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Releí la carta por segunda vez y me sacó la misma sonrisa que la primera.

Querida Perséfone

«No sabes lo estúpido que debí haberme visto cuando el cuervo que trajo tu carta me buscó en medio de los jardines de Durmstrang; todavía estoy en la escuela porque he tomado unos ramos extras que fueron establecidos en el programa y como buen futuro viajero no podía perdermelos. El ave revoloteó a mi alrededor, hasta que mis compañeros me dijeron que era una correspondencia para mí, el corazón me saltó fuerte cuando reconocí tu letra y una sonrisa idiota se puso en mis labios al ver que efectivamente era tuya, dejé la conversación a medias y me dirigí de inmediato a mi lugar favorito dentro de la escuela para poder estar tranquilo, en las rocas al lado del campo de hielo.
No sabes cómo extrañaba hablar contigo o recibir noticias tuyas, tengo que admitir que las ganas por escribirte me comían, pero te había prometido que esperaría a que tu decidieras hacerlo y para mi anhelo así fue

¿Quién es Dolores Umbridge? Acá no la conoce nadie así que no debe ser una destacada maestra en artes oscuras, sabes que no es por ser engreído pero no hay mejor escuela que Durmstrang para esas materias, espero que le des su merecido, estoy seguro de que así será.

Con respecto a tu familia, la verdad es que lo único que puedo decirte es que sabes que cuando termines tus estudios, puedes venir a mi casa cuando quieras; me harías feliz de tenerte conmigo unos días más que sea, no me malentiendas, pero de verdad que las ganas de estar contigo me gobiernan en muchas ocasiones.

No tienes que disculparte por no haberme escrito antes, sabes que te entiendo y no tienes que explicarme razones, tú eres una mujer liberal y de carácter, no tienes porqué y punto. Pero debo decirte que mis deseos egoístas por saber de tí, estaban haciendo mella en mí, de verdad que leer tu caligrafía perfectamente escrita me transmite todo la paz que necesitaba.

He tenido algunas discusiones con mi familia, pues ya les he comunicado que no me interesa seguir en el Quidditch, que por algo tomé esta especialización y que es definitivo, a mi madre no le pareció en lo absoluto, dice que mi futuro está en el deporte y no de la mano de una tontería como la historia; sin embargo es mi vida y yo decido que es lo que quiero hacer con ella, así que en ese sentido puedo entender en parte las cosas que has vivido en tu casa.

¿Cómo está Daphne? Pietro ha descubierto que te escribía y me insistió hasta que tuve que escribir preguntando por ella a pesar de que ellos se escriben durante cada semana.

No sabes cómo me gustaría verte, estar contigo, platicar durante horas acerca de la cantidad de acontecimientos estelares que han ocurrido a lo largo de los años y sin aburrirnos, deseo que me cuentes a cerca de todos los libros de magia tenebrosa que has leído, sé que lo sigues haciendo, aunque ahora no esté permitido, creo que te conozco lo suficiente como para saber que los viejos hábitos no se quitan aunque haya un infiltrado del ministerio allí, me gustaría ver cómo está tu cabello, si han aparecido más pecas en tu rostro, si tus pestañas siguen tan largas como siempre, lo siento; creo que me he excedido demasiado, siendo totalmente arriesgado, me gustaría que la próxima vez que me escribas me envíes una foto si no es mucho mi atrevimiento, pues si te soy sincero he aprovechado de enviarte una fotografía que tomé la primera vez que salimos, tu sonrisa se ve tan luminosa que imagino que te gustaría tenerla, cada vez que siento que las cosas no andan bien o que percibo que las tormentas se acercan la observo y sonrió espontáneamente al ver que desde esa fotografía me sonríes,Sefi.

No es necesario que me envíes una carta de contestación a esta, se supone que yo estoy contestando a la tuya, pero quiero ser reiterativo, si de verdad en algún momento necesitas algo, necesitas hablar, maldecir a alguien, pelear, rabiar, si requieres de una palabra de aliento; sabes que puedes contar conmigo, tú me dices y sabes que estaré allí, es más, no necesitas decirme nada, sabes de sobra que estoy allí para tí, para lo que necesites, para lo que sea.

De verdad anhelo que tu año escolar se pueda ir dando de manera tranquila y sin incidentes, pronto vienen las fiestas y la verdad es que todos queremos estar tranquilos para recibir esas fechas, espero que para esos entonces mi madre esté apaciguada o de lo contrario me autoexiliaré de la celebración familiar ¿Tienes pensado que harás en navidad?

Cuidate mucho ¿Sí? Sabes que me moriría si me llego a enterar de que algo ha pasado, sobre todo con todas las cosas y sucesos que tuvieron lugar el año pasado, pero sabes; creo que todo es por algo, me siento dichoso de que seas parte de mi vida y todo lo que hemos compartido.

Ya estoy imaginando la cara que colocarás al leer toda esta cursilería, dirás que estoy llorando como una nena y me imagino todo lo que reirás y pienso en todas las veces que has de estar colocando los ojos en blanco debido a toda la extensión de esta misiva, pero no me importa, sé que dentro de tu gélido corazón hay espacio por pequeño que sea para la paciencia y eso servirá para que leas las cartas de tu búlgaro cursi que te extraña a mares.

Espero que esta carta no tarde demasiado en llegar, me fijé en que hubiera buen tiempo para que el ave no tuviera que enfrentarse a una tormenta, le basta y le sobra con tener que llevar el peso de este gran pergamino con el que te trato de condensar todo mi cariño.

Gracias por esta carta, de verdad te echaba de menos de una manera que no te imaginas.

Con amor, Viktor»

La calidez de este momento lo guardaría por un instante dentro de mi mente y lo seleccionaría para recordarlo después, cuando tuviera momentos de estrés o de molestia. Viktor tenía esa capacidad, podía hacerme sentir mejor con sus palabras aunque estuviésemos a kilómetros de distancia, era algo de lo que estaba profundamente agradecida y si antes no le había escrito era porque no quería sentirme como una maldita egoísta que piensa solamente en ella.

Guardé el sobre en el bolsillo interior de mi cuaderno y me dirigí con el para tomar apuntes de la última clase que me correspondía. Cogí el pergamino de runas antiguas y me coloqué una bufanda para evitar que el frío se me colara por entre la blusa, el clima últimamente era nevado la mayor parte del tiempo y hace poco me había cogido un resfrío del que me costó salir aunque haya ingerido las pociones necesarias

No quería tentar a la suerte.

La clase pasó sin mayores inconvenientes, luego de ella me reuniría con George en el salón donde solíamos encontrarnos. Él había estado algo ausente últimamente y la verdad de las cosas es que no me explicaba el motivo de su alejamiento repentino.

No es que fuera frío ni cortante conmigo, solamente que ahora su rutina de estudio se había incrementado de manera sospechosa y eso era algo que me llamaba la atención inevitablemente. No era tan fácil hallarle en las horas libres y nos estaba costando encontrar espacios en los cuales reunirnos sin que nuestros horarios se cruzaran. 

Por lo que cuando sonaron las campanas indicando el fin del día escolar, tomé mis cosas y salí rápidamente del salón para ir a su encuentro. Por el camino divisé a un montón de Gryffindors que venían de un pasillo, caminando sospechosamente, no estaba George entre ellos, por lo que no les tomé atención. Al llegar abrí la cerradura con cuidado y me percaté que él todavía no llegaba.

Me instalé sobre un pupitre viejo al lado de un vitral de colores que tenía vista a los jardines principales, estaba anocheciendo velozmente, cuando comenzaba a caer nieve; el sol se escondía antes y el frío comenzaba a hacer de las suyas. Con mi varita hice aparecer una manta para colocarme encima, pues el material con el que el castillo estaba construido no era el más cálido.

