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04. Aster y narnia.

—¡Peter se prepara y está listo para tumbar otra meta!— grita el rubio antes de golpear a su hermano con la pelota.

Estaban en el jardín, los tres hermanos mayores jugando mientras que Aster se encontraba sentada con Lucy bajo un árbol, la niña no estaba del mejor humor.

—¡Ouch!— se quejó Edmund irritado mientras sus hermanos reían.

—Oops— respondió Peter— despierta bello durmiente.

—¿Por que no jugamos a las escondidas?— preguntó este acariciando el ares golpeada, estaba molesto y era obvio.

—Bueno Ed, tu dijiste que era un juego de niños— le recordó Aster peinando el cabello de Lucy.

—Exacto, aparte aquí hay aire fresco— continuo Susan sonriente.

—Es igual al aire de adentro— respondió este igual de irritado.

—Vamos Ed, ¿estás listo?— ignoro su comentario el mayor posicionándose para lanzarle la pelota una vez más.

—¿Estás tu listo?— contesto esté preparando la tabla.

—¡Vamos Ed!— ánimo Aster pues conocía la tensión que había entre los dos hermanos y creía que el menor se merecía algo de apoyo, peter la miro por unos segundos sorbiendo de lado antes de lanzar la pelota con fuerza—estamos jodidos— susurró con los ojos abiertos cuando esta atravesó una de las ventana rompiéndola.




(...)




—¿alguien sabe arreglar ventanas?— abrió los ojos la chica viendo a la estatua de caballero en el piso y los restos de la ventana también.

—Bien hecho, Ed— le reclamo el rubio.

—¡Tu me lanzaste la pelota!— se defendió molesto el pelinegro, cuando la voz de la señora se comenzó a escuchar muy cerca de ellos.

—¡Es la señora Macready!— gritó-susurró susan.

—corran.

Todos comenzaron a correr fuera de allí pues ya la mujer les había advertido lo que sucedería si hacían otra travesura y ninguno quería dormir en los establos, solo había un problema todo parecía estar cerrado.

—¿cómo es posible?— murmuro Edmund cambiando de rumbo junto a los demás al encontrar la tercera puerta cerrada ya y los pasos de la mujer todavía más cerca.

—¡El armario!— susurro Aster entrando en la habitación donde estaba este mientras Edmund lo abría.

—¿es enserio?— pregunto irritado peter junto a susan.

—¿tenéis una mejor idea?— respondió esta de la misma manera entrando en este junto a Lucy.

—Solo entren— respondió irritado Edmund siguiendo a las chicas y cuando los pasos sonaron muy cerca los mayores siguieron también, peter cerrando la puerta de este.

—¡Me estas empujando!— se quejó Edmund.

—Oigan cuidado— le siguió Lucy.

—¡Peter suelta la cintura de Aster!— continuó Susan golpeando al rubio quien soltó riendo levemente.

—Solo estén quietos— pidió Aster cayendo sobre ¿nieve?— ¿que?— se giró mirando a sus lados, todos habían caído en un bosque lleno de nieve.

—esto es imposible— susurro Susan levantándose junto a los demás, estaban efectivamente en el sitio que había dicho Lucy anteriormente.

—Os dije que Lucy no mentía— respondió Aster fascinada tocando la nieve que caía.

—Pero tranquilos, seguramente es solo vuestra imaginación— sonrio la niña chocándole los cinco a Aster.

—Supongo que pedirte perdón no es suficiente— murmuro Peter también fascinado.

—No lo es— contestó esta lanzando una bola de nieve en la cara de este—¡pero esto quizás si!— rió divertida corriendo.

—¡Así se hace Lucy!— ánimo aster recibiendo unas hola de nieve en el cabello—¡oye!— le reclamo a Susan quien rió y así se desató una guerra de nieve entre todos menos Edmund.

—¡Ya basta!— gritó el menor molesto llamando la atención de todos, Aster realmente estaba preocupada por el chico ¿cómo se podía estar tan enojado siempre?

—Eres un pequeño mentiroso— le reclamó Peter refiriéndose a cuando este anteriormente había negado la existencia del lugar donde todos estaban.

—¡Tu tampoco le creíste!— dio un paso molesto.

—Pídele perdón a Lucy— pidió este señalando a la menor pero el pelinegro no se molesto en moverse—¡di que lo sientes!— grito este.

—¡Está bien! Perdóname— la miro irritado.

—No importa, los niños pequeños no saben cuándo dejar de mentir—esta sonrió hacia Aster quien volvió a chocarle los cinco.

—Lucy dos, otros pevensie cero— sonrió está.

—Que chistosas— rodó los ojos Edmund.

—Deberíamos volver— interrumpió susan.

—Sus, no seas aburrida— hizo un puchero aster.

—Aster tiene razón, ¿no queréis conocer el lugar?— ofreció Edmund ilusionado.

—Creo que Lucy debería elegir, ¿no?— miro disimuladamente a Aster el rubio, quien le sonrió de lado.

—¡Quiero que todos conozcáis al señor Tummus!— sonrio felizmente esta.

—¡Pues a conocer al señor Tummus!— contestó felizmente Peter acercándose al ropero.

—Nunca podríamos estar así con esta nieve— se refiero a sus ropajes susan, pues se notaba el frío desde lejos y ellos definitivamente no estaban vestidos para la ocasión.

—Tengo una idea— se acercó hacia Peter la cobriza— creo que pensamos lo mismo— le sonrió de lado a este cuando sus manos chocaron al tratar de tomar uno de los abrigos dentro de este.

—Dicen que las grandes mentes piensan igual— sonrio de lado este girándose hacia sus hermanos cuando sintió la penetrante mirada de susan sobre ellos.

—¡Abrigos!— ofreció aster a todos.

—Me imagino que el profesor no se molestará si los tomamos, pues si usas la lógica...— miro disimuladamente su hermana— no están saliendo del ropero— dio un abrigo a Edmund.

—¡Esto es de niña!— se quejó este.

—Ya lo se— respondió con obviedad Peter.

—Si seguís peleando voy a enterraros bajo nieve— señaló Aster— en busca del fauno mis compañeros— comenzó a caminar la de cabello cobrizo— no esperen no sé a donde voy.

Allí emprendieron su camino en busca del anteriormente mencionado fauno que había ayudado a Lucy en su anterior visita y si bien Aster no podía quitar su mirada de todo lo que la rodeaba pues había visto nieve anteriormente pero nunca una como aquella, tan blanca y fuerte, aún así parecía todo totalmente hermoso.

Pero Peter no podía quitar su mirada de ella pues Narnia podía ser uno de los paisajes más hermosos jamás visto para mucho, excepto para el mayor de los Pevensie pues ante sus ojos Narnia no tenía ni un tercio de la belleza de Aster Callaghan, su delicadeza y su buen humor, su sensibilidad y fortaleza. Jamás nada podría comparase.

—Podrías al menos disimular— murmuró Susan a este viendo como Aster hablaba entretenidamente con Edmund— la verdad no se por qué haces esto, existen tantas chicas en casa y tu te decides por ir tras la única chica que considero mi amiga.

—Me hablas como si yo hubiera elegido esto, Sus— respondió este negando con la cabeza— crees que simplemente me levante un día y dije, ¡hoy sería un buen día para enamorarme de la mejor amiga de mi hermana!— se giró mirándola, aún hablando lo suficientemente bajo para que esta no los escuchara— fueron años de ocular todo para no afectar tu amistad.

—Si algo llegará a pasar entre ustedes y fuera a mal yo perdería a mi mejor amiga, ¿puedes entenderlo?— pregunto rendida, Susan no tenía un mal corazón ¡para nada! Solo tenía miedo de perder a la única persona que la entendía, la chica con la que creció y compartía todos sus momentos.

—Si crees a Aster capaz de eso, tal vez no la conozcas lo suficiente— respondió este apuntó de acelerar el paso.

—La conozco mucho mejor que tu Peter y tal vez no se aleje tienes razón pero me parece qué pasó por suficiente dolor con la muerte de su padre para que tu le rompas el corazón— lo señalo— puedes decir que la amas pero, ¿cuánto durarás aquello? Hasta que la tengas, te aburras y Minsy Rogers llegue a la escuela moviendo su falda nueva y caigas por ella también.

—Eso no va a pasar— respondió este molesto por tal acusación, admitía que había por un tiempo sido un tipo de mujeriego pero era todo para evitar acercarse a Aster y desde que se había prometido enamorarla no había estado ni siquiera cerca de salir con alguien más.

—Oh si tienes razón ya estuviste con Minsy sería Olivia esta vez— aceleró su camino irritada la pelinegra dejando al rubio con los ojos abiertos e igual de irritado.

—¿es allí Lucy?— cuestionó Aster a la menor señalando una puerta algo abierta.

—¡Lucy!— gritó el mayor corriendo junto a los demás hacia aquel lugar pues la niña había salido corriendo antes que ellos con total horror.

Horror que Aster imagino se debía al desastre en aquella casa, algo malo le habían hecho definitivamente al señor Tummus.

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