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「 ᴇɴ ʟʟᴇɢᴀʀ ᴀ ɴᴇᴡᴛ 」





Todo parece pasar demasiado rápido, veo a esa chica —Sonya si no me equivoco— saltar sobre Newt, y a pesar de que espero que tenga la misma expresión de alivio y felicidad del rostro del chico que amo..., Resulta ser todo lo contrario.

Está llena de rabia, de odio y de desprecio. Todo dirigido hacia mi líder, hacia el chico de cabellos rubios casi platinados que corre hacia ella con los brazos abiertos. Gally se levanta del suelo, asustado y asombrado seguramente de la reacción de la joven que decía ser su amiga.

Ethan está sacando su arco y sus flechas cuándo ve lo mismo que yo: la chica va con intenciones de herir o, incluso de matar a Newt.

Él parece ser el único en no verlo; no estoy seguro de la razón, pero la facilidad que ha tenido nuestro líder en bajar sus defensas, en complacerse ante la situación, me hace pensar que conoce a esa chica. Aunque eso no evita que me nazca una presión en el pecho al verla apoderarse del cuello del chico de oro. Lo va a matar a este paso y delante de todos nosotros, si no hacemos algo para evitarlo.

Minho grita algo inaudible, noto agitación por todas partes cuándo la chica tumba a Newt en el suelo para ahorcarlo. Sus cuerpos golpean contra la briza húmeda. Mis piernas se mueven solas y no lo pienso dos veces.

Soltando la mochila a mis espaldas, noto que me falta el aire al sentir lo cerca que estoy de perder al chico al que amo. Mis pies se sienten como gelatina cuándo extiendo una mano hacia la chica, todavía lejos pero demasiado cerca para ver cómo la vida de Newt pende de un hilo. Y lo que parece empeorar la situación es que el chico no pretende defenderse, lo reconozco al verle poner sus manos con delicadeza sobre la chica. No apartándolas, no luchando por sobrevivir. Eso me enfurece.

Soy el primero en reaccionar, incluso he adelantado a Gally que realmente por su vista perdida y boca abierta, supongo que no sabe qué hacer. Me lanzo sobre la chica, mientras mi mano dominante se cierra en un puño y después lo hago: golpeo su mejilla y de una patada en su torso, la mando a volar.

Ella da vueltas hacia Gally, quien parece haber despertado de su ensoñación justo en ese momento para atraparla entre sus brazos, para imponer su fuerza en ella mientras yo me ocupo de Newt.

Unos breves segundos más tarde, Minho y casi todos los demás se lanzan sobre nosotros en un círculo protector. Ethan apunta con su flecha hacia la chica rubia, quien ahora está de pie y siendo sujetada por Gally; por lo menos la fuerza le sirve de algo ahora. Heather está a un lado de mí, sujetando las hebras rubias de Newt con preocupación pura plasmada en su rostro.

Los demás sacan sus armas y copiando las acciones de Ethan, apuntan con ella a la chica. Minho cae de rodillas con Brenda. Newt se incorpora un poco, para toser y acariciarse las marcas de su cuello. Con una simple vista, me doy cuenta de que no han sido muy profundas como para agraviarle las cuerdas vocales, pero tiene el cuello rojo. Con las huellas de ella allí.

Brenda pide que bajen las armas, pero no la escuchan. Todos quieren defender a su líder.

—Pero... ella no supone ningún peligro —empieza diciendo Minho, y yo quiero agregar algo pero se me adelanta Rose.

—¿Cómo que no? ¡Ha estado apunto de matar a Newt, por dios! —Es lo que dice, mientras sostiene entre sus manos una pequeña daga. Por detrás de ella está Vincent.

Nadie parece querer dar a razones. Mucho menos cuándo la chica de cabellos dorados empieza a gritar posesa de la locura:

—¡Maldito Newt! ¡Debes morir, debes morir! ¡Todo esto es culpa tuya, todo! —De pronto presta atención a su amigo—. ¡Gally, él es el enemigo, joder! ¡Es un maldito muto!

—¿Un muto? —pregunto en bajo sin entender qué demonios dice.

Entonces Newt quién había estado acostado en mis brazos tratando de recuperarse del shock sucedido, es que parece reaccionar. Se sacude brevemente, tosiendo bajo mis ojos y los de todos, y comparte una clara mirada significativa con Minho y Brenda. Ambos parecen caer en una nostálgica y arrolladora tristeza, pero con sólo un segundo entre manos, da la sensación de que se entienden porque miran hacia la chica con un rostro diferente.

Más resuelto pero plasmados de una capa llena de amargura.

Newt me pide ayuda con la mirada, y cogiendo espacio de los demás, comienzo a servirle de soporte para que se levante. Luego siento esa misma electricidad subiendo por mi espalda, calentándome, y cuando se suelta, otra vez el mismo vacío hace presencia dentro de mí; trato de pasar de el.

No intento meterme tampoco de por medio cuándo Newt se adelanta para dirigirse a Gally y a la chica, Sonya.

—Déjala fuera de combate, ahora mismo no tenemos tiempo para perderlo aquí, Gally. Las explicaciones vendrán después. —El chico del uno parece querer dudar, pero ve la manera en la que se le ha dirigido el líder y que todos podemos ver.

Sus hombros tiemblan, sus manos también lo hacen. Su pierna izquierda no deja de moverse de forma inquieta y su voz ha sonado rota, como si no pudiera cargar con ese peso encima.

La chica no tarda en querer revolverse, gritando como loca y destruyendo por completo la imagen de buena chica que tenía al principio; Gally a su pesar, entiende que ahora está fuera de control, que es lo mejor por mucho que duela.

Veo que Newt le da la espalda justo cuándo el chico le da un sordo pero sencillo golpe en la nuca. Después ella cae, para ser atrapada en los brazos del otro, y este recoge su cuerpo adormecido por la cintura. Los ojos de Newt están desorbitados y parece estar a punto de caer sobre mí.

Masajea sus muñecas, y sé que solo hace este tipo de cosas cuándo está nervioso, o seguro en este caso, cuándo la situación lo supera con creces.

Pero se adelanta a las voces de los chicos que no parecen entender porqué no la hemos matado por ser nuestra enemiga, y con un tono firme, nos disipa las dudas.

—Es mi hermana pequeña, Sonya... Quiero decir, Elizabeth o Lizzy, como suelo llamarla. —Eso parece descomponer a todo el grupo.

Jace cae sobre sus cuartos traseros sin poder creerse este tipo de mala telenovela. Minho no dice palabra cuándo se acerca al trote hacia Newt, para atraparlo entre sus brazos justo cuándo el chico se desvanece en lágrimas. Esconde su rostro en el hombro de su amigo, y me siento impotente. Gally recoge el cuerpo de la chica, que ahora mantiene un rostro pacifico, y la carga sobre su espalda. Parece perdido en sus pensamientos pero algo me dice que no piensa dejarla atrás y tras esta verdad mostrada cruelmente, me hace pensar realmente que Snow y Ava se están empeñando con ganas en hacer un completo desastre a Newt.

—Le han comido... le han comido la cabeza, Min —dice Newt, con una voz un poco ahogada al hablar atrapado en los brazos de su mejor amigo.

El resto nos decidimos a apartar la mirada del pequeño momento privado de ambos chicos, azorados ante todo esto. ¿De verdad eran tan crueles cómo para enfrentar a la misma familia? Con esto, me queda claro que son capaces de hacer hasta lo impensable y me da mucho miedo imaginarme qué no tienen ningún tipo de límite.

Ethan acaricia la parte trasera de su nuca, algo incómodo mientras alza su cabeza para observar a la chica que descansa a espaldas de Gally. Y a mí me gustaría acercarme a Newt, hacerle ver qué estoy a su lado, pero..., Cuándo toma distancia de su mejor amigo, enseña esa fría y distante mirada que me echa hacia atrás.

Lo veo alejarse a paso lento, algo cabizbajo y murmurando cosas inentendibles. Luna lo acompaña, soltando hipidos lastimeros. Lo veo ahora cerca de Gally, explicándole seguramente lo mismo que nos ha dicho a nosotros; me lo asegura su cara de alelado. Después el chico alto cierra sus ojos brevemente para inclinarse, Newt y él juntan sus frentes y después el chico de oro acaricia la frente de su hermana pequeña. Le aparta varios mechones, delicadamente, y siento un toque en mi hombro. Me toma por sorpresa pero sólo es Heather.

—¿Tú tenías idea de algo de esto?

No tardo en negar rápidamente y la forma en la que cae su cabello, oscuro y que me recuerda tanto al pelaje del fallecido Alec, siento que así estamos todos: en una situación precaria que parece ir a peor.

Minho habla con Dayana, luego el chico patea una piedra. Su rostro lo dice todo, esto ha sido lo peor que podría haber venido ahora en el final del juego. Le oigo decirle a Dayana: «Tú no conoces nuestro dolor, así que no te atrevas a decirme palabras vacías que no valen ni un plopus». Luego lo veo alejarse refunfuñado, Jace se le acerca y después tengo que atender a Brenda, que me pega en un brazo.

—¡¿Y se puede saber cómo golpeas a la hermana de Newt?! —Veo sus ojos, confusos, desconcertados y sé que no debo perder la compostura con ella.

Sólo está preocupada por su amigo, así que trato de sobrellevarlo lo mejor que puedo.

—Lo sé..., Y ya me disculparé con él, pero...

—Pero le estaba salvando la vida a Newt, deja de dramatizar, Bren. Reaccionó antes que cualquier otro, así que aunque suene mal decirlo, buen trabajo, Thomas. —Me dice Heather, con una tensa sonrisa.

Creo que trato de regalarle una sonrisa cálida, pero me sale una mueca que se pierde cuándo Newt se acerca a nosotros, llamándonos la atención. Cuando el silencio se apodera de todos, nadie sabe que decir. Minho se acerca al vuelo, sujetando sus armas y seguido de un Jace que niega con la cabeza.

Vemos a Newt acariciar el sinsajo de su pecho, sacudir la cabeza y suspirar levemente. Tiene marcas rojizas en su cuello todavía visibles y recientes, pero su expresión toma dureza. Su ceño se frunce y mientras toca las hebras de su cabello, finalmente nos habla.

