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「 ɴᴜᴇsᴛʀᴀs ᴍᴜᴇʀᴛᴇs 」



Minho nos dirige hacia las mesas del fondo, en el que parece que un grupo en particular se divide en dos enormes mesas de metal. Yo sigo caminando mano a mano con mi mejor amigo, aun creyendo imposible tenerlo a mi lado, parece un sueño; no uno del que me quiera despertar, por supuesto.

Sin embargo la atención vuelve a robársela esa niña pequeña y de nombre Madi, quien luce ese curioso colgante con mi insignia; va de la mano con Brenda, quien parece bastante contenta en su compañía y me pregunto mentalmente si es que le recuerda a su hermano fallecido, George.

Mi memoria viaja al pasado y recuerdo varias veces verlo junto a ella, sobre todo cuando ambos rompimos el contacto. No se mereció el final que tuvo, y en caso de haber podido ayudar en algo, lo habría intentando. Pero claro, fueron épocas muy duras para todos y ni siquiera podía salir adelante con mi propia familia; sacudo la cabeza de pronto, intentando centrarme en el presente.

Finalmente mi equipo toma asiento en los que parecen más cercanos a Minho, porque lo reciben en la mesa con una sonrisa y mi corazón aletea algo emocionado al ver muchas caras nuevas aunque nerviosas; supongo que tiene que ver mucho con el hecho de todo el tema con la revolución.

Brenda, guiada por Madi, toma asiento con ella al final de la mesa y después se acomodan cerca Heather, Ethan y Gally (que parece más incómodo de lo normal, ya que no mira a ninguna parte); luego, toman asiento Teresa seguida de Thomas.

Minho y yo nos detenemos enfrente de la primera mesa, en la que mis amigos estan, y sin quererlo observo la de detrás, en las que se encuentran un chico de cabellos rubios, y tres chicas que se niegan a separarse. Dos de ellas tienen los cabellos casi blancos, y la otra castaña; ella es la que tiene una mirada bastante intensa y profunda.

De alguna manera... parecen unidos de una forma muy distinta, más secreta y oculta.

Devuelvo la vista hacia el grupo principal, en la que además de mi equipo y la niña, encuentro a una chica de cabellos rojizos y bastantes pecas en su rostro. Tiene una amable sonrisa y parece bastante amigable; esta enlaza su brazo con la otra chica de este grupo, quien no ha dejado de mirar en ningún momento a mi amigo Ethan; es algo morena y tiene una larga cabellera oscura. Sus ropas son sencillas y bastante ligeras.

Al otro lado, enfrente de ellas y el cual coincide conmigo cara a cara, me encuentro con un joven de cabellos cortos y de color café. Tiene unos intensos ojos castaños y un rostro bastante maduro; aun así, no se me pasan desapercibidas dos cosas: la primera, hay una muleta a un lado suyo, y al bajar la mirada, descubro que una de sus piernas esta enyesada; la segunda cosa que llama mi atención, es que no deja de mirarme de arriba a abajo.

Intento no centrarme demasiado en su mirada intensa, y siento un pequeño cosquilleo en mi pierna izquierda; recuerdo el malestar tras el derrumbe y me pregunto si debería decirle a alguien. Por el momento y al sentir como Minho cruza uno de sus brazos por mis hombros, lo dejo estar.

—Chicos, por fin esta tortura se ha acabado y la suerte me ha dejado reencontrarme con mi querido Newt. —No ignoro sus dedos dándome un fuerte apretón en el hombro.

Lo siento cercano y casi, imperceptiblemente, siento esa comodidad y seguridad de estar en casa y que no cambiaría por nada. Y si mi hermana y mis padres estuviesen aquí, todo sería mucho mejor.

—Claramente eres mucho más guapo en persona —eso lo dice la chica morena, y los colores apoderan mi rostro. Nunca he sido fan de este tipo de halagos, quizás solo los aceptaba cuando me los decía Bellamy; como le hecho de menos.

—Antes de nada, ¿no deberíamos presentarnos? —Interrumpe antes de decir cualquier cosa, Thomas, quien mantiene una mano bajo su barbilla, y aparentemente algo molesto.

Aunque probablemente sea cosa de mi imaginación.

—¡Tienes toda la razón, Thomas! —contesta mi mejor amigo y parece sorprendido de que sepa su nombre. Sin embargo, aclaro la situación por lo obvia que es.

—Obviamente, todos ustedes saben quienes somos por las presentaciones obligatorias antes de los juegos. Fuimos un show, después de todo... Aun resulta increíble que todo haya terminado —aclaro, y todos mis amigos asienten, como quizás admitiendo haber olvidado un detalle tan importante como ese.

—Entonces es justo que nosotros lo hagamos —menciona la chica pelirroja, y mostrando una renovada sonrisa amable, continua—: Yo me llamo Rose Dawson, es un placer.

