⇁ 44 ↼
「 ᴘʀᴏғᴜɴᴅᴀ ɴɪᴇʙʟᴀ 」
No sé de donde saco las fuerzas, pero logro ajustar el brazo de Thomas por mis hombros, mientras paso mi mano izquierda por su cintura. En esos momentos detesto que permanezca con su mochila tras su espalda, pero no tengo las fuerzas para quitársela de encima.
Observo su rostro medio ido y con un paso más cerca del otro lado, y no puedo evitar recordar que esta escena es muy parecida al día de los rayos en dónde uno casi lo mata.
—Vamos, Tommy. —Pido a los altos cielos aguantar, al menos, hasta ponerlo a él a salvo.
Y aunque sí, sorpresivamente consigo mantenernos en pie con Luna revoloteando alrededor, no consigo dar más de dos pasos hasta que mi maldita pierna izquierda cede de nuevo. No caemos esta vez, simplemente una de mis piernas se apoya sobre la hierba mientras la otra se niega a dejarnos morir. Y estoy seguro de que nunca me había dolido tanto como hasta ahora.
Mi cuello me duele al dar la vista hacia atrás por la rapidez en cómo lo hago, pero desaparece por el terror que me produce ver que esa niebla está mucho más cerca que antes. Está casi sobre nosotros. Aquello hace que dedique una vista inmediata hacia mi mano derecha, abultada y con un aspecto asqueroso... y sé que no quiero acabar así. Cierro los ojos unos segundos, pensando brevemente en los demás, en sí seguirán con vida..., pero la idea de haberlos perdido a todos me deprime todavía más, así que dejo de hacerlo al momento.
Y allí, justo cuándo todas mis memorias pasan por mi mente, como cuando dicen que suele suceder antes de morir, escucho una voz llamándome. Al principio pienso en qué es pura imaginación de mi cabeza, solo para darme un pequeño hilo de esperanza, pero no. Es real.
Al volver la cabeza hacia uno de los laterales, envuelto en un barullo de grave maleza, encuentro que se acercan a toda prisa un grupito que reconozco bastante bien.
A la cabeza aparece un Ethan cargando en su espalda a una moribunda Isabelle, su brazalete serpiente cuelga de uno de sus brazos y su pierna izquierda está completamente llena de ampollas, algunas sueltan sangre y es demasiado doloroso para mirarla. Incluso su forma torcida me indica que todo anda mal por ella. Por detrás vienen corriendo como pueden Rose, y en sus brazos descansa la pequeña Madi, también repleta hasta los ojos de esas ampollas. Suelta pequeños gemidos dolorosos, y sé que ahora mismo todos están sufriendo en silencio.
También están sudando a mares, como yo, aunque quizás sus rostros están más rojizos de lo que recordaba y supongo que todo es culpa del esfuerzo, del maldito esfuerzo por sobrevivir. Ethan es el primero en llegar hasta mí, como es natural. Se agacha al frente, dejando a una Isabelle en el suelo con suaves movimientos. Ella se queja en bajo, pero hace lo que puede para no ponernos a todos más nerviosos.
Ethan pone toda su atención en Thomas, y la mueca que cubre sus labios no es ni la mitad del horror que parece. Yo presto más atención al aspecto de mi amiga tatuado y descubro que su cuello está lleno de esas miles de ampollas. Está también herido, pero sin pensarlo demasiado las palabras se me escapan, desesperado por salvar a Tommy.
—No puedo hacerlo, no puedo llevarle solo. ¿Sería mucho pedir que los llevases a los dos?
Rose llega por detrás, rengueando un poco, pero su expresión lo dice todo. Y aunque Ethan solo se dedica a fruncir los labios, impotente y pensando en otra manera de hacerlo, sé que su respuesta es un «no» rotundo. No puede llevarlos a los dos, y como Rose está ocupada con Madi, es imposible que pueda ayudarnos.
Tiene que quedarse uno atrás, y no lo pienso dos veces cuándo me giro hacia Rose, la chica pelirroja que en su rostro mantiene lágrimas secas. Sus brazos tiemblan, pero en ningún momento amenazan con dejar caer a la pobre Madi.
—Rose, ¿oyes el agua que está por aquí cerca? Minho ha seguido ese camino bajo la colina. Date prisa y síguelo, nosotros te seguiremos por detrás. —Y no pierde ni un segundo en seguir mi comando, pero antes de hacerlo, sé que presiente las nubes negras.
Por lo que junta su frente con Isabelle, dándole las gracias, después con Ethan repitiendo lo mismo y a mí simplemente me da una cabezada. Silbo entonces para que Luna la persigue cuando ella desaparece bajo la colina y creo que en el fondo, que al recibir esa mirada lastimera y azulada, que sabe que no estaremos todos cuándo la calma llegue a esta tormenta.
