03
Ciertos chicos se encontraban en la sala común de Slytherin, rodeados por las verdes y plateadas cortinas que ocultaban sus conversaciones de miradas indiscretas.
—¿Celos? ¿Por qué habría de sentir celos de Sebastien?—pregunto Theodore mientras fruncía el ceño. —Es un blando, un favorito de papá. Pero no me afecta en absoluto. —Draco río.
—Theodore, eres un tonto si crees que no te afecta. Sabemos que lo hace. Pero dime, ¿por qué? ¿Por qué sentir celos de alguien que no podría aplastar ni una mosca? Sébastien es como un elfo, siempre siguiendo las reglas, siempre sonriendo. No tiene la astucia ni la ambición que tú y yo tenemos.
—No es eso. No siento celos. Solo... me molesta que siempre sea el centro de atención. Y ahora, supe que quiere algo con Daphne Greengrass...
—¿Daphne?—Blaise hablo levantando una ceja. —¿Estás pensando en salir con ella? ¿Es este un plan para arruinar a Sebastien?—Theodore miro a Blaise con mala cara.
—¿Qué? ¡No! No es un plan. Solo... pensé que tal vez podría ser interesante. Pero no es para dañar a Sebastien. No soy tan mezquino.
—¿Interesante? ¿O simplemente quieres quitarle algo que él quiere?—cuestionó Draco burlándose. —No te hagas el inocente, Theodore. Si vas tras Daphne, no es solo por diversión. Es para demostrarle a Sebastien que no es el único que puede tener lo que quiere.
—Quizás tienes razón, o quizás no, pero no te la diré. —lo miró con una sonrisa sarcástica mientras encendía un cigarrillo.
—Theodore, esto es un juego peligroso. —el castaño frunció el ceño. —No puedes jugar con los corazones de las personas como si fueran piezas de ajedrez. Hasta para mí eso es demasiado bajo. Daphne merece algo que... no seas tú, no una estrategia para herir a Sebastien.
—No estoy jugando. Pero no puedo quedarme siempre en la sombra de mi hermanito el blando para siempre.
—¿Realmente crees que quitarle a Daphne a Sebastien te hará sentir mejor? ¿O conquistarla antes que Sebastien?—Blaise intervino, pues sabía que Draco y Theodore siempre eran los más explosivos en cuanto actitudes. —Porque admitamoslo, tu solo jugaras con ella y después la desecharas cuando tú objetivo se cumplió, pero todos saben que Sebastien es un caballero de los pies a la cabeza, haría lo imposible por ti, hasta lo menos deseado. Y eso es lo malo, es demasiado iluso. Ofrece demasiado de el para que al final, el no obtenga nada.
—No lo sé. Si Daphne me mira, si puedo hacerla reír, tal vez... tal vez eso sea suficiente.
—No seas ingenuo. —Draco frunció el ceño. —No le puedes ganar a Sebastien quitándole a Daphne. Eso solo te haría más miserable de lo que ya eres. ¿Qué ganas con eso?
—Ganaré mi propia identidad. No quiero ser solo el hermano de Sebastien.
—¿No era al revés?—Blaise interrumpió. —Muchos suelen conocer a Sebastien por ti.
—Eso ahora no importa Blaise. Quiero ser alguien que no necesite la aprobación de nadie más.
—Theodore, piensa en las consecuencias. Si lastimas a Daphne, si rompes su corazón, eso te perseguirá. Ella es nuestra amiga además. Y Sebastien... él es tu hermano. No merece ser dañado por tus celos, cuando nunca te ha hecho nada. Ni siquiera te delató con tu padre cuando casi dejas embarazada a esa mujer y el te cubrió.
—¿Están de mi lado o del de Sebastien?—Theodore pregunto alzando un poco la voz. —Ya he tomado mi decisión. Saldré con Daphne. Y ninguno dirá nada. —Draco y Blaise se miraron, y cuando el rubio pensaba hablar, el moreno le negó con la cabeza. —¿Podemos irnos a comer ahora? Muero de hambre.
[ • • • ]
Theodore se sentó en la mesa de Slytherin, desde que entró al lugar mantuvo su mirada fija en su hermano Sebastien, quien estaba a unas pocas mesas de distancia en la casa de Hufflepuff. Sebastien reía con despreocupación, y a su lado, a quien menos esperaba. Como si el mundo entero fuera un juego y él el jugador más afortunado.
Pero Theodore sabía que bajo esa sonrisa había más de lo que aparentaba.
Sebastien siempre había sido el favorito de su padre. Aunque su progenitor negaba cualquier preferencia, Theodore lo veía en los pequeños gestos: la mirada orgullosa cuando Sebastien ganaba siempre en cada competencia sobre conocimiento, la sonrisa especial que le dedicaba en las reuniones con más familias cada navidad. Y ahora, Sebastien estaba enamorado de Daphne Greengrass, la chica de ojos brillantes y cabello rubio que parecía haber capturado el corazón de todos en Hogwarts.
Aunque Theodore pensaba que era más por su apariencia que por su actitud, cuando verdaderamente llevabas a conocerla, era como si una víbora estuviera inyectando su veneno en ti.
¿Por qué Sebastien merecía todo lo bueno? ¿Por qué él siempre era el elegido?
La idea de quitarle a Daphne a Sebastien cruzó por la mente de Theodore. Un juego cruel, sí, pero también una forma de nivelar el campo de juego. Si Daphne se fijaba en él, si la hacía reír y la hacía sentir especial, tal vez Sebastien dejaría de ser el centro de atención. Tal vez su padre finalmente lo miraría con el mismo orgullo.
Si lograba hacer que Sebastien cayera, el estaría en la cima.
Theodore se levantó de la mesa de Slytherin. No podía quedarse allí para siempre. Debía empezar cuanto antes. Pero ahora tenía algo más en mente.
Izabella, sentada en la mesa de Gryffindor frente a Hermione, Ron y Harry, parecía disgustada por la cercanía de su mejor y Daphne, tal parecía que ella había sido testigo de aquel frío y cruel veneno que la rubia liberaba cuando hablaba.
Tal vez no sería solo Theodore en aquel plan.
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