01. Aster y los pevensie.
Aster escuchaba a Susan hablar de todo lo sucedido en aquel libro nuevo que había leído mientras tan solo asentía con la mirada perdida pues si bien adoraba leer y escuchar a su amiga hablar de aquellos libros, su cabeza estaba por explotar pero siendo fiel a su persona no podía decirle aquello a la chica pues heriría sus sentimientos.
—¡Fue un libro fantástico!— sonrió con gran emoción la de pelo oscuro a su lado —¿te apetece leerlo?
—Si, claro— sonrió forzadamente tomando el libro de las manos de Susan sin siquiera mirarlo— me encantó la trama.
La segunda mayor de los Pevensie se levantó cruzando los brazos sabiendo que la chica no había escuchado nada de lo que había dicho.
—Odias los libros de terror, Aster— señaló el libro en manos de la chica quien por primera vez le dio una mirada descubriendo que si, era un libro de terror—¿que te pasa?
—Tengo muchas cosas en la cabeza, mamá esta insistiendo en enviarme a vivir con la tía Getrude, una idea que me parece horrible— explicó lanzándose hacia atrás sobre la cama de Susan.
—esa es la tía de los modales, ¿no?— pregunto si mejor amiga tomando su misma posición— ¿por que la señora Callaghan quiere enviarte allá?
—Mamá cree que estar con la familia de mi padre me hará sentirme más cercana a él y conoces su obsesión por hacerme una futura esposa excelente, quiere regalarme como trofeo— suspiro frustrada por la loca e irritante idea de su madre.
Axel Callaghan mejor conocido como el capitán y el padre de Aster había muerto en la guerra meses antes, Aster había llorado todo un mes en total por la pérdida de su padre pues la chica era muy unida a él pero luego aquello se recompuso totalmente al saber que el hombre nunca hubiera querido verla así, solo había un problema.
Mientras la adolescente se dedicaba a seguir con su vida cotidiana y haciendo orgullosa a su padre, su madre se dedicaba a enloquecer a la chica con la idea de que con tan solo dieciséis años debía comenzar a buscar esposo pues se habían quedado sin el hombre de la casa. Los pretendientes de Aster no eran pocos pues la chica era innegablemente hermosa y tenía una familia que realmente no estaba mal de dinero, por lo tanto no era sorpréndete que al llegar de la escuela encontrara algún chico solo poco mayor que ella tomando té junto a su madre.
—los chicos son irritantes y no te preocupes haré que mamá hable con la señora Callaghan— trato de tranquilizarla Susan pues ambas mujeres eran grandes amigas y si alguien podía convencer a Victoria Callaghan de algo era la señora Pevensie.
—Gracias, Sus— se levantó de la cama abrazando a su amiga—ahora creo que iré a casa han pasado horas, imagino el chico que me esperaba debe de haber desaparecido a este punto.
Susan rió asintiendo despidiéndose de la otra inglesa para comenzar a hacer sus deberes y dejarla irse.
Aster encontró a la persona qué tal vez quería menos ver en ese preciso momento subiendo las escaleras que ella bajaba.
—¡Aster!— le dio su mejor sonrisa el rubio deteniéndose justo frente a la chica—No sabía que estabas aquí.
—Bueno, estoy de salida— trato de seguir bajando estas pero el rubio no se lo permitió—Peter— advirtió la chica.
Peter Pevensie era el mayor de los cuatro hermanos y el único al que Aster no se permitía ver como otro hermano, se sentía atraída hacia él muy apuesto rubio pero se negaba a decirlo en voz alta cosa que el rubio no podía seguir pues un mes antes había declaró su amor hacia la de cabello cobrizo anunciando que se negaría a ocultarlo más y lucharía por este, pero Susan había dejado en claro rápidamente que aquello nunca pasaría pues su hermano sólo quería jugar con la de ojos azules.
—Te ves hermosa hoy, ¿te lo dije ya?— Acevedo un poco más su cara hacia la de la chica que era mucho más pequeña que el.
—Lo has dicho esta mañana en la escuela, no veo necesidad de repetirlo— se alejó un poco la chica.
