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Lo bueno de todo es que nadie hizo mención a que no había pasado la noche en mi habitación; todos salvo Helena. Cuando entré al cuarto ella estaba limándose las uñas, terminando de hacerse una manicura. Me observó con recelo y curiosidad hasta que su mirada inquietante me perturbó.

— ¿Qué? ¿Necesitas algo que me observas tanto? — cuestioné sin mirarle.

Ella no contaba con que le dirigiera la palabra pues últimamente casi no transábamos diálogo, ni siquiera para hablar en clases.

— Nada.

— Pues entonces deja de observarme, hasta donde yo sé ya no hay relación entre nosotras.

— ¿Puedo hacerte un comentario, Persefone?

No emití palabra, sólo asentí.

— Espero que pienses bien lo que haces, ojalá no te metas en problemas por estar entrometida con ciertas personas y por quedarte fuera de la sala común en toque de queda.

Sonreí de manera irónica mientras comenzaba a cambiarme de uniforme.

— ¿Sería eso o algo más?

—Como dije, sólo es un comentario.

—Pues tus comentarios deberías guardártelos para cuando te pregunte y que yo sepa no lo he hecho.

Helena resopló con fastidio y guardó las cosas que estaba usando en el cajón de la mesita de noche.

—Realmente eres desagradable, sólo lo digo para que no te crees un problema.

Sí que era cínica.

— Pues te recuerdo que el primer problema lo tuve porque mi supuesta  mejor amiga me delató y dijo cosas que no debía —le rebatí—No seas hipócrita, Helena.

—Aunque no lo creas, si te extraño mucho —comentó, tratando de excusarse —Estuvimos juntas desde pequeñas.

—Y la envidia te pudo y me traicionaste, me metiste en problemas con mi padre a pesar de que sabes que tenemos una pésima relación —le contesté sin mirarle —Te pido que porfavor no me vengas con sentimentalismos, que cuando me echaste en cara las cosas no decías ser mi mejor amiga.

Realmente una de las cosas que más detestaba en la vida era la deslealtad, no es que yo fuera de muchos vínculos, no me fiaba ni de mi sombra pero con ella prácticamente había crecido y que me traicionara sólo por sentirse celosa no estaba contemplado para mí.

—Sefi. . .

—No por favor Helena, no continúes; la otra vez cuando supe que salías com Gaspar fuiste muy clara al decir que querías que me mantuviera al margen de tu vida y eso es lo que seguiré haciendo.

— ¿Acaso no te importa nuestra amistad?

— ¿Nuestra amistad ? ¿En enserio Helena? Ya no somos amigas, dejamos de serlo el día en que decidiste apuñalarme por la espalda, encuentro que tu actitud es infantil, ahora que estás sola quieres que nos reconciliemos —le respondí —Pero lamento decirte que no me haces falta y tampoco quiero estar cerca de una chivata que andará por allí llevando chismes para sentirse importante, tú a tu vida y quédate bien lejos de la mía.

El haberme alejado de Helena no fue fácil para mí, pero después entendí que ella prefería otras cosas, o de lo contrario jamás hubiera decidido dejarme a un lado de su vida y menos aún romper nuestros códigos.

Salí de la habitación para dirigirme hacia el Gran Comedor, no comía desde la cena y ya estaba necesitando de un almuerzo contundente. El aroma de la comida se sentía desde las mazmorras y mi estómago se hizo notar de inmediato, pues comenzó a sonar de una forma vergonzosa.

Observé la mesa de las serpientes y varias personas estaban en ella, tenía mis cosas preparadas para la clase siguiente conmigo, así que me acerqué a donde hubo un asiento vacío. Al lado de mi primo Draco se levantó una chica que trataba de coquetearle y yo aproveché de instalarme, ganándome una mirada de molestia por parte de mi compañera.

— ¿Qué hay, Sefi? ¿No te había visto en la sala común? Pensé que Mulciber te había asesinado en un arrebato de estupidez.

—No tiene los cojones para eso —me sonreí —Te lo aseguro ¿Alguna novedad?

—Pues Umbridge ha solicitado que Slytherin se presente en su oficina por la tarde —mencionó —Quiere que nos veamos para comunicarnos algo importante.

—No puede importarme menos la verdad —comenté y empecé a darle sorbos a la rica sopa de verduras que humeaba en la gran cacerola.

Observé disimuladamente a la mesa de Gryffindor, Fred y George estaban payaseando y después llegó Potter a la mesa; agudicé mi visión al notar que repentinamente todos se juntaron de manera discreta junto a él, mencionó algo y después todos siguieron en lo suyo.

Disfruté con ganas la sopa y luego de eso me serví un gran plato de puré de papas con carne de vacuno, sentí que no comía con tantas ganas desde hace mucho tiempo; realmente la comida estaba deliciosa y eso me hizo sentir satisfecha y algo somnolienta, realmente ese caldo había hecho lo suyo pero no podía darme el lujo de una siesta pues ya me había saltado dos clases.

—Sefi ¿Puedo ver tus apuntes de historia de la magia? Me faltó copiar algo —me preguntó Higgs cuando vió mi cuaderno.

—Claro, nada más no vayas a mancharlo con comida—indiqué.

Nada más tomarlo esparció todos los pergaminos por el suelo pues tenía dedos de mantequilla.

— ¡Higgs! —chillé —¡Pues lo has desordenado todo! Eres un idiota con una coordinación fatal.

Antes de que pudiera acercarme a recoger todo él ya lo había hecho y también mi primo.

— ¿Qué es esto? —preguntó Draco con un sobre entre sus manos.

—¡Dame eso, Malfoy!

Mi dulce primo tenía la carta que Viktor me había enviado hacía unos días atrás, pues había olvidado por completo que no la había guardado en mi baúl, resguardada de las manos curiosas como las de Draco.

— ¡No te creo que es una carta de Viktor!

Al momento en que Draco vociferó aquello los ojos de un montón de chicas se posaron sobre mí, traté de mantener la calma y de no mostrarme abrumada, pero la sola idea de que la abriera y la leyera me hacía enfurecer; por lo que me lancé sin piedad sobre él para quitársela de las manos.

— ¡Dámela!

— ¡Cálmate, no voy a leer las cosas románticas que el búlgaro te escribe! ¿O es que es una carta donde se escriben cosas indecentes?

Me mordí la parte interior de la mejilla, haciéndome sangrar, debido a que sentí el sabor amargo de la sangre en mi boca. Draco realmente me sacaba de mis casillas.

—No seas un maldito entrometido, Malfoy —dije al quitársela —Yo no ando vociferando a los cuatro vientos que te encamas con un montón de chicas.

— ¡Sólo era una broma, porqué te colocas así!

—Pues no tienes derecho de involucrarte en las correspondencias ajenas.

En ese instante miré a la mesa de Gryffindor.

Miré en específico a George y pude ver cómo la expresión risueña que había tenido hace minutos atrás se había esfumado, lo más obvio era que había oído todo el escándalo que montamos en la mesa y escuchó el nombre de Viktor; cosa que obviamente no le había caído en gracia para nada.

Ví cómo la molestia se hizo notoria en sus facciones y unos segundos después se levantó de la mesa, no quise ser evidente y lanzarme tras él de inmediato; no obstante esperé unos minutos adecuados y me levanté de la mesa casi como una autómata.

—No te enfades —comentó Draco con el tono de risa en su cara.

—Come mierda y muérete.

Apuré el paso pues lo ví irse en dirección a los jardines traseros del castillo, sabía que se había enfadado pero a la larga esto lo hacía sólo porque no quería que hubieran malos entendidos, después de todo no tenía porqué darle explicaciones sobre con quien me escribía.

— ¡George! —grité cuando le ví sentado en una de las bancas se piedra, al verme se levantó de inmediato.

Tuve que correr para alcanzarle y poder hacerle frente.

— Hey, te estoy llamando desde unos cuatro colinas atrás ¿Qué te sucedió en el comedor? ¿Por qué me estás evitando?

Sus ojos demostraban enfado y su cuello tenía las venas marcadas por el enojo que estaba sintiendo.

— ¿Por qué te molestas en hablarme?¿O acaso has olvidado que alguien puede vernos?

Sentí demasiada hostilidad de su parte y me sorprendió.

— ¿Por qué dices eso? No entiendo.

— ¿No entiendes? Si no lo entendieras no estarías aquí hablando conmigo arriesgandote de que te vean hablando con un traidor a la sangre.

—George, por favor ¿Puedes explicarme?

—¿Acaso no has dejado de escribirte con Krum? ¿De verdad no puedes cortar la maldita comunicación con él?

Eso me afectó la verdad, realmente esto era más que una simple escena de celos, él estaba demasiado molesto y toda su actitud y comportamiento gritaban agresividad.

— George no te comportes como.un niño pequeño ¿Es enserio?

—¡Sí, es enserio! ¿Crees que soy feliz sabiendo que te escribes con tu maldito ex novio? ¿Crees que soy feliz sabiendo que te avergüenza que te vean conmigo?

Eso sí que fue molesto, sentí que me estaba culpando de una situación que salía de nuestras manos completamente.

—No seas injusto Weasley, cuando comenzamos a salir ambos aceptamos ciertas condiciones.

— ¿Salir? ¿Tú a esto sólo le llamas salir? Pues que bueno saberlo, Perséfone.

Estaba siendo realmente un cretino y eso no iba a soportarlo.

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Tienes una idea?

—¡Sí, me gustaría que reconocieras lo que sientes por mí y que no nos anduvieramos escondiendo como dos malditos asesinos!

— ¿Y qué propones? ¿O sólo vas a lanzarme la carga a mí? Pues es bien fácil, tú vives en un mundo de fantasía al parecer ¿Crees que a tu familia le agradaría saber que sales conmigo? ¿A tu hermano? ¿Crees realmente que decir todo es lo más fácil?

—No quiero seguir ocultándome, eso no es lo mío, eso no es de valiente.

Eso dolió.

—Pues tampoco es muy valiente delegar la responsabilidad de las decisiones en la otra persona, sabes perfectamente cómo es esto.

— ¡Y estoy harto! Estoy cansado de tener que vernos en el mundo muggle en las vacaciones, que tengas que ocultarme, que tengamos que reunirnos en una maldita aula vacía y sucia —vociferó —Me merezco mucho más.

— ¿Quién te crees que para gritarme así?

—¡Pues soy tu maldito novio y te exijo respeto!

—¡Ah! No sabía que por ser mi novio tenías derecho a gritarme, pues ahí te ves Weasley.

Giré sobre mis talones sintiendo que saldría fuego de mi interior.

—¡Hey a dónde vas! No hemos terminado de hablar.

—Pues yo ya lo hice.

—Te juro que si das media vuelta jamás te perdonaré —me dijo de manera terca.

—Pues mírame y vé cómo lo hago.

Caminé de vuelta al castillo echando humo por las orejas, no entendía cómo era capaz de decirme que no era valiente cuando me había arriesgado con todos para poder darnos una oportunidad, cuando había cambiado mi apariencia con tal de verlo.

Yo era la que no se merecía aquello.

Respiré profundo para no lanzarle un Crucio a nadie en mi camino, de verdad que la situación me tenía molesta y me hizo pensar que no tendría que haber salido de mi habitación en todo el día.

Pero las cosas siempre podrían empeorar.

Señorita Rosier.

Lo que faltaba.

— ¿Puede entrar por favor?

Umbridge había salido de su oficina únicamente para llamarme y lamentablemente no podía negarme, eso me frustró pues ella realmente me desagradaba y estaba tan enfadada que no era una buena combinación.

Los cuadros en forma de platillos con gatos aullaban sin descanso y realmente me irritaron de sobremanera, toda ella era odiosa y repulsiva.

—Siéntate, necesito hablar contigo de algo y quiero ir al grano.

—Usted dirá —según yo no estaba metida en problemas a menos que hubiera oído mi reciente discusión y eso me convertía en una víctima de inmediato.

—He visto tu actitud y lo buena líder que eres —me halagó, cosa que no esperaba —Por eso quiero proponerte que seas la cabeza de la brigada inquisitorial.

¿Qué mierda era eso?

—Disculpe profesora, no estoy entendiendo.

—Verás, sospecho que hay un grupo de estudiantes haciendo actividades ilícitas y necesito de una organización para detener ese actuar.

— ¿Actividades ilícitas cómo cuáles? ¿Fumar hierba en el campo de Quidditch detrás de los matorrales o tener sexo en los camerinos?

Eso la hizo fruncir el ceño.

— Eso y otras cosas, Rosier; sabes perfectamente ser una líder, por ende no es necesario que te esfuerces mucho.

— ¿Y?

—Necesito tener ojos en todos lados, sabes que las cosas en la escuela no están bien.

Eso fue lo que me hizo perder la compostura, ya había sido demasiado en un día.

— Sabe profesora, no estoy dispuesta a estar delatando a mis compañeros, una cosa es que no simpatice con la mayoría y otra es que me ande metiendo en sus vidas.

—Pero podrías tener beneficios. .  .

—Esos beneficios me los puedo conseguir por las mías, no necesito de su ayuda.

—Perséfone piénsalo, además a tu padre no le gustaría que rechazaras esta oferta.

Estaba hasta la mierda de que todos trataran de manipularme.

—Pues entonces mi padre tendrá que aprender a vivir con eso, no queda de otra; si me disculpa tengo cosas más importantes que tener esta plática absurda.

— ¡Rosier!

—Y otra cosa, lo único que podría decirle es que Parkinson estaría feliz de andar delatando gente, ofrezcale el cargo a ella, sin duda no la decepcionará.

Lo único que quería era irme a mi habitación y dormir hasta que saliera el sol a la mañana siguiente, no pensaba ir a clases en el resto del día, por lo que a penas me lancé en la cama, cerré los ojos para despejarme. Dormir me haría recuperar algo de la cordura que me estaba faltando aquel día.

Y así fue pues a la mañana siguiente desperté mucho más animada, sin mencionar que las vacaciones de navidad se acercaban, hace unos días había recibido una carta de Félix donde decía que tenía algo preparado y que viajaríamos para las fiestas y eso me entusiasmó de inmediato.

Anoche había aclarado mis ideas y decidí que lo mejor que podía hacer sería disculparme con George, en varias cosas tenía razón y la verdad no quería seguir disgustada con él. No obstante no le ví durante la primera ni la segunda hora, tampoco a Fred.

Eso se me hizo raro, ellos jamás faltaban a transformaciones pues eso les ayudaba a aprender técnicas nuevas para sus bromas.

Pensé que pedirle ayuda a Daphne, por lo que apenas la ví le pregunté que averiguara.

— ¿Cómo es que no lo sabes? ¿Acaso no eres su maldita. . . uh acaso no sales con él?

Eso me alarmó.

— ¿Qué ha sucedido?

—Los Weasley se fueron anoche mismo de la escuela, su padre tuvo un accidente en el ministerio.

— ¡Qué !¿Qué demonios pasó?

—Mira no se sabe con claridad el cómo se enteraron aquí en la escuela, pero se dice que fue atacado por algo y que está gravemente herido en San Mungo, que si no lo llevaban a tiempo podría haber muerto.

Eso hizo que la cabeza me diera vueltas.

—¿Sabes algo más?

—No de manera segura, pero estoy segura de que esto es obra de quien tú sabes.

Intercambiamos una mirada de sospecha.

—¿Cómo podría haberse colado en el ministerio?

—No lo sé, pero por lo que oí a hurtadillas en la sala de maestro, es que habían hallado rastros de marcas del reptar de una serpiente en el lugar del ataque.

Si eso era así, todo era claro.

Me sentí mal por George, pues debía de estarlo pasando mal.

Y me sentí mal por el hecho de no haberlo acompañado.

Pero me sentí peor al darme cuenta que me había dejado fuera de aquello, ni siquiera me había enviado una nota para avisarme de su partida.

Me había aislado de una u otra manera.

Y eso no se sentiría bien para él y lastimosamente daba indicios claros de que nada estaba bien.

Nada estaba bien con su familia y tampoco entre nosotros.

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