—No puedo llevarlos a los dos, Newt. —Me regresa la atención Ethan.
Y esa es la verdad que me pesa tanto, si tan solo no estuviera apunto de desvanecerme... O si Minho no hubiera desaparecido así de la nada, a lo mejor..., Ethan me mira arrodillado todavía enfrente de mí, y al cruzar nuestros ojos, bajo la estridente luz del nuevo día que finalmente deja entrever sus delicados trazos rosados, vislumbro aquellos ojos castaños que tantos misterios esconden. Los veo tan claros como el día, aquel que temo tanto que comience porque significaría enfrentarme a todos los horrores de esta oscuridad de niebla.
Ethan entonces rompe nuestros contacto visual repentinamente, para compartir una larga mirada con Isabelle. El ambiente parece haber cambiado, parece más natural pero sin dejar de ser pesado. Ambos parecen estar en una misma línea, una en la que yo no tengo voz ni voto.
—Lo siento, Izzy. —Y con eso parece decirlo todo.
Ha elegido y nadie puede echarse hacia atrás.
Ella solo cierra sus ojos, llorando pero con una sonrisa. Entonces se le acerca con rapidez y lo que sucede a continuación pasa tan deprisa y es tan absurdo que ni siquiera puedo moverme para impedirlo. Isabelle se levanta, engancha su brazalete serpiente en el antebrazo derecho de Ethan y después, agarrando sus mejillas con fuerza, le da un beso en los labios. Uno corto, preciso y perlado de lágrimas.
Después al separarse, me dedica una sonrisa y simplemente me trago mis propias lágrimas. No puedo dejar que su decisión haya sido en vano, no cuándo la veo dirigirse cojeando, casi arrastrándose, hasta el interior de la niebla. Su cuerpo desaparece en la oscura niebla y aunque quiero gritar para detenerla, como hace Ethan que no deja de repetir su nombre, me arde la garganta. Es demasiado para soportar, por lo que aparto la mirada porque siento que todavía puedo verla a través del gas venenoso. Segundos después al escuchar el cañonazo, sé que se le ha parado el corazón, que está muerta.
Qué esa atrevida chica, con amable sonrisa, jamás volverá con nosotros.
—Esa estúpida... —Es lo único que dice el chico del tres, demasiado ensimismado en la marcha de la chica, en la corta despedida, como para centrarse en la peligrosa niebla que se cierne sobre nosotros.
Con mucho esfuerzo, consigo hace reaccionar a mi pierna izquierda para tocarle el hombro. Este me mira con los ojos perdidos, pero trato de devolverle a la cruel realidad, puesto que no podemos permitir que su sacrificio haya sido por nada.
—Ethan, tenemos que irnos. Ya mismo —le digo casi con la voz ronca.
Él parece sacar fuerzas de flaqueza y entonces asiente decidido. No tarda en pasar uno de sus brazos por la cintura de un Thomas que recobra poco a poco la consciencia, para yo suprimir mi dolor interno y obligarme a aguantarlo un poco más. Paso un brazo de Thomas por mis hombros, y comenzamos a correr hacia la colina con la esperanza de alejarnos de esa niebla.
A duras penas consigo arrastrar como puedo la pierna inútil, mientras el tiempo y el espacio pierden significado conforme la niebla me invade el cerebro, atontando mis pensamientos y haciéndolo todo irreal. Algún profundo deseo animal de seguir vivo me mantiene en pie, pero creo que es más el deseo de continuar con la supervivencia de mis amigos.
Justo cuándo la luz del sol brilla sobre el cabello castaño de Thomas, y cuándo siento que gotas de dolor abrasador se reparten por mi espalda al mismo tiempo en que siento que la pierna izquierda se me ha entumecido por completo, la niebla nos alcanza. Primero a Thomas, quien grita como puede con esa boca torcida y descompuesta, y los siguientes somos Ethan y yo.
Y aunque me alivia haber alcanzado la colina, ninguno puede evitar caer por ella. Nos separamos y caemos redondos a través de la maleza, y por mi parte, sólo deseando que esta tremenda bajada nos aparte de las manos de la muerte.
Todo me da vueltas mientras caigo y no me preocupo esta vez de los demás, ni siquiera en el dolor de mi cabeza al chocar contra trozos de madera sueltos, solo pienso en si Lizzy puede puede estar viviendo estos mismos horrores hasta que me detengo. Tropiezo con los otros dos, que están boca abajo al final de la colina y nos quedamos quietos delante de un lago de medio tamaño.