—Oh pero yo si la veo, creo que una chica tan hermosa debería ser recordada de su belleza siempre que se pueda.
—Bueno, gracias Peter— sintió el calor subir a su mejilla— pero ahora debería retirarme, mi madre debe restar esperándome.
—Si, logré hacer que el chico nuevo se fuera de tu casa— informó dando pasos hacia tras permitiendo a si mismo y a la chica frente a él poder bajar.
—¿quien era esta vez?
—David, el chico que hace meses se desnudó frente a toda la escuela— hizo una mueca de desagrado haciendo reír un poco a la chica— ¿te pasa algo?
—Estoy excelente— sonrió la chica en respuesta pero para su desgracia Peter Pevensie la conocía tal vez mejor de lo que Susan la conocía y lo había demostrado en repetidas ocasiones notando detalles de la chica que nadie más notaba.
—Nunca te miento, ¿por que me mientes a mi?— la acorralo contra la puerta no permitiéndole la salida.
—Madre quiere enviarme a vivir con mi tía para que me convierta en mejor esposa— respondió rendida y nerviosa por la posición incómoda en la que se encontraba con el chico.
—¡No!— negó este rápidamente— Mamá hablará con ella y la convencerá de no mandarte lejos, no puedes irte hasta que te conquiste.
La chica no hizo más que rodar los ojos con diversión y escabullirse fuera de los brazos del rubio para tratar de abrir la puerta y dirigirse a su casa.
—Nos vemos mañana Peter— besó su mejilla para salir corriendo a casa.
Estaba perdida ante Peter pero al estar con él haría sufrir a su mejor amiga y no estaba dispuesta a eso.
{...}
El plan de ver mañana a los Pevensie ocurrió antes de lo esperado cuando a justo las doce la noche los aviones comenzaron a pasar una vez más, con un padre que fue militar las mujeres Callaghan si tenían su propio refugio pero su madre se negaba a poner un pie allí dentro por lo que debían correr hasta el otro lado de la calle, en pijamas.
—¡Vamos!— gritaba su madre mientras cubría la cabeza de su hija con una mano y en la otra sostenía algunas mantas.
Para Aster era una horrible experiencia aquello pues sólo podía pensar en su padre.
—¡Victoria!— la señora Pevensie gritó dándole paso a ambas chicas dentro, Lucy no dudo en lanzarse sobre la de cabello cobrizo pero algo andaba mal.
—¿Donde están Edmund y Peter?— preguntó la chica llena de preocupación.
—El idiota de Edmund volvió a casa— explicó Susan.
Aster incluso se levantó de allí con aparente intención de buscar a ambos chicos cuando estos hicieron presencia allí, el mayor gritándole al de pelo negro.
—¡No piensas en nadie más que en ti mismo!— gritaba con obvia molestia el rubio a su hermano—¡Casi nos matan por ti!
—¡Basta!— gritó la madre de ambos chicos abrazando a su hijo menor mientras Aster no dudó en acercarse al menor para sonreírle.
—Tomaste un excelente dibujo— le dijo señalando la razón por la que el chico arriesgó todo, entendía que había hecho una gran tontería pero se ponía en sus zapatos.
Edmund le sonrió ligeramente para el Aster Callaghan era la única persona en la que verdaderamente confiaba.
—¿Por que no obedeces y ya?— siguió el rubio ganándose una mala manera de la chica quien se acercó a él tomándolo de la mano para alejarlo un poco de allí, también lo entendía Peter tenía una gran presión sobre sus hombros en aquellos momentos pues sin su padre presente el chico había tenido que tomar el rol, puesto por la sociedad sobre el, de el hombre de la casa y se le dificultaba teniendo un hermano que apenas estaba entrando en la preadolescencia, una hermana pequeña y una hermana adolescente.
—Relájate, hizo algo tonto pero debes entenderlo extraña a tu padre— le susurro en una de las esquinas del refugio al chico mientras acariciaba su brazo lentamente para tratar de calmarlo.
Aquel gesto fue muy notado por las tres mujeres más en la sala.
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