── 𝟎𝟏. 𝐍𝐢𝐜𝐞 𝐭𝐨 𝐦𝐞𝐞𝐭 𝐲𝐨𝐮
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎 ── 𝐔𝐍 𝐆𝐔𝐒𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑𝐓𝐄
| 6 años antes, en alguna parte de Grand Line |
Mar pasaba la mayor parte del tiempo del día a lado de Dracule Mihawk, los entrenamientos la llevaba hasta al agotamiento físico y emocional, la reputación y el nombre de Mar ya estaba en la boca de muchos piratas, hasta los Marineros que escuchaban rumores sobre su relación con el espadachín más fuerte de los mares, mismo que no le sorprendía de su comportamiento para no pasar desapercibida, las personas hablaban sin cesar sobre aquella aprendiz.
Mar ya era conocida por muchos piratas y marineros como la "Pirata Violinista," la aprendiz del legendario Dracule Mihawk. Aunque no le importaba demasiado lo que la gente dijera de ella, sabía que la atención constante y los rumores eran una consecuencia inevitable de estar bajo la tutela de uno de los hombres más temidos de los mares.
Su vida con Mihawk había sido dura, el entrenamiento no era solo físico, sino mental. Día tras día, Mihawk la empujaba más allá de sus límites, tanto con la espada como con su arco, perfeccionando su técnica hasta el más mínimo detalle, su agotamiento físico era constante, pero el verdadero desafío estaba en la mente: la necesidad de mantener el foco, de resistir el miedo y la duda, de convertirse en algo más que una simple pirata. Mihawk nunca fue suave, y esa brutalidad fue lo que la moldeó. Sin embargo, había momentos en los que necesitaba un respiro, una pausa para alejarse de esa disciplina implacable.
Una de esas noches, Mar decidió que ya era suficiente por el día, el agotamiento le pesaba, y necesitaba algo de aire, se encontraba en una pequeña isla, en la que se había detenido con Mihawk por un tiempo, aprovechando que él se mantenía en su típico silencio introspectivo, decidió salir. Su destino: un bar en el puerto. El lugar había llamado su atención en una de sus primeras visitas al pueblo. Era un bar ruidoso, lleno de piratas, mercenarios y viajeros que buscaban ahogar sus penas o celebrar sus pequeñas victorias en el caos de los mares.
Cuando Mar entró, el ambiente cambió ligeramente. A pesar de su juventud, muchos reconocieron de inmediato quién era. Algunos se quedaron boquiabiertos al verla; otros cuchicheaban entre sí, asombrados de ver a la famosa "Pirata Violinista." El murmullo en el bar aumentó, pero ella lo ignoró con un aire de indiferencia, se movió con la gracia y la confianza que había adquirido con los años de entrenamiento, su mirada era calculada, siempre vigilante, como le había enseñado Mihawk.
Se sentó en la barra desde donde podía observar a los demás sin dejar de ver el puerto. El tabernero, un hombre de mediana edad con una cicatriz que cruzaba su rostro, se acercó rápidamente a tomar su orden.
—¿Qué te traigo? —preguntó, claramente nervioso al tener una clienta tan reconocida en su bar.
—De la mejor calidad que tienen —respondió Mar, sin apartar la vista del mar que se extendía ante ella—. Que sea fuerte.
El tabernero asintió con rapidez y se apresuró a cumplir la orden. Mar observaba el ambiente, captando fragmentos de conversaciones, algunos sobre cazar tesoros, otros sobre la guerra entre piratas y marines, pero uno en particular captó su atención, en una esquina, rodeada de algunos hombres y mujeres pirata, estaba Alvida, la famosa pirata conocida por su brutalidad, su risa era inconfundible, fuerte y desinhibida, mientras contaba historias de sus aventuras y de los hombres que había aplastado sin piedad.
—...y entonces el pobre diablo ni siquiera supo lo que le golpeó —decía Alvida, levantando su copa mientras sus seguidores reían—. ¿Quién iba a imaginar que una mujer como yo podría ser también la más fuerte?
