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Las clases de artes oscuras comenzaron a ser causa de diferentes polémicas, nadie estaba a gusto con Dolores, sobretodo los alumnos de las otras casas; era peor que Snape y su obsesión en contra de los Gryffindor, ella solía quitar puntos por una mancha de pasta de dientes o por tener un cabello suelto fuera del pasador. En mí caso, milagrosamente no había perdido ninguno, algo que realmente era extraño debido a que mi historial conductual no era el mejor a los largo de los años anteriores, tenía un sinnúmero de detenciones y castigos.
— El día de hoy— habló Umbridge con su típica expresión como si estuviera oliendo a mierda— Hablaremos sobre las posibilidades de encontrarnos con objetos malditos y cómo debiésemos actuar ante ellos.
Suspiré, pues esa era materia que habíamos visto el año pasado y hasta el loco de Crouch Junior había dado una mejor explicación, de eso estaba segura; pero decidí darle una oportunidad. A lo largo de mis intensas lecturas por la sección prohibida sabía más que ella del tema lo más probable.
— Existen magos que disfrutan de hacer encantamientos y aplicarlos en los objetos más insólitos, todo para dañar a ciertos personajes con los que hubieran tenido un pleito o diferencia.
Intenté tomar apuntes pero no era nada que no supiera.
— Los objetos pueden reconocerse únicamente por un especialista o entendido en la materia, claramente los que estén en contacto con ellos pueden sufrir graves consecuencias.
¿Eso era enserio?¿Nos trataba de engañar?
Levanté la mano y cómo últimamente no había emitido mayores comentarios en las clases ella me concedió la palabra para que opinara.
— Profesora, la verdad de las cosas, discrepo con usted— comenté y de pronto todos pusieron sus ojos en mí. Por lo general nadie hablaba en la clase de Umbridge para que terminara lo más pronto posible, no obstante no ví reproche en las miradas de mis compañeros, si no más bien curiosidad; por otra parte pude notar que la expresión de ella no fue la del mayor agrado pero tuvo que fingir una sonrisa y pestañear como si tu tuviera una basurilla.
— Rosier¿En qué podrías pensar diferente? Te recuerdo que esta es la información del ministerio, por lo tanto es fidedigna y no hay ninguna otra versión correcta de los contenidos.
Vieja ridícula ¿De verdad creía que podía engañar a alguien que probablemente había leído todos los libros de magia oscura de la sección prohibida y de la biblioteca de su mansión?
— Verá, según lo que plantean Borgin&Burke en su recopilatorio más reciente; los objetos malditos sólo atacan a quienes les temen, pues los objetos sienten las emociones y miedos de las personas que entran en contacto con ellos, por ende alguien ligado a la magia tenebrosa no sufriría ningún daño a corto plazo
Sí, y podría citar un montón de libros si quería contradecirme.
— Oh, pero Perséfone, sabes que cualquier persona puede escribir sobre el tema sin tener ningún conocimiento.
La voz de George sonó detrás de mí.
— Ambos han estado en contacto de objetos malditos durante años y no se les ve en malas condiciones— señaló — Creo que por primera vez, estoy con Rosier; además esta es materia del año pasado.
— Te pediré que no interrumpas Weasley, cinco puntos menos para Gryffindor— susurró bastante descompuesta.
— ¿Eso no es acaso cierto? —pregunté— Ellos si tienen experiencia, no se pueden negar los hechos, además en el libro de Anticuarios de Salazar Slytherin este descubre el hecho de que puedes impregnar tus propios recuerdos o energía si maldices un objeto, sin mencionar lo que plantea Herpo, el loco. . .
George intercambió una mirada cómplice conmigo y también de sorpresa, pues seguramente no pensaba que sabía realmente tanto, lo más probable era que creyera que sólo me pavoneaba por allí sin siquiera haber pescado un libro de magia tenebrosa.
— Rosier, creo que es sumamente negativo que plantees estas ideas delante de la clase, todos debieran evitar leer ese tipo de literatura que es tan inexacta.
— ¿Disculpe profesora, pero podría decirme cuál es su especialidad?
La pregunta la sacó de sus casillas, por supuesto. Una cosa es que el ministerio quisiera bloquear la información de Voldemort, pero otra muy distinta era que entregara contenidos vagos, que no nos servirían para nada.
— Soy una gran bruja, especializada en leyes y políticas mágicas.
Reí y ella frunció el ceño.
— ¿Qué es lo que le causa tanta gracia?
— Que usted no sabe absolutamente nada ¿No cree que es demasiado pretenciosa al decir que los libros de magos entendidos en la materia están incorrectos? A mí me daría vergüenza la verdad.
— ¡No seas insolente!¿Qué es lo que te está sucediendo?
