04
El aire en el castillo de Hogwarts parecía más ligero, como si las nubes grises que habían estado colgando sobre el castillo finalmente se hubieran disipado. Sebastien se encontraba en la biblioteca, esperando a que Izabella terminará de buscar los libros necesarios que ocuparía. Eran tareas diferentes, sin embargo, ahí estaba Sebastien esperando a su mejor amiga, cuando notó que alguien se acercaba.
Al levantar la vista, se encontró con los ojos de Theodore. Era extraño verlo allí; durante casi todos los años, Theodore había mantenido una distancia fría y hostil hacia él.
—¿Puedo sentarme?— preguntó Theodore, señalando la silla junto a Sebastien. Su voz era casi amigable. Sebastien asintió, sin saber qué decir, mirándolo confundido. ¿Por qué Theodore quería acercarse ahora?—He estado pensando—comenzó—Que tal vez deberíamos dejar atrás nuestras diferencias atrás. Somos hermanos, después de todo. — Sebastien parpadeó, sorprendido. ¿Era esto real? ¿O solo una ilusión que su cerebro le producía?
—¿Por qué el reciente interés? ¿Qué estás tramando ahora? No puedo evitar notar que has estado actuando extraño últimamente. —Sebastien se cruzó de brazos. —Además, aún no olvidó lo que me dijiste antes de regresar. En este momento, eres la persona que menos deseo ver.
—¿Qué quieres decir con eso, Sebastien?—Theodore frunció el ceño.
—Ya lo dije. No olvido fácilmente las palabras que dijiste antes de volver a Hogwarts. "Hubiera deseado que no hubieras nacido". Las mismas palabras que pronunciaste cuando teníamos diez años. Y las mismas de nuevo cuando teníamos trece.
—Sebastien, eso fue hace mucho tiempo. No deberías tomarlo tan en serio. — mencionó Theodore dejando caer su espalda hacia el respaldar, mientras miraba al rubio oscuro de manera desinteresada.
—No puedo evitarlo. Y mucho menos esperes que lo olvide. Esas palabras me afectaron cuando tenía diez. Me afectaron cuando tenía trece. Y me afectan ahora.
Theodore bufó, cruzándose de brazos, mientras carraspeaba incómodo. Era un logro incluso que siguiera ahí, nunca habían logrado hablar menos de un minuto, si no era para más que insultos.
—Me estás haciendo muy difícil esto. —el Slytherin murmuró. —Sebastien, no entiendes...
—No necesito entender nada más. —el rubio oscuro lo interrumpió. —Sé que somos diferentes, y se también que me odias. Me lo has dejado muy en claro estos años. Theodore, no puedo ignorar lo que dijiste. Y sinceramente, yo no tengo la culpa de las decisiones de nuestro padre. Tal vez el enojo o lo que sea que sienta lo desquita contigo, pero vienes y todo lo recibo yo.
Theodore se removió incómodo.
—Sebastien, no quiero discutir esto de nuevo. Fue un momento de enojo. No lo decía en serio.
—No me subestimes, Theodore. No soy tan ingenuo. En este momento, hay algo que no podemos ignorar, y tiene que ver contigo y en la manera que siempre intentas alejar que Zabini hablé conmigo.
Blaise siempre había sido esquivo, pero últimamente, había estado buscando oportunidades para hablar con él. Sin embargo, cada vez que intentaba acercarse, Theodore aparecía de la nada, interponiéndose en su camino. Y Sebastien no podía evitar preguntarse por qué.
—¿Qué estás insinuando?
—Que no voy a confiar en ti. Ya lo hice antes, te salve tantas veces que es imposible que confíe en ti.
—Sebastien, no puedo cambiar el pasado. Pero puedo intentar ser mejor. Eres mi hermano...
—¿Hermano?—Sebastien lo interrumpió con una sonrisa irónica. —Esa palabra tiene un significado diferente para ti y para mí. Y si en algún momento fuimos, o de verdad fui un hermano para ti, dejaras de culparme por cosas que son consecuencia de tus estúpidas decisiones. —el rubio lo miró por una última vez antes de alejarse en dirección donde se suponía Izabella estaría.
—Olvídalo Theodore. —la voz de Blaise detrás de el, lo hizo apartar la mirada por dónde el rubio se había ido. El castaño lo miro de reojo, mostrando una sonrisa.
—Apenas comienza, Zabini.
[ • • • ]
La sala común estaba iluminada por el fuego crepitante en la chimenea. Los sofás y las mesas estaban ocupados por estudiantes que estudiaban, charlaban o jugaban a las cartas. Hermione Granger se encontraba en un rincón, absorta en su libro de pociones avanzadas. Sebastien, se acercó con una sonrisa.
—¿Estudiando otra vez, Hermione?
—No puedo evitarlo. Además, necesito mantener mis calificaciones altas para el próximo examen. —Sebastien tomo el libro, acercando sus manos a las de ella, y produciendo una pequeña electricidad entre ambos, lo tomo hojeando.
—¿Y si te tomas un descanso? Vamos, únete a nosotros. Harry, Ron e Izabella están jugando al ajedrez mágico. Harry cree que puede ganarle a Iza, pero ella hace trampa con ayuda de Ron.
—Podría intentarlo. Pero, ¿Puedo preguntar algo antes?—el rubio oscuro la observaba con una pequeña sonrisa, que la hizo seguir adelante. —¿Crees que tengo elegancia...y confianza en mi?
—Claro...—Sebastien la miro confundido. —¿Por qué la pregunta?
—No lo sé, Simplemente a veces siento que necesito ser más...—como ella, pensó. —Más segura, más intrigante. ¿No crees que sería interesante si yo también pudiera tener ese tipo de magnetismo?
—¿También? Hermione, tú eres increíble tal como eres. No necesitas copiar a nadie. Que es algo que creo intentas. Además, ¿por qué te interesa? ¿Hay algo que no me estás contando?—Hermione bajo la mirada.
—No, no hay nada que no te haya dicho. Solo... a veces siento que no encajo del todo. Como si me faltara algo. Y el otro día en clases observé a Daphne Greengrass... ella tiene algo que me intriga. Algo que me hace querer ser diferente. ¿Alguna vez has notado cómo ella camin? Su elegancia, su confianza... es como si flotara sobre el suelo.
—Sí, claro. Daphne es... única. —Sebastien frunció el ceño, mirando aún más confundido a la castaña frente a el. —Pero, ¿por qué me preguntas esto, Hermione?
Ella sonrió forzadamente.
—Oh, no es nada. Solo estoy tratando de aprender de ella. Quiero decir, ¿No es fascinante cómo se relaciona con los demás? Cómo siempre encuentra las palabras adecuadas para cada situación.
—Hermione, ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás actuando así?
—Solo... curiosidad.
—Escucha, Hermione, no tienes que ser como nadie más. Eres hermosa, inteligente y valiente. No necesitas imitar a nadie para ser especial. Además, ¿Por qué te preocupas tanto por Daphne? Casa una es distinta, y cada una tiene algo que la hace diferente. Y eso es lo que te hace especial.
Hermione lo miró en silencio, asintiendo lentamente.
—Lo entiendo. Gracias. Ahora, ¿Que te parece si vamos con los chicos? Quiero ver la cara de Harry cuando pierda.
—¿Segura que estás bien?—Sebastien la seguía mirando preocupado.
—Por supuesto, no podría estar mejor.
—Claro...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro