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La mesa estaba muy bella, Claire se había dedicado a poner en orden todos los detalles y la casa parecía prácticamente sacada de una película, las velas resplandecían y el árbol de navidad que habían armado en la sala se vería hermoso con las lucecitas que parpadeaban en él y con los regalos debajo.

—Ya pueden pasar a la mesa —comentó Claire dulcemente.

Antes de salir de nuestro momento sentí un flash inesperado sobre mi cara.

—¡Se veían tan guapos ahí al pie de las escaleras! —se excusó Florence —No pude evitarlo.

—¿Quieres que te tome una a ti y a Félix? —propuse y mi hermano se acercó a Florence para besarle en la cabeza.

—¡Sonrían!

Ellos realmente se veían muy lindos juntos, jamás pensé que me llegaría a agradar alguna de las novias de mi hermano y ahora heme aquí, siendo su amiga y comiendo en su mesa durante la cena de navidad.

—Quien habla de sonreír, la simpatía en persona —bromeó Félix.

—Oh call; sé que sí me ofendes, aquí todos me defenderán, así que cuida tus palabras que ahora tienes novia gracias a que ella es mi amiga.

Nos sentamos a cenar y no pude dejar de probar bocado, todos los platillos que la señora Poulling había preparado estaban riquísimos, desde el consomé con mariscos de la zona, las ostras a la parmesana, la carne con verduras, el sin fin de ensaladas frescas y los postres franceses decorados como si en un palacio estuviéramos.

—Todo está delicioso —comentó Viktor —De verdad que estoy muy agradecido por la invitación, Florence, Gustavsson, señores Poulling.

—No tienes que agradecer Viktor, nuestra casa siempre estará abierta para los amigos de nuestra hija —comentó Ralph.

Hablamos sobre un montón de tradiciones que los magos hacemos en estas fechas y todas las costumbres que hacían años existen, Félix y Ralph se colocaron a hablar sobre algunos artefactos muggles con los que mi hermano ni yo estábamos familiarizados y después Fleur contestó todas las preguntas de Gustavsson acerca de sus orígenes Veela.

Me sentí en familia y muy a gusto en el ambiente que se formó entre todos, la noche estaba fría y pronto comenzaría a nevar, por lo que Florence se levantó a encender la chimenea mientras su madre repartía postres a todos los comensales.

Pensé en ese momento en Daphne y en cómo habría de estarlo pasando, por lo que me levanté un momento.

—¿Creen que sería una buena idea hablar con Daphne a través de la chimenea? —propuse.

Fleur sonrió de manera inmediata y Florence aceptó.

—¡Off Course! ella debió de estar aquí, es una lástima que no se haya podido; así que me parece la mejor idea de todas.

—Discúlpennos un momento, volveremos en breve.

—No creo que sea tan en breve—se burló Félix. 

Al llegar a la habitación de Florence, sacó de inmediato los polvos flu que eran de una clase diferente a con los que se viajaba, eran de color dorado y se usaban específicamente para poder tener conversaciones por las chimeneas que poseyeran de esta función. Los Greengrass en su casa claramente la tenían así que no habría ningún inconveniente. Florence me extendió el recipiente donde los colocaba, tomé un poco y los vertí en la chimenea indicando claramente el nombre y la dirección a donde quería hacer la comunicación. 

Pasaron unos instantes hasta que la melena rubia de Daphne apareció.

—¡Oh, Merlín!¿Esto es real? Me ha encantado esta sorpresa, no pensé que serían ustedes —chilló de manera infantil al otro lado de la conexión.

—Ya sabemos que pensabas que era Pietro, siento si te decepcionamos—bromeé. —Tan sólo somos tus mejores amigas.

—¡Qué alegría verlas! Cuéntenme todo ¡Cómo está Francia!

—Pues Francia dice que deberías estar aquí en vez de en la vieja y aburrida Gran Bretaña—señaló Fleur uniéndose a la conversación.

Estuvimos hablando con Daphne durante unos veinte minutos sin interrupción, ella estaba muy feliz de estar junto a nosotras aunque fuera a la distancia. Tenía que reconocer que la extrañaba muchísimo, no era lo mismo estar con ella a tanta distancia; sin embargo sabía que a mí regreso podría estar con ella en la escuela y poder comentarle todos los detalles de mi viaje. 

En ese momento alguien golpeó a la puerta y Florence le dió acceso. 

—Chicas, perdonen que las interrumpa; pero tu madre quiere que vayas para poder hacer el canto de navidad.

Ví cómo el rostro de mi amiga se hizo un poema y cómo su mirada se fue de inmediato hacia mí; Viktor había ido a avisarnos y nosotras no habíamos hecho hasta el momento ninguna mención de aquella situación.

—Daphne ¿Cómo estás?—murmuró con su característica caballerosidad.

—Me alegro de verte, Viktor; no sabía que todo estaban allá, de ser así también hubiera hecho mi maleta—percibí el tono de sarcasmo en su voz.—Bien chicas, no quiero retrasar su celebración, pero me gustaría poder hablar con Sefi unas pequeñas palabras a solas si es que no les incomoda.

Sabía que me regañaría como a una niña.

Las chicas le dejaron un montón de saludos y luego de que se fueron de inmediato pude sentir la tensión y la preocupación emanar por sus facciones.

—Perséfone Nox Rossier ¿Se puede saber qué es lo que estás haciendo? 

Fruncí los labios y rodé lo ojos en signo de fastidio.

—No te atrevas a colocarme esa cara, sabes perfectamente porqué te lo pregunto y no te hagas la desentendida conmigo ¿Qué hace Viktor allí?

No se iba a cansar hasta que le diera respuestas concretas, respuestas que ni siquiera tenía en ese momento.

—¿Quieres calmarte? Me hablas como si hubiera matado a alguien ¿Podemos hablarlo luego?

— Pues no, no lo creo; necesito que me expliques porqué no mencionaste nada sobre que él estaría en tu viaje.

— Pues porque no lo sabía, Daph.—mencioné—No tenía idea de que llegaría a la casa, fue un invitado que las chicas . . .

—¿Llevaron para darte una sorpresa? ¿Es mi idea o nadie en ese lugar sabe que sales con Weasley?

Sentí el tono de reproche, claramente me molestaba porque era la verdad, no era fácil asumir que ella tenía toda la razón y que me estaba comportando como una niña estúpida que no sabe realmente lo que quiere.

—No, no lo saben; no estoy preparada para decírselo a nadie.

—¡Por Salazar, Sefi! Mira, seré honesta aunque no me lo hayas pedido, sabes que no me interesa— advirtió— Jamás te ha importado un demonio lo que las personas puedan llegar a opinar sobre tu maldita vida ¿Por qué tanto secreto?

—Pues lo sabes.  .  .sabes por qué no puedo decirlo.

— Entonces deja decirte que estás en la relación equivocada—sentenció—Nunca me agradó George, lo sabes; pero creo que llega un punto en el que debes comenzar a pensar en lo que realmente quieres en la vida y si realmente estuvieras enamorada de ese pelirrojo hace mucho tiempo que le hubieras dado un espacio más allá que el de un simple romance secreto.

—Sabes que realmente siento algo por él, sabes que todo es complicado.

—Pues el amor no debería ser complicado, Sefi—dijo con seriedad—El amor va avanzando obstáculos, pero siempre es más fuerte el sentimiento, al amor real no le importa la terquedad ni los prejuicios y te conozco. .  .

— No sé a qué te refieres.

— Por algo ocultaste el hecho de que Viktor esté allí contigo, por algo lo hiciste.

—No te pongas en plan sabelotodo, sabes que lo detesto.

—Pues me vale, te quiero y quiero lo mejor para tí; Sefi, no puedes negar que ese búlgaro te confunde de una manera terrible —concluyó.

Y lo peor de todo.

Tenía la razón.

—No juegues con fuego, Sefi —aconsejó— Te vas a quemar . No sé cuáles son los sentimientos exactos que George Weasley siente por tí, sabes que jamás me ha dado demasiada confianza; pero sé perfectamente que Viktor está completamente enamorado de tí.

Negué con la cabeza, pues esta conversación de pronto se había tornado demasiado abrumadora .

— No lo niegues, lo sabes, te lo ha dicho; se nota en la manera que te mira, se nota en la forma en que aceptó ir a Francia con tal de verte unos días y sabes qué es lo peor. .  .

Le miré totalmente avergonzada por sus palabras.

—Lo peor es que esta vez no te apoyaré a tí, no juegues con los sentimientos de un hombre enamorado Sefi, no sólo por el hecho de que te dijo que siempre estaría allí; eso debe de doler, no es la idea de que él se sienta de que no es suficiente, de que deba de vivir sus sentimientos por ti, sabiendo que sientes atracción por otro chico y que le prefieres a él cuando claramente no te es completamente indiferente.

—Daph, te necesito.

— No hagas ninguna tontería ¿Sí?

—Está bien, nos veremos en unos días.

—Sabes que a pesar de que la mayoría del tiempo eres una irritante, te quiero demasiado; pero por favor ten en cuenta mis palabras, decide lo que es mejor para ti, no lo que es mejor para todos.