Mar levantó una ceja, ya había oído hablar de Alvida, pero nunca la había visto en persona. La pirata tenía una presencia imponente, lo que realmente resaltaba en ella era su confianza desbordante, una arrogancia que a muchos les habría resultado insoportable, una de las cualidades que le impresionaba a Mar
La conversación continuó hasta que, finalmente, la mirada de Alvida se encontró con la de Mar, por un momento, hubo silencio entre ambas, un silencio pesado que llenó el espacio entre las dos mesas. Alvida dejó su copa en la mesa, y sus labios se curvaron en una sonrisa pícara.
—Bueno, bueno, si no es la famosa Pirata Violinista—dijo Alvida, con una voz cargada de curiosidad—. He oído hablar mucho de ti. ¿Qué te trae a este pequeño rincón del mundo?
Mar se mantuvo en silencio por unos instantes, evaluando a la mujer que tenía frente a ella. No era alguien que se dejara intimidar fácilmente, pero también sabía cuándo era prudente hablar.
—Solo un descanso —respondió finalmente, con una voz serena pero firme—. A veces, incluso los entrenamientos más duros necesitan una pausa.
Alvida soltó una carcajada, atrayendo la atención de todos los presentes. El ambiente en el bar se volvía cada vez más tenso, pero también lleno de curiosidad. Era raro ver a dos mujeres piratas tan conocidas intercambiar palabras.
—Oh, claro, seguro que el espadachín Mihawk te ha estado presionando mucho —respondió Alvida, entrecerrando los ojos mientras se acomodaba en su silla—. Pero dime, ¿realmente crees que te ha enseñado todo lo que necesitas saber para sobrevivir en este mundo? Ser fuerte no es solo cuestión de habilidad, Violinista, también es cuestión de saber cómo manejar a los demás.
—No todo se trata de poder sobre los demás —replicó Mar, con una calma inquebrantable—. A veces, es simplemente saber cuál es tu lugar en este mundo, y seguir adelante.
Alvida sonrió, claramente entretenida por la respuesta de Mar. Levantó su copa y la inclinó hacia ella.
—Sabes, me caes bien, Violinista —dijo, su tono ligeramente más amistoso—. Quizás algún día podamos tener una verdadera charla. Quién sabe, podría aprender algo de ti... o tú de mí.
Mar asintió, sin decir nada más. No necesitaba hacer alarde de su fuerza ni de sus habilidades, eso ya estaba claro. Pero algo en Alvida la intrigaba. Había algo más detrás de esa fuerza que no podía descifrar del todo.
El tabernero regresó con la bebida indicada por Mar y se lo entregó, quien lo bebió de un solo trago, sintio el ardor en su garganta, pero no le molestaba. Al contrario, la ayudaba a mantener la mente clara.
Mientras las conversaciones en el bar volvían a su ritmo habitual, Mar observaba a Alvida de reojo, pensando en las palabras de la pirata, no sería la última vez que se cruzarían en el camino. Y mientras Mihawk la esperaba en la isla, algo en ella sentía que el verdadero entrenamiento no siempre ocurría con una espada en mano, sino en lugares como este, donde las palabras y las mentes afiladas eran igual de peligrosas que cualquier arma.
La noche continuó, pero el primer encuentro entre Mar y Alvida quedó marcado en la memoria de ambas.
| En la actualidad |
Mar estaba en la proa de "La Balada de los Vientos" diez días después de emprender su camino, su mirada fija en el horizonte mientras el viento acariciaba su rostro y hacía bailar su largo cabello al compás de las olas. El sonido de las velas y las cuerdas al tensarse con el viento era casi musical, un ritmo que la calmaba mientras aguardaba la llegada a la próxima isla. Sabía que pronto se encontraría con su querida amiga Alvida, una de las pocas personas en quienes podía confiar en el vasto y traicionero mundo pirata.
Su tripulación, compuesta por hombres y mujeres que habían sufrido pérdidas y traiciones como ella, se movía por la cubierta en silencio, manteniendo la vigilancia. Mar los había rescatado de situaciones difíciles, y en su barco, les había ofrecido un lugar donde podían luchar por algo más grande que ellos mismos, respetaba a su capitana no solo por su habilidad con el violín y el arco, sino también por su corazón. Sabían que "La Balada de los Vientos" no solo era su hogar, sino también el eco de la vida y las decisiones que Mar había tomado, hasta Mihawk había dado su admiración en ella.