— Lo que pasa profesora, es que creo que de sé mucho más que usted, creo que debiera analizar realmente si quiere hacer esta clase, pues creo que de verdad le faltan los conocimientos¿Cree que sabe más que Salazar Slytherin? No lo sé.
— ¡Basta!
La tensión dentro del salón se incrementó cuando muchos de mis compañeros tanto de mi casa, como de Gryffindor comenzaron a manifestar abiertamente que encontraban que yo tenía razón.
— ¡No les he dado permiso para hablar!¡Rosier, qué sucedería si te veto de esta clase!
Sí que tenía orgullo, o deliberadamente era muy tonta y no sabía que yo tenía respuesta absolutamente para todo.
— Honestamente, me haría un favor; de verdad es doloroso ver cómo se humilla intentando aparentar que sabe algo que realmente desconoce— le comenté con la mayor ironía que pude— Debe ser realmente humillante que una estudiante sepa más que usted, porque créame, realmente estoy mejor preparada que usted para dar esta clase.
— ¡Fuera!¿Alguien más quiere seguirla? Les advierto que los que salgan no tendrán opción a tomar artes oscuras y tendrán que prepararse para los EXTASIS por su cuenta, cosa que evidentemente no podrán lograr,
En lo que yo me puse de pie, la mitad de Gryffindor se encaminó a la puerta tras de mí para salir de la sala; claramente no mis compañeros que aún estaban atónitos con lo que había sucedido y eran demasiado idiotas cómo para reaccionar sin medir las consecuencias, sabía que detestaban a Dolores como todos, pero siempre tenían que ser unos hipócritas de mierda.
— Eso fue lo más genial que he visto que alguien hiciera — murmuró George en mi oído— Te veo después de clases, esta vez eres tú quién se merece una felicitación.
Sonreí al escuchar su comentario en mi oído y asentí de manera disimulada contendiendo una risita estúpida. En ese momento no me podía detener a hablar de lo que fuera, pues para mi desgracia tenía que ir a la primera clase de ciencias muggles y no quería que Dolores me siguiera y arruinara el hecho de que tenía que tener una asistencia perfecta.
Atravesé el jardín y me dirigí a la torre de Ravenclaw para ir hacia el salón de la profesora Charity Burbage, quien dictaba la clase; la mayoría no tomaba el ramo, por lo que habían estudiantes de todas las casas y de varios grados en una misma clase.
Caminé dubitativa, infundiéndome valor para afrontar la situación, jamás pensé que tendría que tomar esta asignatura después de haberme reído de aquellos que se interesaban en ella y de la misma profesora. El salón estaba casi vacío cuando llegué a la puerta abierta que indicaba que la clase aún no comenzaba y suspiré, esto no sería tan fácil. Antes de que pudiera entrar, ví a Granger sentada en el primer asiento del salón,
Se decía que era inteligente.
¿Cómo era posible que tomara ciencias muggles si ella era una de ellos?
Avancé hasta el fondo del salón con la mirada de ella fija en mí, por supuesto que no era una mirada nada de agradable, mi presencia le intimidaba, pues no sabía hacer nada sin sus amiguitos; la profesora me observó de la misma manera cuando dejé el comprobante de la asistencia sobre su escritorio.
Saqué mi libreta para tomar apuntes y me fijé en el programa de la clase, estaban en el tema principal del año que era desplazamiento en el mundo de los no magos.
Traté y procuré no distraerme, pues la verdad es que era bastante aburrida no me llamaba la atención, sólo la había tomado por el requisito, pero atendí con concentración y no hice ningún comentario que fuera a interrumpir la perorata de la profesora.
—Señorita Rosier, qué agradable sorpresa ¿Puede decirme cómo cree usted que los muggles han cambiado su trasporte a lo largo de la historia?
Pensé por un momento, no había hecho ningún repaso o lectura previa; sin embargo no era tan difícil de deducir.
— Pues a medida que la necesidad de avances y de tecnología se incrementan deben efectuarse creaciones más novedosas y más rápidas no es así, que les permitan llegar a su destino en menos tiempo y que las cargas que trasladan sean de fácil acceso. — comenté— O eso es lo que siento o pienso, la verdad es que no sé mucho del tema.
La profesora me sonrió y asintió con la cabeza.
— Muy bien, cinco puntos para Slytherin.
— Pues eso es algo bastante evidente profesora—declaró Granger antes de que ella siguiera hablando —Asumo que su pregunta iba dirigida a los medios de transporte en sí.
Dejé de oírla en la mitad de su perorata, si tenía que poner en una balanza y comparar si ella o Parkinson eran más odiosas, no sabría cual de las dos ganaría, Granger era demasiado egocéntrica y no toleraba que alguien diera una mejor respuesta, la detestaba más que a todos en la casa de los leones, detestaba su postura de sabelotodo y de engreída fingida, pues cuando alguien le encaraba no hacía más que victimizarse .Si algo tendría de bueno esta clase sería fastidiarla y comenzaría en ese mismo momento.
—Si eres tan lista ¿Por qué tomaste esta clase? ¿No te bastó con vivir entre los muggles durante once años que encima debes tomar la clase? Debes ser bastante estúpida.
— ¿Y tú qué crees que haces aquí? Esta es la clase que odias, pues te recuerdo que los nacidos de muggles te parecemos inferiores.
— Y me das la razón al verte aquí, pero sabía que los sangre sucia eran de cerebro menos desarrollado.
Antes de que la cosa avanzara la profesora intervino y comenzó a hablar nuevamente para apaciguar las aguas y el ambiente que se había tensado de un repente a otro. Hermione me lanzó miradas de odio durante todo el resto de la clase, como si eso fuera a derretirme o a hacerme sentir mal, la señora Burbage dejó hacer varios pergaminos para la siguiente clase antes de dar la clase por finalizada.
Tomé mis cosas y salí de allí a paso veloz, este estaba siendo un día agotador en todo sentido.
En ese momento Granger pasó por mi lado y me hizo frente.
— Ni creas que vas a lograr hacerme sentir mal durante esta clase.
Fruncí los labios y sonreí con ironía.
— Pues si estás perdiendo tu tiempo aquí, es porque ya lo he conseguido— le espeté — Por favor no vuelvas a dirigirme la palabra, recuerda que jamás dejarás de ser una sangre sucia y que sin San Potter y la comadreja no serías nadie aquí.
Pude ver cómo sus facciones cambiaron, juraría que tuvo ganas de ponerse a llorar y eso fue patético, como mencioné anteriormente, ella solía victimizarse luego de sus actitudes engreídas.
— No sé qué es lo que vió Viktor en ti, eres tan insoportable Rosier.
La observé con altivez, no podía negar que el hecho de que ella y Viktor hubieran tenido algo por mínimo, insignificante e inexistente que fuera me molestaba, pues con su molesta personalidad creía que podía darse el lujo de opinar sobre algo que no conocía.
— Pues quizás la sangre pura — le molesté nuevamente.
— Lo estoy diciendo en serio, él es tan cortés, tan amigable, tan educado, que realmente no puedo creer que se inmiscuyera con una perra como tú.
— ¿Quién te crees para hablar así sobre mí? Te sientes bien insultándome al parecer, y veo que también te crees con una soberanía gigantesca sobre todas las personas con las que te relacionas ¿No es así? No te creas tan importante Granger, no conoces a Viktor como yo lo hice.
— Pues no lo sé, yo sólo digo que tú no le merecías.
— ¿Y tú sí?
— A nadie mereces, eres demasiado venenosa, nadie debiera tener la desdicha de estar contigo — soltó.
Me acerqué a ella de una manera hostil.
— No me provoques Granger, aquí no eres intocable y créeme que cuando me sacan de quicio puedo llegar a ser una maldita perra, como acabas de decirme, no hables de mí, no menciones mi nombre y no te refieras a mi relación con Viktor; pues lo envidiosa se te nota a lo lejos.
— ¿Envidia, de tí? Pues no Rosier, aquí nadie te quiere, nadie te soporta.
— ¿Y crees que a tí sí? No seas estúpida, aquí si es que te llegan a hablar es porque sacan provecho de ti para que les hagas los trabajos, y tú con tu estúpida manera de querer caerle bien a todo el mundo te engañas a ti misma— le dije lo más antipática que pude. — No vulevas a hablarme y en la clase limítate a no contaminar el aire con tu aliento impuro, no quiero asfixiarme en él.
Me dirigí al gran comedor donde busqué a George con la mirada y luego fui hacia él para manifestarle que no me sentía bien y que necesitaba descansar. Me dió un suave beso en los labios cuando estuvimos tras de un poste de piedra y después salí del salón para dirigirme a mi habitación.
Por una razón la discusión con Granger había tocado una fibra sensible en mí.
Viktor.
Había tratado de evitar pensar en él lo más que pudiera, no quería ser egoísta con él; por eso que no quería escribirle para nada, aunque él me hubiera dicho que lo hiciera en cualquier caso. Apenas entré a mi habitación, saqué del cajón de mi escritorio pergamino y pluma y comencé a escribirle.
Si era sincera, Viktor fue la única persona que jamás me juzgó y le extrañaba.
Extrañaba nuestras pláticas sobre todo y nada.
Y Granger había sacado a flote todos mis egoístas sentimientos.
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