
-𝐨𝐧𝐞.
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—Año 98 d.C.
Un gran torneo se celebraba en King's Landing. La celebración por los cincuenta años de el rey Jaehaerys I en el trono de hierro no había sido pasado por desapercibido por todos los siete reinos.
Lores y Ladys veían de todo Poniente para felicitar al viejo rey por su gran reinado y su próspera salud en los futuros años.
La reina consorte Alyssane disfrutaba de la compañía de las jóvenes que la acompañaban en el palco real, además de las esposas de los Lores de grandes casas.
—Debe ser emocionante poder traer gloria a tu casa con una simple competencia— dijo la princesa de cabellos plateados a su mejor amiga —¿No lo crees Lea?—
—Ya lo creo Gael— contestó la castaña a la princesa, sus ojos se posaron en ella y la sonrisa que tenía de oreja a oreja al ver la competencia
—¡Oh, mira! Es Robert, tu hermano— señaló la mayor al joven de la casa Hightower —No sabía que competiría esta vez—
—Bueno, mi padre le dijo que tenía que representar a nuestra casa por ser el mayor— contestó la menor con preocupación —Además, padre quiere que encuentre una esposa este año—
—¡Porque todos ya quieren casarse!— respondió entre gritos la princesa, que fueron escuchados hasta los odios de sus padres. Sus caras de enojo en ella por sus palabras no tardaron en hacer efecto —Perdón, madre— se disculpó entre risas y nervios que fueron apaciguados al tomar las manos de la Hightower
—¿Pero sabes quién más se casará antes que se acabe la primavera?— dijo con un tono divertido que la Targaryen siempre reconocía. Juntaron sus orejas para que solo ellas escucharan sus cotilleos—Lady Ciria de la casa Butterwel con un tercer hijo de la casa Frey—
—¿Porqué Lord Frey dejaría a su hijo hacer eso?— dijo dudosa Gael —No es como que la casa Butterwel tenga algo que les haga la falta—
—Dicen que cuando el amor sobra, lo demás no importa— ambas asintieron y volvieron su mirada a la competencia que se retasaba cada vez más —¿No te gustaría casarte, Gael?—
—Dependería con quien— contestó la princesa con la astucia que la representaba —Pero siento que ese no es mi verdadero deseo. Primero me gustaría encontrar mi objetivo en la vida antes que formar una con otra persona—
—No dudo que si alguna vez quieres casarte, sería muy fácil para ti— dijo Leyla, dejando con duda a su amiga —Dejando de lado que eres una princesa. Eres hermosa, dulce y tú misma podrías elegir a ese hombre— aclamó la menor —En cambio yo, tengo que esperar a que algún caballero pida mi mano y, mis padres y hermanos lo aprueben—
—Creo que tu mayor problema hasta ahora son Robert y Ormund, si por ellos fuera, te quedarías en Antigua para el resto de tu vida— ambas jóvenes rieron en silencio al conectar la mirada
Larga parte de su vida, la habían pasado juntas dentro de las paredes de la fortaleza roja. Lady Leyla había sido elegida por la misma reina para ser la dama de compañía de su hija menor. Se habían vuelto cercanas con el tiempo, que dejaron a un lado los títulos al hablar en público.
—Mira, ya va a comenzar— volvió a decir Gael, entusiasmada al ver como el combate iba a iniciar. Leyla la miró y asintió con una leve sonrisa, luego volteó a la arena
—Como siguiente combate, tenemos a dos grandes combatientes— anunció un señor a cargo de las competencias —De un lado, el futuro Lord del Faro, Robert Hightower de Antigua— del lado derecho entre el nombrado portando la armadura y el escudo de la casa Hightower, un faro gris con una llama roja saliendo de ella y sus colores dorados y blancos
—Ese es tu muchacho, ¿verdad Hobert?— preguntó el príncipe Baelon Targaryen, señalando al joven combatiente
—Si, mi príncipe— contestó el mayor, con una sonrisa de orgullo al ver a su vástago —Lleva tiempo preparándose para sucederme y por eso no había podido asistir a los torneos anteriores—
—Un hombre que sepa de la batalla y tenga un buen conocimiento, es perfecto como heredero y esposo, ¿no lo creen?— cuestionó la serpiente marina a los hombres a su lado
Los tres caballeros rieron y asintieron con la mirada, mientras bebían de su vino.
—Y su contrincante, Ser Arthur Ambronse de la tierra del Dominio— dijo nuevamente el señor. Aplausos comenzaron a inundar por segunda vez el lugar, dejando ver por el lado contrario al caballero armado con las telas de su casa
Ambos caballeros se posicionaron, tomaron su lanza y con un grito dieron inicio a la justa. Los caballeros cabalgaron rápidamente, cada uno con su mismo objetivo, ganar y darle el glorioso honor a su casa respectivamente. El Hightower dio un golpe en el escudo de su contrincante, dejándolo sobre el lomo de su caballo a punto de caerse, pero retomó la compostura y tomó las riendas de su caballo nuevamente. Volvieron a tomar una nueva lanza y cabalgaron uno contra el otro.
En un golpe fuerte y eficaz, Robert hizo caer a su oponente de su caballo. Bajo de su caballo para poder ayudar al Ambrose, sosteniéndolo por los hombros y dándoselo en brazos a los escuderos de su casa. Unos gritos desde el palco llamaron su atención y caminó hasta quedar bajo el.
—Felicidades, Ser Robert— dijo el viejo rey desde su asiento entre aplausos al ver al joven bajar su cabeza ante el —Será un gran Lord en un futuro—
—Se lo agradezco, su majestad— respondió él Hightower al presenciar los elogios de los Lores y el rey —Si no le molesta mi rey, me gustaría pedir el favor de su hija, la princesa Gael— anunció el joven con los ojos puestos en la nombrada que lo miró con asombro
El rey asintió con felicidad. La princesa observó como su padre movía su mano, un simple movimiento. Se levantó de su lugar y tomó un aro de flores de una cesta en una esquina. Se dirigió hasta la orilla del balcón y arrojó el aro entre la lanza de joven caballero delante de ella.
—Le deseo muchas victorias honorables y justas, Ser Robert— anunció con una leve sonrisa la princesa, posó sus ojos en el rostro del Hightower que se inundaba en emoción al verla. Una vez que el caballero partió, volvió a tomar lugar al lado de su mejor amiga —Eso fue muy..—
—¿Emocionante?, ¿encantador?, ¿caballeroso?— preguntó la castaña con emoción, esperando la respuesta de su amiga que se veía confundida y sin rumbo en su mirada
—Creo que solo lindo, muy caballeroso por parte de tu hermano no dejarme solo como expectante mientras otras son bendecidas con esas cosas— respondió en voz alta con una sonrisa forzada para su madre, que la veía desde su asiento
—Si, claro..— dijo en voz baja
Gael volteó de nuevo a ver la cara de Leyla, no dijo nada a su notable voz quebrada y siguió observando los combates dejando pasar el momento.
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Después de varios combates, caballeros heridos y victorias tan cortas, el atardecer estaba por llegar a su mejor momento, dejando caer casi la noche. Esto significaba que la justa estaba por terminar, dando inicio a un buen vino y una espléndida cena en el gran salón de la Fortaleza Roja.
—¿Sabes cuántos faltan?— consultó la mayor, ambas parecían ya cansadas y aburridas por las peleas que se habían terminado en uno o dos golpes, o en peleas brutales
—Creo que falta uno más después de este—
—¿Y si ya vamos al salón?, estoy muriendo de hambre— dijo con exageración en su habla la plateada
—Mi madre no me permitirá moverme de aquí hasta que ella y mi padre se vallan, no quiere perderme de vista—
La princesa Targaryen volteó su mirada con irritación, sabía que su madre también haría lo mismo y dejó el tema.
—Mira, ya va a comenzar— dijo la Hightower, sacando a la mayor de sus propios pensamientos
De nuevo, el viejo señor cubierto de las telas rojas y negras representando a la casa Targaryen, se colocó en medio de la arena con un mazo que señalaba a los lados.
—Como último combate del día— anunció el señor. Las jóvenes suspiraron de alegría al escuchar que la justa estaba por terminar —De un lado tenemos a Ser Lancel Lannister, de Roca Casterly— aplausos se escucharon por todos lados al ver entrar al joven caballero de cabellos dorados y ojos verdes encima de su caballo —Y como su oponente tenemos a..— el hombre hizo una pausa mientras los tambores sonaban y daban más emoción y diversión ante la espera —El príncipe Daemon Targaryen, nieto de su majestad e hijo del ayudante del rey— un caballo negro y fornido entró cautelosamente, quien lo montaba era el segundo hijo del príncipe Baelon, de cabellera plateada y ojos morados intimidantes
Como siempre, los caballeros se posicionaron en su lugar respectivamente. El hombre dio la señal y ambos cabalgaron sus caballos lo más rápido posible. Quedaron en medio de la pista, las lanzas chocaron contra el duro metal de las armaduras, pero el caballero rubio es derrumbado de su montura por la lanza del contrincante plateado, cayendo en picada hasta el suelo de tierra.
La multitud estalló en gritos y aplausos, celebrando la victoria del príncipe Targaryen, que no tardó en alardear ante su familia y conocidos. Se acercó hasta el balcón y bajo su cabeza enfrente de sus abuelos y padre.
—Es tan egocéntrico. Solo a ganado unos cuantos combates y ya se hace llamar el indomable— dijo la princesa, volteando los ojos al ver a su sobrino —¿Conoces a Daemon, verdad?—
—Solo lo he visto unas cuantas veces durante las celebraciones— contestó la joven, sus ojos iban de un lado a otro, en la mara cara que tenía su amiga, y el gran alboroto que hacía el príncipe
—Vámonos antes de que el salón se llene— ambas jóvenes se levantaron y trataron de escabullirse entre las personas y la poca luz que invadía el lugar
—Espera Gael— dijo la más joven que tomando el brazo de la Targaryen deteniéndola. Las dos observaron la intimidante y molesta mirada de la reina se posó en ellas. Sin decir alguna palabra, volvieron a sus lugares en silencio
—¿Qué más quiere de nosotras, si ya a terminado?— dijo con un tono de molestia la de cabello plateado
—Tía Gael— gritó el príncipe por debajo del balcón sobre su caballo oscuro. La nombrada y su acompañante voltearon rápidamente —Antes de que se retire a disfrutar del gran banquete, me gustaría tener la atención de..—
—¿Para que querrías mi atención?— respondió Gael, interrumpiendo a su sobrino
El joven soltó una risa que fue escuchada por todos en el balcón, Gael levantó una ceja volvió a su mirada molesta que tenía normalmente con aquel príncipe.
—Me disculpo tía, pero la atención que requiero no es la suya— el joven se acercó más al balcón, mientras su contraria reía molesta en silencio. Daemon puso su mirada en la joven de quince onomásticos Hightower —Me gustaría pedir el favor de su dama de compañía, Lady Leyla del Faro—
La joven castaño abrió sus ojos de par a par al oír su nombre salir de la boca del príncipe Targaryen. Miro a su derecha y se percató que su fiel amiga estaba igual de sorprendida con los labios abiertos con sus ojos puestos en ella.
—Mi prin..príncipe— se levantó y bajo su cabeza enfrente del joven que la veía felizmente —El torneo se a terminado y ya no tiene porque..—
—Me gustaría cumplir una costumbre que de verdad me agrada mi Lady, claro, si usted quiere— Daemon acercó su lanza hasta la orilla del palco, siendo observado por cada persona en ese sitio
La joven Hightower se levantó lentamente y fue hasta su costado donde se encontraban los aros de flores. No le tomó mucho ver que tanto sus padres como los reyes veían cada paso que daba. La reina Alyssane sostenía una sonrisa de orgullo viendo a la dama, mientras que el rey miraba cauteloso a las acciones de la joven y su nieto.
—Se lo agradezco, mi príncipe— decía Lea mientras dejaba caer el aro por la lanza del caballero —Le deseo suerte en sus futuros torneos, príncipe Daemon—
—Yo le agradezco a usted, Lady Leyla—
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El gran banquete se presentó desde su inicio agradable y emocionante. La presencia de los reyes calmaban los pocos disturbios que se presentaban.
La joven hija del Lord de Oldtown, estaba junto a sus padres y hermanos que comían y bebían felizmente mientras ella observaba. Su madre se percató de su poco apetito y tomó su mano por encima para sacar de sus pensamientos.