Escuché un alohomora desde afuera y sentí cómo George abría la puerta de manera tosca.

—Llegas tarde —le reproché —Sabes que detesto esperar.

—Pues ya estoy aquí, no tienes de qué preocuparte.

Sonrió y se acercó a mi para besarme, desde el episodio en las duchas, ambos habíamos tomado más confianza y él ya no se limitaba tanto al besarme, por lo que lo hacía de una manera mucho más apasionada y lenta, lo disfrutaba más, ambos nos entregabamos más a los labios del contrario y no había esa sensación de estar haciendo algo malo.

— ¿Qué es lo que tanto haces? Sueles estar llegando tarde a varias actividades, tú y tu hermano.

Se ensombreció al notar lo directa que fui, no esperaba eso y de cierta forma conseguí que se pusiera a la defensiva, cosa que también fue sumamente sospechosa.

—Pues con Fred hemos tenido poco tiempo para dedicarnos a Sortilegios Weasley — dijo orgulloso refiriéndose a sus artículos para bromas—Debemos andar con cuidado, sobre todo ahora con Umbridge.

Entrecerré los ojos, pues algo me decía que no estaba siendo honesto.

— George, jamás te ha interesado la autoridad; eso que me estás diciendo no va a convencerme ¿Porqué tratas de engañarme?

—¡Hey! No seas así, no sabía que tenías el razgo controlador, Rosier—señaló y me dió un fugaz beso —Ven aquí y no me trates de echar en cara cosas que no he hecho.

Se abrazó a mi cintura y me ignoró por unos momentos como un niño pequeño. Decidí que no le diría nada, sólo estaría a la espera de encontrar algo que me diera indicios y confirmara mis sospechas, los hombres eran sumamente básicos en ese aspecto; por lo que no tardaría en averiguar qué era lo que pasaba realmente.

Estuvimos largo rato platicando sobre cosas cotidianas, sentados en una frazada que decidimos dejar allí; era bastante extraño aún para mí ver nuestras manos enlazadas mientras conversábamos de cosas que no pensaba que llegaríamos a entablar.

—Sabes, no quiero seguir con una carrera convencional —murmuró —Ya es un hecho, lo hemos hablado con Fred y no es lo que queremos hacer.

Le observé y me percaté de la ilusión que había en sus palabras al referirse a aquellos temas que al parecer no solía compartir mucho. Le escuché hablar como un niño entusiasmado a cerca de las cosas que deseaba y de los anhelos que tenía, de la imaginación que surcaba su mente y de todo lo que quería echar en marcha.

—Sabes —murmuré —Es muy lindo que consideres a tu hermano en todo lo que planificas para tu vida, pero ¿No crees que puede llegar el momento en que él quiera otra cosa? ¿O desee enfrentar otros rumbos?

Pensó por un momento aquello y negó con la cabeza.

—Tengo la certeza de que queremos lo mismo.

—Eso puede cambiar, las personas cambian; tú has cambiado, él puede cambiar.

—Tú también lo has hecho, mírate —señaló nuestras manos y eso me causó algo de vergüenza por un momento.

—Creo que es el mejor ejemplo ¿Qué harías en ese caso?

—Pues le dejaría ir, creo que si en un momento quiere hacer algo más y eso implica separarnos, lo dejaría en libertad; no negaré que me dolería y me sentiría algo traicionado, pero deseo que sea feliz.

—Él sólo estaría siguiendo su camino, no te estaría traicionando, creo que es importante que analices eso, a veces el ego nos domina y decidimos por el resto; pero nadie nos pertenece, Weasley.

Intercambiamos un par de palabras más y luego decidimos que ya era hora de volver a nuestras salas comunes, era tarde y si nos veían, lo más probable es que nos meteríamos en problemas. Al momento de abrir la puerta escuchamos una voz familiar y George fue muy ágil, cerró la puerta con rapidez y se quedó allí.

Umbridge y Filch estaban caminando por los pasillos, conversando sobre castigos y cosas por el estilo.

Mierda.

— Calla, si nos mantenemos callados no nos oíra.

Desde el interior del salón pude oír que hablaba de revisar los salones abandonados para darles un poco más de uso. Lo miré con pánico y ví que habían unos armarios lo suficientemente grandes para meterse, sentarse y desaparecer.

—Rápido, métete allí —susurré.

— ¿Qué eso debe de tener hasta mierda de ratones allí?

—Prefiero eso a que Umbridge me castigue —señalé y lo empujé dentro. Pude jurar que se quedaron conversando allí durante horas, al parecer hablar con el squib era el pasatiempo favorito de la suma imquisidora en sus tiempos libres.

— ¿Cuánto iremos a estar aquí? —dije tratando de reprimir un bostezo.

—Bueno, creo que estamos pasando tiempo de calidad —comentó con su típico tono de arrogancia —Podrías dejar de refunfuñar y besarme.

Sonreí ante eso y nos dimos un beso suave, tierno y sin prisas. Nos separamos una vez que el oxígeno comenzó a faltarnos por estar en el interior de aquel mueble. Apoyé mi cabeza en su hombro y él abrió una rendija mientras aún resonaba afuera la plática de los dos externos.

No me dí cuenta cuando me quedé dormida profundamente.

Desperté con un dolor de espalda enorme y con George con la cabeza apoyada en la mía, sí ; no habíamos ido a nuestros cuartos, habíamos pasado toda la noche allí y si es que nos descubrían estaríamos en graves problemas. Me sobresalté y con eso desperté a George.

—¡Despierta, hemos dormido aquí!

Él se río al verme nerviosa.

—No sabía que eras de las que pasaba las noches con chicos que no eran sus novios.

Le hice una mueca.

—No me vengas aquí con esos machismos, seguro tú sólo has dormido con tu ex novia y con nadie más —le acusé, cosa que no me pudo rebatir.

—No discutas conmigo, bésame.

Nuestros labios se encontraron por unos momentos y luego lo aparté de mí.

—Ya vete, tenemos que salir por separado.

Se volvió a carcajear.

—Ay Rosier, estás hablando como si hubiésemos hecho algo malo y que yo sepa no ha sucedido nada.

— Sabes a lo que me refiero, así que date prisa; ya es muy tarde y Snape va a matarme, te recuerdo que nos toca pociones.

Eso pareció hacerlo entrar en razón, me dió un beso fugaz y me guiñó el ojo.

—Nos vemos en la noche, te espero aquí, bueno o allí en el armario; donde prefieras.

Su doble sentido y sarcasmo realmente me eran demasiado divertidos.

Todo iba bien hasta que oí a George hablar con alguien.

— ¡Te busqué por horas! ¿Qué hacías allí adentro?

Era Fred, mierda; ahora sí estaba perdida.

—Nada —le oí contestar—Conversaba con alguien y Umbridge venía, estaba fuera de la sala común a deshoras y me iba a regalar por lo que después me quedé varado y no pude salir.

—No me mientas —le rebatió— ¿A donde vas todas las malditas noches después de la cena? ¿Vienes aquí? ¿Acaso tienes novia y no quieres que Alicia se entere?

El corazón me latió fuerte al estar metida nuevamente en el armario, oyendo a una probable persona que podría descubrirnos.

—No exageres, ya estoy aquí; vamos que no quiero llegar tarde a pociones.

Cuando oí sus voces alejarse pude respirar tranquila.

Suspiré de alivio cuando me percaté de que no había nadie al rededor cuando salí del salón con en cuaderno en la mano.

Claramente pasaría de la clase de pociones, estaba impresentable y sería sumamente sospechoso ver a George y a mí vestidos exactamente como el día anterior, con las túnicas arrugadas y un aspecto de haber dormido como la mierda.

Realmente, esperaba no volver a repetirlo.

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