaban.

Las runas brillaban ante sus ojos, llenas de promesas y misterios que aún no comprendía del todo. Su corazón latía con fuerza, sintiendo la presencia de su tripulación a su lado, apoyándola en cada paso que daba. Sabía que esto era solo el principio de un viaje que cambiaría sus vidas para siempre.

Mientras examinaba el Poneglyph, una luz tenue comenzó a irradiar de él, proyectando imágenes y fragmentos de recuerdos en su mente. En esas visiones, Mar pudo ver a un hombre con un cabello llamativo, una mirada decidida y un aire de aventurero. Sin embargo, lo que más llamó su atención fueron las cicatrices que adornaban su rostro, marcando un paso difícil en su vida.

—¿Quién es él? —murmuró Mar para sí misma, sintiendo una mezcla de curiosidad y confusión.

En ese momento, las imágenes comenzaron a volverse más claras, y Mar se vio transportada a una isla lejana, una que parecía estar envuelta en un aura de misterio. El hombre estaba allí, enfrentándose a un grupo de hombres armados. Luchaba con habilidad y gracia, y aunque su rostro estaba en sombras, podía sentir la intensidad de su mirada. Era un guerrero, uno que había enfrentado adversidades y había salido más fuerte.

De repente, una voz resonó en su mente, una voz que parecía familiar y extraña al mismo tiempo.

—Mar... perdóname —la voz decía, llena de anhelo y melancolia—. Nunca quise abandonarte.

Mar sintió un escalofrío recorrer su espalda. Esa frase resonó en su corazón, abriendo viejas heridas que había aprendido a ignorar. ¿Podría ser que su hermano estuviera en esa isla? Pero su rostro... No podía recordarlo. Las sombras de su memoria se mezclaban con la luz del Poneglyph, como un rompecabezas que apenas comenzaba a tomar forma.

—¿Por qué no viniste a buscarme? —preguntó una vez más, sintiendo el peso de la incertidumbre en su pecho.

Las visiones se desvanecieron lentamente, y Mar se encontró de vuelta en la cueva, rodeada por su tripulación. El sabio observaba desde un rincón, con una mirada sabia y comprensiva.

—El pasado siempre tiene formas de resurgir —dijo el anciano—. Los caminos de los hermanos son a menudo más complicados de lo que parecen.

Mar se volvió hacia sus compañeros, su mente aún revuelta por las visiones. Buggy y el resto de la tripulación la miraban con expectación.

—¿Qué sucedió? —preguntó Buggy, su tono entre curioso y preocupado.

—Vi a alguien... —Mar comenzó, intentando articular sus pensamientos—. Alguien que... creo que es mi hermano. Pero no puedo recordar su rostro, solo vi sus cicatrices, eso significa que ha enfrentado grandes batallas.

La expresión de sus compañeros cambió, algunos con sorpresa y otros con preocupación. Sabían cuánto significaba su familia para Mar, y el hecho de que pudiera haber visto a su hermano despertó un rayo de esperanza.

—¿Cómo sabes que es él? —preguntó Hikari, entrecerrando los ojos.

Mar dudó, su mente luchando con la conexión entre su hermano y las visiones que había tenido.

—Dijo algo sobre mi abandono... —respondió Mar, sintiendo cómo las palabras la pesaban. La idea de haber sido abandonada por su hermano era un dolor que aún no había procesado del todo.

Buggy frunció el ceño, pensativo.

—Quizás deberíamos encontrar a ese hermano tuyo. Si realmente está cerca, podría tener respuestas. Pero, ¿hacia dónde vamos?

Mar miró hacia el Poneglyph, sintiendo la presión de las expectativas sobre sus hombros.

—No tengo idea de a qué isla deberíamos ir. El Poneglyph no tiene pistas claras, solo runas que parecen contar una historia de la antigua batalla de los hermanos. Pero si lo que vi es cierto.

Ren asintió, tomando la palabra.

—Podría ser que tu hermano aún está vivo, debemos hallarlo.

Mar sintió que su corazón se aceleraba. La idea de reencontrarse con su hermano era emocionante, pero también aterradora. No sabía cómo sería él ahora, después de todo lo que habían pasado.

—Lo sé, pero si lo encontramos... ¿qué le diré? —se preguntó, sintiendo la angustia acumularse en su pecho.

—Solo dile la verdad —respondió Kaito—. Explícale cómo te sientes y lo que has estado buscando. No hay nada más valioso que la sinceridad en estos momentos.

Mar se sintió agradecida por la sabiduría de sus amigos. En su corazón, sabía que tenía que intentarlo. Con determinación, se volvió hacia el sabio.

—¿Sabe dónde podría encontrarlo?

El anciano la miró con compasión.

—No hay un camino directo hacia él. La vida de un aventurero es incierta. Pero el destino siempre tiene maneras de unir a quienes están destinados a encontrarse. Escuchen sus corazones, y sigan las pistas que se presenten en su camino.

Mar se sintió inspirada por sus palabras.

La noche se cernía sobre la isla, un manto estrellado que cubría todo con un aire de misterio y posibilidad. Mar se encontraba sola en la cubierta de su barco, mientras sus compañeros de tripulación se habían dirigido a un restaurante local para cenar, ella había decidido quedarse atrás. Tenía algo más importante que hacer. Con su violín convertido en un arco de arquería en la mano, se sentía decidida a entrenar, a centrar su mente y prepararse para la búsqueda que tenían por delante.

Respiró hondo y, al tensar la cuerda del arco, sintió que su corazón latía con fuerza, casi en sincronía con el movimiento del mar. Apuntó, sintiendo el tirón de la cuerda contra su pecho, y se preparó para soltar la flecha.

Pero justo en ese momento, una voz familiar interrumpió su concentración.

—Faltaste a la cena —anunció Buggy al aparecer detrás de ella. Su presencia era a la vez reconfortante y desconcertante. Mar no se movió, manteniendo la mirada fija en el blanco.

—No tenía hambre —respondió con seriedad, su voz casi perdida entre el sonido del mar—. Más después de lo que pasó.

Buggy frunció el ceño, notando la tensión en sus palabras. Se acercó un poco más, intentando descifrar el motivo de su estado.

—Eso veo —dijo, y sin pensarlo demasiado, tomó otra flecha, preparándose para unirse a su entrenamiento—. Pero, ¿no crees que podría ser útil despejar tu mente con un poco de compañía?

Mar lo miró de reojo, un destello de duda en sus ojos. A veces, la compañía era lo que necesitaba, pero había algo más profundo en su corazón, algo que aún no podía definir.

—Cuando apunto, imagino su cabeza colgada ahí —comentó, con una seriedad que hizo que Buggy la mirara más atentamente—. A veces lo odio por lo que hizo.

Buggy asintió, sintiendo que la frustración de Mar resonaba en él. Aunque nunca había tenido un hermano, podía imaginar lo doloroso que debía ser llevar una carga tan pesada.

—Supongo que es difícil... con los hermanos. Nunca tuve un hermano —dijo, su voz un susurro que revelaba una vulnerabilidad inesperada.

—Recuerdo momentos a su lado —Mar comenzó a abrirse, su mirada perdida en el horizonte, como si buscara respuestas entre las estrellas—. Nuestros padres murieron en el océano cuando tenía un año, y desde entonces, él se hizo cargo de mí. Fue lo único que conocí, ahora no sé dónde está.

El silencio llenó el espacio entre ellos, y Buggy sintió que las palabras de Mar se asentaban en el aire, pesadas pero cargadas de significado. No había necesidad de más palabras; ambos comprendían la lucha que llevaban dentro.

—¿Recuerdas algo de tu hermano que pueda ayudarte? —preguntó Buggy, su tono más suave y lleno de curiosidad.

Mar se quedó pensativa, intentando recordar cada pequeño detalle que pudiera ser útil en su búsqueda.

—Lo que recuerdo es que mi hermano siempre tenía un sentido del humor —dijo, sonriendo levemente al recordarlo—. No le gustaba la violencia; resolvía los conflictos con tranquilidad. Siempre cantaba una canción antes de dormir, cada noche... una canción que mamá compuso para él y para mí. Era quien me dio este violín en mi cumpleaños.

Mientras hablaba, su mirada se centró en la luna, que brillaba con una intensidad casi mágica. La conexión entre el pasado y el presente parecía hacerse más fuerte.

—Hay noches en que sueño con él —continuó, sus ojos llenos de melancolía—. Trato de recordarlo, pero su rostro es borroso. Ni siquiera recuerdo cómo lucía la última vez que lo vi.

Buggy la observó, sintiendo cómo su corazón se apretaba al escuchar su dolor. Había algo en la forma en que ella hablaba, en la manera en que sus palabras cargaban tanto peso emocional, que lo hizo sentir una mezcla de compasión y una extraña atracción hacia ella.

—Es duro vivir con esos recuerdos —dijo finalmente, rompiendo el silencio. Su voz resonó en la quietud de la noche—. Pero tal vez eso es lo que nos hace más fuertes. Aprendemos a llevar nuestras historias con nosotros, y cada paso que damos nos acerca un poco más a la verdad.

Mar lo miró a los ojos, sintiendo que la conexión que compartían se profundizaba. Había una chispa en su mirada, algo que la hizo cuestionarse si había algo más entre ellos. Podía sentirlo, esa extraña tensión que flotaba en el aire, como si ambos estuvieran a punto de cruzar una línea invisible.

—Gracias por escucharme —dijo Mar, su voz suave, casi un susurro. Era un gesto de gratitud y una apertura hacia Buggy, y en ese momento, sintió que su carga se aligeraba.

—Siempre estaré aquí para ti —respondió Buggy, su tono lleno de sinceridad. Pero al mirarla, se dio cuenta de que había algo más en su mirada, un deseo de protegerla que iba más allá de la amistad.

—A veces creo que estoy atrapada en el pasado —continuó Mar, su voz temblorosa—. Cada vez que trato de avanzar, algo me arrastra de nuevo a esos recuerdos. ¿Cómo puedo encontrarlo si no puedo recordar cómo lucía?

Buggy sintió una punzada en su pecho, y una necesidad urgente de consolarla lo llevó a dar un paso más cerca.

—Quizás hay otras maneras de recordar, otras pistas que podrías seguir —sugirió, su voz cálida—. No tienes que hacerlo sola, Mar.

Ella asintió, sintiéndose más esperanzada, pero también más vulnerable. Era un equilibrio delicado, pero la forma en que Buggy la miraba la hacía sentir segura.

—¿Sabes? A veces me pregunto si todavía está ahí, en algún lugar, tratando de encontrarme —dijo, sus palabras saliendo en un susurro.

Buggy sintió que su corazón latía más rápido. Había algo en la manera en que Mar hablaba de su hermano que lo hizo querer protegerla con todo lo que tenía. Esa mezcla de preocupación y cariño lo dejó confuso, sintiendo que sus sentimientos por ella se volvían más intensos.

—Haré lo que sea necesario para ayudarte —prometió, sintiéndose más decidido—. No importa cuántas islas tengamos que explorar o cuántas pistas debamos seguir.

Mar lo miró, sorprendida por la sinceridad en sus ojos. Había algo en él, una fuerza que la atraía, y por un momento, el dolor del pasado se desvaneció, dejando solo la promesa de un futuro incierto pero lleno de posibilidades.

—Gracias, Buggy. Significa mucho para mí saber que puedo contar contigo —respondió, sintiendo que el vínculo entre ellos se estrechaba.

Buggy sintió un destello de felicidad, pero también la carga de la responsabilidad. Había algo más en juego, algo que no podía definir. A medida que la noche se adentraba, la tensión entre ellos crecía, una electricidad que ambos sentían pero que ninguno se atrevía a nombrar.

Sin poder evitarlo, Buggy se inclinó un poco más hacia ella, sus ojos fijos en los de Mar.

—Mar, hay algo que... —comenzó, pero la incertidumbre lo detuvo. La posibilidad de cruzar esa línea entre la amistad y algo más lo llenaba de miedo y emoción a la vez.

—¿Qué sucede? —preguntó Mar, su mirada curiosa pero algo cautelosa.

Buggy se dio cuenta de que había un abismo entre ellos, un espacio que, aunque lleno de tensión, también estaba lleno de oportunidades.

—Solo... quiero que sepas que no estás sola. Nunca lo estarás —dijo finalmente, sintiendo que era lo único que podía ofrecerle en ese momento.

Mar asintió, sintiendo el calor de sus palabras, y aunque había una confusión en su corazón, también había una chispa de esperanza.

—Juntos, encontraremos el camino —dijo, decidida.

Ambos compartieron una mirada que contenía promesas y posibilidades. En la quietud de la noche, mientras las estrellas brillaban sobre ellos, el futuro parecía más brillante. La búsqueda de su hermano no solo sería un viaje físico, sino también un viaje hacia el entendimiento de sí mismos y de la conexión que estaban formando en el proceso.

Con el corazón latiendo con fuerza, Mar y Buggy se sumieron en la conversación, dejando que la noche los envolviera en su misterio. Sabían que el camino por delante sería desafiante, pero también estaban seguros de que, juntos, podrían enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. La promesa de la amistad y de algo más comenzaba a florecer entre ellos, y aunque el futuro era incierto, estaban listos para enfrentarlo juntos.

Al día siguiente, la brisa marina era fresca, y aunque el amanecer prometía un día despejado, la atmósfera entre ellos estaba cargada de reflexión. Todos estaban allí, preparados para discutir el próximo movimiento después de lo que habían descubierto la noche anterior.

Mar, apoyada en la barandilla, observaba el mar en silencio mientras el viento revolvía su cabello. A su alrededor, los miembros de su tripulación, Hikari, Ren y Kaito, estaban sentados junto a los de Buggy, intercambiando miradas mientras esperaban que Mar hablara.

Finalmente, Mar rompió el silencio.

—Hubiera deseado tener una pista a dónde dirigirnos —dijo, su voz cargada de frustración—. Solo conseguimos una pequeña descripción de la apariencia de mi hermano: cicatrices en el rostro. No es suficiente.

Hikari, siempre tratando de ver el lado positivo, levantó la mirada y le dirigió una sonrisa amable.

—Al menos es un pequeño avance —comentó, intentando aliviar la tensión—. Quizás no tenía cicatrices antes del abandono, pero nos dio un indicio sobre su apariencia.

Mar asintió lentamente, pero no parecía demasiado convencida.

—No creo que sea la única persona en los mares con cicatrices en el rostro —continuó, su tono algo resignado—. Hay muchos piratas con cicatrices... Si mi hermano fuera un capitán de una tripulación reconocida, como fue la de Roger D. Gold antes de su ejecución, ya hubiera visto su rostro en un cartel de "Se Busca", y habría acabado la misión con rapidez.

Kaito, que hasta ahora había estado escuchando en silencio, intervino con su habitual tono pragmático.

—Eso sería lo fácil, ¿no? —comentó mientras cruzaba los brazos—. Pero esta no es una misión fácil, Mar. Tendrás que esforzarte más, incluso cuando la información parezca mínima, esos pequeños detalles podrían marcar la diferencia.

Mar apretó los puños y suspiró profundamente, consciente de la verdad en las palabras de Kaito, pero aún no podía evitar sentirse atrapada en la incertidumbre. Volvió a mirar al mar, buscando en el horizonte una señal, una respuesta que no llegaba.

—Es cierto... —admitió finalmente, bajando la cabeza. Pero el peso de todo lo que no sabía aún la agobiaba. Era como intentar reconstruir un rompecabezas con solo unas pocas piezas, sabiendo que sin una imagen completa, cualquier avance se sentía insuficiente.

Buggy había notado que, desde la noche anterior, Mar estaba más pensativa, su lucha interna cada vez más evidente.

—Escucha —comenzó Buggy, atrayendo la atención de todos—. Sé que las cicatrices no son una pista perfecta, pero no podemos descartar nada. No sabemos lo que tu hermano ha vivido desde que te dejó. Quizás esas cicatrices cuenten una historia que aún no conocemos. Y aunque no tengamos un cartel de "Se Busca" con su rostro, eso no significa que no esté ahí afuera. Solo tenemos que seguir buscando.

Mar lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Sabía que Buggy tenía razón, pero la desesperación por encontrar a su hermano se hacía más pesada con cada día que pasaba sin respuestas claras.

—Sé que debemos seguir buscando —respondió ella con un tono más suave—, pero... la verdad es que me aterra no reconocerlo cuando finalmente lo vea y ahora solo tengo este pequeño detalle: las cicatrices. ¿Qué pasa si me equivoco?

Ren, que había estado apoyado contra el mástil del barco, se adelantó. Era raro que hablara mucho en estas reuniones, pero sabía lo importante que era para Mar mantener la fe en su búsqueda.

—Mar, tu hermano dejó una marca en ti —dijo con calma—. Tal vez no recuerdes, pero él te crió y te protegió el tiempo compartido. Cuando lo encuentres, lo sabrás. No por su cara o su nombre, sino por la conexión que compartieron.

Las palabras de Ren resonaron profundamente en Mar. Aunque no solía expresarlo, siempre había sentido que, de alguna manera, su conexión con su hermano estaba más allá de la memoria física. Aún así, la duda seguía acechando.

—Gracias, Ren —dijo ella, con una leve sonrisa de agradecimiento.

A pesar de la pequeña motivación que las palabras de su tripulación le brindaban, seguía habiendo una pregunta clave que debían resolver: ¿a qué isla ir ahora? Si bien sabían más sobre la apariencia de su hermano, eso no les daba una dirección concreta para continuar su búsqueda.

Kaito miró a Buggy y a su tripulación, esperando alguna sugerencia. Sabía que ellos también tenían experiencia en este tipo de búsquedas y podría haber algo que se les escapaba.

—¿Alguna idea de dónde deberíamos buscar ahora? —preguntó Kaito, mirando primero a Buggy, luego al resto.

Buggy, siempre el estratega, se llevó una mano a la barbilla, pensativo.

—Si buscamos a alguien con cicatrices en el rostro y con la experiencia de haber sido pirata, tal vez deberíamos centrarnos en islas conocidas por ser refugios de antiguos miembros de tripulaciones famosas —sugirió, su mirada seria—. Algunos piratas que sirvieron bajo grandes capitanes podrían estar escondidos o llevando vidas más discretas, pero seguirían siendo reconocibles entre los círculos piratas.

Hikari asintió, considerando la sugerencia.

—Tal vez las islas donde solían anclar piratas conocidos podrían ser un buen lugar para empezar. Siempre hay historias y rumores sobre los que alguna vez navegaron en grandes tripulaciones. Tal vez alguien haya visto a un hombre con cicatrices.

Mar frunció el ceño. Sabía que debía seguir adelante, pero sentía que las respuestas seguían lejos de su alcance.

—Entonces, ¿buscamos en esas islas primero? —preguntó, su tono cargado de duda.

—Es lo mejor que tenemos ahora —respondió Buggy, mirándola fijamente. Sabía que Mar estaba luchando internamente, y deseaba poder ofrecerle más certezas, pero el mundo en el que vivían raramente daba respuestas claras.

—Lo que sea necesario —murmuró Mar, más para sí misma que para los demás. Aún no tenían un destino claro, pero sentía que cada paso los acercaba más a la verdad, aunque no lo pareciera.

La tripulación se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre su siguiente movimiento. Aunque no tenían un destino inmediato, sabían que seguir buscando era la única opción. Las cicatrices de su hermano, una pista mínima, se convertirían en su brújula temporal.

Finalmente, Kaito habló de nuevo, con un tono más optimista.

—No importa cuántos mares tengamos que cruzar. Encontraremos una isla que nos dé la respuesta que necesitamos. Este es solo el principio.

Mar asintió, finalmente sintiéndose un poco más en paz. Aunque el camino aún era incierto, no estaba sola. Su tripulación, y ahora la de Buggy, estaban con ella. Y mientras sigan navegando juntos, sabía que eventualmente encontrarían lo que estaban buscando.

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