Luego de eso la conexión terminó, dejándome con un montón de ideas en la mente y con pensamientos confusos. tomé valor y salí de la habitación para enfrentarme a los demás que claramente estarían ansiosos con mi ausencia. Y allí estaba presente la inescrutable  mirada de Viktor observándome desde el otro lado de la sala mientras platicaba con Claire. Daphne se vino a mi mente de inmediato, lastimosamente sentía que no podía mantenerme al margen de la situación.

Ella tenía razón en todo lo que había dicho. 

El mago que yacía unos metros más allá me confundía de una manera terrible y el tener una historia anterior con él no ayudaba para nada. Me dediqué a disfrutar de lo que quedaba de la celebración y cuando fueron las doce con toda la familia cantamos una canción de navidad, saludándonos con afecto. Abracé a mis amigas con alegría, a mi hermano; a quien jamás había sentido tan cerca y después por último a Viktor.

Ambos entrelazamos nuestros brazos en el cuerpo del otro y pude sentir cómo latía su corazón, un poco más acelerado que lo normal. El besó mi cabello y luego de eso nos observamos mientras nos dedicamos una sonrisa delicada.

—Feliz navidad. 

—Lo mismo para tí—farfullé algo nerviosa —¿Vamos afuera a conversar un rato?

—Claro—sonrió —Deja buscar una manta para que te cubras, debe de estar haciendo frío; ha comenzado a nevar levemente.

Salimos a la terraza y unos finos copos estaban empezando a caer, el verdor del césped se había teñido de blanco, al igual que las ramas de los árboles. Me cubrí con la manta y nos sentamos juntos en unas bancas de madera. Sentía la mirada de Viktor fija en mí y me volví para poder observarle. 

— No puedo creer que estés aquí; de verdad que ha sido una sorpresa demasiado agradable.

—Tampoco sabía que estarías aquí, de ser así no le hubiera dado tantas vueltas. 

Sentí su tono algo nostálgico.

—¿Qué tal todo en tu casa? No me malentiendas ¿Pero por qué no estás con ellos?

La expresión de su cara se tensó un poco, la verdad es que jamás le había visto molesto y al parecer esta situación si lo tenía enojado; o al menos algo así pude percibir.

— Las cosas con mi madre no están del todo bien; hemos chocado mucho últimamente, creo que ella siente que aún puede controlar sobre mis decisiones.

Sonreí, era lo que yo había vivido toda mi vida; aunque estaba segura de que sus problemas no eran del mismo tipo que los míos.

—¿Tu futuro?

— Mi madre no se resigna a que vaya a dejar el Quidditch, es algo que no tolera; ella es algo avara. Por eso decidí venir, antes de las fiestas tuvimos unos intercambios de palabras algo fuertes y me fuí a casa de Pietro.

—¿Enserio? No lo mencionaste en la carta.

— Creo que sólo quería contarte cosas buenas, no me gusta hablar sobre mi madre la verdad, no me gusta su forma de ser y de verdad lamento que las cosas con ella estén en tal malas condiciones.

— Puedo decirte que vivo lo mismo en casa desde niña, podría darte sólo malos consejos; sin embargo tú no los harías; eres demasiado bueno.

Me observó y de pronto se acercó para volver a abrazarme, sus brazos fuertes pedían contención y cariño; su mirada estaba algo melancólica.

—Eres todo lo que necesito en este momento, Sefi. 

— Sabes que puedes contar conmigo, has hecho demasiado por mí.

— No he hecho todo lo que me gustaría hacer contigo. 

Sus palabras quedaron en el aire y después apartó los ojos de mí, ligeramente avergonzado.

No dijimos nada más por mucho tiempo, me apoyé en su pecho y observé el paisaje nocturno. 

Esa era la sencillez, esa era la tranquilidad.

Sabía que tenía muchos pendientes en mi regreso, sin embargo por muchas emociones que sintiera no traicionaría a George.

— Está helado; deberíamos entrar—murmuré luego de una hora en silencio, él se había limitado a acariciarme el cabello.

Algo había entre nosotros, algo inconcluso, algo que latía pero que no podía concretarse por diversos motivos. Pude hacer mella de las palabras de Daphne en mi interior, lo que él sentía por mí le dolía, le hacía sentir incompleto y era tan gentil que no era capaz de echármelo en cara. 

Tal vez era una egoísta y tenía que dejarle ser libre.

Y como si me estuviera leyendo la mente susurró con sus labios presionados en mi oído.

—Por favor no te alejes, aunque no sea como yo quiera; no me faltes jamás en la vida. 

¿Cómo negarme?

No tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

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