
-𝐟𝐢𝐯𝐞.
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Daemon caminaba por el jardín privado, acompañado de su tan amada soledad. Iba ahí después de dar un paseo en Caraxes para tomar una siesta y luego seguir con su entrenamiento como lo hacía regularmente.
Habían pasado ya unos días desde la última ocasión donde su abuela lo obligó a asistir a una comida con su prometida, y desde ahí, la misma Leyla se excusaba para no ir a esas reuniones, lo que le favoreció, hasta pensó en agradecerle por haber entendido su mensaje. Aunque, ni si quiera él sabía que se lo había dado.
Llegó hasta el Arciano, un viejo árbol que daba una gran sombra, perfecta para holgazanes como el que quisieran dormir tranquilamente. Se quitó sus guantes, mientras su rostro reflejaba el deseo de una ansiosa siesta bajo esta sombra fría, ya podía verse ahí.
Pero, mientras más se acercaba, vio como su lugar de siempre estaba ocupado, algo que lo molesto pero a la vez lo intrigó. Pocos podían acceder al jardín, al menos que fuera una reunión de la familia real o siendo un miembro de esta.
Decidió quedarse quieto, con sus manos puestos en su espalda, para ver si el susodicho que le había quitado su lugar, si quiera se dignaba a mirarlo.
Su presión visual no duró mucho, porque a los segundos vio como la persona se ponía de pie, dándole la espalda, sin dejar ver su rostro. Parecía ser de estatura pequeña, vio que llevaba un vestido dorado, así que supuso que era una mujer. Llevaba el pelo recogido en una trenza mal hecha, le recordaba un poco a las que su madre se hacía o le hacía a sus tías. Estaba apunto de presentarse, por si acaso, y observar la posible belleza de mujer que sus ojos podrían admirar.
Hasta que su sonrisa se fue borrando, al ver que aquella mujer, era..
—Lady Leyla, no espera..—
Sin siquiera dejarlo terminar, Leyla lo pasó por alto, y con prisa tomó su gran libro y se fue, dejándolo hablando solo. Se quedó inmóvil aún mirando el lugar de donde Lea había desaparecido. No supo cómo reaccionar en esa situación, pero antes que nada, cerró la boca y dio media vuelta para pedir una explicación a esa falta de respeto, pero al voltear, Leyla se había esfumado, como si la tierra se la hubiera tragado en un santiamén.
Se sintió realmente avergonzado, aunque nadie había visto su lamentable actuación. Casi siempre, era él quien dejaba a las personas con las palabras en la lengua, y nunca nadie había intentado hacérselo a él. Lo que hizo que se sintieran indignado, y realmente enojado.
Suspiró y dejó esa incómoda situación de lado, caminó hasta su tan adorado lugar y se recostó, recargando su cabeza en el tronco con sus manos cruzadas por detrás de la nuca. Cerró los ojos e intentó ignorar hasta el más mínimo silencio.
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Al día siguiente, el príncipe repitió su rutina, montó por algunas horas a su dragón y después fue directo al jardín, para descansar un rato en espera de algunos colegas que lo seguían a entrenar. Ese día llevó a Darksister con el, quería limpiarla un poco ya que llevaba unos días sin blandirla.
Llegó de nuevo al Arciano, directo a su acogedor lugar. Iba con una leve sonrisa, ya podía sentir el descansar en ese tronco que era de lo más cómodo para él.
Pero, al estar casi a unos metros del árbol, vio de nuevo la silueta de su prometida. Recargada en el viejo tronco mientras ojeaba un libro, ahora uno más pequeño.
Rodeó lo ojos y suspiró con molestia. ¿Acaso no podía hacer esas cosas en otro lado? Pero en primer lugar, ¿quién le había dado permiso de estar ahí? El jardín era PRIVADO por algo, y no solo para ahuyentar a los niños.
Tosió levemente, tratando de llamar la atención de la Hightower, lo que no logró. Volvió a hacerlo, pero ahora un poco más alto, pero no funcionó.
«Aparte de estúpida, sorda», pensó con los ojos entre cerrados, frustrado por la situación. De nuevo, tosió, aún más fuerte que la anterior vez, y agradeció a los dioses que estaba ves si lo escuchó.
Al oírlo, Leyla inclinó la cabeza a su lado y no tardó mucho en levantarse, cerrando su libro y arreglando su vestido. Esta vez llevaba uno de color lila y Daemon se percató de que tenia las costuras doradas. La miró acercarse a él e intentó saludarla, olvidando por completo el enojo que le había hecho pasar el día anterior.
—Buen día, lady..—
Intentó inclinar su cabeza, pero se detuvo al ver pasar a su lado a Leyla, volviendo a ignorarlo por completo y dejándolo con la palabra en el aire. Se quedó quieto, mientras sus ojos parpadean, tratando de asimilar lo que había pasado.
Quiso encararla pero, antes de que pudiera decir algo, Leyla ya no estaba a su vista. Apretó con furia el mango de su espada y contó hasta tres para calmarse por el coraje que estaba haciendo. Suspiró y fue al lugar, pero dio unas palmadas para quitar los "restos" que pudieran quedar de aquella mujer Hightower.
Durante dos días más siguió sucediendo lo mismo. Daemon iba al Arciano y veía a Leyla leyendo o bordando, aveces huía en segundos al verlo acercarse, sin saludarlo o hacer una reverencia por respeto. Otras, parecía hacerse la que no escuchaba e irse hasta que Daemon estuviera apunto de explotar del enojo.
No sabía si lo hacía para molestarlo o porque de verdad le gustaba aquel lugar, pero algo que sí le quedó claro, es que la próxima sería la suya.
Investigó el horario con el que Leyla llegaba al jardín con algunas criadas y sirvientes que pasaban a menudo por ahí, al igual que caballeros que hacían su guardia por ahí. Fue fácil que le dieran la información, y para los que se hacían los difíciles o pedían una compensación, solo hacía falta que mostrara el mango de Darksister y cooperaban al instante.
Supo que Leyla llegaba a la hora del desayuno, cuando debería estar en asesorías con una Septa o almorzando con su madre. Le pareció extraño, pero no le tomó importancia a su falta de alimento. No quería una explicación de eso y no la necesitaba, solo quería saber porque su nuevo comportamiento y porque él era el que parecía el malo del cuento. No pediría perdón ni mucho menos suplicaría por ello, solo quería escuchar lo que podría tener que decir sobre él.
Así que, después de dos días de haber estado planeando todo. Se levantó más temprano de lo habitual, decidió no ir a montar a Caraxes e ir directo al jardín para esperar a Leyla. Quería una explicación y la iba a tener. Aunque no sabía para que, o si iba a afectar su trato hacia ella, pero por alguna razón la necesitaba.
Ya estaba bajo el viejo Arciano, el amanecer estaba apunto de contemplarse en su mejor momento, algo que amaba apreciar desde lo más alto de una montaña, pero desde su lugar era decente.
El amanecer le recordaba un poco a su madre y su hermosos cabellos dorados. Había apodado a ese momento como Aly por su madre, Alyssa.
Se mantuvo unos segundos mirando al cielo, era imposible no admirar el bello amanecer que King's Landing tenía y aún más siendo casi el fin de la primavera para dar inicio a un largo verano.
Pero un sonido de una rama rota lo sacó de su hermoso recuerdo. Volteó asustado a la entrada del jardín, y ahí estaba, su bendita maldición. Leyla parecía consternada por su presencia que solo se quedó quieta por unos segundos al ver que él tampoco hacía algo por hablar.
Leyla se dio media vuelta, y con su gran libro en brazos, que apretó contra su pecho con fuerza, comenzó a caminar para salir del jardín. No dijo ninguna palabra ni quiso hacer una discusión por aquella pequeña molestia. Daemon se sintió ofendido pero a la vez sorprendido. ¿Qué no se iba a enojar con él por estar ahí? ¿No le iba a gritar o a maldecir por arruinar sus planes matutinos? ¿No le iba a dirigir si quiera la palabra?
Daemon se levantó de prisa, tratando de seguirle el paso a Leyla que ya estaba algo alejada.
—¡Exijo una explicación!— indicó Daemon en voz alta, para detener el paso de Leyla —¡Te lo ordena tu príncipe!—
Leyla se quedó quieta al escuchar la última palabra de Daemon. Por unos segundos se quedó en su lugar sin mover si quiera un dedo, y el Targaryen tuvo la oportunidad de acercarse más, quedando a unos pocos metros de su espalda.
—¿Qué carajos te sucede?— cuestión el mayor, con su respiración acelerada. Leyla seguía inmóvil y parecía seguir así —¿Ahora no me hablaras?—
—Disculpe, mi príncipe. Pero no pensé que quisiera si quiera mirar a alguien tan patética e infantil como yo— contestó la Hightower. Su voz parecía ya no ser tan calmada, era mucho más fuerte y molesta, algo que desconcertó a Daemon —Eso fue lo que dijo, ¿o no?, mi príncipe— se dio media vuelta, quedando frente a frente de su prometido
—¿Estás enojada por eso?—
—Usted dijo que no quería intentar nada, así que yo no me molesto en seguir la corriente de lo que parecer ser un juego para usted— volvió a contestar, con el mismo tono de molestia —Si me disculpa..—
—No puedes estar molesta por eso— exclamó Daemon, en un tono de burla —Además, tú tampoco quieres hacer nada de esto—
—Una cosa es querer y otra tener que hacerlo— contradijo Leyla —Yo debo hacerlo quiera o no, y lo haré, porque así lo a dicho la reina—
Daemon no evito mostrar su expresión de burla, pero a la vez de sorpresa por el comportamiento de Leyla.
—Así que ahora obedeces ciegamente, ¿eh? la Doncella personificada sigue las órdenes sin rechistar— dijo el mayor
Leyla apretó más su libro contra su pecho, y su mirada se volvió más intensa al oír el intento de insulto.
—Si, lo hago— asintió sin titubear —Porque es mi deber. Porque tengo la decencia de cumplir con mis responsabilidades como hija de una gran casa, a diferencia de.. de otros..—
El, soltó una risa sarcástica al recibir la insinuación de su contraria.
—Que admirable— dijo, usando un tono sarcásticos —Que noble de tu parte, Leyla—
—No es nobleza, es necesidad— replicó ella, con su voz quebrándose en el intento —Porque, aunque usted no lo comprenda, yo no tengo otra opción..— exclamó mientras retrocedía unos pasos
—¡Ah, claro!— dijo Daemon, acercándose un paso más —La mártir de Oldtown, sacrificándose por la inmensa gloria de su familia y su fe. ¡Que conmovedor!—
Leyla se detuvo, haciendo que Daemon hiciera lo mismo. Ella parecía lastimada, pero él no iba a dejar el tema por la paz. Lea tomó aire y volteó a verlo, molesta y con los orbes inundados en lágrimas que contenía.
—¿Por qué siempre tiene que burlarse?— preguntó Leyla, las lágrimas amenazando con brotar —¿Por qué no puede simplemente..— se detuvo mientras suspiraba con dolor —..intentar entender..?—
—¿Entender qué?— replicó Daemon, siguiendo con su tono cortante —¿Qué estás tan atrapada en tus ilusiones que te desquitas conmigo?—
—Creo que el que se desquita es otro..— pronunció para sí misma, pero Daemon llegó a escucharla
—Yo solo defiendo lo que creo, y creo que tú eres quien quiere arruinarme—
Leyla no pudo contener más sus lágrimas y giró rápidamente, sin antes dar un paso más para alejarse.
—No merezco esto— murmuró, más para sus adentros que para el —No merezco su crueldad, mi príncipe..— le insinuó con las lágrimas brotando por sus mejillas
Daemon la observó irse, sus palabras finales resonando en el aire como un eco.
Leyla salió del jardín sin mirar más atrás, y Daemon se quedó solo entre, el día que parecía ser uno hermoso, se nublaba lentamente. La fría satisfacción en su rostro no logrando disipar la sensación de un golpe a su orgullo.
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Daemon espero todo un día. Un día antes se quedó encerrado en sus aposentos sin comer, ni recibir visitas. Se sentía extraño por la discusión con Leyla, pero sostenía su furia contra ella y unas cuantas lágrimas no cambiarían nada.
No supo porque, pero quiso volver a ir al jardín desde temprano. Sabía que si volvía a ir y Leyla lo veía, probablemente tendría problemas con su abuela y su padre, pero el instinto lo llamaba a ir.
Llegó al Arciano unos minutos después de lo que usualmente era la hora que llegaba Leyla, pero su sorpresa fue que no había ningún rastro de ella. Miro a todos lados, esperando que se allá escondido o alguna cosa así, pero todo estaba desértico.
Se acercó al viejo árbol y se sentó frente a él. Decidido esperar a que Leyla se resignara a llegar—o lo que él aguantara— pero, al parecer no parecía si quiera que fuera a llegar.
Se levantó enojada y tomó a Darksister, que estaba apoyada al árbol a un lado de él. Furioso, se alejó del jardín y fue directo al patio donde solía entrenar. Creía que así, su estrés disminuiría.
Al llegar, observó a uno de sus muchos amigos, pero no se alegró, si no que rodeó los ojos al verlo venir hacia él.
—¿Qué haces aquí tan temprano?— preguntó el hombre. Daemon lo dejó de lado mientras alzaba su espada al aire y daba unos golpes —Te perdiste de una gran noche ayer. Muchas preguntaron por ti—
—Con tanto idiota, debe ser razonable que me busquen— contestó Daemon, sin dejar de alzar la espada al aire
—Debiste venir, uno de los comandantes de la guardia de la ciudad fue quien pagó— exclamó, deteniéndose del mango de su espada y la punta topaba el suelo —¿O qué? ¿Tú mujer ya no te permite divertirte?—
—Ella no es mi mujer..— pronunció con cierta molestia, sin dejar de hacer su misma acción
—Claro.. y por eso no has visitado la Calle de la seda en casi una semana— replicó entre risas. Daemon se detuvo lentamente, sin dejar de darle la espalda —Quien sabe, tal vez tú puta de Oldtown ya te cambio y te tiene realmente enamora..—
Sin dejarlo terminar, Daemon se abalanzó a él caballero y lo tomó por el cuello. No estaba solo molesto, estaba furioso, era como si sus ojos irradiaran fuego y su sangre se calentara. Estaba fuera de control, y no sabía porque.
—Tran.. tranquilo, Daemon—
—Vuelve a insinuar algo sobre mí y yo mismo te arrancaré la lengua, y sabes que yo no juego con eso— recriminó el príncipe, apretando más el agarre sobre el hombre —¿De acuerdo, Alyn?— cuestión, recibiendo un asentamiento nervioso por parte del nombrado. Daemon lo soltó al instante y se adentró a la fortaleza, mientras Alyn recuperaba el aire
Su cuerpo estaba casi por explotar. No pensó que la noticia del compromiso se extendería tan rápido, menos sabiendo lo que pasaba con su tía. Pero eso lo molestaba, lo enojaba aún más que se crearan rumores de que lo hacía por voluntad y que estaba estúpidamente enamorado de esa maldita Hightower, que no pudo si quiera darle la cara.
No podía permitir que su reputación se viniera abajo por culpa de Leyla, mucho menos que lo fueran a comparar como alguno de esos estúpidos seguidores de la fe. Su único plan era ir a buscarla y encararla, para que ella arreglara lo que le había hecho.
La intentó buscar por la biblioteca y las habitaciones comunes, hasta volvió a ir al jardín pero no estaba por ninguna parte, y no pensaba en pisar si quiera el estúpido Septon a donde siempre corría a refugiarse. Tampoco quería verse tan desesperado.
Su última opción fue preguntarle a una de las criadas que su abuela le había designado, ahora que iba a convertirse en "un miembro más de la familia". Trató de buscarla por todo el primer piso, hasta que fue a la cocina, y la vio preparando lo que se suponía sería la comida de Leyla.
—Mi príncipe— dijo la criada, inclinándose frente al nombrado al ver sus intenciones de acercarse
—¿Sabes dónde está Lady Leyla?— cuestión con firmeza, acorralándola entre la mesa al apoyar una de sus manos en la superficie
La criada dio un pequeño salto, llevando su mano a la boca de un susto.
—¿Usted no sabe lo de su prometida?— preguntó la criada
Daemon alzó una ceja confundido por la pregunta de la mujer, que pudo haber pasado sin que sus oídos pudieran escucharlo. El, negó con la cabeza, mientras que la criada bajo su mirada, haciéndolo creer que no era nada bueno.
—¿Qué sucede con ella?—
—Mi príncipe, ella a tenido fiebre desde ayer por la noche, y los maestres no han podido controlarla— contestó la joven, siendo mirada con indiferencia por el príncipe, dándole igual lo que la mujer relataba —Dicen que no pasara de mañana..—
—¿Qué?— el rostro de Daemon se endureció, sus ojos llenos de una mezcla de incredulidad y rabia
—Solo la reina, su padre, el príncipe Baelon; y su familia lo sabe, pero sus padre salieron a Oldtown por la mañana para traer al maestre..— explicó la criada, pero antes de que pudiera terminar, Daemon salió del lugar con brusquedad
Daemon recorrió los pasillos del castillo con pasos rápidos, su mente corriendo con pensamientos desordenados. Llegó a los aposentos de Leyla, y abrió la puerta sin limitar su fuerza.
Dentro, encontró a varios maestres trabajando febrilmente alrededor de la cama de Leyla. Ella yacía pálida y sudorosa, con los ojos entrecerrados, hasta podría escuchar su respiración débil y entrecortada. Pero no se inmutó a observar que en la esquina de la habitación, estaban ambos hermanos Hightower, observando con los rostros llenos de preocupación e incertidumbre. Ormund no dejaba de moverse, inquietó por la situación, y Robert tenía las manos entrelazadas, mientras murmuraba palabras que no pudo entender.
—¿Qué le sucedió..?— preguntó el, acercándose al borde de la cama. Pasando por alto a ambos hombres
—¿Qué carajos haces aquí?— dijo Ormund, dejando de lado su nerviosismo
—Ormund, cálmate— indicó el mayor de los Hightower queriendo tomar partido en la discusión por venir entre sus contrarios
—¿No es ella mi prometida?— cuestionó Daemon, con un tono de burla
Ormund se acercó a él rápidamente y lo encaró sin limitarse; a esas alturas, el título que llevaba ese idiota no le podía importar menos, sabiendo que se trataba de su hermana.
—Lárgate si no quieres que yo mismo te saque— dijo Ormund, golpeando el pecho de Daemon repetidas, acercándolo a la pared
—¿Cuál es tu problema, eh?— contestó molesto el príncipe, sin dejarse intimidar por el robusto y fornido pecho del mayor
—¿Qué sucede aquí?— interrumpió la Mano, llegando junto con la reina. Los tres hombres restantes se limitaron a verlo, imponiendo la autoridad en la habitación
—Gran maestre, ¿hay nuevas noticas?— preguntó la reina consorte, acercándose a la cama a un lado del maestre. Él negó con la cabeza y se dispuso a salir de prisa de la habitación —Mi querida Lea..— dijo en voz baja, tomando asiento a la orilla del colchón
La habitación se quedó en silencio. Los tres jóvenes se quedaron en una esquina con los brazos cruzados y su mirada puesta en la Hightower. Baelon se quedó a un lado de su hijo y lo miró de arriba a abajo, preguntarse qué hacía ahí.
Al ver su mirada, que parecía más molesta que preocupaba, no insistió y se quedó callado mientras miraba a su madre, que parecía la más angustiada de la habitación.
—¿Tus padres?— volvió a preguntar la mayor, viendo directamente al mayor de los hermanos
—Deben estar por llegar, suponiendo que el viaje fue el más rápido— contestó Robb, dando un paso al frente —Llegarán con el maestre mañana por la tarde—
—¿Qué le sucedió?— tomó la palabra Daemon, siguiendo con su mirada en aquella mujer
Robert le dirigió una mirada helada antes de responder, aclarando su voz.
—Desde anoche, ha tenido fiebre alta— dijo con la voz tensa —Los maestres no han podido bajarla, y nadie sabe que la causó—
Daemon frunció el ceño, todavía incómodo por la tensión palpable en la habitación.
—Le debió haber afectado el saltarse las comidas..— explicó Alysanne, tomando la mano caliente de la joven —Pasaba todo el tiempo preocupándose por mi niña y nunca se detuvo a pensar por ella— confundió diciendo en voz baja, mientras sus orbes comenzaban a cristalizarse —Lo siento mucho, Robert— dijo, para tratar de calmar la tensión —Si hace falta, llamaré a los mejores maestres de todo el reino para que la atiendan—
—Gracias, su majestad— respondió Robb, inclinando su cabeza, aunque sus ojos no dejaban de vigilar a Daemon
Ormund, todavía molesto, no pudo evitar lanzar una última advertencia al príncipe.
—Más te vale no haber tenido nada que ver con esto, Daemon— dijo en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que todos escucharan
—Ormund— advirtió Robb, colocándole una mano en el hombro —Este no es el momento—
Daemon intercambió miradas con su padre, esperando que reaccionara en su defensa por tal acusación, pero solo se limitó a cerrar los ojos mientras fruncía el ceño. Al ver el desinterés en su padre, recurrió a su abuela, pero parecía estar embobada en el estado de su prometida, dejándolo indefenso contra los insulto de aquel Hightower.
El silencio volvió a caer sobre la habitación, roto por la respiración irregular de Leyla. Todos esperaban, con diferentes grados de preocupación y desconfianza, a que llegaran noticias más esperanzadoras.
Daemon, apretó la mandíbula, en un intento de mantener la compostura. Pero sin dejar de pensar en la acusación hecha por Ormund, salió de la habitación para no terminar de arruinar el poco honor que podría aún tener. Caminó por los pasillos de la fortaleza, su mente hecha una tormenta de pensamientos que lo llevaban al mismo resultado, llenándolo de una furia que apenas podía contener. A pesar de su comportamiento arrogante, la situación de Leyla lo había golpeado más de lo que él podría llegar a imaginar.
Llegó a una de las terrazas, donde el aire fresco le ofreció un respiro de sus propias emociones, y la tensión asfixiante de la habitación. Se apoyó en la barandilla, observando el horizonte mientras intentaba calmarse. No podía negar que la posibilidad de que Leyla muriera lo perturbaba, no por algún estúpido sentimiento romántico, sino por lo que significaría para su futuro, y la relación de la corona con los Hightower.
Apoyó su cabeza sobre sus brazos entrelazados sobre la barandilla, y se golpeó contra ellos varias veces. No se le sacaba de la mente que tal vez sí pudo tener algo que ver pero, una persona no puede morir solo por un coraje o alguna estúpida pelea. Era imposible imaginárselo, más sabiendo lo poco que Leyla se demostraba de ese modo, era mucho más inexplicable viniendo de ella, que parecía ser la mismísima reencarnación de la Doncella.
—¿Por qué te fuiste tan de prisa?— la voz de su padre lo sacó de sus pensamientos. Daemon levanto rostro y giró su cabeza para ver su padre acercándose lentamente
—No puedo soportar estar en la misma habitación con ese idiota y su lengua suelta..— respondió Daemon con un tono áspero —¿Qué esperabas que hiciera? ¿Quedarme allí y recibir las estúpidas acusaciones de Ormund?—
Baelon suspiró, parándose a un lado de él esperando el mejor momento para volver a hablar.
—Entiendo que estás molesto, pero tu presencia allí es importante. No solo por ella, sino por lo que ahora representas en nuestra familia— pronunció viendo a los bosques, mientras que Daemon alzaba una ceja —Debes demostrar que te importa, aunque sea solo por mantener las apariencias—
Daemon apretó la barandilla, sus nudillos poniéndose blancos. Creía que él era el menos indicado para hablar de "apariencias", sabiendo que él sí peleó por Viserys al momento de casarlo, pero cedió cuando vio que su hermano lo aceptó con condiciones. Ahora él no podía opinar sobre lo que quería porque al momento Baelon lo corregía.
Se quedó en silencio por un momento, queriendo no comenzar una discusión con su padre. Lo último que quería lograr es que le perdiera el poco afecto que pudiera haber de Baelon hacia él como su hijo.
—¿Por qué?— dijo en voz baja, volviendo a tener la atención del mayor
—Tal vez todavía no lo comprendas pero, el ser parte de nuestra casa tiene privilegios pero para tenerlos hay que sacrificar cosas por ellos— contestó Baelon, tratando de comprender su postura —Somos la casa del dragón, un juego de piezas que se basan en apariencias y diplomacia que hay que seguir por el bien del reino— observó el desinterés en el rostro de su hijo y alzó la voz con severidad —Si no puedes manejarlo, tendrás que aprender a hacerlo pronto—
—¿Igual como lo hizo Viserys?— cuestionó el menor, evitando la mirada de su padre
Baelon gruñó y arrugó las cejas, haciéndolo parecer más molesto por el comentario a su primogénito que preocupado por el pensar de su hijo menor.
—Eso es un asunto diferente..—
—Claro..— Daemon soltó una risa y volvió a colocarse en una mejor postura. Se dio la vuelta y quiso volver adentro
—Vuelve a la habitación, expresa tu apoyo por la chica y sostén su mano si eso hace falta para que sus hermanos no te rompan la cara— indicó Baelon, deteniendo a Daemon en segundos, podía escuchar perfectamente como apretaba sus puños, porque sabía que lo que más odiaba su hijo es que le dieran órdenes —Iré con tu hermano, tengo algunas cosas que repasar con el— dio media vuelta y se quedó a un lado de su hijo mientras mediaba uno de sus anillos —No quiero escuchar que te fuiste para embriagarte con los idiotas de tus amigos, ¿si, Daemon?—
Él asintió varias veces y luego Baelon se fue sin decir alguna palabra. Lo observó alejarse, mordiéndose el labio para contener la respuesta irónica que estaba apunto de soltar. Volvió a la barandilla y respiró profundamente, intentando calmar su mente. Sabía que su padre tenía razón, pero odiaba la forma en que siempre lo ponía en su lugar.
Finalmente y después de tranquilizarse, se obligó a regresar a la habitación de Leyla. Al entrar, notó que el ambiente seguía tenso. Robert y Ormund lo miraron con desconfianza, pero no dijeron nada. La reina seguía junto a la cama, mientras cambiaba el pañuelo en la frente de la joven.
Sin decir nada, tomó asiento en una silla alejada, en donde podía observar sin abrumar a ninguno de los Hightower. Ambos lo dejaron pasar y siguieron mirando a su hermana, que seguía con la respiración débil mientras murmuraba palabras en una voz demasiada baja como para si quiera entenderle.
«Serán días largos», dijo Daemon para sus entrañas, dejando caer su cuerpo sobre el respaldo con los ojos cerrados.
—Gael..— pronunció como último Leyla, cerrando sus ojos por última vez y quedarse callada, como último, una lágrima rodó por su mejilla
El silencio que siguió a la última palabra de Lea fue abrumador, dejando escandalizados y asustados a todos en la habitación. ¿Era un aviso, o una despedida?
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De verdad que me costó terminar esto, pero como podrán ver y apreciar, hay nuevos separadores y nueva portada. No es completamente nueva, solo cambié la font y unas cuantas cositas, pero creo que quedó mejor. Pueden decirme sus opiniones sin problema, que yo recibo sugerencias con gusto
Hablando del capítulo, no crean que con esto ya se volvieron lovers, solo que Daemon le disimula para que ya no lo regañen. Pero, ¿por qué Leyla se habrá enfermado? ¿Dónde está Gael y por qué Leyla dijo su nombre?, leo sus teorías para el siguiente cap <3
Pueden ayudarme dejando su voto y algún comentario para yo saber qué les gustó el capítulo y más personas conozcan mi historia. (Ya pronto subiere más videos de esta historia a tik tok por si quieren ir a verlos)
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