⇁ 37 ↼
「 sᴇ ᴍᴇ ᴠɪᴇɴᴇ ᴇʟ ᴍᴜɴᴅᴏ ᴇɴᴄɪᴍᴀ 」
Sigo sin creerme del todo que aquella mujer que se hizo pasar por un avox falso en las instalaciones del tren y aquella que se metió a los juegos solo para darme un claro mensaje de que tenga cuidado con todo lo que me rodea, esté al final del camino, observándome desde una esquina. Por un momento parece todo demasiado real, demasiado como para creerlo, pero cuando me restriego los ojos con fuerza, de pronto ha desaparecido.
Miro a mis compañeros de los juegos, incluso a Jane para decirme que no ha sido invención de mi cabeza... Pero nadie parece reaccionar. Me veo tirado por Minho, quien se engancha a mi brazo y me sacude para que retome el andar ya que me había quedado parado en medio de la nada.
Recibo algunas miradas extrañas de algunos guardias y ayudantes rebeldes, pero alzando la barbilla trato de que los temblores de mi mano izquierda se detengan. Son los nervios, me digo, las pesadillas están haciendo bien el trabajo de traumatizarme.
Jane nos comienza a explicar que estas breves instalaciones fueron hechas especialmente para nosotros, ya que sabrían de nuestro posible aburrimiento en el breve tiempo que permaneciéramos en este refugio falso. Trato de escuchar lo que dice sin querer prestar atención tampoco al breve pinchazo que siento en mi pierna izquierda; recuerdo que me hice daño con ella tras el derrumbe en el que casi pierdo a Brenda y Thomas, y que no se lo he comentado a nadie por el momento.
Ni siquiera a los mediqueros de este refugio que en el día de ayer me preguntaron varias veces si tenía algún malestar o dolencia ocasional. Ni siquiera entiendo el porqué de tanta insistencia por parte de ellos pero me hacía pensar como si de alguna manera lo supieran; pero igualmente me negué a decir algo.
Doy unas palmadas sobre mi pierna malherida y de la que espero que pronto se recupere- Mantengo la esperanza de que sea solamente una dolencia de un par de días. Me supongo que con el descanso que voy a estar haciendo en estos días, ayudará a ese proceso.
—Bien, en este pasillo podréis encontrar las distintas salas en las que matareis vuestro aburrimiento ocasional, al menos, el tiempo que permanezcáis aquí dentro —dice, mientras todos comenzamos a ver un montón de habitaciones a través de un enorme y largo pasillo.
—¿Esto es una biblioteca? —Es la primera sala que Jane nos invita a conocer.
Las instalaciones se pueden ver a través de las pulcritas vidrieras trasparentes y que no opacan para nada en el interior. En esta primera, podemos observar estanterías y estanterías llenas de libros y, por supuesto, de mesas de lectura acomodadas simétricas con un par de números de sillas. Allí nos saluda un joven adulto, vestido con traje de tonos beige. Tiene el cabello echado hacia atrás y sus ojos claros son ocultos por un molde de gafas cuadradas.
Brenda no tarda en preguntar lo que nos ronda a la cabeza a todos los presentes.
—¿Va a ver en cada una de las salas un encargado? —Rose se queda observando la primera sala con mucha emoción y por andar de despistada, se choca con Vincent quien también parecía ensimismado con la imagen.
—Por supuesto, ya sea para guiaros o consultar cualquier duda —responde la mujer, con tono amable.
Vuelvo a fijarme en Rose y en Vincent y veo que comparten un par de palabras y pronto ambos sonríen; creo que han encontrado a un compañero de lectura. Obviamente, fijándome rápidamente en Thomas veo que también le ha llamado la atención y no se me ha olvidado, que es un adicto a escribir.
—Creo que esa es la única sala que te interesa, ¿verdad? —Le pregunto mientras me acerco a su lado, dejando un poco atrás a Minho y a los demás, y disfruto del contacto de nuestros hombros.
Si, parece que me he acostumbrado bastante a estar con el chico del tres.
—Parece que me conoces mejor que yo mismo —alega él, con un tono divertido y suelto.
No puedo evitar pasar una mirada por la camisa ceñida que se le ve a través del chaleco y de darme cuenta de que tiene un botón desabrochado, mis dedos se levantan casi sin pensarlo y cuando pienso abotonárselo de una manera correcta, alguien tira de mi hacia adelante y es Jace.
Engancha nuestros brazos, separándome de Thomas y veo que al igual que yo, también se encuentra bastante confundido con aquella acción. Aún así, dejo el tema atrás y olvidando lo que estaba a punto de hacer, me fijo en lo alto que es este chico y en el buen ritmo que mantiene, a pesar de caminar con una muleta y escayola.
Mira al frente y en ningún momento esta vez, parece querer entablar mirada conmigo. Lo cual me desconcierta un poco, teniendo en cuenta lo intrusivo que ha estado antes.
Minho está por detrás, manteniendo una conversación amena con Brenda, Heather y Ethan y de corazón espero que puedan llevarse bien.
—Newt, ¿tú no sabes lo que estás haciendo o es que eres más ciego de lo que creía? —Vuelvo a girarme para poner atención a las palabras de Jace, quien parece bastante serio.
—¿De qué hablas?
Un pequeño silencio se mantiene entre nosotros, mientras continuamos siguiendo los pasos de Jane y de nuestros amigos que observan ahora atentos una sala dedicada exclusivamente de juegos; no para niños, por supuesto, aunque nunca se deja de serlo en el fondo. Más bien, intelectuales: hay tablones de ajedrez, memotets para ejercitar la memoria y en lo máximo que alcanzo a ver, sudokus.
Nos detenemos en compañía de los demás mientras la jefa explica que no podemos permitir que nuestras mentes se adormezcan, que hay que mantenerlas despiertas y en continuo movimiento ya que no hemos venido aquí a descansar del todo.
—Newt, te admiro. Desde que Minho comenzó a hablar de ti y créeme, es como una cotorra, no he podido de dejar de pensar en cómo sería hablar contigo en persona. No me has decepcionado, cabe aclarar —añade rápidamente, regalándome una breve mirada —, sin embargo, reconozco que eres bastante lento en temas que son más fáciles para cualquier otra persona.
Nublo los ojos, recordando que algo relacionado con esto me comentaron mis amigos en la mañana y cansado de que le den al tema una y otra vez, me separo de su agarre, cruzándome de brazos. Este vuelve a mirarme cuando retomamos la caminata y mis labios se mueven antes de si quiera pensar qué es lo que realmente quiere salir de mi boca.
—¿No has pensado en qué quizás, soy la única persona que se niega a relajarse teniendo en cuenta que se nos avecina una guerra en la que posiblemente podamos morir todos? ¿En qué parece ser que soy el único que mantiene en mente que esto no ha hecho más que empezar y que todo lo demás se tiene que dejar de lado hasta que lleguemos a un posible fin? —Las palabras me salen atropelladas y realmente no estoy mirando a nadie cuando hablo, pero trato de no elevar mi tono para atraer la atención de los demás.
Volvemos a regresar al silencio en el que cuento un par de veces en la cabeza para mantener la calma y entonces, al cruzar nuestros ojos de nuevo, me encuentro con una expresión satisfecha y esa sonrisa pícara que ya es prácticamente familiar.
—Veo que me gusta algo más de ti que no sean esas esbeltas piernas que tienes. —Y lo suelta de una manera tan natural, como si estuviese hablando del clima, que no puedo evitar avergonzarme ante su comentario.
Le golpeo uno de los hombros y creyendo que solo se está burlando de mi, salgo despedido hacia delante en busca de una compañía mucho más tranquila como la de Dayana y Violet, las dos chicas tremendamente parecidas y albinas; ambas tienen los ojos de un tono purpureo.
La chica de cabello castaño y de nombre Collete, simplemente me deja pasar con ellas aunque si me regala un par de miradas intensas. Por lo que tenía entendido, ambas eran bastante poco receptivas a querer hablar con los demás y esta chica de cabellos oscuro tampoco permitía que nadie, aparte de Vincent, se les acercase; por eso me sorprende que a mi me dé permiso de una manera tan abierta. Le doy un asentimiento de cabeza y ella me regala una sonrisa, un poco seca.
Aún así, pienso que está bastante bien para un primer encontronazo.
La pequeña albina de las dos solo me mira, curiosa y no puedo evitar quedarme prendado de esos ojos morado, puedo asegurar que nunca he visto algo parecido. La mayor de ellas y que luce una trenza plateada, me sonríe y acorta nuestra distancia.
—Newt, ¿verdad?
Asiento bastante aliviado de no querer hacerme una presentación, y no puedo evitar fijarme en lo recta que se encuentra además de su expresión de marfil; una chica bastante peculiar.
—¿Tú eres Dayana, o me he equivocado? Es que ambas os parecéis bastante. —Ella se ríe, ocultando su boca con el dorso de la mano y la pequeña me sonríe abiertamente.
Ambas son bastante adorables, admito mentalmente mientras coloco mis manos tras mi espalda. Collete camina a nuestro lado, manteniendo una clara distancia.
—Suelen decírnoslo, aunque es cierto que la considero como una hermana pequeña —añade, dándole una caricia en la cabeza a la otra y aunque intenta ocultarlo, puedo distinguir en su mirada un rastro de pena y nostalgia. Pronto desparece para mirarme con un renovado interés—. ¿Tú tienes hermanos, Newt?
Entiendo que son conversaciones algo amenas y particulares, ya que apenas nos conocemos. Pero me alegra bastante le hecho de que ponga ímpetu en dejar las diferencias de lado para romper la barrera de " desconocidos ".
—Tengo una, es más pequeña que yo y espero poder verla pronto en el verdadero refugio. Le prometí que regresaría a casa, y pienso cumplir mi palabra. —Ella asiente con los labios fruncidos y me extraña la forma en la que sus hombros se tensas de golpe.
Quisiera pasar mis manos por ellos para calmarla, pero de nuevo, apenas es nuestra primera conversación y no pienso cometer algún error para que se eche para atrás.
—¿Crees que de verdad alguien va a ganar con todo esto?
Su pregunta me deja pensando por unos segundos, pero al encontrar la respuesta, lo suelto con total sinceridad. Ella toquetea su trenza, ahora ensimismada en sus pensamientos.
—Sí, y si tenemos mucha suerte, espero que sea nuestro lado. Nos merecemos un cambio, nos merecemos ser libres y nadie puede arrebatarnos eso nunca más. Esta revolución hace hincapié en lo que llevo relatando desde que comencé los juegos y no quiero que nadie se rinda sin siquiera haberlo intentado —termino, para que ella me dedique una mirada con sorpresa y me aplauda en bajo.
Me ruborizo nuevamente, sin esperar que de verdad sea capaz de soltar ese tipo de cosas sin si quiera pensarlo dos veces. Violet me sonríe y me señala con un dedo, no expresamente hacia mi, si no a la insignia que surca mi pecho.
Dayana también se interesa por ella.
—Oh, esto fue un regalo. Me ayuda a seguir en mis momentos difíciles y a recordar mi propósito, me ayuda a tener en mente que no estoy solo y que debo seguir adelante, por muy difícil que se pongan las cosas. —Violet dice que esta bonita mientras yo le doy unas caricias lentas, sobre todo en esas alas doradas que parecen querer volar en cualquier momento.
Dayana asiente ante mis palabras y saca de su cabello una especie de alfiler dorado, tiene una pluma colgando al final. Me la enseña y a mi lado, puedo sentir tensarse a la propia Collete.
—¿También fue un regalo?
Ella niega, dándole un par de vueltas entre los dedos.
—No, es como una maldición para mi. —Su mirada se oscurece de pronto—. Esto me recuerda todos los días lo cruel y horroroso que puede llegar a ser el mundo. Me recuerda que a pesar de todo, el poder siempre gana.
Lo intenta volver a meter en su cabello y detengo su mano. Ella me mira, recuperando un poco de ese brillo de antes y la miro con seriedad.
—La esperanza es lo último que se pierde, y si aún queda una gota de ella sin dejarse caer, no puedes permitirte pensar de esa manera. Cualquier toma de poder siempre puede derrocarse si hay alguien está dispuesto a luchar por lo que es correcto, Dayana. —Su mano tiembla bajo mi agarre que no es fuerte y me regala una sonrisa con desgano.
—¿Eres tú acaso esa esperanza que tanto me falta, Newt? —Sin necesidad de responderle, le quito aquel alfiler decorado y bastante reluciente y lo lanzo a metros de nosotros, sin importarme en donde puede caer.
Ella se queda boquiabierta por unos segundos y Collete, todavía a mis espaldas, se relaja nuevamente. Violet está hablando con Jane, unos metros más adelante.
—Si quieres que lo sea —Atraigo de nuevo su atención y sus ojos morados parecen a punto de saltar lágrimas—, lo seré, Dayana.
Ella no dice nada durante unos momentos en los que le suelto la mano y proseguimos nuestro camino. Pero justo cuando pasamos dos salas más y llegamos a la última, me sonríe y me dice:
—Eres justo como pensaba, tributo del doce.
No decimos nada más y escuchamos a Jane, que explica con brevedad la función de la última sala.
—Bien, chicos, y para terminar el recorrido llegamos a la sala de entrenamiento. Es bien sabido que vosotros habéis estado dándolo todo de si en estos juegos, pero es tiempo de que al ya haber descansado, conozcáis vuestros puntos más fuertes después de todas estas experiencias. No es inevitable pensar que muchas de vuestras anteriores fortalezas hayan mejorado más de lo que recordabais, o que aspectos que antes no conseguíais, ahora si os salgan bien.
Todos mis amigos, sobre todo los chicos y Heather, saltan emocionados ante la idea de luchar unos contra otros. Es cierto que en esos aspectos también se puede conocer mejor a la gente. Minho pronto se encuentra a mi lado, después de que Dayana, Violet y Collete, tomaran distancia nuevamente con los demás.
—Os presento a la que será vuestra instructora. Axa, acércate —comando a alguien que permanece dentro de la sala y todos mantenemos silencio cuando sale.
A plena vista podría tomarse como una mujer cualquiera, bastante desapercibida, pero cuando te fijas más te das cuenta de que es lo que busca: ocultar su presencia. Porque para nada es como cualquier otra mujer con la que me haya cruzado en mi vida, es como una mezcla de Heather adulta y de Selene, solo que mucho más seria.
Su pies es oscura, tiene el cabello corto justo por encima de las orejas y bastantes piercings en sus orejas, además de uno sobre la ceja. Su rostro es de marfil y tiene la mandíbula marcada; aparte de eso, lleva puesta una camisa de tirantes con vaqueros oscuros y botas militares. En su cadera reposa una funda de una espada, y escucho como Ethan comenta junto con Vincent que amaría en la primera prueba usar armas.
Yo nublo los ojos, sin entender del todo su afición por las peleas.
—Los tiempos de paz aún tardarán mucho en llegar y es inevitable que vuestras capacidades de oxiden un poco. Aquí aprenderéis a luchar unos contra otros, llaves secretas y aun mejor uso de armas, de cualquiera. —Ella explica con un tono severo y vacío.
Por un momento, me siento como en los entrenamientos de los juegos y temo de repente su parecido con esto. Sin embargo, sacudo la cabeza recordando que todo esos se ha acabado finalmente y veo que mis amigos hablan atropelladamente entre ellos, bastante emocionados con todo esto.
—Ahora, podéis separaros y elegir las salas de vuestro mayor gusto. Aprovechad y liberar un poco de tensiones, supervivientes de los juegos —Es lo último que dice antes de regresar sobre sus pasos, y es lo que todos necesitamos para separarnos.
Rose y Madi se marchan a la biblioteca de inmediato, sin esperar por nadie más. Ethan, Heather, Isabelle, Brenda, Vincent —al que antes también se le vio interés por la lectura— y Jace son los primeros en correr hacia la sala de entrenamiento, mientras que Dayana, Violet y Collete se marchan a la sala de juegos para reforzar la mente.
Thomas se queda varado en medio del pasillo, en compañía de Minho y de mi y yo los miro a ambos sin saber qué hacer; en primer lugar, sé que a Thomas le llama mucho más la atención ir a la biblioteca porque, claro, espera en un futuro escribir un libro, pero al compartir mirada con Minho, sé que este quiere ir a la sala de entrenamiento con los demás.
—¿A dónde quieres ir? —Cierro la boca sin saber que responder cuando ambos chicos me preguntan al mismo tiempo.
Luego ellos se miran y vuelven a tener esas expresiones enfurruñadas y molestas. Yo volteo los ojos y sin decir nada, me encamino a la sala de entrenamiento porque es lo que quiero hacer yo, no por Minho ni por los demás. No espera a ninguno y solo mantengo en mente que mejorar mis capacidades es lo que necesito actualmente.
Escucho sus pisadas por detrás de mi y de verdad que intento no martirizarme la cabeza con esos dos bobos, además por supuesto, de dejar de prestar atención a mi pierna que sigue dándome calambrazos.
Al abrir la puerta de sala, ya acompañado de Minho y Thomas, entramos a un espacio abierto y amplio en el que se reparten los restantes tributos. Isabelle y Brenda se encuentran con distintas armas, en la sala de práctica; Brenda está probando a lanzar varias lanzas a dianas a distancia (y recuerdo claramente cuando yo lance una cabeza de maniquí a los pies de Ava en mis primeras pruebas) mientras que Isabelle prueba con un maniquí a golpearlo con un bastón de madera.
Yo me acerco al resto del grupo que se encuentra congregado en una estera circular y en el centro, que a plena vista parece de lo más cómoda y delicada. Corto distancia tomando asiento junto con Heather y teniendo por detrás a Minho y a Thomas. La encargada del lugar, Axa, está explicando las normas de la lucha cuerpo a cuerpo.
Vincent está inclinado casi sobrepasando la línea de la estera, junto con Ethan. Los dos son los que más están emocionados con la idea de pelear.
—Las reglas son sencillas: probar vuestras habilidades sin herir de gravedad, nada de romper huesos y por ahora tampoco de armas. Uno tocará el suelo con una de las manos dos veces, dejando en claro que se rinde y en caso de que no pueda utilizarlas por alguna llave de las que os voy a enseñar, lo puede decir alto y claro. —Escucho a Thomas decirme por detrás que este sitio le da un poco repelús por su parecido a las salas de entrenamiento de los juegos.
Trato de no darle al tema como él ni mucho menos de amargarme y me centro en Axa, quien pregunta si hay algún voluntario.
Al momento Ethan y Vincent levantan la mano, raudos y ella escoge a Vincent, quien le da un empujón al chico del cuatro y se adelanta con paso seguro. Sin embargo, nos vemos obligados a contener la risa cuando nada más pisar la estera, Axa lo agarra de un brazo y pasándolo por su hombro a la vez que gira su cuerpo, le da una vuelta por el aire de ochenta grados y este cae dándose contra el suelo, todos vemos como el aire sale de sus pulmones.
Vale, Ethan ahora es el único que se ríe.
Sin embargo, Axa solo comprueba no haberse pasado de la raya y se dirige a los demás.
—Nunca podéis esperaros que vuestro enemigo espere a que estéis listos. La guerra no espera, actúa rápido y consigue la victoria. —Y sin esperar, se lanza encima del adolorido Vincent y dándole la vuelta le agarra de un brazo y le da la vuelta para tenerlo.
Con su mano libro le retiene la cabeza contra el suelo.
Todos nos reímos ante el bochorno que tiene encima Vicent y después Axa lo ayuda a levantarse. El regresa con Ethan, quien inmediatamente se burla mucho más.
Yo volteo los ojos ante su comportamiento de niños y entonces, Axa pregunta ahora quien quiere intentar la llave que ha mostrado y que espera que la hayamos aprendido con nada más verla unos segundos. Heather levanta la mano, seguido de Ethan y ahora ambos comparten una mirada complaciente y saltan hacia la estera.
Cuando ellos se lanzan contra el otro, teniendo muchas más experiencias que cualquier otro de los presentes, Minho me mira y me dice que somos los siguientes. Luego Thomas se mete y dice que quiere intentarlo primero con el de descendencia asiática, y ahora ambas echando suertes.
Yo me dedico simplemente a suspirar, viendo como Heather engancha sus muslos a lados del rostro de Ethan y lo lanza con ella al suelo. Tras unos segundos en los que lo asfixia, él da varios golpes en sus piernas rindiéndose. Cuando lo suelta y se separan, todos nos reímos cuando este dice que ha valido la pena y Heather se sonroja.
El resto del día lo disfrutamos probando cosas nuevas, y entre ellas, tuve la oportunidad de observar pelear a Minho y Thomas, quien por una clara contextura del cuerpo se dio la victoria mi mejor amigo, aunque Thomas bien que le dejó un moretón bastante curioso a Minho bajo la barbilla. Y si, la mayor parte de ellos dejaron de intentar la llave de Axa y se tomaron bastantes libertades. Luego probé tiro con arco con Brenda, y de nuevo, mi puntería era bastante más sobresaliente.
Luego ya llegó la noche y tuvimos que salir de las distintas salas, prometiéndome a visitar al día siguiente la biblioteca. Todos salimos sudorosos, con sonrisas y bastantes más exhaustos que en la mañana. Me despido de Dayana, Vincent, Collete y Violet, ya que han escogido una habitación del ala B solo para ellos, y cuando pienso en despedirme de Minho y otros amigos, mi mejor amigo me detiene ipso facto antes de separarnos en las distintas alas en las que se encuentran nuestras habitaciones.
—Ayer hablé con Jane, y me dio permiso para que pudieras dormir conmigo esta noche. Si no te importa, claro, tenemos muchas cosas de las que ponernos al día. —Al momento Thomas sale a nuestro encuentro, bastante afectado con la noticia.
—¿Eso quiere decir que hoy dormiré solo?
Eso es suficiente para que Minho ya me juzgue con la mirada. Por detrás veo a Jace negando con la cabeza y a Brenda, a un lado, riéndose.
—¿Dormís juntos? Whoah, ¿dónde está el Newt con el que vivido toda mi vida? —De nuevo ignoro aquella pulla de mal gusto, y dirigiéndome a Thomas, se lo explico de la forma más tranquila posible.
—Thomas, solo será por una noche. Entenderás que Minho y yo tenemos que hablar de muchas cosas, ¿no? —Asiente para relajar los hombros y rendirse.
Aquello relaja mi tensión nacida en los hombros y me despido finalmente de mi grupo de los juegos. Jace engancha su brazo por mis hombros y temo haberme equivocado al aceptar su propuesta. Rose me sonríe cálidamente y Madi da saltitos con una clara emoción.
Minho se une al otro lado, acompañado de Isabelle y ambos me miran con claro interés. Entonces mientras ella se acomoda la coleta alta que sujeta su cabellera, comenta algo de mi insignia que graciosamente se ha mantenido en su lugar a pesar de todo lo que he hecho en el día.
—¿Es de oro, cierto? Quien te la regaló, demuestra que de verdad eres importante para él.
El comentario no parece caerle en gracia a Minho, ya que al momento se lució entre todos diciendo que él me había regalado su daga familiar y la cual me había salvado la vida en los juegos. Jace pregunta si es algo de valor, y respondo por mi amigo.
—Tiene más valor que cualquier otra cosa material en el mundo, porque lo hizo pensando en mi para salvarme la vida. Nunca podré darte nada a cambio que recompense ese enorme detalle que tuviste conmigo, Min. —Y de nuevo, al cruzar la mirada, nuestros ojos se conectan y siento de nuevo ese lazo familiar que por tanto se había mantenido distante.
Me siento de nuevo en casa, y sé que no lo cambiaría por nada.
Al llegar a nuestras distintas salas, las chicas —como hicimos en nuestro grupo— se van a su habitación escogida con anterioridad y aunque les da pena no poder hablar conmigo más, las tranquilizo diciéndoles que igualmente sé con seguridad que nos haremos buenos amigos.
Me voy con el resto de los chicos al cuarto de estos, y tras darnos nuestras debidas duchas y ocuparnos de nuestros asuntos, nos preparamos para relajarnos. Minho me pasa una ropa de dormir de su parte y aunque me queda un poco grande, la encuentro bastante cómoda.
Me sorprende encontrar en el baño un cepillo de dientes de sobra y que justamente, según ellos, había aparecido justo ese día. Lo dejo pasar y colocándome la insignia justo en el pecho encima de la ropa de dormir, ya aseado y limpio salgo de la habitación para encontrarme con los demás.
La toqueteo varias veces, no pensando en dejarla en ningún sitio. No me quiero apartar de ella. Aunque también he estado cavilando sobre la daga de Minho y mi mochila, estoy seguro de que Thomas y los demás me la cuidarán por mi. Ninguno se atrevería a tocar algo de su interior sin mi permiso, los conozco mejor que nada y confío en ellos.
Al cerrar la puerta del baño, me encuentro con Jace sentado con Minho en la litera en la que se supone que va a dormir este primero. Veo que la muleta descansa a un lado, y que se toquetea la pierna con una expresión algo molesta.
—¿Te duele? —Eso es lo pregunto para hacerme denotar mientras tomo asiento junto a Minho y así ambos, quedamos enfrente de Jace.
Siento que la cama de Jace se hunde en nuestro peso pero aun así, ninguno de los dos parece incómodo y entonces pienso que en aquella habitación grande, con solo esas dos personas allí dentro no se siente tan sola. Es cierto que apenas conozco a Jace de hace un día y que su comportamiento conmigo no es del todo "normal" pero poco a poco, inevitablemente, empiezo a conocerlo mucho mejor y a través de esa bruma de chico malo, hay alguien que sufre mucho.
Sin embargo, Jace se deja la pierna en paz y me responde con expresión molesta.
—No me duele, ya me la van a quitar mañana. Según la doctora Keisha...
Siento que mis oídos se hunden y su rostro, el de esa niña, y de sus familiares llorando su pérdida me invaden y siento que la garganta se me seca y que no puedo hablar.
Pero logró pronunciar esas palabras.
—¿Has dicho Keisha? —Siento que el corazón me sube por la garganta y de soslayo veo que Minho me mira desconcertado.
El rostro ahora confuso de Jace me hace creer que he cometido un error. Se confirma cuando me responde. El aire de pronto parece mucho más pesado.
—No, he dicho Kelly. ¿Quién carajos es Keisha? —Minho y él se ríen, y me veo en la obligación de dejar pasar ese mal rato y compartir una carcajada con ellos.
Pero sé que mi mejor amigo ya se ha pillado que pasa algo conmigo.
De todas maneras, trato de retomar la conversación, haciendo que lo anterior no ha importado realmente.
—¿Cómo es posible que dos personas como vosotros acabarais siendo amigos? —Claramente no creo que ahondemos en el tema y que le expliquemos que nos conocimos por culpa de mi estupidez de niño y por tomar la mala decisión de robar un pan.
Minho es quién responde: —Podemos decir que nos unimos por la crueldad del distrito doce, nada más. En parte también fue porque nadie puede resistirse a esta cara.
Lo último lo señala, aludiéndose y mostrando una "atractiva" sonrisa, volvemos a reír y Jace vuelve a hablar.
—¿De qué va esa Brenda de tu distrito? Porque la manera en la que me golpeó la tráquea a pesar de que se suponía que solo estaba allí para recibir golpes suaves, me demostró que es mejor no meterse con ella. —Y se refiere claramente al momento en el que Axa le pidió a Jace servir como saco de golpes directos y Brenda fue la primera en darle uno que lo dejó sentado por varios minutos.
Y a pesar de que nadie se lo esperaba, la instructora la felicitó lo que, claramente, no causó gracia al chico de la escayola.
—Ha... tenido que soportar muchas cosas, como todos, sí, pero bueno. Aquí solo sobreviven los fuertes, ¿no es así? En los primeros juegos... Perdimos a alguien que considerábamos parte de nuestro quipo y... Bueno, ¿lo visteis, no? —Ante su silencio, siento un hormigueo en mi nuca y hay algo que ocultan y que aparentemente no quieren decirme.
Antes de que pregunte, Jace bosteza e interrumpe el momento.
—Bueno, chicos, me gustaría quedarme con vosotros y hablar toda la noche, quizás acostarnos, quien sabe si se da el momento. —Ambos le golpeamos un brazo cada uno y mientras se queja y se soba ellos, continua—: El caso, es que me voy a ir a dormir ya porque tengo que cuidarme y este rostro tiene que amanecer bello.
Minho y yo reímos ante su comentario y dándole las buenas noches, dejamos que se estire y se acomode para descansar. Sin más nos vamos a la litera de Minho, y este me dice que me deja la de abajo porque ama los sitios altos, y le doy la razón porque recuerdo perfectamente que según lo que me contaba de sus aventuras en el bosque del distrito, amaba subirse a la copa de los árboles.
Sin embargo ahora tomamos asiento uno enfrente del otro y mientras nuestras manos se toman me doy cuenta de lo mucho que había extrañado aquel contacto, aquella familiaridad. A Minho en sí; sin embargo, el tema de antes me sigue rondando y tomando sus manos morenas con más fuerza, trato de unir nuestros ojos. Pero la suya parece algo esquiva.
—¿Viste mis juegos, verdad? Lo hice todo por mi familia, por ti y por ellos. ¿Estás... estás orgulloso de mí? —Eso último me sale casi sin pensarlo pero es cierto, es algo que quiero que me diga a la cara, algo que me haga creer todavía más en mi mismo.
Sin embargo, muerde sus labios un momento y admite:
—Siempre y óyeme bien, siempre estaré orgulloso de ti. Lo que pasa es que... hay algo más, algo que sé que no te puedes imaginar y... —Refuerzo mi agarre, mirándolo como antes, como todas las veces en las que este se ponía nervioso o inquieto.
—Minho, puedes decirme lo que sea, ya lo sabes.
Este toma una profunda respiración y aunque sus manos comienzan a temblar, distingo que sus hombros se relajan y parece tomar más seguridad con el tema. Ahora, cuando comienza a hablar, su elección de palabras no me gusta para nada y siento el corazón en el estómago.
—Es... algo difícil de digerir, pero... Quiero que te lo tomes con calma, ¿vale, Newt? —Asiento con rapidez y sin mediar palabra, ya que entiendo la severidad del tema—. Verás... No vi tus juegos, no pude hacerlo, ¿vale?
Aquello me sacó de honda de golpe. ¿Cómo era posible? Mis cejas se fruncen sin entender qué habría podido pasar para no hacerlo pero le dejo hablar porque entiendo qué de eso se trata de lo que va a hablarme. Mantiene ahora el rostro cabizbajo y los temblores de sus manos parecen aumentar por momentos.
—Yo... Quiero decir, ya sabes que eso es obligatorio, pero justo cuando te mostraron esa copia barata de mi... Volví a casa y todo se fue al diablo. A ver, ninguno de los del grupo B creo que hayan podido ver tus juegos porque todos desaparecimos en un rango de tiempo a partir de las entrevistas.
Me deja asimilar la información y parpadeando confuso, le pregunto: —¿Quieres decir que... os secuestraron? ¿No hubo aviso para vuestras noticias, ni entrevistas? ¿Nada?
Su negativa me hace comprender que es así, y cierro la boca de golpe, consumido por la sorpresa. Si querían más diversión no tenían la necesidad de hacer ese tipo de cosas. Sus manos se afianzan todavía más y retoma la palabra.
—No, fue de sorpresa. Nadie se lo esperaba, nos trajeron, nos entrenaron por un mes y medio y después, bueno, subimos por aquella caja y ya sabes lo demás. Bueno, claro, salvo lo del animal que no terminé de contarte. Era un lobo, ¿te lo puedes imaginar? Blanco, grande, de ojos azules y no daba para nada ningún aspecto de salvaje o agresivo. —Sé que de alguna manera intentaba cambiar de tema, pero igualmente aquel dato me abrió los ojos de golpe.
¿Cómo podría haberme olvidado de Luna? Porque sí, teniendo en cuenta las características narradas por mi amigo, no ponía en duda de que se tratara de mi viejo amigo muto. De todas maneras decido dejar el tema también para después, porque ahora mismo lo que leo entre líneas por parte de Minho, sé que no es sobre lo del lobo de lo que quiere hablar.
—Minho, yo... Sé que no quieres soltarte tan rápido, pero estás conmigo ahora. No voy a irme a ninguna parte ahora que nos hemos vuelto a encontrar, no voy a alejarme de tu lado. Confía en mi, creo que lo más necesitas ahora es liberarte de ese peso que pareces que estás cargando.
Nada más decirlo, sus manos se liberan para agarrarme de la camisa. Después entierra su cabeza en mi bajo vientre, y por la forma en la que sus hombros se estremecen, le doy tiempo. Entonces, Minho suelta la bomba del día.
—M-mis padres... Cuando me arrastraron hasta aquí, fue Ava. Ella apareció en mi casa, me electrocutaron y... Bueno, me habló de ti, me habló de lo que me esperaba y... y mis padres estaban muertos. ¡No los voy a volver a ver, los mataron para darme una lección, foder! ¡Los mataron por mi culpa! —Inmediatamente no lo dejó terminar.
Interrumpo su perorata nerviosa y atropellada y sujetando su cabeza, lo estrecho contra mi cuerpo con fuerza. Siento algo húmedo caer sobre mi hombro derecho, pero me dedico a acariciar su cabellera oscura con movimientos circulares y constantes, tratando de calmarlo. De solo preguntarme cuánto debe de haber aguantado esto, de cuánto debe haber querido contárselo a alguien pero sin atreverse en el fondo..., Mi corazón se agita al escucharlo sollozar y propias lágrimas me surcan las mejillas al comprender que nunca volveré a ver a los padres de Minho, a aquellos que consideraba como una familia y que tanto consuelo me dieron.
En ese momento, comprendo que lo que me surca por las venas, lo que me consume es un odio irreversible hacia el Capitolio, hacia Ava y hacia Snow. Un odio que solo quiere hacerles pagar.
—Ya está, Minho... Todo está bien, tranquilo. —Intento calmarle por todos los medios, pero repite las mismas palabras una y otra vez, hasta que finalmente dice algo completamente diferente a todo lo anterior.
—Y encima... No p-puedo sacar de mi mente que es posible que... que Lizzy también se haya visto involucrada en los juegos, y temo que siga ahí fuera, sola... —La sola mención de mi hermana pequeña, la idea de que haya o esté compartiendo nuestro mismo destino, hace que me sujete de sus hombros sin saber cómo reaccionar exactamente a todo esto.
—M-min, de qué... ¿de que estás hablando? —Me mira con esos ojos castaños llenos de lágrimas y de dudas, y siento que el corazón se me va a salir del pecho—. ¿Elizabeth está en los juegos? ¿Está por ahí fuera, perdida y sola? ¿C-cómo lo sabes?
—Ava me dijo que compartiría nuestro mismo destino, Newt, no solo te esperaba a ti entrar por esta puerta del refugio, si no también a ella. Hay una enorme posibilidad de que esté en peligro, de que ya no esté en el distrito doce.
Y entonces, se me viene el mundo encima.
N/A → muchas gracias por el apoyo, y sí, hasta para mí es una sorpresa actualizar seguido. literalmente dos capítulos publicados enseguida, disfruten porque me voy a dar prisa en terminar esta historia para publicar el último libro. aaaaa me ha encantado escribir este capitulo y hacerlos más cercanos a todos, los quiero mucho y nos vemos pronto ;3.
→ Se despide xElsyLight.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro