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𝐱𝐢𝐢. 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐬 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨

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- ¿cuanto tiempo fue que dormí? - dije para mi una vez que vi a Remus caminar de regreso al castillo. Corrí a su lado para poder preguntarle qué hace aquí afuera pero me concentre más en cómo este caminaba con problema y se veía tan débil. - hey ¿que te pasa?

- Meredith. - voltea a verme de lo más sorprendido. - ¿qué rayos haces aquí?

- vine a tejer. - le mostré mi suéter y luego voltee a ver a la luna. - vaya, se hizo de noche. Bastante noche, supongo que tengo que regresar y... - estaba todo lastimado de nuevo. - no creo que vengas aquí en las noches con tu gato.

- es irreal que de todas las personas, tú seas quien esté aquí. - el muy molesto, sigue caminando con dificultad hacia el castillo. - regresa a tu dormitorio ahora antes de que te regañen.

- no planeaba quedarme dormida, no tienes porque enojarte conmigo, yo... - me sentía tan mal de verlo todo herido. - Remus ¿puedo ayudarte? Te llevo a la enfermería o... - tardé, pero terminé entendiéndolo todo. - tu eras quien aullabas.

- ven conmigo. - tomó de mi mano con fuerza y me llevo caminando por fin dentro del castillo. Si no me equivoco, estamos caminando hacia lo que es su oficina y también su dormitorio. El cierra la puerta detrás nuestro y muy asustada, di dos pasos atrás. - ¿ves? Esto era lo que no quería. Que la gente me tuviera miedo y... se que deberían, se que esto me hace ser un terrible monstruo y...

- Remus no me das miedo. - dije y este voltea a verme. - quiero decir, ahora si un poco porque estabas muy molesto conmigo pero no porque seas un hombre lobo.

- no debías saberlo.

- no fue como que lo planeé. - levanté ambas manos. - no sabía que estabas ahí, te lo juro que no lo sabía.

- ¿me seguiste?

- no te emociones tanto, no claro que no te seguí. - puse los ojos en blanco y en lo que el se quedaba pensando en que decirme, actué. - quítate la camisa.

- es extraño escucharte decir eso.

- no seas tonto, te voy a limpiar tus heridas. Basta. - tomé de su mano y lo senté en la orilla de su cama. - ya estoy fuera de mi dormitorio en horas indebidas, supongo que una más no le hace daño a nadie.

- no necesito que me ayudes Mer, ni siquiera te quiero aquí. No me parece justo que tú seas quien tenga que lidiar con mis problemas y...

- ¿mi madre lo sabe? - le pregunté mientras tomaba de su baño una toalla y la mojaba. - tu secreto. Supongo que Sirius y James si pero... ¿ella?

- no, no lo sabe.

- de acuerdo. - tomé asiento a un lado suyo y puesto a que el no se había retirado aún su camisa, tuve que esperar. - no tengo todo el día.

- no, lo pasas dormida enfrente de un árbol peligroso. Eso es lo qué haces todo el día.- se empieza a quitar la camisa.

- enójate todo lo que quieras, yo no planeé enterarme de eso. Ni tampoco debería molestarte porque jamás haría nada para lastimarte. - dije honesta. - ¿me crees capaz de decirle a alguien?

- no es eso. - el baja la mirada. - creo que de todas las personas que pudieran haberme encontrado en esa situación tan vulnerable, no me gustó que hayas sido tu quien me encontrara. Que me viera como un monstruo.

- no te veo como un monstruo. - estaba lleno de rasguños en todo el pecho y me sentí tan mal por el. Tuve que contener las lágrimas porque, creo que a nadie le gusta ver a un ser querido lastimado. - ¿puedo?

- Gracias. - es lo único que dice y empieza a pasar de la toalla por su pecho para limpiar de la sangre. - perdón.

- no pidas perdón. - suspiré hondo. - fui yo la que invadió algo muy privado para ti y... aún y cuando no lo planeé, perdón.

- somos expertos ya en pedirnos perdón. - le sonreí y seguí limpiando. No quería lastimarlo así que le di muy suave. - entonces... vas a guardar el secreto.

- por supuesto, confía en mí. - asentí varias veces. - no tengo ninguna intención mala, tranquilo.

- creí que me odiabas.

- el odio no me haría llegar a hacer algo que te perjudicaría tan gravemente. - dejé la toalla sobre mis piernas. - y no te odio. - el sonríe.

- me calma un poco eso. - estaba por volver a tomar la toalla cuando me detiene tomando de mi mano. - que terrible situación todo esto.

- ¿dices el que seas un hombre lobo? ¿El que yo lo sepa? No se a que te refieras exactamente.

- no entiendo como acabas de enterarte de algo tan terrible y estás actuando tan tranquila. - el me cambia el tema. - como no estás gritando o asustada o deseando no saber mi secreto.

