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「 ᴇsᴘᴇᴄᴛᴀ́ᴄᴜʟᴏ ᴅᴇ ʟᴜᴊᴏ 」



—¿Por qué tenemos tan mala suerte? —Observo la molestia naciente en el rostro de Brenda y yo agito la linterna intentando averiguar cual podría ser nuestra salida; resultaba difícil de descifrar con los cuatro caminos que se nos mostraban.

Intento alumbrarlos lo mejor posible, pero todo lo que puedo ver son lugares tenebrosos, donde reinan el frío y la humedad. Y tras iluminar estos durante unos segundos, casi prefiero la oscuridad total a contemplar lo de su alrededor. Las paredes de los cuatro túneles y sus pisos son de concreto pintado de color gris pálido, y de sus muros gotean hilos de agua.

Dudo por un momento mientras alumbro el rostro de Brenda, y balanceo una de mis piernas, nervioso. No puede volver a mi mente la idea de no volver a ver a los demás.

—Estos túneles a la larga terminan uniéndose, ¿no es cierto? —Ella me dedica una clarísima dudosa mirada, pero asiente.

—Exacto. De cualquier modo, yo sé que Gally los llevará hacia la Cornucopia —asegura y no puedo evitar preguntar cómo sabe aquello.

Entonces, me dice que hace dos días, en la noche habló con él. Quería comprobar que tanto había cambiado y que, aunque no pudo averiguar mucho más allá del plan, eso fue suficiente para darse cuenta de que no buscaba el mal a su grupo.

—Me contó que tras pasar unas pocas edificaciones más, regresaríamos al camino del desierto y en el que tras solo perder medio día, alcanzaríamos unas montañas bajas en donde encontraríamos la Cornucopia. Sinceramente, —añade, lamiendo sus labios inferiores— admitió que no esperaba perderse. No fue culpa suya, dicen que los del capitolio han intervenido para confundirle y que no sea tan fácil.

Volteo los ojos ante lo último, no creyendo ni una palabra de lo dicho por ese larcho. Sacudiendo la cabeza, pienso en que solo quiero reencontrarme con el resto del grupo y le comento a Brenda que lo mejor será separarse y tratar de encontrar una salida.

—Me pido el segundo de la izquierda.

Brenda lo mira, alzando una de sus cejas, inquisitiva.

—¿Crees que esto es una especie de competición? —Ella se ríe y después se mete en el cuarto túnel y del final.

Me hundo de hombros mientras me adentro en mi túnel escogido y alumbrando el interior con la linterna, veo varios trozos gigantescos de piedra, pedazos de metal retorcido y cañerías destrozadas en los bordes del camino. Sin embargo, pronto descubro luz al final del camino y una pequeña corriente de aire, por alguna razón, siento que esa es nuestra salida.

—Creo que podría ser por aquí, Brenda —grito con fuerza, queriendo que me oiga.

No obstante, al no obtener respuesta se da la vuelta y se devuelve en su busca. 

—¿Brenda? —la llama de nuevo, y pronto la ve saliendo del cuarto túnel señalando su interior.

—Mira esto, Thomas. —Pronto se encuentra con ella y ella señala las paredes con su linterna.

Ambos observan una especie de lianas putrefactas unidas a estas y mientras continúan caminando siguiendo el camino que crean, encuentran al final de este un montón de enredaderas que forman una especie de laberinto. El olor es fuerte y semejante al petróleo, me nace el deseo de taparme con la nariz pero la imagen es tan sorprendente que no puedo apartar la mirada.

—¿Qué coño es esto? —Brenda me dice que no tiene ni idea y entonces, acercándose unos pasos más, ambos ven un montón de cuerpos en estas lianas y la imagen es estremecedora.

Parecen muertos, cadáveres de hace años y por alguna razón, doy un paso hacia atrás temiendo que sea producto del capitolio. Estoy por decirle a Brenda que nos devolvamos, pero entonces ambos escuchamos un ruido en un lateral y alumbramos en esa dirección.

Es una especie de otro túnel, mucho más pequeño y del que probablemente saldría agua en tiempos anteriores. Seguimos observando el interior pensando lo peor, hasta que de pronto sale una rata. La vemos caer y darse un golpe contra el suelo, ambos nos apartamos de golpe y cuando se acerca a Brenda, ella le da una patada.

La rata sale volando hacia adelante y ambos ven como se aleja tambaleante.

—Odio las ratas, que asco. Brenda, ¿y si vienes conmigo a ver el túnel que he visto? ¿Volvemos?

—Por supuesto, sería estúpido quedarse aquí. Vayamos... —Pero la interrumpe cuando le dedican una vista a la rata y de pronto una mano sale de unas enredaderas y la atrapa consigo.

Brenda comienza a levantar la linterna, asustada, y al alzarla sus ojos se llenan de terror. 