Soy el único que puede ver como esa niebla sigue avanzando para apoderarse de nuestros cuerpos como hizo con Isabelle, y como ha adquirido un asqueroso tono blanco perlado. Y entonces, ante mis ojos aterrorizados, veo que se transforma.
Sí, se hace más espesa, como si se aplastase contra una ventana de cristal y se viese obligada a condensarse. La escudriño con más atención y me doy cuenta de que ya no tiene dedos. De hecho, ha dejado de moverse por completo. Como los demás horrores que he presenciado desde los primeros juegos, ha llegado al final de su territorio. O eso, o los Vigilantes han decidido no matarnos todavía.
Lo cual me parece demasiado cruel a este punto. Morir sería una salida rápida que significaría ponerle un punto final a este cuento de hadas lleno de torceduras y cenizas.
—Ya se ha parado, no... No más. —Es lo único que logro decir antes de sentir que se me entumece la boca.
Ellos parecen oírlo, porque sueltan pequeños gruñidos.
La niebla empieza a elevarse, como si la aspirasen desde el cielo. La contemplo hasta que no queda nada, ni una sola voluta, hasta que siento unas manos sobre mis axilas.
A ese punto de mi vida me alegraría saber que es uno de los tributos enemigos que piensa acabar con mi vida, porque eso me hace sospechar cuándo me libera del arco y de la daga de mi cinto para dejarlo en la hierba húmeda, pero cuándo vuelve a tocarme, ahí es cuando lo sé.
Lo que lo confirma es abrir los ojos, centrarme en esa persona que me arrastra con cuidado hasta una agua cálida que nada más tocarme, hace que se me curve la espalda con dolor porque es como si hubiera tocado una llama. Eso me hace agitarme en los brazos de Minho, pero una voz femenina y bastante cerca, me tranquiliza algo.
—El agua ayuda, Newt.
Es Teresa. Cuando miro hacia mi izquierda, la veo batanándose en esas aguas sin importarle mojarse las ropas y sí, no parece estar sufriendo espasmos como antes. Su piel ha recobrado el aspecto de antes y no hay rastro ninguno de las asquerosas ampollas de antes.
Veo que entonces aparecen ante mi vista, por delante, Heather y Brenda, quienes seguramente se van a encargar de lavar a Thomas y Ethan. Entonces y sólo entonces, me digo que estoy a salvo y me dejo sumergir en esas aguas con ayuda de Minho.
Pero dios, de verdad que intento no gritar pero es mucho peor de lo que imaginaba. Minho comienza a meterme por la espalda, dejando que mis manos se metan en el agua con cuidado y la sal del agua hace que el dolor de las heridas me resulte tan cegador que estoy a punto de desmayarme. Sin embargo, noto algo más, como una succión. Mi mano más afectada, la derecha y que hasta momentos antes creía totalmente inservible, comienza a recobrar su color.
A través de la capa de agua azul, veo una sustancia lechosa que me sale de ella y aunque resulte asqueroso, sé que eso sucede con el resto del cuerpo. Conforme desaparece la sustancia, también lo hace el dolor.
Poco a poco, trocito a trocito, Minho me sigue uniendo al agua hasta llegar a la parte de los muslos y nada más mi pierna izquierda toca el agua, ahí es cuándo comienza el verdadero dolor. Como si de alguna manera todo el veneno hubiese decidido aglomerarse allí dentro.
Agradezco entonces que los gritos horrorizados de Thomas y Ethan opaquen los míos y en serio, de los tres, sé que Thomas es el que debe estar pasándola peor. Sus quejidos bajos pero tan próximos a mí, hacen que me estremezca violentamente. No me gusta verle sufrir, no me gusta verle herido y dando una vista hacia mi derecha, veo cómo lo hace.
Teresa lo tiene agarrado de la cintura, y con ayuda sorpresivamente de Gally, remojan su rostro con extremo cuidado. Thomas se arruga de la pura y real aflicción, haciéndose una bola. Apartando la vista porque me resulta angustiante, descubro que en realidad todos los que se habían separado de nuestro lado, están aquí. Y, aparentemente, también parecen haberse dado una buena ducha como nosotros.
Aunque nada más dando una vista por encima, sé que me faltan dos personas más además de Isabelle. Y los sollozos bajos de Dayana, siendo consolada por Jace y Vincent, solo lo demuestran. Mi corazón se lamenta cuándo descubro que no andan por ninguna parte Violet y Collete. Eso hace que aparte de un manotazo a Minho que me hace silbar del dolor cuando me levanta parte de la pernera que cubre mi pierna izquierda.
Y allí, escondidos bajo los árboles y bajo las turbulentas aguas, ambos vemos lo morada que está. Por suerte no hay ninguna huella de ampollas, solo humo, pero eso no evita que este me eche agua encima como reproche.
—¿Por qué no me lo habías dicho? —Obviamente todo lo dice en susurros, porque que los demás descubran debilidades en la persona que les lidera, para mí, sería una ofensa con las promesas que llevo manteniendo desde los comienzos.
Sin embargo, al sentir renovadas fuerzas, me bajo el pantalón esquivando su intensa mirada. Prefiero dedicarla a Rose, que sigue bañando a la pequeña Madi entre lágrimas, quién parece estar llorando también. Supongo que al vernos, sabe muy bien quién se ha quedado atrás.
Y es demasiado doloroso aceptar que he sido un débil y un cobarde por dejar que sucediera. Me culpo y sé que nada podrá sanar el veneno que embarga mi corazón; por eso es que probablemente acepte el hecho de tener una pierna próxima a la amputación. De alguna manera me hace pensar que esa sería la forma de pagar por todos mis pecados y errores.
Y uno de ellos, si no es el mayor, es traer a toda esta gente a morir por quizás una causa que esté perdida.
Ethan está tumbado, de espaldas, sobre la arena. No dice palabra y solo se permite ser abrazado por Heather, quién parece entender más que nadie su dolor. Golpeo las aguas bajo mis manos, enfurecido de tener que hacerle esto a la gente que amo.
—Newt, como tu me dijiste... No estás solo en esto, no tienes porqué cargar con este peso. —Minho intenta hacerme entender qué lo que hago está mal, pero no puedo permitirme purgarme así porque sí.
Aquí todos somos culpables, y yo soy el que más sucio está.
—Minho, de verdad, no te preocupes. Gracias por ayudarme, ¿tú cómo estás?
Niega con la cabeza ante la obviedad que hago para cambiar de tema, pero sacudiendo los hombros me dice que quería volver, con nosotros, nada más mojarse en estas aguas y dejar pasar lo peor con Teresa, pero que ella le pidió que no la dejase sola. Y eso hizo.
Me contó que después fue viendo llegar a los demás, por distintas zonas del alrededor del lago y que cuándo vio bajar de la colina a Rose y Madi, seguidos de Luna —quién por sus palabras ya les ha explicado a los demás que es amigo—, temió lo peor por los demás y por mí.
El recuerdo de su confesión aún ronda por el aire, pero es como una marca ya del pasado. Ahora estamos bien, estamos como antes y aunque sé de buena mano que sus sentimientos románticos por mí, no van a desaparecer con un chasquido de dedos, me alegro de que las cosas no sean incómodas entre nosotros.
—Pero cuándo te vi caer por la colina con los demás, ya me quedé más tranquilo. Y por los pelos, ¿eh? No llegáis a cruzar este limite y... No quiero ni imaginármelo —me dedica una sonrisa cansada, enmarcada con unas ligeras oscuras ojeras bajo sus ojos.
Está estresado, como todos.
—Mejor.
Después me señala que va a por mis cosas, más que nada para darme tiempo a terminar con el resto que me queda, y lo que incluye a mi cabeza. Nada más ver como con ligeros chapoteos se devuelve cerca de la orilla de este lago, me sumerjo bajo las aguas de cabeza.
Allí debajo, solo acompañado de las pequeñas olas que se forman en la superficie y de insignificantes burbujas a mi alrededor que hago con movimientos circulares con mis manos, sobrevivo a lo peor. Abro un par de veces los ojos bajo el agua, y allí oculto, pienso brevemente en lo mal que nos está yendo todo.
Y aunque realmente apenas esté comenzando nuestro primer día de tres antes de llegar a la Cornucopia, primero, sé que los del Capitolio no nos lo pondrán fácil. Incluso puede que esto haya sido solo la mera guinda de un pastel que se cae a pedazos con cada paso que damos.
Mi pierna está toda morada, doliente y sí, es terriblemente insoportable cargar con ella. Me duele desde el derrumbe, puede que incluso desde antes y dudo mucho que pueda mantenerla hasta el final de los juegos si sigo abusando así de ella.
Sin embargo, recuerdo unas palabras de Haymitch, así de improvisto. «Es bueno que te mantengas entero», y es lo que planeo hacer ahora.
N/A→ muchísimas gracias por la paciencia, y estoy muy feliz de poder haber actualizado días seguidos. esta historia es para ustedes, y espero que les esté gustando está recta final. prometo que los siguientes serán más largos y con más sustancia, aunque realmente me dio mucha pena matar a Isabelle, Violet y Collete..., tenía que ser así.
nos vemos pronto, mis queridos tributos.
→ Se despide xElsyLight.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro