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𝐱𝐱. 𝐞𝐬𝐚𝐬 𝐭𝐫𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬

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Madame Pomfrey me dio medicamento y por igual me dijo que tendría que usar una estupida bota para ayudarme con el tobillo. Genial, ahora tendría que ir al baile con el pie lesionado. Increíble. Y no solo eso, sino que nos dejó solos a Remus y a mi. No aproposito por supuesto, estuvo como diez minutos tratando de aclararme el hecho de que Remus se encontraba en la enfermería porque un perro rabioso entró al castillo y lo atacó. Se bien que ella no sabe el que yo se la verdad entonces entiendo el porque me dio esa historia falsa por tanto tiempo.

Pero bueno, ella se retiró porque ya era noche y tenía que descansar. Remus dijo que eventualmente se iría a su dormitorio cuando se sintiera mejor y a mi me dijo la enfermera que me esperara una hora en lo que se desinflama mi tobillo. Así que... una hora de silencio incómodo con el. ¿Qué tan difícil puede ser?

- ¿ya no regresará verdad? - le pregunté. El tenía los ojos cerrados, como si ya estuviera por quedarse dormido pero estaba muy aburrida y por ello hablaba mucho. - creí que tocaba su turno tanto que por eso Nora se fue. ¿Qué pasa si alguien se lesiona o ocupa ayuda a las tres de la mañana? Es curioso, creo yo. Quizás ella regresa cuando siente que alguien lo necesita. O quizás uno tiene que avisarle a el profesor que sea de su casa o a su prefecto y ellos avisan o...

- hablas demasiado.

- tu no hablas nada. - por fin abre los ojos y mueve la cabeza para verme, ya que yo estaba en la cama de a lado. Voltea a ver a mis pies, claro que para ver mi bota. - si... tendré que usarla por un mes. Aburrido e incómodo.

- ¿cómo te lesionaste? - estaba por contestarle, abrí la boca y hasta llegó a sonar mi voz pero me interrumpe. - ah si ¿besuqueándote con tu nuevo novio, cierto?

- no tengo novios. - el hace una mueca ante ello y regresa a cerrar los ojos. - okay, eso sonó mal.

- jamás te juzgaría por tu vida sexual, Mer. Eres libre de hacer lo que quieras y no te hace mejor o peor persona. - me quedé pensando en l o que dijo y como en efecto, Remus nunca me juzga. Bueno, solo cuando dice que soy una mimada y creída y ya me volví a enojar. - pero eso si ¿con el?

- ¿qué te molesta?

- no voy a hablar del tema. - suspira hondo y se endereza para sentarse. Hace sonidos de dolor mientras se acomoda.

- ¿te lastimaste mucho esta vez? - el asiente con la cabeza y su respiración se ve más agitada, en serio le estaba doliendo mucho. Intenté ponerme de pie para ayudarlo pero al bajarme, tan solo dolió mucho más el apoyar el pie así que ahora yo hice ruidos de dolor.

- hey, espera. - Remus queriendo ayudarme, por igual se baja de su camilla y ahora el hace sus ruidos de dolor y ambos terminamos apoyándonos en la orilla de las camillas, dándonos por vencidos. Fue un momento extraño, curioso pero a la vez divertido tanto que terminamos riendo después de ello. - somos un par de débiles eh.

- yo solo no puedo caminar bien, tú en cambio... te atacó un perro rabioso. - reí y me avancé lento pero avancé para poder ayudarlo. - ¿quieres vendaje en esas heridas? - Remus no me contesta, tan solo pasa mis cabello por detrás de la oreja y se queda viendo a mis ojos y suspira hondo. Puesto a que yo ya no exigía más el saber si el me quería o no, no iba a disfrutar de este silencio. Así que hablé. - ¿cómo te vas a ir si ni puedes caminar bien?

- si puedo caminar solo me duele al flexionar el abdomen pero... todo se quita. - se acomoda y toma de pedazos de gazas para limpiar sus heridas.

- entonces um... ¿me acompañarás a mi dormitorio? - le pregunté esperando poder hacer conversación con el y le sonreí forzadamente para ver que contestaba. - es broma, se bien que ni puedes moverte sin sufrir, obvio puedo regresar sola a mi dormitorio y...

- ¿quieres quedarte en el mío? - lo miré con sorpresa. - quiero decir, ambos ocupamos ayuda para caminar, y no hay manera en la que lleguemos al dormitorio de cada uno solos.

- tienes un buen punto.

- ya sabes, tú en mi cama, yo en el sofá. La misma dinámica. - asentí con la cabeza varías veces puesto a que no quiero que piense que yo buscaba algo más. - bien um... ¿vamos?

- a ver. - reí y me apoye de su hombre pero el igual del mío y ahí nos tenías a ambos caminando con dificultad. - imposible no llamar la atención si ambos parecemos zombies. - reí.

- si bueno, todos están muy ocupados en sus festejos en las salas comunes. - voltee a verlo y me detuve, como si en verdad me sorprendiera el que el supiera eso. - vamos, Raquel me invitó a la suya.

- nunca las voy a entender. - puse los ojos en blanco. - como es que se atreven tan así a buscarte y... - lo ví sonreír ante ello. - no, no son celos.

- jamás impliqué eso.

- bien.- y seguimos caminando hasta que llegamos a su dormitorio.

Entramos antes de que cualquier maestro saliera de su habitación y nos viera. No queremos empezar rumores mucho menos ahora que genuinamente no somos nada más que... ¿amigos? No lo sé. Creo que somos tan solo dos personas que buscan el bien del otro, como en este caso, tan solo queriendo que ambos suframos menos.

Me retiré mis pantalones y me puse sus shorts cómodos, los cuales he usado muchas veces cuando pasaba las noches aquí esperando que esté no lo moleste pero pues... la costumbre.  El tan solo se quitó la camisa porque bueno, la iba a manchar de sangre y se pasó al baño para limpiarse. Aproveché el que se fue para acomodarme de una vez en su cama y evitar alguna conversación incomoda o ¿que se yo? Ese momento donde nos decimos buenas noches y el uno al otro hace como si nada haya pasado. Pero es difícil, se trata de la persona que quiero y que me encanta y que me hace feliz y que ahora lo tengo justo enfrente y quiero correr a besarlo y decirle que lo extraño y lo quiero y...

- ¿quieres una camisa? Para que duermas más cómoda. - el sale del baño y me ve ya en su cama y por igual con sus shorts. Lo veo sonreír. - okay, si gustas algo, lo puedes tomar con toda confianza.

- Gracias. - me quité la bota y me tapé con las cobijas hasta que se me ocurrió decir lo siguiente. - ¿quieres que compartamos la cama? - el seguía limpiando su abdomen pero voltea a verme de inmediato. - quiero decir, hay confianza, eso está más que obvio y... solo vamos a dormir.

- eso está implícito. - me puse roja ante eso y el ríe. - okay si. Voy.

Se vuelve a meter al baño para terminar de limpiarse y aprovecho el que no está a la vista para acomodar mi cabello, limpiarme los dientes pasando de mi lengua rápido, acomodando el orden de mis cejas tan solo pasando mis dedos rápidamente y olí mis axilas para comprobar si es que olía mal pero el salió rápido y por ende actué como si estuviera viendo su libro que estaba en la mesa de a lado.

- fascinante.

- esta al revés, Mer. - pero que estúpida estoy. Solté el libro y mejor lo regresé a donde estaba. - puedes leerlo cuando quieras solo recuerda cómo van las palabras y pan comido.

- muy gracioso. - puse los ojos en blanco pero el se acomoda en la cama y ni tiempo me da de quejarme cunado ya me estoy preocupando de nuevo porque el esté tan cerca mío.

- de acuerdo, descansa niña. - lo miré con el ceño fruncido, jamás me había llamado así. - ¿qué?

- descansa, señor.

- eso suena mal.

- ambas maneras suenan mal, debiste suponerlo. - me acosté por completo y le di la espalda. Solo escucho como el apaga la luz con el contacto a un lado de su cama y como el por igual me da la espalda.

- ¿y si fue más como un apodo? - me voltee para verlo y el al mismo tiempo. - quiero decir, como una forma de nombrarte con cariño.

- extraño pero lo acepto. - el ríe. - ¿ya no te duele tanto?

- lo normal... - suspira hondo. - es extraño todo esto ¿no crees? Ayer nos odiábamos y ahora compartimos cama de nuevo.

- no deberíamos odiarnos, Remus. - me levanté un poquito para verlo a los ojos. - quiero decir, estamos a un día, un día de regresar a casa y yo no quiero que sea incómodo.

- no lo va a ser. - el se acomoda por igual y puesto a que el es más alto, tengo que voltear a verlo hacia arriba. Que hermoso se ve, no puedo evitar morder mi labio inferior ante su hermosa mirada, cabello cayendo sobre su rostro, su pecho desnudo de lo más perfecto y... Dios mío, basta Meredith.  - podemos ser amigos.

- claro que podemos serlo ¿verdad? - asiente con la cabeza. - si, excelente. Podremos con ello, tan solo tenemos que... dejar de lado todo lo que vivimos. En fin, sentimientos no hubo. - dije eso con la esperanza de que me confesara algo o... me dijera que el si los tenía pero..ñ no dijo nada. - ¿verdad?

- claro, por ello es más fácil esto de ser amigos. - hice una mueca. - descansa, Mer. - se acerca a mi y me da un beso en la mejilla pero lentamente y se detiene para tomar de mi mejilla y acariciar la. Cerré los ojos y suspiré hondo. - mañana tienes el baile con Franky y...

- su nombre es Tucker.

- ¿Que mas da? Es un nombre gracioso es lo mismo.

- si, igual tú eres chaperon y posiblemente te beses de nuevo con tu amada enfermera y teniendo ese momento romántico de película que tanto desean ambos. - okay, mi voz sonó de ardida y de molesta y ese no era el plan. Así que me acosté de nuevo y le di la espalda. - buenas noches.

- bien. - el se vuelve a acostar y se a la perfección que está acostado con su vista hacia mi. Porque lo escucho acercarse y siento si respiración pero detrás de la oreja. Me sentí nerviosa, pero a la vez, quería tenerlo cerca así que lentamente, me hice un poco hacia atrás pero n ojo suficiente como para chocar con el. Solo dejando un espacio más pequeño entre ambos. - tal vez si la bese.

- ¿es en serio Remus? Ya me estaba quedando dormida y decides después de ya unos minutos después decir eso. - me voltee para decirle eso pero puesto a que ya me había acercado a él, ya estábamos muy pero muy cerca. - es como si tú quisieras que... - se acerca más a mi y tan solo mira de mis labios, me pongo nerviosa y por igual miro de los suyos. - ¿qué quieres?

- ¿respuesta honesta?

- no veo porque quisiera otro tipo de respuesta. - sigue viéndome de esa manera, se hace un silencio de nuevo y se acerca un poco para lo que creo que sería besarme pero lo detengo. - eres pésima arruinando un momento. - dice con la voz ronca y apretando los dientes mientras cierra los ojos.

- Remus, no podemos hacerlo.

- ¿dijo quien?

- lo digo yo. - hace la cabeza hacia atrás en forma de queja. - literalmente estábamos peleando hace unos momentos y ahora crees que es prudente el besarme y...

- si, Mer, si lo creo prudente. - me toma del cuello con una mano y se acerca a mi para seguir besándome,

En un principio no le correspondí al beso pero vamos, no iba a poder soportarlo más. De verdad, yo quería esto. Gemí ante la sensación de sus manos de nuevo sobre mi y me dejé llevar. Me recuesta por completo y se acomoda a un lado mío para seguir besándome.

- eres un idiota ¿lo sabías? - me vuelve a callar, tomándome con fuerza de las mejillas para acercarme y no dejarme ni terminar de hablar.

- lo sé, juro que estoy muy consciente de eso. - lo siento sonreír, con sus labios aún pegados a los míos y abrazo se su cuello. - pero yo... - me separé un poco para verlo esperando a escucharlo. - yo...

- ¿tu qué, Remus?

- me gustas mucho. - apreté mis labios y asentí con la cabeza. El sabe bien que es lo que quería escuchar, el sabe bien que debía decir, y el sabe bien también que quiere escuchar de mi parte pero es por eso que, yo iba a decirlo.

- tu a mi. - suspiré hondo. - pero vaya que eso no es suficiente como para que alguno de los dos lo arriesgue todo por un sentimiento tan pequeño ¿no crees? - el asiente con la cabeza. - ambos estamos en el mismo canal. Ambos sabemos que esto no es nada así que... - levanté ambos hombros. - ahora si, mejor descansemos.

- Meredith.

- buenas noches ahora si. Tengo bastante sueño. - me voltee y me acomodé abrazando de la almohada. Solo siento a Remus asomarse y colocando su cabeza en mi hombro.

- te quiero mucho Meredith. - me da un beso en la mejilla y se acomoda de nuevo en su lugar.

No supe que decir, me congelé. Tanto tiempo deseando escucharlo decir eso para que ahora no sepa que decir. Yo... me hice la dormida. Soy la peor persona del mundo.

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