Yo temo encontrarme con lo que la haya puesto de esa manera y al girar la cabeza para contemplar lo que ha atrapado a la rata, mi boca se seca de golpe y el corazón me sube hasta la garganta.

Delante de nosotros, justo donde terminaba el haz de luz de la linterna, hay un hombre. Es como una aparición, hay algo sobrenatural en él. Se inclina hacia la derecha y su pierna izquierda se sacude levemente, como si tuviera un tic nervioso. El brazo izquierdo también se retuerce, mientras la mano se abre y se cierra. Todo su cuerpo esta envuelto en las mismas enredaderas y se come a la rata con gusto.

Su cabeza es deforme, tiene ojos oscuros y se mezcla con esas enredaderas putrefactas. Al fijarme en su cabeza parece que le hubieran arrancado el pelo del cuero cabelludo, el cual se ve cubierto de costras sangrientas. El rostro pálido y húmedo esta lleno de llagas y cicatrices. Tampoco tiene nariz y puedo ver las huellas de las fosas nasales en el cráneo, debajo de la piel destrozada.

Y lo peor es su boca: tiene los labios estirados hacia atrás en una mueca salvaje y demente revelaban unos dientes blancos relucientes, apretados entre sí.

Brenda se echa un poco hacia atrás sin dejar de apuntarle con la linterna. Yo no tardo también en apartarme cuando veo que después aparecen otros. Dos. Luego tres. Pierdo la cuenta cuando aparecen más de ocho de esos seres deformes.

Nos seguimos echando hacia atrás, cuando escuchamos una especie de gruñido detrás nuestra. Al darnos la vuelta con rapidez, nos encontramos con otra de esas bestias pero al igual que la mayoría cegada; nos apartamos de su lado pegándonos a una de las paredes más cercanas. Sin embargo, justo cuando pienso en que nos hemos librado esa monstruosidad que tenemos al frente gira su cabeza deforme hacia nosotros y extiende una de sus manos sin dedos hacia Brenda. Me muevo por inercia y golpeo su cabeza con la linterna, cuando se escucha ese golpe sordo sé que estamos jodidos y que tenemos que huir.

—¡Corre, vamos, Thomas! —Me agarra de la mano cuando el resto de esos monstruos comienzan a perseguirnos. Seguro es obra del Capitolio.

Brenda no me suelta en ningún momento y dando media vuelta, echamos a correr. 

Los aullidos psicóticos de nuestros perseguidores se elevan por encima como el grito de batalla de un ejército infernal y yo temo tropezarme y hacernos caer.

Cuando salimos del túnel de Brenda, rápidamente lidero el camino y la llevo hacia el que encontré anteriormente, porque algo me dice que esa es la salida que buscamos. Pasamos de largo los giros bruscos a derecha e izquierda, y entramos en el túnel que creo que nos sacará de este asqueroso lugar. El haz de luz de la linterna de Brenda tiembla de un lado a otro mientras rebota contra las paredes.

—¡No te detengas, Bren! —digo, cuando veo que se queda un poco rezagada y me niego a soltar su mano.

Al menos sé que tenemos una ventaja, y esa es que estan medio destruidos y llenos de heridas. Seguramente no podrían aguantar mucho tiempo con ese aspecto tan deplorable. Sin embargo, la posibilidad de que hubiera más de esos seres al final del camino, tal vez incluso esperándolos más adelante, hace que mi corazón se estremezca.

La mano de Brenda suda frío y sé que ambos estamos de la misma manera. Los seguimos escuchando por detrás y parece que cada vez estan más cerca, incluso cuando es sabido que no pueden correr como personas normales. No estoy seguro de que les pasa por la cabeza a los del Capitolio para crear cosas como estas. Dirigiendo mi vista hacia arriba, descubro una pequeña cámara grabándonos sin descanso; seguro estamos dando un espectáculo de lujo.

—¡No pares, estamos llegando! —grita Brenda, y al devolver la vista hacia adelante, descubro que la luz que me parecía tan lejana se encuentra a tan solo unos metros.

Corremos hasta que la luz nos ilumina y aunque extrañamente no nos queme como los anteriores días, nos vemos obligados a detenernos al ver que se ha acabado el camino. Agarro de la cintura a Brenda cuando por casi se cae hacia el vacío. 

—¿Qué demonios le pasa a esta maldita ciudad? —Brenda da una vista rápida hacia atrás, mientras me dedico a ver que estamos entre dos especies de edificios que han chocado entre sí y que han causado tantos destrozos.

Si no hubiese detenido a Brenda a tiempo, habría tenido un final desagradable.

—¡Por aquí, vamos! —me dice, cuando a esos monstruos no les queda nada para alcanzarnos y la sigo hacia la derecha.

Allí hay varios montículos de escombros y piedras que forman un camino hacia el edificio que tenemos enfrente. Brenda corre entre ellos y dirigiéndose hacia arriba, trata de no tropezar con los trozos de metales o piedra resbaladizos. Yo devuelvo la vista hacia atrás mientras escalo tras ella, y veo que varios de esos seres han caído por el vacío que evitamos nosotros. Lastimosamente, otros no y no tardan en perseguirnos a través de los destrozos.

No tardamos en integrarnos dentro del edificio torcido y al que poco le falta por caer; nos detenemos por unos segundos en los que no sabemos a donde ir, y observamos que hacia arriba hay una especie de ventanales que dejan una buena vista del exterior. No lo pensamos dos veces para subir hasta arriba. Ellos nos persiguen todavía y aunque tropiezan, no se detienen, eso me hace preguntarme si lo que los mantiene en vilo de la persecución es el ansia de comer algo. Eso me causa un estremecimiento que me recorre por todo el cuerpo.

Pero de pronto la voz de Brenda, que me grita desde arriba, me distrae de seguir mirando.

—¡Aparta! —Y con eso me echo hacia un lado cuando ella deja caer alguno de esos objetos que nos rodean.

Es una especie de caja metálica que le da a tres de ellos, y con suerte caen hacia abajo. No creo que los volvamos a ver; ahora solo quedan dos, que parecen reacios a desistir.

Sus estridentes gritos nos obligan a continuar nuestro camino hacia arriba; atravesamos después un hueco de hormigón el cual cuando lo dejó atrás, se cae un poco y casi me aplasta las piernas, pero no llega a tocar el suelo.

—¡¿Estás bien?! —me pregunta la chica de cabellos medio largos y solo tiendo a asentir para ver que nos encontramos con un camino de escaleras que nos lleva más arriba.

—¡Vamos, sígueme, Thomas! —Pronto esas cosas comienzan a atravesar el hueco de antes y me lanzo contra las escaleras en busca de dejarlas atrás.

—¡Voy detrás de ti, Brenda! —le digo, cuando al agarrarme de uno de los barrotes de la escalera me hago daño en la mano derecha con alguna especie de clavo salido o mal ajustado.

Solo tiendo a quejarme en bajo porque no puedo detenerme. Siento algo húmedo recorrerme los dedos y aunque quiero darle una mirada a mi mano, no soy capaz con esos seres deformes siguiéndonos el paso. Mientras corremos las paredes parecen echársenos encima, y ese color amarillento que las decora me hacen marearme.

Resulta también muy difícil proseguir nuestro camino cuando hay varias escaleras faltantes y nos toca básicamente pegar saltos enormes. La mano me duele horrores, pero mis piernas no dejan de moverse. En un salto me pego hacia una de las barandillas golpeando mi torso, y me fijo en que uno de los monstruos que nos seguían esta subiendo con rapidez, sosteniéndose de las barras de metal.

Me quedo congelado cuando una pequeña distancia nos separa y entonces, cuando salta en mi dirección, Brenda le da una patada en la cara causando tres cosas al mismo tiempo: que se desestabilicé de su agarre, que yo me caiga hacia atrás y que ese ser deforme caiga por el hueco de las escaleras hacia abajo. Otro fuera.

—¡No te detengas! —me repite Brenda, y continua subiendo.

Intento salir de mi estupor y ayuda en parte escuchar el horrible grito del único monstruo que queda con nosotros. Sigo a Brenda a través de los escombros que nos llevan hacia más arriba con la esperanza de que ese ser deforme se tropiece en alguna parte y nos deje en paz; sin embargo, cuando parece que lo estamos dejando atrás, ella se sujeta de una de las barras de las escaleras más altas y cuando esta se rompe, no alcanzo a sujetarla.

—¡Brenda! —Se golpea contra una puerta que hasta ese momento no habíamos visto, y al abrirse cae hasta una vidriera enorme.

No se mueve y el cristal bajo su peso se rompe un poco. No tardo en atravesar la puerta, preguntándole si esta bien. El sudor me baja por la espalda cuando no responde. Veo entonces que el camino para llegar hacia ella esta inclinado, y que me tendré que sujetar de varias cosas para poder llegar hasta ella. 

—Aguanta, por favor. Ya llego —le digo, mientras escurriéndome un poco, comienzo a sostenerme de otros escombros que parecen estáticas.

Ella entonces se mueve, aunque despacio, y comienza a levantarse. Cuando noto como el cristal se rompe a cada movimiento, le digo que deje de hacerlo, pero solo se detiene cuando esta sobre sus dos pies. Parece estable por ahora y trato de darme toda la prisa posible en llegar con ella porque la caída que le espera, es tremenda. Se ve todo a través de los cristales y de solo pensar que esta a nada de caer a ese vacío de escombros y destrozos, me hace temblar.

Todavía siento sangre caer de mi mano cuando me sostengo de un trozo de pared y le extiendo mi mano al encontrar una posición estable.

—Vamos, agárrame la mano. —Ella trata de dar varios pasos, que por supuesto hacen que el vidrio se resquebraje todavía más.

Aun así, extiende su mano y aunque estamos a punto de rozarnos, aparece ese ser deforme en la puerta. Ambos nos miramos desesperados, y mientras niego en voz alta, trato de alcanzar a la chica. Sin embargo, no llego y esa cosa se lanza sobre Brenda.

Ambos se golpean contra el cristal, luchan y ella consigue darle una patada. No puedo moverme temiendo que en cualquier momento la vidriera se rompa y se lleve a los dos consigo.

Pero su voz logra despertarme.

—¡Thomas, ayúdame, foder!

No tardo en volver a extender mi mano, pidiendo que se acerque. Ella logra esquivar un golpe de ese monstruo y se escurre en mi dirección mientras trato todo lo posible de hacerlo más fácil. Pero hace dos intentos de agarrar mi mano y veo la desesperación clavada en su rostro.

—¡No llego! —me grita cuando esa cosa la atrapa de una de las piernas y la arrastra a su lado.

Ella vuelve a esquivar un puñetazo de su parte, y cuando esa cosa comienza a querer morderla, hace todo lo posible por evitar que dé en su objetivo. Es mi turno de moverme y arrancando una barra de metal de mi lado, desciendo más abajo para llegar hasta Brenda quien le pega otra patada al monstruo y lo aparta.

—¡Thomas, vamos! —No me lo tiene que decir dos veces, para acabar enfrente de ella, colocando mis pies en un lado de la ventana enorme y que parece estable.

Extiendo mi mano, aun sangrante, y ella la sujeta con fuerza. Entonces cuando ese monstruo se lanza contra ella, no atiendo al grito de aparente dolor de Brenda porque me centro en golpear lo que queda de cristal y después eso se revienta por completo. Se lleva consigo al monstruo y por poco a Brenda, si no fuese por nuestra sujeción desesperada.

Ella cuelga de mi brazo y pronto se sostiene con el otro brazo de mi mano. La miro a los ojos, notando claramente un obvio alivio y mis labios se mueven solos.

—Te tengo, Brenda. No te soltaré.

Ella vuelve a mirarme con pequeñas lágrimas en los ojos.

—Thomas, gracias... gracias.



Después de levantarla y regresarla a mi lado, salimos por un lado del edificio en donde nos encontramos una escalera en mejor estado y que nos llevaría hasta el suelo. Parece una mejor opción que seguir escalando en un edificio que esta a punto de caerse a pedazos.

—Vamos, bajemos por aquí, Brenda. —Ella solo asiente en silencio, quizás aun tratando de hacerse a la idea de lo que acaba de pasar.

Pronto bajamos por ellas y nos encontramos finalmente abajo. Estamos rodeados de muchas más edificaciones ruinosas aunque en mucho mejor estado que en la que estábamos antes. Caminamos un poco siendo rociados con una luz brillante y entonces me pregunto porqué no nos calcina como antes. No tardo en levantar una de mis manos hacia el cielo sin nubes, buscando una respuesta.

—¿Por qué crees que ya no nos quema?

—Será cosa del Capitolio, dirán que ya han jugado mucho con eso y probablemente habrán puesto alguna capa por la noche o algo así que nos libre de este calor infernal hasta la Cornucopia, si no, no tengo la menor idea —dice mi amiga y después escucho claramente como se queja.

Me doy la vuelta deprisa fijándome en como se tumba contra el suelo, remueve su mochila y saca de ella una venda algo sucia. Trato de pensar en si se ha hecho daño en algún momento y me viene a la cabeza cuando gritó anteriormente. 

—¿Estás bien? —No puedo evitar preguntar cuando me inclino a su lado y veo como se levanta su vaquero mostrando una herida de mordida en la pierna.

—Maldita sea —se queja del dolor y no tarda en comenzar a vendarla.

Trato de ver si esta herida en alguna otra parte, pero no parece más grave. Termina de vendarla y me mira, dolida.

—¿Crees que tendrá efectos secundarios? —Hundo los hombros, solo diciendo una sola cosa y bastante acertada.

—Nunca se sabe con los de capitolio, pero esperemos que no.

Ella asiente con suavidad, ocultando la herida con su pantalón y me dice que prosigamos. Lo hacemos, dirigiéndonos más adentro de los edificios y buscando encontrarnos pronto con el vasto desierto. El tema del sol ardiente y de porque no nos hace efecto, se queda atrás, importándonos poco la razón de eso.

Por cierto, dando una vista a mi alrededor, me doy cuenta de que la cámara de antes ya no aparece por ningún lado y pienso en si se ha podido perder en algún momento. Tampoco me importa.



Caminamos varios metros en los que mejores edificios y más sólidos se encuentran en nuestra dirección, pero sin ninguna salida aparente que nos lleve hasta el desierto. Trato de mantener la calma repasando en mi mente la seguridad y confianza de Newt, nuestro líder. Nada lo entorpece, nada lo detiene. Tengo que aprender todavía mucho más de él.

De repente pienso en nuestro claro distanciamientos últimamente, y me pongo a pensar en que he hecho para molestarle más que en tener un mal comportamiento con Galliard. Entonces, me pongo a pensar en mi repentino despertar y me viene a la mente el beso vivido con Teresa.

 Sus labios eran suaves y al mismo tiempo, secos. 

Después me veo a mi mismo aquel sueño en el que por un momento creí que se trataba de Newt, y el calor me sube hasta las orejas. De repente me doy cuenta de que en ese momento solo disfruté del beso porque pensaba que era él con quien lo hacía y que al despertar y ver a Teresa conmigo me decepcionó enormemente. Entonces, detengo mis pasos comprendiendo que eso significaba que Newt...

—Thomas, ¿puedo hacerte una pregunta? —Su voz suena tan distante que parece casi irreal, pero al dirigir mi vista hacia ella, me encuentro con una mirada inquisitiva y una clara seriedad en la mirada.

Dejo mi mente en blanco, tratando de sacar todo aquello de mi cabeza y centrarme en ella.

—C-claro, dime. —Ella suspira y dándose la vuelta, para estar enfrente de mi, me hace una pregunta que solo esta relacionada con el tema anterior.

—¿Por qué besaste a Teresa? 

Aquello hace que me abochorne de inmediato y antes de responder, habla de nuevo.

—Me pareció super raro, porque pensé que te gustaba Newt. —Aquello me hace congelarme de inmediato y balbuceo cosas sin sentido, de repente miles de imágenes de ese chico rubio alcancen mi mente y el corazón me sube hasta la garganta.

—¿Qué...? ¿De qué estas hablando? No... No, a mi... —Las palabras se me traban y realmente no sé que decirle.

Entonces ella alza una de sus cejas, y golpeándome el hombro, me dice: —Era una broma, tonto. No me interesa porque razón besaras a Teresa, de verdad.

Pero veo esa minúscula sonrisa en sus labios, y sé que no hablaba en broma.

Entonces se adelanta y mi cabeza esta hecha un lío. Pienso en el beso de Teresa otra vez, intercambio la imagen con Newt y mi corazón late mucho más deprisa. Cuando los colores se me vuelven a subir y siento que la garganta se me seca, apunto de descifrar esa verdad que parece todo el mundo saber menos yo..., Escucho algo detrás de mi.

Por un momento pienso que se trata de otro de esos monstruos, sin embargo, lo que descubro es a una niña pequeña, de coletas, rubia, y de ojos claros cargando una bolsa consigo. Por un momento siento que estoy alucinando, pero ella se ve tan real que me cuesta creerlo.

—O-Oye... —Pero eso parece alertarla y sale corriendo hacia el interior de uno de los edificios más cercanos.

Quiero perseguirla, porque no puedo evitar preguntarme como demonios alguien puede estar por este sitio cuando claramente ya no es habitable, y estamos todos en un juego de vida o muerte. Entonces cuando voy a avisar a Brenda, esta se encuentra más adelante, llamándome.

—¡Thomas, corre, nuestra salida esta aquí! —Doy otra mirada hacia atrás, con la esperanza de quizás volver a verla y sacarla de aquí, de que me demuestre que no se trata de ningún sueño, pero pronto desisto y corro para reunirme con ella.

Entonces, cuando la alcanzo más allá, justo en el cruce de varias tiendas abandonadas, un viento fuerte me eleva las ropas. Por supuesto, eso no evita que vea la gran sonrisa formada en el rostro de Brenda y no entiendo que puede hacerla tan feliz hasta que alzando la mirada, descubro un helicóptero bajando hasta nosotros.

Sostengo el brazo de Brenda queriendo apartarla de allí, porque nada de eso me da buena pinta pero ella parece reacia a marcharse. Se rebate en mi agarre y sujetando mi barbilla, me dice que no me asuste y que mire de nuevo.

—¡Tu hazlo, confía!

Le hago caso y al mirar, me encuentro que por la ventanilla del helicóptero saca la cabeza un sonriente Ethan. Aquello me saca tanto de honda, que trastabillo unos pasos. Ambos observamos como se posa sobre el suelo árido y para nada caliente, y después las hélices dejan de moverse y una de las dos puertas se abre para mostrar a nuestros amigos, en perfecto estado. Brenda se acerca corriendo con los brazos abiertos, sorprendida y sin saber que ocurre.

—¡¿Cómo nos habéis encontrado?! —Ethan es quien responde, mientras se ve a una Heather emocionada por detrás.

—¡La revolución ha llegado, vamos, subid!

No nos queda más que aceptar. Ambos nos miramos y sintiendo un enorme alivio por dentro, aun teniendo miles de respuestas, nos subimos al helicóptero. Heather, Ethan, Teresa y Gally (el más apartado) nos hacen hueco y nos sentamos con ellos. Trato de no borrar mi alegría al ver al chico del uno, y más bien centrarme en el hecho de que nos hemos reunido con los chicos sin siquiera habernos esforzado en buscarlos. 

Tenemos tantas respuestas que solo podemos dedicarnos a abrazarnos entre todos, menos Gally que prefiere estar apartado, y es Teresa quien nos habla. Esta al frente de mi.

—Nuestros chips. Nos colocaron unos al traernos aquí inconscientes y por eso, os hemos encontrado tan deprisa. —Su rostro esta colmado de alivio, en parte supongo que de habernos encontrado a la perfección—. Una revolución ha empezado, y el grupo del capataz Brandon ha conseguido hacerse con parte de las instalaciones de CRUEL, al menos del grupo que controlaba los juegos y con ello, tener en su poder todo aquello con lo que podían rastrearnos y controlarnos.

—¿Pero así de la nada? Parece de película. —Brenda parece igual de escéptica, pero pronto se le desaparecen todas las dudas con la explicación que nos da Ethan.

Dice que a ellos también les resultó difícil creerlo, pero que tras que vinieran a rescatarlos al salir del edificio en el que se separaron, se ganaron su confianza al destruir todas las cámaras que los vigilaban y tras mostrarles grabaciones que mostraban como asesinaban a todos los trabajadores que dirigían los juegos; mismas que ahora Teresa les enseña a Brenda y a el.

Es demasiado real como para no creerlo.

—¿Entonces se acabó todo? ¿Ya no tendremos que luchar más? —De pronto las puertas se cierran y mientras el helicóptero comienzan a cerrarse, un hombre adulto aparece por delante como piloto del aparato.

—Sois los que faltabais, ahora sí podremos poner rumbo al refugio seguro. Estos chicos se negaban a dejaros aquí aunque fuera peligroso volver, sobre todo este de aquí. —Y con sus ojos señala a un lado suyo, y pronto aparece esa cabellera rubia con un casco de copiloto y una enorme sonrisa.

—Vámonos de esta pesadilla, chicos. —Y al observar esa sonrisa abierta de oreja a oreja, ese mirar tan esperanzador, finalmente comprendo a que vienen tantos nervios, tartamudeos y sonrojos.

—Sí, vámonos de este infierno, Newt.

Vuelve a dirigir la mirada al frente y comprendo algo que he intentado negar con toda mi razón de ser por un posible rechazo: que estoy irremediablemente enamorado de este chico.

El helicóptero alza el vuelo y comenzamos a alejarnos del conjunto de edificios ruinosos. No se me vuelve a pasar por la cabeza la niña antes vista, realmente aliviado de que todo aquello se haya terminado.

—¿El Capitolio ha caído? —El hombre de cabellos oscuros se carcajea abiertamente y responde con un tono simplón.

—El Capitolio es muy grande como para ser destruido por completo, realmente es un milagro que hayamos podido tomar el control de los juegos. ¿No os preguntáis como de repente podéis sobrevivir al calor infernal que habéis experimentado estos días? —Aquello responde mi pregunta a porque ya no nos quemábamos.

—Como ahora controlan todas las instalaciones de CRUEL han podido restaurar una capa atmosférica que evite recibir esos rayos solares tan desagradables. El mismo refugio seguro se encuentra en esta zona infernal, porque es la más alejada al poder que aun tiene consigo el Capitolio. Ahora vamos hacia allí —explica Heather, mientras me fijo en la pequeña herida que tiene en la mejilla.

Entonces de repente abro los ojos y me centro en el aspecto de mis amigos; Ethan tiene el brazo vendado, Heather esa herida de antes con Alec en su cabeza, Galliard parece tener un moretón bajo la barbilla y Teresa y Newt parecen ser los únicos con aspectos impunes. Aunque claro, también hay que contar con que estan hechos un asco como nosotros.

Le dedico una rápida mirada a Brenda, queriendo que cuente su herida naciente, pero ella niega imperceptiblemente con la cabeza mientras recuesta su cabeza en el hombro de Heather.

Nuestras mochilas, la de nuestros amigos también, estan apartadas en un hueco. Aparentemente, no creo que nos hagan falta nunca más. Aun así, me prometo a revisarla por si puedo quedarme con algo antes de bajar de este aparato volador. 

—¿Entonces ahora somos parte de la resistencia, vamos a luchar de verdad contra el Capitolio? ¿Qué pasa con nuestras familias? ¿Nos esperan allí también?

Llega a mi memoria el rostro triste y lastimero de la que se hacía llamar mi madre. Es Newt quien me responde sin darse la vuelta.

—Nos han prometido traer a los que queremos lo más pronto posible, entre tanto, podemos relajarnos. —Trato de hacerle caso, mientras mis demás amigos hablan emocionados ante la idea de que todo esto haya terminado.

Si Newt tiene fe ciega en ellos, creo que debo hacer lo mismo.

Mis ojos entonces se cruzan con una seria Teresa, quien parece querer decirme algo, pero ahora mismo no puedo escuchar nada más. Observo las afueras del helicóptero, preguntándome como todo podría haber acabado tan deprisa.



Al caer la noche, justo cuando mis ojos quieren cerrarse por el cansancio, muy lejos de nuestra posición anterior, llegamos a una enorme instalación en medio de la nada y rodeada de miles de hombres y mujeres con armas, custodiando la estancia. Arribamos muy cerca, y el hombre que nos llevaba en el aparato volador nos acompaña hasta dejarnos en el interior del que se hace llamar el refugio seguro. Todos mis amigos, incluido Gally, cuchichean nerviosos sin saber que esperar. Entonces, las puertas de metal se cierran tras nosotros y nos recibe una mujer de cabellos oscuros, y mirada oliva. Su rostro es amable y lleva una ropa informal; una camisa negra y unos vaqueros azules.

Solo hay dulzura en su mirada y nos recibe a todos con una sonrisa.

—Bienvenidos, tributos de los Quincuagésimo Quintos Juegos del Hambre. Este va a ser vuestro hogar temporal mientras reunimos más ejércitos y fuerzas para luchar contra el Capitolio. Mientras sucede esto, ahora mismo necesito que os deis una buena ducha y descanséis como os lo merecéis. Después de una buena comida, tal y como os lo merecéis, vendré a buscarlos personalmente para enseñaros el resto de instalaciones.

Sin poder ocultar la emoción mis amigos, la seguimos hasta el interior y ella separa a los chicos y a las chicas para darnos esa ducha mencionada antes. Veo que Teresa se marcha sonriente, en brazos de unas animadas Heather y Brenda, quien a esta última me parece verla cojear un poco.

La señora, de nombre Jane, nos deja con su segundo, Josh, quien se encarga de llevarnos hasta los servicios. A mi sigue pareciéndome todo extraño y, por supuesto, demasiado rápido, pero cuando ese hombre nos deja en privacidad y nos deja solos, todo pensamiento se va al garete cuando Gally se lanza hacia una de las duchas más alejadas, librándose de su camisa al vuelo. Después le sigue Ethan, que se queja de que el vendaje le impedirá lavarse bien y entonces, Newt se libra de su chaqueta y de su camisa, dejándolo con la boca abierta.

—Te puedo ayudar con eso, Eth. Sé que es complicado hacer las cosas con una sola mano, una vez mi amigo Minho se rompió la muñeca y era un bebé inútil. —Ethan se carcajea ante aquello y situándose ambos chicos en una de las duchas más cercanas, el de cabellos rubios se gira para hablarme.

Hago todo el esfuerzo posible para no bajar la vista y mantenerla en sus ojos avellanas, claros. 

—Date prisa, Thomas. No sabemos cuanto durará esta agua caliente. —Y asintiendo simplemente, corro hacia el lado contrario, alejándome de aquellos chicos y escogiendo una ducha que me apartaba de todos.

Mi corazón late desenfrenado de solo recordar esas clavículas marcadas, y deshaciéndome de toda la ropa, me echo encima toda el agua fría tratando de olvidar aquella imagen.



Un poco más tarde, llevamos ropas limpias y extrañamente de nuestras tallas, nos reunimos con las chicas que tienen sus cabellos sedosos, ropas también limpias y traen un olor fresco y dulce; sobre todo Teresa, quien parece que se ha echado kilos de fragancia a fresa. No se cuantas veces le he dicho que detesto ese olor.

Sin embargo, me sorprende ver que por ninguna parte estan nuestras mochilas. Es Newt quien pregunta donde estan cuando se reúne Jane de nuevo con ellos.

—Las hemos dejado en vuestros aposentos, porque no tratamos de haceros sentir incómodos. Sabemos que os han ayudado a sobrevivir en estos duros juegos y no pensamos quitároslas, no os preocupéis. —Aquello hace que los tensos hombros de Newt desaparezcan, y se muestra muy aliviado. 

Entonces recuerdo que su fiel arma debe de estar allí dentro y que no quiere perderla por nada del mundo. Por suerte, yo tengo encima el colgante de mi madre, aunque recuerdo que la nota que me dio antes el chico de cabello rubio sigue en la mochila y que no he tenido todavía oportunidad de leerla. Ahora me nacen repentinas ganas de hacerlo.

—Ahora sé que os he dicho que primero cenaríais, me parece más conveniente enseñaros las instalaciones y después, llevaros la comida a vuestros cuartos. —Josh, su segundo, aparece detrás nuestra y nos insta a caminar—. Cabe aclarar, que las habitaciones podéis elegirlas más tarde.

—Démonos prisa entonces, no creo que mis amigos duren mucho con el estomago vacío. —Newt se ríe y todos seguimos a la mujer, quien no borra la amable sonrisa.

Nos enseñan entonces más cuartos de baños, habitaciones solitarias y vacías en las que nos indica Jane que podemos escoger las que queramos, aunque nos recomienda que las chicas y chicos permanezcan separados. Todos nos reímos ante su comentario.

Después nos enseña una sala privada en las que se reúnen los altos mandos y que dice que la entrada esta prohibida para nosotros. No se me pasa desapercibida la mirada que le dirige a Newt, quien observa los miles de pasillos en los que hay muchas más habitaciones de las que se puede contar. Observo su cabello tener esa suavidad por la que me nace de nuevo el deseo de acariciar cada uno de esos mechones, y pronto encuentro mi mano apretando con fuerza el collar que cuelga de mi pecho.

—Sin más demora, vamos a la última sala, en donde podréis conocer a los demás tributos. —Aquello hace que la mirada de Newt se devuelva hacia la mujer, con los ojos desorbitados. No se me pasa el temblor de sus manos.

Brenda salta con él al momento y sostiene uno de sus brazos.

—¿A los otros?

Ella no responde y comienza a caminar hacia una de las puertas más alejadas, cruzando una esquina. Nosotros la seguimos nerviosos, al notar sobre todo como Newt parece a punto de saltar de la emoción. Entonces recuerdo que su amigo estaba en este sitio con nosotros, y la idea de que ese chico este al otro lado de la puerta, me hace comprender porque esta de esa forma.

Ella saca una tarjeta de sus vaqueros y tras pasarla por una un receptor pegado en uno de los laterales de la puerta, esta se abre e ingresa al interior. Nosotros la seguimos, siendo adelantados por Newt, quien parece no poder caber en su emoción.

No damos ni dos pasos cuando pronto vemos a varios chicos repartidos en unas cuantas mesas, jóvenes, despiertos y nerviosos como nosotros. Todos se giran para verles cuando la mujer da dos palmadas; los cuchicheos se callan, las voces se silencian y solo se escucha su potente y seria voz.

—Tributos, se me ha dado la grata noticia de anunciaros de que os traemos a más supervivientes de estos asquerosos juegos. Pido de la forma más considerada, que os llevéis bien y hagáis de este hogar algo seguro y confortable. —Ella se aparta a un lado y entonces todos nos aplauden, dándonos la bienvenida y siento un poco de calor en el pecho.

Obviamente, esto emociona a cualquiera.

—Tío, parece que esto va en serio —dice Ethan, mostrando esa sonrisa peligrosa y abraza a una Heather que poco le queda por llorar. Todavía tiene a Alec en la cabeza.

Pero entonces todo parece detenerse justo cuando Newt da unos pasos más hacia adelante. Se escucha una silla siendo apartada con fuerza. Asusta a algunos y al dirigir la mirada en esa dirección, mis ojos se cruzan con unos ojos oscuros, emocionados y que, indudablemente, ya he visto antes. Al principio de los juegos; no he podido olvidarlos en ningún momento.

Escucho la respiración agitada de Newt, las exclamaciones alegres de Brenda y solo soy consciente de mi corazón desbocado, de mis ojos admirando esa sonrisa naciente en el rostro de Newt y de la clara felicidad que ha nacido en su interior. Mis manos siguen apretando el colgante de mi cuello, cuando aquel chico de raíces asiáticas se acerca corriendo hasta ellos.

Newt da varios pasos hacia adelante, y me parece verle temer que eso sea un sueño del que teme despertar. Sus ojos muestran alivio y miedo, emoción por lo que ve, y solo pienso en que ojalá pudiese ser yo aquel que causase todo eso en él.

—¡Minho!

—¡Newt, la madre que te parió! 

N/A → ¡mis queridos tributos, de lejos el capitulo más largo que he escrito! muchas gracias por la espera y diooos, no saben como ansiaba por subir estooo, finalmente lo que tanto habíamos estado esperando, waaaa ;3. la imagen de arriba es para que os imaginéis bien los edificios en los que estaban brenda y thomas antes. seis mil palabras, wawaaaaa. perdonen cualquier error y nos vemos muy pronto, no se olviden de dejarme su opinión, los amoooo

Se despide xElsyLight.

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