
-𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧.
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Con los pocos rayos de sol cayendo sobré King's Landing y el amanecer en su máximo esplendor, la habitación de Leyla había sido invadida por el Gran maestre Elysar y sus ayudantes por órdenes de la reina misma, y el permiso de su madre. Aunque Leyla parecía tener mejor salud, yacía en su cama desde hace casi dos lunas, permitiéndole solo levantarse para hacer sus necesidades y asearse con ayuda de unas criadas que la reina le había asignado, que solo la dejaban cuando su prometido volvía a tomar su puesto durante la tarde noche.
Alysanne, la reina, estaba sentada en una silla cercana, observando cada movimiento del maestre con ojos atentos. Su postura era erguida y majestuosa, pero su rostro no mostraba más que cansancio. Lynesse, la madre de Leyla, estaba de pie al lado de la cama, con la mano de su hija entre las suyas, tratando de transmitirle apoyo.
—Parece estar todo en orden— dijo Elysar, terminando de revisar a la joven. La reina y lady Hightower sonrieron a la par en dirección a Leyla
—Pero me gustaría saber más.. ¿Recuerda que hacia antes de desmayarse?—
Leyla abrió levemente los labios, queriendo hacer memoria de lo sucedido ese día.
—Llegue aquí después de leer un poco en el jardín y terminar una conversación..—
—¿Con quién?— cuestionó el maestre
Leyla se quedó mirando a su sábana por un momento, queriendo no echar de cabeza al príncipe por su última discusión, más para que no fuera reprendido por creer que fue el culpable de su estado.
—Con el príncipe Daemon.. me había ayudado con algo y luego me fui a mi habitación..— respondió Leyla. Pudo ver de reojo como las mayores unían miradas mientras el maestre le daba permiso de continuar —Luego dejé mis cosas y comenzó a ordenar mi habitación, y..— se quedó en silencio, como estuviera apunto de decir algo que no debía
—¿Y..?— preguntó de nuevo el maestre
Leyla tomó aire, mientras su rostro se volvía muy nervioso y abría su boca para tratar de responder. Observó su escritorio y vio que todo estaba perfectamente acomodado, y apretó su lengua mirando a todas partes de la habitación. Luego, se quedó mirando fijamente a su madre, tratando de encontrar consuelo en sus ojos. Lynesse le apretó la mano suavemente y le dio una ligera sonrisa. Leyla pasó saliva y apretó su sábana con su mano libre.
—Y luego comencé a sentirme mareada— admitió finalmente, su voz apenas un susurro —Intenté sentarme, pero todo se volvió borroso. Lo siguiente que recuerdo es despertar en esta cama—
Alysanne y Lynesse intercambiaron miradas preocupas, pensando que eso no podía ser todo lo sucedido. El gran maestre asintió y dio unas palmadas sobre la sábana que cubría las piernas de Leyla, haciéndola estremecerse por la repentina interacción.
—Es posible que haya sido una reacción a algún esfuerzo excesivo o al estrés— dijo Elysar, dirigiéndose a las dos mujeres mayores —También la mala alimentación y el agobio pudieron agraviarla. Hay que asegurarnos de que descansé adecuadamente y evite cualquier situación que pueda causarle angustia—
—¿Qué tipo de situación?— preguntó Lynesse —¿Hay algo en particular que deba evitar?—
—Cualquier actividad que le cause tensión emocional o física. La conversación con el príncipe, ¿fue cordial?— preguntó de nuevo Elysar, volviendo su atención a Leyla
Ella asintió rápidamente, tratando de disipar cualquier preocupación.
—Si, fue cordial— mintió ligeramente, con la esperanza de no causar más problemas —No..no hubo nada fuera de lo común—
Alysanne suspiró, aliviada en parte, pero aún preocupada.
—Bueno, solo queda esperar— dijo Elysar
—Lo acompaño, Gran maestre— aclaró Lynesse, soltando la mano de su hija para seguir al viejo
Elysar hizo una reverencia antes de retirarse con sus ayudantes, dejando a la reina y lady Leyla solas.
Leyla jugaba con sus dedos, queriendo disminuir la presión de la presencia de la reina, lo que le era imposible al sentir sus ojos clavados en ella. En pocos segundos, la reina se levantó y se acercó hasta el costado de la cama, tomó cuidadosamente la mano de su contrario y la acarició. Leyla levantó la mirada hasta el rostro de Alysanne, recibiéndola una ligera sonrisa y sus ojos enternecidos.
—Lea..— pronunció la mayor tomó entre sus manos la de Leyla —Hay algo más, ¿verdad?—
Leyla se estremeció de los nervios, abriendo ligeramente los ojos. Apartó rápidamente la vista, queriendo no delatarse.
—¿Es algo sobre Gael..?— volvió a cuestionar, con ojos cristalizándose
Leyla volteó de nuevo su rostro sin poder controlarse, la angustia y la tristeza en su rostro la habían delatado. Los nervios que sentía al oír el nombre de su mejor amiga la hacía quedar aún peor.
—Por favor, querida.. debes decirme todo lo que sabes sobre mi pequeña..—
—No..no sé nada, su..su majestad..— declaró con su voz quebrada —No..no he recibido cartas desde la última vez que le notifiqué..—
Alysanne soltó un suspiro tembloroso, sus manos temblando levemente mientras se aferraba a las de Leyla.
—Te creo, cariño..— respondió finalmente la reina —Gael siempre me decía lo honesta que eres y que nunca te podría imaginar mintiendo—
—Su majestad..— Leyla tartamudeo en silencio, como si quisiera escupirle todo lo que sabía y pedirle perdón de rodillas
La reina la miró directamente a los ojos, enterneciendo su mirada. Soltó una de sus manos y la llevó a una de las mejillas de Leyla, la acarició dulcemente como si quisiera calmarla. Leyla se quedó perpleja ante el sutil contacto que hacía su mejilla con la suave mano de su majestad.
—Yo sabía que serías la indicada.. mi querida..— murmuró Alysanne con una gran sonrisa, siendo replicada en el rostro de Leyla que tenía los ojos cristalizados —Ahora.. debes descansar— alejo su mano rápidamente, limpian las escasas lágrimas que rogaban por salir de sus orbes —Vendré a verte más tarde—
Leyla asintió, intentando de contener sus emociones. Mientras la reina se alejaba y salía de la habitación, Leyla se acomodó en su cama, cerrando los ojos queriendo conciliar brevemente su sueño, pero los recuerdos parecían atormentarla en todos los aspectos. La imagen de Gael venía a su mente en cada segundo, era su mejor amiga, casi como una hermana y no pudo comprenderla ni apoyarla en su momento de crisis. La culpa la estaba consumiendo. Fue hasta que rompió en llanto, apretando con fuerza la almohada que tenía en su pecho, dejando salir el dolor que tanto había guardado en su interior.
Después de unas cuantas horas, se quedó inmóvil en su misma posición, con los brazos entre la almohada con la mirada puesta en la venta de su habitación. El tiempo pasaba por sus ojos, hasta que vio como el sol llegó a su punto máximo. Sabía que ya era la hora en que venía Daemon para acompañarla a comer, aunque no tuviera apetito, que era el caso.
Sin embargo, en lugar de su prometido, la puerta se abrió suavemente y una mujer de cabellos más rubios que plateados, de ojos azules; entró en la habitación con una bandeja.
—Veo que está despierta, Leyla— dijo la mujer, cerrando la puerta por detrás de ella
Leyla se incorporó y sacó sus sábanas de su cabeza. Se acomodó rápidamente su cabello y limpió sus ojos.
—¡La..lady Aemma!— pronunció con asombro luego de que la mujer se colocara a su lado con una gran sonrisa
—La reina me dijo que tenias que tomar esto.. que el Gran maestre te indicó— se sentó y comenzó a servir en una vajilla la medicina y la meneo por unos segundos —Llámame Aemma. Después de todo seremos como hermanas en poco tiempo— Aemma soltó unas risas, seguida de una sonrisa de Leyla —En un momento traerán la comida..—
—No quisiera irrumpir en sus asuntos, mi lady..—
—Aemma— corrigió velozmente, lanzando sus cejas hasta la vista de la Hightower —Mejor Emma. Así me llama la familia— le guiñó un ojo pícaramente, haciendo reír a la más joven —Y no irrumpes nada, lo hago con mucho gusto—
—La princesa Rhaenyra le debe tomar mucho tiempo..— comentó Lea, queriendo amenizar el ambiente
—Vaya que si. Ser madre y esposa es muy agotador, pero la felicidad que recibes es inexplicable— respondió la Arryn —Toma, bébelo todo—
Leyla asintió y tomó el frasco de manos de Aemma, bebiendo el remedio con rapidez a pesar de su sabor amargo. Aemma pasó su mano sobre su hombro queriendo darle apoyo.
—Te lo agradezco, Emma..— dijo Leyla, devolviendo la taza vacía
Aemma le sonrió con su mirada cálida, pareciendo que irradiaba un amor que aliviaba sus malestares.
—No te preocupes, es lo menos que puedo hacer por ti— respondió suavemente, dejando a un lado la taza —Tu fuiste un gran apoyo para Gael..— Leyla entrecerró los ojos al oír el nombre de la princesa, su postura se tornó más tensa, a lo que Aemma pudo reaccionar en el momento —No..no me malinterpretes.. Yo solo..—
—Me imagino que tú también piensas que se algo..— dijo, exhalando lentamente mientras cerraba los ojos
Aemma titubeó queriendo excusarse de alguna forma pero antes de que pudiera decir algo, observó como el rostro de Leyla se volvía triste y sus ojos comenzaban a lagrimear.
—No..no, discúlpame.. No quise..—
—Ya no puedo..— susurró Leyla cubriéndose el rostro con ambas manos para evitar ser vista llorando
Aemma se apresuró a rodear la cama, sentándose junto a Leyla y abrazándola con fuerza.
—No llores, Leyla..— murmuró, acariciando su cabello suavemente —No quise hacerte sentir mal—
Leyla sollozó en el brazo de Aemma, dejando salir la angustia que había retenido tanto tiempo. Las lágrimas corrían por sus mejillas sin poder controlarlas, y se hundían en el vestido de Aemma, quien no dejaba de susurrar palabras de consuelo.
—La extraño tanto..— dijo Leyla entre lágrimas
—No tardará en volver, y todo volverá a como era antes..—
—Ella no volverá..—
Ambas se quedaron en silencio por un momento, Aemma asimilaba las palabras de Leyla. La certeza en su voz y la desesperación en sus ojos decían mucho más de lo que ella podía expresar con palabras.
—Leyla..— susurró de nuevo la mayor —Sabes algo.. ¿verdad?—
En un movimiento brusco, Leyla se apartó del agarre de Aemma y bajó la mirada. Llevó sus manos a su rostro para limpiar sus lágrimas, queriendo ignorar la pregunta.
—Si lo sabes..— Aemma se levantó y le dio la vuelta a la cama, quedando de nuevo frente a la Hightower —Puedes confiar en mi, Lea—
—No..no puedo..— respondió, sin dejar de ver a sus manos
—Te lo juro por lo que quieras que de mi boca no saldrá nada de lo que tú me digas. Todo se quedará en esta habitación— acercó sus manos para tomarlas con las de Leyla, a lo que ella accedió desprevenidamente —Ella es mi familia, y no haría algo que ella no quisiera..—
Leyla levantó la vista lentamente, sus ojos rojos e hinchados por el llanto. Aemma pudo ver la culpa reflejada en su mirada.
Leyla suspiró lentamente y volvió a incorporarse hechando los hombros para atrás. Aemma hizo lo mismo y soltó sus manos luego de que la vio asentir.
—El día que enferme y vine a mi habitación.. encontré una carta sobre mi escritorio..— relató en un tono más bajo, por cualquier cosa. Aemma se quedó inmóvil, prestándole toda su atención —Era de la princesa..— hizo una pausa, queriendo tomar aire para recordar lo que había leído —Decía que estaba viviendo en el puerto, ayudando en lo que pudiera sin recibir ningún dragón de oro, pero que le gustaba..—
—¿Y nadie la ha descubierto?— preguntó al instante
Leyla negó rápido con la cabeza
—Dice que se tiñe el cabello con lo que tiene.. Aveces es azul, aveces rosa o rubio. Ahora debe parecer un arcoíris..— Leyla rio, seguida de Aemma, que lo hizo sutilmente —Y sus ojos son muy comunes en las mujeres de Lys y Dorne, así que pasa desapercibida..—
—¿Y cómo está? ¿Piensa volver?— volvió a preguntar la mayor, queriendo saber más sobre su tía
—Me dijo que es feliz, y que se enamoró..— al segundo, se quedó callada al recitar la última frase
Aemma abrió los ojos de par en par. Podía creer que Gael se fuera a la guerra, o fuera hasta las Ciudades libres en su dragón pero, enamorarse. Eso era algo que podía jurar que nunca iba a poder ver hacer a su tía.
—Y ahora está esperando a un bebé..—
—¡¿Bebé?!— dijo Emma, alzando su voz. Leyla la cayó rápidamente, alarmándola —Discúlpame..—
—No te preocupes, yo también pensé lo mismo— respondió ya más calmada —Decía que alguien le dijo que probablemente tenía casi tres lunas.. ella cree que será un niño..—
La habitación volvió a caer en silencio. Leyla observó la expresión de la cara de Aemma, que intentaba procesar toda la información.
—Pero..— pronunció Leyla, rompiendo el silencio pero con su voz más apagada —Dice que el padre la dejó después de enterarse y se fue de King's Landing ya hace tiempo, y..y yo que..quería ir..— su voz comenzó a quebrarse de a poco, con sus orbes volviendo a llenarse de lágrimas. Aemma tomó una de sus manos entre las ayudas, queriendo darle conforte —A..ahora ella e..está ahí.. sola, y no..no sé qué hacer—
Aemma apretó la mano de Leyla con más fuerza, mientras ella peleaba por contener su tristeza.
—Lea..—
—Yo sé que ella siempre quiso estar lejos de la corte y de todas sus presiones.. pe..pero.. no siento que sean sus palabras las que están escritas en esas cartas..—
—¿Por qué..?—
Leyla titubeó por un momento. Su mente se dividió, y solo pudo pensar en mil imágenes de Gael sufriendo.
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El sonido metálico de las espadas chocando resonaba en el patio de entrenamiento de Red Keep, mientras Daemon se movía con la gracia y la destreza de un guerrero experimentado. Sus movimientos eran fluidos y precisos, desarmando a sus oponentes uno tras otro. A su alrededor, varios caballeros observaban y aplaudían, impresionados por su habilidad.
—¿Es que no tienes fin, Daemon?— bromeó Ser Alyn Blackwood, tratando de recuperar el aliento después de haber sido derrotado
Daemon río y bajo su espada, limpiando el sudor de su frente. Mucha de la servidumbre lo observaba a la lejanía, en especial las doncellas, haciéndolo sentir realmente apasionado y le alimentaba el ego.
—Tal vez cuando encuentre a alguien que pueda igualarme, considere detenerme— respondió con una sonrisa arrogante
—Si alguien puede, seguro no está en esta corte— intervino Arnold Arryn, mientras recogía su escudo del suelo
Daemon soltó una carcajada y se dirigió hacia una mesa donde había dejado una jarra de vino. Verito un poco en una copa y bebió con gusto, disfrutando del breve descanso.
—Sigan ustedes, yo me voy— dijo Daemon, colocando la copa vacía en la mesa —Vuelvo después de comer—
Por detrás de él, pudo escuchar varias risas y burlas de sus amigos. Se volteó confundido, y dijo:
—¿Qué?—
—No, nada— pronunció el Arryn, aún con una sonrisa burlona
—Ya, ve. No hagas esperar a tu hermosa prometida— dijo Alyn, después le dio un codazo a Arnold, ambos riéndose nada sutil
Antes de que pudiera responderles, el sonido de caballos acercándose a gran velocidad interrumpió la discusión. Las puertas se abrieron y todos giraron para ver al grupo de jinetes entrar. Liderando la formación, estaban dos hombres que destacaban por su presencia impotente: Robert y Ormund Hightower.
—Ya llegaron tus hermanos— comentó Alyn, volviendo a burlarse a la espalda de Daemon que veía fijamente a los Hightower —Perdón, tus futuros hermanos de la Fe— él y Arnold volvieron a soltar una carcajada que colmó la paciencia de Daemon, que volteó a verlos con una mirada muy amenazante, haciéndolos callarse al instante
—Dejen de decir idioteces— dijo Daemon, luego de volver a ver hacia los hermanos de Leyla —Ya es un milagro que no me hayan matado y ustedes dicen eso como si nada..—
—Sabías que los llaman la Furia de Oro y el Sabio de Plata, aunque no se ven que sean tan buenos— comentó de nuevo el Blackwood, acercándose a la par de Daemon —Los dioses te salven de esos dos—
—Claro que lo sé, idiota— respondió algo enojado, se apoyó en el mango de su espalda firmemente —Mi padre y mi abuelo les tienen mucha estima desde hace años, ahora más que están ayudando en la búsqueda de mi tía—
—Mientras que tú te quedas aquí, cuidando de la enfermita de su hermana— continuó Arnold, apoyándose del hombro de Daemon, el rodeó los ojos pareciendo aún más irritado —Ya, ya. No seas enojón—
Los tres se quedaron viendo como los caballeros bajaban de sus caballos y bebían lo que las doncellas les acercaban. Ormund fue el último en desmontar a su caballo blanco como la nieve, su armadura dorada brillando bajo el sol, mientras su mirada severa escudriñaba el entorno, con su objetivo puesto en Daemon. Robert por su parte, seguía sobre su caballo, igual de blanco que el de su hermano, mientras bebía de su copa.
Daemon decidió entrar a la fortaleza, ignorando cualquier mirada que pudieran lanzarle el par de hermanos pero, antes de que pudiera alejarse unos metros, Ormund lo llamó con su copa alzada.
—Daemon, ¿tan rápido te vas?— dijo, con un tono menos serio y una sonrisa que mostraba su molestia —¿No vas a recibirnos?—
Daemon se detuvo y se giró lentamente, sus ojos encontrándose con los de Ormund.
—Robert, Ormund— saludó con una muy grande sonrisa forzada —No esperaba verlos tan temprano, casi siempre terminan hasta tarde—
Robert desmontó y se acercó de igual manera que su hermano menor, queriendo evitar cualquier disputa.
—Bueno.. ya hemos recorrido gran parte.. así que deje unos cuantos hombres, mañana les volveremos a seguirles el paso— respondió con firmeza el mayor de los Hightower, quitándose sus guantes —El rey pidió vernos, así que tuvimos que parar—
—Entiendo— respondió Daemon, con seriedad —¿Alguna novedad sobre la princesa?—
—Nada aún— declaró Ormund, su tono revelando su frustración —Pero no descansaremos hasta encontrarla—
Daemon asintió, queriendo comprender la gravedad con la que hablaban sus contrarios. Pudo escuchar unas cuantas risas provenientes de los dos idiotas detrás de él y sus estúpidas burlas, así que miró a los hermanos con determinación y suspiró.
—Si necesitan algo, no duden en decírmelo— ofreció, volviéndose apoyar sobre el mango de Darksister
—Agradecemos tu disposición— dijo Robert, con una leve sonrisa —Pero por ahora, nos ocuparemos de esto nosotros mismos. Tu, dedícate a cuidar de Lea— terminó por decir, dándole unos golpesitos en el hombro del príncipe
Sin decir algo más, el mayor se alejó para reunirse con sus compañeros, dejando a Daemon prácticamente en ridículo al llamarlo como si fuera un simple niñero de la hermana menor de los Hightower. Ormund siguió a su hermano, burlándose en el camino con una gran sonrisa pícara.
Daemon apretó los dientes, sintiendo la burla y la subestimación de la multitud a su alrededor en la nuca. Pero se contuvo, queriendo no comenzarlo algo que no iba a poder controlar, dándole más preocupaciones a Leyla. Observó como los hermanos se alejaban, todavía resonando en su mente las risas de sus amigos.
—Idiotas..— murmuró para sí mismo, volviendo a colocar su espada en la vaina. Se dirigió hasta el interior de la fortaleza con el rostro en alto, queriendo no dejarse llevar por las palabras estúpidas de aquel Hightower. Sabía que probablemente Leyla ya lo estaba esperando y no iniciaría sin él.
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Una disculpa de antemano por la hora y por la tardanza pero, hasta hace poco me llegó la inspiración y por fin pude terminar este cap.
Ya, ahora sí saben que le pasó a Leyla (mi niña y sus crisis por Gael) y Daemon siendo Daemon, como siempre.
Pueden ayudarme dejando su voto y algún comentario para yo saber qué les gustó el capítulo y más personas conozcan mi historia <3
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