—Chicos..., No podemos retrasarnos. Esto ha sido un contratiempo, pero tenemos que recordar que seguimos en los juegos, que el tiempo corre y que no podemos quedarnos atrás. —Señala hacia su espalda, hacia el árbol y hacia el que ya camina Gally—. Vamos, tenemos un plan que poner en marcha.

Y creo que no soy el único que observa ese rostro en el que se propone a colocar una máscara de seguridad, para darse quizás fuerzas, para no decaer, no lo sé. Luego nos da la espalda y comienza a dirigirse hacia el árbol del rayo que marca nuestro juego final. Todos compartimos pequeñas miradas, breves, dudosas, pero sacudiendo mis hombros y al lado de Brenda y Heather, tomamos camino con él.

Los demás nos alcanzan rápidamente, incluida mi amiga Teresa que no ha dicho palabra desde hace horas.








Finalmente hemos dejado el caos de antes atrás y hemos alcanzado el pico más alto de la colina, ese que nos muestra de frente el árbol del rayo que caerá en pocas horas. La luz del atardecer ha caído y la presión me ahoga. Paso mis manos sudorosas varias veces por mis vaqueros, notando el peso de la mochila, y pensando en qué si ahora Newt me cogiese de la mano, me moriría de vergüenza al ser consciente de qué estoy sudando como un cerdo.

Luego cavilo en lo que acaba de pasar, y me siento mal de inmediato porque sé que eso no va a pasar delante de todos, y mucho menos teniendo en cuenta que ahora por seguro Newt está hecho un desastre por dentro. 

—Allí está, por fin —dice Dayana, acomodándose la trenza platinada en su hombro.

Y no se equivoca, todos observamos ese enorme árbol tan peligroso. Brenda se adelanta, sobrepasando a Newt, para tocarlo. Pasa sus dedos sobre la corteza y dando un seco golpe, nos mira a todos. Su cabello corto hondea un poco con el fresco que comienza a revelarse en estas horas de la noche.

—Un conductor impresionante, ¿no es así, Teresa? —Yo me giro para encontrar a mi amiga tras mi espalda, algo perpleja. Parece un poco despistada.

Mira sus manos breves segundos hasta recabar en que todos la estamos mirando, y sonriendo secamente, asiente con la cabeza. Yo trato de aligerar el ambiente, soltando la mochila de mis hombros.

—Empecemos, chicos. Mejor que acabemos con esto deprisa —digo, atrayendo a todos hacia mí, mientras de soslayo veo que a una prudente distancia, Gally toma asiento en la brinza con la chica rubia en su regazo.

No creo que se levante de allí para nada, a no ser que la situación lo amerite. Luna da vueltas sobre el árbol, agitado, como si supiese que todo se va a terminar ya, y las manos me vuelven a sudar cuándo Newt las pone encima, con la excusa de ayudarme a sacar la bobina.

Yo trato de sacarme ideas locas de mi cabeza, porque me recuerdo que no es momento de pensar en tonterías como estas al notar de inmediato cómo tiemblan las manos de Newt al cruzarse con las mías. Sin que nadie nos vea, rápidamente lo oculto con mi espalda y le doy algunas caricias en sus dedos. Solo una mirada, una ligera sonrisa y creo que le he subido un poco el ánimo.

Eso me hace sentir bien, a pesar de todo lo demás.

Mientras Heather, Teresa y Dayana nos ayudan, el resto montan guardia a nuestro alrededor. Yo me despliego con Newt y Heather, encargándome de desenrollar metros y metros de cable, con cuidado de no enredarlos. Después lo atamos el alambre alrededor del árbol, con mucho cuidado, para terminar de anudarlo en una rama que gustosamente Minho me ha pateado con su pierna. Al terminar de cruzar de un lado y al otro la bobina, Teresa y Dayana la apartan para echarse hacia atrás.

Con una última revisión, yo me encargo entonces de dejarlo todo bien sujeto y correcto porque no podemos tener errores. Esta puede ser nuestra única oportunidad para ganar.

—Bien, chicos, es mejor no estar cerca para cuándo el rayo caiga, hacedme caso. —Solo Rose se ríe, pero he visto una pequeña sonrisa colándose en los labios de Newt.

Entonces Teresa le pasa la bobina a Heather, con un gesto torcido y algo brusca, para explicar de nuevo la otra parte del plan. El otro grupo y en donde no estoy yo, llevará la bobina a través de la jungla, desenrollándola en el camino, para llevarla hasta la Cornucopia.

Minho ahora le pide el mapa a Gally entre susurros, porque les servirá para tener en claro a dónde ir exactamente. Este se lo da sin mediar palabra mientras arrastra consigo a la chica inconsciente, para alejarse todavía más de la proximidad del árbol. Newt no le pierde de vista en ningún momento.

—Tenéis que soltar la bobina metálica lo más cerca posible de la Cornucopia, asegurándoos de que se hunda y de que nada se interponga, o no funcionará. Después correréis hacia la jungla y lo demás, depende de vuestra suerte, claro —termina Teresa, con una mano en su cadera.

Ahora nos envuelve el silencio nuevamente, mientras todos los que se van comienzan a acomodarse las cosas para ponerse en marcha. Mientras acaricio el suave lomo de Luna, como despedida porque también se va, aprovecho que nadie está cerca de Newt para tomar distancia con él. Se acomoda el arco con tensos movimientos y no me advierte llegar.

Lo tomo por sorpresa, pero no tarda en sonreírme. Después se relaja brevemente para extenderme una mano, pero claramente no para cruzarlas; tiene en ella una cosa metálica y que es peligrosa. Un arma, un arma para matar.

No lo entiendo y mientras acaricio uno de mis hombros, le pregunto sobre ello. Ignoro si alguien está vigilando nuestro intercambio de palabras, porque cuándo estoy a su lado, nada más me importa. No cuando pongo plena atención a esos ojos claros y tristes, un poco apagados. No es difícil suponer que es por lo de su hermana, quien sigue inconsciente.

—No la necesito —intento hacerle entender, de la mejor forma.

Pero sus manos sostienen las mías, las aprieta con fuerza e insiste.

—Es lo mejor, nada asegura qué pueda volver si pasa algo malo y... Y yo no soportaría... —Le interrumpo mientras busco sus ojos ahora esquivos.

—No me va a pasar nada, Newt. Te aseguro que nos veremos cuándo acabe todo esto, y las cosas volverán... —Pero me detengo cuándo niega con la cabeza, y sigue con ese rostro lastimero de hace rato.

—Las cosas nunca volverán a ser cómo antes, Tommy —me dice.

Y siento que se me cae el mundo encima cuándo me continúa tendiendo el arma metálica. No quiero cogerla, no soy amante de ese tipo de cosas..., Ni siquiera sé pelear del todo bien, pero no puedo dejarle tirado. Además, sé que tiene toda la razón. No puedo depender de su ayuda siempre.

Ya no somos los tributos del comienzo de juegos, ya no somos los niños que no saben nada del mundo y que sólo desean sobrevivir a su manera.

—Y quizás eso sea lo mejor, Newt. Las Pruebas nos han cambiado a todos —digo, intentando que las manos no me tiemblen al agarrar la pistola.

Porque es cierto, las pruebas de este maldito juego lo han revertido todo para siempre.

Muevo la pistola entre mis manos, mientras pienso de nuevo en esa oportunidad que quería para lucirme con Newt, para hacerle saber qué no quiero ser el chico que se queda esperando a través de la pantalla mientras él da su vida por todos nosotros. La recargó, y quitándole el seguro —porque sé de su funcionamiento— la resguardo en mi cinto. No lo pienso dos veces cuándo dejo atrás al chico de oro, para alcanzar a Teresa.

Tengo una idea surcándome la cabeza y espero que me permita hacerlo. Newt ahora me pisa los talones, no sé porqué lo hace, pero me siento más seguro al tenerlo cerca.

Teresa está al final del desfiladero, prestando plena atención al árbol de rayo con expresión algo hundida; de todas maneras, me acerco con paso seguro notando cómo los demás no tardan en acoplarse a nosotros, pero paso de todos ellos. Mis ojos encuentran ese océano pacifico lleno de lagunas, temo perderme en sus profundidades por un segundo, pero consigo encontrar la superficie a tiempo. El chico de oro está al otro lado, tendiéndome su mano y encuentro las fuerzas para salir.

—Quiero ir con Newt y los demás, creo que puedo serles de ayuda —digo de inmediato y sin dejar de pasar la oportunidad de qué me esté esté escuchando de esa forma tan atenta—. No quiero estar sin hacer nada, sé que nos habíamos puesto de acuerdo con la separación de grupos desde antes, pero..., Tengo que hacerlo, Tessa.

Mantengo la esperanza de que me diga que sí, pero cuándo se cruza de brazos con ese mueca molesta, un retortijón se apodera de mi vientre.

—Eres lento, no sabes pelear y creo que solo buscas librarte de este problema —responde, negando con la cabeza—. Además, te necesito aquí. Los demás estarán bien y puedo asegurar que si vas, solo serás un estorbo para ellos. —Su voz es severa y de repente me siento como un niño pequeño. Sus palabras se clavan como dagas, son hirientes.

Las manos me sudan cuándo noto encima las miradas de todos. Me siento observado y de alguna manera, odio este sentimiento. Como si todos estuvieran dejándome en claro que no soy capaz de hacer lo que digo y que aparte de tener cerebrito, no tengo nada más sobresaliente y que todos saben que soy un completo inútil.

Por suerte, alguien me defiende.

—Eh, espera. Si quiere ir, ¿por qué no le dejáis y ya? —Ese es Newt, que al momento coloca su mano en mi hombro dándome apoyo.

—Sí, no pasa nada porque te quedes tú aquí, Teresa. —Intento hacerla entender.

Ella me mira con furia, incapaz de expresar todo aquello que le ronda por la mente, pero cuándo pienso que los demás van a aceptarlo y dejarlo pasar, sucede todo lo contrario. Brenda carga su escopeta en su hombro, frunciendo su ceño.

—Chicos, no hay tiempo para discutir esta tontería. Ya teníamos un plan, ¿no? —Nos mira a ambos—. Yo tengo que quedarme aquí y tampoco me parece del todo bien, pero no por eso pongo problemas.

—Dejad de perder el tiempo. Ya habíamos dejado en claro los grupos, tíos —añade un Jace que se pasa de un lado a otro su espada afilada.

Minho se hunde de hombros sin aportar nada al tema, porque claro, él lo tiene fácil. Él se va con Newt y estoy seguro de que no querrá cometer su mismo error de antes; estoy seguro de que lo protegerá con su vida. Heather levanta la bobina de su mano con un movimiento suave, mientras comparte una larga y tirante vista con su novio, Ethan.

Claro que todavía no lo han admitido en público, pero es más que claro.

—A mi tampoco me gusta el plan de dejar ir sola a Heather, pero me aguanto. ¿Por qué vosotros parecéis tener un problema con eso ahora? —Todo el ambiente parece reunirnos a Newt y a mí, aunque incluso Minho parece un poco sorprendido ante tanta negativa.

De todas maneras, muerdo mis labios incapaz de llevarles ahora la contraria a todos nuestros amigos. Nos observan cómo si solo les pusiéramos problemas, y dando una mirada de soslayo a Newt, me gustaría decirle mis dudas, dejarle en claro que me resultará imposible cuidarle desde lejos..., Pero su sencilla sonrisa se clava en mis huesos, y lo detengo todo.

La pistola me pesa en la cintura de repente.

—No pasa nada —me suelta en un tono bajo—, soltaremos el carrete y volveremos corriendo. Es una promesa, y si es posible, trataremos de no esforzarnos más de lo necesario.

Pero es que estoy a nada de separarme de su lado, de no saber qué puede depararle el otro lado y sin saber si volverá. El miedo creo que lo expreso claramente, porque de pronto, allí con el chico de oro enfrente parece algo cambiar. Todos siguen tensos, pero nada detiene a nuestro líder que sujeta mi cara entre sus manos.

Me da leves caricias, suaves y que dejan rastros cálidos. Me sonrojo hasta las orejas de verlo tan de cerca, pero resulta muy cómodo tenerlo conmigo. Siento que todo cobra sentido, que tengo un lugar al que pertenecer. Ojalá pudiera besarle ahora mismo, creo que con ello todo quedaría aclarado de una vez por todas; o al menos, me ayudaría a sentirme más seguro con las cosas. A saber qué por lejos que estemos, siempre estaremos uno al lado del otro.

Regreso mi atención de inmediato al chico, cuándo me habla.

—No te preocupes, te veré a medianoche. —Y entonces hace lo más bizarro que jamás me ha pasado, algo que incluso a mí me deja con la boca abierta. Cumple mi deseo.

Me da un corto beso y antes de que pueda objetar algo, lo que sea, me suelta y se vuelve hacia Heather. Todos los chicos tienen la boca abierta, las chicas comienzan a dar gritos, me parece ver que Ethan y Brenda chocan palmas, pero Newt solo ve a la chica del cuatro.

—¿Listos? —Ella asiente por todos los de su grupo, sin creerse lo que acaba de pasar. Yo tampoco puedo hacerlo—. Vámonos ya, entonces.

Empieza a caminar, alejándose de mi lado y seguido de todos esos alborotadores que empiezan a hacerle preguntas sobre nuestro beso. Yo me acaricio los labios, notando esa magia de nuevo en ellos e incapaz de tener en mente que me acaba de besar delante de todos, interesándole poco lo que puedan opinar sobre esto. Desde la distancia, viendo cómo bajan la pendiente distingo a Heather que da pequeños saltos, mientras esa cabellera rubia niega de un lado a otro, y después como Dayana le da un golpe en la espalda, entre risas. Luego comienzan a bajar y los pierdo de vista.

Claro, menos a él.

A Minho, que me observa unos tensos segundos para luego sonreírme. Siento que puedo respirar de nuevo cuándo no veo ningún tipo de molestia en él, luego recuerdo mi conversación secreta en esa en qué me dijo que me pusiera las pilas con Newt... Y después me despide con la mano, alegre, y baja con los demás.

Cuándo estoy ahora a solas con mi grupo, me asusta la forma en la que todos saltan hacia mí con miles de preguntas sobre el beso que me ha dado Newt. No los entiendo al principio, porque sus cuerpos están sobre mí de forma arrolladora, pero me siento cálido. De alguna manera, me alegra saber qué no recibo ningún tipo de rechazo con ellos.

Ethan me sacude el hombro, con una amplia sonrisa de oreja a oreja.

—¡Yo lo sabía muy bien! ¡Sabía que solo necesitabais tiempo, estúpidos shanks! —Da pequeños brincos cogido de la mano con Brenda, que parece que va a llorar.

—Es que ya era hora, Thomas —añade la chica menuda de cabello corto.

Rose se me acerca con esa larga melena rojiza y con sus mejillas algo coloreadas.

—¿Desde cuándo...? ¿Cómo? —Yo me río, sin saber cómo dar la respuesta exacta a lo que somos Newt y yo ahora.

Porque es así, me gusta, demasiado, y ya no me puedo imaginarme mi vida sin él. Pienso en contarles de nuestro beso de la otra noche, pero me detiene la voz de mi mejor amiga que se escucha a mi espalda. Suena bastante afectada.

Al darme la vuelta, rompiendo ese alegre ambiente festivo con todos los demás, la veo alejada de nosotros. Esta totalmente descompuesta: lágrimas cayendo por sus sonrosadas mejillas, el cabello alborotado y temblando como un flan. No dice nada y yo tampoco.

Se queda allí parada, y yo camino hacia ella, pero después sale corriendo lejos de nosotros y lo que es peor, persiguiendo el mismo camino de los que se han ido. Su melena larga y oscura desparece por la pendiente y aunque quiero ir con ella, sorpresivamente la voz de Gally es la que me detiene.

Lo miro, todavía confuso por lo que acaba de pasar, y mientras acaricia la cabellera de esa chiquilla rubia, parece bastante tener en claro lo que le sucede a Teresa.

—Déjala en paz, Thomas, al menos por un rato. Está tratando de sobrellevar su corazón roto, nada más —y lo dice con una sonrisa, algo lastimera y lo entiendo todo de repente.

Sus extrañas molestias, sus cortas palabras, sus pocos entendimientos de mi amistad con Newt, la forma en la que siempre parecía meterse de por medio o evitar que tuviésemos contacto y mientras me separo de mis amigos, sé que no puedo hacer lo que me pide Gally.

—Lo siento, pero es mi amiga. Me necesita y no pienso dejarla sola.

Soy el siguiente que sale corriendo hacia esa pendiente por la que desaparecieron hace ya varios minutos los chicos y luego mi amiga. Escucho las voces del resto, pidiéndome que espere, pero conozco a Teresa; mejor que nadie, y sé que puede cometer locuras cuándo sale herida.

Atravieso aquel camino angosto detrás de ella. Corro sin pensar dos veces con un grave sudor bajándome por el cuello, mientras todo se agrava en mi cabeza. No solo porque esté sola en el interior de esta jungla y tan cerca de la Cornucopia, si no también porque temo que eche al trasto nuestro plan al que tanta fe le ha puesto, sobre todo ella, desde el principio.

—¡Tessa! ¡Tessa! —Luego dejo de gritar su nombre temiendo qué alguien me oiga. Me limito a seguir corriendo en su busca.

La encuentro entonces justo a tiempo, un poco más lejos de lo que creía del árbol del rayo, pero no tan cerca cómo me supongo que está la Cornucopia. Está a pasos de mí, quieta y al parecer ya no llora. Mantiene la espalda erguida y creo que me ha oído llegar.

Limpiándome las manos sobre mis vaqueros, me recuerdo que debo tomar la situación con calma. Porque si es cierto lo que dice Gally, ahora es una chica despechada y creo que la entiendo; debe de estar sintiendo ese vacío enorme que sentí yo cuándo Newt se alejó de mi lado cuándo le besé por primera vez.

Me aproximo lentamente hacia ella, algo nervioso porque no sé cómo tratar este tema. Intento hablar de manera tranquila, suave y cómoda, para no alterarla.

—Teresa... ¿Estás bien? —Reacciona a mi voz, para darse la vuelta y cruzar su mirada conmigo.

Me permite ver ese pequeño rastro de lágrimas seco en sus pómulos, y aunque parece estar mucho más estable que momentos antes, no deja de mordisquear sus labios una y otra vez. Nos quedamos en silencio para que decida volver a dirigir su mirada al frente, a esa bruma de jungla que oculta secretos y nuestro final.

Luego suspira y agrega en bajo y algo rápido: —Siento la escena de antes..., No sé que me ha pasado, pero... necesitaba tiempo para pensar, para mí, por eso me he ido.

La veo encorvada, algo más retraída de lo normal. Me doy cuenta de que me preocupa su aspecto, da la sensación de que en cualquier momento va a desvanecerse de mi lado y me da mucho terror perder a mi mejor amiga.

—Siento... —carraspeo tratando de buscar una voz mucho más firme—..., siento mucho lo de antes. Nunca te he dicho nada del tema porque no sabía como abordarlo contigo, y a mí me ha tomado también por sorpresa que lo hiciera delante de todos pero...

—Ya lo sabía —dice, secamente—. Era más que obvio.

Y a pesar de creer que al hablar con ella este nudo de mi pecho desaparecía, solo consigue hacerse más grande. El agujero se transforma, se convierten en espinas que me aplastan. Aprieto mis manos, notándolas sudorosas nuevamente y mientras busco el aire que me falta, ella retoma la conversación aunque esta vez lo dirige hacia un camino mucho más descarriado que antes.

—¿Recuerdas a tu madre?

Su voz resuena en mi interior, haciendo que un completo caos me agite repentinamente, brindándome todos los recuerdos de mi madre adoptiva, de la muerte de mi padre falso, de su despedida en mi distrito, de todo eso y me duele. Me duele mucho tenerla en mente y saber qué nunca volveré a verla, porque sí de algo estoy seguro, es que los del Capitolio la mataron y solo por decirme la verdad.

—Lo hago. —Asiento a sus palabras mientras se gira totalmente en mi dirección, con un rostro repleto de inquietudes, de miedo.

No se lo que pasa, pero cuándo hago amague de acercarme, ella vuelve a tomar una pequeña distancia y respeto su espacio. Después suspira, para regresar a cruzarse de brazos pero yo no puedo quitarme de encima la sensación de que algo más está pasando. Algo que no puedo ver y qué me aterra. Las cosas que no entiendo, suelen abrumarme.