Cuando llegaron a la isla, el puerto estaba tan bullicioso como cualquier otro. Mar caminó con determinación, flanqueada por su tripulación mientras se dirigía a un bar donde había acordado encontrarse con Alvida. La isla era conocida por sus bares llenos de piratas, comerciantes y contrabandistas, y el ambiente cargado de peligro no era desconocido para Mar.
El bar estaba lleno de humo y el sonido de conversaciones animadas, peleas a medio empezar y el tintineo de las copas llenaba el ambiente. Al entrar, Mar sintió las miradas clavarse en ella; su presencia era imponente. No era solo su belleza lo que atraía la atención, sino el aura que la rodeaba, la confianza que exudaba al moverse con la gracia de una líder experimentada. El violín colgado a su espalda, reconvertido en un arco mortal, era un recordatorio de que Mar no era una pirata cualquiera, se decía que su música podía tanto calmar como destruir, y muchos de los presentes en el bar ya habían escuchado las leyendas sobre ella: Mar, la pirata violinista. Alvida ya estaba allí, sentada en una esquina con una sonrisa de suficiencia, como si controlara todo el lugar con solo estar presente. Sus ojos brillaron al ver a Mar entrar.
—¡Mar! —exclamó Alvida, levantando una copa para saludarla—. Pensé que te habías olvidado de mí.
—¿Cómo podría olvidarte, Alvida? —respondió Mar con una sonrisa mientras se acercaba a la mesa y tomaba asiento frente a ella—. Las reuniones contigo siempre son las más... memorables.
Se inclinaron hacia delante y estrecharon las manos, brindando en silencio por la amistad y las batallas compartidas. Alvida observó a Mar con una mirada curiosa, notando la forma en que su amiga parecía más tranquila, más centrada desde que había asumido el mando de su propio barco.
—¿Qué tal la vida como capitana? —preguntó Alvida, levantando una ceja—. ¿Ya te has cansado de esos grumetes o siguen todos bajo control?
—Mi tripulación es leal —respondió Mar con seriedad—. Sabían lo que estaban eligiendo cuando se unieron a "La Balada de los Vientos". No me canso de ellos... al menos, no todavía. Y menos cuando sé que una amiga me espera con algo interesante que contar.
—Siempre lo sabes todo, ¿verdad? —Alvida le ofreció un vaso mientras la invitaba a sentarse—. He oído muchas cosas sobre ti desde la última vez que nos vimos ¿Capitana de tu propio barco? Estoy impresionada.
—No más de lo que me impresiona verte aquí —replicó Mar, aceptando la bebida y tomando un sorbo mientras observaba alrededor.
Mientras hablaban, un grupo de piratas entró al bar haciendo ruido, alborotando el ambiente aún más. Uno de ellos, un hombre con una nariz roja y cabello azul, se rió ruidosamente mientras hacía su entrada teatral, los ojos de Mar se entrecerraron, observando cómo este hombre, vestido como un payaso, se pavoneaba en el bar, claramente disfrutando de la atención.
—¿Quién demonios es ese? —murmuró Mar, apartando la mirada con una mezcla de disgusto y curiosidad.
Alvida soltó una carcajada.
—Ese es Buggy el Payaso —respondió, bajando la voz para no atraer la atención—. Tiene una tripulación peculiar, pero no lo subestimes. Puede parecer ridículo, pero es peligroso, hemos cruzado
Mar volvió a mirar a Buggy, quien estaba dirigiéndose a la barra con una confianza exagerada, ordenando una bebida mientras sus hombres se dispersaban por el lugar. Cabaji y Mohji, los fieles secuaces de Buggy, acompañaban a su capitán, quienes también notaron la presencia de Mar. Mientras Cabaji, el acróbata de la tripulación, observaba con una mezcla de curiosidad y cautela, Mohji, el domador de fieras, susurraba algo al oído de Buggy. Ambos habían oído hablar de Mar, y era evidente que el interés de Buggy por ella no tardaría en aparecer.
—Capitán... —comenzó Mohji en voz baja—. Esa es Mar, la pirata violinista. La hemos escuchado antes en los rumores.
—Ah, sí, la chica que fue entrenada por Mihawk, ¿no? —dijo Cabaji, cruzando los brazos y lanzando una mirada furtiva en su dirección—. Dicen que es bastante letal con ese violín suyo.