—Perdón madre..— se disculpó la menor, dejó su cubierto tambaleando encima de su plato por su nerviosismo
—No haz probado ni un solo bocado, mi niña..— dijo Lady Hightower, pasó sus dedos por las delicadas mejillas de su hija que se estremecieron por el tacto —¿Acaso te sientes mal?, puedo llamar al Maestre para que te revise si sucede..—
—No te preocupes, madre— Leyla tomó amabas manos de su madre, evitando que armara un escándalo en medio del banquete —Yo creo que fue algo que comí por la mañana con la princesa, a ella le encantan los postres y siempre quiere que la acompañe a comerlos—
—Esta bien..— Lynesse dejó a su hija con la discusión y volteó su vista a la gran mesa de los Targaryen, donde los reyes, sus hijos y nietos observaban a la multitud bailar y comer —No es por desanimarte mi Lea, pero la reina ya tiene en mente a otra joven como propuesta de matrimonio para el príncipe Daemon—
—¿No comprendo?— contestó Lea ante la confesión silenciosa de su madre
—Que el príncipe Daemon no es una opción de matrimonio para ti, ni tú para él— la joven no supo qué responder por la sorpresa de la preocupación de la mayor
—Igual, ni un príncipe se fijaría en una niña como tú— interrumpió el segundo hijo de los Hightower, burlándose con la mirada de su hermana menor —No tienes ninguna oportunidad con él—
—Tampoco es como que yo quisiera casarme con él— respondió la menor, con un tono molesto —Es muy poco culto y no comparte nuestra fe. ¿Por qué me gustaría alguien así?—
—Tranquilos los dos— dijo la madre ambos, deteniendo las muecas que se repartían los hermanos —Solo fue un comentario cariño—
—¿Por qué no vamos a bailar, Lea?— cuestionó el primogénito de los Hightower, alzando su mano hasta la altura de su hermana
—Robb, tienes que..—
—Tranquila madre, volveré cuanto antes— dijo el mayor tomando la mano de Lea —Ahora voy a disfrutar del tiempo con mi hermanita—
Ambos salieron de las mesa y caminaron hasta el centro del salón, donde Lores y Ladys bailaban al ritmo de la música. Se incorporaron entre la multitud y siguieron los pasos.
—¿No es linda?— anunció la reina Alyssane a sus hijos a sus lados
—¿No estás cansada de arreglar matrimonios para tus nietos?— dijo el príncipe Baelon, mientras observaba a su madre mirar a la niña Hightower
—Lo dices como si yo fuera la loca de las bodas— contestó la mayor. Sus ojos seguían fijos en la dulce Hightower que bailaba con el primogénito de la casa del Faro —Solo quiero el mejor futuro para mis hijos y mis nietos—
—Y quieres gastar el dinero de la corona en lujos para esas bodas— el mayor alzó la ceja en dirección a su madre. La reina lo dejó pasar y volteó sus ojos hasta su hija menor
—Gael, ¿crees que Lady Leyla quiera casarse?— preguntó la reina, sorprendiendo a la menor dejado caer su bebida de su boca, machando una parte de su vestido
—¿Lea?, ¿casarse con Daemon?— dijo Gael confundía ante la declaración de su madre. Su hermanos mayor la miró con indiferencia al oír el nombre de su vástago —¿No crees que es muy, madre?—
—Quince años es una perfecta edad, ya a sangrado y no veo algún problema de salud en ella— contestó la reina, dejando en silencio a sus dos hijos —Además, no estoy muy conforme con la propuesta que ofrecen los Royce para casar a su heredera con mi nieto—
—¿Y qué te llamó la atención de la joven hija de Hobert?— preguntó Baelon, no se disputó en disimular la mirada que tenía en la joven dama
—Creo que a Daemon le agrada, y le gusta— ambos príncipes escupieron nuevamente el vino que bebían a sus ropas ante el anuncio que había dado su madre. Ninguno podía creer que ese joven y apuesto príncipe, sintiera cariño por alguien que no sea de su familia —¿Ambos están enfermos, o los dos no respetan a su madre?—
—Disculpa, madre— dijeron ambos vástagos de la reina
—¿Por qué no se lo preguntas directamente a la niña?— dijo el príncipe Baelon, volviendo a tener la atención de su madre y hermana —Esta aquí todo el tiempo—
—Madre, porque no esperas hasta que ella me..—
—Yo me encargaré, hija— respondió la mayor, silenciando a su hija rápidamente.
Sus ojos no se separaron en toda la velada de la niña Hightower. Cada movimiento parecía mejor que el anterior, su delicadeza al hablar y sus buenos modales, parecía como si fuera perfecta de pies a cabeza. Era lo que necesitaba la casa Targaryen y más que nada, algo que detuviera el desastre llamado, Daemon Targaryen.
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Un capítulo tan esperado y tan tardado de escribir que me mantuvo ocupada semanas.
Aquí podemos ver a Daemon egocéntrico, desde tiempos inmemorables.
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