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La señora Poulling nos observó con atención y pude ver la sonrisa pícara en su cara y eso me produjo un sonrojo excesivo en las mejillas.

—¿Van a quedarse abrazados en la puerta todo el día? —nos molestó Florence —Anda Sefi, dile a Viktor que pase pues debe venir agotado con el viaje.

Nos soltamos y nos sonreímos algo abrumados por todos los ojos que habían sobre nosotros en ese momento. A pesar de que los padres de mi amiga eran muggles sabían perfectamente qué era el Quidditch y Ralph –el padre de Florence– puso una cara de asombro y de admiración profunda al notar que la estrella del deporte mágico hacía arribo en su hogar.

— Viktor, porfavor pasa —sonrió Florence y me guiñó un ojo de manera disimulada —Te quiero presentar a mis padres.

—Es un gusto poder estar con ustedes en estas fiestas, gracias por recibirme en su hogar, señora Poulling — comentó en un tono tan caballeroso que pude ver cómo la madre de Florence se sentía encantada en ese mismo instante.

El efecto Krum.

Siempre que entraba en un lugar encandilaba al público femenino.

— Oh, dime Claire; no son necesarias tantas formalidades.

—Pues eso no me haría sentir tan cómodo, pero si insiste; gracias Claire.

Sentí cómo mi cuerpo había perdido total coordinación y que mis pensamientos aún estaban a mil por hora debido a esa repentina situación, observé a Viktor y me dí cuenta de que había cambiado bastante desde la última vez que nos habíamos visto; partiendo que sus facciones se habían perfilado mucho más y sus razgos se habían acentuado, tenía el cabello más largo, sus pestañas y cejas enmarcaban su rostro de forma perfecta y además de una sutil barba en la altura del mentón.

—Planeta tierra llamando a Sefi, planeta tierra llamando a Sefi —me molestó Fleur.

Mierda que vergüenza.

—Querida, puedes instalarte junto a Fleur, voy a servir el desayuno —habló Claire y yo me acomodé junto a la rubia, quedando frente a Viktor que me observaba de igual forma que yo a él.

Mi hermano solamente había saludado a Viktor, sin decirle o preguntarle nada más, observaba atento a nuestro comportamiento pues estaba segura que estaba esperando el momento adecuado para saltar y llenarle de preguntas; algo clásico que solía hacer, después de todo era demasiado parecido a mi padre.

—Viktor — se refirió Ralph —¿Cómo va todo en el equipo? ¿Piensas quedarte en el Quidditch muchos años? Tu carrera es demasiado prometedora —le halagó.

Observé cómo sonreía y miraba hacia abajo, ese era el gesto que hacía cuando se sentía avergonzado porque le felicitaba, algo adorable para un chico tan rudo como él.

—Pues la verdad que espero hacerlo unos años más, honestamente me interesa tomar otra carrera en el futuro, así que estaré en el equipo de Bulgaria hasta que mi contrato termine dentro de tres años.

—¿Después a qué te dedicarás? —cuestionó incrédulo, era prácticamente una locura que no quisiera seguir jugando, pero no me sorprendió como a todos los presentes.

—Pues la verdad es que terminando la escuela me quiero dedicar a viajar para convertirme en historiador —concluyó mientras bebía del delicioso café que habían preparado —Eso es lo que realmente me gusta.

En ese momento Félix intercambió una mirada conmigo, como si me avisara que había llegado mi hora y que este era el momento en que me haría sentir incómoda y avergonzada como cualquier hermano lo hace con su hermana menor.

—Vaya, eso es lo mismo a lo que Perséfone se quiere dedicar —murmuró —¿Se han puesto de acuerdo o es una de las tantas cosas de las que veo que tienen en común?

Ahora intercambié una mirada con Viktor, sintiéndome algo abrumada por la situación, sin embargo él supo sortear muy bien la pregunta claramente dirigida de Félix.

—La verdad es que sólo es una coincidencia, aunque creo que Sefi quiere hacerlo desde mucho antes que yo.

Sonreí ante la mención de mi apodo.

—Bueno, creo que nosotros siempre les decimos que prácticamente se mimetizan, ustedes tienen tanto en común para compartir —farfulló mi amiga rubia a un costado con la vista fija en nosotros y una sonrisa cómplice en la cara.

—Dime Viktor ¿Tú y mi hermana nos novios? Pues si es así debo velar por sus intereses y me gustaría ver si es algo serio, hay demasiada confianza entre ustedes —comentó —Y si soy honesto, confianza de la peligrosa.

—¡Félix, qué haces! ¡Qué vergüenza! No sabía que había venido aquí en compañía de mi madre —farfullé con sarcasmo.

Todos rieron ante la incómoda situación y miré a Viktor con gesto de disculpa por aquella indeseable intromisión.

—Sólo estoy cuidando de tí, Sefi.

— Pues no deberías hacerlo, ya estoy grandecita por si no lo notaste.

Viktor habló y salió en mi auxilio ante la conversación embarazosa.

— No Félix, no somos novios; creo que dos personas pueden tenerse cariño y ser amigos, aunque tú no lo creas.

Al parecer estábamos siendo el blanco de las bromas en el desayuno por lo que me limité a masticar e intentar degustar los deliciosos pasteles que Claire había horneado para todos. Luego de eso todos comenzaron a hablar sobre Quidditch lo cual agradecí enormemente a la hora de escabullirme de la mesa para lavar los trastos en la cocina y después subir a asearme.

Traté de calmar el torrente de emociones que tenía en ese momento. No podía negar lo evidente, la llegada de Viktor había removido cosas en mi interior y me era imposible ocultarlas, tanto para él como para mí al parecer; no obstante me mantendría al margen porque no quería dar pie para malas interpretaciones, en este episodio de mi vida estaba George presente y no podía dejar de lado ese hecho por mucho que me diera cuenta de que la conexión con Viktor seguía presente, prácticamente intacta a pesar del tiempo, la distancia y lo poco que habíamos logrado hablar por las cartas.

Me tomé mi tiempo en la ducha y luego de eso me vestí de manera cómoda. Hoy era noche buena y después me cambiaría para la cena que los padres de Florence estaban preparando, junto a las chicas iríamos al mercado en un rato y luego de eso ayudaríamos en la cocina.

Las chicas estaban en la habitación de Florence y me esperaban ansiosas de lanzarse contra mí para hacerme preguntas.

—Ustedes me la pagarán —mencioné mientras sonreí y me sequé el cabello con la toalla —Esto es una encerrona.

—Una encerrona que te encanta —respondió Fleur y tiró de mí para sentarme en la cama —Cuéntanos ¿Qué hay entre Viktor y tú? No puedes negar que hay algo importante aún y que está pendiente.

—¡Amo las trágicas historias de amor!—murmuró Florence entre risas.

A ellas no quería hablarles sobre George, sentía que no quería contarle a nadie sobre él; que no podía. Las chicas lo entenderían, pero las circunstancias no eran las mejores para hablar sobre el asunto, no quería mencionar cosas que después pudieran hacer sentir mal a Viktor.

—Chicas, ustedes saben que las cosas con él son complicadas, él tiene su vida en Bulgaria y no quiero interferir nada —comenté.

—Estoy segura de que él podría hacer algo, no te vamos a presionar —señaló Florence —Pero se notan a leguas  los ojos de amor con los que te mira, no desaprovechen esta oportunidad de sincerarse el uno con el otro al menos.

Sincerarse.

Aquella era la palabra clave que mí me costaba tanto aplicar.

Ser sincera implicaba abrir tu corazón ante alguien y no saber cómo podría usarlo, es poner sobre una mesa invisible tus miedos y abrir tu interior a la espera de que la reacción del otro sea positiva.

Con Viktor todo era sencillo, pero esta vez no sabía qué iba a resultar de todo aquello de sincerarse, sobre todo porque ahora no era yo sola, había alguien en concreto implicado en la ecuación y no quería dañarle con mis palabras.

—Mejor vamos al mercado o de lo contrario tu madre nos exiliará de la cena de la noche —farfulló Fleur.

Bajamos de las escaleras y Félix, Viktor y Gustavsson estaban metidos dentro de una plática sobre el partido de la final de Quidditch donde los mortifagos habían hecho aparición, pero claramente habían obviado todos esos detalles y se centraron en su afán por el deporte.

Florence fue a donde su madre para pedir una lista con cosas por comprar y yo me quedé allí sin saber muy bien qué hacer. Tendría tiempo de hablar a solas con Viktor antes de la cena o ya de lleno por la noche después de comer, pues lo veía muy entusiasmado con las platicas masculinas.

Salí al jardín por un poco de aire y después ví cómo Félix salió tras Florence para tener un tiempo para besarse sin que los ojos de sus padres estuvieran sobre ellos. Me gustaba ver a mi hermano de esa manera, me gustaba que fuera feliz al punto de haber echado por tierra sus prejuicios, en ese sentido él era mucho mejor persona que yo.

Aparté la mirada y en ese pude oír a Gustavsson hablar con Viktor. Sabía que no se podía oír conversaciones ajenas, pero no pude resistir cuando escuché mi nombre salir de los labios del hermano de mi amiga.

Perséfone es muy hermosa ¿Es verdad que son novios o algo parecido?

Mi corazón se detuvo unos instantes a la espera de la respuesta del búlgaro.

Ella no es mi novia, Gustavsson, pero le quiero de una manera especial.

— Se ve que ambos se gustan ¿Por qué no están juntos?

—Pues a veces las cosas son complicadas y no pueden ser como uno quiere, pero te aseguro que un día conocerás a alguien y priorizarás su felicidad y bienestar por antes que cualquier cosa, ahí te darás cuenta de que realmente sientes algo verdadero.

—¿Osea que tú y ella. . . ?

—Yo haría lo que sea por Perséfone, haría lo que me pidiera y no sería capaz de negarselo jamás.

