|48|
Los días habían comenzado a ser fríos y oscuros todo el tiempo, no era mucho lo que podía hacer con las limitadas opciones que mis padres me habían dado.
O te unes a los mortífagos o te casas.
Por el momento estaba descartando ambas, aunque preferiría la primera mil veces antes que la segunda.
Aparecí en Hogsmeade, hacía mucho tiempo que no veía a Daphne y esta sería una buena oportunidad para conversar. Era sábado y sabía que las salidas a pesar de todo seguían teniendo lugar en el pueblo. Mi amiga me había escrito y habíamos quedado de reunirnos en la plaza principal junto a la pileta, la nieve caía suavemente y congelaba el agua dentro de la fuente. Luego de mi expulsión no había vuelto a los alrededores del castillo, no porque me sintiera exiliada, si no porque era una etapa pasada para mí, ya no era parte de la magia de esos muros altos e irrompibles.
¿El destino existía realmente, era algo que pudiésemos cambiar? ¿O sólo era una fantasía que los libros de aventura donde el héroe logra salvar el mundo habían inventado?
De pronto la figura de Daph apareció a lo lejos y me saludó con la mano en alto, sonreí al ver su lacio cabello rubio, me hacía falta ver caras conocidas y amigables; no como las de mis padres que me odiaban por el hecho de estar encerrada en casa todo el día.
— ¡No sabes la felicidad que me causa verte, Perséfone Nox Rosier!— chilló mientras nos abrazábamos — Este castillo es demasiado aburrido sin tí.
— Oh, porfavor Daph; dime algo que no sepa porfavor— mencioné para después estallar en risas. Las carcajadas de mi amiga eran una de las cosas que más me gustaba escuchar en el mundo, ella era uno de esos seres que contribuían a que mi existencia no fuera tan miserable.
— Debo decirte algo que no sabes, claramente— se jactó— ¡Pietro va a viajar con su familia a pedir mi mano oficialmente! ¡Nos casaremos a lo que termine la escuela, es un hecho!— Sus manos tomaron las mías y su rostro se llenó de ilusión al mencionar el nombre de su enamorado.
No pude hacer más que abrazarla, no pensaba que eso fuera a tener lugar en tan poco tiempo; pero ella realmente le amaba y si estaba segura pues estaría feliz por su unión.
— No sabes lo feliz que estoy por tí, Daph.
— ¡Oh no mientas, Sefi! Sé que odias todo lo que tiene que ver con matrimonios y cursilerías de este estilo, no sabes mentir.
—¡No seas mal hablada, estoy sumamente feliz por tí! Además puedo notar que él realmente te ama, su romance no acabó con la distancia y que tú estés enamorada me hace dichosa— murmuré con una leve sonrisa en mis labios— No soy tan perra como todos creen.
Ella se enganchó a mi brazo mientras me hablaba de todos los preparativos, que su madre ya estaba arreglando la casa para recibir a los invitados, que estaban pensando en donde sería la ceremonia, quiénes estarían invitados, qué periódico cubriría el evento, los detalles de su ajuar, entre otras cosas que a mi amiga no la hacían estar más feliz sólo porque no tenía un tamaño más grande.
— Necesito ir a la tienda de esoterismo, necesito prender una vela roja todos los días para que el fuego de nuestro amor no se marchite nunca.
Fruncí el ceño y le observé con asombro.
— Por favor no me digas que te empezaste a juntar con Padma Patil y Lavender Brown.
— ¡No! Soy Slytherin, recuérdalo.
— Pues estás actuando como ellas; de verdad que deberías verte, estás como loca — puntualicé— Eso o te dieron una fuerte poción de amor que te tiene con las hormonas al límite, ¿Quieres controlarte? pobre Pietro, pareces perra en celo.
— ¡Heeeeeeey!— me regañó dándome con un libro en el brazo, provocando que riera con fuerza.
— Sólo te prevengo, a este paso serás como esas mujeres que andan con un montón de críos a cuestas porque no son capaces de controlar su libido— sonreí burlona— Al menos el nunca podrá dejarte por reclamar que no cumples con tus deberes de esposa.
— Ja, ja — siseó frunciendo el ceño — Veo que estás muy animada, no será por algo similar, veo que no tienes la típica cara de culo con la que siempre nos deleitas.
Suspiré, de verdad que trataba de mantenerme de buen humor.
— La verdad es que trato de hacerme reír a mí misma, desde que llegué a casa y Félix se unió; ando de los nervios.
Ella se ensombreció un poco, ninguna había vuelto a hablar de nada al respecto. Nada del señor tenebroso, nada de los mortífagos, nada de lo sucedido con Helena y menos de su funeral. Si bien los Greengrass no eran parte del círculo cercano de los aliados de Lord Voldemort, ellos estaban siendo cuestionados por no unirse, sólo había una diferencia; el padre de Daphne si estaba interesado en proteger a su familia, no como el nuestro.
— Creo que deberías casarte antes; si tu familia no quiere unirse a los mortífagos, ellos no estarán contentos, sabes que no aceptan las negativas con facilidad— mencioné— Estarías más a salvo en Bulgaria, con tu prometido y futuro esposo— comenté.
— No quiero vivir arrancando, quiero vivir aquí en Londres, no puedo dejarles a su suerte, menos a Astoria que anda lloriqueando por los pasillos debido a que Malfoy ahora decidió ignorarla.
Eso llamó mi atención, era claro para mí al menos el cambio de Draco para con Tori, él realmente le quería, sólo que estaba haciendo lo que al parecer todos hacían, ponía a salvo a las personas que le importaban, a Astoria para ser exactos.
— Creo que debe haber algo detrás de ello, sabes que él es particular; no pienses que ya no le interesa.
— Me importa el corazón y la reputación de mi hermana, espero que él. . .
— No seas aprehensiva, dales tiempo; no sabes por lo que Draco está pasando ahora.
— ¿Y tú sí? Perséfone, dime que él no está con otra. . .
— No puedo revelar de lo que es partícipe; por favor no me hagas hablar, ten por seguro de que lo que hace lo hace por mantener a Astoria a salvo.
Me observó dándose por vencida, caminó a mi lado y de pronto se detuvo ante la tienda a la que nos dirigíamos.
— Creo que a parte de mí, tendré que comprar cosas para los nervios de mi hermana.
— Y te aseguro que para los tuyos también.
Entré en el interior del local observando el sinnúmero de botellitas que se disponían en repisas para la exhibición hacia los compradores. Esperé a Daphne mientras preguntaba por una y por otra poción, cuestionaba detalladamente sus usos y sus aplicaciones. Me preocupaba de pronto cómo se obsesionaba por esas simples cosas, como si verdaderamente fueran a influir en nuestra vida.
— Tú, la chica del cabello de fuego. . .— Una voz me distrajo de los artilugios que miraba, me volví hacia ella y descubrí que era la mujer que tiempo atrás había visto mi futuro en este mismo lugar.
Me recordaba y también yo a ella.
— Sigue aquí.
— Sí y asumo que tu vienes por el mismo motivo que hace algún tiempo.
— No la entiendo. . .
— Vienes a modo de compañía, pero sabiendo dentro de ti que necesitas respuestas.
Mi cuerpo fue recorrido por un escalofrío inexplicable, a lo largo de mi vida me había topado con personas que parecían saber de mí más que yo misma y eso me causaba miedo; desconcierto y preocupación. Si ellos podían darse cuenta de lo que estaba pensando, podría hacerlo cualquiera, además que me aseguraba de que mis secretos no estaban a salvo ni siquiera conmigo; no obstante no podía negar que la sensación de querer saber algo de lo que sucedería me llamaba peligrosamente la atención.
— ¿Me permites?— me preguntó ofreciéndome tomar su mano.
Tragué firme y le concedí mi mano, una especie de conexión extraña recorrió mi espina dorsal, la vidente cerró los ojos como si buscara en lo más profundo de las líneas de mi mano, movía sus dedos sobre mi palma y de pronto sus pupilas estaban dilatadas y me escrutaban de forma intrépida.
— Perséfone. . .— susurró— Creo que tienes que alejarte de la gente que te rodea, o puede que tu vida no termine bien.
El escalofrío que sentí me invadió por completo, sin embargo no pude reaccionar a lo que hablaba de inmediato.
— ¿Qué? — balbuceé como una inepta que no lograba comprender la gravedad de las palabras.
— Estás del lado afectado de la historia y tienes que alejarte; no con quien piensas, debes huír lo más lejos que tus pies te lo permitan y no volver— farfulló— Corres peligro aquí, en Londres, en todo lo que sea parte del reino unido; o posiblemente tu alma vaya a estar en riesgo.
— Mi alma. . .¿Qué está tratando de decir?
— Tendrás que poner tu alma en riesgo para salvarte y eso te condenará eternamente y de eso nadie, ni siquiera tú podrás salvarte si eres quien lo hace.
Separé mi mano rápidamente de la de ella, sentí que todo daba vueltas y me apresuré a salir deprisa de la tienda. Ella no podía saber más que yo; no podía definir mi existencia sólo con tocar mi mano, pero ¿Cómo era posible que supiera mi nombre si jamás se lo había dicho antes?¿Sería que verdaderamente ella tenía el poder de ver el futuro? Quizás George tenía razón y no era tan apropiado saber qué era lo que sucedería, no cuando no era bueno.
— ¡Sefi!— gritó Daphne a mis espaldas —¿A dónde vas?ç— No puedo quedarme, necesito ir a otro lugar.
— ¿Qué? ¿Qué te pasó?
— No puedo decirlo ahora; pero te prometo que después te lo diré.
— ¡Sefi!
No esperé a escuchar lo que ella quería decir antes de desaparecer y volver a aparecer en medio del Callejón Diagon. Rápidamente busqué en medio de las callecitas para localizar Sortilegios Weasley, este no fue difícil de localizar, se alzaba orgullosamente dejando una estela de felicidad aparente. Si algo llegaba a sucederme quería ver a George, al menos para decirle que en realidad le había querido y que si estaba del lado equivocado de la historia o si no habíamos llegado a querernos de igual manera, en algún momento fue parte importante de mi vida.
Aunque no funcionara del todo, él me había importado.
Pude ver su rostro sonreír a través de la ventana y una mueca de disimulo de felicidad se mordió los labios cuando me observó. Sus pies se dirigieron a la puerta y cuando estuve a pocos metros de distancia otra vez una voz me sacó de mis pensamientos.
— Sefi, qué hermosa que estás ¿Qué haces por estos lados? Espero que quisieras encontrarte conmigo.
Inspiré con pesadez y mis ojos volaron de inmediato a los azules ojos de Avery.
— ¿Y cómo tendría que saber que tú estabas aquí?
— Pues aquí es donde me encargo de supervisar las identidades de las personas que pasan por aquí, si están en la lista de impuros; pues me los llevo al ministerio para que se les haga juicio.
— ¿Juicio de qué?
— De usurpación de magia e identidad mágica.
No era posible de que Gaspar tuviera que aparecer en los momentos menos indicados.
— Creo que tu labor es bastante paupérrima, así como puedes estar tú Avery, pueden haber muchos más; al parecer no eres de los protegidos del señor tenebroso— le espeté— Eres bastante reemplazable.
Claramente eso había herido su orgullo, mis afiladas y envenenadas palabras eran ciertas, no era más que un títere sin poder alguno en medio de una batalla que no le traía ningún provecho a él directamente, y estaba segura de que eso le mataba.
— Creo que tienes que acompañarme, es tarde; no es bueno que una chica merodee por estos lugares llenos de traidores a la sangre— susurró— A menos que hayas venido a ver a uno de ellos.
Esquivé su mirada y de soslayo observé que George estaba atento en nuestra escena, sin embargo no podía hacer nada. No podía rechazar la mano que él me estaba ofreciendo en ese momento o le pondría en peligro, podría exponerlo, podría provocar que un montón de mortífagos cayeran sobre ellos.
Antes de coger su mano me fijé en todos los detalles que tenía la expresión de George, sus rasgos, sus gestos, su cabello y sus ojos. Esperaba poder tener la oportunidad de ser clara como nunca había sido del todo, de decirle que aunque fuésemos diferentes había tenido relevancia en mi existencia.
Aparecí en la mansión Rosier; iba a comenzar a caminar hacia mi cuarto cuando su voz habló nuevamente.
— Sefi ¿Crees que podamos hablar un minuto, si no fuera mucha la molestia?
— Hace tiempo que nosotros no tenemos nada de qué hablar, Avery.
— Yo creo, que esto sí va a interesarte; esto te involucra.
La sensación previa al desastre jamás se puede preveer, jamás puedes saber en qué momento tu existencia comenzará a ser como si un titiritero te manejara y estuvieras a su merced. A veces la calma antes de la tormenta no llega, siempre es tempestad y no cesa jamás.
— Siento que nosotros deberíamos volver a hablar de los planes que teníamos antes de que el búlgaro idiota con el que te involucraste nos separara.
Apreté los labios y cogí disimuladamente la varita.
— ¿No hablarás en serio? Sabes que nosotros no tenemos nada más que hablar; nada con respecto a un nosotros.
— Yo no estaría tan seguro.
Sus ojos maliciosos se posaron en mí y comenzó a acercarse lentamente, no confiaba en él para nada. Así que apunté mi varita en su contra dispuesta a atacarle si era necesario.
— Oh , calma preciosa; créeme que no es necesaria la violencia en esta plática, espero una reconciliación.
— Veo que has perdido la cabeza definitivamente— reí con cinismo— Nunca volveremos a estar juntos.
La rabia y la tensión que nos teníamos era palpable en ese instante, el ambiente se cortaba con una pluma.
— Creo que muchas personas hemos perdido la cabeza, tú, yo ; inclusive Félix , quien era tan serio y diplomático.
— Lo que haga mi hermano no me interesa y a tí tampoco debiese interesarte ¿No te cansas?
— No, creo que soy bastante perseverante y no me cansaré hasta tenerte nuevamente conmigo, somos el uno para el otro.
— Cállate, no tenemos nada más que hablar.
— ¡Quiero que sepas que voy a pedirle tu mano otra vez a tus padres! Y nada ni nadie podrá impedirlo, te lo aseguro.
Reí sarcásticamente, era emocionante la manera en que creía que podría tenerme nuevamente.
— Siento que deberías pasar una temporada en San Mungo, te hace falta.
— Voy a pedir nuevamente tu mano y aceptarás, Perséfone; a menos que quieras que todos se enteren que tu hermano lleva tiempo comprometido con una asquerosa impura francesa.
Era definitivo, uno jamás podría saber qué era lo que antecedía a otras tragedias.
— No sé de qué hablas— farfullé con un nudo en mi garganta.
— No me mientas, querida; no sabes mentir— acusó— Se nota cuando lo haces, eres muy buena ocultando cosas, pero no mintiendo— sonrió con maldad — Sé que fueron a pasar la navidad allí, que tuviste una idílica reunión con el imbecil de Viktor Krum y que él fue aceptado con alegría en la hermosa familia Poulling.
— No te atrevas a difamarlo de esa forma.
— ¡Deja de mentir, no seas estúpida!— gritó y me tomó el brazo con fuerza— Vas a aceptar casarte conmigo si no quieres que tu maldito hermano sufra las consecuencias, si no quieres que tu amiga quede completamente loca cuando la encontremos y la torturemos, eres inteligente y sabes que finalmente dirás que sí, creo que has perdido un poco de la frialdad que te caracterizaba.
— No, lo haré.
Se acercó a mis labios.
— Sé que lo harás, tienes que hacerlo por ti también y el asqueroso Weasley que babea por tí creyendo en la oportunidad de un futuro a tu lado, eres mala; muy mala ¿No entiendo porqué le ilusionas?
Mis palabras no salieron, no pude negar nada ¿Cómo era posible que él supiera todo?
—¿ Él no sabe que le sacas información y cree que el cuento de hadas puede funcionar?Creo que en ese sentido eres bastante divertida, no se me hubiera ocurrido jamás.
Giró sobre sus pies y mi mano actuó por inercia; le lancé un hechizo con rabia.
— Veo que estás muy a gusto por nuestra unión nuevamente; te dejo amada mía, sigues siendo la misma de siempre— me lanzó un beso y volví a lanzarle un hechizo.
Rabia, ira y sufrimiento.
Mis sentimientos se enfocaron a tomar con fuerza mi varita y lanzar hechizos y gritar contra todo los objetos que pudiera destruir, mi cuarto se redujo a un desperdicio de vidrios rotos y ruidos deprimentes.
Él me tenía en sus manos, había conseguido quebrarme.
No podía hacer nada al respecto.
Y me odiaba a mí misma por aquello.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro