
04| 𝗛𝗼𝘀𝗽𝗶𝘁𝗮𝗹
Song: "Tek It" by "Cafuné"
Eran las seis de la mañana del día siguiente, nadie se encontraba en ese momento en la calle.
Nadie excepto la hija de los Van Helsing. Quien en ese momento se encontraba en el bosque.
Cazando.
Nadie sabe por que ni para que, solo ella y su familia, y puede que alguno que otro.
Estaba a punto de saltar encima de un cervatillo que se hallaba comiendo en un arbusto. Se preparó y se empezó a acercar sigilosamente. Sin mas preámbulos, saltó encima del pobre animal a la velocidad de la luz y comenzó a succionar su deliciosa sangre, no tanto como las de los humanos, pero era algo.
Cuando terminó du comida juró escuchar el sonido de unos pasos cerca de donde se encontraba ella. Así que, sin dejar de estar alerta, se preparó para atacar.
Claro que sin esperarlo la derribaron a ella antes.
No contaba que la supuesta amenaza sería su madre.
—Tienes mucho que aprender hija.— le dijo burlona.
—Es solo que tienes mas experiencia que yo, no te creas tan especial.— su hija la empujó y se puso de pie.
—Envidiosa.— murmuró.
—Infantil.— se dijo para ella misma. Por suerte Carolina no tenía su super oído activado.
—Vamos a casa, dentro de poco tienes que ir a clases. Y limpiate los restos, cochina.—
—Dios, que pena que eres inmortal.—
—Ay gracias, que halagador.— respondió la pelirroja con una sonrisa.
—No lo era.—
Las dos salieron del oscuro bosque y fueron rumbo a casa.
—Primero duchate. Tienes que ir limpia a clases. Y no olvides pasar por casa de los Martin, para poder recoger el encargo secreto.— le guiñó el ojo a su hija y caminó hacia la cocina.
—Suenas a narcotraficante, madre.— exclamó tajante.
—Jaja, si soy.— Carolina parecía tener diez años en vez de los que tenía.
Su madre desapareció de su vista, asi que subió las escaleras al segundo piso para ir al baño a tomar una ducha.
Cuando entró en esta se relajó bastante, estos últimos habían sido un poco ajetreados. Las ultimas semanas, cada vez que hiba al bosque con sus padres, casi no podían alimentarse bien. Había personas, gente con armás. Eran cazadores. Sabía por qe andaban por ahí, por los hombres lobo.
Viviendo toda su vida en Beacon Hills se aprenden algunas cosas.
Salió de la ducha cuando dieron las siete en el redondo reloj de la pared. Habían pasado media hora desde que se había metido, cuarenta desde que llevaron a casa.
No se molestó en siquiera coger una toalla para secarse. Solo salió del baño y fue a su habitación. Mojando todo a su paso.
Al entrar se dirigió al armario. Quería ponerse algo cómodo y casual, pero si Lydia ve eso la obligara a volver a casa y cambiarse. Y no le gustaría que en su segundo día tuviera su primera falta.
Optó por escoger un bonito conjunto negro, que conbinara con ella.
Después fue al zapatero y sacó unas botas negras que llegaban hasta las rodillas.
—Ya me voy, madre. Despídete de papá de mi parte.— dijo Ekaterina bajando las escaleras y dirigiéndose a la puerta de la entrada.
—¡Está bien! ¡Adiós cariño!.— gritó Carolina.
Al pisar el suelo del exterior, activó su super velocidad y corrió a la casa de los Martin. Como ya era costumbre, entró por la ventana de Lydia, asustandola nuevamente.
—¡Deja de hacer eso!.— gritó furiosa.
—Lo siento, la próxima vez entraré por la puerta.— se disculpó sincera.
—Ahh, bien. Espera a bajo, me voy a duchar.— cuando estaba a punto de entrar en el baño, se giró a verla de arriba a bajo.— Bonito conjunto, por cierto.
Kati por fin pudo suspirar aliviada. Estaba nerviosa de lo que le podía decir, no se imaginaba volver a casa.
La morena decidió esperarla a bajo. Así que fue al salón, pero se encontró con Natalie.
—Buenos días, Kati. Ya he preparado lo de siempre.— le tendió la cantimplora de ayer.
—Te lo agradezco mucho. Pero ya te he dicho que no hace falta, algún día te vas a desangrar.— reprochó a la mayor.
—Cualquier cosa con tal de que tu estés bien.— le sonrió.— Por cierto, ¿Cuando se lo vas a contar?.
—Naty, todavía no es el momento.—
—¿No es el momento de que?.— dijo una voz detrás de ellas. Era Lydia, recién duchada y con su ropa ya puesta.
—Oh nada importante hija. Bueno, es hora de que se vallan. Hasta luego chicas, os quiero.— cuando las chicas salieron de casa cerró la puerta de golpe.
—¿De que hablaban?.— pregunta curiosa.
—Eh... Es que, ¿me llegó la regla?.—
—¿Que? ¿Todavía no te había llegado?.— Kati negó.— Que raro. Pues menos mas. Tendrías que ir al hospital entonces. Un problema menos.
—Si, supongo...—
Al llegar al instituto las dos se encaminaron al mismo salón, tenían la misma materia juntas. Por suerte.
El profesor sacó a la pizarra a Lydia y Scott para poder completar una ecuación, parecían estar hablando de algo interesante. Pero decidió no escuchar nada.
Pasaron cinco horas y por fin terminaron las clase. No pasó nada interesante como para contarlo.
Al salir de clases su mejor amiga le preguntó si podía acompañarle al hospital por el hombro de Jackson. Le dijo que sí, pero que tenía que hacer unas cosas primero.
[•••]
Salió del Maserati MC20 y entró al hospital.
Ya había terminado sus cosas y ahora iba con Lydia.
—¡Lydia!.— la llamó en un grito.
Esta se giró y fue hacia ella.
—¿Está bien? ¿Podrá jugar mañana en la noche?.—
—No lo se, todavía no ha salido.— dijo preocupada.
—Tranquila Lyds, estoy segura de que su hombro esta perfectamente bien. Seguro que no es tan grave.— consoló a su amiga.
—Si... Mejor vamos a sentarnos, me voy a morir si estoy de pie todo el rato.— se quejó la rubia-rojiza.
Kati, sin rechistar, fue con ella y se sentó a su lado.
Cuando de pronto, al ponerse sus preciados auriculares, no se percato de que alguien estaba parado frente ella.
Ninguna de las dos supo lo que dijo, pero cuando Lydia supo que el que estaba allí era Stiles, tocó suavemente el hombro de Kati y le señaló con la cabeza al chico.
—Ah, ¿Decías algo, Stiles?.— preguntó confundida.
—Eh, no no. Tranquila, no te molesto mas. Por cierto, bo-bonita ropa.— terminado de decir eso se sentó al otro lado y agarró una revista sobre la parte intima de la mujer. Cosa que hizo que Ekaterina se riera de el, levemente.
Al rato, las dos chicas vieron como Jackson salía y caminaba hacia ellas.
—¿Estas bien?.— pregunta Lydia.
—Dijo que no lo hiciera un hábito, pero un poco de cortisona no me matará.— exclamó Whittemore sobándose el hombro.
—Deberías aplicarlo en el partido. Los profesionales lo hacen. ¿Quieres ser un principiante o... quieres ser profesional?.— poco a poco se fue acercando a du novio para empezar a besarle.
Ekaterina los miró con asco y repugnancia, no se imaginaba a ella en esa situación.
Después de esa escena empalagosa, los tres salieron del hospital y subirse a sus respectivos coches. No sin antes de que la morena se despida del rapado.
[•••]
El siguiente día llegó, y con eso el partido también.
Ekaterina, principalmente no iba a animar, pero esperaba que ganara el equipo de Beacon Hill.
Hoy era sábado, no tenía nada que hacer. Lydia le había propuesto para ir con ella al centro comercial; otra vez; pero esta vez pasaría. No tenía muchas ganas. Además, ya tenía un conjunto en mente.
—Hija.— dijo un voz en la puerta. Era su madre.
—¿Necesitas algo mamá?.— le preguntó incorporándose en la cama.
—Queríamos decirte que iremos al partido de esta noche. Queremos conocer a tus nuevos amigos.— se apoyó en el marco de la puerta.
—¿Como?.— aclamó sorprendida.
—Creías que no lo sabíamos, podemos ver y oír hasta lo inimaginable cariño. Vete preparándote, te esperamos a bajo.— salió de su vista, meneando sus caderas haciendo notar su vestido pegado y corto de Chanel. Siempre tenía que ir encima de todas.
Ahh, lo único que deseaba ahora era que se acabara ya el día.
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