—Yo me acuerdo de la mía. Era una mujer preciosa.—Sus ojos realmente no me están mirando a mí, si no a sus recuerdos. Está perdida en el pasado.

Yo no conozco mucho de su vida personal, porque ambos nos conocimos en la escuela, en los trabajos con Ava desde pequeños..., Nunca nos interesamos por conocer la vida personal del otro, nunca nos preocupó porque funcionamos de esa manera desde siempre, nunca ha habido problema en realidad... pero que ahora mismo decida hablarme de este tema justamente, me pone malo.

Estrecho mis manos con fuerza sin saber a dónde quiere llegar.

—Teresa, no entiendo...

—Todo el mundo la quería. —Entonces vuelve a morder sus labios, sin dejar de mirarme nerviosamente y añade—: Y antes de CRUEL, ella era todo lo que tenía.

Un escalofrío me acaricia la espalda al escuchar la palabra CRUEL en sus labios. Sigo sin entender del todo qué es lo que hace ese grupo en realidad, porqué Gally tampoco es que nos haya contado mucho de ese tema; lo único seguro es que son personas malas y afiliadas a Ava y a Snow, por lo que tampoco se debe confiar en ellos. Nunca he escuchado que Teresa haya tenido contacto con esas personas, realmente es la primera vez que me dice algo semejante. Y está muy claro el hecho de que me acaba de afirmar que en algún momento de su vida, ha estado trabajando con ellos.

—¿CRUEL? Teresa —trato de que se ponga en mi lugar— no entiendo qué quieres decir. Se supone qué son malos simplemente porque están con los presidentes, ¿por qué...?

Pero ella descruza sus brazos para detenerme en seco. Su mirada toma esa forma fría y furiosa, esa que no me gusta para nada ver en ella.

—Déjame acabar, por favor, Tom.

Ahora es mi turno de suspirar, para asentir todavía más impaciente que antes, porque estoy más perdido que nunca. Aun así, mantengo la compostura. Aun así, trato de evitar que vuelva a huir.

Ella sigue hablando.

—Cuando cayó enferma, no sabía qué hacer. —Aparta su mirada, miedosa. Admito sentir lo mismo—. La tenía cautiva. Creía que iba a recuperarse, pero no sabes lo que era vivir con eso. Todas las noches, todas, hacía unos ruidos espantosos, eran como gritos. Y de repente, una noche paró.

Trastabillo un poco, incapaz analizar esa información. No entiendo cuál es su punto todavía, pero tan solo imaginarlo me revuelve el estómago. ¿Su madre enferma? ¿Su padre habría tenido la idea de eso? ¿Qué más me estaba ocultando?

—Por fin se calló, Tom. Bajé a su habitación y había mucha sangre. Demasiada —añade, con novedosas lágrimas acumulándose en sus ojos—. Pero ella estaba allí, impasible, como si no tuviese nada que ver con ello. Hasta me dijo que se encontraba mejor, que habían desaparecido las visiones, pero no era cierto. —Se estruja los brazos, como si de solo recordarlo estuviese reviviendo esa pesadilla otra vez.

—¿Qué pasó con ella?

El nudo en mi garganta crece por momentos.

—Se arrancó los ojos, Thomas. —No deja ni que asimile la noticia, porque sigue con su perorata. Yo me tomo un breve momento para imaginar su dolor, para asimilar que esto está pasando de verdad y que seguramente mi amiga lo vivió muy joven—. Hay millones de personas ahí fuera con esta misma historia, en los distritos superiores..., Porque como dicen, no es oro todo lo que reluce.

Todo me da vueltas mientras recabo toda la nueva información.

—¿Qué es CRUEL? ¿Qué tiene que ver contigo, Teresa? No sé a qué viene todo esto de hurgar en el pasado.

Ella sacude su cabeza, pero por suerte finalmente alguien me da respuestas.

—Es una organización que trata de buscar a ayudar a este tipo de personas, a gente como mi madre que están enfermas. De ahí a que CRUEL esté relacionada con esto, tratan de ayudar a la gente con... métodos que aunque no se vean del todo racionales y convencionales, solo lo hacen porque buscan una cura. —Sigue sin sonarme del todo bien aunque Teresa trate de endulzarlo.

—¿Y qué pasa con eso? ¿Por qué me estás diciendo esto?

Se acerca hasta mí, derrotada. Con un aspecto tan caótico, que juro jamás haberla vista de esta manera. Se aferra a mis brazos, con una fuerte necesidad. Me hace un poco de daño.

—Porque me niego a darles la espalda, no ahora. —Sus ojos encuentran los míos—. Y quiero que vengas conmigo, ya he hablado con ellos..., Porque sé que hay algo mal, que algo no debe de estar así en los juegos desde la desaparición de Aris, y... No puedo, no puedo irme sin ti, Tom.

La aparto de mi lado, sin entender palabra. Ella me da mi tiempo, pero todo parece empeorar. Exploro y agito mi cabello oscuro, tratando de buscar ese mensaje oculto en lo que me dice. «¿Irme con ella a dónde? ¿Y qué pasa con los demás? ¿Ya no va a haber juegos porque se han acabado?», el pecho se me agita brevemente, mientras siento que toda la jungla se atrapa ante mí, que me asfixia. ¿Cómo pueden haberse acabado los juegos si seguimos aquí?, comienzo a negar con la cabeza.

Recuerdo entonces la promesa con Newt, la promesa con todos y dándome un pequeño golpeteo en el pecho, no dudo en lo que le dejo en claro.

—No puedo irme sin él. —Nada más decirlo, ella cierra sus ojos con pesar, pero tiene que entenderme—. No puedo irme sin los demás. No sé que está pasando, pero si de algo estoy seguro es que no pienso darles la espalda a mis amigos, Teresa.

—No digo que lo hagas, pero... Thomas, es lo mejor para todos. Tienes que verlo desde mi manera, desde la manera de Ava, de... —Alzo los ojos al momento, dando un respingo al escuchar la mención de la presidenta.

Ella vuelve a tomar cercanía conmigo, no la detengo.

—¿Qué estás diciendo?

—Te digo que quiero que lo entiendas. —Sonríe entre lágrimas—. ¿Recuerdas que te dije que nunca olvidases de dónde venías? Pues eso te pido ahora, tu gente... Tu verdadera gente soy yo, es Ava, es Snow. Tienes que confiar en mí, y olvidarte de todo lo demás.

Entro en crisis con tanto misterio y me enfurece por completo que considere de verdad que yo tome a ese tipo de personas como importantes para mí. Todo me resulta un laberinto demasiado enrevesado, no encuentro un punto de convergencia.

—¡¿Qué entienda qué, Teresa?!

Ella se sume en un oscuro silencio, hasta que una de sus manos se mueve hacia su cinto y no la veo venir. Jamás podría; es mi amiga y se supone que los amigos no hacen este tipo de cosas. Pero cuándo bajo la mirada hacia mi estómago y distingo esa pequeña daga clavada allí, pienso en qué me he equivocado. En que puede que los amigos se equivoquen y tomen malas decisiones; en que los amigos pueden llegar a traicionarte.

Me siento débil de inmediato, me flaquean las piernas cuándo la saca de mi cuerpo y, ahora soy yo quién me sujeto a sus brazos, febril ante la herida. La sangre comienza a brotar de mi vientre mientras la oigo hablar.

—Lo que he hecho, Tom. Todo esto y lo que vendrá.

Se aleja de mí llorando, yo caigo de rodillas sujetándome mi vientre, notando un desagradable calor y un líquido húmedo saliendo de esa herida. Veo entonces unas luces en la lejanía, allá en donde creo que es la Cornucopia. Unas luces brillando y mucho ruido. Teresa me devuelve la mirada, y voy uniendo los hilos.

—Teresa... ¿Q-qué has hecho? —El nudo me está ahogando.

Ella comienza a alejarse, extiendo mi mano buscando detenerla, pero vuelve a caer al suelo porque no puedo sostenerme por el dolor. Mientras siento que se me viene todo encima, la escucho pidiéndome un último favor.

—Por favor, no luches contra ellos, Thomas. —Y después sale corriendo.

Sigue la empecinada, hacia la Cornucopia. Su cabello largo y sedoso es lo último que veo antes de que todo se vuelva todavía más caótico. Oigo el sonido de varios helicópteros, una luz todavía más brillante y entonces allí, alejado, tirando en la brizna, perdiendo sangre... Veo que un misil cae en la Cornucopia. Luego sale fuego, mucho, y una columna de humo nace y crece ante mis ojos.

No me preocupo ni siquiera por mi herida sangrante. Me levanto con las pocas fuerzas que me quedan, me levanto para llegar hasta mis amigos, los que estaban dando su vida por acabar estos juegos y mientras gruesas lágrimas caen sobre mis ojos, no lo pienso mucho. Me mueve el deseo de llegar hasta los otros.

Corro en esa dirección pensando en todos los tributos, pensando en el horror que deben estar viviendo. La cabeza me da vueltas bruscas y súbitas ganas de vomitar se apoderan de mí. El sudor me recorre por todas partes, la herida de mi vientre sigue emanando sangre y no sé qué ha querido hacerme en realidad Teresa con ello, pero ahora mismo, mi único plan es llegar a tiempo con los demás.

En llegar a Newt, y salvarlo. Es lo único que quiero hacer ahora mismo.

N/A → muchísimas gracias por la espera, realmente estoy muy emocionada con este capítulo porque aunque sea el último pov desde el punto de vista de thomas de esta historia, me alegro de poder haber llegado a este tipo de situaciones que tantas ganas tenía por contar.

wiii, ya llegamos al apartado en el que finalmente teresa ha mostrado su verdadero rostro.

ahora, solo queda subir el capitulo 50 (el último) y un epílogo, después podremos dar paso al último libro. este proyecto de libros ha sido mi favorito, y espero que puedan ver qué todo detalle, toda historia de cada personaje, lo hago con todo mi cariño.

gracias por leer, gracias por dejar vuestro apoyo. gracias por quedarse hasta el final, mis queridos tributos. nos veremos en el siguiente muy pronto. estén preparados, porque se viene todo.

→ Se despide xElsyLight.

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