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「 ¿ᴀsɪ́ ᴘᴏʀ ʟᴀs ʙᴜᴇɴᴀs? 」




Lágrimas saladas.

Llevan surcándome las mejillas durante toda la maldita noche. No he conseguido pegar ojo y el sentimiento de culpabilidad es quizás mucho más fuerte que antes. Un pequeño sudor recorre parte de mi nuca y un desagradable calor se reparte por mi cuerpo.

Llego a la conclusión de que parte de la culpa que siento se deba por los miles escenarios que me he imaginado en la cabeza al pensar en cómo demonios reaccionará Newt al verme. Porque si de algo estoy seguro, es que no puedo evitarlo en el desayuno y mucho menos buscar una mesa en la que comer en solitario, llamaría mucho la atención y sería muy raro.

Parte de mis mejillas están resecas y escuecen un poco. Paso la manga de mi camisa por vigésima vez por mis ojos, en busca de despertarme de esta terrible pesadilla. Pero la presión sobre mi pecho, el vacío que invade mi estómago y la manera en la que mis piernas se remueven inquietas, me demuestran que esta es mi realidad.

Una de la que no puedo alejarme ni tampoco que puedo olvidar.

Me doy la vuelta en aquel colchón tieso, odiándome por dejarme llevar por mis estúpidos y florecientes sentimientos. Besé a Newt, de improvisto, sin si quiera yo esperármelo.

Y la situación no pudo acabar de peor manera.

Él marchándose con su mejor amigo, a quién yo había acusado de mentiroso y falso, y yo detestando ser un crío a la hora de toma de decisiones tan importantes como estas. La había cagado, y en mi cabeza no se aparecía ninguna solución a este tremendo problema.

Claro, no podía aparecerme ante Newt ahora y decirle que anoche estaba borracho y que había sido un accidente. Ya no estábamos en las fiestas aglomeradas y espumosas de los altos distritos, no había nada que pudiese explicar mis actos; y era un mal mentiroso. Y estaba seguro que sería incapaz de decirle ahora que me gustaba, que me volvía loco. No me veía diciéndole que me tenía completamente enamorado y a sus pies; no lo entendería.

Me doy un golpe en la frente con la palma de mi mano izquierda, recordando que Newt encima tiene muchísimas más presiones encima como para interesarse por un tema como este. Recuerdo al chico encapuchado, Aris, y sé que mi chico dorado no habrá obviado del todo el tema de que este refugio es más que una pantomima.

Pero tampoco me sienta bien darle más cosas en las que pensar.

Termino por dejar escapar un sonoro suspiro, escuchando los suaves ronquidos de Ethan y salgo de entre las mantas de la cama, directo al cuarto de baño.

Esta vez simplemente me lavo la cara un par de veces con agua fresca, en busca de encontrarme de nuevo porque sentía que andaba en una bruma oscura. No sabía cómo accionar después de esto, no tenía ni idea de cómo poder hablar con él otra vez sin discutir, y temía haber perdido nuestra amistad para siempre; eso sobre todo.

Después de asearme y lavarme los dientes, salgo del cuarto de baño en busca del armario en el que estuvo rebuscando Newt anoche. Saco una moda de ropa sencilla: una camisa de franela y de color azul cielo, junto a unos vaqueros grises y tersos. Me los coloco con rapidez aprovechando que el chico del cuatro sigue durmiendo, y tras meter mis pies en las botas de montaña que resguardaba de los juegos, paso mis manos por mis muslos.

El sudor se aglomera en ellas y trato de distraerme, decidiendo despertar a Ethan.

—Eth, arriba. Es hora de desayunar —y nada más menciono su nombre, este me lanza una almohada que esquivo rápidamente.

Me mira con molestia, pero nada más nos quedamos compartiendo una tensa mirada, la puerta de la entrada de abre y por ella entran Brenda y Heather. Me saludan ambas con una sonrisa y cuando dirijo mi atención al chico de tatuajes, este asiente ante mi duda.