- eso no te hace una mala persona, solo una con mala suerte. - hice una mueca. - pero sigues siendo tu, la persona más buena del mundo. - reí. - no podrías lastimar ni a una pa...

- si podría. - el baja la mirada y admite. - eso es lo triste, si podría Mer. Pero descuida, siempre me cuido lo suficiente como para evitar estas cosas.

- de acuerdo. - quería cambiar el tema, pero tenía muchas dudas. - ¿duele?

- ¿qué?

- transformarte. - levanté ambos hombros. - o sufres aparte de tus heridas...

- no es el momento más grato en mi vida, no. - el intenta una sonrisa pero no lo sentía. - odio que haya luna llena.

- ¿desde cuando eres hombre lobo? - el me mira pero no dice nada más. - si estoy preguntando muchas cosas, puede detenerme.

- cuando era un niño. - me sentí tan mal en ese momento. - llevó ya bastante tiempo así, creo que me he acostumbrado.

- lo lamento tanto.

- descuida, todo está bien. En lo que cabe... pero bueno.- le sonreí y el se intenta poner de pie pero veo que batalla entonces lo detengo.

- ¿ocupas algo?

- solo quiero que te vayas. No me lo tomes a mal pero eres a la última persona que quiero aquí...

- lo siento.

- no lo digo de esa manera, no. De hecho es todo lo contrario porque... - voltee a verlo esperanzada y el se da cuenta pero por igual no dice nada más.

- bien. - suspiré hondo y me puse de pie, el aprovecha y se coloca su camisa de nuevo. - espero y um... te sientas mejor.

- estoy bien.

- puedes decirle luego a Nora ya que es enfermera. - aunque a decir verdad no quería que ella siguiera pasando más tiempo con el. Caminé hacia la puerta y el me acompaña.

- ten mucho cuidado, no queremos que Snape te encuentre. - el ríe. - Gracias por ayudarme.

- no fue nada. - si por mi fuera me quedaba más tiempo pero no lo iba a poder hacer. - te prometo que no voy a decir nada.

- esta bien, confío en ti.

- ¿no estás molesto?

- en lo absoluto. - asentí aliviada. - ¿tu no me detestas? Vaya, por mi secreto. Se que fuera de eso, si lo haces.

- no te detesto. - sonreí y el por igual. - bueno um... adios. - extendí mi mano para estrechársela y este me la toma. Empezamos a acariciarnos las manos y solamente eso.

- adios. - se inclina para darme un beso en la mejilla y cierro los ojos, conteniendo estas ganas que tengo de besarlo en verdad.

- adios. - repetí una vez que abrí los ojos y puesto a que el ya no dijo nada más, me voltee para irme.

- te podrían regañar si alguien te ve en los pasillos muy noche.

- eso es cierto. - me volteo de inmediato y quedamos tan cerca que lo primero que hago es ver sus labios y el los míos. - no me arriesgaría a eso.

- tomas una buena decisión. - me toma de nuevo de la mano y soy yo quien pasó mi mano por su mejilla para que me viera a los ojos. - ¿o quieres ir con Chuck? - negué con la cabeza.

- eres mi profesor. - dije con la voz nerviosa y temblorosa. - eso hace que me sienta tan mal.

- mal... ¿por qué? - me quita la mano de su rostro y me sigue mirando. - ¿hay algo que te haga sentir mal?

- por estar aquí tan noche. - admití. - por estar pasándola mejor contigo que con cualquier otra persona de mi edad. - cerré de nuevo la puerta detrás mío. - no quiero irme.

- puedes dormir en mi habitación como la última vez y yo en la oficina.

- creo que en serio estoy mal... ¿cómo puedes ser la única persona que me haga feliz en este maldito castillo? Primero mis "amigas" que no son más que dos personas de lo más hipócritas y luego está Chuck que seguramente está viéndose con otra persona y...

- ¿te está engañando?

- no del todo ya que no salimos pero sus promesas de quererme tanto como dicen, deben ser lo más falso del mundo.

- Mer, tú mereces a un sujeto que realmente te quiera al cien por ciento y que no solo le interese buscarte cuando te necesite. Eres hermosa, inteligente, divertida y una excelente persona como para conformarte con... - lo callé con un beso.

Estaba besándolo de nuevo yo a él pero con la única diferencia de que esta vez el si me estaba respondiendo el beso.

- Meredith no puedo... - se separa un poco y veo sus ojos llorosos. - por donde lo veas, está mal.

- pero lo quieres ¿cierto? Se que no me lo imagino. Se que ambos queremos esto. - me volví a inclinar para besarle pero me detiene tomando de mis muñecas. - ¿no lo quieres?

- soy tu profesor.

- ¿qué más da?

- soy mayor que tú.

- no son tantos años. - dije con la respiración agitada de lo nerviosa que estaba.

- Cassie me odiaría si se entera que me gusta su hija. - lo miré con asombro, esta sería la primera vez que me admite como se siente. - no se si pueda hacerle esto.

- te gusto.

- malamente. - entrelaza sus dedos en mi cabello y me empuja contra la pared para besarme. Esta vez todo fue tan diferente, esta vez el si me correspondía sin miedo alguno y no le importó para nada todo lo que podía separarnos.

Me dejé llevar a abracé de su cuello, mientras sus manos pasaban desesperadamente por todo mi cuerpo hasta que logró cargarme de las piernas y empujándome contra su puerta. Jadee de lo fuerte que fue ese movimiento pero no me importaba nada más, quería seguir teniéndolo a mi lado, besándome por todas partes, sintiendo su elevada respiración y como gemía cada que besaba su cuello o sus hombros. Me abracé con fuerza de sus piernas y me lleva directo a su cama. Una vez que el me suelta, empieza a quitarme mi camisa, corbata y todo. Dejándome en ropa interior y por igual me quité la falda. El me observa, se detiene para mirarme y veo como tan solo lame de su labio inferior y luego muerde. Me encantaba saber lo mucho que le gustaba.

Jalé del cuello de su camisa y lo acerqué de nuevo a mi, colocándose encima mío y le retiro la camisa. Me recuesta con su mano en mi hombro y la pasa por mi cuello para tomarme de ahí con fuerza y agachándose para seguir besando de mi cuello, hombros, brazos.

- Remus. - empecé a gemir así que me cubrí la boca de inmediato y escuchó su pequeña risa ante ello. Es por eso qué pasó mis manos desesperadamente por sus pantalones e intento desabrocharlos pero me detiene y se coloca a un lado mío. Respirando agitadamente y tan solo viendo del techo. - van dos veces que suceden lo mismo.

- no es tan fácil.

- suele serlo con todo mundo. - dije algo desesperada y el se inclina para darme un beso en la frente. - no hagas esto.

- ¿hacer qué?

- casi cogerme y luego darme un beso en la frente una vez que decides que no es el momento. - suelta una risa.

- estoy... que me muero por ti. - dice apoyándose en sus manos para verme cara a cara. - como no tienes una idea.

- bien, ya somos dos. - me acerqué para besarlo pero no se deja. - no haces esto nada fácil.

- tu no haces esto nada fácil. - puse los ojos en blanco y me recosté de nuevo. - ¿qué va a pasar una vez que suceda? ¿Se termina esta emoción que tienes y luego se vuelve todo incómodo?

- no hay manera de saberlo sin comprobarlo.

- ¿qué hay de Chuck?

- piensas mucho las cosas. - me cubrí el rostro desesperada. - no somos novios.

- ¿vas a seguir viéndote con el?

- ¿quieres que deje de hacerlo? - voltee a verlo.

- no quisiera que hicieras nada por mi, sino porque es lo que quieres. - me acaricia la mejilla. - lo hecho está hecho... me gustas mucho Mer, más de lo que quisiera y de lo que me gustaría admitirlo.

- tu también me gustas mucho. - sonreí emocionada. - no puedo creer que estoy diciendo esto.

- pero como te dije, una vez que pase, lo único que vamos a sentir es culpa y... no creo que quieras eso. No quiero ser quien te lo cause, ese sentimiento.

- ¿entonces vamos a fingir de nuevo que no queremos estar juntos?

- de lo contrario ¿a alguien le haría bien el que tú y yo saliéramos? - negué con la cabeza. - lamento haberlo dejado llevar tan lejos... todo esto.

- ¿lo lamentas?

- no quise decir eso, tú me entiendes.

- si, supongo. - me puse de pie y empecé a vestirme. - eres un idiota.

- Mer, no estoy diciendo esto porque solo haya querido besarte, créeme que si por mi fuera, llegaría a más que a ello pero no puedo hacerte esto...

- ¿a mi? ¿O a ella?

- ¿Ella? - el me pregunta.

- cuestiónate lo con quien quieras. Con Nora, con el amor de tu vida en teoría Lola o la mujer por la cual babeabas como un tonto o sea mi madre. - me enojaba tan solo de decirlo. - no importa.

Caminé hacia la salida pero el me sigue.

- ¿por qué te cuesta creer tanto el que yo no quiero perjudicarte? Nada de esto es de una manera egoísta, Meredith. En verdad estoy buscando lo mejor para ti y no soy yo.

- al diablo la detención. - dije refiriéndome por si me encuentra Snape en los pasillos. - entonces te gustó pero no piensas hacer nada con ello.

- es lo mejor para todos. Todos estarían felices y...

- ¿y cuando te toca ser feliz a ti? - no me dice nada y se muestra todo serio. - buenas noches, profesor.

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