Mi ojos se centran en ella y me fijo en la dulce mirada que les dirige a los de las mesas de atrás, que no parecen realmente interesados en unirse con nosotros o hablarnos; en bajo, los presenta ella misma.

—El chico rubio es Vincent, no se conoce su apellido y esta muy pegado con la chica más madura y de cabellos casi blancos, Dayana. Estaba en nuestro grupo, pero las otras dos apenas tuvimos la oportunidad de conocerlas hace solo cinco días atrás.

»La pequeña se llama Violet y la castaña es Collete Svrencill, no habla mucho y en mi opinión, es algo borde. Solo habla con las otras dos chicas, a pesar de que he intentando varias veces llevarnos bien. Vincent es de nuestro grupo, pero nada más verlas, nos dejó un poco de lado.

Asiento ante sus palabras y Ethan entrecierra un poco sus ojos, lo que sea que se le esté pasando por la mente, no tarda en decirlo en alto: —Ese tal Vincent me resulta familiar, pero no puedo recordar en donde lo he visto.

Su comentario parece perderse con rapidez cuando la chica morena, así de la nada, agarra la mano de Ethan y se presenta: —Yo soy Isabelle Harper, me puedes decir Izzy, guapo.

Trato de aguantar la risa cuando veo a Heather fruncir sus labios con fuerza; todos sabemos que ella es bastante celosa y posesiva, y que esa insinuación no ha sido para nada de su gusto. Sin embargo, es el propio Ethan Blake quien se libera del agarre de ella y le sostiene la mirada, con bastante severidad.

—Isabelle esta bien. —Al momento un silencio incómodo se instala en el grupo y la chica morena solo se ríe, asintiendo lentamente. No aparta la mirada del chico del cuatro, y siento que hay un reconocimiento en ambos, porque de pronto Ethan ya no la mira con molestia.

Al momento se levanta y ella hace lo mismo; ante la mirada sorpresiva de todos, se carcajea y ella bordeando la mesa, se esconde en la protección de sus brazos. Todos nos quedamos con la interrogación en mente sin saber qué esta pasando realmente.

—¿Ethan? ¿Quién es ella? —Heather pregunta, aun sentada en la mesa, pero aprieta sus manos, bastante confundida.

Pero prontamente, sus dudas se ven resueltas. Ethan sigue abrazando a la tal Isabelle, mientras responde.

—¿Recuerdas la época en la que nuestros padres no nos dejaban juntarnos y se empeñaban a entrenarnos en privado? —Ante su respuesta afirmativa, sigue hablando—. Pues justo en esa época, mis padres insistieron en que tomará clases con la hija de uno de sus buenos amigos del distrito dos, y ella era esa.

—¿Y cómo no me enteré nunca de esto? —Parece bastante confundida al respecto, supongo que resulta desconcertante conocer otra parte de la vida de tu amigo así de la nada.

—Tus padres no dejaban que vinieras a mi casa y yo me marchaba al distrito de ella, así que probablemente fue por eso. Había tardado en reconocerla, más que nada porque la última vez que la vi antes de retomar nuestro contacto, Heather, tenía el cabello rosado y lentillas azules.

—Mi pasado oscuro, no me lo recuerdes —menciona ella, pasando sus brazos por la cintura del chico y parece bastante alegre de ver una cara conocida del pasado; justo como nos pasó antes a Minho y a mi.

Heather continua dándoles una intensa mirada, y de repente me da la sensación de que se siente como una especie de tercera rueda. 

No obstante, la atención de todos la atrae el chico de cabello corto y castaño, ya que se levanta con un poco de dificultad e ignorando por completo como Minho le mandó que retomará el asiento. Me veo obligado a echarme hacia atrás, en vista de no querer que invadieran tanto mi espacio personal; sobre todo alguien que apenas conozco.

Aunque la cercanía de Minho ayuda bastante a no exaltarme, sigue sin gustarme la forma en la que sus ojos castaños no se apartan de mis labios.

—¿Y tú eres...? —En busca de hacer conversación le pregunto, y finalmente sonríe complacido.

Extiende su mano hacia mi, y más que nada por modales y porque mis amigos me observan, la cruzo con ella. Noto que la mano de Minho ahora se encuentra en mi cintura, y que su agarre se refuerza de a poco. Por lo familiar que resulta, no me es incómodo.

—Yo soy Jace Prior, y déjame decirte que estoy encantado de por fin conocerte. Concuerdo además mucho con Isa, eres muy guapo. —Alzo los ojos al cielo y aunque trato de encontrar alguna respuesta mordaz a lo que menciona, se me adelanta un rápido Thomas, que carraspea para atraer la atención.

—¿Tenéis alguna noticia de lo que pasa afuera? ¿La gente que esta con nosotros ya ha sido trasladada a este refugio? —Por la urgencia con la que habla, no tardo en recordar la conversación que tuvimos sobre su verdadera madre y puedo asegurar, que aun le preocupa su estado, el de Enid, quien le hizo creer desde pequeño que ella era su real progenitora.

Es Rose quien responde a la pregunta.

—No sabemos la ubicación exacta de los demás rebeldes y de los que apoyan esta causa. Sin embargo, Thomas, este no es el refugio real, solo es para nosotros los tributos que hasta momentos antes estábamos en el poder del Capitolio —explica con paciencia y a Teresa le brillan los ojos, nunca sabré con certeza que se le pasa por la cabeza.

—Mantenemos la esperanza de encontrarnos con nuestras familias pronto, eso es lo que podemos hacer ahora —añade Isabelle, todavía en los brazos de Ethan.

Ignorando a Jace que todavía permanece enfrente de mi, doy una vista a mi alrededor, dándome cuenta de los muchos tributos que nos rodean. Parece que la duda se expresa en mi rostro porque Minho me la aclara con rapidez.

—Son los otros grupos, los que el Capitolio escogió para hacer de estos juegos algo más interesante y atractivo. Nosotros —y soltando mi cintura, señala a su grupo, exceptuando a la rubia de rostro maduro y la de cabellos castaños— somos el grupo B, los demás pertenecen al grupo C.

Al momento Thomas da un pequeño respingo y recuerdo que el tatuaje que tiene en la parte de atrás de su espalda, menciona claramente que debe ser asesinado por dicho grupo. Un escalofrío me recorre de pies a cabeza, pero ignoro esta situación porque Minho pertenece a este grupo y jamás sería capaz de hacerle daño a alguien que ya considero parte de mi familia.

—No te olvides de Winston, Minho. Fue el único que sobrevivió de los demás presentes antes de ser rescatados por esta milicia —dice Isabelle, señalando a un chico en otra mesa, que se junta con otro chico de piel pálida y que cubre su cabeza con una capucha.

No se me pasa por desapercibida la extraña mirada que nos dirige y que, siguiéndola, me lleva hasta Thomas que mantiene en su rostro, una mirada cohibida y algo temerosa.

Aquello me confunde, y aunque me interesa, lo dejo para después.

—Pero no os quedéis de pie, vamos, siéntate conmigo, Newt. —Tomándose confianzas que aun me resultan desconcertantes, Jace tira de mi mano y hace que tome asiento a su lado. Minho nos sigue y entonces estamos situados en una especie de cuadrado en el que podemos comunicarnos de una mejor forma.

—Oye, Madi, y este colgante tuyo que llevo viendo hace rato... ¿De dónde lo has sacado? —La voz de Brenda se hace dominante en el lugar.

La niña me dedica una tímida mirada y entonces, algo sonrojada y sosteniendo la mano de mi amiga del doce, responde que una chica bastante amable se la dio hace dos días atrás.

—Y desde allí no la he vuelto a ver. Solo sé que me gustaba su cabello corto —suelta con tono alegre y por alguna razón, siento que hay algo más que ni ella ni yo, podemos saber todavía.

Sin embargo, observar aquella insignia colgando de su pecho me recuerda al mío y es la primera vez que me pregunto de donde se encuentra el mío; aquel al que le tome tanto cariño por ser regalo de Bellamy y el que, por supuesto, se convirtió en señal de levantamiento.

Antes de poder decir algo más, Minho se acerca a mis amigos y su rostro se vuelve serio y de alguna forma, aliviado. Me sorprende lo que dice y me digo, que no me merezco a gente así.

—Quiero agradeceros a todos por cuidar de él, por no abandonarle y traerlo de nuevo conmigo. No sé que hubiera sido de mi vida si no lo hubiera vuelto a ver. —Nuestras miradas se cruzan y mientras mi corazón se agita, decido retomar la palabra.

—Yo también quiero dar las gracias a su equipo por estar a su lado y no dejar que se perdiera en estos juegos que parecían no tener final. —Todos sonríen a nuestras palabras, y por un momento pienso en que podremos ser un buen equipo con paciencia y entendimiento mutuo.

—A pesar de que no pretendo interrumpir este tierno momento de grupo, ¿puedo preguntaros algo?

Devuelvo la vista hacia Teresa, quien toma la palabra ahora, me propongo a rebuscarlo en la mochila más tarde; también esperando que mi daga, permanezca en su sitio y que nadie se atreva a sacarla.

Doy una rápida mirada a Minho, incapaz de explicar el agradecimiento que le tengo ya que aquello supuso una gran ventaja para mi en los juegos.

—¿Cuánto tiempo lleváis aquí? —pregunta, acomodándose un cabello tras la oreja derecha. Sus ojos toman un intenso brillo azulado.

