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「 ᴇs ʀᴇᴀʟ 」
Cuando comienzo a escuchar molestas y familiares risas a mi alrededor, sé de alguna manera que son dirigidas hacia mi. Abro mis ojos con lentitud, sintiendo algo de modorra en el cuerpo, algo que hace mella en mi cuerpo y que aclama el cansancio.
Tantos días corriendo sin parar, tantos días esforzándome hasta rallar mis limites humanos, finalmente han causado enormes cicatrices en mi cuerpo. Me duelen los músculos cuando intento levantarme de la cama, pero por alguna razón un peso extra me evita si quiera intentarlo.
Confuso, trato de ver a través de las cortas hebras doradas de mi cabello y me encuentro con el rostro apacible y somnoliento de Thomas; pronto me doy cuenta de que nos quedamos dormidos juntos tras la conversación nocturna y de que posiblemente esas risas que escucho sean una burla hacia nosotros.
—¿Los tortolitos necesitan más tiempo entre ellos? —Al escuchar la inconfundible voz de Heather enfrente de nosotros, sé que nos han descubierto con las manos en la masa.
Al alzar la vista, me encuentro con que enfrente de nosotros están Brenda, Heather y Ethan observándonos como un maldito show; un sentimiento agridulce me sube por la garganta al recordar de dónde hemos escapado y relajando los hombros, trato de tomarlo con normalidad.
—Chicos, por favor... Es muy temprano para... —Me interrumpo cuando Thomas abre sus ojos y al encontrarse con los míos, salta de la cama.
Inevitablemente, cae de esta y eso causa que todos los demás se carcajeen de nosotros todavía más. Me remuevo en la cama para asomarme por el borde y veo a Thomas cubriéndose el rostro con ambas manos, está rojo. Aquello hace que una sonrisa me nazca sin preverlo y me cubro los labios con el dorso de la mano.
—O sea, ¿que esto es lo que hacíais todas las noches en el tren, no? —pregunta Brenda, con una ceja alzada y de brazos cruzados.
Los otros dos se ríen mientras Ethan ayuda a levantar a Thomas. Yo simplemente me dedico a levantarme de la cama y sacándoles el dedo en medio, me dirijo al cuarto de baño. Cierro la puerta rápidamente al ver que mis amigos me persiguen para seguir abochornándome y me aseguro de colocar el seguro.
Se rinden tras unos momentos en los que no dejo de apostarme en la puerta de metal, no queriendo darles entrada. Me parece escuchar la voz de Thomas diciendo que paren y después pasos alejándose, allí es cuando me relajo y camino hacia el lavamanos. Ni siquiera sé que me espero cuando me encuentro con vasos de cuatro cepillos de dientes y con una etiqueta en cada uno de ellos: " Thomas, Ethan, Newt y Gally ".
Tomo el mío confuso, preguntándome cuando han podido colocar estas cosas pero demasiado dormido como para darle el tema a la cabeza, solo me dedico a abrir la cajonera de la mesilla en busca de una crema para lavarme los dientes. No tardo en encontrarla y tras ponerme a ello, observo mi reflejo somnoliento a través de un pequeño espejo circular.
Mi rostro es marcado, quizás hay más ojeras de las que recordaba bajo mis ojos y mi piel un poco más colorida; eso es debido al calor que soportamos, por supuesto. Mis labios están agrietados y la cicatriz que me dejó Gally en una de las mejillas aún es visible; no creo que se desaparezca de mi rostro ahora. De alguna manera, me gusta verla en ella mientras dejo que mis dedos la acaricien de lado a lado.
Me hace pensar en todo lo que ha pasado en unos cortos meses y en cómo mi vida parece haber dado un giro de ochocientos grados. Suspirando levemente, termino de lavarme los dientes y aprovechando que nadie más parece querer usar el cuarto de baño, me dirijo a la bañera que me espera humeante. Me digo que debe ser obra de Ethan, y me fijo en que a un lado de esta, hay una pequeña bolsita de flores secas que sirven para perfumar el aire.
Tras solo sostenerlas en mis manos, recuerdo que mi madre solía de vez en cuando, y cuando había dinero, en comprar una de estas. Sin embargo, la dejo en su sitio no queriendo gastarla en mi. Me inclino para abrir el grifo de la bañera y me sorprende caer agua caliente de esta.
De nuevo, antes de estos juegos, no estaba acostumbrado a lujos como estos y a tener un suministro ilimitado de agua a nuestra disposición. Aun me siento un poco extraño al tenerlo enfrente de mi y ni siquiera tener que suplicar o hacer trabajos extras para utilizarlo.
Me desvisto, me meto en el agua sedosa del que pienso que viene añadido algún tipo de aceite especial, e intento organizar los pensamientos revueltos de mi cabeza, sobre todo uno que me lleva molestándome desde la noche anterior.
No puedo evitar preguntarme cómo es posible que unos rebeldes de tres al cuarto y que no disponen de materiales de último modelo como los del Capitolio, pueden disfrutar de comodidades como estas. Personalmente me trae bastante preocupado, incluso tomando en cuenta los vasos con nuestros nombres o las mochilas que vi en la noche anterior que descansaban a un lado de nuestra cama. ¿Cómo si quiera sabían que íbamos a elegir tales literas?
Aquello me deja pensando por mucho y mientras me acaricio la frente con mis dedos índices, cavilo la idea de contárselo a alguien. Sin embargo, de tan solo recordar las risas y la seguridad de estar a salvo ahora, me hace regresar sobre mis pasos. Ni siquiera podría contárselo a Minho, aunque pudiera encontrar la forma de hacérselo saber sin expresarlo con palabras.
Mientras me revuelvo la cabellera, pienso en que mis sospechas no están para nada infundadas y que solo traería preocupaciones absurdas al grupo; lo que por supuesto, es lo que menos quiero. Aquello solo hace que deje de darle al temita y piense en la realidad de tener a mis amigos de los juegos y a Minho aquí, en este refugio a años luz de las garras del Capitolio.
La posibilidad de que finalmente el poder de Snow y Ava ha llegado a su fin y de que el resto de mi familia me espera en el refugio real, solo hace que mi corazón se agite de la emoción. La sola idea de reunirme con ellos, de volver a esos tiempos en los que puedo respirar aire puro sin ninguna presión encima, son demasiado apetecibles.
Por supuesto, sé que ahora estamos en guerra, que nada tampoco volverá a ser igual, pero mantengo la esperanza de que pronto podamos hallar una solución a todo esto y hacer que la sociedad pueda mantenerse en pie sin ayuda de ningún dictador.
Pienso ahora en la manera en la que Thomas me miraba en la noche, y siento que había algo más allí que no era capaz de decirme por el momento; pero tampoco le voy a instar a que suelte prenda, no soy ese tipo de personas. Sé que cuando llegue el momento, me dirá todo lo que tengo que saber, puedo esperar el tiempo que sea necesario.
Me sumerjo en el agua y dejo que bloquee todo lo que me rodea, incluido mis pensamientos. Deseó que ojalá la bañera pudiera expandirse y permitirme nadar, como sucedió en los juegos que a pesar de ser una situación de vida o muerte, disfruté de ese contacto frío en la piel.
Sin embargo, no dura mucho ese sentimiento cuando al abrir los ojos bajo el agua, veo el rostro desnutrido y putrefacto de la niña Keisha, de aquella que maté por petición suya. Nos miramos bajo aquellos mantos acuáticos y mientras extiendo una mano hacia ella, quizás solo para implorar su perdón, siento que me falta el aire en los pulmones. Ella llora allí abajo mientras yo me devuelvo a la superficie para recuperar el oxígeno escaso de mi cuerpo.
Mi cabello está húmedo cuando salgo de la bañera y por todo lo posible, trato de quitarme aquella imagen de la boca desgarrada de la dulce Keisha. Me remojo el rostro un par de veces con agua fría y respirando con profundas pausas, intento que no me dé un ataque de pánico; de esos que hace bastante que no experimento de nuevo.
Me deprime la imagen que observo nuevamente en el espejo, porque parezco más alicaído que antes y solo puedo preguntarme cuando las pesadillas, los horrores y tormentos de los juegos podrán quedarse atrás. Pero mientras seco mi cabello con una toalla, me doy cuenta realmente de que nunca podré liberarme de ellas.
Me coloco una bata encima, de esas blancas y que solía usar en las preparaciones de las presentaciones del Capitolio y abro la puerta del cuarto de baño, en busca de una ropa que ponerme. Y si, por las estúpidas prisas me vine sin nada que ponerme.
Mis amigos están parloteando con Thomas todavía en nuestra litera, y rápidamente me acerco a un armario de ropa en la que trato de escoger algo que me haga sentir cómodo en el resto del día. Gotas húmedas caen de mi cabello y mi cuerpo cuando elijo una franela azulada y unos vaqueros negros sueltos. Encuentro unos calcetines del mismo tono, y cuando pretendo devolverme al cuarto de baño para vestirme, la voz de Brenda me llama la atención.
—¿Por qué te avergüenzas de vestirte con nosotros? Somos una familia y déjame decirte que no hay nada en ti que no haya visto antes, cariño. —Me veo en la obligación de mirarla, y descubro que ella, Ethan y Heather comparten una sonrisa divertida.
Thomas es el único que aparta la mirada y aquello, sin poder evitarlo, me resulta la mar de tierno. Aun así e ignorando su pervertido comentario, muestro un rostro indiferente y les digo:
—Brenda, puede que para ti no sea una sorpresa, pero para Thomas seguro que lo es. Por eso, viendo que claramente ahora está incómodo, me voy a meter de nuevo al cuarto de baño.
Al momento todos se ríen y no se me pasa desapercibido cómo Ethan golpea en el hombro a Tommy, diciéndole que debe lanzarse. No entiendo el comentario y sin darles una segunda mirada, regreso al baño.
No tardo en vestirme con rapidez pensando en el chico del tres que seguro quiere usar el baño ya. Cuando acaricio mi cabello ya suave y sedoso, de alguna extraña manera me imagino a Bellamy peinándome este a su gusto, y llamándome " pajarito " como antes; es quizás una de las personas que mas extraño de los juegos; aunque en sí, admito que también el resto del equipo de preparación eran bastantes amables conmigo.
Son lo único salvable de los juegos, a parte de mis nuevos amigos.
Abro la puerta para dejar salir el calor y Thomas se acerca rápidamente con actitud algo tímida, lo que por supuesto no le queda porque desde que le conozco, sé que es bastante más lanzado y abierto. Por ello, le detengo de un brazo antes de que desaparezca por completo en el cuarto y no pienso cuando le suelto un comentario bastante intrusivo.
—Ponte guapo, ¿eh, Tommy? Si algo aprendí de los juegos, es que dar una buena impresión es importante y no queremos dar una mala imagen a los rebeldes, ¿no es así? —Mis manos atrapan su cabello y lo echan hacia atrás.
Es en ese momento que un fuerte rubor le rodea las mejillas y parece subirle hasta las orejas. Me parece de nuevo extraño y cuando asiente, me separo y se encierra en el baño.
«Tendré que hablar de esto con él más tarde», pienso, contando las pocas veces que se ha puesto de esa manera y de que ha sido más continuo los últimos días; sobre todo, más cuando hemos vuelto a hablar como antes.
Cuando me doy la vuelta, mis tres amigos me observan con cejas alzadas y no entiendo su comportamiento. Ethan se da una palmada en la frente.
—¿Qué pasa? —Pero ninguno de ellos me responde y hundiéndome de hombros, alcanzo mi mochila con la misión de revisar que todo esté en su sitio.
Brenda se coloca a mis espaldas, y atraviesa mis hombros con sus brazos dejándose caer. Ethan se sienta a un lado de la cama, quedando a la izquierda de mi y Heather al otro lado. Yo sigo arrodillado en el suelo con Brenda encima.
—¿Es que no lo ves o qué?
Miro a Ethan que me golpea con una de sus piernas y no entiendo a qué se refiere.
—¿De qué hablas? —Heather comparte una seria mirada conmigo y entrelazando sus dedos, carraspea con fuerza.
—Hay algo... hay algo que llevamos viendo todos desde que pudimos veros juntos, y creo que o eres muy lento o no quieres ver qué pasa entre los dos. —Parpadeo un par de veces, repasando las palabras en mi mente pero sin saber a dónde quiere llegar.
Sigo revisando la mochila, negándome a contestar. Ellos siguen parloteando.
—Si, Newtie, es decir... La química está en el aire y como no la veas pronto, nos va a acabar por asfixiar a todos, ¿sabes? —Esto último lo comenta una Brenda que se deja caer más sobre mi, y trato de aguantar nuestro peso, negando con la cabeza.
—Y es que como os continúe viendo de esta manera tan distanciada, a mi me va a dar algo. Entiendo que antes no se hablara del tema por los juegos y demás, ¿pero y ahora? Estamos a salvo, no tenemos que morir por un estúpido show. ¡Seguimos vivos y hemos dejado de ser supervivientes, hombre! —Las palabras de Ethan me detienen en seco y dejo de hacer tiempo en esa mochila llena de reservas de comida y de una manta.
Cruzo mirada con ellos y veo la forma en la que los labios de Ethan se fruncen.
—Escúchame bien, Ethan. Nunca dejaremos de ser supervivientes, ¿me oyes? Los juegos fueron eso, simples y depravados juegos, pero ahora comienza el verdadero reto: una guerra. Y no puedo asegurar protegeros a todos de lo que se avecina. Esto no es una broma, y si estamos aquí, es para cambiar las cosas.
Todos mantienen silencio ante mis palabras y Brenda finalmente se separa de mi lado. Al darme la vuelta para verla, está cruzada de brazos con un adorable puchero en los labios.
—Newt, al menos déjanos disfrutar de las mañanas, anda.
Pero cuando pienso que está enfadada, me sonríe y los demás salen de las camas para salir de la habitación. Entiendo perfectamente su lado de ver las cosas, pero no puedo dejar de pensar en que esto no ha hecho más que empezar y me da miedo que, de alguna manera, este levantamiento no sirva para nada.
Heather me dice que nos esperan en la sala del comedor para desayunar con los demás, y entonces veo que Alec, el cuervo muto, se reposa en su cabeza. Pienso en cómo no me había fijado en él desde ayer, aunque me alivia saber que está bien.
Los veo marchar de la habitación con paso suelto y regreso mi atención a la mochila, esta vez cruzándose en mi mente la imagen de mi lobo Luna; hace bastante que no lo he visto, más bien desde que llegamos a los juegos y temo por su seguridad. Sin embargo, me hago pensar que está a salvo y de que quizás pronto alguna milicia pueda traérmelo de vuelta a mis brazos.
No entiendo porque todavía mis manos permanecen en el interior de la mochila, pero cuando toco el bolsillo escondido y recuerdo que allí se encuentra la daga de Minho, no sé si cargarla encima para devolvérsela. Me la regaló para los juegos, sí. Pero ahora... ¿Tendría que entregársela? Acaricio entre mis dedos ese largo filo de ella y de solo pensar en las muchas veces que me ha salvado la vida, me aferro a ella.
Me digo que puedo hablar de este tema más tarde con mi mejor amigo y cuando la regreso a su sitio, encuentro algo más en el fondo: algo redondo y terso. Mis dedos lo sacan con cuidado y me encuentro con eso que me hace caer de bruces al suelo.
Es la insignia de Bellamy, la de las alas doradas.
Me carcajeo un poco al verla porque no puedo dejar de pensar en lo irónico que es la vida. Justamente pensaba en ella días atrás, y ahora, la tenía de vuelta conmigo.
De repente me siento más seguro, más fuerte y no espero a colocármela en la camisa. La engancho con cuidado pinchándome el dedo índice al cruzar el pasador, y observo su reflejo brillante y único. Cierro la mochila sin mirar nada más, resguardando la daga y entonces, me pregunto que habrá podido pasar con Bellamy, el resto de equipo de preparación, Effie y Haymitch (ya que la última vez que los vi, estaban en los dominios del Capitolio) con esta revolución.
No estoy seguro de si los habrán tomado como carne de cañón, o si por el contrario, habrán encontrado una manera segura de reencontrarse conmigo. Siento un pecho en el corazón justo cuando la puerta de la entrada se abre de nuevo y por ella veo entrar dos tipos de cabello: uno pelirrojo y otro castaño y rizado.
No tardo más que unos segundos en reconocerlas.
—Rose, Madi, ¿qué hacéis aquí? —Las amigas de Minho entran con una sonrisa surcándoles el rostro y la niña pequeña salta a mi brazos.
Un golpe vacío me da en el estómago, cuando no puedo evitar compararla con Keisha. Trago grueso sosteniéndole con fuerza y me saluda con unos adorables hoyuelos recorriéndole las mejillas. Viste un enterizo verde y luce el mismo colgante con mi insignia pero en bronce.
—¡Buenos día, Newt! —Me parece tierno que hayan venido solo a desearme los buenos días, pero les correspondo con una amable sonrisa del mismo modo.
Entonces, cuando Rose se acerca colocándose una trenza de lado, la niña señala mi insignia con sorpresa.
—¡Es igual que la mía! —dice, y la acomodo en mis brazos.
—Es que me gustaba tanto que me hice una igual. Ahora vamos conjuntados, ¿no te gusta? —Al momento asiente con la cabeza, sin dejar de mirar ambos decorados similares, emocionada con la idea.
Rose habla ahora, mientras recorre con la mirada la habitación.
—Venimos por Minho, quiere que bajéis ya a desayunar. Está algo impaciente, ¿sabes? —Niego con la cabeza, diciéndome que así era él.
Aunque admito que ahora si estoy también bastante emocionado de verle y de asegurarme de que no se trata de un sueño nada de esta realidad.
Entonces, antes de poder decir que había que esperar a que Thomas saliera del cuarto de baño, este sale mensajeándose el cabello y siento un retortijón en el estómago al ver que ha hecho caso a mi pedido de antes, aunque fuera en parte broma.
Se ha puesto una franela verde, con un chaleco negro encima. Luego unos vaqueros ajustados oscuros y lleva el cabello hacia atrás, justo de la misma forma en la que se la había acomodado anteriormente. Siento que se me revuelven más las tripas y no puedo evitar silbar, disfrutando del dulce sonrojo que le nace nuevamente en las mejillas.
—¿Ves que si sabes ponerte guapo? Y nada más que para tu esposo, ajá —agrego a último momento, recordando la broma que hicimos del matrimonio al cuidar de Luna y que hicimos tiempo atrás y que parece tan lejana actualmente.
—Cállate, Newt. —Y sin más, entre carcajadas sueltas, mayormente por mi parte, ponemos en marcha a la sala del comedor.
Mientras bajamos por las salas que nos conducen hasta la que buscamos, Madi va de la mano de Rose, mientras baila alegremente a un lado de Thomas. Yo no dejo de pensar de donde ha sacado esa ropa tan arreglada, de nuevo, teniendo en cuenta de en dónde estamos y de la situación que estamos viviendo.
Aún así, parece que no destaca mucho su vestimenta porque veo a un par de tributos del grupo C vestidos de una forma más similar a la de Tommy, y a otros menos informales como yo. Me deja pensando que han tenido que ver con esto los rebeldes y que quizás, solo pretendían darnos un gusto.
Encontramos rápidamente al grupo de Minho y al nuestro en la mesa del día de ayer, y cuando caminos en esa dirección, noto que algunas miradas están encima de mi; y si, puede que solo fuera paranoico, pero creo que ponían atención a mi insignia dorada.
Casi cerca de la mesa de los otros, siento los dedos de Thomas rozando los míos y antes de si quiera poner atención a aquello, Minho se levanta de la mesa raudo y corre hacia mi. Olvido cualquier cosa mencionada antes y salto hacia sus brazos.
Estos me atrapan por la cintura y nos damos un abrazo fuerte; escucho claramente un suspiro lleno de alivio en mi oreja derecha y como menciona que por un momento, creía que había sido imaginación suya nuestro reencuentro. Yo le digo que es real, y eso es suficiente para separarnos y ya encontrarnos con los demás.
Nos sentamos juntos, teniendo al lado mío a un Jace que otra vez, no deja de regalarme miradas pícaras. Me pregunto si está en su sangre ser de aquella manera o en si lo hace solo para molestarme. Thomas, Rose y Madi toman asiento enfrente, justo cuando Ethan estira una de sus manos para alcanzar la jarra de agua que hay en el centro de la mesa, y como todo un caballero le sirve a Heather y después a su vieja amiga, Isabelle.
Brenda le da un codazo y ella misma se sirve, para después pasarla a Thomas, quien se encarga de servir a Rose y Madi. No veo por ningún lado a Gally y Teresa, y recuerdo que siguen haciéndoles las tediosas pruebas.
Los ayudantes de Jane, comienzan a pasar platos con montones de comida para que elijamos lo que preferimos desayunar y a pesar de que quiero escogerlo por mi parte, Minho se me adelanta para alcanzar un trozo de queso con arándanos sueltos y una jarra de zumo de naranja. Jace a mi lado, se apodera de un sándwich relleno de jamón y mantequilla.
Entonces mientras la conversación fluye entre todos, hablando más que nada de como nos sentimos los del grupo A en este refugio, mi atención se la roba Minho, quien me extiende un pequeño trozo de pan seco aunque humeante rociado con un queso que me resulta vagamente familiar, además de y unas dulces bayas. Nos ha servido a ambos un zumo de naranja, y no puedo evitar preguntarme interiormente si sabía que era de mis bebidas favoritas en el tren.
—¿No tienes hambre? —No puedo evitar preguntar, mientras siento que Jace sigue comiendo y sin quitarnos la mirada de encima.
Minho se carcajea y hundiéndose de hombros, fija su intensa mirada sobre mi.
—Te lo debía, ¿no? La última vez me lo dejaste a mi.
Y entonces aquella sola mención me trae memorias del día de la cosecha, en la que compartimos desayuno y era exactamente igual a este; yo le dejé el pan seco con el queso de cabra, y siento un nudo en la garganta. Unas tremendas ganas de llorar me invaden de solo pensar en lo rápido que pasa el tiempo y en lo mucho que lo echaba de menos.
Me sigue sonriendo de esa forma peligrosa de siempre, y tengo que parpadear con fuerza para no dejar caer ninguna lágrima. Inmediatamente, entrelazo mis dedos con los suyos y con mi mano libre le tiendo las bayas; ahora comparto esa misma nostalgia y alegría del otro.
—Y si no recuerdo mal, yo me comí tus queridas bayas.
Este se carcajea mientras compartimos una mirada privada y sin más, comemos nuestro desayuno. Nos soltamos de las manos y mordisqueo mi pan, notando un dulce sabor ingresar mi paladar. Sin querer evitarlo, mi corazón palpita raudo, emocionado ante todo lo que significaba tener de vuelta a Minho en mi vida.
—¿Qué ha sido eso? —La voz seria y bastante hueca de Thomas se hace lugar, y sin querer pretenderlo, calla las alocadas conversaciones de los demás.
Al cruzar mirada con él, nos observa de una forma intensa y su aparente buen humor parece haber desaparecido del todo. Confuso, me limpio con una servilleta y bebo un trago del zumo de naranja; es Minho quien le responde, con un tono igual de hosco.
—¿Te importa? Es algo entre Newt y yo, nada que ver contigo. Y si te ha molestado verlo, pues chico, aparta la mirada. —Al momento sujeto su brazo que se tensa, y trato de calmar las cosas.
Se me hace muy absurdo como el aire de repente parece mucho más pesado que antes.
—Tommy, es una especie de promesa que nos hicimos antes de comenzar los juegos y bueno, Minho solo la ha cumplido. No te preocupes tanto. —Sigue asombrándome la cara de marfil que tiene y que con sorpresa, solo logra desaparecer cuando su vista se distrae con algo lejano.
Todos seguimos la dirección de a donde está mirando, y veo que a través de una cristalera, unos ayudantes de Jane se llevan consigo a una desorientada Teresa. Eso capta por completo la atención de Thomas y olvidando lo que estábamos haciendo, deja caer los tenedores con lo que se proponía comer unos huevos rotos y sale en su busca.
Inmediatamente, mi grupo también se levanta tras de mi y vamos a acompañarlo. Minho me sigue por detrás, con las cejas fruncidas.
—Es que se preocupa mucho por ella, estuvieron juntos desde pequeños. —Le explica una contenta Brenda, que ahora está de la mano con Heather.
Minho asiente sin decir nada más, y aunque me separo un poco de ellos, no quiero que por la impertinencia de Thomas nos ponga en un aprieto. Alcanzo su hombro cuando habla con uno de los guardias que se apostan tras una enorme puerta, en la que si no recuerdo mal, el día de ayer se llevaron por allí a los chicos del C que iban al refugio real.
—¿A dónde se la llevan? —Yo volteo los ojos ante aquello, porque no creo que a nadie se le haya olvidado que tenían que seguir haciéndole pruebas por dos días más.
Este no me dedica ni una sola mirada, absorto en la imagen de ella que acaba de desaparecer de nuestra vista. Por alguna razón, mi agarre en su hombro se afianza.
—Como se os dijo ayer, aún le quedan unas pruebas más. Nada de que preocuparse, así que volved a vuestros asientos a seguir desayunando. —Thomas parece querer insistir un poco más, pero lo atraigo hacia mi y le miro directamente a los ojos, cara a cara.
Mi mano reposa en su nuca y eso parece relajarle momentáneamente.
—Tranquilo, Tommy, ya verás que vuelve con nosotros pronto. Volvamos a desayunar, por favor. Preocuparse será esforzarse en vano. —Asiente lentamente, para pasar su lengua por sus labios y de acuerdo con su pronta calma, me dirijo hacia los demás quienes ya regresan.
Minho es el único que nos mira con ceja alzada, y trato de ignorar a mis dos amigos bastante tozudos. Paso mis brazos por ambos, y camino con ellos hacia la mesa anterior. Sin embargo, aunque ellos ahora estén más relajados, dando una vista hacia mi derecha me encuentro con ese tal Winston, acompañando al chico de la capucha que muerde una de sus uñas, dedicándonos una intensa y larga mirada.
Que chico más raro, pienso, mientras retomamos el desayuno y cada uno regresa a su puesto olvidando lo sucedido de antes; al menos por ahora.
El resto de la mañana se me pasa volando, entre anécdotas de nuestras aventuras de los juegos, por ambas partes con el propósito de conocernos más. Justo cuando recogen nuestros platos, estamos enzarzados en un tema de lo bastante peculiar.
—¡¿En serio luchasteis contra unos monos?! —Esa ha sido Heather, quien es la más emocionada con el tema.
Jace se encarga de detallar con pelos y señales lo sucedido aquel día, y de lo gracioso que era verles la cara, que parecían retardados.
—¡Pues bien que huías con el rabo entre las piernas, Jace! —Ese ha sido Vincent, que se carcajea con las chicas albinas y la de cabellos castaño.
Así ha sido parte de la mañana; se han ido integrando un poco con nosotros, y puedo admitir con total seguridad que la más calmada de ese grupo en sin duda Dayana.
Yo también me río sin poder evitarlo al ver lo rojo que se pone Jace, incluso Minho ya nada burlándose de su rostro. Aunque me parece un poco duro, porque según tengo entendido, esa escayola de su pierna fue debido a un mordisco de esos salvajes monos.
Cuando pienso en contar el derrumbamiento que vivimos y que nos separó de Brenda y Thomas por un tiempo, me callo cuando Minho me interrumpe para contar su propio anécdota.
—Escuchad bien, antes de ese suceso de los monos, me ocurrió algo increíble. Mientras caminaba por las lindes del bosque, más que nada revisando el lugar —me guiña un ojo y yo volteo los ojos, sabiendo que es el mejor moviéndose en esos espacios—, de pronto en la oscuridad de la noche, me encontré con un animal con un pelaje tan blanco como la nieve.
—Tú flipas —dijo Ethan, sin creerse ni una palabra de lo que dice.
—Lo mismo le dijimos nosotros —responde una Isabelle, que anda abrazada con Madi.
Sin embargo, Minho no se rinde y continua.
—Era enorme, y como he dicho blanco, tenía unos afilados dientes y sin hacer nada, solo se dedicó a mirarme, como si me reconociera o qué se yo. ¿A qué no adivináis que era?
—¡Un oso! —Esa es Madi, quien alegremente interviene en la conversación.
—¡Una guepardo! —eso lo dice Heather, quien siempre ha tenido una oscura fascinación por estos.
Pero Minho niega con la cabeza y cuando me mira, como si yo supiera con qué se habría encontrado, va a revelar su forma cuando aparece Jane a un lado nuestro, interrumpiendo nuestra algarabía.
Todos la miramos, y se esfuma de repente ese cómodo ambiente familiar. Aun así, me he quedado con la espinita de saber de qué animal se trataría y me prometo a preguntárselo más tarde.
Jane nos saluda con una sonrisa ligera y mientras me acomodo en la mesa, me fijo en que Brenda se agacha para —aparentemente— acariciarse una de las piernas. Aquello me trae memorias de la mía, y también lo dejo para un tema de después con ella.
—Queridos, ya que finalmente el grupo A ya ha llegado a este refugio, queremos que visteis nuestras instalaciones privadas en las que podréis aprovechar el tiempo y distraeros un poco entre que os marcháis. Acompañadme, por favor. —Nos pide con amabilidad y aunque todos los presentes compartimos una curiosa mirada, no tardamos en levantarnos.
Dando una vista a mi alrededor, me doy cuenta de que solo quedamos presentes los del grupo A y B, a excepción de Winston y el chico de la capucha, que no están por ningún lado. Aquello me parece raro, porque la jefa del refugio debería compartir una información como esta con todos los tributos en general, aún así, me hundo de hombros, dejando mis preocupaciones de lado.
Me rodeo de todos mis nuevos amigos, incluidos Vincent, Violet, Dayana y —la no muy habladora— Collete, y caminamos tras Jane, bastante interesados en lo que tiene que mostrarnos y que aparentemente nadie ha podido ver todavía.
Minho engancha su brazo contra mis hombros y mientras veo que Tommy camina de la mano con la dulce Madi, este me acaricia la insignia de mi pecho.
—¿Y esto? ¿De dónde ha salido? No me digas que te la ha dado Thomas. —Su sola idea me pone nervioso, porque no sé que ha podido pensar del chico de tres como para que decidiera darme un regalo tan preciado como ese.
Niego con la cabeza, desechando esa loca idea.
—Fue... un regalo de aquel que consideraba mi estilista. Se llama Bellamy y fue...
Minho se separa inmediatamente, y me mira desconcertado.
—¿Aceptaste un regalo de los tíos del Capitolio? Newt, si nos burlábamos de ellos todo el rato, por dios. —Si, admito mentalmente, solía hacerlo.
Pero ahora las cosas eran diferentes y entiendo por fin que no todas las personas de altus estatus son afortunadas ni que tampoco se merezcan nuestro odio.
Decido no responderle, y mientras seguimos a los demás, mi mirada se dirige hacia una de las esquinas en las que veo a una mujer guarda mirarme desde aquella distancia casi imperceptible. Sin poder evitarlo, mis ojos se agrandan de inmediato al reconocerla.
Siento que me detengo sin poder creer lo que veo.
Su cabello corto, su piel pálida, sus ojos azules intensos... ¿Cómo era posible?
¿Cómo había llegado hasta aquí Selene?
N/A → después de tardar tres semanas en publicar, finalmente he podido actualizar. espero que les guste mucho las interacciones entre todos y que estén deseando leer más.
:: btw, ¡feliz año a todos mis tributos! espero que me sigan acompañando hasta el final de esta historia para llegar finalmente, al tercer libro y último de la trilogía. los amo y pronto veremos lo que pasa con mis peques. por cierto, no se olviden pasar por mi otra historia de newtmas, " DIVERGENT IN THE MAZE ", que actualmente ya tiene su primer capitulo publicado.
→ Se despide xElsyLight.
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