Con eso me queda claro que no soltará prenda de lo del beso y rechazo por parte de Newt, porque sería un dolor de cabeza explicar ahora mismo todo. Dejo que las chicas se ocupen de Ethan y salgo de la habitación con paso suelto, acariciando el colgante dado por Enid y guardando en mi bolsillo el muñeco de madera de Chuck; ambas cosas las cogí antes de salir.

El pasillo de la sala A es enorme, y pulcrito. Tan blanco que agachándome sobre este, me doy cuenta de que puedo observar mi reflejo y la conversación tenida con Aris, vuelve a mi cabeza.

En sí, era ya demasiado raro que unos rebeldes pudieran tener un establecimiento tan bien equipado y formado. Sin embargo, no queriendo hacerme más ideas locas por el momento, mientras continuo mi camino pienso en que a lo mejor podría pasarme por la biblioteca en busca de perderme un rato por allí.

Pero cuando salgo del complejo de la sala A, recuerdo que todavía no puedo ver a Teresa ya que "supuestamente" sus pruebas tienen que continuar. Pero quiero verla ya, porque sé que con ella puedo hablar de todas estas cosas que me están pasando y que, al ser mi mejor amiga, sabría que hacer.

Pero menuda sorpresa me llevo cuando al llegar a la sala de comedores, no la veo por ningún lado. También me asusta cuando Heather, Brenda y Ethan pasan por mi lado, entre un fuerte algarabío. Sin embargo, antes de poder hacerme un ovillo y hundirme en mi propia miseria, Heather me agarra de un brazo y me arrastra con ellos; obviamente, en contra de mi voluntad.

Siento el corazón en la garganta cuando veo que nos dirigimos a la mesa del día anterior y en la que ya están todos los del B y Newt reunidos. Dando una vista a mi izquierda, me encuentro a un Aris y Winston analizándome con intensidad; creo que ahora los tres estamos en un juego peligroso porque al desviar mi vista hacia Jane, la que lleva el poder en este lugar, la forma en la que agacha su mirada hacia nosotros me hace pensar que hay algo mal.

—¿Qué crees que desayunaremos hoy? —La pregunta de Brenda me saca de lugar y cuando descubro que los tres me miran por una respuesta, simplemente me hundo de hombros sin saber qué decir.

No se me pasa desapercibido el toque lleno de lástima que cruza los ojos de Ethan, y mordiendo con rabia una de mis mejillas interiores, un repentino deseo de desaparecer me invade por completo. Este aumenta cuando en cada paso, nos acercamos más a los demás.

Cada pisada que doy contra la grava resuena en mi cabeza, martilleándola y haciéndola añicos.

Siento el corazón en la garganta, a punto de estrellarse contra mis labios de forma violenta cuando las chicas se separan de mi lado y toman asiento junto a Dayana y Violet, en la otra mesa pero muy próxima a la primera. Nervioso quiero tomar el asiento al lado de Rose, el único que veo accesible y lejos del chico de oro, pero me lo quita con prisas Ethan y sin regalarme ni una mirada piadosa, descubro que ahora solo puedo tomar un puesto: y es al lado de Newt, justo en el borde de la mesa.

Mi respiración se agita repentinamente y sujetando mi muñeca izquierda, haciendo presión, camino hacia allí. Él parece enfrascado en alguna conversación de lo más interesante con Jace, el chico que me regaló una mirada mortal el primer día, y dando un escueto saludo a todos en general, no lo pienso dos veces cuando me siento allí.

Los demás me saludan joviales, felices, absortos en sus conversaciones e ignorando la clara tensión que se forma entre el chico del doce y en mí. Un retortijón comienza a revolver mis tripas cuando lo veo encogerse de manera imperceptible, sus hombros ahora están rígidos y me da un poco la espalda; solo centrado en ese molesto Jace. Trago grueso tratando de ignorar esta molesta situación y para cuando descubro que mi malestar solo comienza a subir de nivel, me encuentro con una mirada intensa y oscura enfrente de mí.

Es Minho, y maldigo a todo lo que puedo por tenerlo de frente.

Ambos compartimos una larga y profunda mirada, pero me alivia ver que no hay odiosidad o algo más; eso me deja en claro que Newt tampoco le ha mencionado sobre el beso, y aunque me duela admitirlo, una parte de mi se siente mal por eso.

Sacudo la cabeza, en un movimiento ligero, y este reposa sus codos sobre la mesa, dedicándome una sonrisa peligrosa.

Newt sigue hablando con Jace, y uniéndose a la conversación con los demás. No se centra en ninguno de los dos y me sorprende que Minho tome la oportunidad de hablarme.

—Con que... eres todo un cerebrito, ¿no? —Unos graciosos hoyuelos se forman en ambos lados de sus mejillas, y vuelvo a morder mi mejilla interior.

Odio a este tío; su presuntuosidad, su manera de demostrar que es mejor que yo en cualquier cosa es algo que me saca de mis casillas. Aprieto sin darme cuenta mis manos bajo la mesa, y trato de leer entre líneas. Pero por primera vez, no logro encontrar lo que busca.

Así que le sigo el juego, sin saber qué más hacer.

—¿Se me nota tanto? —Este bufa por su nariz, divertido. Parece que ha encontrado interesante mi respuesta—. ¿Y tú? ¿Eres el típico "chico rudo" con el que no hay que meterse?

Pero no me responde, nos quedamos en silencio y los nervios se acrecientan en mi interior cuando veo de soslayo que Newt ahora nos dedica una larga mirada a los dos y cuando parece que nos va a decir algo, yo encuentro realmente llamativa la misma puerta que me evitó anteriormente acercarme a Teresa y que lleva a una serie de salas a las que, por alguna razón que sigo sin entender del todo, no se nos permite acceder.

Sin quererlo, interrumpo sus palabras dedicando una larga vista a la puerta y a los hombres que la custodian. Siento que la rigidez de Newt desciende un poco, pero no del todo como para sentirnos cómodos el uno con el otro todavía.

—¿Qué habrá tras esa puerta? 

Me sorprende cuando Newt me habla, pero hay algo de por medio. Algo seco, algo grande que se interpone y cuando se dirige hacia mi, su tono es frío y demandante; como si no estuviese hablando con el chico que lo cuido durante días en los juegos, que lo protegió de los profesionales y con el que compartía un contrato matrimonial por la custodia de Luna, el querido lobo muto desparecido en combate.

Me molesta bastante, pero lo oculto mordiendo mi labio inferior.

—Oye, ya lo hemos hablado —aunque me alegra que sea capaz de mirarme a la cara. Pero no sé si me aterra ver que la mirada que me dirige es mucho más oscura de lo normal, menos brillante—. Sabes que solo se dirigen a la sala médica. Así que solo espera, ten un poco más de paciencia y no llames tanto la atención.

No sé si es la sonrisa sardónica de Minho, si es el tono indiferente de Newt o la mirada de soslayo que recibo por parte de Aris lo que me hace levantarme de sopetón, a pesar de la clara orden del chico de oro. Tengo la mente en blanco cuando camino hacia esa puerta metálica y custodiada por dos guardias.

Rasco mi mejilla derecha, intentando pasar desapercibido aunque sienta la mirada del resto de tributos presentes encima. Por un lateral, veo de nuevo a Teresa pasar por allí, siendo acompañada de una doctora morena y de cabello lacio. Esta vez no me presta ninguna atención, parece ensimismada.

Y es la rapidez de su andar al otro lado, lo que me hace apresurarme a llegar a esa dichosa puerta cerrada.

Sin embargo, aunque escucho por detrás las voces de mis amigos llamándome, no me detengo y los guardias se interponen en mi camino. El más alto de ellos y bastante corpulento, cubierto por un grueso chaleco antibalas coloca una de sus manos sobre mi pecho, echándome hacia atrás.

—No puedes pasar. Es una zona restringida, chaval —me dice, pero siento que la molestia evoluciona de solo recordar la cara de satisfacción de parte del mejor amigo de Newt, y lo que me demuestra que parece disfrutar del vacío que me esta haciendo el chico de cabellos rubios.

—Lo sé, solo será un segundo —intento hacerles entender.

Pero me siguen impidiendo cruzar al otro, y todo comienza a darme vueltas. ¿Qué sería tan importante? ¿Qué ocultarían al otro lado?, no puedo evitar preguntarme mientras siento que el calor me sube por el rostro. Mis manos se aprietan con fuerza, impasible ante su negativa de dejarme pasar sin darme ninguna respuesta viable, o al menos algo más que "una zona prohibida".

—Sólo quiero ver a mi amiga. ¿Puedo? —Hablo directamente con el forzudo que pone tanto problema, esperanzado de que vea que solo será algo de pocos minutos.

Pero su respuesta me deja del todo menos aliviado.

Me coloca su dedo índice sobre la camisa, golpeando con fuerza y su rostro se vuelve agresivo.

—Vuelve a la puta silla.

Es aquella respuesta la que me deja helado, y sopesando mis opciones les hago creer que me devolveré como un chico bueno a mi silla y que cerraré la boca. Pero cuando les he dado la espalda, no me he distanciado más de dos pasos de ellos cuando me lanzo sobre el forzudo de antes en busca de quitarle la tarjeta de acceso que cuelga sobre su cuello.

Pero se lo ha visto venir, y con molestia me empuja hacia atrás.

—¡Atrás, chaval!

Es entonces que todo me resulta todavía más confuso, y me vuelvo a lanzar contra él, dándole otro empujón de igual fuerza. Nos enzarzamos en una pequeña serie de empujones, que si estuviera en mis dos sentidos, obviamente ni habría empezado.

—¡¿De qué vas, tío?! ¡¿Qué demonios pasa ahí dentro?! —Por supuesto, toda la sala ha quedado en completo silencio y mis amigos vienen en mi busca.

Es justo cuando ese tío, el grandote —ya que el otro permanece impasible— me vuelve a echar hacia atrás con un puñetazo en la mejilla, que mis compañeros de los juegos me alcanzan.

Es Newt, sorpresivamente, quien me alcanza por la camisa y me echa hacia atrás. Minho me sostiene de un brazo y Jace junto con Heather se encuentran a un lado mío apartando a los otros dos guardias que se han acercado de improviso para detenernos.

—¡¿Por qué no me dejáis verla?! —Todo es un embrollo en mi cabeza, pero me alivia ver como Newt se interpone entre ese forzudo y yo.

Mantiene una de sus manos en mi pecho, aun dándome la espalda, como si quisiera que me relajara con solo su toque. Sin darme cuenta ni poder evitarlo, lo consigue poco a poco.

Tiene ese poder en mí, y aunque todavía me encuentre avergonzado de lo sucedido anoche, me alivia pensar que aún me considera alguien de su gente; que no rechaza la idea de seguir protegiéndome.

Justo cuando Jace propina un codazo a uno de esos seguratas de contención y que vienen claramente para calmar las masas, la puerta que hasta entonces se había mantenido cerrada se abre y por ella sale la jefa.

Con un fuerte silbido detiene todo de golpe.

—¿Qué es lo que pasa aquí? —Su voz sale tan firme y me da gusto ver que ese forzudo inmediatamente agacha la cabeza, y se coloca a una derecha de su posición.

Newt sigue enfrente de mi y cuando relajo mis hombros tensos, Minho finalmente me deja libre. Aunque todavía tengo la mano del chico de oro encima; no hago nada para apartarme.

Jane se acerca a nosotros, deteniendo a sus hombre que ya piensan en golpearse con Jace y una agresiva Heather (ahora sujetada por Brenda y Ethan) y se dirige específicamente a Newt.

—Necesitamos un poco de confianza de vuestra parte, chicos. Después de todo —continua diciendo, mientras finalmente siento que Newt aparta su mano de mi lado para cruzarse de brazos enfrente de la mujer—, estamos en el mismo bando. ¿No es cierto?

Newt tarda en responder, lo que me hace darme cuenta de lo agitados que estamos todos y de que realmente han venido a mi ayuda todos, incluso Dayana, Vincent, Violet y Colette.

Madi está de la mano con Rose, quien está encogida en su lugar y un poco más apartada de todos nosotros, a un lado de Isabelle.

Cuando noto la ansiedad subiéndome por la garganta, destrozando todo mi raciocinio, finalmente una voz seca se escucha por parte de Newt.

—Estoy empezando a dudarlo.

Aquello consigue que comparta miradas confusas con el resto de los chicos, incluso con Minho quien solo tiende a hundir sus hombros.

Entonces mientras trato de controlar mi respiración, pierdo de vista a Aris y Winston, y la jefa del lugar ocupa una expresión seria y que solo indica problemas para nosotros.

Sus siguientes palabras solo confirman mi suposición.

—Que vayan todos a la sala A, a uno de los cuartos ocupados por los del último grupo. Todos necesitan un tiempo para pensar las cosas. —Y con ellos, incluyendo a los del B, nos vemos arrastrados hacia dicha sala.

Mientras varios guardias nos empujan con furia y con sus armas nos obligan a ir más deprisa, mis ojos se cruzan con una mirada calcinada y un escalofrío me recorre al darme cuenta de que se trata de Newt.

Sin duda, estoy jodiendo todavía más las cosas.





Por suerte, nos han llevado a mi habitación. A la que compartía con Ethan, Newt y bueno, Gally.

Nos meten a trompicones en el interior, por medio de empujones y gritos, y después cierran la puerta metálica de sopetón. Allí dentro, en compañía de todos esos chicos, me doy cuenta de que tengo una soga atada al cuello y de que estoy a nada de sentenciar mi muerte.

—¿De qué cojones iba todo eso, cerebrito? —pregunta un cabreado Minho y me toma por sorpresa su tono acusador.

Todos me miran, juzgándome y echándome la culpa. Trato de no perder los estribos.

—Chicos, yo... —Pero antes de si quiera tener una oportunidad de explicarme, escucho la voz de Newt saliendo de entre medio de Vincent y Minho.

Su expresión me hace tragar con fuerza, me siento repentinamente pequeño.

—¿De verdad creíste que te iban a dejar pasar? ¿Así por las buenas?

—No, claro que no. —Y ante la sorpresa de todos, rebusco entre el bolsillo de mi vaquero para sacar la tarjeta de acceso del gorila de antes. Se las muestro con orgullo—. Pero voy a averiguar que hay tras esa maldita puerta, les guste o no.

—¿Y crees que no habrá nadie custodiándola? —La voz de Dayana se deja escuchar y creo que es la primera vez que hablo con ella, tan directamente, claro.

Sus ojos purpúreos me ponen un tanto nervioso.

—Estoy seguro de que, si sospecho bien, ahora mismo no habrá nadie en ella —respondo con total seguridad intentando ignorar el resoplido que suelta Minho, obviamente dudando de mi alocada idea.

Pero es Newt, con esa negación en su mirada, que me hace querer explicarle mis razones, y pienso que en compañía de los demás, sea más posible que me escuche. Además, agarrando con más fuerza la tarjeta de mis manos y recordando la respuesta que le dio a Jane, me hace sospechar que la conversación de anoche no se fue del todo al garete.

—Newt, nos ocultan algo. Esa gente no es quién dice ser —Mi ojos se cruzan con una placa de hielo, firme y segura, y siento que recibo por la espalda una puñalada trapera.

Este se aproxima con agresividad, con el cuerpo inclinado y las cejas fruncidas. Pero incluso así, todo hecho un basilisco, lo encuentro hermoso. 

—No, Thomas, no puedes saber eso. —Intento que la manera en la que pronuncia mi nombre, tan hoscamente, no me afecte demasiado.

Ahora Minho se coloca a un lado suyo, con los brazos cruzados y esa sonrisa molesta bailando en sus labios. Parece disfrutar de mi dulce agonía.

Sin embargo, regreso mi atención a Newt cuando sigue hablando. No puedo apartar la mirada.

—Lo único que sabemos es que nos ayudaron a salvarnos del Capitolio y de CRUEL, ¿recuerdas? Toda esa garlopa que nos explicó Gally brevemente. —Trato de intermediar palabras, pero no me da oportunidad y sigue enfrascado en esa ilusión que ambos sabemos que se está rompiendo poco a poco—. Nos han dado ropa, buena comida, por dios, hasta una cama en condiciones.

—Y no te olvides de que también han permitido que nos encontremos con los amigos de toda la vida  —menciona Minho, que solo quiere meter la cucharada.

Ambos lo ignoramos y seguimos cruzando miradas confusas, y que no dan el brazo a torcer.

—Hacía mucho que no teníamos nada de eso —agrega el chico de oro, mostrando un claro veneno en su voz.

—Ya, pero... 

Su respuesta me deja helado, porque sé que en esta parte, tiene toda la razón.

—Algunos llevamos viviendo sin esto mucho más tiempo que otros.

Y por detrás, todos los chicos asienten ante la respuesta de Newt, y creo que estoy perdiendo en este navío que está a punto de colapsar. 

Justo cuando me quedo en blanco, buscando algo que haga cederles, una trampilla sale despedida de debajo de mi cama y todos nos apartamos de golpe. Pero es Aris, viene en mi busca.

—Hola, Thomas —dice, con una sencilla sonrisa.

Al momento todos se preguntan quién es, de donde ha salido y ese tipo de cosas. Pero este solo se centra en mí, encontrando la tarjeta en mis manos.

—¿Es esa, no? —Asiento, aún siendo aplacado por los demás tributos.

Sin pensarlo dos veces, me acerco hasta el chico que vuelve a desaparecer por debajo de la cama. Esta es la única oportunidad que tengo para demostrar que tengo razón, que no estoy equivocado y que es nuestro momento de salir de esta casa de locos.

Sin embargo, cuando estoy a punto de agacharme para arrastrarme debajo de la cama, la sujeción firme de Newt me detiene. Aprieta mi brazo, y su mirada me resulta desconcertante.

Como si... no quisiera que me fuera.

Pero pronto me suelta, volviendo a negar con la cabeza.

—Oye, vale. Puede que todos tengáis razón, y sean solo paranoias mías. Pero —solo comparto una intensa mirada con el chico del oro, este se muerde esos labios que no niego que quiero volver a saborear— tengo que intentarlo. Quiero asegurarme.

Y entonces, ocurre un milagro. Mientras me agacho para pasar mis piernas debajo de la cama, todos se agachan a mi lado y Newt, pasando una de sus manos por su barbilla, asiente con expresión solemne.

—Ten cuidado, larcho.

Y eso es lo único que necesito para aventurarme a esta locura.

—Gracias, Newt. —Esta vez sólo tiende a esquivarme la mirada y me dispongo a escurrirme por de bajo de la litera.

Sin embargo, me detengo cuando Vincent levanta una de sus manos con rapidez.

—Dejadme ir con vosotros, será mejor para corroborar la historia.

Y aunque me siento otra vez incómodo porque tampoco me llevo mucho con este y no sé si será más peligroso, cuando choca puños con Ethan y Newt asiente a su petición, no me queda más que aceptar.

Agarro ahora sí la tarjeta con fuerza, y atravieso la trampilla de la noche anterior seguido por aquel chico de cabellos plateados y de ropa de cuero. Se ha puesto la capucha y su intensa mirada azulada, me pone un poco inquieto.

Aun así, no me detengo y persigo a un Aris que me lleva delantera hacia esa habitación que resolverá todas nuestras dudas. Y por mucho que tema por el resultado, me recuerdo que esto lo hago por todos nosotros.

N/A → mis queridos tributooos, están a nada de descubrir el pastel.

:: help, nunca había estado más emocionada por nada. amo esta historia y los amo a ustedes; nuevamente, muchas gracias por su eterno apoyo a esta historia.

:: ya tengo ganas de seguir publicando el resto y de llegar al final; siento que me ha quedado lo suficientemente largo para dejaros con ese dulce regustillo. y sí, aunque he tratado de que vean que aún es muy reciente lo del beso de thomas y newt, y aunque quieran hacer ver que no se interesan por el otro, no pueden vivir del todo separados.

:: así funciona el amor, queridos. ¡nos vemos pronto!

Se despide xElsyLight.

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