—Tomando lo mencionado de Madi, menos de una semana. El que más lleva en este lugar son los del grupo C y, por supuesto, el chico del que se ha hecho amigo Winston.

Todo mi equipo devuelve la mirada hacia atrás, otra vez centrándose en el chico pálido; pero este ya no nos mira. Motivo por el que lo dejamos en paz y aunque queremos hacernos más preguntas y responder todas las dudas que nos embargan, pronto la voz de la jefa de este lugar, Jane, interrumpe todas las conversaciones, obligándonos a escuchar.

—Buenas noches, caballeros, señoritas. —Casi sin darme cuenta, por lo extraña que es la situación, quiero compartir una mirada con Thomas, pero el rostro de Minho aparece en mi visión interponiéndose con el del chico del tres, y solo puedo ver esos ojos castaños oscuros tan familiares.

Trato de ignorar la imperceptible incomodidad que nace en mi pecho y aseguro que tiene que ser culpa de nuestra compañía durante tanto tiempo; sin pensar más sobre ello, regreso la vista hacia Jane, que muestra una amable sonrisa a todos.

—Ya sabéis como va esto —dice, con una carpeta en la mano—. Si ois vuestro nombre, os levantáis de manera ordenada, os ponéis al lado de mis compañeros que os acompañarán hasta el ala este, donde comenzarán vuestras nuevas vidas. —Nada más soltarlo, todos comienzan a hablar emocionados, sobre todo los del grupo C.

Aunque me fijo en el de la capucha y a Winston, y me extraña no ver los mismos tipos de expresión en ellos, como los demás. Incluso los del grupo de Minho parecen bastante felices.

—Peter. Mikel. Nely. —Algunos se ríen al ver a un chico de cabellos rizados levantarse torpemente, pero Jane manda callar y prosigue—. Kaori. Alicia y... Tyler.

El último en levantarse es un chico de piel morenaza y bastante acuerpado que alcanza a los demás, mientras los que nos quedamos sentados, parecen bastante aburridos al no haber sido llamados. Jane aplaude varias veces para acallar las voces y llamar al silencio.

Solo entonces, vuelve a hablar.

—La guerra esta al caer, no tenemos idea de cuantos ayudantes del Capitolio pueden tener ojo a visor en las proximidades de este establecimiento y en los traslados no podemos tomarnos el lujo de ser descubiertos. Ante todo, hay que mantener discreción y recordad, que por un poco que se retrase, no quiere decir que no llegue vuestro día.

—¿A dónde van? —pregunta Brenda a Minho y los demás, aprovechando que entre el barullo también comienzan a servir comida.

Justo cuando me sirven un plato de lo que parece ser pasta con patatas y mayonesa (en donde también descubro que tengo mucha hambre), Jace responde.

—Muy lejos de aquí, según Jane, al verdadero refugio de los rebeldes. Como ya se os ha mencionado antes, este sitio es solo pasajero y mientras menos permanezcamos en este sitio, mucho mejor. —Brenda asiente ante sus palabras, quizás pasándole por la cabeza el estado de su padre y comparte mirada con Jace, quien solo le da una pequeña vista, antes de comenzar a comer.

Yo trato de asimilar toda esta información nueva, entre que Minho me da varias patatas de las suyas, alegando que no le gustan; yo alzo los ojos, recordando las muchas veces que babeaba en el Capitolio por las que vendía el mercado negro y dirigido por Sae.

Lo dejo estar, solo pensando en que lo hace porque ya lleva varios días aquí y solo quiere mimarme un poco.

—¿Y porqué solo han llamado a los del grupo C? ¿Qué pasa con el B? —Una voz joven e impaciente se alza sobre la sala, deteniendo el camino de Jane y los chicos que la siguen por detrás.

Alzo la mirada al momento, tratando de ignorar como Jace se coge una de mis patatas, y veo a la chica albina y de rostro más maduro, aquella de nombre Dayana, levantada y hablándole directamente a la jefa del lugar. Los pocos que quedamos nos miramos confusos, y al revisar por la sala, me doy cuenta de que ya no hay un gran número de jóvenes como antes. Y como dice la chica, no han llamado a nadie todavía del B.

Pero pronto Jane aclara las dudas; no borra en ningún momento la sonrisa de su rostro.

—No se ha llamado a nadie todavía del grupo B, porque estamos despachando por horas de llegada. Vuestro turno será cuando el grupo C haya sido llamado al completo, al igual que después ocurrirá con los del A. Todo por vuestra seguridad.

Ella asiente tras aguantarle la mirada unos segundos, y vuelve a tomar asiento con los otros tres, manteniendo inmóvil su mirada sobre la comida; parece pensativa, y por un momento, me asusto cuando mis ojos se cruzan con la suya. Me impactan sus ojos de tonos morados de inmediato y me pregunto de donde puede haber salido esa chica que me resulta tan peculiar.

—Todo esto ha sido una locura, Newt. Y aun no me creo que estemos juntos de nuevo —dice Minho, y me fijo en la forma en la que sus labios tiemblan imperceptiblemente.

No puedo evitarlo cuando mi mano se apoya en su muslo derecho para regalar varias caricias sobre ella. Este mantiene su mirada en mis movimientos y antes de decir cualquier otra cosa, Jane nos interrumpe la comida alcanzando nuestra mesa y dirigiéndose, curiosamente, a mi específicamente.

Al momento me separo de Newt y dejo los cubiertos sobre la mesa, prestando todo el cuidado posible a sus palabras. No puedo faltarle el respeto a la persona que nos ha salvado la vida y que, posiblemente en pocas semanas, me permita volver con el resto de mi familia.

—Newt, querido, necesito que tus amigos y tu me acompañéis a la sala médica. Habéis estado mucho más tiempo que cualquier otro tributo en los juegos y no es de extrañar que tengáis algunas heridas que merezcan de su atención. Acompañad a mi compañera, Ana, quien se ocupará de vosotros.

Aparece de la nada una mujer adulta, de rostro amable aunque algo cansado, y de un curioso cabello azul que de nuevo me trae memorias de Bellamy. Sus ojos son verdes, bastante profundos y llamativos.

—Venid por aquí, por favor. —Su voz es igual de dulce.

Sin más, doy una mirada a mi equipo y me voy levantando de la mesa, con parsimonia. Jace sigue dedicándome esa vista intensa y prometo hablar más seriamente con este chico después. Cuando ya me he incorporado al completo, solo en ese momento, el resto de mi equipo se levanta al unísono. Minho silba sorprendido y me dedica una mirada atrevida, siento que me ruborizo hasta las orejas.

Aunque carraspeando, indico a mis amigos que muevan sus larchos traseros.

Aun así, antes de emprender la caminata junto a la doctora Ana, dándome la vuelta, me fijo en como Minho habla haciendo movimientos exagerados con la mano con la jefa del refugio. Aquello me da curiosidad y si se me da la oportunidad, prometo hablar con él de eso, y de muchas más cosas más tarde.




Después de varias —demasiadas— revisiones, extracciones de sangre y exámenes de la vista, finalmente nos dejaron marchar a nuestras habitaciones a descansar. Ya había caído la noche, según Jane, quien además nos acompañó solamente hasta la entrada de una enorme sala, y en las que en sus paredes habían señalizaciones rojas con las letras " S.A ", y que según la jefa significaba " Sala de los tributos A ", no era difícil suponer que los del B, estarían en la sala B, y lo mismo ocurría con los del C.

Después ella se marchó y nos dejó escoger entre dos habitaciones con largas camillas, ya que según ella, las demás estaban ocupadas. A nosotros nos pareció bien con tal de que pudiéramos dormir en condiciones al menor por un día.

—¿Y si nos separamos chicos y chicas? Creo que es lo mejor —dice una Brenda, que parece muy entusiasma con la idea de disponer finalmente de algún tipo de privacidad.

Resulta que ahora solo estoy en compañía de mi equipo de los juegos, con los que tantas cosas he pasado durante bastante tiempo. Al verlos, un extraño pero cálido sentimiento me nace en la boca del estómago y sé con seguridad que es porque ya los considero como mi segunda familia.

Sin embargo, faltan dos de ellos: Teresa y Galliard. Ambos han sido retenidos por los médicos del lugar, con el motivo de que deben realizarse más pruebas con ellos. Según esto, no iban a durar más de dos días y que no había motivo real para preocuparnos.

Thomas puso problema desde un principio, pero Heather le aseguró que todo acabaría rápido y tras decirle yo mismo que le hiciera caso, dejó de insistir. Aun así, entiendo su lugar porque ante todo, ella es su primera familia y nada puede compararse a eso.

Pero sigo sin entender porque me mira de esa forma, como ahora mismo, como si quisiese decirme mil cosas al mismo tiempo y a la vez no.

—Aunque me duela separarme de Heather, creo que un poco de tiempo de chicos vendrá bien —menciona el propio Ethan y recibe un golpe de la chica del cuatro, quien ríe pareciendo molesta.

Mis ojos se entrecierran ante la escena, y no puedo evitar reírme en bajo; a leguas se nota lo coladitos que estan por el otro, y aunque ya esta confirmado, ninguno de los dos ha vuelto a mencionar nada sobre el tema. Espero que este tiempo de descanso les permita centrarse en ellos mismos y cumplir con esa cita que se juraron realizar al término de los juegos.

—Entonces chicas, ¿habitación de la derecha o de la izquierda? —Ellas piden la de la izquierda y después de unos abrazos rápidos, entran en la misma y la puerta se cierra herméticamente tras ellas.

Siento que algo me falta al momento y comprendo la razón al momento; llevo tantos días durmiendo con estos tributos, confiando en su seguridad y la mía propia, no temiendo que me ataquen de noche y ahora... Ver como esas dos chicas, y los otros dos no estan conmigo, me hace pensar en como he podido sobrevivir todo este tiempo solamente en compañía de Minho.

Ethan me agarra de un brazo y me insta a entrar en la habitación; Thomas nos sigue por detrás, un poco más rezagado y callado. Me preocupa, me doy cuenta cuando veo que en ningún momento su mirada se alza para encontrarse con la mía como tantas noches.

Al entrar en nuestra habitación, Ethan corre a cogerse una litera superior y me río, porque parece un niño pequeño. Pero entonces, me sorprende lo que dice:

—Cogeos vosotros dos otra litera, porque aquí abajo duerme Gally.

Hasta Thomas parece sorprendido de su actitud, y ambos, cruzándonos de brazos, no tardamos en preguntar a que se debe ese repentino cambio.

Pero Ethan se hunde de hombros mientras se echa el cabello un poco hacia atrás. Uno de sus tatuajes del cuello se mueve con la línea de su garganta y me pregunto si le dolió al hacérselo.

—¿Qué? Me parece que hay que darle una oportunidad, y estos últimos días no ha resultado tan desagradable tenerlo con nosotros. ¿O me equivoco?

Solo recuerdo el puñetazo que le di al creer que Thomas y Brenda se habían muerto, y... Siento que la vergüenza se aglomera en mis mejillas. Pero entonces, mis labios se mueven solos y sé que saber su opinión ante toda esta situación, me ayudará a estar mucho más tranquilo.

—¿Qué tal... todo esto? ¿Aun parece mentira, no? —Ethan se cruza de brazos y los coloca detrás de su cabeza, para dejarse caer sobre la litera. Perdemos de vista su rostro y comparto una mirada con Thomas, sin saber quien va a responder primero.

Pero cuando los labios carnosos del chico del tres apenas se abren, la voz cansada del chico Blake se escucha.

—Creo que... tenemos mucha suerte, chicos, si.

Aquello resulta de lo más irónico, teniendo en cuenta el lema del Capitolio y no tardamos en reír los tres juntos. Me agarro el vientre bajo, sintiendo un fuerte cosquilleo en este y me pregunto cuando fue la ultima vez que me reí de esta forma.

Thomas se sostiene de mi hombro y cuando ya parece suficiente, nos ocupamos de buscar una litera para los dos. Elijo la que esta más cerca de la puerta, y ambos nos quedamos observando ambas camas.

—¿Q-quieres la de arriba o la de abajo? —Ese tartamudeo en la voz de Thomas me llama la atención y mirándole de soslayo, veo que trata por todos los medios de no conectar nuestros ojos.

Aquello me vuelve a confundir de sobremanera y agarrando uno de sus brazos, lo obligo a sentarse en la cama conmigo. Este ahora sí cruza mirada conmigo y cuando escucho los suaves ronquidos de Ethan, sé que es nuestra oportunidad para hablar después de varias noches de separación y lejanía. Siento que es el mejor momento que tenemos para hablar de toda la aparente mierda que tenemos encima.

Sin embargo, mis ojos solos se desvían un momento hacia la parte baja y metálica de la litera y veo que nuestras mochilas (al igual que la de Ethan que esta reposada en uno de los postes del lado de su litera) están allí puestas. Aquello me desconcierta, porque Jane y sus ayudantes no podrían saber en donde íbamos a dejar nuestras mochilas en ningún momento.

Pero Thomas interrumpe mis pensamientos, al soltar un suspiro grave y todo lo que por mi mente se cruzaba, terminó de esfumarse al ver como acarició su cabello de forma inquieta.

Ahora desvanezco todas mis preocupaciones dejándolas para después, y uniendo nuestras manos, trato de hacer que se calme. En este aspecto, tan vulnerable y nervioso, no puedo evitar compararle con Minho; él nunca me deja ver esta faceta suya, a diferencia claramente del chico del distrito tres.

—Tommy. —Cuando su apodo sale de mis labios, se siente casi una caricia y descubro que llevo bastante sin pronunciarlo cara a cara, me lo demuestra la forma en la que sus ojos brillan y se alivian al mismo tiempo—. Lo que sea que haya pasado entre nosotros, quiero que lo dejemos atrás.

Al momento frunce su ceño y parece no entender lo que digo, no tardo en seguir hablando antes de malas comprensiones o confusiones.

—Es decir, ¿la pelea sobre Gally? ¿La pregunta que te hice? —La comprensión cruza por su rostro y continuo—. Lamento todo eso... No quiero que tengamos problemas, no quiero que al hablar entre nosotros haya un muro insalvable que solo crezca y crezca con más fuerza sin detenerse. Tú... te has convertido en una persona muy especial para mi, Tommy, y no soporto la idea de que estemos incomodos todo el rato el uno con el otro.

