── 𝟎𝟐. 𝐓𝐫𝐮𝐬𝐭 𝐦𝐞
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒 ── 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐈𝐀 𝐄𝐍 𝐌𝐈
Pasaron años desde la ejecución de Roger D. Gold, pero las imágenes de aquel fatídico día aún estaban grabadas en la mente de Mar, la sonrisa de Roger y el grito entre la multitud ante el final de su vida, apenas era una niña de seis, a lado de su hermano mayor y todo había cambiado desde entonces, su hermano había estado diferente, más distante, más ensimismado en sus pensamientos. Aunque intentaba seguir siendo el mismo hermano protector y alegre, Mar sabía que algo en él se había roto aquel día cuando vio a Roger ser ejecutado.
| 1 año después de la muerte de Roger |
Las olas chocaban suavemente contra el muelle de madera, mientras el sonido del agua llenaba el aire con una calma tensa. Mar, una niña de apenas siete años, permanecía de pie bajo la lluvia, con el cabello empapado pegado a su rostro. Sus manos, pequeñas pero fuertes para su edad, sostenían el violín que su hermano le había regalado años atrás. La madera del instrumento estaba fría y húmeda, pero para ella seguía siendo el único vínculo tangible con su familia, los días que pasaban juntos se habían vuelto menos frecuentes, y el brillo en sus ojos que ella tanto admiraba, parecía apagarse lentamente.
Su hermano estaba en la cubierta del barco, su capa ondeando con el viento, y su mirada fija en el horizonte, su tripulación estaba ya a bordo, preparándose para zarpar. Había una emoción contenida entre ellos, pero también un silencio incómodo, como si todos supieran lo que estaba por suceder, sin embargo, no podía evitar mirar hacia el muelle, donde Mar esperaba, sabía que esta sería la última vez que la vería por un tiempo muy largo.
Mar, inocente pero perceptiva, había sentido durante semanas que algo estaba mal, no era tan abierto como antes, y aunque todavía jugaba con ella y le enseñaba trucos con la espada, había una distancia creciente entre ellos.
—¿A donde vas? —llamó con voz temblorosa, mientras daba unos pasos hacia el barco—. ¿Por qué no me llevas contigo?
El no respondió de inmediato, se pasó una mano por el cabello empapado y miró hacia abajo, evitando el contacto visual. Sabía que debía despedirse, pero no sabía cómo, no quería que Mar se sintiera abandonada, pero no podía exponerla a los peligros que enfrentaría en su búsqueda del One Piece.
Finalmente, su hermano bajó del barco y caminó hacia ella, sus botas resonando contra la madera del muelle, se arrodilló para estar a su altura, con una sonrisa suave pero triste en los labios. Mar lo miraba con sus grandes ojos llenos de confusión y miedo.
—Mar... —comenzó, con la voz quebrada—. Tienes que ser fuerte, ¿de acuerdo? Eres muy valiente, mucho más de lo que yo era a tu edad. Pero... tengo que irme.
Los labios de Mar temblaron. Sabía lo que eso significaba, pero no quería aceptarlo.
—¿Te vas? —preguntó, sus ojos llenándose de lágrimas—. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo ir contigo? ¡Siempre me llevas contigo!
Tragó con fuerza, tratando de mantener la compostura, la mirada en los ojos de Mar lo destrozaba por dentro, pero tenía que hacerlo.
—Este no es un viaje para ti, pequeña —dijo, intentando sonreír para tranquilizarla—. Donde voy ahora, será peligroso, y no puedo arriesgarme a que te pase algo, necesito que te quedes aquí y sigas practicando. Sigue tocando el violín, sigue mejorando con la espada. Eres una chica increíble, y sé que harás grandes cosas.
Mar negó con la cabeza, las lágrimas deslizándose por su rostro.
—¡No! ¡No quiero quedarme aquí sola! ¡Quiero ir contigo! ¡Quiero estar contigo! —gritó desesperada, aferrándose a su brazo con fuerza—. ¡Por favor, no me dejes!
Su hermano sintió que su corazón se rompía. Quería tomarla entre sus brazos y prometerle que siempre estaría allí para ella, pero sabía que no podía hacerlo. El One Piece, el gran tesoro de Gol D. Roger, era un destino que él había decidido perseguir, y no podía arrastrar a su hermana menor a ese camino.
—Lo siento, Mar —murmuró, su voz quebrándose—. Pero no puedo llevarte conmigo
Mar lo miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. El hombre que siempre había estado a su lado, el único familiar que le quedaba, la estaba abandonando, la abrazó con fuerza, sus lágrimas mezclándose con la lluvia que caía sobre ambos.
—Prometo que regresaré —susurró, aunque en el fondo no estaba seguro de cuándo o si podría cumplir esa promesa—. Pero hasta que lo haga, tienes que ser fuerte por ti misma, ¿de acuerdo? Tienes que seguir adelante.
Mar no respondió. Sus pequeñas manos estaban apretadas en los pliegues de la capa de su hermano, pero ya no podía detener las lágrimas. Sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor, y aunque quería gritar, quería suplicarle que se quedara, sabía que no podía detenerlo.
—Yo... —intentó hablar, pero las palabras no salían—. Yo también seré fuerte.
Se apartó lentamente, y vio la pequeña pero valiente resolución en el rostro de su hermana. La besó en la frente y le acarició el cabello, antes de levantarse y comenzar a caminar hacia el barco.
Mar se quedó en el muelle, observando cómo su hermano subía a bordo y se alejaba. La lluvia seguía cayendo, pero no le importaba. Sabía que ese momento cambiaría su vida para siempre.
Mientras su barco desaparecía en el horizonte, Mar se quedó sola en el puerto, con el violín en sus manos, bajo la fría lluvia que ocultaba sus lágrimas.
A lo lejos, una figura observaba en silencio. Un hombre alto, de porte elegante, con una gran espada a su espalda. Mihawk había estado observando en silencio toda la escena. Sabía lo que era perder a alguien, lo que era enfrentarse al mundo solo. Y en aquella niña, reconocía una fuerza que otros tal vez no veían aún.
Mihawk, desde la sombra de un callejón cercano, clavó sus ojos en la pequeña figura de Mar, que seguía de pie, inmóvil, mirando hacia donde su hermano se había ido. No dijo una palabra, pero en su mente, comenzaba a formarse un destino. Sabía que esa niña sola, con un violín en sus manos, tendría un futuro diferente.
| En la actualidad |
Mar estaba sentada cerca de la proa, su violín apoyado en su regazo mientras miraba hacia el horizonte oscuro, como si buscara respuestas en las estrellas. El viento agitaba suavemente su cabello, mientras el murmullo de las olas chocando contra el barco llenaba el silencio de la noche. Era una de esas noches donde los recuerdos del pasado volvían a su mente, en especial ese día en el que su hermano la abandonó.
Habían pasado tantos años desde entonces, pero aún sentía ese vacío. Recordaba la forma en que su hermano se alejaba sin mirar atrás, su rostro se desvaneciera cada vez más en su memoria, y eso la inquietaba profundamente.
Mientras Mar estaba inmersa en sus pensamientos, escuchó pasos acercándose, no estaba sola en el barco; tenía una pequeña tripulación que confiaba en ella, aunque esta noche sus rostros mostraban preocupación. Hikari, Ren y Kaito, los tres miembros más cercanos de su tripulación, se acercaron con cautela. Era evidente que algo los estaba inquietando.
Hikari, la segunda al mando, era una joven de gran inteligencia y determinación, había sido la primera en unirse a Mar cuando La Balada de los Vientos zarpó por primera vez. Su lealtad hacia Mar era incuestionable, y siempre se encargaba de mantener el orden entre la tripulación. Su mente estratégica había sido clave en varias batallas, y era quien siempre analizaba los riesgos antes de tomar decisiones.
Ren, el más joven del grupo, era un navegante inexperto pero con un gran corazón. Había sido rescatado por Mar cuando era apenas un adolescente, y desde entonces había desarrollado un fuerte sentido de admiración hacia ella. Aunque era inseguro a veces, su habilidad con el timón había salvado al barco en más de una ocasión. Era evidente que lo que quería decirle a Mar le estaba costando mucho, pues su mirada evitaba encontrarse con la de ella.
Kaito, el último en acercarse, era el espadachín de la tripulación. Silencioso y observador, Kaito solía mantenerse en un segundo plano, pero cuando hablaba, todos lo escuchaban. Había sido testigo de muchas batallas junto a Mar, y aunque rara vez compartía sus emociones, esta noche su rostro mostraba una preocupación inusual. Él confiaba plenamente en las decisiones de Mar, pero parecía estar inquieto por lo que los rodeaba.
—Capitana —dijo finalmente Hikari, rompiendo el silencio de la noche—. Tenemos que hablar contigo. La tripulación está... preocupada.
Mar se giró hacia ellos, dejando su violín a un lado. Podía sentir la tensión en el aire. Hikari, siempre directa, fue la primera en hablar.
—Es sobre Buggy... —continuó Hikari, con una ligera vacilación en su voz—. Sabemos que lo conociste hace poco, pero hay rumores. La tripulación está nerviosa. Buggy es un pirata peligroso, y su relación con otros piratas ha hecho que muchos lo vean como una amenaza. Algunos de nuestros hombres piensan que al asociarnos con él, podríamos estar atrayendo problemas que no necesitamos.
Ren dio un paso al frente, más titubeante que Hikari, pero con el rostro lleno de preocupación.
—Capitana, yo... yo también estoy preocupado —confesó Ren—. Buggy tiene muchos enemigos. Si seguimos viéndonos con él, podríamos meternos en un lío con piratas más poderosos, o incluso con la Marina. Nosotros no somos como él... solo queremos seguir navegando sin hacer enemigos innecesarios.
Mar los escuchaba atentamente, notando la preocupación genuina en sus voces. Sabía que Buggy tenía una reputación, pero también sabía que su vida como pirata siempre estaba llena de riesgos. Había algo en Buggy que la intrigaba, pero también comprendía las dudas de su tripulación. Como capitana, su deber era protegerlos, pero también guiarlos a través de las decisiones difíciles.
Kaito, quien había estado en silencio todo este tiempo, finalmente intervino, con su tono bajo pero decidido.
—No estoy diciendo que no confiemos en ti, Mar —dijo Kaito, cruzando los brazos—. Sabemos que siempre has tomado las mejores decisiones para la tripulación. Pero... Buggy no es cualquier pirata. Él es impredecible. No sabemos si al estar cerca de él, podríamos ser arrastrados a sus batallas. Yo solo... no quiero ver a nuestra tripulación en peligro innecesario.
Mar asintió lentamente, sintiendo el peso de la preocupación de sus compañeros. Sabía que estaban en lo correcto en ser cautelosos, pero también entendía que, como piratas, los peligros eran parte de su estilo de vida.
Se levantó de su lugar y caminó hacia la barandilla del barco, mirando el vasto océano bajo la luz de la luna. Después de unos momentos de reflexión, habló.
—Entiendo sus miedos —comenzó, con una voz tranquila pero firme—. Sé que Buggy tiene una reputación que asusta a muchos, y sé que hacer enemigos en estos mares es peligroso. Pero quiero que recuerden por qué estamos aquí y entiendo que la idea de hacer enemigos sin razón no les guste. No estamos buscando el One Piece, y nunca lo hemos hecho. Nuestro viaje no se trata de conquistar el mundo o de enfrentarnos a los piratas más poderosos. No somos piratas porque queramos evitar problemas o escondernos de los peligros. Somos piratas porque buscamos libertad, porque navegamos bajo nuestras propias reglas.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras resonaran en la mente de su tripulación.
—Cada vez que nos adentremos en estos mares, haremos amigos y enemigos. Eso es inevitable. Pero la verdadera pregunta es: ¿vamos a dejar que el miedo nos detenga? —los miró directamente, con una intensidad que mostraba su determinación—. No podemos vivir con miedo a lo que Buggy pueda traer o cualquier pirata. Si nos cruzamos con sus enemigos, los enfrentaremos como siempre lo hemos hecho: juntos.
Ren la miraba con una mezcla de admiración y alivio, como si las palabras de Mar le hubieran dado la seguridad que necesitaba. Hikari, aunque aún pensativa, asintió con determinación, sabiendo que Mar siempre había sido una líder justa y sensata.
—¿Qué haremos si sus enemigos vienen tras nosotros, Capitana? —preguntó Kaito, aunque su tono ahora era más una pregunta estratégica que un reproche—. Alvida es una de las pocas piratas en que podemos confiar
Mar sonrió ligeramente.
—Si eso pasa, lucharemos, no huiremos ni nos esconderemos. Lucharemos como siempre lo hemos hecho, con coraje y fuerza. Pero no creo que Buggy sea tan impredecible como todos piensan. Si bien su reputación puede ser temida, yo he visto algo en él que los demás no ven.
Ren dio un paso hacia adelante, aún algo inseguro, pero con una nueva pregunta en mente.
—Capitana, si no buscamos el One Piece, ¿qué estamos buscando realmente? —preguntó, su voz llena de curiosidad—. Todos hemos seguido este barco por la promesa de libertad, pero... ¿hay algo más que nos impulsa?
Mar lo miró con una sonrisa suave, apreciando su sinceridad.
—Lo que estamos buscando no es un tesoro legendario o la fama. Buscamos algo mucho más importante: un lugar en el mundo donde podamos ser quienes somos, sin las ataduras de la Marina o de las ambiciones egoístas de otros piratas. Para mí, mi misión es encontrar a mi hermano que me abandonó. Para ustedes, puede ser algo diferente. Lo que importa es que navegamos juntos, no por una promesa vana, sino por el deseo de ser libres.
La tripulación la escuchó en silencio, pero la confianza en sus rostros era palpable. Sabían que Mar no los guiaría hacia la destrucción sin una razón clara. Si ella confiaba en que podían manejar a Buggy y lo que él representaba, ellos también lo harían.
Ren fue el primero en romper el silencio, con una leve sonrisa en su rostro.
—Confiamos en ti, Capitana. Solo... necesitábamos escuchar eso.
Hikari asintió, su expresión más relajada ahora.
—Si tú crees que es la mejor decisión, te apoyaremos. Siempre lo hemos hecho.
Kaito, fiel a su naturaleza, simplemente asintió con una sonrisa apenas perceptible, sabiendo que la decisión de Mar era lo correcto.
Mar se sintió aliviada, pero también fortalecida por la confianza de su tripulación. Sabía que enfrentarse a los peligros de los mares no sería fácil, pero mientras estuvieran unidos, podrían superar cualquier cosa.
—Gracias por confiar en mí —dijo Mar finalmente—. Ahora, váyanse a descansar. Mañana será un día largo.
Mientras los tres se alejaban, Mar volvió a quedarse sola en la cubierta, mirando el horizonte bajo la luz de la luna, aunque el pasado seguía rondando en su mente, sabía que con su tripulación a su lado, no tenía por qué temer lo que el futuro le deparara.
| Mientras tanto, Big Top |
Buggy estaba sentado en su habitual trono improvisado, con su característica nariz roja brillando bajo los últimos rayos del sol. Sus hombres más cercanos, Cabaji y Mohji, estaban a su lado, listos para cualquier orden que el capitán pudiera darles.
Buggy tamborileaba los dedos sobre el reposabrazos, su mente claramente ocupada en algo, su reciente encuentro con la enigmática pirata violinista había dejado una impresión.
—Entonces, capitán, ¿qué piensas hacer con respecto a la violinista? —preguntó Cabaji, rompiendo el silencio con un tono casual mientras se inclinaba contra una caja de suministros.
Mohji, que estaba de pie junto a Richie, acariciando la melena del león, levantó la vista con curiosidad, aunque no dijo nada.
Buggy hizo una mueca, frunciendo el ceño.
—Mar, ¿eh? Esa mujer es intrigante, lo admito —dijo Buggy, estirándose un poco en su asiento—. Pero lo que más me interesa no es su maldito violín, ni su fuerza. Es la posibilidad de hacer una alianza con ella.
Cabaji asintió, claramente viendo el ángulo que Buggy estaba explorando.
—¿Una alianza? —repitió, afilando una de sus espadas mientras hablaba—. Suena a que tienes algo en mente.
—Por supuesto que lo tengo —dijo Buggy, inflando el pecho con orgullo—. Esa mujer tiene una reputación. Entrenada por Dracule Mihawk, nada menos. Y su tripulación... no es grande, pero parece leal. Tener a alguien como ella de mi lado solo fortalecería mi posición en los mares.
Mohji finalmente habló, con su tono reservado de siempre.
—Pero, capitán, ¿por qué ella aceptaría una alianza? Parece ser alguien que va por su propio camino. Además, no parece que esté interesada en el One Piece. Su motivación parece... diferente.
Buggy rió con desdén.
—¡Exacto! No le interesa el One Piece, y eso es lo mejor. No es una rival en la búsqueda. Pero tiene una habilidad formidable, y sus conexiones podrían ser útiles. Incluso si no quiere el One Piece, puede ayudarme a conseguirlo. Es una oportunidad que no puedo dejar pasar.
Cabaji sonrió levemente, claramente apreciando el plan de Buggy.
—Entonces, ¿cómo planeas proponerle esta alianza? No parece del tipo que se deje manipular fácilmente.
Buggy se levantó de su asiento, caminando por la cubierta con las manos detrás de la espalda. Pensaba en cómo presentarse ante Mar sin parecer demasiado ansioso o necesitado.
—Voy a hacer que sea una oferta que no pueda rechazar —respondió finalmente, sonriendo con su característica sonrisa de payaso—. Primero, le mostraré que no soy alguien con quien quiera enemistarse. Luego, le ofreceré algo que le interese. No sé qué, aún, pero todos tienen un precio. Y, si todo falla, siempre puedo recurrir a mi poder de persuasión... —hizo un gesto hacia sus dagas de circo.
Mohji levantó una ceja.
—¿Persuasión o amenazas? —preguntó con calma.
—¡Llámalo como quieras! —exclamó Buggy, agitando las manos—. ¡Lo que sea necesario para que esa violinista vea que esta alianza es lo mejor que puede hacer!
Cabaji no pudo evitar reírse un poco.
—Tienes razón, capitán. Aunque, debo admitir, me sorprende que no hayas intentado tomarla como prisionera o usarla como ventaja desde el principio. Parece... diferente de tu estilo habitual.
Buggy frunció el ceño, claramente irritado por el comentario.
—¡No soy un bárbaro, Cabaji! —protestó, golpeando el suelo con su pie—. Bueno, no siempre. Pero, ¿qué sentido tendría apresarla? No quiero que sea una prisionera, quiero que sea una aliada, alguien con quien pueda contar. Y si puedo ganarme su lealtad, será mucho más valiosa que cualquier otra cosa.
Mohji se quedó pensativo por un momento antes de hablar.
—Tal vez deberías enfocarte en lo que ella está buscando. Si no es el One Piece, podría ser otra cosa. Ella mencionó a su hermano, pero no parece recordar mucho de él.
Buggy se detuvo en seco, girando para mirar a Mohji.
—¿Su hermano? —repitió, interesado—. No sabía eso. ¿Dijo algo más?
—Solo que estaba buscándolo, pero parece que su recuerdo es borroso. No le da mucha importancia al One Piece, pero parece que encontrar a su hermano es algo que la mueve.
Buggy sonrió de nuevo, esta vez de forma más calculadora.
—Interesante... —murmuró—. Tal vez ahí esté la clave. Si puedo ayudarla a encontrar a su hermano, o al menos darle pistas, estará en deuda conmigo. Y una vez que esté en deuda, ¡la tengo!
Cabaji se levantó, estirándose.
—Suena a un buen plan, capitán. Pero ten cuidado. Las personas que buscan a alguien querido pueden ser impredecibles. Si intentas manipularla, podría volverse en tu contra.
Buggy se rió, completamente seguro de sí mismo.
—¡Yo, manipular a alguien! —bromeó, levantando las manos en un gesto inocente—. Solo estoy siendo estratégico. Si resulta que su hermano está muerto, o si no puedo encontrarlo, siempre puedo ofrecerle otra cosa.
—Capitán... —dijo Mohji en tono de advertencia—, no subestimes a alguien como ella. Tiene la fuerza y el entrenamiento de Mihawk. No queremos crear enemigos innecesarios.
Buggy bufó, desestimando la preocupación de Mohji.
—¿Enemigos? ¡Yo soy Buggy el Payaso! ¡Nadie se atreve a desafiarme! Y si lo hacen... ¡bueno, ya saben cómo termina eso!
Pero mientras Buggy volvía a su asiento con una nueva confianza, su mente estaba claramente enfocada en Mar. Aún no lo sabía, pero esta pirata violinista no solo sería una pieza clave en sus planes, sino que pronto sacudiría su mundo de maneras que no podía prever.
La alianza que Buggy planeaba proponer no sería una simple estrategia, sino el primer paso en un camino mucho más complicado, lleno de intrigas, emociones y, quizás, algo que Buggy ni siquiera se atrevería a admitir: una conexión real más allá de la conveniencia pirata.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro