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Cuando entras a tu último año, los profesores suelen asesorarte y potenciar tus habilidades; el jefe de casa llama a cada uno de los alumnos para conversar acerca de los intereses correspondientes y cuáles son las posibilidades que tienen.
— ¿Ya fuiste a hablar con Snape? —me preguntó George, mientras yo escribía en uno de los escritorios de la biblioteca una tarea para defensa de artes oscuras y el hojeaba desinteresadamente un libro sentado en unos escritorios más allá.
—Debo ir a las cuatro, osea dentro de media hora —contesté observando el reloj en mi muñeca y volviendo a mi tarea. — ¿Tú, hablaste con McGonagall?
— Pues sí, en la mañana.
Eso me interesó, creo que jamás habíamos hablado sobre el tema del futuro; pues el futuro era incierto con la inminente guerra que se estaba gestando y que era un secreto a voces.
— ¿Qué te ha dicho? ¿Tendrás que modificar tus materias? ¿O algo por el estilo?
— La verdad es que no se ha contentado con lo que le respondí.
— ¿Y eso, porqué?
Me observó como si dudara en contarme lo que tenía en mente.
— ¿Puedes guardar un secreto, serpiente?
Enarqué una ceja pues se estaba comportando muy misterioso y él no solía portarse así, él era directo e iba al grano de inmediato.
—Pues creo que hemos guardado varios secretos desde hace algún tiempo —contesté impaciente.
Observó que no hubiera nadie más a nuestro alrededor y en su cara se colocó una sonrisa de suficiencia.
— No voy a especializarme en ninguna de las ramas mágicas convencionales —declaró —Eso no es para mí ni para mi hermano, queremos ir más allá de los fines académicos.
Eso me desconcertó totalmente, pues se suponía que todos queríamos dedicarnos a algo en específico al terminar la escuela.
— ¿Ya? No estoy entendiendo en absoluto, George—comenté fruncir do el ceño —¿Cómo se supone que piensas ganarte la vida después de salir de la escuela?
—Bien, te contaré únicamente porque sé que no dirás nada.
Asentí y esperé a que comenzara a explicarme.
—Verás, con Fred hace mucho tiempo que hemos estado trabajando en nuestras bromas y le hemos puesto mucho empeño.
—Entiendo, pero no comprendo aún ¿Quieres decir que vivirás de las bromas?
— ¡Exacto! ¡Viviremos de las bromas!
— ¡¿Y cómo piensas hacerlo, eso es algo que tomará tiempo!? —exclamé, no podía esconder la felicidad que sentía por él y por su idea.
—Mira, con mi hermano hace mucho que tenemos un stock enorme de bromas que hemos estado escondiendo en una cabaña de mi familia que está lejos de la casa y de la vista de mi madre —comentó — Y ahora después de mucho tiempo hemos conseguido el dinero para poner una tienda —habló, lleno de felicidad, pues los ojos le brillaban con alegría.
— ¿Tienes el dinero para una tienda, George? ¿Estás, hablando en serio?
— ¡Pues claro! Aunque no puedo decirte de a dónde lo obtuvimos — me señaló.
— ¿Osea me quieres decir que tendrás tu propia tienda mágica? ¿Serás un empresario? —sonreí feliz por él.
—Muy pronto, George Weasley tendrá su propiedad en el centro del Callejón Diagon, Rosier ¿Qué crees?
No pude contenerme y le abracé, pues su idea me parecía fantástica. Si bien sabía que no era algo muy convencional, a la larga era lo que él quería, y si podía hacer sus ideales realidad; eso me hacía sentir muy feliz.
— ¡Por Merlín, George! De verdad que eso es genial ¿Pero, qué le dijiste a Minerva? ¿Tú madre qué es lo que dice?
Rodó los ojos ante la mención de ese tema.
— Pues McGonagall me regaló uno de esos discursos de ella, sobre el deber y el orden; que debía sentar cabeza y forjar mi futuro desde este momento, que ahora era joven y debía aprovechar —se burló —Pero creo que ella sabe que no tomaré en cuenta esos consejos.
Honestamente creo que todos en la escuela sabíamos que los gemelos Weasley harían algo como esto, tramarían algo así o tendrían un negocio en algo ilegal. Esto era lo más suave que pude imaginar.
—Bueno mi madre —continuó —Ella aún no lo sabe, pero claramente no estará de acuerdo; ella quería que postularamos a algún puesto en el ministerio como Percy o como mi padre —relató —Pero honestamente eso no es lo nuestro, creo que lo sabes.
—Todo el mundo lo sabe, George.
— Bueno y tú ¿Estás de acuerdo?
Esa pregunta me confundió un poco.
—Pues no tengo porqué darte ese tipo de opiniones George, es tú futuro y si es algo que a tí te gusta; pues nadie tiene porqué inmiscuirse, o eso es lo que pienso yo.
Él se bajó de la mesa donde se hallaba sentado y caminó en mi dirección, mis músculos se tensaron cuando se agachó para quedar a mi altura, jamás demostrabamos contacto físico en público, esa era una de nuestras reglas.
— ¿Qué haces? —farfullé, de repente estaba muy nerviosa.
—Pues estoy acercándome ¿O no lo ves? Si te lo pregunto es porque quiero saber cuál es la opinión de mi novia con respecto al tema.
Esas palabras me dejaron heladas y dejé de concentrarme en la tarea y en que alguien podrían vernos.
¿Realmente lo había dicho?
No pude evitar sonreír estúpidamente ante esa mención, pero tuve que guardar la compostura y poner mi faceta de orgullosa; o lo poco que me quedaba de ella.
—Perdón, pero quiero saber algo ¿No sabía que nosotros éramos novios? —le eché en cara, tratando de tomar el control de la situación.
—¿Ah, no? Pues eso es lo que eres para mí, por ende es oficial; eres mi novia.
—No he dicho que sí ¿Qué te hace pensar que aceptaré?
— A ver, déjame pensar —murmuró con ironía —Soy muy guapo y pronto seré muy rico.
Le eché un golpe en el hombro ante esa acotación.
—Te recuerdo que no soy ninguna oportunista — recalqué—Ya tengo mucho dinero.
— Oh, no. Ese dinero no es tuyo, es de tu padre; en cambio este será mío completamente — se burló —Y será nuestro en cuanto nos casemos.
Las mariposas en mi estómago revolotearon sin parar y una sensación cálida me invadió, no obstante tuve que abofetearme mentalmente para recordar que debía ir a donde Snape y que estábamos en medio de la biblioteca llena de estudiantes y que en cualquier momento podrían vernos.
— ¿Te crees muy seguro, Weasley? No me gusta que des por hecho mis decisiones, no te creas tan irresistible —le respondí a escasos centímetros de sus labios y luego me puse de pie. —Debo ir dónde Severus ¿Nos vemos después?
—Quiero que me beses ahora —me exigió, aprisionándome.
—¡Hey, no hagas eso! Alguien puede venir.
—Pues no me importa, eres mi novia y por mí, se lo diría a todo el mundo — se sonrió y luego de eso me robó un beso antes de otorgarme el permiso.
— Nos vemos luego, ridículo.
Emitió una carcajada burbujeante y luego de salir de la biblioteca corrí hacia el despacho de mi jefe de casa. Claramente recibiría un regaño de su parte pues las mazmorras no estabas nada cerca de la biblioteca.
Tuve que luchar por deshacerme de la estúpida sonrisa que llevaba en los labios si es que no quería que los demás se extrañaran por ese acontecimiento. Cuando llegué y golpeé sólo escuché una contestación cortante en el interior.
—¿Crees que esperaré todo el día por tí, Rosier? Llegas tarde.
Me mordí la lengua para no decir alguna idiotez, Snape solía ser demasiado antipático y eso me sacaba de quicio muchas veces.
— Pero ya estoy aquí, profesor ¿Dígame, qué es lo que necesita?
—Pues siéntate ¿O qué, quieres echar raíces?
Hice una mueca de fastidio, claramente estaba de mal humor y se las ingeniaría para hacerme problemas.
— Siento que debes mejorar, con esa actitud no sobrevivirás —comentó.
— ¿A qué se refiere, profesor? Pensé que estábamos hablando del año escolar.
— ¿Y a qué más podría estarme refiriendo? No me hagas perder la paciencia y pon atención —señaló —Te he llamado aquí porque necesitamos analizar tu horario.
— Está bien, dígame que necesita.
— ¿En qué pretendes especializarte, has visto algo que te guste, o en lo que eres buena?
—Sí, lo tengo claro —le comenté.
— ¿Y? Dime, tengo que saberlo para ver qué clases debes tomar o si tu horario es adecuado.
— Quiero ser Historiadora de magia, mis ambiciones son acceder a una plaza en el museo de historia de la magia y creo que mis notas me lo pueden permitir — expliqué con algo de superioridad.
Él me observó con sorpresa y después colocó una mueca de ironía en su rostro.
—Quién lo diría Perséfone Rosier, una amante de la historia —musitó con frialdad —¿Sabes que si somos ignorantes estamos condenados a repetir la misma historia una y otra vez?
—Pues supongo que quiero entregar mi intelecto para que eso no suceda —agregué.
Desvió la mirada y observó unos pergaminos delante de él.
—No quiero ser pesimista con tus pretensiones Rosier, pero quiero ser realista.
— ¿A qué se refiere?
—Para poder dedicarte a eso, tienes que agregar bastantes materias a tu horario, materias que jamás te habrías molestado en escoger en tu vida.
Mierda.
Osea que más encima tendría que escoger alguna otra carrera.
— ¿Puedo hacer algo ahora?
—Claro, pero tendrías que hacer cursos intensivos de Runas Antiguas y de Ciencias Muggles, que son requisito ante el ministerio al momento de hacer tus postulaciones.
Oh, no.
¿Eso era en serio?
Detestaba ambas asignaturas y si las había dejado fuera de mi formación era por los mismo. Las runas eran demasiado complicadas y ciencias muggles, pues era evidente el porqué jamás las había tomado.
— ¿No era lo que esperabas?
—Bien, entonces ¿Cuáles serían las asignaturas que debiera tomar?
Me miró como si estuviera disfrutando de mi desgracia. Una cosa era que ahora estuviera en una pseudo relación con George y algunos de mis pensamientos hubieran cambiado, sin embargo seguía pensando que los muggles no tenían ninguna relevancia en la vida de los magos, pero deseaba demasiado entrar al museo y no daría mi brazo a torcer tan fácil.
—Veamos, tienes inscritas Historia de la magia antigua y contemporánea, pociones, defensa contra artes oscuras y astronomía —me observó con indiferencia —Gracias a Merlín que viniste a esta charla, te faltan muchas más asignaturas —soltó con una sonrisa triunfal.
—Pues tomaré lo que sea necesario —dije al final, teniendo que tragarme el orgullo.
—Agregaré encantamientos, ciencias muggles —puntualizó para mirarme con maldad —aritmancia y runas antiguas; creo que este año no querías tener tantas materias, pero lo siento Rosier, si quieres dedicarte a la historia tienes que saber todas ramas de la magia.
—Bien ¿Cuándo empezaría mi horario nuevo?
—Pues mañana mismo ¿O quieres una invitación?
Negué y tomé el pergamino para observarlo, pude percatarme que tenía ciencias muggles tres veces a la semana, suponía que era porque debía de tomar un intensivo, después de todo, no era tan malo a mi parecer.
— ¿Puedo retirarme? —cuestioné totalmente fastidiada.
—Rosier, antes de que vuelvas a clases — susurró —No tomes a la ligera mis palabras.
—¿Vuelvo a preguntar, qué quiere decir profesor?
— Espero que seas astuta, no creo que tú quieras repetir lo mismo que sucedió hace unos años, en la guerra. . . —dejó la frase sin terminar.
—Creo que eso es algo que no está en mis manos, supongo que usted sabe más que yo, usted fue uno de ellos —declaré sin miedo alguno.
—Eres inteligente, y claro; por eso mismo te lo digo.
— ¿Por qué un mortífago me trata de decir esto? ¿Qué espera? ¿Que no me una a su causa? ¿O que lo haga?
—Pues eso es lo que tienes que saber tú, creo que en el fondo, sabes qué es lo que te conviene.
Le sostuve la mirada y luego de eso hablé con decisión.
—Pues usted sabe bien que si vuelve a haber una guerra, todos haremos lo necesario para mantenernos con vida — contesté y luego de eso salí de su oficina.
Eso había sido extraño.
Dos personas en demasiado poco tiempo me habían dicho que sólo yo tenía el conocimiento de mis decisiones.
¿Qué demonios trataban de decir?
Con tener que tomar ciencias muggles ya era demasiado.
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