—Pero hace un momento... —Y se refiere al momento en el que nos hemos carcajeado abiertamente ante lo de Ethan.

—Sí, hace un momento hemos estado unidos como antes. ¿Puedes decirme cuándo fue la última vez que estuvimos así? —Soltando nuestras manos repentinamente, coloca una de sus manos bajo su barbilla, realmente parece que piensa.

Sin embargo, niega rápidamente ante no llegar a nada realmente. Decido proseguir entonces, mientras acomodo de una mejor forma mis piernas sobre el filo de la cama.

—A partir de ahora, quiero que nos llevemos bien porque deseo de verdad que conozcas a Minho. Siento que os haréis buenos amigos, ¿no te parece la idea? —Entonces veo que su mirada decae y ante su repentino silencio, no sé que pensar.

Observo su rostro colorido, sus imperceptibles pecas y bastante adorables, su cabello castaño ahora un poco más largo y bastante más sedoso tras la ducha de antes. Mis ojos se deleitan ante su nariz de muñeco y esos ojos marrones claros, tan diferentes a los de mi mejor amigo, porque estan llenos de algo que nunca había visto antes: de magia. Hay algo en Thomas que siempre me ha parecido llamativo y que en primer lugar, me atrajo desde las presentaciones de los juegos.

De solo recordar la vez que lo vi con aquel sombrero estúpido de la gala, de la vez en la que me dio ese estúpido mensaje del falso Minho, o de la vez que cuidó de mi en los juegos durante mi inconsciencia, da mucho que pensar. Nuestra relación en un principio fue de rivales. Cambio a supervivientes para ser de compañeros, de aliados y amigos.

Llega con fuerza el día en el que casi lo pierdo, cuando le alcanzó ese rayo y de solo revivirlo en mi mente, mi cuerpo se estremece con violencia. El recuerdo de su corazón deteniéndose, creo que es algo que me gustaría olvidar.

Sin embargo, me repito mentalmente que ahora esta conmigo, vivo, y que un futuro blanco e incierto se abre ante nosotros. Analizo la forma en la que cruza sus dedos, los revuelve y muestra una clara inquietud, y aquello solo me hace pensar en que no debo presionarle.

—Tommy, déjalo. Ahora mismo es tarde y solo importa descansar, ¿vale? —Asiente con suavidad, hundiéndose de hombros y esa es la señal que necesito para incorporarme de la cama.

Este me mira y apoyando mi mano en mi cadera, le digo que me quedo con la de arriba.

Compartimos una sencilla sonrisa en la que parece que miles de cosas se quieren aventurar a ellas, pero aparto la mirada y cuando me propongo a subir las escaleras, su voz me detiene nuevamente.

Por supuesto, de todo lo que podía decir, nunca pensé que fuese algo así. Ni se me cruzaba por la cabeza.

—¿Qué ocurrió el día en que nos trajeron aquí? ¿Haymitch tuvo que ver con algo de esto?

La sola mención de mi mentor fue un golpe duro, tuve que sostenerme de las barras, tratando de no dejarme caer. Miro a Thomas, que me observa impaciente y dudoso, y realmente no sé que decirle.

Haymitch me salvó la vida, me dio consejos para sobrevivir en los juegos y aunque varias veces discutimos, hasta el punto de confundirme con su hermano pequeño, Daryl, siempre he sabido que mi vida podía confiarla plenamente en su sabio proceder. Sin embargo, de solo recordar la última mirada regalada antes de perder la inconsciencia previamente a aparecer en los juegos... Quizás la he apartado mil veces de la cabeza, porque no quería atreverme a pensar en ello.

Y me niego a hacerlo todavía.

—No... No lo sé, Tommy. No deberías pensar en eso, somos libres ahora. —Vuelvo a ver esa mirada perdida y sigo sin entender porque no parece del todo conforme con toda esta historia.

Permanecemos un rato en silencio, el mirándome fijamente y yo sin moverme de las escaleras. Entonces, de nuevo sus palabras me revuelven las tripas.

—Newt... Nuestras vidas nunca han sido nuestras y lo sabes. —Pasa su lengua sobre sus belfos inferiores, como agarrando confianza y mis manos se estrujan con más fuerza en los escalones—. Nuestras vidas... siempre han pertenecido a Snow y Ava, al igual que nuestras muertes.

—Tommy, ¿de qué hablas...? —Pero no me deja terminar, aparentemente bastante absorto en esas palabras tan certeras y dolientes.

—No hay ninguna vida real esperándonos fuera de esto, no en una guerra. Y eso es porque no tenemos ninguna otra opción más que luchar y seguir siendo lo que somos: tributos y peones sin voluntad propia. —Hace una pequeña pausa en la que parece que en cualquier momento se va a romper en pedazos—.  Y no quiero que esto siga siendo así, no quiero que esto m-me cambie... —Su voz comienza a flaquear y regreso sobre mis pasos, separándome de la barandilla y volviendo a regresar enfrente suya.

La cama se hunde ante mi peso, pero no me detiene a entrelazar nuestros dedos con fuerza. Le obligo a mirarme y me desconcierta la manera en la que sus pupilas se estremecen vigorosamente.

—Tommy, ¿cómo te van a cambiar? —Y aunque ya sé la respuesta, oírla sigue siendo igual de desagradable.

—No lo sé, quizás convirtiéndome en algo que no soy. Lo único de lo que estoy seguro es que no quiero que mi vida termine de esta forma, quiero demostrarles a todos que no les pertenezco y gran parte de ese camino es gracias a ti, Newt. Tú me has hecho luchar por mi mismo y mis verdaderas creencias. Tú me has dado una salida, un escape a este juego. Tú me has salvado, foder, y si te pierdo... Lo perderé todo, maldita sea. Lo único que me queda.

Lo último es casi un susurro y con las palabras atragantadas, observo como deja caer su cabeza sobre mi vientre, apoyándose en esta y mantenemos un largo silencio, asimilando todo lo mencionado. Mi cabeza da un par de vueltas y dando una vista por la habitación, descubro lo similar, ambiguo y simétrico que es. ¿Acaso no podía haber algo imperfecto? ¿Por qué daba la sensación de que todo estaba impecablemente en su lugar?

Aprieto la camisa de Thomas de la que se apoderan mis dedos, la fibra suave y resbaladiza, y tragando grueso, me guardo sus lágrimas en mi interior, su miedo e inquietud.

Entonces y solo entonces, mis manos acarician su cabellera castaña y entiendo finalmente que la situación le ha superado por completo. Ahora no eran momentos de paz los que acontecían, si no de guerra. Y eso... eso daba mucho más miedo que cualquier otro juego creado por el maldito Capitolio. 

¿Cuántos inocentes caerían en esta bélica batalla? ¿Cuántos no volverían a casa? ¿Cuántos se perderían por una revolución de la que todavía no se sabía su final?, esas preguntas rondaron mi cabeza hasta bien entrada la madrugada y en la que permanecí en la cama de Thomas, atrapándolo en mi brazos y tratando de alejarlo de todo el mal.

Su respiración es acompasada, tranquila y solo su expresión dormida expresa calma. Solo en estos momentos puede descansar realmente. La analizo con detenimiento, sobre todo la forma en la que sus manos atrapan mi camisa y se niegan a soltarme, y pienso en que a lo mejor, en otro momento, en otras circunstancias... a lo mejor, en otra vida, esta podría convertirse en una situación completamente diferente.

Pero ahora mismo, esta es la única realidad que tenemos. Y en esta realidad, había que luchar por un final incierto y por ahora muy lejano. Miro de nuevo su rostro apacible y aun lamentando no haber visto de nuevo a Minho, solo puedo tener en claro que por muy difíciles que se pongan las cosas, si se me permite seguir cuidando de estas personas que quiero, puedo seguir aparentando a todo el mundo que soy fuerte, que soy invencible y que haré hasta lo que sea imposible por terminar con este ciclo de muertes, eterno y doloroso.

«Son las cosas que más amamos, las que nos destruyen.», esa frase ronda por mi cabeza y me aterroriza pensar en que por primera vez, estoy de acuerdo con el típico refrán que suelta Snow en los finales de los juegos de cada año. Pero llego a la conclusión de que si es cierto y de que todo esto me destruye, al menos, sé que habré significado algo para el mundo entero.

N/A → bueno, muchas gracias por la paciencia y sé que este capitulo les habrá gustado mucho; después de todo, han sido seis mil palabras. me he propuesto a acabar el libro antes de que termine el año y espero conseguirlo. aqui vemos muchas dudas, muchas preguntas sin resolver, sentimientos entrecruzados y escondidos y mucho más. espero que les guste como a mi me encandiló escribirlo, actualizaciones seguidas se vienen.

;; pero antes de que se marchen, me gustaría que se pasasen por mis otras dos historias newtmas (ya en mi perfil). una de ellas se llama " crimson peak " y la otra " divergent in the maze ", si, en esta he juntando los mundos de el corredor del laberinto y divergente. amamos. también, si son tan amables, pasen por la historia de mi spacewalker ( ellasttyless ) y lean su ff de newtmas llamada " For blue skies ", se merece más apoyo.

;; sin nada más que decir, solo me gustaría saber en que más mundos les gustaría ver a estos dos bebes y en si les gusta el progreso de la historia (que aunque lento, es seguro). los amo y nos vemos pronto.

Se despide xElsyLight.

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