Esa forma de contestar me volvió a remover cosas que no creí ser  capaz de sentir, decidí entrar a la casa para que detuvieran su plática secreta sobre mí, no sabía si sería capaz de seguir oyendo todo eso de manera indirecta sin lanzarme a los brazos de Viktor y abrazarle con fuerza.

No podía, en esas circunstancias no podía.

—¿Están listas? —hablé unos tonos más altos para anunciarme y los chicos dejaron de inmediato de conversar.

—Estamos esperando a Florence, debe estarse besando con su novio en alguna parte del campo —sonrió Fleur —A ella le encanta contar dinero delante de los pobres.

Sonreí y mis ojos no pudieron evitar volar hacia Viktor que ya tenía su mirada posada en mí. Sonreí y él me devolvió el gesto y un guiño.

Eso me colocó nerviosa y aparté la mirada.

Sentí algo de alivio al salir de la casa y encaminarme con las chicas por las pintorescas calles del pueblito. Florence iba recitando la lista del mercado y Fleur le interrumpió diciendo que debía de comprar unos regalos de último minuto que había olvidado.

—Debo comprar algo más para tu hermano, no sabía que vendría de la escuela, había mencionado que se quedaría en Beauxbatons y no le tengo nada.

—De hecho yo también debo hacerlo, no sabía que tenías un hermano.

Nuestra amiga sonrió y frunció el ceño.

—No le concientan tanto, después andará por todo el colegio pavoneandose de que tiene regalos de dos chicas guapas que fueron a su casa para las fiestas —mencionó rodando los ojos.

Hacer la compra era algo que hace mucho tiempo no hacía, en casa por lo general los elfos se encargaban de todo y nadie se preocupaba de estos quehaceres, por lo que me divertí observando las frutas y las verduras. Además de que fuí deleitandome con los aromas que los productos ofrecían, guardamos lo que fuimos consiguiendo en unos bolsos con el hechizo indetectable y nos preocupamos de llevar algunas bolsas en las manos para no levantar sospechas entre los mercaderes.

Luego de eso nos dirigimos a unas callecitas más allá donde estaba el centro del pueblo y nos deleitamos con unos escaparates con souvenires muy bellos y novedosos, sin duda este lugar era mágico y la vida de las personas era mucho más tranquila de la que al menos yo llevaba en Londres. Observé y ví también como Florence iba a tomando fotografías de cualquier cosa que le llamara la atención; eso me causó gracia y mi atención se centró en comprar algunos regalos para la familia de Florence y también para mis amigas y Viktor.

Al llegar a casa estaba algo cansada pero me puse de inmediato a ver en qué podría ayudar, por lo que decidí que iría a cortar hierbas para sazonar las comidas de la noche. En eso sentí unos pasos tras de mí, era la madre de Florence.

—Querida ¿Puedo ayudarte?

Oh, claro ;no debería preguntarme, esta es su casa.

— ¿Cómo te has sentido aquí?

—Creo que jamás había vivido una navidad así, si le soy sincera en mi familia es diferente.

—Entiendo —comentó —Florence ha hablado mucho sobre tí desde que estuvo en Hogwarts, me alegra mucho que ella haya conocido a dos personas tan gratas, me alegro también de que ella esté con tu hermano, se ve que es un joven muy educado.

—Y que le quiere, conozco a mi hermano; creame que jamás lo había visto así y no lo digo por apoyarlo, nuestra relación no siempre fue buena.

Ella sonrió al ver la sinceridad con la que hablaba.

—Tú también debes sentirte así, veo que después de todo eres una jovencita muy especial, mereces ser feliz también.

Eso me causó mucho sentimiento.

—No soy tan buena como cree.

—Pues si eres amiga de mi hija eso me dice que lo eres, no te reprimas, no pierdas oportinades por hacer felices a otros; importa que seas feliz tú.

—Gracias por su hospitalidad Claire.

—Gracias a ti por aceptar nuestra invitación, gracias por ser amiga de mi hija, ahora quiero que vayas a casa y te prepares para la cena de la noche, además estoy segura de que el joven Viktor muere de ganas por pasar un tiempo a solas contigo —murmuró con una sonrisa sincera.

Me sonrojé ante eso y continué ayudándole. A la larga era verdad, pero me sentía tan nerviosa por ese hecho que quería retrasar lo máximo posible.

Pasadas unas horas y fueron las nueve de la noche ya estaba lista, como no había llevado ningún vestido pensando que estaría en casa, Florence me prestó uno de color rosa pálido con algunas blondas y bella caída.

Cuando bajé por las escaleras, ví a Viktor levantarse de manera automática del sofá y dejó el vaso que estaba sosteniendo, el negro hacia que se viera mucho más apuesto que de costumbre. Se acercó a mí y me tendió una mano para que bajara sin problemas los últimos escalones haciendo notoria su galantería.

—Te ves hermosa, Sefi —murmuró y me otorgó una sonrisa.

Una que fue inevitable corresponder con la mayor sinceridad posible.

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