Buggy, que hasta ese momento no había mostrado mucho interés en la conversación, levantó la mirada hacia Mar. En cuanto sus ojos se encontraron con los de ella, algo lo impactó. Había algo en la presencia de Mar que lo dejaba desconcertado. No era solo su reputación, sino la forma en que se movía, con una gracia que no era común entre los piratas.
Mar sintió la mirada de Buggy sobre ella y arqueó una ceja. Era la primera vez que alguien la miraba de esa forma tan descarada y no podía evitar sentirse un poco incómoda. Pero lejos de apartar la vista, lo enfrentó directamente con su propio aire de desafío.
—Vaya, vaya... —murmuró Buggy, con una sonrisa torva que apenas podía ocultar su fascinación—. Así que esa es la famosa Mar. No está nada mal...
—Capitán, ¿está pensando en acercarse? —preguntó Cabaji con una ligera sonrisa maliciosa, sabiendo cómo solía comportarse Buggy en estas situaciones.
Buggy, sin apartar la mirada de Mar, se llevó una mano al mentón.
—Tal vez... —respondió con tono despreocupado, aunque en el fondo sentía una extraña atracción que no podía ignorar—. Pero antes, dejémosla disfrutar de su bebida. No quiero parecer... desesperado.
—Parece que tienes un admirador —comentó Alvida con una sonrisa maliciosa, mientras daba un sorbo a su bebida.
—¿Ese payaso? —dijo Mar en tono de burla—. Por favor.
Aun así, el interés de Buggy parecía intensificarse con cada segundo que pasaba. De repente, se levantó de su asiento y caminó hacia la mesa de Mar y Alvida, sus hombres siguiéndolo de cerca. Los piratas que estaban cerca se apartaron rápidamente, sabiendo que Buggy siempre era una fuente de caos.
—Así que tú eres la famosa Capitana Mar, la violinista que ha dejado a más de un pirata mudo —dijo Buggy, su tono era juguetón, pero con un trasfondo de admiración—. La verdad, no creí que fueras tan... encantadora.
Mar lo miró con una mezcla de curiosidad y desdén. Había algo en la forma en que la miraba que la divertía, aunque no iba a demostrarlo tan fácilmente.
—¿Y tú debes ser el famoso Buggy, el payaso? —replicó ella, con una leve sonrisa en los labios—. No pensé que la nariz fuera tan... prominente.
Los ojos de la tripulación de Buggy se abrieron de par en par, y por un momento, el bar quedó en silencio. Buggy se quedó quieto, con su sonrisa congelada. La mención de su nariz era un tema delicado.
—Tienes agallas, Capitana —respondió Buggy, manteniendo la compostura, aunque sus ojos se entrecerraron ligeramente—. Pero no puedo negar que me gusta una mujer con carácter.
Alvida, observando la escena, se rió en voz baja, disfrutando de la tensión.
—¿Y qué te trae por aquí, Buggy? —preguntó Mar, apoyando su vaso en la mesa y cruzando los brazos—. No parece que estés aquí solo por una charla.
—Oh, solo estaba de paso, disfrutando de una buena bebida y observando a la gente interesante que pasa —dijo Buggy, dando un paso más cerca—. Pero ahora que te he visto, diría que mi noche acaba de mejorar considerablemente.
Mar soltó una risa suave, aunque no había nada en su expresión que indicara que estaba del todo impresionada. Sin embargo, detrás de sus ojos afilados, había algo en Buggy que la intrigaba, tal vez esa osadía que mostraba al hablarle sin miedo. Al igual que él, Mar no se dejaba intimidar, pero sí sabía cuándo alguien era diferente al resto y al final, la noche fue larga, Alvida se había despedido de Mar y Buggy para volver con su tripulación y emprender su viaje, Mar y Buggy estaban sentados en la cubierta de Mar, compartiendo una botella de ron mientras el silencio se asentaba cómodamente entre ellos y mientras la tripulación de ambos se preparaban para zarpar. Buggy, que nunca fue bueno en quedarse callado por mucho tiempo, miró a Mar. Sabía que había algo que ella no le estaba contando, algo que la perseguía y la mantenía despierta, no era el tipo de persona que se preocupaba por los problemas de los demás, pero con Mar era diferente. Había algo en ella que lo hacía querer saber más, incluso si no lo admitía en voz alta.
—Has estado callada toda la noche —dijo finalmente Buggy, rompiendo el silencio con un tono que intentaba ser casual—. Algo te está molestando. ¿Qué pasa, violinista?
—Es una larga historia —comenzó Mar, su voz apenas audible—. No es algo que comparto con mucha gente, Alvida es de las pocas personas que lo saben.
—Escuche ciertos rumores de que estas buscando alguien.
—A mi hermano —admitió finalmente—. Pero no recuerdo bien su cara, es como si se hubiera desvanecido de mi mente. Tenía solo siete años cuando se fue, para buscar el One Piece con sus amigos, es tal vez solo quiero saber si sigue vivo. No sé qué esperar cuando lo encuentre... si lo encuentro, ni siquiera me importa el One Piece, nunca lo he deseado, destruyó todo lo que tenía y mi vida giraba en torno a él, y cuando se fue se llevó una parte de mí con él. Pasé años pensando si algo en mí no era lo suficientemente importante para que se quedara... si el tesoro valía más que nuestra relación.
—¿Sabes algo sobre dónde podría estar? —preguntó Buggy, dejando escapar un suspiro mientras apartaba la mirada para observar las olas.
—No —respondió Mar con voz apagada—. Creía que su rostro estaría en los carteles de "Se busca"... ningún pirata que aparece en ellos no es mi hermano
Buggy se cruzó de brazos, aparentemente pensativo. Sabía lo difícil que era perseguir algo sin ninguna garantía de éxito, que Mar era lo suficientemente fuerte y decidida como para seguir adelante, sin importar cuán desesperanzadora pudiera parecer la situación.
—Bueno, espero que lo encuentres —dijo Buggy con una sonrisa torcida—. Aunque, si soy honesto, no entiendo por qué te esfuerzas tanto. Si alguien me dejara atrás para buscar su maldito tesoro, lo más probable es que simplemente lo olvidara y siguiera adelante.
—Tal vez sea porque él es lo único que me queda —dijo suavemente—. Mis recuerdos son borrosos, pero no puedo dejar de intentarlo. Y, al final del día, todo lo que quiero son respuestas.
Buggy asintió, aunque no del todo convencido. La emoción en la voz de Mar era palpable, y él no era muy bueno lidiando con esos sentimientos. Sin embargo, algo en su interior lo hacía querer estar ahí para ella, aunque no sabía cómo.
—Bueno, ya sabes que yo no soy de los que dan buenos consejos —se encogió de hombros—. Pero si en algún momento necesitas a alguien que te haga reír o que te ayude a destrozar a un par de imbéciles, ya sabes dónde encontrarme, violinista.
Mar rió suavemente ante su comentario, apreciando el intento de alivianar el ambiente. De alguna manera, Buggy siempre encontraba la forma de hacer que las cosas parecieran un poco menos pesadas, incluso cuando hablaban de algo tan serio.
—Lo tendré en cuenta —respondió con una pequeña sonrisa, que desapareció rápidamente cuando volvió su atención al horizonte—. Pero por ahora, debo seguir adelante sola. Este es mi viaje.
—Ya veo —murmuró Buggy, notando que no había forma de convencerla de lo contrario—. Si tu hermano está buscando el One Piece, es probable que haya hecho enemigos poderosos.
Mar asintió en silencio, sabiendo que Buggy tenía razón. Pero esta era una carga que tenía que llevar por sí misma. Se levantó, con la botella de ron aún en la mano, y miró a Buggy una vez más.
—Gracias por escuchar, Buggy. —Su voz era suave, pero llena de gratitud—. Quizás nos veamos pronto.
Buggy se levantó también, aunque no pudo evitar sentir una ligera punzada en el pecho al escuchar las palabras de despedida de Mar. No le gustaba la idea de verla partir, pero sabía que ella era demasiado testaruda para aceptar ayuda cuando no la pedía.
—Claro, violinista —dijo con una sonrisa arrogante, cruzándose de brazos para ocultar su inquietud—. Nos encontraremos más temprano que tarde, ya verás. No puedes deshacerte de mí tan fácilmente, haríamos una buena alianza
Mar sonrió por última vez antes de que Buggy bajara del barco de Mar y se quedaba observándola desde la cubierta del suyo. La brisa marina soplaba con fuerza, haciendo ondear su cabello oscuro mientras desaparecía en la distancia.
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